Reencuentro deseado (2)

Despues del recibimiento del día anterior por parte de mi prima Sandra no pòdía imaginar lo que me iba a deparar el día siguiente.

EL REENCUENTRO

CAPITULO 2

Después del recibimiento del día anterior y de lo acontecido con mi prima Sandra. No podía ni imaginar lo que me iba a deparar el dia de hoy.

EN LA PISCINA

Me puse el bañador y fui a la piscina a tomar el sol, pero como hacia mucho calor me estiré en una hamaca en la sombra.

Habían comprado el diario deportivo y me puse a leerlo. Iba mirando el reloj de tanto en tanto. El tiempo pasaba muy lentamente.

Al cabo de dos horas llegó mi prima con sus dos amigas. Me había quedado dormido en la hamaca y no me enteré cuando llegaron. Sandra se acercó lentamente y me besó en la boca.

S-Ven cariño que te presento, me susurró.-

Me levante y vi a dos preciosidades ante mí. Sonreí

Vanessa, rubia, muy guapa, ojos azules, pelo ondulado y corto, 1’75, piernas bien formadas, un par de tetas, creo que mas grandes que las de Sandra y un culo redondo. Llevaba un short pequeño y una camiseta de tirantes.

Carmen, morena, con mucho atractivo por sus ojos un poco orientales y verdes, pelo largo y rizado recogido por dos coletas, 1’70, piernas bien formadas y musculadas, un par de tetas no tan grandes como las de Sandra, tiesas y firmes, y un culo redondito y respingón. Vestía short y camisa anudada en su cintura y con un par de botones solamente.

Me dieron dos besos muy cariñosos las dos y se quitaron la ropa quedándose en bikini. ¡Qué cuerpos! Mientras tanto, Sandra fue a la casa a traer unos refrescos.

Vanessa llevaba un bikini de color negro, pequeño y ajustado, de esos que la tira llega hasta la cadera, de infarto, y Carmen uno azul marino y amarillo en las costuras igual que el de Vanessa.

Sandra llegó con las bebidas. Había preparado unos cócteles a base de vodka, limonada y menta.

Se quitó el vestido y llevaba un bikini de color amarillo, que resaltaba el moreno de su piel.

Sandra colocó las bebidas en una pequeña mesita de jardín que había en la casita de invitados y nos sentamos.

Conversamos durante un buen rato. Eran muy simpáticas y agradables, aparte de estar increíbles.

Arrastramos la mesa y las sillas al sol para broncearnos. Para evitar quemaduras Sandra sacó del bolso crema protectora.

Sandra se puso detrás y me empezó a untar de crema la espalda.

S- No quiero que te quemes.

Sus manos hacían que me estremeciese. Me untaba con suavidad. Cerré los ojos. Vanessa y Carmen cogieron crema y, ¡sorpresa! poniéndose una a cada lado me la pusieron por mis brazos y mis piernas. Sandra me untaba el pecho y notaba sus tetas en toda su extensión en mi cuello. Aquello era demasiado y mi compañero empezó a despertar.

Cuando estuve bien untado, Sandra me dijo que ahora me tocaba a mí poner crema a las tres. Se estiraron en las toallas al lado de la piscina y esperaron su turno. Sandra me dijo que empezase por Vanessa. Tardé unos segundos en poder incorporarme, pues la tenía muy empalmada por las caricias que me habían merecido sus manos.

Me puse al lado de Vanessa y me unté las manos, y justo antes de empezar me dijo que me sentase encima de ella para hacerlo mejor. Sandra me miraba de reojo y sonreía maliciosamente. Empezaba a subir mi temperatura corporal.

Me senté encima del culo de Vanessa, se desabrocho la parte superior y empecé a ponerle crema. La untaba la espalda mientras le hacía un leve masaje circular, cosa que le gustaba. Al estar boca abajo sus pechos quedaban aplastados y sobresalían por los lados. Intente no llegar a esa zona rozando superficialmente, pero Vanessa me objetó que por todo el cuerpo.

V- ¡Mmm! Que bien lo haces.

S- Como todo- respondió Sandra-

Me puse un poco colorado, pero no me lo notaron pues estaban de espaldas. Yo tenía una gran erección y Sandra lo veía. Suponía que Vanessa lo notaba pues era inútil evitarlo

Cuando estaba acabando, Vanessa me dijo que le pusiese crema en las piernas. Se puso el bañador como si fuese un tanga y sus cachetes quedaron a mi vista. Yo creo que las manos me temblaban. Empecé por sus tobillos y subí lentamente haciendo masaje. Vanessa separó un poco las piernas para que la untase bien.

