Reencuentro inesperado con amigos del colegio

Cierro el encuentro con Ezequiel y Lionetta, encontrándome a la vez con unos compañeros de colegio que al final se casaron.

El día 27 de enero que era lunes, al llegar al trabajo me encontré a Victoria esperando. Siempre soy el primero en llegar y ella suele hacerlo sobre las nueve de la mañana. Nada más verla le dije que solo le faltaba la escoba, porque tenía una cara de mala leche de mucho cuidado. No deje que hablara, antes un café. Me hice una buena jarra de un buen y oloroso café, nos fuimos para mi despacho.

  • Ya me puedes ir contando que ha sucedido. Porque no has acabado el fin de semana y te volviste antes y sobre todo… ¿Ha sido el daño muy grande? ¿Hay alguna posibilidad de retomar la situación?

  • Tuve que venirme y el contrato se quedó allí, supongo que en breve sabremos algo. Él tenía mas prisa que nosotros.

  • ¿Entonces me dices que todo está bien? Claro que el feo de plantarles está ahí, pero si es eso solo… tiene solución… puf… creía que se había ido todo a la mierda.

  • Mientras algo no esté rubricado y bien rubricado… no hay nada seguro.

  • No me digas eso que me pones de los nervios… que me mosquea… ya me vuelve a entrar la neura de que la has liado. Es que no te tenías que haber venido sin estar firmado.

  • Que te digo siempre… no te lleves esos disgustos, es malo para la salud. Además, sabes que estaban en muchas cosas en desacuerdo. Si sale bien y si no sale… pues a mirar hacia adelante, como todo en la vida.

  • Ya no sé qué pensar… porque te veo muy tranquilo y con lo bromista que eres, lo mismo te estas quedando conmigo.

Se fue a su despacho y yo lo tenía muy claro, o no había contestación de ningún tipo o la contestación estaría ese lunes o más tardar el martes. Justo esa mañana y a pesar de la jarra de café, tenía un tortón de mucho cuidado. Se me cerraban los ojos, no lo podía evitar. Así que dije que durante una hora no me molestasen, además no tenía prevista ninguna visita ni reunión.

No tarde nada en recostarme y cerra los ojos. Cuando estaba más relajado, se abrió la puerta de golpe y era Victoria que venía todo contenta, al parecer Ezequiel había llamado para decir que en media hora estaría aquí. Llego y venia solo, Victoria quedo agradablemente sorprendida al ver que se iba a cerrar el trato, solo había una pequeña pega sobre la forma de pago, algo que era viable la propuesta de él, que no variaba las cantidades finales, pero había que reformar esa parte, Victoria dijo que iba a prepararlo y nos quedamos solos.

  • Carlos las cosas claras. Creo que somos tres adultos, que hemos tomado decisiones que nos llevaron a situaciones no deseadas y equivocadas. De las cuales ahora nos arrepentimos y eso no tiene que influir en las relaciones comerciales, ni presentes ni futuras (Lo decía serio y muy “digno”)

  • Pues mira Ezequiel en lo último estoy plenamente de acuerdo contigo, ahora bien, no he tomado ninguna decisión equivocada y no deseada con relación a lo de Palma, como tampoco me arrepiento en absoluto.

  • No me fastidies, quiero dar una salida a lo sucedido, en la que todos quedemos bien y me sales con eso.

  • Es que no trato de quedar bien o mal. Sucedió lo que sucedió y no hay más. Tú me “invitaste” a irme… que por cierto me dejaste tirado en el aeropuerto y ahora nos encontramos aquí. No pasa nada, que quieres que sigamos haciendo negocios pues seguimos, que no, pues tan amigos.

  • ¿Siempre eres así de borde?

  • Según, hay gente que dice que lo puedo ser mas, pero no estoy siendo borde contigo. Es la realidad de lo vivido.

  • Pero… ¿Es que tú ves normal o normalizas lo sucedido? Es que parece, da la impresión de que es así.

  • Ezequiel yo lo veo así… Tú y tu mujer, jugáis a un juego “peligroso” y al jugar con fuego os habéis quemado. No salió como imagino que os saldría otras veces y paso lo que tenía que pasar. ¿Si lo veo normal? Pues no sería mi primera vez con una pareja. (Quedo demudado)

  • Y ahora… ¿Qué?

  • Pues yo solo veo dos posiciones… nos limitamos a un trato cordial y no vuelve a suceder nada o volveremos a pasarlo bien, porque por lo menos reconócelo que no lo pasaste tan mal, que si hubiéramos continuado el fin de semana hubiera sido fantástico y seguro que en algún momento, si no te has arrepentido de haberme echado, lo has pensado.

  • Pero tu entiende mi situación… uno no está preparado para algunas cosas, por lo menos así de pronto, sin esperarlo. Fíjate que Lionetta iba a venir conmigo, pero no sabíamos tu reacción o como lo ibas a interpretar.

  • Pues tampoco lo sé yo, pero según como viniera no me hubiera importado que me hiciera una mamada delante de ti, que por cierto es muy buena haciéndolas y con el morbo de que nos pudieran pillar. (No se creía lo que acababa de oír)

  • Es que parecía que lo decías en serio… (Una leve sonrisa) lo dices tan serio… Jajaja… y te aseguro que Lionetta no lo haría.

