Reencuentro con una bella madura.
Me encuentro con una mujer a la que aprecio mucho y con la que ya había tenido más de un encuentro. La diferencia que este encuentro iba a ser muy diferente a los otros. ¿Sera el principio de algo nuevo? ¿Sera el final?
Si la memoria algunas veces es muy traicionera, espero que no lo sea y si lo es, que sea de forma muy leve. Hace unos dos años que no publico nada y en estos dos años me ha sucedido de todo.
Irremediablemente uno cree que esta inmunizado para todo, pero que va. Por lo menos en mi caso no. En mayo del 17 después de bastantes días, me di cuenta de que todo me empezaba a ir mejor de lo que nunca me podía haber imaginado.
Lo de escribir relatos, me había ayudado a distraer mi cabeza de un acontecimiento muy doloroso, no es nada de un desamor, del que es difícil recomponerse y más de que te puedan entender. Escribir relatos contando mis experiencias me distraían. En esa época empecé a encontrar otra manera de despejarme y de centrarme más.
Viví de esa manera, hasta hace bien poco, unos meses, todo fue así. Ahora todo ha vuelto a su cauce, tal vez donde tuvo que estar siempre y aquí estoy de nuevo. Dejo el rollo y voy a contar algo que me sucedió relativamente hace bien poco.
Increíblemente mi vida laboral había dado muchos cambios, pero todo para bien, afortunadamente y que siga así. Por avatares de la vida, me traslade a Valencia a vivir, lo curioso es como llegue a Valencia. Después de estar debatiendo conmigo mismo si montaba todo de nuevo en Alicante o Madrid, las dos ciudades que son parte de mi vida. Al final ni Alicante ni Madrid, Valencia. Una ciudad “hostil” para mí. Cuando digo “hostil” lo hago en un tono de no conocer la ciudad, conociendo solo a un hombre, con el que había tenido una relación profesional, mayor que yo y que al final acabo siendo una buena amistad.
Aunque sabía que con el tiempo, dejaría de ser “hostil” para ser una ciudad maravillosa, como la veo ahora. ¿Por qué Valencia? Si os lo dijera sabrías tanto como yo y eso tampoco sería bueno, por lo menos para mí, jajaja… pero creo mucho en el destino, porque casualidad llaman los tontos al destino y no creo en las casualidades. Tengo que decir que aparte de a esa persona que digo que me une una amistad, también conozco a valencianos y valencianas, que ahora no bien aquí y a algún@ que si viven, pero que por circunstancias de la vida no nos acabamos encontrando.
El caso que algunos de mis amigos, familia… me decían que era una locura. Aquí se dividían en tres grupos, los pasotas, que me decían que hiciera lo que quisiera. Los que dicen ser amigos, lo que pasan que lo son a su manera, que te comen la oreja diciendo lo contrario de lo que ellos piensan, pero por cierta “envidia” o porque a ellos les gustaría y no se atreven, te tratan de convencer para que no lo hagas. El último grupo, los que de verdad te quieren, que desean lo mejor y te animan, como mi mejor amigo que me dijo de forma rotunda dándome un abrazo, “ve por tu Zinthya” dijo Zinthya como pudo decir otra cosa o a lo mejor dijo otra cosa, la memoria me traiciona.
Llegue a Valencia con un proyecto claro al igual que mis ideas. En esta nueva etapa me acompañaban algunas personas que habían trabajado ya conmigo y como no, mi gran amiga Mabí. Esta mujer es más o menos de mi edad y para que nadie se haga ninguna película. NO ha habido nada entre nosotros y no lo habrá, no porque no esté bien, que está de fábula, además es simpática, agradable y muy inteligente. Ella es lesbiana y está casada con una mujer igual de maravillosa que ella. Entre mis ideas estaba que Mabí llevaría toda la parte que no fuera técnica, para dedicarme plenamente a esa área y olvidarme del resto, para poder también disfrutar de la vida y no viajar tanto.
Debe ser que hay algo en algún sitio, que no quiere hacerme la vida nada fácil y no se conforma con ponerme piedras en el camino, porque me ponen pedruscos. Mi amigo nos encontró casa a Mabí y a mí. La mía tardo un poco más, porque puse mil pegas hasta que una me medio convenció y como él se dedica a eso, se comprometió a hacer los arreglos necesarios y al poco tiempo tuve casa. Como decía antes, las navidades del año asado si para mí ya eran complicadas, se me complicaron más. El ánimo me quedo por los suelos, lo único que me quedaba era lo que dice un amigo, Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea, pero hagas lo que hagas, sigue adelante, así que hice de tripas corazón y a continuar.
Después corriendo un maratón me fastidie bien la rodilla, me costó recuperarla. Mientras me recuperaba, ya casi al final me avisan de que la persona que más me dio en esta vida, no siendo familia y con la que compartí lo mejor, estaba muy mal, algo que tampoco me pilló por sorpresa. Fui a Madrid hablamos, recordamos y me fui hecho polvo. Lo curioso es que por lo que hablamos me sentí como liberado de algo, tal vez de andar siempre como con un escudo. Lo que me hizo volver a Valencia triste, pero con un espíritu decidido.
Una mañana comprando un regalo y sin esperármelo, unas manos femeninas me tapan los ojos y una voz me pregunta quien era. La voz no me sonaba para nada. Pensé alguna mujer que no recordaba y eso sí que es malo. Una vez que quitan las manos me giro y vaya sorpresa si era Nerea, nos dimos dos besos muy afectuosos y si, con ella había estado ya varias veces. Venía con una amiga que me presento y por la voz, fue la que me pregunto quién era.
