Reencuentros

Primer relato extraído de la biografía de un revolucionario convertido a narco.

A la mañana siguiente me desperté y ella seguía allí abrazándome, la toalla ya no le tapaba, uno de sus hermosos pechos estaba encima del mío, su pierna encima de las mías se movía despacio y suavemente mientras yo sentía su vello púbico en mi pierna.

Se despertó y vi que sus ojos volvían a brillar, la abracé con mas fuerza, ella se dejó, apreté la pierna contra ella ahí donde sentía su vello, levanto aun mas la suya, y empezó a acariciarme la cara con su mano, me dibujaba con sus dedos, finalmente se acercó mas y junto sus labios con los míos, lo habíamos hecho mil veces, pero aquello era diferente.

Estuvimos varios minutos en los que apenas nos mordíamos los labios, suaves y fugaces toques de la lengua en el labio del otro, le acariciaba el pecho colmado que se desbordaba, la pierna que la presionaba empezó a sentir su calor interior, ella se movía lentamente para ofrecerle mas superficie, se abría mas a cada momento.

Mientras no parábamos de mirarnos, con los ojos nos dijimos millones de cosas en pocos minutos, era como si quisiéramos que aquel momento durara eternamente, y llegué a pensar que no sería tan malo morir si algo nos interrumpiese.

Nos besamos profundamente, me ayudo a quitarme los pantalones que todavía llevaba y muy despacio bajó recorriéndome con su lengua, finalmente la cogió con la mano y la empezó a lamer muy despacio en círculos por la cabeza, se la metía en la boca lentamente pero hasta el fondo, volviéndola a sacar muy despacio, cuando ya había crecido se puso en lo alto mía, se la colocó en la entrada de su vagina y empezó a moverse muy despacio, apenas si entraba la cabeza, pero cuando cruzo el umbral del primer gemido, cerró los ojos quedándose quieta un breve momento y empezoa bajar mientras contorneaba sus caderas para quedarse ahí, con los ojos cerrados dedicando cada instante a sentir cada centímetro de aquella piel ardiente que la penetraba, luego muy despacio fue bajando los brazos que estaban apoyados en la cama hasta que sus pechos desbordaron aplastados contra el mio, entonces me abrazo apretándome aún mas contra ella con cada parte de su cuerpo.

Su cara empezó a mostrar su temperatura interior, y despegándose de mi empezó a moverse, ya con la espalda recta empezó a bajar y a subir mientras yo besaba esas ubres que habían alimentado, por momentos se quedaba con todo dentro moviendo las caderas en lentos círculos y empezaba a gemir y morderse los labios mientras yo le abría las nalgas para que le entrara aún mas, estirando la piel hasta el límite,

Luego se doblegó al deseo y empezó a subir y bajar furiosamente, mientras se pellizcaba los pezones con una mano y con la otra se acariciaba el clítoris haciéndose daño incluso para poder sentirlo por encima del fuego que la llenaba en cada sacudida pero que también le dejaba por breves momentos un vacío que su carne no se atrevía a llenar.

Y entonces una llama abrazadora recorrió todo su cuerpo en un único segundo, desde dentro hacia fuera, expulsando el poco aire que le quedaba, inutilizando todos y cada uno de sus músculos, derrumbándose mientras los últimos rescoldos la abandonaban.

Tras descansar unos momentos encima mío, se echó a un lado, apenas podía hablar, empecé a besarle los pechos, luego el estómago y seguí bajando mientras le abría cada vez mas las piernas, ella se las sostenía con sus manos mientras yo bajaba, le cogí una nalga en cada mano, abriéndola hasta el límite del desgarro, y comencé a pasarle la lengua por los labios ardientes, se los abría con la lengua de forma casual dejando que se le cerraran para provocar esos cambios de temperatura que derriten glaciares, la tenía ante mí cara abierta totalmente por ambos sitios, la penetré lentamente y sentía como todo su cuerpo se estremecía con cada pequeño movimiento de mi lengua.

Empezó a gemir, a levantar y bajar sus caderas mientras yo sentía en mi lengua todos sus efluvios, finalmente introduciéndole los dedos por ambos sitios lanzó un prolongado gemido mientras su cuerpo se arqueó de forma casi inhumana, pedía ser penetrada, pero con tan solo dos dedos abrí sus labios y colocándolos en toda la extensión de su vagina, comencé a presionarla subiendo y bajándolos, teniendo aprisionado entre ellos su clítoris pero sin tocarlo directamente, los gemidos fueron entonces mas cortos pero mas rápidos,  su espalda se arqueó nuevamente en posición casi antinatural y así permaneció sostenida por una fuerza desconocida muy superior a sus propios músculos mientras le empezaban a fallar los codos en los que se apoyaba, a pesar de lo cual seguía hacíendo equilibrios de vez en cuando para pellizcarse uno de sus pezones, y fue entonces cuando su espalda sin descender se estiró en un movimiento que no podía ser voluntario, intento hablar para pedir ser penetrada pero no podía articular palabra, su cuerpo no le pertenecía, los ojos se le cerraban y su boca mordía sus propios labios, mientras clavaba sus uñas en sus propias manos sintió otra vez dentro la erupción de esa fuerza desconocida que a todos nos inunda y que en tan solo una milésima de segundo nos hace recorrer la distancia infinita que existe hasta ese misterioso lugar donde no existe gravedad aire ni luz.