  • Lo decía completamente en serio y tu mujer te podría dar alguna sorpresa, que es muy… ardiente.

  • Mira ahora voy al banco, en una o dos horas estaré aquí y firmamos, ¿Te parece?

Mi contestación fue que no se preocupara y que así me daba tiempo a avisar al notario, que estaba cerca para firmar el acuerdo. Se fue cabizbajo pero no enfadado. Al terminar mi móvil que lo había silenciado, tenía una luz parpadeando, tenía varias llamas pero una en concreto se repetía hasta cinco veces.

En ese móvil, que pocos lo tenían, siempre sabia quien llamaba y este era un número, por lo que no estaba en mis contactos. Pero como suelo hacer, dejaría que volvieran a llamar y si no, pues lo mismo lo hacía a última hora. No me hizo falta esperar mucho, conteste a la llamada y la voz era como si me sonara, pero no la reconocía. Era una voz masculina, que me preguntaba… “¿No me reconoces verdad?” cuando le confirme que no, se echó a reír…

  • Jajaja… soy German… el palillo.

  • Que sorpresa. Cuanto tiempo… ¿Qué es de tu vida? ¿Qué tal Maica? (Su mujer)

  • Todo muy bien y Maica también. Quería pedirte un favor, ya sé que no estaba bien, tantos años en silencio y llamarte solo para eso.

  • Si está en mi mano… sabes que lo hare, pero quiero decirte que no estoy en Madrid ni en Alicante, ahora estoy viviendo…

  • Si ya lo sé en Valencia. Nosotros también vivimos en Valencia, desde hace doce años. Bueno a 70 km., ayer me enteré de que estabas viviendo aquí. Me pusieron al día y por lo que se también Vic, está aquí.

Me conto otras cosas que se enteró y quedamos para comer, aparte de por verle de nuevo por que le corría prisa a él. German era dos años mayor que yo y Maica cuatro más. Habíamos estudiado en el mismo colegio, Maica repitió varios curdos, todo por lo que hoy se llama bullying. Era una pareja cuya delgadez era llamativa, siempre estuve convencido de que sería algo de anorexia.

Hasta que los llevaron a médicos y no, era su constitución. Eso les llevaba a ser el centro de burlas de algunos imbéciles, que les llamaban los palillos. Aunque culpables éramos a partes iguales, los que guardábamos silencio ante lo que sucedía. Hasta que un día me harte y me enfrente a ellos, lo que llevo a tener una relación mucho más estrecha con ellos. No era que nos hiciéramos íntimos amigos, pero si llegamos a tener una muy buena relación.

Luego al llegar a la universidad cada uno fue por caminos distintos y era lógico que el viviera en la costa, su carrera tenía mucho que ver con el mar. Supe que aprobó una oposición y ya perdí completamente la pista de los dos, aunque sí sé que se casaron, porque me invitaron a la boda, pero en esas fechas estaba fuera de España y me fue imposible acudir, después no supe nada más.

Ezequiel llamo para posponer a la tarde el encuentro, algo que altero a Victoria y yo me fui a comer con Germán. Era inconfundible. Parecía que le sobraba traje por todos los lados, seguía estando super delgado. Casi toda la comida la conversación se fue a nuestras vidas, bueno mas a la suya, porque de la mía hable poquísimo. Él tenía dos hijos, la suegra vivía con ellos desde que se quedó viuda y tenía un punto de tristeza.

Cambio la conversación completamente y con el argumento… “Tú que conoces a tanta gente y te mueves por todos los ámbitos…” y me pidió el favor. Llame a Victoria y no le dije con quién estaba, pero que se encontrara conmigo para tomar café y aunque protesto un poco, se acercó. Le hizo mucha ilusión verle y le conté el favor, ella le respondió que estaba hecho. Al preguntar el si estaba segura, le respondió… “Hombre German… ahí trabaja mi mujer… tenías que haberme llamado a mí, no a este golfo… jajaja”, quedamos en comer un día todos juntos.

El retraso a la tarde me hacía polvo, porque entre otras cosas me perdía mi café de relajación. Quedamos para comer el sábado y Victoria ya se estaba tratando de escaquear, que si había quedado, que no sabía si podría… conociéndola como la conozco me tocaría ir a mí solo. Tampoco es que me extrañara porque ella que yo sepa, nunca había tenido ni una mínima amistad con ellos.

Llegamos al trabajo antes de que llegara Ezequiel, esperaba que fuese puntual y que fuera verdad cuando se jactaba de decir que lo era. En verdad lo fue y para mi asombro venia con su mujer también, que venía nuevamente nada discreta. Normalmente trataba en esas circunstancias personalmente con los clientes y Victoria solo aparecía si había algún contratiempo, por alguna equivocación que se hubiera podido producir y mientras ella se adelantaba al notario, yendo nosotros después, cuando tuviéramos el tiempo de formar, para no estar esperando allí.

Saludos de Victoria a ellos, sobre todo a su mujer y pasamos a mi despacho. En una parte del despacho, hay dos sillones de cuatro plazas y cuatro de una plaza. Estando estos últimos dos en cada lado de los grandes. Ellos se sentaron en uno grande y a Lionetta con esa falda corta se le veía todo, siendo una situación agradable a la vista, yo me senté en el otro grande. Les serví unas bebidas y nos pusimos a conversar. Las miradas de Lionetta eran de tener ganas de marcha.

