Reencuentro con Paula 7.3 Final (Por ahora)

Atención, a partir de ahora, la historia sigue en la sección de Dominación de la web. Conozco a Carlota, una médico de la clínica donde está Paula y la historia da un giro radical.

Recomiendo leer las otras partes de esta historia, para poderla entender, antes de la lectura de este capítulo.


Miércoles por la tarde 17:30 aproximadamente, en el hospital donde se recuperaba Paula de las cirugías.

Llegué al hospital donde estaba Paula ingresada, aparqué el coche, y fui al mostrador de recepción, a preguntar por Carlota, aunque, no me hizo falta esperar nada, porque, ella ya estaba allí, vestida con ropa de médico y esperándome.


Breve descripción de Carlota:

En torno a los 30 años, morena de pelo largo, piel bronceada y cuerpo de gimnasio, marcado también por una alimentación quizás demasiado sana y estricta, muy delgada, tetas pequeñas, abdominales a la altura de los de Carolina, 1.70m de altura, bastante guapa y cuerpo totalmente natural.


Carlota se presentó y me dijo que era, al igual que Almudena, con quien hacía equipo, neurocirujana.

Subimos en el ascensor hasta la planta en la que se encontraba la habitación de Paula, y entramos en esa habitación.

Paula estaba totalmente consciente, aunque ya apenas se le entendía al hablar, debido al aparato dental, que, unido al vendaje de la nariz, apenas sí le permitía respirar.

Pude entender que, Paula, estaba algo incómoda, pero muy excitada por la situación, además, la pillamos tocándose a través del pañal, algo húmedo con la mezcla de pis y flujos de su coño.

Carlota llamó a una auxiliar, para que le cambiara el pañal a Paula, y, mientras esperábamos en el pasillo a que, la auxiliar, le cambiara y limpiara a Paula, Carlota, me pidió permiso para añadirle a Paula, algo en los ojos, que la hiciera aún más vulnerable, y que, Carolina, se había negado.

Carlota me explicó que es muy fetichista de los vendajes en los ojos, por lo que le quería poner un parche médico en un ojo a Paula, para que sufriera aún más, sabiendo que, Carolina, se había negado, era razón de más para decirle que sí a Carlota (Como castigo por el pis en mis sábanas, que, por cierto, la asistenta, ya había cambiado en mi casa).

Cuando la auxiliar cambió a Paula, Carlota le dijo que llamara a una enfermera cuando pudiera, y que trajera lo necesario para tapar el ojo de Paula.

La enfermera tardó unos minutos en llegar, que aprovechamos para explicarle a Paula lo que le iba a pasar en su ojo, saberlo, provocó la necesidad de otro cambio de pañal para Paula, de nuevo inundado con sus jugos, por la

excitación

.

Carlota le colocó primero un poco de esparadrapo en el ojo a Paula, para cerrárselo por completo, y, después, le colocó el parche, asegurándose de que no entrara nada de luz, y, para acabar, le puso un par de tiritas con las que cerró todo, para que no se saliera el parche.

Con Paula, estuve unos minutos más, hasta que, la llamada de Javier, nos interrumpió la conversación (Estábamos hablando de sus gustos raros, sobre temas médicos, al parecer, a Carlota le encantaba todo lo relacionado con material médico, y, ver a Paula así, le parecía muy excitante).

Javier quería saber cómo había ido la cosa con Isabel, le expliqué que, Isabel, había aceptado la propuesta, y que, por tanto, al día siguiente, la podríamos llevar hasta el club de alterne de Marbella, con los ojos vendados, tal y como, Javier, me había dicho que le gustaba hacer ese tipo de viajes (Para la sumisa que hacía el viaje, claro está).

Fue al escucharme hablar de ojos vendados cuando, Carlota, me insistió en que le contara de lo que se trataba el tema, por si podía ayudar, así que, al acabar la conversación telefónica con Javier, le tuve que contar a Carlota parte de la situación.

Carlota tenía libre el día siguiente, por lo que se ofreció a acompañarme a Marbella, y a encargarse antes de vendarle los ojos bien vendados a Isabel, para que no pudiera ver nada de lo que le iba a pasar en el siguiente mes.

Yo acepté así que, Carlota, me dijo que, lo mejor, era que fuéramos ya para mi casa, donde dormiría ella esa noche, conmigo, para, al día siguiente, no perder tiempo en desplazamientos, en cuanto que, Isabel, llegara a mi casa, empezar con el vendaje de sus ojos, de forma que, en cuanto que, Javier, estuviera preparado con la furgoneta para llevar a Isabel a Marbella, nosotros dos pudiéramos seguir la furgoneta con mi coche, y hacer el viaje a Marbella, dejar a Isabel allí, y regresar a Madrid, tras comer, eso sí, en un chiringuito, para no hacer el viaje en balde.

