Reformas en mi culo II

Yo me levanté. Pedro me cogió del brazo y me llevó hasta la pared donde estaba trabajando Félix. Me hizo apoyarme de espaldas poniendo mis brazos contra la pared y mi culo en pompa. Se bajó los pantalones hasta los tobillos

Al día siguiente, a la hora de comer, ya estaba en el piso en reforma, a cuatro patas chupando la polla de Omar, mientras Félix metía y sacaba su pollón de mi culo a toda máquina.

-          ¿Qué te dije moro? ¿Que esta putita tenía una boca de lujo eh? …oooh… y ya verás cuando pruebes su culo.

Al final convencí a Omar para que me dejara probar su polla. No fue difícil que el moro se rindiera a mi boca al ver la cara de satisfacción de su compañero corriéndose en boca hacía tan solo unos minutos. Poco le costó al ecuatoriano empalmar de nuevo para enfundarse un condón y meterme su polla hasta los huevos. Antes me había comido el culo con las mismas ganas como si estuviera comiéndose la comida de su táper. El tío era un experto lamedor. Su mujer debía estar contentísima. Pero ahora mi turno.

-          Voy a parar o me corro - suspiró Félix mientras me dejaba vació de su polla. Y acto seguido volvió a meter su lengua en mi agujerito.

Yo seguía mamando la polla del moro mientras sentía como la lengua de Félix me follaba el culo.

-          ¡Qué bien me lo comes! – suspiré…

-          ¡Es que esta concha está para devorarla mami! – me dijo. No le dejé seguir y empujé su cabeza de nuevo contra mi culazo. El moro hizo lo propio conmigo, y me obligó a tragarme su rabo hasta el fondo, provocándome una tos y un montón de babas.

-          ¿Quieres probar mi agujerito? – le pregunté cuando logré recuperarme.

Solo movió la cabeza. Y ambos obreros cambiaron de posición. Félix pasó de comerme el culo a meterme sus 20cm gordos en la boca. Mientras Omar ya estaba empujando su polla dentro de mi culo. No me costó mucho recibirla, era mas delgada que la de Félix, aunque si más larga. Una vez dentro empezó a moverse con ganas. Sabía que los moros follaban rápido, aunque nunca había probado uno. Ahora lo estaba demostrando.

-          Baja el ritmo moro que no vas a disfrutar nada jajajaja – rio Félix.

-          Déjalo que a mí me gusta – me quejé yo. Y Félix me agarró la cara y me escupió.

-          ¡Tu calla y come, guarra!

Esas palabras me pusieron más caliente todavía que empecé a devorar el rabo ecuatoriano con ganas. En un momento los tres empezamos un ritmo frenético. El moro me embestía con fuerza mientras mis nalgas chocaban con su pelvis y me hacía gritar de placer, gritos que no se oían tan fuertes gracias a la follada de boca que em estaba regalando Félix. El cual avisó que se corría y que iba a llenar la boca. Y así fue, que sin sacar su rabo me inundó de semen. Por su parte Omar estaba a punto de disparar cuando me agarró fuerte la cintura y en una última embestida noté como su polla se hinchaba y empezar a eyacular. Estuvo un rato corriéndose. Se notaba que iba cargado. Una vez acabó me dio dos azotes en mis nalgas antes de sacar su polla de mi culo. Ni con esas decía una palabra el cabrón. Por su parte yo ya había limpiado la polla de Félix.

-          Uffff, vaya polvazo – dijo Félix. Se levanto y se vistió. Lo mismo que el moro.

Me dijeron que me tenía que ir que se habían retrasado un poco y que aun tenían que comer.

-          ¿Pero tenéis hambre? – reí preguntado.

-          Anda tira marrana – me dijo Félix mientras me daba un azote en el culo.

-          Si tenéis ganas de merendar ya sabéis dónde vivo – les dije mientras me retiraba cotoneado mi cuerpo.

Hacia las seis de la tarde mis obreros seguían currando cuando vi entrar al capataz. Se sorprendió un poco y empezó a preguntarles por qué iban tan retrasados. Ellos seguían trabajando a destajo y no sabían qué decir. Decidí intervenir.

-          ¡Perdone! – grité desde mi balcón. Los tres obreros miraron hacia mí – ha sido culpa mía, yo les estaba distrayendo. Al capataz no le quedó duda al verme semidesnudo solo con un tanga puesto.

-          Me apetecía juguetear un poco y no he parado de distraerlos – Pedro, el capataz se acercó al balcón.

-          ¿Y tú sabes que la distracción es dinero? ¿Dinero que no voy a cobrar por tus mariconadas? – me dijo enfadado - te crees que no me he dado cuenta de lo qué hacías? Paseándote en bragas por ahí molestando a los demás.

-          Venga hombre no se enfade que seguro que acaban a tiempo. Todas las obras se retrasan. Además, le aseguro que no fue molestia, ni para mí ni para ellos – Félix y Omar bajaron la cabeza y siguieron trabajando. Pedro parece que bajó los humos.

-          ¿Así que lo habéis pasado bien los tres? – preguntó. Yo contoneé mi cuerpo y mordí mi dedo índice dando a entender que los habíamos pasado más que bien. Los obreros no dijeron nada.