Ezequiel estaba nervioso y ya iba suponiendo el porqué. No quise andarme por las ramas. Me fui desabrochando con mucha parsimonia el cinturón, luego desabroche los dos botones del pantalón… todo esto sin dejar de conversar y viendo la cara de traviesa que se le ponía a su mujer. Baje la cremallera y saque mi polla que todavía no estaba en erección.

Mire a los ojos de ella y luego mire a su marido mientras le decía a Lionetta… “Vamos putita… comete mi polla”, miro a su marido le sonrió y le dio un beso en la mejilla diciéndole… “Ti amo amore…” y se vino hacia mí, se puso de rodillas, tal como se colocó su marido no podría verla bien, por lo que le indique a Ezequiel que se sentara en el asiento individual que había junto a mí. No lo dudo se sentó y vio como mi polla fue creciendo gracias a las manos de su mujer y a su boca.

Para que estuviera más cómoda, hice que se pusiera sobre el sillón, que era lo suficientemente grande para ponerse. Mientras me hacia una mamada sabrosísima, me puse a tocarla a ella y sorpresa, debajo no llevaba nada, lo que me facilito que le pudiera hacer una paja tan sabrosa como su mamada. Contenía sus gemidos y los dos íbamos resoplando cada vez más. Lionetta se corrió y paro su mamada para correrse su gusto.

Termino y llamo Victoria, para que fuéramos yendo para el notario. Me levante, poniéndome delante de ella que se sentaba en el sillón y me hacia una paja, metiéndole de vez en cuando mi polla hasta la garganta. Hasta que ya estaba a punto, entonces le dije que abriera bien la boca y delante de su marido me folle su boca, embistiéndola hasta la garganta y resoplando de manera fuerte mientras me corría.

Nos recompusimos, ella le dio un suave beso en los labios a su marido, nada de morreo ni beso con lengua, un simple piquito y nos fuimos para el notario. Una vez finalizado todo y desde ese mismo momento, era Victoria la que tendría contacto con ellos, aunque eso no quitaba que me pudieran llamar a mi para lo que fuera, al margen de la parte personal. Nos despedimos y le dije a Victoria que ya hablaríamos al día siguiente y me fui a tomar mi café. Al llegar me encontré como casi siempre, me encontré con Adriana, que hablaba con cara de enfado con alguien, no quise molestarla y me senté donde lo hacía normalmente.

Me pusieron mi primer café y me puse los auriculares para oír música, cogí un libro de mi cartera y me puse a leer. Pero no podía leer, porque veía que Adriana, según terminaba una conversación, hacia otra llamada y cada vez se ofuscaba más. Luego llego Tiano, que traía cara de cabreo. Observe y vi que el enfado no era entre ellos, pero cabreados estaban a tope.

No es que quisiera meterme en sus asuntos, pero al ver como estaban, deje todo, me acerque a ellos y les dije si les podría ayudar en algo. Fue cuando Tiano me conto lo que les sucedía, un problema doméstico, era de tal envergadura, que como su hermano no estaba, estaban al habla con el seguro para ver cómo solucionar lo del alojamiento, mientras se subsanaba el incidente, pero no les daban de momento una solución.

No querían pero fui persuasivo, lo primero que hicimos fue ir a mi casa. Mientras íbamos les dije que en mi casa, no iba a ocurrir nada de nada, de momento no quería y se comprometieron a lo mismo. Llegamos a mi casa y lo primero que hice fue enseñarles la casa, todo menos una habitación, diciéndoles que podían estar en cualquier sitio menos en esa habitación. También lo aceptaron y no hicieron preguntas. Estuvieron dos días y medio, siendo buenos invitados y no rompiendo ninguno de los compromisos. Tentaciones por lo menos por mi parte si hubo, pero como decía Lao Tsé… “Quien conquista a otros es fuerte, mas quien se conquista a si mismo es poderoso”

Como intuí, Victoria el sábado se escaqueo y me fui a casa de German solo, llegue como a eso de las doce. Vivía en una urbanización a pie de playa en un pueblo costero. El sitio era muy bonito. Llame al portero automático y German me dijo que me esperara, que bajaba él. Estaba solo, Maica, su suegra y los niños habían ido a comprar el pan, íbamos en su busca y a tomar una cerveza antes de subir a comer. Nos sentamos en una terraza y llamo diciéndole a su mujer donde estábamos, contestándole ella que tardarían un poco mas que estaban en un mercadillo.

  • Ya que estamos solos German… ¿Cómo te va todo? Pero de verdad.

  • No me puedo quejar, dentro de lo que cabe todo bien.

  • ¿Problemas en el trabajo?

  • No, nooooo… si soy el jefe… el amo. Por ahí todo bien.

  • Joder German, si me dices por ahí todo bien, quiere decir que por algún lado hay algo que va mal. Ojo… que si no quieres contarlo… hablamos del tiempo o de cuando éramos críos… jajaja…

  • Es con Maica… pero no pienses que tenemos problemas, que no los tenemos, soy más yo…

  • ¿Te has echado una amiga?

