Reencuentro con sneider parte ii

La segunda parte. David y Sneider comienzan un viaje de emociones, que no saben cómo lidiar. Pero el sexo, nunca falta.

La sangre bombeaba con fuerza en mi cabeza. Solo podía mirar el piso. Las luces de la decoración de la terraza titilaban. Se volvieron en una señal insignia del recuerdo, esas malditas luces. Bueno, puede ser porque no me siento tan conectado con el espíritu que representan como debería, o como lo hacen los demás. Y creo que fue, de hecho, estas fechas lo que me hacen verlo así. Cuando volví la cara a Sneider, aún estaba muy pensativo. Se tocaba la barbilla pesadamente, sopesando lo que estaba pasando ahora. Nunca pensé que esto llegaría tan lejos, nuestra relación se basaba en un juego de dominación que fue placentero y divertido, en el que creí que ambos disfrutábamos. Pero ahora, era diferente, la forma en que nos mirábamos, en que éramos en la intimidad, todo diferente.

  • La próxima semana debo ir a una inducción en la universidad, creo que podríamos ir juntos y hablar de ello. Ya sabes, lejos de todos, una ciudad nueva... tal vez quieras encontrarme en público - dije mientras me acercaba lentamente.

  • Yo... solo quiero saber qué esto es real. Que no... he perdido todo mi esfuerzo en pensar en esto, para nada.

Y cómo lo comprendía. Y cómo lo comprendería en el futuro, también. Porque siempre suele ser así, en el fracaso, todas nuestras acciones se tornan en una lista de estupideces, a diferencia de si hubiéramos ganado. Ahí, todas las acciones serían un cúmulo se buenas decisiones que hicieron el éxito posible. Estaba muy relacionado con la primera, ya que estaba en contacto con el sentimiento de perder, de... fallar. Y lo comprendería mucho después. Ahora era Sneider quien se sentía cómo era ser yo, después de todo. Ser, el que siempre se había aceptado como menos.

Lo abracé, puse mis manos sobre su cadera. Y vaya que me gustaba. Aunque no fuera un obsesionado con el gimnasio, Sneider había jugado futbol desde muy niño. Me encantaba tocar esa piel tersa que se colocaba en un abdomen duro. Varonil. Pero incluso eso, no era lo que más me gustaba. Su bello público subiendo hasta su ombligo. Mi hombre. Al llegar a su espalda pude tocar esa suave curva que formaba sus nalgas. Al acercarme, pude probar esos labios gruesos, carnosos. Ah, como me encantaba morderlos. Sentir cómo su lengua invadía mi boca, así como lo hacía con otros agujeros en mí.

Por otro lado, Sneider era más agresivo en sus movimientos. Podía sentir como su dedo hurgaba en mi conducto anal. El cual se dilataba cuando sentía esa fuerte presión. De alguna forma, siempre quería complacerlo, por lo que no puse ninguna resistencia. Al ver que mi culo se acostumbraba fácilmente, su otro dedo se disponía a invadirme. Podía sentir como abría y cerraba mi culo, haciéndome gemir pidiendo más.

  • Sí, ahhhh... qué rico. Me encant….

  • Jmmmm y yo creo que es momento que saludes a tu amigo de abajo.

  • Sí, creo que sí... - me arrodillé para poder comenzar con mi labor.

Al bajarse los pantalones, pude notar lo minúsculo que me hacía sentir, arrodillado frente a él. Sí, my daddy, mi hombre. Cómo me gustaba ser su perrita personal. Su juguete sexual. Primero me dirigí a sus huevos, los cuales ya tenían vello por todo su prepucio. Me ponía mucho tener que pasar mi lengua por toda esa piel arrugada y sexy. Con ese olor particular de sudor de macho. Tomé ambos huevos en mi boca, mientras con un gran esfuerzo traté de oler todo su sudor. Sneider acariciaba mi cabeza, haciendo que llegaran más profundo. Mis ojos estaban más concentrados en su cara, que en cualquier momento de mi vida. Luego pasé a su polla, la cual se posaba amorcillada en mi cara. Pesada, caliente, creciendo en mi cara. Su glande se sentía apretado y jugoso. Su pre - cum ya estaba por toda su cabeza. Al llevarlo al fondo de mi garganta, sentía el sabor salado de su pene. Sí, me encantaba cuando lo lleva de bolas profundas en mi boca. Chocaba fuerte en mi garganta. Una. Dos. La saliva salía de mis comisuras caían en el piso, haciéndome lagrimear los ojos.