Nos despedimos de Paula, a quien ya no vería, como mínimo, hasta el viernes (Al menos, en persona, quizás, Carolina, me iría mandando fotos de cómo evolucionaba), y fuimos hasta el parking del hospital, Carlota, aunque tiene coche pero solo lo usa para viajes largos, iba al hospital en transporte público o con Almudena, (Que la recogía en su casa, muy cerca del hospital, un pequeño apartamento que compartía con otra amiga, enfermera, para estar cerca del hospital), así que, me tocó llevarla a mí hasta mi casa.

Antes de salir del hospital, Carlota se tuvo que cambiar de ropa, se quitó la ropa de médico del hospital, y se vistió por completo de cuero, con un top, una falda, botas altas, una chaqueta, y unos guantes; ya en mi coche, Carlota me confesó que, la ropa de cuero, era otro de sus fetiches, y que la usaba prácticamente a diario, cuando no usaba la ropa de médico del hospital, o estaba desnuda si se encontraba a solas en su apartamento.

Dejé a Carlota a solas en mi casa, le dije que fuera prudente pero que se sintiera como si estuviera en su casa; yo tenía que salir y regresaría tarde a casa.

De nuevo agarré mi coche, y fui hasta las inmediaciones de una de las oficinas de mi padre, donde se encontraba el bar, con terraza, en el que había quedado con Alexandra; aparqué el coche en un parking público.

Alexandra se estaba ya tomando una cerveza y fumándose un cigarrillo cuando yo llegué, me retrasé un poco al haber tenido que dejar a Carlota instalándose en mi casa.

Saludé a Alexandra, que me regañó cariñosamente por mi tardanza, me iba a pedir ella misma una cerveza, pero, le dije que tenía que conducir, y no iba a ser posible beber y conducir a la vez.

Alexandra se pidió otra cerveza, me pidió a mí una Coca-Cola, y comenzamos a hablar, en realidad, fue Alexandra quien habló, monopolizando casi el discurso, y dándome pocas opciones de réplica, aunque, eso sí, lo que me contó, me dejó sorprendido, teniendo en

cuenta,

además, lo que había expresado en la comida con mis padres.


Con Alexandra en una terraza.

Alexandra tenía una propuesta que hacerme, que me dejó muy sorprendido, porque era algo que no me esperaba.

Según me dijo, en realidad, Alexandra, era bisexual, pero le gustaban más las mujeres que los hombres, por ejemplo, la mujer tatuada entera del restaurante en la comida del día anterior, la novia de Alicia, la había puesto muy cachonda, y había hecho que se masturbara con fuerza, al llegar a su casa, pensando en ella.

Lo que, Alexandra, me proponía, era que fuéramos pareja de manera oficial, incluso follando de vez en cuando, pero, nuestro acuerdo nos daría libertad para follar con quienes quisiéramos, de manera libre, algo así como ser pareja de cara a la galería, pero, en la realidad, folla amigos.

Yo decidí no aceptar la propuesta, pues opino “de que” (Parafraseando a algún periodista muy conocido y director incluso de un prestigioso periódico), en los temas relacionados con la sexualidad, es mejor ser totalmente libres, y expresar los sentimientos, incluso aunque sean una enfermedad (No digo, ojo, que, la homosexualidad lo sea, hablo de parafilias, por ejemplo) o algo poco común, o que pueda resultar como algo malo para la forma de ser de algunos.

Así es que, le dije a Alexandra que no iba a aceptar su oferta, y que, yo mismo me encargaría de hablar con mis padres, si se enfadaban conmigo, sobre lo que había pasado, aunque fuera de manera endulzada. (Les diría, simplemente, que no había cuajado, que no encajábamos, y ya).

Acabamos la conversación, le desee suerte a Alexandra, y que se decidiera a ser tal y como era, sin temor al rechazo de nadie, y, por supuesto, si en alguna ocasión necesitaba mi ayuda legal o para alguna cosa, que contara conmigo.

Regresé al parking público donde había dejado mi coche, me monté en él, y puse el GPS hasta la casa de Marta en Aravaca, para evitar perderme; en el trayecto, hablé con Sara, que se iba a retrasar bastante, pues tenía que ir con Alicia a su casa, a ayudar a instalarse a Lucía, así que, Sara, me pidió que la disculpara con Marta, porque, de llegar, sería ya casi al final, pero, eso sí, me pidió también que le fuera informando del sufrimiento de Carolina.