  • JAJAJA…Que dices… Carlos que soy el palillo… JAJAJA…

  • ¿Entonces?

  • NO… no es eso. Cuando me dieron la plaza aquí, Maica dejo su trabajo y aquí de lo suyo no encontró nada. Luego vinieron los dos niños, más tiempo sin trabajar, lo que hace más difícil el volver a incorporarse a la vida laboral…

  • Oye si en eso os puedo echar una mano… es cuestión de mirarlo.

  • No que va, si ahora se encuentra muy bien. Da clases de zumba, fitness y esas cosas, va a su aire, porque lo da en una asociación y está muy satisfecha.

  • Pues no entiendo nada.

  • Pues que siento que nos equivocamos al casarnos tan jóvenes y sin antes haber experimentado con otras parejas. Mira tú… mira tu vida. Maica ha tenido un cambio importante, ya lo veras y creo que se ha perdido mucho, al igual que yo, pero mas ella. Luego sus complejos… que no se ve nada bien y en parte la comprendo. He hecho alguna locura pero luego me he acojonado.

  • Por lo que hayas oído de mi… de mi vida pocos saben la realidad y no soy de contarla. Pero en todo hay momentos Malos, menos malos y algunos buenos. Sobre los complejos, el físico es lo menos importante. Creo entender que las locuras fueron por el amor que le tienes a Maica, pues que sepas que no hay que acojonarse por ellas.

  • JAJAJA… me llamarías hasta degenerado.

  • Te llamaría cualquier cosa menos eso y si te lo llamara no sería en el sentido estricto de la palabra.

  • Pues le hice fotos atrevidas a Maica y las publique, tapando su cara, para ver los comentarios que hacían de ella, para enseñárselo y que su autoestima subiese. Pero tuvimos como decíamos de críos, un dos de mayo, porque encima se cabreo diciendo que todo era un montaje mío.

  • Tranquilo, eso son baches que luego cuando los recordéis os reiréis.

  • Es que los dos embarazos… se ve muy mal.

  • Ya verás con un poco de tiempo se le pasa.

Quería cambiar de conversación, porque no quería que se abriera mas, porque tampoco éramos tan amigos como para contarme nada de eso, éramos conocidos y bueno, tal vez un poco mas que conocidos, pero poco más. Se acercaron dos niños corriendo y gritando, dándole besos a Germán, a continuación llego su suegra y después de saludarnos, que se acordaba de mí, dijo que su hija estaba en el super, que veía rápido.

Cuando vi a Maica y porque me lo indicaron, no me lo creía. De haberla cruzado por la calle ni la hubiera conocido. Había pasado de tener un aspecto anoréxico a estar lo que se dice gordibuena. Menudo cambio, para mi gusto a mejor y por como la miraban el sector masculino al pasar, estaban de acuerdo con mi opinión. Cambiaron de opinión y comimos en ese mismo sitio. Al terminar la suegra se llevó a los niños y nos quedamos solos.

Hablamos de nuestros tiempos de críos y fue cuando ella me conto, que había tenido un desajuste hormonal, poniéndose como estaba y que a pesar de hacer más de cuatro horas diarias de ejercicios, no perdía ni un gramo, aunque tampoco cogía más peso y se le veían bien prietas todas las carnes. Lo del ejercicio estaba claro.

No fue por animarla ni por quedar bien, lo que le dije era porque lo sentía y me salió sin pensarlo… “Pues Maica no te comas la cabeza, que estas ahora muchísimo mejor, diría que hasta espectacular”, ella no tardó en responder y con un poco de mala leche… “Carlos muchas gracias majete, pero tengo espejos… y no tienes por qué quedar bien”, respire profundo para no contestarle mal… “Maica una pregunta… ¿Tu alguna vez me has oído decir algo para quedar bien? Haz memoria y si he dicho lo que he dicho es porque es verdad, ahora bien, si te quieres hacer desgraciadita… pues háztelo, pero no a mi costa”

Se quedo callada pero no conforme con mi respuesta. German le recriminaba que estuviera siempre tan negativa y fue cuando de sopetón me pregunto… “¿Tu conmigo echarías un polvo? Y no es una invitación, no te confundas. Respóndeme como haces normalmente, como lo hacías antes, sin miramientos”, resoplé un poco y le respondí… “Mira Maica, no te echaría un solo polvo, serian algunos mas y si no estuvieras casada con German, te iba a poner ese culazo en órbita y te daría una buena tunda en él, para que se te quitaran todas las tonterías, Germán… discúlpame por ser tan grafico”

German me hizo un gesto con la cabeza, como diciéndome no pasa nada y ella me decía… “No tiene nada que disculparte, que al primero que no gusto es a él, que ya sabes le gustan, muy delgadas”, el trato de justificarse, pero estaba claro que en parte ella tenía la razón. Pero para defenderse de lo que decía su mujer, dejo al descubierto quien es que ella quería “marcha” todos los días y a todas horas. Salió el tema suegra, que cortaba la intimidad y ella le respondía que eso era una excusa, porque su madre por la noche se iba a su piso que estaba dos plantas más abajo.