Estaba cardíaco. Cuando acabe y me disponía a untar a Carmen, Vanessa se dio la vuelta y me indico que no había acabado. ¡Dios! Me estaban provocando con un juego que me iba a matar de sensaciones.

Se incorporó y apoyándose en sus codos me dijo que también tomaba el sol por delante –sonriendo-

Me puse crema en las manos y empecé a untar aquellos pechos, los masajeaba suavemente y con delicadeza, acariciando superficialmente el pezón. Vanessa había cerrado los ojos. Baje hasta su vientre y así toda la parte frontal. Mi corazón iba muy acelerado.

Se incorporó y me dio un beso largo en la boca, mordiéndome el labio inferior. Se dio la vuelta y se estiro. Sandra me dijo que le tocaba a Carmen y después a ella. Llevaba cerca de 45 minutos untando crema en tres cuerpos increíbles. Cuando acabe, me estiré boca abajo en la hierba cansado y con una erección muy dolorosa.

Sandra se acercó a gatas y tapándome el sol con su cuerpo, me volteó y me dio un cálido beso. La cogí por la cintura y la estrujé contra mí.

S-¿Te ha gustado?- cariño

C- Eres una diablesa. –Mírame, estoy hecho un desastre.

S- Todavía queda más- me dijo

Me dolían los testículos, totalmente recargados por la situación. Se levanto y se tiró de cabeza a la piscina, Vanessa y Carmen la siguieron.

Desde el agua me llamaron para que me tirara.

Me tire rápido intentando todavía disimular mi dolorosa erección.

Ya en el agua, se acercaron las tres y empezó el típico juego de tirar agua, hundir la cabeza, etc. Perdí, pues eran tres contra uno. Me apoyé de espaldas al borde de la piscina, jadeando, y me rodearon las tres. Vanessa me acariciaba el cuello, Carmen se apoyo en mi hombro apoyando la barbilla y delante cogida mi cuello Sandra. Esta bajo el agua restregaba su pierna por mi bañador.

Carmen empezó a pasar su lengua por mi oreja izquierda, Vanesa la derecha y Sandra me obsequió con un morreo increíble. Tenía la temperatura corporal al máximo.

Mis manos bajaron hasta los culos de Vanessa y Carmen, estrujándolos, Aquel juego duró unos diez minutos. Después Sandra se puso a mi derecha, Vanessa delante y sin mediar palabra me besó. Tenía una lengua viperina, recorría toda mi boca y atrapaba mi lengua, increíble. Después fue Carmen la que se puso en el sitio de Vanessa. Subí las manos hasta coger los pechos de Sandra y Vanessa por debajo de sus brazos. Los amasaba, estrujaba, quería comérmelos, pero ¿podría con las tres?.

Tenía el pene al máximo de excitación y de pronto se separaron y salieron de la piscina yéndose a sentar en las sillas. Me quedé en la misma posición de espaldas al borde de la piscina y Sandra se acercó.

S-Esto no ha hecho más que empezar- me susurro al oído- se levantó y fue a sentarse a la silla, sirviéndose otra copa.

Agaché la cabeza, sonriendo y salí de la piscina. Pensaba en cuanto iba a durar esta tortura. Ya no intentaba disimular mi erección. Me acerqué a la mesa y me senté entre Vanesa y María. Yo también me serví una copa. Miré el reloj de la pared y marcaba las 13:30.

S- Voy a preparar unos sandwiches para comer.

V-Te ayudo

Cm-Yo también.

Se levantaron y se fueron a la cocina. Mientras observaba caminar a las tres, suspire muy hondo.

C- ¿Qué se traerán entre manos?- comenté para mí-

Al cabo de quince minutos trajeron la comida. Sandwiches variados y unas coca colas, además de una bandeja grande de fresas y un spray de nata. El postre lo pusieron en la nevera de la casita para que no se calentase.

Sandra había traído una gran bolsa que dejo en un rincón.

