Reencuentro con Paula Prólogo/Capítulo 0

Antes de comenzar con la historia, os cuento cosas sobre mí, para que me conozcáis, recomiendo leer el capítulo para entender el resto que iré publicando, poco a poco.

Antes de comenzar a contaros lo que me sucedió cuando me encontré, por pura casualidad con Paula, una antigua compañera de clase, a la que comencé a educar como sumisa y a la que convertí en una puta, en privado, y toda una mujer respetable, en público, me gustaría contaros cosas sobre mí, para que me conozcáis un poco mejor, y sepáis cómo llegué a la situación en la que me encuentro a día de hoy; esta primera parte es, quizás, poco sexual, pero, es importante.

Físicamente, mido en torno a 1.80, me gusta cuidarme, pero no soy un musculitos, y estoy delgado, aunque, sin seguir ninguna dieta en especial; me encanta fumar y las mujeres que fuman, y, aunque no consumo drogas, sí que me gusta que la mujer que está conmigo, lo haga.

Aunque he vivido gran parte de mi vida en una de las mejores urbanizaciones de Madrid, en Somosaguas, ahora vivo solo en un apartamento de lujo, en la zona del Barrio de Salamanca, que he decorado a mi gusto, como piso de soltero.

Tuve la suerte de nacer en un buen lugar, en Pozuelo de Alarcón, y ser el único hijo de un ingeniero y abogado, muy conservador y con las ideas claras, y junto a mi madre, ama de casa y sufridora y disfrutona, a partes iguales, de las ideas conservadoras de mi padre, pasé una infancia bastante buena, con muchos lujos materiales, y con el amor y el cariño de unos magníficos padres.

Evidentemente, tuve que esforzarme mucho en la época de estudiante, para poder devolver a mis padres, todos los esfuerzos que hacían por mí, mi padre, se pasaba las horas y los días, trabajando duro en sus empresas, para podernos pagar, a mi madre y a mí, todos los lujos.

Estudié en uno de los mejores colegios de Madrid, rodeado de gente con padres con dinero, poder e influencias, y, entre esas personas, se encontraba Paula, que, aunque no era de las chicas que mejor me caían, no estaba mal del todo, tanto a nivel físico como mental, que era lo que más me importaba, aunque, sí que es cierto que, Paula, era una de las secundarias, por así decir, siempre iba acompañada de una amiga suya, de Miriam, que era el centro de atención, y que trataba, de algún modo, de hacer que, Paula, apenas destacara.

A nivel de notas, era de los mejores de la clase, gracias a las horas de estudio que echaba y a atender en las clases, apenas sí tenía tiempo para salir con amigos, pues, aparte de las clases normales, me apuntaba a distintas actividades, en especial, ajedrez e idiomas, pero, también, piano y equitación, para que se notara que era de buena familia.

No me fijaba demasiado en las chicas, aunque había algunas que llamaban mi atención, pero, prefería centrarme en los estudios, ya llegaría la mujer adecuada.

Sobre eso, mi padre me educó en que tratara de encontrar a alguien como mi madre, muy correcta y educada en público, pero, en privado, sumisa y obediente, para que cumpliera siempre lo que yo quisiera, sin rechistar, e, incluso, castigando física y psicológicamente, cuando así fuera necesario.

Al acabar el colegio, estudié Ingeniería de Caminos, entonces, carrera de 7 años largos, que fueron duros, pero, con algo de esfuerzo diario, me la pude sacar sin demasiados problemas.

En esa época, hubo también alguna mujer que rondaba con la idea de ser mi novia, y a quien me pude follar, pero, de algún modo, no era el tipo de mujer que me gustaba, quizás demasiado progre para mi gusto y feminista más que femenina.

Al acabar la carrera de Ingeniería, y para complementar los estudios, me apunté a la universidad online, y fui haciendo las carreras de Derecho y ADE, compatibilizándolo con el trabajo, por las mañanas, en una de las empresas de mi padre.

Aunque, en la empresa de mi padre, había algunas compañeras, que querían follar conmigo, y, alguna, cayó, en realidad, lo que yo quería, que era lo que mi padre me había enseñado, no aparecía, ninguna quería ser una sumisa ni probar cosas de BDSM, más allá de alguna venda en los ojos, la que más.

Al acabar de estudiar, y ser ya abogado, gracias a las influencias de mi padre, logré entrar en un prestigioso bufete de Madrid, en el área de Derecho Penal, que, en el fondo, siempre había sido mi gran pasión, desde pequeño, y, fue así, como me reencontré con Paula, en una situación que contaré en el siguiente capítulo, pues, como ya he dicho, esto es solo una breve introducción.

En cualquier caso, no me iba a rendir, estaba dispuesto a encontrar una sumisa, alguien a quien destruir, tanto a nivel psicológico como físico, y convertir en una puta, en mi puta.