El tono iba subiendo y fue cuando de forma seria y tajante dije… “¡¡TIEEEEEMPO!! Y ¡¡CALLAOS!!” por fin se quedaron en silencio. Tenían un problema más grande de lo que me había dicho German y además no era para hablarlo allí, con gente escuchando y se lo hice ver a los dos. Decidimos subirnos a su casa a tomar un café. Maica llamo a su madre diciéndole que ya pasarían por los niños. La madre le dijo que no se preocupara, como si los quería dejar la noche y que salieran a tomar algo.

Tenían una terraza con vistas al mar, bastante grande o para ser más exacto muy larga pero estrecha y la tenía cerrada con cristalera. Nos sentamos allí a tomar el café. Mientras preparaban el café los oía murmurar en alto. Era una pareja de difícil encaje. No soy psicólogo pero los dos tenían muchos complejos y si a eso le sumamos que a Ezequiel le gustan muy delgadas… y que ella se ve gorda y nada atractiva… son un polvorín, cualquier comentario se puede volver desafortunado. En todas las parejas siempre hay uno que “brilla” mas que el otro y cuando digo que brilla, no me refiero a que sea más que el otro, es el timón de la pareja.

Aquí ninguno de los dos brillaba. El primero en venir fue German y traía la misma cara de enfado de cuando era pequeño, esa cara que ponía cuando algo le superaba en lo personal. Maica trajo el café en una bandeja y también con mala cara. Quise poner un momento de cordura… “No os voy a dar ningún consejo, que ya sois mayorcitos… pero hablar entre vosotros, no para echaros nada en cara, si no para buscar lo que os une y solventar las posibles diferencias” y German fue el primero en saltar… “Carlos que no, que la culpa es de ella, que se ve gorda y se ha encerrado en eso. Que ya ni se cambia delante mía… y de lo demás ya no te digo…”, no tardó en llegar los reproches de ella, que le corto lo que decía para decir… “Como quieres que me cambie delante de ti, si estás diciéndome siempre, no comas eso, no comas lo otro, no te vistas así, no te vistas a sao… siempre igual…”

Esto llevo a que se pusieran los dos a decirse las cosas en alto y siendo imposible que se escucharan entre ellos. Otra vez que me toco darles un par de voces para que se callaran… “¿Pero cuanto lleváis sin follar? Porque esto os pasa por no follar”, German dijo… “Un poco más de dos meses” y ella fue quien me sorprendió, después de pensar unos segundos… “JA y JA… siete meses y trece días hará esta noche a las once”

German ni la replico y ella mirando mi cara de sorpresa siguio… “A este ahora solo le gustan las pelis porno y se ha vuelto un pajillero y un guarro… porque me deja de recuerdo los pañuelos de papel con el recuerdo… da igual la lencería que me compre, da igual que me pasee delante de él… prefiere las películas XXX”, la cara de Germán ahora era de estar muy avergonzado y se me ocurrió una idea…

“Maica ves y vístete como hayas echo alguna de esas noches” titubeo unos segundos… “Pero Carlos que me estás diciendo… ¿Lo dices en serio o te estas cachondeando? Porque una cosa es vestirme si para mi marido y otra bien distinta…”, “Cállate ya y haz lo que te digo, tomate el tiempo que te haga falta, pero ven lo mas explosiva que puedas, que mientras le pondré las pilas a tu marido”, miro a German y este no decía nada, solo la miraba y ella se fue y nos dejó solos.

  • German tío… ¿De qué vas? Si tienes una mujer para… COMÉRSELA, el porno no puede suplir ciertas cosas… que tu mujer tiene contado hasta los minutos…

  • Ya, si lo pienso, pero no sé qué coño me pasa. Si la amo mucho, es mi vida, pero… no… no… no me pone… no sé lo que me pasa.

  • ¿Pero tienes problemas de erección” porque si es eso, lo que tienes es que ir al médico y seguro que será cualquier desajuste… en nada te ponen como nuevo.

  • Te lo juro Carlos, que no es eso… que me empalmo como cuando tenía 18 años.

  • Pues coño espabila… que vendrá cualquier listo y te la levantara. No ves como la miraban en la calle… que no eran miradas de hermandad precisamente. Eran miradas de… “Si te pillo te follo en cualquier esquina”

  • Joder Carlos, siempre tan gráfico.

  • El que tu no la desees la tiene que hacer polvo, porque si su marido no la ve deseable…

Seguimos hablando sobre el mismo asunto cerca de una hora o más. Porque Maica o se había encerrado en su habitación y no pensaba salir o se lo estaba tomando con mucha calma. Hizo su aparición, la expresión de German no vario en nada y a mí me dio un subidón tremendo. No podía decir nada, porque si hubiera dicho algo, mi sinceridad hubiera sido más vulgaridad. Traía un picardías talla grande, de color negro, trasparente, en la parte del pecho con adornos, que tapaban parte de sus pezones. Entre sus pechos llevaba una mariposa rosa como adorno. Estaba ajustado y mantenía bien sus voluminosas tetas.

Le llegaba justo por debajo de las nalgas, no mucho más. Se trasparentaba perfectamente, se odia ver un liguero, unas braguitas de lencería negras diminutas y unas medias con adornos. Como calzado llevaba unas sandalias de tacón alto y fino. Ver a una mujer así, no es para decir mucho, es para follársela en todas las posiciones habidas y por haber. Ella estaba cortada, con mucha vergüenza, turbada… pero con un ligero brillo en sus ojos de osadía, de sensualidad y esos labios gruesos, pintados de rojo fuerte, la hacían más deseable.