De pronto sin más, se despidió de la amiga diciéndole que ya se verían, me agarro del brazo y me pregunto que donde la invitaba a unos de mis cafés. Compre lo que quería y ella al verlo exclamo, “sí que te tiene que gustar la mujer para quien compras el regalo” ni conteste. La verdad que cuando había tomado algo con ella sola o con su marido, me cansaba, porque como era conocida, siempre había alguien que interrumpía para hacerse un selfi o un autógrafo, un auténtico coñazo, porque la gente no es educada y se meten en plena conversación. Nos fuimos a un sitio tranquilo.
-Eres un auténtico golfo. Has cambiado de número y anda que los has dicho. Es que hemos tratado de localizarte y estabas perdido. Mira qué casualidad encontrarte en mi tierra. Quien me lo iba a decir. ¿Qué estas de paso? ¿Dónde te alojas?
-Me alojo en mi casa, porque ahora vivo aquí y espero que si todo sale bien estar mucho tiempo.
-No me lo creo. Te estas quedando conmigo.
-Qué va. Toma una tarjeta de donde trabajo, para que veas y si te metes en Google y lo buscas, veras como salgo.
-Pues me alegro mucho, seguro que podemos quedar alguna noche, ya verás cuando se lo diga a Julio.
-Seguro que algún día podremos quedar, aunque de momento esta complicado.
-Sabes que hemos hablado mucho de ti.
-¿Y eso? espero que haya sido para bien, jajaja…
-Si claro que para bien, diría que para muy bien. Julio tiene un capricho y eso sí, solo dice que si fuera contigo.
-Tú me dirás.
-Ya sabes, que nosotros vamos por libre, pues hablando de todo un poco, que a Julio le apetece verme y a mí no me importaría que me viera, pero eso sí solo si eres tú. No pongas esa cara, ¿Qué te parece?
-No me parece mal, lo único que ahora voy muy liado como te dije antes. Todavía tengo mi casa sin montar y eso es solo la punta del iceberg.
-Pues quedamos así, mi número sigue siendo el de siempre, dame el tuyo y si lo cambias, no seas guarro, mándamelo.
-Si lo vuelvo a cambiar te lo mandare, aunque no creo que vaya a cambiarlo.
-Espero que nos veamos pronto y me has dado una alegría muy grande. Ya sabes que en un par de semanas es mi cumpleaños así que si quieres ya sabes que estas más que invitado.
También me había dado mucha alegría a mí. A pesar de que nos interrumpieron tres veces con los malditos selfi y la petición de algún autógrafo. Como no me iba a alegrar, si con esa melena, una sonrisa tan agradable y ese tipazo, alegraba la vista de cualquiera, estaba muy bien. Lo que pasaba que en esos momentos mi cabeza estaba en otras cosas.
Había pasado un mes. Me había dedicado a preparar un encuentro con una mujer muy especial y tal vez única. Todo estaba previsto para el día 19 de abril, para que fuera una cena especial y con un postre único. Tenía un “cumpleaños” o eso me dijo, así que me vi forzado a cambiar todo rápidamente para el día siguiente, menos mal que lo pude arreglar. La cena no se produjo, pero lo que si se produjo fue un silencio que era en cierto punto ofensivo, pero hay que respetar todas las situaciones. No siempre en la vida todo sale como uno quiere.
Aun así quise saber si la había pasado algo y me enteré de que estaba fresca como una lechuga, lo que de verdad me alegro, porque simplemente era que pasaba de mí, que estaba claro. ¿El motivo? Porque se hartó o porque algún alma “caritativa” de esas que abundan tanto, le conto lo que la envidia le decía que le dijera. Es parte del juego de la vida.
El 17 de mayo que era viernes, recibo una llamada de Nerea, que estaban en Valencia y que aunque ya habían pasado casi dos meses, iba a celebrar su cumpleaños con amigos con los que no pudo celebrarlo, que si me apuntaba. Acepte de inmediato y nada más acabar la conversación, pensé en que regalarle. Tenía todavía el regalo que había comprado, pero no, me fui a comprar otro regalo. Porque soy de la opinión que cada regalo tiene que ser especial para la persona a la que se le va a hacer. No soy de comprar lo primero que sea.
Nerea y Julio era una pareja especial, simpática. Eran una pareja abierta, pero sin estar ellos mezclados. Él sabía que yo había estado varias veces con su mujer, pero ni o hablamos ni lo insinuamos. Recuerdo la primera vez. Al primero que conocí fue a Julio por un tema profesional, en Madrid. Quede para cenar con él y otras personas. Luego fueron las mujeres a donde fuimos a tomar una copa y fue cuando la vi por primera vez. Esa misma noche la terminamos ella y yo juntos.
Volvamos a este mayo. Comprado el regalo, me fui a mi casa para descansar un poco y prepárame para la cena. Me quedo desconcertado al llegar a mi portal y encontrarme esperando a Nerea y otra mujer. Ella como siempre va despampanante y la que le acompaña, que está más cercana a mi edad que a la de ella, va vestida de forma muy peculiar, tal vez un poco llamativa con los colores. Era una sorpresa que me quería dar y me la presento, Lula y era diseñadora de interiores.
