Reencuentro muy esperado
Después de casi un año chateando por Messenger y hablando de vez en cuando por teléfono, el día que la vi en el aeropuerto sentí unos deseos tremendamente incontenibles por todo mi cuerpo.
Después de casi un año chateando por Messenger y hablando de vez en cuando por teléfono, el día que la vi en el aeropuerto sentí unos deseos tremendamente incontenibles por todo mi cuerpo. Habíamos reservado un hotel para pasar esos días y visitar una ciudad que ninguno de los dos conocía. Ese primer día lo pasamos visitando museos, exposiciones... lo típico cuando se hace turismo en una ciudad. Nos lo pasamos genial.
Al llegar al hotel, entramos a la habitación riendo por alguna anécdota que nos ocurrió en un museo. Ella cerró la puerta detrás de mí y yo fui a dejar la cartera, las llaves y el móvil en la mesita de noche. De repente, un silencio invadió la habitación. Me giré y ella estaba delante de pie delante de la puerta, mirándome. Yo también la miré. Ambos sabíamos cuánto habíamos deseado que ese momento llegara. Así que sin mediar palabra, nos acercamos y comenzamos a besarnos. Al principio fueron besos suaves, lentos, como con miedo... poco a poco se fueron convirtiendo en besos apasionados, con lengua y algún que otro mordisco en los labios. Ella deslizaba su boca por toda mi cara y mi cuello, mordiéndome el lóbulo de la oreja, cosa que sabía que me encantaba porque se lo había comentado en alguna de las tantas sesiones de cibersexo que tuvimos a través del chat. Yo sabía que era muy cuidadosa con los preliminares, que le gustaba ir despacito y suavemente.
Poco a poco empezó a subirme la camiseta hasta el cuello y, antes de quitármela, me besó y lamió el pecho. Ya sin camiseta, la cogí del culo, la apreté contra mí para que notara lo grande que estaba mi polla, y comencé a desabrocharle la blusa, botón a botón... llevaba un sujetador negro, de los que se desabrochan delante. Una vez que le abrí la blusa, sin quitársela del todo, desabroché su sujetador y lo fui abriendo lentamente. Fue increíble ver sus tetas escapando a la presión de la ropa interior, y quedando libres al fin, todas para mí. Cogí una de ellas, acaricié el pezón, que ya estaba muy duro, y bajé mi boca hasta él. Chupé ese pezón, chupé toda la teta durante unos minutos, y lo mismo hice con la otra. De vez en cuando la miraba y la veía con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, en un gesto inequívoco de placer. Le terminé de quitar la blusa y el sujetador, me abracé a ella y la besé durante unos momentos. Me gustaba sentir su pecho y el mío desnudos y unidos.
Ahora era su turno. Bajó lamiendo mi pecho hasta mis vaqueros, los desabrochó y los bajó lo suficiente para ver el bulto que mi polla provocaba en mi bóxer. Para mi sorpresa, me pidió que me girara con un dulce gírate cielo. Fueron las primeras palabras que alguien pronunciaba desde que entramos en la habitación. Yo obedecí. Ella subió y empezó a besarme la espalda mientras con sus manos me abrazaba el pecho. De pronto sentí una mano bajando por mi pecho, llegar a mi bóxer y meterse dentro. Cogió mi polla y me susurró al oído un ufff que me puso a cien. Empezó a masturbarme. Yo le dije:
- Nenita, llevo mucho tiempo esperando esto y no quisiera correrme antes de lo previsto.
Ella me respondió:
- No te preocupes, esta noche creo que te vas a correr más de una vez.
Yo busqué su culo con mis manos. Ella aún tenía los vaqueros, así que me dijo:
- Espera. Dame un segundo.
Lo siguiente que noté es que se desabrochaba los vaqueros, se los quitaba y los tiraba delante de mí. Volvió a pegarse a mi espalda, me cogió las manos, las colocó en su culito y dijo:
- Mejor así.
Yo creía que se había quitado las braguitas, porque noté su culo sin nada encima, pero luego me di cuenta de que llevaba un tanga de esos que por la parte de atrás llevan una fina cuerdecita en forma de T. Eso me dio mucho más morbo. Ella se puso delante de mí. Besó de nuevo mi pecho y empezó a bajar. Yo sabía lo que iba a hacer y le pedí que nos preparáramos una ducha, que estaba un poco sudoroso de estar todo el día andando de un lado a otro y me sentía incómodo. A ella le pareció buena idea, así que nos fuimos al baño.
Se inclinó para abrir el grifo y llenar la bañera, intentando controlar la temperatura del agua. Yo la vi delante de mi, inclinada, con ese tanguita que no tapaba nada de nada... no podía contenerme. Me acerqué a ella e hice que notara mi polla contra su culito... y noté que le gustó el gesto. Así que seguí. Me agaché y poco a poco le fui bajando el tanga, dejando su culito y parte de su coño al descubierto. Le comí un poco los cachetes del culo, mientras metí una mano por delante para notar cómo de húmedo estaba su coño. Grata sorpresa la que me llevé, cuando noté que lo tenía totalmente depilado, cosa que me encanta y que ella sabía por esas sesiones de chat que comenté anteriormente. Además, estaba muy húmedo. Estuve besándole el culo y la espalda hasta que la bañera estuvo lista. Mientras se llenaba, ella permaneció inclinada y apoyada en los grifos.
Nos metimos con cuidado en la bañera y permanecimos de pie. Ella se agachó delante de mí, metió sus manos en el agua, se echó un poco de gel en ambas y empezó a frotarme las piernas suavemente. Iba subiendo progresivamente hasta que llegó a mi polla. Con una mano empezó a masturbarme a la vez que me limpiaba la polla y lo demás... con la otra mano se dirigió a mi culo y empezó a acariciarlo. Después de unos momentos, cogió agua de la bañera y me quitó la espuma de la polla, y se puso a besarla lentamente, con dulzura. Después comenzó a chupármela. Yo no aguantaba más. Cada vez abría más la boca, dejando entrar más, hasta que se la metíó toda entera. Entraba y salía de su boca cada vez más rápido. A continuación, noté como llevó uno de sus dedos a la entrada de mi culo. Antes de hacer nada me miró y dijo:
¿Puedo?
Sí, por favor.
Entonces, mientras me chupaba la polla introdujo un dedo en mi culo. Me sentí raro al principio pero me gustaba mucho así que me limité a disfrutar. A los pocos minutos, le avisé:
- Nena, ¡ya! ¡Voy a correrme!
Ella se sacó la polla de la boca y la dirigió a sus pechos en el momento justo en el que me vine.