Reprendí suavemente a su marido, ensalzando lo buena que estaba su mujer. Hice que se girara sobre sí misma y el culo se veía duro, nada de celulitis, como las piernas se veían durísimas y unos músculos fuertes. Estaba claro que las horas de zumba… surtían efecto. German estaba como si viera a un vecino barbudo, ni sentía frio ni calor. Quise hacer una prueba. La hice acercarse a donde estaba sentado y acaricie sus mulos, tonificados y suaves, el color moreno le sentaba muy bien.

Le decía a su marido… “Pues tiene unas piernas muy tonificadas, se nota el trabajo diario, que no es nada fácil tenerlas así y se lo que me digo”, German dijo como algo normal, que claro con cuatro o cinco horas de lunes a viernes, que normal y no hizo ni un aspaviento de que estuviera tocando los muslos de su mujer. Fui un paso más allá, subí mi mano y acaricie sus nalgas, las aprete y estaban perfectas… “Joder menudo culazo… uuuhhhmmmmm… que apretadito, como me pone” y metí ahora mi mano entre sus piernas. Ella carraspeo por la sorpresa y miraba a su marido, el cual seguía como una estatua.

Sabía que me la iba a follar si o si, llegados a ese punto. Acaricie suavemente, sin “agresividad” mas con el borde de la palma que con los dedos. No llegaba bien a su coñito. Porque sus piernas estaban demasiado juntas, tenía buenos muslazos. Insistí con mi mano y hubo un ligero movimiento de apertura de sus piernas, pero muy ligero, ahora tocaba algo mas, aunque no mucho. Coloque mi mano de distinta forma y ahora si mi dedo corazón o dedo medio, tocaba su escasa tela de la braguita, que la tenía prácticamente engullida por los labios vaginales.

Empecé con una caricia superficial, pero a la vez intensa. Podía ver como su pecho se hinchaba y su respiración era contenida. Hablaba con Germán… “Siempre te ha pasado lo mismo… serás muy bueno en tu trabajo, pero con las mujeres no encuentras tu sitio… a una mujer como esta, no la puedes tener desatendida. No puedes ser como esos idiotas que se creen que necesidades solo tienen los hombres y las mujeres no. Que ellas tienen las misma o mas y la tuya está MUY NECESITADA… ¿Verdad Maica?”. No contesto se estaba dejando acariciar y por lo que veíamos esa situación la estaba poniendo muy cachonda.

No solo lo notaba porque mi dedo cada vez estaba mas mojado, también porque ahora sus pezones se marcaban como dos puntas de flecha y las tenía prácticamente a la altura de mi cara. Estaba muy mojada y cachonda, aun así no abría mas las piernas. Quite mi mano, la gire para que quedara de espaldas a mí, acaricie y le di un par de azotes en el culo… “Ves German, así hay que tratar a una gran mujer como la tuya… (dos azotes mas) venga vamos a darle un show a tonto de tu marido. Apóyate sobre el poyete” ella lo hizo y su culazo quedo totalmente a mi disposición.

Acariciaba su culo con mis dos manos y lo iba alabando delante de su marido. Seguía tanteando, en realidad lo hacía solo con German, porque Maica ya estaba entregada. “German no me digas que esto no es mejor que una película de esas que ves… ¿Ya te has follado su culito?” y no recibí contestación, pero su cara me decía que no. Entonces otros dos azotes y la misma pregunta a ella… “Ay, ay… que bruto que eres… pues no, por ahí no lo hemos hecho nunca”, se quedó como para decir algo mas pero todavía se cortaba.

Dos azotes mucho más fuertes que los anteriores… “Conmigo no seas melindrosa… di lo que ibas a decir y que pasa… ¿Este no te folla en condiciones?” ya le estaba metiendo dos dedos dentro de su coñito y estaba bastante cachonda… “Ni lo ha intentado y no sé si lo hace bien o mal, porque nunca he probado a otro…” y mirando a su marido para ver la reacción de él, le respondí… “Pues fíjate hoy vas a saber la diferencia, te voy a follar de todas las maneras posibles, así que ves llamando a tu madre para que se quede con los niños toda la noche”

La cara de Germán paso de su típico rostro indiferente a un rostro de puro vicioso y Maica que con la voz entrecortada decía… “Germán… llama tu a mi madre… aaahhhhhhh… llama tu…”, German se fue a hablar dentro de la casa, no le preste mucha atención y cuando nos volvió a ver, estaba bajándole las braguitas a su mujer, estaban completamente empapadas, se las di a él y delante de nosotros, el tío se las pego a la nariz. Le dije… “Ven aquí German, comete en esta postura el culito y el coñito de tu mujer” ni lo dudo, pego su cara al culo y se oía como lo lamia.

