Reflejo

El sueño de la razón produce monstruos lesbianos.

Llegué a casa asustada ante la perspectiva de que veinte minutos antes estuvieron a punto de violarme. No sé cómo escapé; tuve suerte quizá.

El agresor me sorprendió en un callejón y arrojándome al suelo se echó sobre mí e intentó elevar mi falda. Pude gritar, entonces un grupo de hombres que estaban pasando por ahí la noche del sábado me escucharon y así los alerté. Corrieron hacia mí para ayudarme y la bestia inmunda huyó despavorida. Intentaron alcanzarle y mientras tanto yo corrí asustada en otra dirección, hacia mi casa.

Cerré la puerta con todos los seguros, lloré y corrí a ducharme. No había sufrido daños, tan solo un rasguño en la cara. Tomé un tranquilizante. Me desnudé frente al espejo y me cercioré de no haber sufrido más heridas.

A continuación habló mi diablo interior: ¡Cómo no van a querer violarte puta, estás muy buena!

La mujer del espejo salió de su cárcel sin darme tiempo a reaccionar, me abrazó y me besó. Finalmente se introdujo entera en mi coño.

Creo que entró a fornicar con mi diablo interior.