La había traído por lo que le dije de que tenía toda la casa sin montar. Como un favor, aunque ni se lo había insinuado. Lula nada más entrar en mi casa, echo mano a una tablet que llevaba, saco un medidor electrónico y se puso a medir. Nerea quiso conocer el resto de la casa y al primer sitio que la lleve fue a la cocina. Le gustaba y me decía que la casa se veía grande. Ahora empezaba a hablar más bajo, sin llegar al susurro, para volver a hablarme de lo que quería Julio y que a ella en principio no le disgustaba, es más me decía que un poco si la llegaba a excitar.
La conversación se interrumpió cuando oímos una fuerte exclamación de su amiga. Era una expresión de sorpresa. Estaba en mi habitación y al entrar nos dijo que menuda habitación y añadió que de ahí no tocaría nada. Nerea se echó a reír para luego decir, “Esta habitación es ideal para deshacer en condiciones la cama. Qué barbaridad, con estos espejos ves todo desde cualquier posición, a saber cuántas fiestas te has dado aquí granuja” cuando le dije que de momento ninguna, no se lo creía. Lula se fue a otra habitación y mientras salíamos de la mía, me toco el culo, para agarrármelo fuertemente y me decía al oído, “Si es verdad que todavía no has estrenado la cama, más morbo me está dando”
Regresamos a la cocina y Lula vino detrás. Mientras se tomaba un refresco empezaba a esbozar las primeras ideas. No eran malas, lo único que no era mi intención que ella me decorara la casa. Para la decoración se tiene que encontrar a alguien que encaje contigo, que te entienda y este no era el caso. Me sabia mal decírselo, pero tenía que hacerlo. No se lo tomo a mal cuando se lo dije y lo único que me pidió es que le permitiera mandarme su idea y nos intercambiamos los números de teléfono. Sabiendo que no cuadraríamos en nada. Sabía que la casa seguiría así hasta encontrar a la persona adecuada y ella no era.
Lula y Nerea se despidieron y ya quedamos vernos en la fiesta de cumpleaños. Aparte del físico lo que más me gustaba de Nerea era lo directa que era, con ella no había posibilidad de interpretar mal, algo de lo que dijese, en eso éramos muy parecidos.
Ya estamos en la fiesta de cumpleaños, una noche agradable y un restaurante desconocido para mí, pero de los que hay que tomar nota para volver. Éramos demasiada gente y de toda esa gente solo conocía, además de a Nerea, Julio y la amiga que me presento el día que nos encontramos, estaba una pareja que ya conocía de antes.
Cena correcta, ambiente bueno, hablas con los que tienes más próximos en la mesa y todo se desarrolla de manera agradable. Luego nos marchamos a un sitio de copas, que ya tenían reservado, esta vez el número de personas somos menos de la mitad.
Cuando llegamos al sitio, que tampoco conocía, estaba Lula esperándonos a todos. Que a la cena no pudo asistir. Al verme se pegó a mí y sacando su móvil, empezó su “ataque” enseñándome imágenes de cómo podía quedar mi casa, en distintas versiones y me recalco que no eran todas. Era tan amable, que empalagaba o cansaba un poco, no quería ser descortés y mucho menos abrupto cortándola, pero me tenía muy saturado y como ya llevaba una carga de saturación añadida, no sabía por dónde salir.
Menos mal que Julio se dio cuenta y vino en mi recate, con la excusa de algo que me tenía que consultar. Aquí quiero decir así por encima como es Julio. Físicamente se conserva bastante bien, no es que sea de mucho gimnasio. A simple vista tiene como una cara tristona, pero es de los hombres más amables y simpáticos que conozco, siendo tremendamente divertido, chistoso con gracia y noble. A primera vista uno se puede equivocar con él.
-Aunque no lo parezca, Lula es tremendamente tímida, salvo cuando es a nivel profesional, que se vuelca en su trabajo de una forma determinante.
-Ya, pero es que le dije que no se molestara, que no me interesaba.
-Carlos, coño, por lo menos échale un vistazo.
-Es que ahora mismo todo eso lo tengo parado.
-Bueno, tu sabrás. Vayamos al meollo de la cuestión, que conociéndonos como nos “conocemos” no hay que perder el tiempo. Ya me ha dicho Nerea que te ha contado lo que queríamos y había pensado que esta noche, aunque ella no lo sabe, sería un momento perfecto.
-Uummm… no se si estoy…
-Venga hombre que ya nos conocemos.
-Sabes que te digo, que sí.
-¿En tu casa? Que ya me ha dicho Nerea que le ha impresionado tu habitación, que es mejor que la de Alicante.
-En mi casa no. Tiene que ser en otro sitio.
-¿Por?
-Manías. Podemos ir a un hotel.
-Yo podría hacer un esfuerzo, con Nerea damos en hueso, no va a querer.
-Pues si no quiere, nos joderemos todos.
-Déjame encontrar una solución.
-Me parece bien y Julio, ¿a qué se ha debido ese cambio de querer ver a tu mujer con otro? Si nunca lo has querido.
-No es con otro, es contigo. Porque cuando estamos solos y empezamos con nuestros juegos, al final de una manera u otra sale, “Pues Carlos hace esto que te deja… Pues Carlos hace esto otro que alucinas…” y tanto Carlos, que me apetece verlo, porque además se, que se guarda muchas cosas. ¿A que si?
-A esa pregunta no te puedo contestar, porque no sé qué os habéis contado.
-Vamos a dejarnos de rollos, que voy a ver si puedo hablar a solas con mi mujer, tu atento.
