Reencuentro con Paula 7.1

Primera parte del séptimo y último capítulo de esta parte de la historia. Miércoles por la mañana.

Recomiendo leer las otras partes de esta historia, para poderla entender, antes de la lectura de este capítulo.


Miércoles por la mañana en mi apartamento


A la mañana siguiente, de nuevo un timbrazo me despertó, me levanté y fui a abrir la puerta, era Pilar, con su bandeja de cafés, en esta ocasión, había 3, para poder darle uno también a Carolina.

Subimos las escaleras, Pilar estuvo a un pelo de derramar un poco de uno de los cafés, pero, por suerte, no llegó a ocurrir nada, al llegar a mi habitación, dejó Pilar la bandeja con los cafés y se fue de regreso al apartamento, aunque, antes, me preguntó por los desayunos, si iba a ser para 2 o para 3, y donde quería que me lo sirviera.

Ya de nuevo a solas, empecé a besar a Sara en la boca, a modo de beso de buenos días, mientras, con una mano, le metía los dedos por el coño a Carolina, que emitía algunos gemidos, camuflados por la máscara.

Le pedí a Sara, al oído, que hiciera lo mismo, que también le metiera los dedos por el coño a Carolina, con la idea de intentar que estuviera cachonda desde por la mañana y se fuera así a trabajar a la clínica.

Sara obedeció de inmediato, y le metió dos dedos en el coño a Carolina, y se lo empezó a masajear, apenas fueron necesarios unos minutos para que, Carolina, se corriese, y dejara las sábanas empapadas con sus jugos.

Antes de dormir, Carolina nos había dicho que, ella, se ducharía al llegar a la clínica, y que no le importaba ir con la misma ropa del día anterior, allí en la clínica tendría ropa limpia de médico, con la que podría llegar más tarde a su casa, al acabar el turno en la clínica.

Así es que, dejamos a Carolina en la cama, con la máscara puesta, y, Sara y yo, fuimos a la ducha, Sara, iba con el antifaz, así que, otra vez, me tocó a mí guiarla en la ducha.

Mientras íbamos a la ducha, me di cuenta de que se me había olvidado, con todo el lío, preguntar a Sara, cómo le había ido a Lucía en su primer día en el fondo de inversión con Alicia.

Sara me dijo que, ella creía que no había ido mal la cosa, pues ella se había quedado trabajando en su despacho, cuando, Alicia y Lucía se fueron juntas a la casa de Alicia (Un chalet en la zona de

Campodón

), a cenar y, con suerte, a pasar la noche junto con la novia tatuada y modificada con cirugía de Alicia.

Ya en la ducha, Sara, me dijo que, al no poder ver, estaba más caliente de lo habitual, y quería que me la follase, por el agujero que quisiera yo, ahí mismo, en la ducha.

Yo también tenía ganas de follar, así que, tras haber meado a Sara y dejado que, Sara, hiciera lo propio, le di media vuelta, dejando su culo listo para empezar a ser usado, culo que, por cierto, aún tenía marcas de los azotes hechos por mí el domingo, e, incluso, alguna marca nueva, según Sara, hecha por Alicia.

Le metí mi polla, directamente, por el culo, a Sara, que, desde el principio, gimió de placer, y estuve unos minutos follando su culo, hasta que, el sonido del móvil, me hizo tener que terminar la ducha, antes de tiempo.

Me sequé como pude, mientras atendía la llamada, que era de trabajo, era de Patricia, con quien tenía que asistir a un juicio esa mañana, me había pedido ayuda días atrás, y yo, había aceptado ayudarla, pues era un tema interesante, de delitos económicos, que me apasiona.

Al acabar la llamada con Patricia, saqué a Sara de la ducha, la sequé, y bajé al salón con ella, para desayunar juntos Sara y yo, dejando de nuevo a Carolina en la cama, estaba algo nerviosa, como bailando, pero decidí dejarla así, sin preguntarle si le pasaba algo, porque ya suponía que tenía ganas de hacer pis, pero se iba a tener que esperar.

Volvió a sonar el timbre de la puerta, Pilar traía una bandeja con un suculento desayuno, que incluía hasta una tortilla con salchichas y todo; estuvimos desayunando, Pilar se quedó, en la misma posición del día anterior, y, en esta ocasión, fui yo quien le fui dando de desayunar, directamente a la boca.

Al acabar de desayunar, fuimos cada uno a vestirnos, Sara a su casa, y yo, a mi habitación, al llegar, me encontré con lo que me esperaba, Carolina, se había meado, y me había llenado con su pis las sábanas.