Conseguí llegar sin perderme, a la casa de Marta, era la primera vez que iba allí a solas en mi coche, lo consideré casi como el logro del día, sin saber lo que estaba por llegar.

Aparqué el coche, avisé a Marta de que ya casi estaba a punto de llegar, llamé al timbre, y subí en el ascensor, hasta la casa de Marta.

Rocío, con su melena pelirroja y su cara llena de pecas, y vestida con el uniforme de látex de asistenta, me abrió la puerta, me preguntó si era yo quien llamaba, me sorprendió la pregunta, por lo que la miré a los ojos, y vi que, la mirada, la tenía como ausente, a lo que, Rocío, me dijo que, Marta, le había puesto unas lentillas en los ojos, que le impedían ver por completo, como segunda parte del castigo, y que se pasaría así lo que quedaba de semana.

Rocío me hizo pasar al salón, y desapareció, aunque, antes, me dijo que, Ama Marta no tardaría en llegar.

Marta tardó apenas 5 minutos en aparecer, llevaba una falda de cuero de tubo, de color negro, una camisa blanca, guantes largos de piel negra, y unos zapatos de tacón de varios cm, con algo de plataforma, como siempre, imponente, dispuesta a castigar a Carolina en cuanto que llegara.

Nos sentamos en uno de los sofás de la casa de Marta, y comenzamos a hablar de lo que le iba a hacer Marta a Carolina, a modo de castigo por haberse meado en mis sábanas.

Carolina tardó unos 20 minutos en llegar, venía con Claudia, que le estaba haciendo de lazarillo, porque, antes de salir del hospital, y por orden de Marta, Claudia le había tenido que tapar muy bien los ojos a Carolina, y, como no podía ver nada, la había tenido que acompañar hasta allí, y, además, se iba a quedar a ayudar, y venía con material médico, porque traía la maleta que había llevado a mi casa el sábado anterior para explorar a Paula.

Carolina solo llevaba un abrigo largo de cuero, tipo

Mátrix

, y unas botas a modo de calzado, nada más; Claudia le quitó el abrigo a Carolina en cuanto que se cerró la puerta de la casa de Marta y ya era seguro para Carolina, quedarse medio desnuda.

Claudia, por su parte, aunque también llevaba el mismo abrigo que Carolina, debajo, iba vestida con la ropa de enfermera de la clínica, porque ese iba a ser su papel en el castigo a Carolina.

Sin dejar que, Carolina, se sentara en ninguno de los sofás de Marta, pasamos directamente a la mazmorra de Marta, a la parte médica, y tumbamos a Carolina en una camilla ginecológica que hay allí. (Le quitamos las botas que llevaba, para que no interfirieran en el procedimiento que se le iba a realizar a Carolina, por parte de Claudia)

Mientras veíamos a Claudia trabajar, en acción, Marta tenía ya algo de cena lista, y, la asistenta enmascarada, nos la fue sirviendo, y se quedó atenta por si, Marta, la necesitaba para algo.

Claudia abrió la maleta con el material médico, se puso unos guantes que sacó de allí, y también sacó una sonda vesical, que le empezó a aplicar a Carolina, que no se lo esperaba y comenzó a hablar y a quejarse y a lamentarse, lo que hizo que, Marta, sacara una mordaza de bola de un armario, y se la pusiera a Carolina en la boca, para no escuchar sus lamentos.

Una vez que, la sonda vesical ya estaba puesta, Claudia, siguió sacando cosas de la maleta de material médico, sacó un kit para escayolar brazos, y comenzó a escayolar el brazo derecho de Carolina.

La escayola, era de secado rápido, así que, en pocos minutos, el brazo derecho de Carolina, estaba escayolado por completo, aunque podía mover bien los dedos.

Ya con la primera escayola seca, Claudia siguió con el escayolado, en este caso, de la pierna derecha de Carolina, le costó un poco más, pero, de nuevo, a los pocos minutos, tenía el trabajo hecho.

Claudia se tomó un descanso, y cenó algo con nosotros, mientras se acababa de secar la escayola de la pierna, pero, después, siguió con el proceso, e hizo lo mismo con el brazo y la pierna que faltaban por escayolar.