Julio en un momento me hizo una señal con el pulgar hacia arriba y me salto el resto de la narración con las copas. Exceptuando, las miradas que nos lanzábamos Nerea y yo. Nos montamos en mi coche, ya que era el único que pasaría una prueba de alcoholemia. Julio se sentó delante conmigo y Nerea se sentó detrás. Julio fue indicándome, no sabía a donde nos dirigíamos y como no conozco bien la ciudad me deja llevar. Por el retrovisor veía a Nerea que se había recostado sobre el asiento y no me dejaba de mirar e iba muy seria.
Íbamos los tres en silencio, solo interrumpido por Julio cuando me indicaba alguna maniobra que tenía que hacer. Hasta que me dijo que cuando encontrara algún hueco aparcase. Encontré uno y lo hice. Nos bajamos los dos pronto del coche y Nerea tardo un poco más. Salió del coche y caminaba como una diva. Pregunte que donde íbamos y Julio dijo que a su casa y Nerea recalco que a disgusto suyo. Por lo que dije que me iba, que no quería que nadie se sintiera mal y era verdad lo que decía, le extendí la mano a Julio a forma de despedida, el extendió la suya de forma autómata porque no se lo espero.
Balbuceo algo que no llegue a entender y Nerea me dijo si era onto, que ya que estábamos allí, que subiéramos a tomar la última. Me echo en cara que me gustaba hacerme de rogar y se equivocaba mucho. Subimos a la casa y era la primera vez que iba. Me ahorrare la descripción de la vivienda. Entramos y fuimos a una sala de estar pequeña, pero acogedora y con buen estilo. Me dejo caer que lo habían hecho entre su amiga Lula y ella. Julio se excusó y nos dejó solos.
-¿Me dices que te pasa? Porque te veo tensa y rozando la estupidez.
-Muchas gracias por el piropo.
-Es que no te veo con ganas de nada, como si estuvieras forzada y para eso mejor me voy a mi casa. Que se me están quitando las ganas de hacer nada.
-Es que me es raro esta situación, con Julio presente.
-Pues no te entiendo, si él lo sabe. Me habéis dicho los dos que os lo contáis todo. ¿Dónde está el problema?
-Una cosa es contarlo y otra verlo. Se, que se me va a cortar el rollo.
-Tu déjate llevar y si aun así no te sientes bien, lo dejamos. Que si no tienes ganas, no hay porque hacerlo.
-Si ganas tengo, claro que las tengo. Si estuviéramos solos como siempre ya te ibas a enterar.
-Con eso me conformo, déjate llevar.
Entro Julio que traía un pequeño piscolabis, bebida y hielo. Ahora le tocó el turno de “huida” a Nerea que se disculpó y nos dejó solos.
-¿Te ha dicho que le pasa?
-Pues que es su “primera” vez, entiéndeme, su primera vez estando tu.
-Pues como la primera vez en cualquier cosa.
-Pue eso. Tendremos que ser comprensivos. Aunque seguro que una vez que empecemos se ira relajando.
-Eso seguro. Lo que le pasa, es que me da que contigo el sexo no es tan relajado como conmigo.
-¿Y cómo eres tú en el sexo?
-Mas bien relajado pero intenso y por lo que ella cuenta, tú tienes un toque más movido.
-Jajaja… ¿De verdad te ha dicho eso?
-Si, tal cual. Si no es así, entonces… ¿Cómo es?
-Si ella quiere los descubrías esta noche. No vamos a hacer “spoiler”
-Me parece bien. Si pase lo que pase, no voy a decir nada.
-Te voy a hacer una pregunta bastante personal, así que si quieres la contestas y si no quieres… ¿te aburre tu relación tal como está ahora y estás buscando algo nuevo con lo de hoy? Cuando digo lo de aburre, puedes usar otro termino.
-Puede que sí. Por eso pensé que el mejor para eso eras tu.
Nerea tardo más que Julio. Venia cambiada de ropa, traía el pelo suelto, que así su melena se ve mejor y para mi está más atractiva. Llevaba puesto un vestido corto, con una cremallera delantera, que iba desde arriba a abajo. La llevaba un poco bajada de arriba, dejando ver un generoso escote y llevaba unos zapatos con tacón de aguja, que sabe que a mí me gusta mucho verla así. Lo divertido es que Julio estaba sentado en un sillón de dos plazas y yo en el otro sillón también de dos plazas. Sabía que dudaba donde ponerse, se servía su copa lentamente, seguro que para darle tiempo a pensar. Decidió sentarse conmigo.
Me sorprendía una mujer tan segura de sí misma. Tan valiente y audaz, con esas dudas. No sé si lo he dicho antes, pero da igual. Nerea es una de las mujeres más sexuales que he conocido. La primera vez fue hasta un poco de fiasco, mejor dicho, la primera parte de la primera vez, porque hubo una segunda parte y fue todo distinto. Podía suceder lo mismo hoy. Lo que siempre me dijo, que era distinto a los demás.
En estas situaciones las conversaciones se vuelven de lo más estúpidas, aun conociéndose las personas implicadas. Me refiero a la primera vez. En esta ocasión no iba a ser menos. El que llevaba el peso de la conversación era Julio, mientras yo miraba a Nerea, que en otras circunstancias, ya habría saltado sobre mi como una fiera.