  • Me encanta cómo te mueres por un poco de semen de tu daddy, jaja

Solo podía mirarlo. Cuando su polla salió de mi boca, solo pude ponerme a besar su falo babeado. Ya podía notar sus venas, fuertes, que brillaban por mi mamada. Cuando sentí mi cabeza dirigirse hacia atrás, y la presión de mi cabeza por mi pelo jalado, su polla estaba dando golpes en mi cara. Me encantaba la satisfacción que le daba por tratarme como su perra. Mi cara comenzaba a humedecerme con mi propia saliva.

Me dispuse a besar su pubis, me encantaba esa combinación de lo áspero de su vello y los suave y corrugado de sus bolas. Sneider se dirigió al sofá. Al sentarse, dejó caer ese mástil que colgaba de su entre pierna. Pero no sería a lo que le prestaría atención en los próximos minutos, si no su culo. Me encantaba chuparle el culo a Sneider. A pesar de que nunca lo fuera a penetrar. Pero me encantaba la posición que me colacaba, solo porque él lo deseaba. Me encantaba encontrarlo siempre caliente y con hambre de mi lengua. Lo lamí con suavidad por toda la superficie, hasta que decidí meter mi lengua, curvándola, admirando su culo, bien formado y viril. Besé su nie (el espacio entre el ano y los testículos) suavemente, llevando mi mirada a la suya. Era su perra, para que la usara sin ningún tipo de remordimiento.

Me detuvo para bajar mis pantalones y así pudiera disfrutar de mi culo necesitado. Me puso en cuatro en el sofá y me comió fuertemente el culo. Su lengua irritaba un poco las huellas que dejaron sus fuertes dedos en mí, hace un momento. Me encanta esa dualidad, de dolor/placer, que se presentaba en mis encuentros con él. Cómo su agresividad solo me podía dejar con una sensación de protección. De que no importa lo que pase afuera, me cuidaría de todo, pero me follaría con fuerza. Marcando su territorio. Ohh sí, márcame Sneider, márcame como tu perra. La punta de su pene se colocaba en mi agujero, palpitante. Pero no era suficiente, la quería dentro de mí. Así que llevé mi cuerpo hacia atrás y clavarme la polla de mi amo.

  • Eso me gusta. Que buena disposición bebé.

  • Ahhh sí, quiero. Quieroo....

Sus embestidas se tornaban salvajes y sentía cómo todo el espacio de mi cavidad anal eran llenados. Estaba ensartado, atravesado por mi macho. Mi único y fuerte macho, que penetraba a su perrita para hacerla entender su lugar en el mundo. Sus bolas se golpeaban con las mías, rítmicamente. Últimamente se encontraba interesado por las posiciones, así que cada encuentro probábamos algo diferente, aunque nunca quitábamos nuestras propias posiciones. Cada uno en su lugar.

Al llevarme al piso, me hizo respingar el culo, a modo de ofrenda, el cual estaba totalmente accesible al placer de su polla. Puso su pie sobre la mitad de la cara, mientras la otra mitad hacía presión en el suelo. Sentí cómo era clavado analmente, comenzando a gemir de una manera que no había experimentado antes. Con cada embestida, un pequeño golpe contra suelo experimentaba. A veces, lo sacaba completamente, para clavarme fuerte y profundo, cada vez. Mi agujero se quedaba abierto, expectante por la siguiente jugada. Mi pre - cum caía al piso, y estaba completamente consciente de sería mi trabajo limpiarlo luego.

  • Ven...

Me llevó a mi cuato, donde comenzó a revolcar algunas cosas en mi ropa interior. Sacó un dildo, el cual pegó a la pared del baño de mi habitación. Me "obligó" a mamarlo, mientras me seguía penetrando contra la pared.

  • Sí, es importantes que todos tus agujeros estén bien ensartados cuando de follo. Siempre. Ahhhh

En este punto ya no sentía ni un poco de dolor en la dualidad que mencioné anteriormente. Solo ese placer cosquilludo que emergían de mi próstata y llegaba hasta a mi estómago.

  • Ahhh sí, hoy te alimentaré por el culo. Sí, sí, ahhhh.... recíbelo a semilla de papá, ahhh

Barios chorros de semen inundaron mi interior. Calientes y mojados. Al terminar, procedió a besarme rápidamente, con mucho deseo en su boca. Habíamos terminado una buena sección de sexo. Mi celular comenzó a sonar y tuve que ir a contestar. Era mamá.

Cuando terminé la llamada, procedí a decirle a Sneider que mi mamá había comprado algo de comida navideña, que por qué no pasaba la noche conmigo. Mis papás nunca habían sospechado cuando lo habíamos hecho antes. Sneider seguía con su imagen de macho ante todos, lo cual me favorecía.

  • Así que ya me invitas a cenar con tus padres, ¿ya les dirás que te dejé embarazado? jajaja

  • Bueno, le caes bien a mamá. Dice que me enseñas cosas de fútbol

  • Y más que fútbol - dijo, besándome con una sonrisa en la boca.