Por último, Claudia, sacó un collarín, que parecía de los que se usan en el SAMUR para inmovilizar en caso de accidente, y se lo puso a Carolina en el cuello, además, con un trozo más de escayola, se lo puso sobre la mordaza, para asegurarse de que no podía, Carolina, decir nada más, por un buen rato. (En todo momento, Carolina, podía respirar sin problema).

Ya con Carolina muy escayolada, Claudia, con una sonrisa, le dijo a Marta, lo siguiente:

-” Ama

Marta, cuando quiera, puede comenzar a castigar a esta puta meona”.

Claudia se retiró un poco, pero se quedó pendiente de lo que iba a pasar, por si necesitaba intervenir, como personal médico, en algún momento, y comenzó el verdadero castigo.

Marta sacó unos electrodos, y se los puso a Carolina en las tetas, y en el coño, que estaba chorreando, de la excitación, al notarse muy inmovilizada, le colocó también electrodos en los abdominales, y, después, con una máquina, le fue dando pequeñas descargas eléctricas, en las zonas donde había electrodos, provocando los gemidos, poco audibles, de Carolina.

Marta dejó la máquina puesta, y, en ese momento, apareció en escena, Cristina, que venía a darnos el relevo, a Marta y a mí, se iba a quedar con Carolina toda la noche, junto con Claudia como enfermera, castigándola. (La asistenta enmascarada, también se iba a quedar allí)

Antes de salir de la mazmorra, Claudia me dijo que, el castigo, iba a durar hasta la tarde del día siguiente, cuando se empezaba un nuevo turno en la clínica.

Salimos de la mazmorra, Marta y yo, por la hora que era, debía regresar ya a mi casa, además, al haber dejado a solas a Carlota, en mi casa, iba un poco asustado de lo que me podría encontrar al llegar a mi casa.

Así que, me despedí de Marta, le agradecí su ayuda a la hora de castigar a Carolina por lo que había hecho, y salí de la casa de Marta, Rocío y Marta me acompañaron a la puerta.

Salí a la calle, agarré mi coche, puse el GPS hasta las inmediaciones de mi casa, al menos, hasta un lugar que ya conociera, para evitar perderme, y más, siendo la hora que era ya de la noche, y regresé a mi casa.

Tenía un mensaje de

Whatsapp

de Sara, había llegado a su casa, se había pasado por la mía, al no estar, se había quedado hablando con Carlota, a la que ya conocía y que le caía muy bien, y, ya harta de esperar, se había ido a dormir, porque estaba cansada del día.

Así que, al llegar al garaje, aparqué el coche, y me dirigí directamente a mi casa, ya hablaría con Sara al día siguiente por la mañana.

Al llegar a mi casa, por suerte, todo estaba en orden, al menos, aparentemente, Carlota estaba sentada en el sofá, desnuda y descalza, tomando un zumo de naranja, viendo la TV, que apagó cuando me escuchó llegar, y me dijo que quería hablar conmigo.

Me senté en el sofá, me serví un vaso de whisky, me encendí un cigarrillo, lo que hizo que, Carlota, para mi desgracia, pusiera cara de asco, por el humo, y, después, me dispuse a escuchar lo que, Carlota, me quería decir.

En primer lugar, lo de estar desnuda por la casa, era como solía estar por la suya, me había tomado la palabra, y se había puesto de esa forma por ello. (Ya me lo había explicado en mi coche, en el camino desde el hospital hasta mi casa, cuando me comentó lo de su gusto por la ropa de cuero)

En segundo lugar, había estado cotilleando mi vestidor con las cosas de juegos BDSM, junto con Sara, que le había dado la pista, cuando se habían visto.

Sin dejarme que hablara, Carlota, se puso de rodillas, y, casi suplicando, me pidió que la adiestrara a ella como sumisa, y que, para ello, quería mudarse a mi casa conmigo, y estar a mi disposición 24/7, para lo que quisiera y pudiera necesitar.

Yo dudaba un poco sobre qué hacer, pero decidí darle un voto de confianza, probar durante unos días, y, si no me convencía, o, Carlota, cambiaba de opinión, pues siempre se podría dar marcha atrás.

Y, al fin y al cabo, Paula, iba a estar en cama 3 meses, y, al acabar, iba a ser una puta que solo me iba a dar beneficio económico, pero no sexual a mí de forma directa.


Hasta aquí, por el momento, la parte de cómo me reencontré con Paula, y lo que pasó en las primeras fases.

A partir de ahora, la historia se publicará en la sección de Dominación, con el nombre de “Dominando a Carlota”.

Además, Javier, os contará como va dominando y adiestrando a Isabel en Marbella, y también será publicado en la sección de Dominación de la web.

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