Reencuentro en Madrid

Sexo en la oficina...

Esta historia que comienzo a contar es de lo más excitante que me ha pasado en mucho tiempo, de hecho, todavía cuando lo recuerdo me sube un escalofrío por la espalda de placer

Iba camino de Madrid, un viaje corto en duración, pero se me estaba haciendo eterno. En el autobús de ida ya no sabia que hacer, leer, mirar por la ventana, ver una película, etc.… pero sabía que a la llegada a esa ciudad tendría su recompensa, lo que hacia que me estremeciera de gusto

En la estación estaba Luís, esperándome de pie frente a la puerta de entrada, conteniéndose los nervios del encuentro después de un mes sin vernos. Yo, mientras entraba el autobús, ya me había levantado, colocado la ropa, el sujetador y el bolso en el hombro, para bajar lo más rápido posible y poder besarle esos labios dulces y calidos que me volvían loca

Cuando salí nos fundimos en un abrazo y en un beso que me hizo que me fallaran las rodillas. Nos separamos un segundo para vernos y hablar, mientras íbamos al coche. Empezamos a hablar los dos, hacia un mes que no nos veíamos y teníamos cosas que contarnos, pero Luís me dijo que antes de irnos a comer, le acompañara a la oficina, a recoger unos planos.

No estaba lejos la oficina y siendo sábado no había nadie allí, con lo cual estábamos solos, solos y la oficina era toda nuestra. Mientras él cogía los planos, yo iba echándole un vistazo a todo, las mesas, las fotos de los congresos, me hacia todo gracia… Mientras estaba delante del tablón de anuncios, oí que Luís me decía que había terminado de recoger, pero me hice la tonta, aquel lugar era tan bueno como otro para desatar todos mis instintos y quería que se acercara a mí. Así lo hizo, despacio se acercó a mí y noté su mano como me recorría la cintura. Me di la vuelta y me besó con tanta pasión y tan salvaje, que los labios me ardían de calor. Mientras me besaba, sus manos me recorrían los pechos, apretándolos, acariciándolos, pellizcándome los pezones a través de la blusa. Me la fue desabrochando, liberándome del sujetador también, y bajó lamiéndome hacia mis pechos, poniéndome la carne de gallina. Yo le agarraba el pelo, atrayéndolo más a mí, y cada vez que pasaba su lengua caliente por uno de mis pezones, me lo ponía mas duro.

Me llevó hasta una de las mesas que había cerca y me tumbó encima de ella. Mientras me seguía recorriendo mis pechos con su boca, me desabrochaba los pantalones y pasó dos de sus dedos por encima de mi tanga, notando lo húmeda que ya estaba yo. Al pasarlos me toco mi clítoris erguido y necesitado de placer, arqueando la espalda del gusto.

Termino de quitarme los pantalones dejándome sobre la mesa solo con mi tanga, entonces su lengua que seguía acariciando mis pechos empezó a deslizarse hacia mi vientre, recorriéndolo y siguió bajando hasta llegar a mi sexo, comenzó a besarlo por encima de la ropa, sin duda notando lo excitada que estaba, mis manos intentaban guiarle disimuladamente para que no se notara las ganas que tenia de que me lamiera, aparto hacia un lado un poco el tanga y comenzó a recorrer con su lengua por mis ingles, mi excitación crecía por momentos, estaba deseando que esa lengua llegara a mi clítoris, pero estaba claro que me quería hacer sufrir un rato. Finalmente ese momento tan deseado llego, note su húmeda y calida lengua entrando a través de mis labios, fue como un torrente de placer, si le dejaba seguir así pronto haría que me corriera, así que decide cambiar el juego y pasar yo a la acción. Le levante la cabeza y le bese, le hice que fuera él quien se tumbara sobre la mesa y le desnude, no me entretuve mucho en desabrocharle la bragueta y notar su miembro duro y erguido, mi lengua recorrió aquel miembro de arriba abajo. Cuando me lo metí en la boca pude apreciar el rostro de placer y de satisfacción de Luís, después de haberla lamido y humedecido bien, me la puse entre mis tetas, con una talla 110 eran perfecta para masturbarle entre ellas, eso le hizo excitarse mucho, comprendí que si seguía masturbándole haría que se corriera entre mis pechos y aunque era algo que me hubiese encantado en otro momento, hoy la cosa no acabaría aquí.

Le puse en pie y me tumbe sobre la mesa. El comprendió lo que esperaba, así que acerco su pene a mi sexo y poniendo su capullo rojo sobre la entrada de mi vagina, empezó a penetrarme, fue increíble esa sensación de notar todo su pene entrando hasta el fondo de mi, su pecho estaba sobre el mío, mis manos en su espalda. Su culo bombeando dentro de mi sin parar, poco a poco el ritmo fue aumentando, me iba a correr y el lo sabia, me miro a los ojos mientras me la metía hasta el fondo, con decididos empujones, me corrí, fue brutal, mis gemidos le excitaron sobre manera, se salio de mi y dio la vuelta a la mesa, hasta que su polla quedo sobre mi cara, me la metió otra vez en la boca, parecía que iba a explotar, y de repente un chorro de semen me golpeo en la garganta, era caliente y dulce. No dejaba de entrar y salir de mi boca, haciendo que tuviera que tragar muy deprisa de la leche que llegó a salir.

Nos quedamos unos segundos el encima de mi, mientras nos reponíamos. Nos levantamos de la mesa, vistiéndonos entre toqueteos y colocamos la mesa como estaba. Salimos de la oficina y nos fuimos a continuar nuestro fin de semana juntos… del cual, si queréis, ya os iré contando más cosas