C-¿Qué llevas en la bolsa?-pregunté

S- Todo a su debido tiempo-me contesto sonriendo-

Vanesa y Carmen se sentaron a comer en cada una de mis piernas y me dieron de comer a mí. Aquello era el cielo. Las sujetaba con mis manos y mientras les acariciaba las piernas. Entre bocado y bocado nos dábamos un pequeño beso. Volvía a estar superexcitado. Las dos miraban hacia abajo y sonreían. Mi pene quería libertad y yo no se la daba. Acabamos de comer y Sandra cogió la bolsa y entro en la casa. Al unísono Vanesa y Carmen la siguieron.

Me quedé expectante pensando en que me iba a pasar ahora. Sandra salió con unos retales de sabana y me dijo que ahora empezaba todo. Me ato las manos por detrás del respaldo y los tobillos a las patas delanteras de la silla.

Cuando acabó me explicó lo que tenía en la bolsa.

S- En la bolsa hay unos cuanto bikinis y bañadores, así como lencería. Vamos ha hacer un pase para ti y cuando terminemos tendrás que decidir cual nos pondremos mañana. Respecto a la lencería tendrás que decidir cual quieres para la noche, pues me han llamado mis padres y ellos y tu abuela se quedan hasta mañana en casa de mis primos de Fuengirola y pasaran a buscarte después de comer para ir a visitarlos y de paso ver a tus primas Yolanda y Geno. Tenemos la casa para nosotros. Además, he pedido a mi tío Miguel que nos deje el apartamento que tiene en la playa en Marbella para ir el Domingo, que es cuando ellos se marchan, ¡y hasta el Viernes!, ¿te gusta?- Además, Vanesa, Carmen y nuestra prima Asun vendrán también, así que..... –se incorporó sonriendo y entro de nuevo en la casa.

La sangre hervía en mi interior. Me dolía la erección que tenía pues me apretaba el bañador. Que tortura, pensé. Además me encontraba atado de pies y manos, y nunca mejor dicho. No entendía como Sandra había desarrollado esa mente calenturienta y viciosa, pues disfrutaba con ello.

Al cabo de cinco minutos salió Vanesa. Llevaba un bañador tipo natación hasta el cuello, color negro con la marca speedo en vertical y muy ceñido. Apretaba sus pechos al máximo. Llevaba unos zapatos de tacón con lo que su caminar hacía que se acelerase mi corazón. Se acercó y apretó mi cabeza contra sus pechos. Bajó y sentándose encima me pegó un soberano morreo, que casi me deja sin aire. Antes de marchar y sin bajarme el bañador, me saco el pene, que estaba a reventar, por encima de este, quedando aprisionado por la base de mis testículos. Mis brazos intentaban zafarse de las ataduras pero me era imposible. Se levantó y lentamente entró en la casa. Mi corazón iba a diez mil.

Le tocó el turno a Sandra con un bikini plateado muy pequeño. Un trocito de tela tapaba justamente el pezón dejando el resto al aire y por abajo, ¡diosss!, un pequeño triangulo y una fina tirita tapaba su coño. Se acercó y juntando sus brazos me puso sus pechos en mi cara. Me besó con pasión y se fue. Carmen llevaba otro bikini igual que el de Sandra pero que le tapaba un poquito más, de color rojo. Hizo lo mismo que Vanesa y Sandra.

Cuando entró Carmen mi respiración era muy agitada. Pensaba que me iba a dar un sincope.

Cada una se puso dos conjuntos de baño y todas se pusieron lo de todas así que desfilaron ante mí unas cuantas veces..

Cada vez que salía una le suplicaba que me desataran y todas me decían que a su debido tiempo.

Empezó el pase de lencería y aquello fue el no va más. Seis conjuntos solamente pero ¡que barbaridad!, eran casi iguales un pequeño sostén, un tanga y unas medias de red, zapatos de tacón y diferentes colores.

Cuando acabaron, el reloj marcaba las 15:30. Salieron las tres con los bañadores de antes y todavía no me desataban. Le dije a Sandra que me empezaban a doler los brazos y no sabia como ponerme. Me desato los pies y me los volvió a atar juntos. Me pidió por favor que siguiese con el juego. Me desató esta vez las manos pero me las volvió a atar fuera de la silla. Esta vez me dejo una poco de holgura para que las pudiese poner rectas a mis piernas. Me levanto y me llevo hasta una toalla que había en la sombra y me estiró boca arriba. Vinieron las tres y se sentaron a mi alrededor. Sandra traía las fresas y la nata. Me imaginaba lo que iba a pasar, ¡bueno!, eso creía.