Pase un brazo por detrás de ella, para darle seguridad y que olvidara que su marido estaba allí. No lo conseguí, hasta que deje caer mi mano y rozar uno de sus pechos. Dio un gran sorbo a su bebida y luego se movió para dejar el vaso encima de la mesa, lo que hizo que perdiera mi mano el contacto. Cuando volvió a su posición, mi mano volvió a estar sobre su pecho, acariciándolo por encima del vestido muy suavemente. Las yemas de mis dedos que tocaban su pezón, notaron como se endurecía.
Una vez que lo puse bien duro, quite mi mano y la lleve a su pelo, a su nuca. Agarre con mi mano bastante pelo, como sé que le gusta a ella y siendo levemente brusco, no como otras veces, la atraje hacia mí y nos dimos un beso con lengua. Que ella trato de cortar en un momento dado, pero no se lo permití y ahora se relajó, haciendo de ese beso un espectáculo para los ojos de Julio.
Todavía no era la Nerea que yo conocía, con mi mano libre, fui bajando su cremallera, abriéndose el vestido y dejando ese par de hermosas tetas libres. Con sus pezones oscuros bien empitonados y sacándole, aunque contenidos, los primeros gemidos. Me agache y me metí en la boca uno de sus pezones, después de hacerlo, lo mordisquee primero de forma suave y luego fuertemente, como sabía que a ella le gustaba y se retorció bastante, aunque conteniendo esos gemidos brutales y excitantes que solía soltar.
Quise que su marido viera como era en realidad su mujer. Ahora cogí entre mis dedos su pezón y lo aprete ostensiblemente tirando de él. Ella no se quitaba, ni hacia nada por quitarme a mí, simplemente, se puso a comerme el cuello, porque le gustaba hacerlo y para tapar los sonido de su boca. Me lamia la oreja cuando me decía, que por favor no fuera “tan duro” como siempre, que me contuviera delante de Julio.
Lo dijo tan bajo que no sabía si su marido lo había oído bien, mal o a medias. Para que no le quedaran dudas a ella ni a él, le agarre bien de la melena, la di un pequeño tirón, para colocarla y que viera bien mi cara. Una vez que miro a mis ojos le dije con rotundidad y sabiendo que julio al oírlo podía decir algo, acabándose todo en ese momento. Te lo he dicho antes, cuando estás conmigo eres mi zorra y como zorra que eres, haces todo lo que digo y el que este aquí mirando el cabrón de tu marido, me da igual.
Julio ni respiro y Nerea miro a su marido, preguntándole si es que le daba igual que a ella la llamaran zorra y a él cabrón. Julio no dijo nada y Nerea quiso darme un beso, se lo impedí agarrándola bien de su melena y a mi pregunta de qué pasaba, me contesto esta vez con voz más alta, que era mi zorra, mi puta como siempre y si nos fundimos en un beso apasionado.
Nerea ya respondía mejor y según se fuese calentando sería mejor, el show para Julio estaba garantizado y no sé porque, me daba que iba a ver a una esposa totalmente diferente. Las dudas se disiparían muy pronto, las dudas sobre su mujer y si mi experiencia no me engañaba, ella descubriría a un esposo desconocido.
Cada vez todo se iba desarrollando a pasos agigantados. Tenía a Nerea desnuda y desnudándome con ansiedad. Hasta que se puso de rodillas delante de mí, para tirar de mis pantalones, cosa que le facilite. Me quede solo con mi bóxer y una erección tremenda, porque mi polla estaba a reventar.
Nerea se puso a acariciar y mordisquear mi polla por encima de mi bóxer, Julio no podía ver nada más que su espalda y su cabeza. Juro que no le dije nada a Nerea, ella misma se puso de medio lado, para que su marido la viera. A continuación, mirando a su marido, pasaba su mano por el bulto que hacia mi polla y no dejaba de mirarle. Julio trataba de aguantar el tirón, como si lo que estaba viendo le diera igual o no le afectara. Lo que pasa que sus ojos decían todo lo contrario y supongo que igual que me daba yo cuenta, su mujer también.
Llamándola puta le ordene que empezara a comerme la polla. Julio al oírme esas palabras y ver como su amantísima esposa liberaba mi polla y se ponía a lamerla a todo su largo, costándole agarrarla. Empezó a tocarse con mucho disimulo. Una tontería ya que todos estábamos cachondos. Nerea ahora cambio de posición para poder comerse bien la polla, lo que le dificultaba a su marido verla, pero él no se movía. Hasta que le tuve que decir que se acercara.
Julio como si se moviese a cámara lenta se acercó a nosotros, lo único que le falto fue hacerlo de puntillas. Nerea estaba tan enfrascada en lo suyo que no se enteró de nada, hasta que me miro y vio a su marido a mi lado. Con una sonrisa impúdica se dirigió a su marido diciéndole…
-¿Te gusta lo que ves?
-Si y veo a una pu… que a mí no me lo ha hecho nunca de esa manera.
-No te cortes, si me estoy comportando como su puta y si lo hago de otra manera, también es porque esto (agarrándome la polla) también es de otra manera.
Volvió a meterse mi polla en la boca y nos miraba con esa mirada tan peculiar. Cada vez estaba más en su salsa. Le dije de forma irónica a Julio, que si quería podía desnudarse, como si estuviera en su casa. No fue necesario repetírselo dos veces, se desnudó de forma tranquila, sin dejar de mirar a su mujer y colocando su ropa de forma adecuada, no como su mujer y yo, que dejamos la nuestra tirada por cualquier sitio.