Le empecé a quitar la máscara, y, cuando ya pudo oírme, lo primero que recibió, fue una bofetada en su cara, por haberse meado en mis sábanas; Carolina sonrió, dijo que la culpa era mía al no haber permitido que fuera al baño a mear.

Le di a Carolina la ropa del día anterior, para que se la pusiera, sin dejar que se limpiase los restos de pis, y le ordené que, por la noche, se presentara en mi casa, para cumplir el castigo que, Sara y yo, le impondríamos por haberse meado en mi cama.

Carolina se vistió y se fue, yo también comencé a vestirme, y, ya vestido, bajé al salón, me sonó el timbre, era Sara, que ya estaba lista y quería acompañarme al garaje para pasar juntos el mayor tiempo que fuera posible.

Le expliqué a Sara lo que había pasado, y, ella, me dijo que, para castigos, quien mejor me iba a poder orientar, era Marta, así que, ya en el coche, decidí llamarla por teléfono (Usando el sistema de manos libres), y explicarle la situación, para que me ayudara a decidir un castigo adecuado para Carolina.

Marta me dijo que, la mejor opción, era que, esa noche, fuéramos a su casa, Carolina, Sara y yo, y que, en la mazmorra, y junto a Cristina como ayudante, le haríamos algo a Carolina para que nunca más se volviera a mear en mis sábanas.

Al llegar a la oficina, en el poco tiempo que tenía libre hasta tenerme que ir al juzgado para ayudar a Patricia con su juicio, avisé a Sara y a Carolina, del plan de la noche, de ir a la mazmorra de Marta, y, también, llamé a Isabel, y la cité en torno a las 13:00, en un bar cercano a los juzgados, para explicarle la propuesta de Javier, le di órdenes e indicaciones a Isabel de la vestimenta que debía llevar para la cita en el bar.

Carolina me dijo que esperaba con ganas que llegara la noche, y me envió una foto de Paula, que estaba aún en la UCI, pero saldría de ella esa misma tarde/noche, y pasaría ya a una habitación de planta, donde se quedaría hasta el siguiente lunes; Paula tenía buen aspecto y estaba animada, pese a todo.

Sara aceptó la propuesta, y me dijo que nos veríamos allí directamente, y que, ella, agarraría un taxi, para poder beber sin necesidad de conducir después.

En cuanto a Isabel, me dijo que se pondría en marcha, y que acudiría a la cita puntual, me pasó una foto suya, en la que se veía que seguía llevando el apósito en el ojo, tal y como le había indicado/ordenado, el día anterior.

Patricia llamó a la puerta de mi despacho, iba algo sonriente, me dijo que ya era la hora de irnos al juzgado, y que iríamos en su coche, así que, agarré mis cosas, y bajamos al garaje, donde esperaba su coche, un Tesla eléctrico, que le habían entregado a la vez que a mí el

Touareg

.

Durante el trayecto en coche hasta los juzgados, hablamos solo de temas judiciales, y del juicio que iba a tener lugar, de algún modo, Patricia, solo sabía o quería hablar de trabajo y de cosas relacionadas con ese tema, nunca era posible sacar más temas con ella.

En el coche, también recibí la llamada de Lucía, que quería verme para pedirme consejo sobre una propuesta que le había hecho Alicia, y que tenía alguna duda en si aceptar o no; cité a Lucía a las 13:30 en el mismo bar en el que me iba a ver con Isabel, para que me contara allí su duda y poder orientarla de la mejor manera posible.

La mañana, la pasé casi en su totalidad en el juicio, pude ayudar a Patricia con lo que me había pedido, y, el juicio en sí, no estuvo mal, a la espera de la sentencia del juez.

Al acabar el juicio, Patricia se ofreció a llevarme de vuelta al despacho, al bufete de Don Simón, pero le dije a Patricia que tenía cosas que hacer por la zona, por lo que ya volvería yo por mis propios medios al acabarlas.

Fui caminando hasta el bar donde había quedado con Isabel y con Lucía, iba con el tiempo justo, pues el juicio había acabado justo a la hora prevista.

Al llegar, Isabel, ya estaba en la puerta del bar, esperándome, la gente la miraba al pasar, debido a su indumentaria, una parte de arriba de bikini, a modo de top, y una falda de látex de color negro, que apenas estaba ahí, de nuevo, enseñando todo el tanga, las botas y las medias de red, las mismas que el día anterior, el apósito en el ojo y el porrón de maquillaje, y un bolso también llamativo, completaban el look.

Nos sentamos en la terraza del bar, le ofrecí a Isabel un cigarrillo, que aceptó a regañadientes, pues, aunque le gustaba fumar, había conseguido pasar, hasta ese momento, 6 meses sin hacerlo, se lo encendí, y yo, me encendí otro; cuando el camarero llegó, le pedí una cerveza a Isabel, y, para mí, una Coca-Cola.