Me aparte y me fui desnudando, en cuanto lo estuve, me puse un preservativo, aparte a German y pase mi polla a lo largo de la raja de su mujer, que se retorció y después sin mas preámbulos, le fui metiendo la polla lentamente, no porque no pudiera hacerlo de una vez, que se podía, si no para disfrutarlo mas los dos. Empecé con un suave vaivén, en el momento que note que ella se movía mas, como pidiendo más marcha, mas ritmo, fui aumentando mis movimientos, pasando del suave vaivén a unas penetraciones más profundas, sacando casi toda la polla, para hundirla en un movimiento seco hasta el fondo.

El ritmo fue en aumento, hasta empezar a embestirla y empezó a soltar sus gemidos más profundos. Vi a German pajearse con las braguitas de su mujer y como ella no se daba ni cuenta, no quise que se lo perdiera… “Mira Maica… como el cornudo de tu marido se pajea a tu costa…” giro la cabeza hacia el lado derecho y se puso mas cachonda viéndole, ya la estaba empotrando y se corrió dándole igual si la oían, se pegó una buena corrida y no me pare, seguí empotrándola sin piedad.

German se corrió de forma escandalosa también y lo hizo sobre las braguitas negras de su mujer, que quedaron llenas, buena corrida se dio el cabrón. La segunda vez que su mujer se empezó a correr, también lo hice yo, fueron dos corridas brutales. Nos quedamos en esa posición y la magia de ese momento la rompió Maica que empezó a carcajearse. Quedándonos su marido y yo, sin saber que le pasaba. Por eso le preguntamos…

“Pues que tú, el chico mas inaccesible del colegio, el chico que ninguna consiguió, bueno solo una, ahora me esté follando… que envidia me tendrían si las chicas me vieran… Maica la palillo, follándose al más deseado. Que creíamos que no te gustaban las chicas o que la tenías pequeña… jajaja… y de pequeña nada… jajaja”, nos reímos y German le recordaba que ya le había dicho que pequeña no la tenía, que era un bulo, ya que nos veíamos desnudos en los vestuarios. “Pues ya ves si me gustan las mujeres” le respondí y ella me replico con algo que me enteraba por primera vez, algo que creía que era un secreto… “No, si ya sabíamos que te gustaban. Lo descubrimos cuando María Fernanda te vio montándotelo con la profesora de física”

Era algo que ignoraba que se supiera. German también lo sabía, pero no me dijo nada, porque casi nadie se creyó esa historia, sobre todo porque la de física era muy estirada y estaba casada, pero estaba muy buena y lo mismo un día cuento como paso. Nos relajamos un poco, nos metimos dentro de la casa. Veía a Maica y no había disfrutado de sus tetas, con la improvisación de follarla en la terraza…

Maica se fue y volvió enseguida, trajo un par de toallas de baño, que las puso sobre el sofá. Decía que no quería que se manchara nada. Me senté y al momento ella, estaba comiéndome la polla. Era cachondísimo ver como esos labios gordos se apoderaban de ella y con el vicio que lamia. Le dije a Germán que le pusiera algún lubricante en el culo y me dijo que no tenían, Maica como regañándole… “De verdad Germán, que cortito eres a veces… ves a nuestro baño y trae mi crema de las manos”

No tardo nada en traer la crema y ponerse a embadurnar el culo de su mujer, que gemía con desesperación, regañándole de vez en cuando, porque le decía que no hiciera el bruto, que le hacía daño. German muy sarcástico le decía… “Pues si te quejas metiéndote un dedo, ya verás cuando Carlos te meta ese cipote, se te van a salir los ojos… jajaja” y ella siguio mamándome sin decir nada.

Estábamos enfrascados en lo nuestro, cuando empezó a sonar el timbre de la puerta con insistencia. Maica se puso de pies, veloz como el rayo y German lo mismo. German se puso una de las toallas alrededor de la cintura, nos mandó a la habitación. Cogimos la otra toalla y nos fuimos escopetados a su habitación. Abrió y era la suegra con los niños, que no me entere bien a que venían, pero si oímos a German, que hablaba alto, supongo que para que lo pudiéramos oír…

“Nada suegra, que tu hija se ha pasado un poco con el vino y el licor de los postres. Ya sabes cómo le sienta de mal. Ha estado vomitando, se le ha puesto dolor de cabeza y se ha ido a acostar un rato y yo iba a aprovechar para darme una duche” y la suegra pregunto por mí, diciéndole el, que había ido al coche y a estirar las piernas. La madre de Maica no se fue, entro y le empezó a echar la bronca, por permitir que su hija bebiera mas de la cuenta.

La posición de Maica era estar pegada a la puerta, con una rendija abierta y yo detrás de ella. Yo desnudo completamente y ella casi. Estaba empalmado y mi polla pegada a su culo. En esa posición le metí la polla un par de veces y protestaba con gestos. Me daba igual, luego acerque mi polla a la entrada de su culo, aquí se encabrito mas, pero como sabía que no podía decir nada, logre colocarla en la entrada de su culito. Le di un leve empujón y mi olla se encajó un poco. Solo se oyó un “mmmm…” conteniendo un quejido.

Me pegue a su oído… “Menudo marido mas gilipollas… teniendo un culito así a su disposición y prefiere pajearse con películas… con una mujer tan puta como tú, que se va a tragar toda mi polla… ¿Verdad que si?” su respuesta fue clarificadora, echo el culo para atrás. No hay nada mejor que una mujer haga eso. A pesar de esa predisposición, no quise ir con prisa, tarde en tener toda mi polla dentro, lo hice con mucha delicadeza, luego si se podía cambiaria la delicadeza, según lo marcara ella, por lo menos esa primera vez.

