Reencuentro de dos amantes.

Un reencuentro al que le seguirían los mejores momentos de nuestra vida sexual.

Sería la primera vez que lo veía después de 2 años, con su regreso renació en mi el deseo y la pasión que significaba saberlo de vuelta. Un par de conversaciones previas estimularon el ansiado encuentro. Llegó el día y  me tocó esperar unos pocos minutos por él,  su presencia llenaba el auto robándome el aliento, un ardiente beso y pocas palabras dieron  inicio a lo que sería una tarde memorable.

Mientras manejaba su mano izquierda  acariciaban la piel de mis hombros desnudos, sin prisa recorría mi cuello y se deslizaba por entre el mis grandes senos apretando suavemente uno de mis pezones, lo miré con deseo, sabía que vendría estando él cerca las caricias explotaban directamente en mi cuquita.  Llegamos al hotel y dimos rienda suelta a los besos reprimidos en todo el tiempo que duró la ausencia. Fueron besos largos, insinuantes, su lengua provocaba a la mía, lo que se convirtió en una guerra sin tregua donde la única victoria era la rendición. Nos desnudamos celebrando el por fin poder compartir lo caliente de nuestros cuerpos, sentía como el deseo provocaba  un rio de sensaciones en mi cuquita anhelante  que mojaban sus ganas y las mías­, él también lo sabía; sabía cómo, cuando y donde tocarme, así dedicó su atención a mis senos donde recreaba cualquier cantidad de besos y lamidas mientras mi deseo crecía en proporciones agigantadas. Mordisqueaba mis pezones y yo me consumía en lo placentero de sentir su boca tomando posesión de lo que por derecho sexual le pertenecía. Cada caricia era registrada y revelada en el centro de mi cuquita, allá iba dirigido todo el poder que ése hombre me proporcionaba con su forma de tocarme.  No resistí, quería tocarlo, devolverle cada segundo de placer así que comencé a acariciarlo, mis manos cobraban vida propia y sabían a donde ir, acariciando sin llegar a tocar buscaba su güevo disfrutando como con mis caricias se tornaba más grande y duro, anhelando sentir mi boca caliente para premiarlo con la mamada que esperaba. Desde ya sabía lo mucho que las disfrutaba, así que sin más protocolo lo mojé un poco con mi saliva y mi boca le dio la bienvenida, me enloquecía tenerlo así para mi, chupaba y acariciaba con mi lengua su glande  para luego volver a meterlo todo y mamar con nuevas ganas, quería enloquecerlo por completo, escuchar entre gemidos lo mucho que disfrutaba. Me excita me pida que se lo mame, así que miré su cara y le dije: Pídeme que te lo mame mi hombre.. Y así lo hizo, la lujuria se apoderó de mi boca y con todas mis ganas mi lengua redoblaba el placer para él mientras que sus dedos se hundían en mi carne mojada lo que hacía que me excitara más y más enloqueciendo junto a  él hasta que rendido explotó regalándome su más rica y caliente leche la cual tragué gustosa  y yo el primero de mis orgasmos.

Jadeantes aún  sabíamos había más, nos mirábamos  llenos  de morbo, sabíamos que vendría  lo que tanto anhelaba, lo que sabía me llevaría al borde del abismo del placer y por lo que  enloquecería en su boca, me acomodó sobre la cama y bajó lentamente hasta mi cuquita, abrí mis piernas y le ofrecí la mejor de las vistas, mi cuquita totalmente depilada lo invitaba a poseerla,  con sus dedos acariciaba mientras yo me removía anhelando el momento en que su boca la probara,  y así hizo, la primera lamida  era una especie de comunión entre su boca y los labios de mi vagina, los abrió y comenzó lo que sería uno de los momentos más fantásticos del sexo oral que jamás tuve, su lengua conocía cada espacio, y conforme se adentraba me arrancaba gemidos de genuino placer, chupaba, besaba, mojaba con su saliva confundiéndola con mis flujos,  golpeteaba con su lengua lo que provocaba que a cada segundo  escalara un peldaño más en la escala del placer, gozaba  y regalaba  gozo, su lengua iba desde mi culito hasta mi clítoris excitándolo como nunca antes con un grito ahogado y mis fluidos inundando su boca, no tardó en llegar mi segundo orgasmo. No se detuvo y  siguió atendiendo mi clítoris, lo estimulaba de tal forma que me enloquecía mientras hundía su cara mojándola en mi propio mar de fluidos que provocaba con la que sería la mejor mamada de cuca que me habían dado mientras yo excitada y ansiosa me revolcaba en la cama mientras  miraba nuestros cuerpos reflejados en el techo de la habitación. Sin previo aviso mordió de tal forma mi clítoris  que hizo mis gritos llenaran toda la habitación, sentía como si el mundo girara a 360 grados por minuto y en esa vorágine de pasión me arrastraba a  donde sólo él podía llevarme con su boca.

Yo quería mas, quería coronar el momento del éxtasis, lo que para mi constituye una cogida perfecta después de la mamada magistral a mi cuquita, me puse en 4 para recibirlo y en una fuerte embestida lo sentí penetrarme con  su güevo totalmente erecto, nos movimos al ritmo de la más antigua danza  desbocados de pasión, lo retuve unos segundos  sólo para mi completo gozo y disfrute, haciendo con los músculos de mi cuquita la cárcel perfecta, entraba y salía a su propio ritmo nalgueándome, me sentía completamente su hembra, me excitaba a más no poder, disfrutaba el placer de   sus bolas golpeando con mis nalgas,  salió y lo sentí regresar para con cogerme y con  toda su fuerza  y explotar dentro de mi  llenándome con  su leche caliente.  Aun dentro,  sentí como se desplomaba para darnos la  vuelta y regresar uno a brazos del otro.