Reencuentro con Paula 7.2

Miércoles 14:00. Comida con Susana y primera vez que me la follo.

Recomiendo leer las otras partes de esta historia, para poderla entender, antes de la lectura de este capítulo.


Miércoles 14:00 aproximadamente, en la puerta de mi casa.

Al llegar a mi casa, y tras aparcar en el garaje mi coche, me encontré con que, Susana, me estaba esperando, para subir hasta mi casa, poder comer y charlar allí, y, lo que fuera surgiendo.

Susana iba vestida discreta, como siempre, con poco escote, una camisa blanca, y una falda muy normal, con unas botas de cualquier zapatería, nada que destacara, además, poco maquillaje.

Susana tenía muy claro lo que quería, y sabía que no me iba a poder escapar, así que, ya en el ascensor, me comenzó a besar en los labios, porque, según ella, lo estaba deseando desde el domingo que nos vimos por primera vez en la casa de Marta.

Llegamos a mi casa, abrí la puerta, le di a Susana un vaso de agua, (Susana me dijo que no bebía más que agua y zumos, le gusta cuidarse) y yo, me puse otro, y nos sentamos en un sofá de mi salón a hablar, antes de pasar a la acción, antes de follar, cosa que quedaba clara que estábamos los dos deseando hacer.

Tras pedir algo de comida, en este caso, a un restaurante de comida italiana, y mientras llegaba la comida, Susana, me contó la historia resumida de su vida, que me dejó sorprendido, y con muchas más ganas de follármela, de las que ya, de por sí, tenía.

Susana había nacido en una familia en la que, ella, era la única que había decidido ser médico, el resto de sus familiares (Varios

herman@s

y sus padres), eran todos abogados o trabajaban en temas financieros; la especialidad de Susana, es la cirugía plástica, y formaba equipo con Carolina hasta un año atrás, cuando le surgió la posibilidad de ser la asistente personal de Marta.

Marta y Susana, habían sido compañeras de clase, en el mismo colegio, desde quinto de Primaria, aproximadamente, aunque a los ojos de todos, se llevaban muy bien y parecían ser “las más mejores amigas del mundo para siempre y por siempre”, en realidad, se odiaban mutuamente, por culpa de un compañero de clase, del que, ambas, (tanto Marta como Susana) se habían enamorado.

Susana me contó que, Marta, avasallaba a ese compañero, hacía lo posible para que se fijara en ella, a pesar de que, el pobre chaval, debido a los problemas personales que tenía en su casa con sus padres (Según me dijo, la madre, incluso, era drogadicta), y al

bullying

que sufría en el colegio, pasaba de enamorarse, aunque sí que le hacía un poco más de caso a Susana.

De algún modo, lo que buscaba Susana, era vengarse de Marta, por lo mal que se lo había hecho pasar, y deseaba devolvérsela, teniendo como pareja a alguien a quien, Marta, también le gustara, para poder joderla.

Le pregunté a Susana, por sus habilidades a la hora de hacer felaciones, porque la que me había hecho a mí, el domingo anterior, había sido de lujo; Susana me dijo que, durante los años en los que se tuvo que pagar la carrera de Medicina, porque, sus padres, no la apoyaban en que la estudiara, tuvo que ser

escort

, y, al ser puta, no le había quedado más remedio que aprender a hacer diversas prácticas sexuales; también me dijo algo que, yo, no sabía, Susana y Sara, habían hecho equipo en su época de

escort

, y hacían dúplex y lésbico juntas.

La comida llegó, comimos con cierta rapidez, con la idea de aprovechar el tiempo, en torno a una hora y media, (Hasta que me tuviera que ir a ver a Paula a la clínica primero, y a Alexandra al bar, después, para acabar el día en la casa de Marta, para castigar a Carolina), para poder follar con Susana.

Al acabar de comer, Susana, se empezó a desnudar, comenzó a besarme, y, allí mismo, en el salón de mi casa, comenzamos a follar.

Le metí los dedos por el coño a Susana, que empezaba a chorrear, por las ganas que tenía de que me la follase, debido a su profesión de médico, llevaba el mismo sistema para evitar embarazos que usaban Sara y Carolina, por lo que podíamos follar a pelo.

Susana folla como una auténtica profesional, no había perdido la práctica, según ella, aprovechaba las pocas horas libres que, Marta, la dejaba, para irse a discotecas y follarse a quien cayese en sus redes o para follar con hombres y mujeres que encontraba en apps de

ligoteo

.

Me corrí directamente en su coño, la primera vez que me la follé, al acabar esa primera vez, Susana, me limpió la polla, usando solo la lengua, dejando las manos atrás, según me dijo, acostumbrada a estar esposada a la hora de follar, que, de hecho, es como más se excita, le gustan todo tipo de inmovilizaciones.

Ya con mi polla limpia, le pregunté a Susana,

que,

si quería que le rompiese el culo, y que me la follase también por ahí, Susana, simplemente, asintió, ya no iba a decir una sola palabra más, salvo para gemir de placer, se iba a dejar hacer lo que yo quisiera.

Me la iba a follar por el culo, cuando, una llamada al móvil del bufete, mandó al traste mis planes de probar el culo de Susana.

Don Simón, con voz de cabreo, me empezó a preguntar cosas de trabajo que habían quedado pendientes, así que, le pedí a Susana que se vistiera con calma, y que ya nos veríamos otro día, en el que, ya sí, le follaría su bonito y natural culo.

La llamada de trabajo con Don Simón, se prolongó durante casi una hora, a veces interrumpida por el propio Don Simón, que vociferaba a algún visitante en su despacho.

Carolina me llamó, al ver que no llegaba a la clínica, me tuve que disculpar con ella, y le dije que llegaría en cuanto que me fuera posible, ella ya no iba a estar disponible porque entraba en ese momento en quirófano, así que, al llegar, tendría que preguntar por Carlota, que me haría el favor de explicarme la situación de Paula, que ya estaba en su nueva habitación de planta.

Subí a mi habitación, me di una ducha rápida, de apenas 5 minutos, para hacer un pis y acabar de limpiarme la polla, tras haber follado con Susana, me cambié de ropa, y me puse un poco informal, chaqueta de traje y camisa, pero, sin corbata.

Fui hasta el garaje, agarré mi coche, y llamé a Alexandra, para ver la hora a la que quedaríamos y el lugar de encuentro, que, por suerte, no estaba demasiado lejos de Las Tablas, donde iba a ir a ver a Paula.