Con muy pocas fuerzas levantaba su cabeza para intentar verme mas allá de sus pechos, sonriendo y resoplando intentando con una mano quitarse de la cara algo que no tenía, fue entonces cuando poniéndome de pie al borde de la cama, volví a cogerla con una mano de cada nalga, levantándolas de la cama, arrastrando todo su cuerpo hacia mi, cruzó las piernas alrededor de mi cintura mientras su cara demostraba felicidad ante cualquier posibilidad futura, llenándose las manos con sus propios pechos, abierta sin ninguna duda,  temor ni pudor.

Le coloqué la cabeza en la entrada de su trasero y frunció los labios sonriendo, sus musculos se contrajeron repentinamente, y luego sentí como poco a poco y ya voluntariamente se relajaban dándome paso, y sus ojos verdes brillaron maliciosos mientras esperaba, se cerraron cuando apenas había forzado la entrada y trago saliva, su cara cambió la sonrisa en una mueca nerviosa de expectación, se lamió sus labios, mordiéndose la comisura demostró que estaba preparada, intentábamos no perdernos ninguna mirada, todavía había tensión en el resto de su cuerpo, sin dejar de mirarnos empecé a penetrarla apenas unos centímetros y me detenía para mover la cadera y sentir todo aquello que rodeaba mi pene, ella se mordía el labio inferior, con las manos en sus pechos colmados.

Al segundo empujón le entró hasta la mitad, abrió la boca pero su grito no salió, el placer le había llegado un instante después del dolor, se quedó con la boca abierta mientras sus manos arañaban las sabanas, la nariz fruncida por el dolor fue cambiando lentamente, cerró los labios y se los mojo, entonces abrió los ojos y mientras me miraba volvió a sonreir, había recuperado el control de su cuerpo, echaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos intentando concentrarse en aquello que la invadía, mientras lo apretaba para sentirlo aún mas. Estaba satisfecha, la espera había valido la pena, y disfrutaba con aquello, entonces me dí cuenta.

Joana llevaba meses sin tener sexo, las carnes se cerraban, quizás algo imperceptible para ella, pero yo sabía sus medidas justas, empujando noté una resistencia que ella no había tenido nunca antes y frené inmediatamente. Ella seguía satisfecha, los ojos cerrados y los brazos abiertos en cruz, sus grandes pechos orbitaban por su propio peso.

Entonces se la saqué y abrió los ojos casi triste, pase su pierna por delante y la puse a cuatro patas, cogiéndola de la cintura la arrastré hasta que sus rodillas estaban en el mismo borde de la cama, enseguida volví a metérsela hasta la mitad, casi sin ninguna resistencia  pero volví a sentir que el camino se cerraba a partir de ahí, de todas formas moví la cadera en círculos y arqueo la espalda, esta vez hacia abajo, levantando mas sus nalgas y su cabeza, le cogí un puñado de pelo con la mano derecha y lo tense para que tuviera que quedarse así doblada, con la mano izquierda le pegué en la nalga y ella no paraba de abrirse mas, separando aún mas las rodillas, entonces con la mano izquierda en su cintura, apretando con el pulgar en la espalda y el resto de los dedos clavados casi en su vientre para inmovilizarla, con la derecha le solté el pelo y le pegué un golpe fuerte y seco a la altura de su riñon derecho, le corté por un instante la respiración, instante que aproveché para penetrarla hasta el fondo, mientras mi cadera avanzaba a toda velocidad desgarrando nuevamente aquella ultima mitad que intentaba resistirse, el gemido fue lastimero, cogía aire mientras apretaba los dientes e intentaba asimilar todo aquello que tenía dentro, finalmente pudo decir que le dolía mucho, pero seguía allí sin intentar irse. Entonces empecé a cabalgarla furiosamente, abriéndole ambas nalgas con las manos hasta el límite de la piel arremetía con mi cadera con toda la fuerza de que yo era capaz. Cada arremetida provocaba un quejido vez mas grande, sentía en cada golpe como alguna parte de su interior resultaba vencida, paraba cada ciertos momentos cuando la tenía dentro por completo y la meneaba en círculos, ella empezó a lloriquear, lo que me hizo renovar el empeño, con mis manos en sus hombros la empujaba hacia mi, sentí desgarrarse un poco mas de su interior mientras ella ya lloraba abiertamente, cuando sentí que me iba a correr la cogí de las caderas y la levante, quedaron sus piernas colgando sin apoyo, sus brazos fallaron y cayó con sus pechos en la cama, la cabeza de lado y las manos arañando la sabana, di el último y  mas profundo empujón llegando donde nadie había llegado nunca y allí me corrí, no se me bajó y aún teniendola con mas de medio cuerpo en el aire y llorando, al cabo de un minuto me volví a correr en su interior.

Caí rendido a su lado, me miraba todavía sollozando, se echo encima mío y allí nos dormimos, me desperté y ella seguía allí dormida, al levantarme ví que había una mancha de sangre bastante escandalosa en la sabana, pero estaba seca y ella respiraba normalmente.

Me duché y al salir vi que estaba despierta mirando las sabanas, me miro seria, se incorporó con bastante esfuerzo, le costaba andar y demostraba el daño que le había hecho, cogió las sabanas y con ellas se metió en el baño.