Una vez mi polla estuvo toda dentro de ese culito. Me quede sin moverme prácticamente y solté su caderas, para sacar sus dos tetazas y dedicarme a ellas. Era una autentica gozada, mas que tocarlas, acariciarlas y pellizcar sus pezones… era notar como lograba hacer que ese cuerpo vibrara de deseo, sentir que cuanto más le hacía, su culo adquiría vida propia y era ella la que se follaba moviéndose, sacando mi polla y metiéndosela, al ritmo que ella quería.

Ya tenía a esa mujer “salvaje” que llevaba mucho sin follar, totalmente dispuesta a gozar lo que fuese necesario. Ahora si… empecé a embestirla, agarrando bien sus caderas, le indique que no se preocupara, que no se iba a caer, que soltara una mano y se tocase, que así sería mejor. Al principio lo hizo con un poco de temor, pero cuando vio que la tenía bien agarrada, se le paso el miedo y vaya manera de tocarse, de disfrutar y como gozaba.

Se corrió de nuevo, mas salvajemente que las otras veces, lo único que no pudo gritar y eso le causo un poco de frustración. Fui al baño de su habitación y me metí en la ducha para lavarme. Ella muy “generosa” se ofreció a hacerlo y me dejo la polla brillante. Quería seguir follando y no ocultaba sus intenciones, lo hacía con la excusa de que yo no me había corrido esa vez. Le dije que tardaría bastante porque ya me había corrido antes.

Salió de la ducha como apenada, lo que no sabía es que me la iba a follar, pero como yo quería. Como mi ropa había quedado en la terraza, no tenía preservativos a mano y se lo dije a ella. Que se fue a la habitación y trajo una caja, me quedaban super justos y apretados, me puse dos por si acaso, porque entre otras cosas, Maica no tomaba nada, porque al llevar tanto sin follar, pues eso… como decía ella. Quería que me sentara en el wáter y ella encima, pero no, la hice apoyarse en el mueble del lavabo y así empecé a follármela. La diferencia que ahora estaba totalmente desnuda y era un espectáculo ver su cara reflejada en el espejo mientras la follaba con todo el ímpetu del mundo y ver esas tetazas moviéndose en plena libertad.

La miraba al espejo y levante lentamente una mano, veía su mirada y como miraba mientras bajaba mi mano hasta impactar en su nalga derecha. La expresión de su cara marcando una imagen de “dolor” y placer. Me fui animando y los azotes fueron seguidos hasta que vi que se iba a correr, que pare y baje el ritmo para su desesperación. Agarre sus pezones y empecé a marcar el ritmo de apretar y afloja sobre ellos. Para eso es necesario estar pendiente de su cara, de su mirada.

El ritmo tenía que ir acompasado con la follada, porque así se consigue un orgasmo inolvidable para la mujer y así fue, aunque no hubiera gemido como gimió, su cara lo decía todo. Se quedo quieta y sin esperármelo, se movió, se giró y con voz casi ronca me dijo… “Ahora te voy a follar yo a ti” empujándome hasta que me senté sobre el inodoro. Luego ella se sentó encima, metiéndose la polla. Subía bajaba, me comía la boca, los labios, me apretaba contra sus tetas. Yo se las comía, se volvía más salvaje.

Hacía unos movimientos espectaculares, que me ponían cachondísimo y sus caderas tenían vida propia. Sabía bien lo que era “cabalgar” a un hombre. Ponía una cara de viciosa que ponía cachondo, se tocaba las tetas impúdicamente, como también se tocaba su coñito, me hacia una exhibición para dar más morbo y doy fe de que lo conseguía. Estaba a punto de correrme y como soy muy expresivo se notaba, ella me pidió que la esperase que quería hacerlo conmigo y empezó a tocar su clítoris con más fuerza, de pronto empezó… “YA, YA, YAAAAA…” y yo grite también, corriéndonos los dos a la vez, quedándose ella apretada contra mi pelvis con una fuerza descomunal.

Nos recuperamos un poco, me dio la mano y me llevo a su cama. Quito la ropa, se tumbó, me hizo tumbarme con ella y nos acostamos de lado, quedando yo detrás de ella, en la posición de la cucharita, pero solo en la posición. Me pido un pequeño respiro y que la abrazara. Al poco oí su respiración profunda… se había quedado dormida. Me quede en la misma posición esperando que apareciera German diciendo que su suegra se había ido, pero me quede dormido también.

Me desperté a las 04:18, eso es lo que ponía el reloj que había en la mesilla. Me levante con mucho cuidado. Fui a la terraza, me vestí y luego fui mirando en las habitaciones hasta que encontré Germán, que no respiraba profundo… menudos ronquidos. Mire por encima de los muebles, para ver si encontraba algo conque escribir y donde hacerlo, pero no vi nada, hasta que se me ocurrió mirar en la cocina. Había una pizarra pequeña y con un rotulador azul, les escribí un… “YA NOS LLAMAMOS… HA SIDO UNA ALEGRÍA Y UN INMENSO PLACER VOLVER A ENCONTRAROS”