Julio estaba como es lógico empalmado. Era la primera vez que le veía completamente desnudo. No estaba mal dotado y a diferencia de mí, era muy velludo. Volvió a sentarse y se tocaba con más ánimo. De vez en cuando paraba y se le notaba acelerado. Nerea se tocaba mientras me comía la polla y mirándome me decía que no iba a aguantar mucho, que se iba a venir rápido.
Hice que se levantara y se sentara encima. Cogió mi polla y antes de metérsela le dijo a su marido, si se acodaba lo que le contaba de que siempre me ardía, el afirmo con la cabeza y ella ni corta ni perezosa le dijo que la cogiera para comprobarlo. Él se quedó como en shock, pero no por lo que le dijo en sí, era como si hubiéramos descubierto algo y en cuanto se recuperó, decía que se fiaba que no hacía falta.
Estaba seguro de que no le había pillado lo suficientemente cachondo, que si no, lo hubiera hecho. Nerea puso su cara de vicio habitual y se fue metiendo la polla poco a poco, saboreando el momento, eso era una de las cosas que la hacía más excitante y ese día se estaba entregando mucho más, para que su marido la viera, pero faltaba bastante hasta ser la de siempre. Porque nuestras primeras veces ella se comportaba muy dulce, hasta que provoque que sacara la “fiera” que llevaba dentro y que en este momento, delante de su marido, seguía controlándose.
Mientras ella cabalgaba suavemente, excesivamente despacio, me comía sus tetas, apretaba sus pezones con mis labios, tan fuerte como podía y ella se abrazaba a mi cabeza, apretándome contra ella. Mis manos estaban en su culo, acariciando sus nalgas, esas que azotaba cuando estábamos juntos y que sabía que su marido nunca lo había hecho. Cuando las apretaba con más fuerza, ella se dio cuenta de lo que quería, porque pegando su boca a mi oreja me decía casi suplicando… “Por favor, por favor, Carlos, no, hoy no”
Lo que si hice fue jugar con su ano, llegue a meterle tranquilamente dos dedos. Fue aumentando su ritmo en la follada y ella iba poniéndose más cachonda, igual que me pasaba a mí y no nos olvidemos de su marido que estaba bufando. Por lo que le propuse… “Vamos Julio, ponte de detrás y fóllate conmigo a esta zorra, que le gustan mucho los sándwich” otra vez que se quedó desconcertado y Nerea que estaba muy cachonda, me abrió los ojos como diciendo que vas a decir, por lo que añadí… “¿No me digas que esta puta, no te ha contado como nos la hemos follado un amigo mío y yo. Como gritaba y decía que era lo mejor del mundo?”
La cara de Julio era de sorpresa, incredulidad, excitación igual que la de su mujer, que parecía que la ponía cachonda la cara de su marido. Julio mantuvo la boca cerrada y se colocó detrás de su mujer. Al estar nosotros más bajos, la postura no era muy cómoda, pero se las apaño y con cierta “violencia” le metió a su mujer su polla de un golpe. Consiguiendo que ella diera un grito-gemido retumbante. El error de él fue que se puso a follarla con demasiada vehemencia, insultándola, llamándola puta, zorra, guarra, infiel, mala mujer… y se corrió enseguida, menuda corrida que se pegó. Lo mejor era que mientras la insultaba, bien agarrada a ella, su cara de máxima calentura.
Ella y yo seguimos hasta que nos corrimos y esta vez ella fue un poco más suelta, pero nada parecido a lo que era ella habitualmente. Me estaba costando que se abstrajera de la presencia de su marido y estaba dispuesto a conseguirlo. Se levanto de inmediato y se fue al baño y nos dejó solos. Regreso y llevaba una bata corta de seda. Se sentó y bebió un poco de su bebida. Los ojos le brillaban pidiendo más.
La tregua duro muy poco. Porque al segundo y medio ya estábamos Nerea y yo comiéndonos la boca con cierta desesperación. Me estaba costando, Nerea seguía estando con algo de rigidez, lo mismo en la cama terminaba de soltarse, por lo que dije de irnos a la cama. Para mí la habitación de uno, debe tener más “salero” que una habitación normal y la de ellos era más bien insulsa y sin decir nada, la propia Nerea me decía suavemente, “En tu habitación estaríamos pero que mucho mejor, menuda pasada que tienes, me tienes que invitar un día para estrenarla, que vendría de donde estuviera sin problemas” y me mordió la oreja.
En la habitación no había donde sentarse salvo en la cama, por lo que le dije a Julio que se trajese una silla, fue volando por una. Nerea se había tumbado boca arriba, mirándome con una mirada libertina. Ni se lo suplique, ni se lo pedí, simplemente se lo ordene, le ordene que se tocara para mí, estuvo desconcertada solo segundos y se puso a tocarse, Julio miraba magnetizado a su mujer y ella solo miraba a mis ojos. Había sido un primer avance y no sería el ultimo.
Me agache y me puse entre sus piernas, me apetecía mucho comerme ese coñito, que como imaginaba estaba chorreando, algo fantástico. Nerea era indescriptible cuando se ponía cachonda al máximo, empezaba a perder el control, como decía ella, de sus buenas costumbres. La respiración que empezó a tener, era la que se le ponía cuando estaba al borde del orgasmo. Había que “putearla” un poco para se olvidara de todo. Al verla justo en el inicio de su orgasmo, me pare de forma fulminante, ella se arqueo, exclamo mucha ira y cabreo, echó unas bocanadas de aire y volvió a tumbarse de golpe.