Me pusieron unas cuantas toallas incorporándome la cabeza. Vanesa cogió una fresa y se la puso en la boca, se acercó y me dio de comer. Ella apretó y así estrujó la fresa contra mi boca. Nos succionamos la boca para tomar el zumo que se formaba y comíamos los restos de fresa con lujuria. Se fueron turnando.

De pronto las tres se quitaron la parte de arriba del bikini y Sandra untó de nata los pechos de las tres. Me hicieron comer nata de sus pechos. Era una sensación increíble. No se incorporaron hasta que no quedaron bien limpios, y en eso que me entretenía en sus pezones, succionándolos, mordiéndolos, pasando la lengua con suavidad. Empezaron a gemir de gusto. Después se quitaron la parte de abajo. Tenia mi pene a reventar y Sandra me ayudó a sacarme el bañador.

¡Por fin!, ¡libre!, quedó como un palo de bandera mirando al cielo. Duro, venoso y amoratado por tanta presión, a reventar. ¡Por favor!-pensé- ¡haced alguna cosa!.

Carmen fue la primera. Se sentó en mi pecho y se introdujo dos fresas en su más que mojada vagina. Podía oler la excitación. Cogió el spray y poniéndoselo en la entrada se puso nata dentro. Se acerco a mí y, ¡joder!, me dijo que empezase a comérselo. La nata se derretía en su interior y salía líquida. Empecé a succionar todo aquello que salía, chupaba de arriba abajo y me entretenía en su clítoris. Carmen se movía y apretaba su vagina contra mi cara. Gemía como una posesa. Quería liberar mis manos, y note como Sandra me dejaba libre de ataduras. Con mis manos le abrí la vagina y busque con mis dedos las fresas de su interior. Ella no paraba de jadear y de echar fluidos. Cuando las encontré las fui sacando hasta que pude comerlas con la boca. La tuve así como diez minutos. Se corrió abundantemente y yo no deje escapar ni una gota de lo que le salía de su coño. Tenía un gusto dulce, increíble

Noté como me ponían nata en mi pene y con sus bocas se deleitaban limpiándolo. La sensación que tuve en ese momento fue de liberación. ¡Por fin!. Se levantó y fue Sandra la que hizo lo mismo con las fresas. Ese ruido gutural que hacía cuando se corría me excitaba mucho. A Sandra le puse más nata que a las demás y la degusté con avidez y rapidez. Después le toco el turno a Vanesa. Chupaban mi pene con suavidad y haciendo pausas, pues sabían que si aceleraban me vendría muy rápido. Vanesa tenía unos labios vaginales gordos. Los podía succionar con mis labios. Y un clítoris que con mis dedos descapullé, grande y de unos dos cm. Me lo comí con fruición. Notaba como salía la nata de su vagina con mucho jugo. Mi lengua se movía dentro. La miraba y veía como jadeaba. Se tocaba las tetas, chupandose el pezón. Hechaba muchos fluidos, parecía una fuente. ¡Que barbaridad!. Un pequeño liquido de color blanquecino empezo a salirle de su vagina e hizo que juntase las piernas y gritar de modo bárbaro. Se sacudió hacia atrás y le duro como quince segundos. Hasta que se tiró en la hierba, jadeando. Sandra y Carmen me comían mi pene y mis testículos. Ya no aguanté más.

Sandra la sacó de la boca y se la puso a Carmen y así se la alternaron durante unos quince segundos hasta que exploté. Me dieron unas cuantas convulsiones y empecé a eyacular. Fueron veinte segundos inimaginables. Nunca me habían sacado tanto semen. Ni Carmen ni Sandra dejaron escapar nada. Me la limpiaron y no dejaron ni una gota, y las dos, a gatas, se acercaron a Vanesa que todavía se recuperaba para darle de beber de sus bocas. Impresionante. Después se acercaron y se tumbaron junto a mí. Yo tenía la respiración jadeante pues el orgasmo que había tenido había sido brutal. Sandra se acercó a mi oído y me dijo:

S-¿te gustó?

C-¡Una pasada!

S-Esto es solo el principio-me dijo-

Los cuatro nos miramos y unas sonrisas de complicidad se dibujaron en nuestros rostros. Respecto a que lencería iban a utilizar esa noche, era una sorpresa que Sandra me tenía preparada y que no podía llegar a imaginar.

Tenía muchas ganas de que llegase el Domingo. ¡Vaya!. Estaba en el paraíso y todo gracias a mi abuela!

Fin parte 2