Estaba a punto de comenzar a contarle a Isabel el plan de Javier, cuando me sonó el móvil, era Susana, para ver si se empezaba o no a poner en marcha para la comida, le dije que sí, pero que, mejor, nos veíamos en mi casa, comeríamos allí cualquier cosa, y, ya veríamos lo que pasaría, si follábamos o no, en función de si, ella, aceptaba o no, claro está.

Ya sin más preámbulos, le expliqué a Isabel el plan de Javier, Isabel aceptó en cuestión de minutos, en cuanto que aclaró un par de dudas que le surgieron, así que, quedé con ella en que, al día siguiente, por la mañana temprano, nos veríamos en mi casa, y, desde allí, y con los ojos vendados, por indicación de Javier, nos la llevaríamos hasta Marbella, para que empezara su adiestramiento profesional como sumisa, lo antes posible.

Isabel le diría a su familia que pasaría un mes en Marbella con amigas, y que ella se pondría en contacto. (Solo puso la condición de poder hacer alguna llamada a su familia, para que no se preocuparan por ella, y dar apariencia de normalidad).

Rápidamente, me despedí de Isabel, y, Lucía, llegó algo tarde, de nuevo, aduciendo problemas para aparcar, le dije que, en ese caso, como castigo por llegar tarde, me tendría que acercar con su coche al bufete de Don Simón.

Lucía se encendió un cigarrillo, se pidió una Coca-Cola y me pidió otra a mí, y me comenzó a explicar la duda que tenía, la oferta que le había hecho Alicia, la noche anterior, durante la cena en la casa de Alicia en

Campodón

, junto con la novia de Alicia, la tatuada y operada.

Resulta que, la novia de Alicia, se pasaba, por un lado, mucho tiempo sola en casa, por el trabajo de Alicia, por otro lado, aunque la novia era sumisa, Alicia creía que podría ser un buen momento para que probara, al menos, como Ama, así que, la propuesta, era que, Lucía, se trasladara a vivir al chalet de Alicia, para hacerle compañía en las ausencias de Alicia, a la novia, y que, de paso, le empezara también a dominar.

La duda estaba en que eso, suponía dejar de dar clases en el colegio en el que las impartía Lucía, por la falta de tiempo, al estar en la casa con la novia de Alicia, sin embargo, lo que más le atraía, eran las condiciones, aunque solo podría salir de casa para reuniones de trabajo, o cuando Alicia lo permitiese, a cambio, iba a poder disfrutar de una sala

gaming

a todo lujo, y, claro está, el probar la sumisión, que le excitaba casi más que lo de los ordenadores de lujo.

Alicia ya le había enseñado la que sería su habitación, dormiría con Alicia y con su novia, a los pies de la cama, como si fuera una mascota, una perrita, acompañada de una perra de raza pitbull que ya dormía en la habitación con ellas dos, de forma habitual.

Había también otra condición, quizás la más importante, Lucía solo iba a poder follar con las dos mujeres, o con quien Alicia le dejara, lo que suponía que no iba, en principio, a poder follármela, al menos, hasta que, Alicia, me dejara hacerlo.

A pesar de todo, le recomendé a Lucía, que aceptara la propuesta, era una oportunidad que no debía desaprovechar, y, como abogado, le dije que pidiera dos cosas, la primera, establecer la opción de poder abandonar a los 6 meses, y regresar a la vida normal, si no le gustaba la experiencia o no se sentía cómoda, y, la otra, que pudiera dar clases a domicilio por la zona, para poder sentirse profesora, si era lo que le gustaba.

Lucía pagó la cuenta, de todo lo que había consumido, también con Isabel, y fuimos hasta su coche, un Renault

Scenic

negro, que no estaba mal, aunque tenía los asientos algo tazados por el uso y los kilómetros.

En el coche de Lucía, recibí la llamada de Carolina, Paula ya tenía el aparato dental colocado, además, dada su evolución, a las 16:00, la iban a pasar ya a una habitación de planta, por lo que, sobre las 17:00, podría ya pasarme por el hospital a verla, me envió la foto ya con el aparato dental, era brutal, por lo que estaba deseando verla en persona.

Cuando Lucía me dejó en la puerta del bufete, con su coche, me despedí de ella, y quedamos en que nos veríamos cuando estuviera ya instalada en su nueva casa.

Regresé al bufete, le dije a Don Simón que, al ser miércoles, esa tarde trabajaría desde mi casa, (Como hacía muchas otras tardes de miércoles) recogí mis cosas (Papeles que podría necesitar para trabajar en casa), y me fui a mi casa en mi coche.