Todavía le quedaba un poco de resistencia, pero muy poco, la conocía y lo sabía. Continué comiéndome su coñito, esta vez trataba de engañarme, lo notaba, aguantaba más la respiración, casi hasta el límite y cuando llegaba a ese límite, echaba una buena bocanada de aire, cuando intuí que estaba otra vez al límite, me pare de nuevo. Esta vez no se contuvo. “Que cabrón eres. Te gusta hacerme sufrir, te gusta que te suplique, pues no lo conseguirás”
Se hacia la dura, me chupe un dedo y lo puse en su clítoris, que estaba super hinchado, me miro como una perrita desesperada. Según la acariciaba el clítoris, se retorcía, era un juego de acariciar hasta ver que no se contenía y quitar el dedo. Viendo como estaba, le dije con seriedad pero suavemente, “Sabes que eres mi puta ahora, que voy a hacer contigo como siempre lo que quiera, lo único que esta vez tienes un espectador” y después de jugar varias veces con mi dedo, se “rindió” por fin, “Carlos, cómeme el coño, hazme correr, que vea mi marido como se come un coño de verdad”
Ya empezaba a ser la Nerea que em gustaba, empecé a comerme su coñito, hasta que empezó a retorcerse como una culebra, apretando su coñito cintra mi boca diciéndome, “Aaahhhh… así, así, no pares, como lo necesitaba… cuanto te echaba de menos, sigue, me corro, ME COOOOORRO… AAAHHHHH…” dio unos tumbos sobre la cama y su respiración estaba aceleradísima.
Me puse en la cama junto a ella y nos besamos apasionadamente y sin respirar, entre que ella habitualmente es incansable y yo, con el tiempo que llevaba sin follar bien, en condiciones, estábamos los dos para seguir sin parar. Ahora vendría el plato fuerte y la respuesta a alguna duda que tenía. Poco a poco ella se fue moviendo hasta quedar boca abajo. No sé si Julio lo sabía, pero a Nerea la posición que más le gustaba a la hora de follar, era tumbada boca abajo, sentir el peso encima y mientras ella masturbarse, decía que tenía los mejores orgasmos y que sentía la penetración más profunda de esa manera.
Daba igual que la follase por el coñito o por el culito, esa era su posición, aunque también le gustaba a cuatro patas. Ahora Julio tendría un nuevo espectáculo. Acariciaba las nalgas de Nerea y le decía al oído, que por mala tenía que “castigarla” y ella me decía que otro día, cuando estuviésemos solos. “No te he pedido permiso, te he dicho lo que voy a hacer” y Nerea con algo de nerviosismo, con preocupación me susurro, “Otro fía de verdad, no quiero que se mosquee, que seguro que se enfada”
Sabía que Julio no se iba a enfadar, es más estaba seguro de que le iba a poner mucho más cachondo y que si era así, todo eso llevaría a una situación en que la más sorprendida seria Nerea. Por eso inicie una conversación con Julio mientras acariciaba el culo de su mujer y mientras él se acariciaba solo.
-Julio, es todo un lujo la mujer que tienes. Pero sabes lo que me está diciendo, (pregunta retórica) que no la castigue porque te puedes enfadar.
-¿Enfadarme… por qué?
-Imagino que porque nunca la has castigado. ¿la has castigado alguna vez?
-¿Castigarla cómo? Y sobre todo ¿Por qué? (lo preguntaba con cara de no saber)
Fue cuando la di el primer azote, fuerte y sonoro. Julio abrió la boca por la sorpresa que se acaba de llevar. Y mientras azotaba el culo de su mujer, le decía… “La castigo por zorra, por haber estado toda la noche conteniéndose, por eso. ¿verdad que te lo mereces? Zorra” y cuando Julio oyó gemir a su mujer diciendo que sí, casi se corre, tuvo que soltar su polla y no tocarse más, sus ojos se le salían de las orbitas.
Era imposible que su culo estuviera más rojo. Luego hice que se pusiera a cuatro patas y mirando a Julio le dije… “No querías ver a tu mujer bien follada, pues ponte debajo y tendrás la mejor vista” Nerea ya no decía nada más que… “A que esperáis” y movía su culo de forma insinuante. Empezamos a follar y poco después, Nerea se dejó caer un poco más, para que su marido le comiese el coñito. Le prohibí que el comiera la polla a su marido y ella obedeció. Nerea entra la comida que le hacia su marido y la follada que yo la pegaba, estaba otra vez cerca de correrse.
No había mejor momento que probar en ese momento una teoría que tenía en mi cabeza. Aminore mis penetraciones y cada vez sacaba más mi polla del coñito de Nerea, hasta que una de esas veces, lo deje caer justo sobre la cara de Julio, moví un poco el cuerpo de Nerea y mi capullo quedo en los labios de Julio, que abrió bien abierta su boca, hasta que mi polla le entro. Al momento note como succionaba y la mía mi capullo.
Nerea al notar que la lengua de su marido no hacía nada y mi polla tampoco. Protesto girándose un poco y cuando vio a su marido comiéndome la polla se quedó alelada, se quitó de encima, empezó a tocarse ella sola y se acercó a mi besándome de una forma muy cachonda. No le bastaba eso y se fue a sentar sobre la polla de su marido. Este al darse cuenta y como si le hubiesen pillado en una travesura, dejo de mamar mi polla.