La decoración de la casa me gustaba. La mayor parte de las paredes eran blancas, así que hacían juego con todos los adornos rojos. Sneider le encantaba hablar sobre sus entrenamientos, lo cual me aburría un poco. Por mi lado, trataba de hablar sobre temas universitarios. Tenía un poco de miedo. Me había postulado a un financiamiento condonatorio, que me ayudaría con algunos gastos en la nueva ciudad. Lo cual era genial... o eso creía.

  • Bueno, creo que el cambio de ambiente te puede ayudar mucho. Pero no te pierdas.

  • Creo que podrías pasar varios días conmigo bebé.

  • Son 8 horas de conducir, no sé si realmente vaya a ser una buena idea.

  • Cada vez que pienso en las decisiones que he tomado, siento que he te he herido bastante. Y lo lamento.

  • No, no lo sientas... aún recuerdo los años en el que no fui el más amable contigo.

  • Bueno, los chicos son idiotas por una vez en la vida.

  • No debí, solo que... odiaba como me sentía. Negar mis sentimientos. No sabía cómo más expresarlo. Era mi forma de tener contacto. Fue una decisión.

. Me alegra que ya hayas podido. Y no justifico lo que pasó, pero está bien. Creo que lo superé.

Cuando recordaba cómo fue esa primera etapa de acercamiento de Sneider, sentía algún tipo de rabia por lo que pasó. Sobre todo, hasta antes de comprender lo que pasaba como un acto excitante. Pero al verlo con los ojos en lágrimas en el baño, arrepentido, cómo no perdonarlo.

El timbre sonó. Mamá había llegado con la cena. Y vaya que moría de hambre.

  • Hola chicos, me alegra verlos.

-Hola, mamá.

-Hola, señora Vásquez.

  • Ya tengo todo listo, así que si quieren ayudenme a servir la comida para cenar.

Destapamos las cajas y bolsas que mamá había traído y organizamos la mesa.

  • Vaya, me encanta que puedas pedir pavo listo para cenar. Lo compré de un restaurante nuevo que queda cerca de mi oficina. Delicioso.

  • Sí, está muy bueno.

  • ¿Y cómo has estado Sneider? ¿Cómo va todo?

  • Bien, señora Vásquez. Yo he estado bien. Preparándome para la universidad el próximo año.

  • Oh qué bueno, ¿A cuál irás?¿Escogiste una universidad de la ciudad?

  • Sí, aún no estoy listo para soltar el nido, jaja.

  • Oh, eso me alegra mucho. David sí estudiará un poco más lejos ahora. Irá a la capital.

  • Sí, ya me lo ha comentado.

  • Oh, aunque creo que necesitaré que lo visites a menudo. No quiero que se salga de control al no verme ahí.

  • Seguro, yo también planeo seguir en contacto.

Al parecer mi mamá se llevaba muy bien con Sneider. ¿Lo apruebas mamá? Jajaja. Solo podía imaginar su reacción si se enterará. Pero sería solo eso, una idea. Sneider aún no estaba listo para "encontrarme en público". Bueno, sea como sea, las cosas no son siempre como uno las quiere. Pero podía disfrutar de lo que estábamos pasando. Verlo cómo el varón que todos percibían. Sí, me gusta. Al transcurrir la cena, hablamos de muchos temas, y le comenté a mamá que Sneider me acompañaría a la inducción. Iríamos en la camioneta, de forma que no sufriéramos por el transporte en la ciudad si viajásemos por otro medio. Partiríamos en miércoles por la noche. La inducción era el viernes, entonces pasaríamos el jueves descansando o algo. Reservamos el hotel y estábamos listos para pasar unos días fuera. Mi mamá estaba de acuerdo. Quería planear un viaje que haría con sus amigas una vez ya empezara mi semestre, así que ir con Sneider sería la mejor idea.

Terminamos de cenar y Sneider se dirigió a mi cuarto. Prendimos el televisor y nos arrunchamos en la cama.

  • Bueno, creo que ese viaje es un hecho.

  • Sí, también me alegra. Algunos días lejos de todo. Nos hará bien - dije, mientras nos besamos. Al voltearme, mi el estante de mis libros. Vaya, me daba algo de nostalgia recordarlo. Pasé mucho tiempo con ellos en años anteriores. Me hacían... recordar. Y vaya que odio recordar. Me hace sentir en medio de un vértigo increíble. Cómo el que me dan con los atardeceres. Me dan ganas de llorar. Me emposoñan, haciéndome sentir vértigo. Pero a veces, solo decido saltar en esos sentimientos y recordar cómo los viví, mis sensaciones justo en ese específico momento... que quedó guardado para recordarlo justo ahora. Tal vez ese era el propósito de los recuerdos que asaltaban a mi cabeza en algunos momentos.