-          Hagamos una cosa – le dije – yo les pago un día de trabajo y tan contentos – Pedro se quedó pensativo.

-          Está bien – me dijo – 15€ la hora por 8h y por tres trabajadores.

-          14€ - le dije yo.

-          15€ y me chupas la polla – me dijo de repente.

-          ¡Hecho! – ni lo pensé, mientras veía la cara de sorpresa de Félix y Omar.

Al rato estaba de rodillas comiéndome el rabo de Pedro. Era un rabo más gordo que el de Félix, pero no tan largo, con unos huevos, eso sí, enormes.

-          Oh Oh si…sigue… las pelotas, chúpame las pelotas – me pedía Pedro. Yo obedecí como una buena perra y empecé a lamer los huevos de Pedro mientras pajeaba su polla. Me metí ambas pelotas en la boca haciendo que Pedro se quedara hipnotizado.

-          ¿Valió la pena distraerse eh jefe? – dijo Félix.

-          Vosotros a callar y a currar.

Pedro les había castigado por el retraso y ahora nos les permitía disfrutarme.

-          Deberías dejarlos descansar un poco – le pedí a Pedro antes de volver a comerme su polla entera.

-          Oh…oh…qué gusto…no quiero compartirte ahora…quiero follarte – me pidió.

Yo me levanté. Pedro me cogió del brazo y me llevó hasta la pared donde estaba trabajando Félix. Me hizo apoyarme de espaldas poniendo mis brazos contra la pared y mi culo en pompa. Se bajó los pantalones hasta los tobillos, se puso un condón y empezó a empujar su rabo dentro de mi culo. Yo notaba como enteraba cada centímetro mientras a un metro Félix miraba excitado mi cara de vicio. Yo saqué la lengua para demostrarle que su jefe me iba a follar mejor que él. Y vaya si lo hizo. De un empujón me la metió entera haciendo que yo gritara.

-          Siiiii…te voy a enseñar quién es el que manda aquí.

-          Ah si machote, enséñales a tus obreros quién sabe hacer el trabajo – y empezó a meterla y a sacarla con un ritmo medio mientras me agarraba fuerte de la cintura. La cara de Félix era un poema.

-          ¡Sigue currando! – le ordenó Pedro mientras me volvía a embestir con fuerza.

-          ¡No pares no pares! – le pedía yo. Pedro soltó mi cintura y metió su dedo rugoso en mi boca. Yo lo chupé con ganas

-           ¿Te gusta eh zorrita? ¿Te gusta cómo te folla el jefe? -

-          Siiiii – le grité. Las embestidas cada vez eran más fuertes y ya no tenía un dedo en mi boca, tenía tres. El tío era un auténtico salido y eso me encantaba.

-          ¿No te imaginabas que te follaría así eh? -  y volvió a embestirme - ¡No te lo esperabas! – sacó sus dedos de mi boca y me pegó un par de hostias en la cara. Me agarró de los brazos sin sacar la polla de mi culo y me llevó al suelo donde estaba picando Omar. Me puso a cuatro patas y empezó a darme por culo con fuerza.

-          ¡Mira moro como me lo follo! – Omar no quería mirar.

-          ¡¡Que mires como me follo a esta zorra!! – le ordenó. Omar miró hacia mí viendo mi cara de vicio y después miró a su jefe que bufaba como un toro mientras embestía mi culo con fuerza.

-          ¡Ven aquí Félix! – le ordenó. Félix dejó lo que estaba haciendo y se unió a los tres.

-          ¡Sacaros el rabo y correros en su culo! – les ordenó. Rápidamente sus rabos morenos salieron de sus pantalones totalmente empalmados. Empezaron a pajearse mientras Pedro seguía dándome fuerte.

-          ¡Venga correros en su culo, dejarla bien sucia!

Ellos aceleraron sus pajas y pasó poco rato hasta que la leche de Feliz cayó en mis nalgas.

-          Jajajaja estabas cachondo eh! – le dijo Pedro.

No pasó mucho rato hasta que Omar dejó toda su corrida encima de mi culo, dejando mis nalgas blancas y espesas de ambas leches.

-          ¿Has visto mis chicos que generosos son? Te han dado una buena cantidad de lefa – dijo Pedro a la vez que sacaba su polla de mi culo, notando un buen vacío. Desenfundó su polla y empezó a pajearse hasta que se corrió mezclando varios trallazos de su leche junto con la de sus empleados.

Allí me quedé tirado, sucio de semen y satisfecho de la buena obra que habían hecho las paletas. Al día siguiente los obreros habían acabado y era el turno del segundo equipo. Los pintores aparecieron con Juan, el dueño del piso a las 8 de la mañana. Un señor de unos 50 y pico de años, regordete y bajito. A su lado un chaval joven de unos veinte y pocos, alto, delgado, con perilla y el pelo rapado. Ambos iban de blanco, pero bajo el uniforme del joven se intuía un buen bulto. Rápidamente mi radar de culo se activó y me asomé al balcón, tan solo con un tanga blanco y una camiseta corta de tirantes. En cuanto el pintor miró yo me giré, y estoy seguro que vio que en el piso de enfrente había otra cosa mejor para pintar que esas paredes…