Su mujer con voz de salida le dijo… “Vamos sigue mamando como un cabrito y trágate su corrida, que quiero verlo” julio no quería y ella se agacho hasta cogerle agresivamente de su cara diciéndole… “Desde hoy aquí se hace lo que diga el o lo que diga yo. SIGUE MAMÁNDOSELA” puse mi polla y continuo. La cara de viciosa de Nerea era tremenda, le gustaba lo que veía. El primero que se corrió fue Julio, como su polla se bajó, Nerea se colocó a un lado sin perder ojo y se masturbaba con furia, pero no quería correrse, porque cuando la veía a punto, ella misma se paraba.
Me decía que me esperaba, que quería correrse conmigo. Me estaba costando porque suelo tardar y porque Julio no lo hacía muy bien, algo natural para ser su primera vez. Hice con mi cabeza una señal a Nerea de que me iba a correr, no quería decirlo en alto, para que le pillara por sorpresa a su marido. Aguanto como un jabato, toda mi corrida y los empellones que di contra su garganta. Nerea se corrió con su escandalo habitual, ya no se cortó para nada y luego fue a besarse con su marido. Cuando acabo de besarse dijo… “Que tío más cerdo, se lo ha tragado todo y no ha dejado nada. Que mamón”
Nos dio la risa, por la cara que puso y por la forma de decirlo. Como suelo hacer en una primer cita, cuando se dan circunstancias novedosas para ambos, en este caso la nueva faceta de Julio y la faceta desconocida de Nerea para Julio, suelo desaparecer de escena, para dejarlos a solas y que dialoguen entre ellos. Cuando quise hacerlo no me dejaron, decían que ya teníamos más que confianza. Julio nos sirvió bebidas a todos y mientras ellos hablaban yo me limitaba a escuchar, sentado en la cama, apoyado en el respaldo del cabecero.
-Me has sorprendido, no conocía esa faceta tuya y ni me la imaginaba, nunca me la habías comentado. No sabía que te atraían los tíos.
-Es que no me atraen. Con Carlos es distinto, tiene algo, no sé y ya te aviso que no lo hare con ningún otro tío. Tanto me hablaste de él, porque de los demás has dicho que ni fu ni fa. Y yo tampoco conocía tu faceta de sexo duro.
-Jajaja… si a eso le llamas sexo duro… no veas cuando Carlos me coge a solas, jajaja… alucinarías. ¿Qué te ha parecido lo que has hecho?
-Que tenías razón en dos cosas, lo caliente que tiene el cimbel y la manera de correrse, es una barbaridad lo que suelta.
-¿Solo te has quedado con eso?
-No mujer. Me he puesto muy cachondo. ¿Y tú?
-Pues me he puesto como una perra, al verte, que subidón de calentura.
-¿No te ha disgustado o enfadado?
-Que va, en serio. Porque me he dicho, mi marido empezó la noche como un cabrito ahí mamando y la va a acabar como un cabrón. Lo sabes, ¿Verdad?
Me gustaba este matrimonio, se echaron a reír, no se andaban con zarandajas, eran libres de verdad. Me preguntaron lo que opinaba y les dije que en eso no me tenía que meter, que lo tendrían que hablar ellos con más calma. Les dije que de todas maneras me iba a marchar. En otro momento me hubiera quedado más, pero mi cabeza se iba a otro sitio, así que dije que me daría una ducha rápida y me iría. Nerea me indico que usara mejor el baño de ellos y que ahora me llevaba una toalla.
El baño era grande, la ducha no tanto. Me estaba duchando y Nerea se metió conmigo en la ducha. Parecíamos sardinas en lata, pero eso no evito que nos metiéramos mano, que nos besáramos y que mi polla se pusiera dura y entre sus piernas. Nos salimos de la ducha y la apoye contra el lavabo, porque había un espejo inmenso y eso me pierde. Me puse a follarla salvajemente como nos gusta a los dos. Su marido nos tenía que estar oyendo, me daba igual. Se corrió muy rápido y como me iba a costar bastante más, después de haberme corrido una vez, hice que se agachara me hice una paja y me corrí en su boca.
Se levanto y esta vez hablo en voz muy baja, estaba claro que para que no se enterar su marido. “Sigo cachonda. Le he dicho Julio que eres muy dominante y que si quiere estar otra vez con nosotros tendrá que ser un perrito y me ha dicho que ya lo hablaremos, pero tiene ojos de putita, como me dices a mi” me eche a reír y le dije que ya hablaríamos. Que primero se aclaran ellos, que ahora estaban en caliente y esas cosas se tienen que tratar en frio.
Me despedí muy amistosamente de Julio, que me dio un abrazo muy fuerte y estaba como si no hubiera pasado nada, como si hubiera sido una noche normal. Algo que me congratulaba y volvió a insistirme en que me quedara hasta que fuera de día. Lo rechace amablemente y me fui.
Mientras conducía a mi casa, no paraba de sonarme el móvil. Eran avisos de mensajes que me llegaban sin parar. En el coche no los leo así que me espere hasta llegar a mi casa. Principalmente eran emojis de caras triste o llorando, todos de Nerea y al final un texto que me decía… “Estoy muy triste, enfadada y mi culito más, que hoy no le has dado lo que se merecía, eres muy malo” mi respuesta fue mandarle unos emojis de unas manos juntas pidiendo perdón y una cara sonriendo guiñando un ojo.
Luego como a la media hora me mandó un mensaje en el que me decía… “¿Y ahora qué?” mi respuesta fue que ya lo hablaríamos con más tranquilidad, que en septiembre estaría por Madrid. Me mando unos besos y allí se acabó la noche. Quedando en mi cabeza una respuesta para ese… ¿Y AHORA QUE?