Reencuentro con Paula 6.3

La cena del martes en mi casa. Javier me hace una propuesta.

Recomiendo leer las otras partes de esta historia, para poderla entender, antes de la lectura de este capítulo.


Martes por la noche en mi apartamento.


Carolina y Alejandra llegaron a mi apartamento, eran más o menos las 21:30 del martes por la noche; Carolina llevaba ropa de calle, botas altas con fino tacón, una falda de cuero negro y un top también de ese material que tapaba las tetas y dejaba ver sus marcados abdominales.

Alejandra, la dentista, iba mucho más discreta, un vestido de una conocida marca gallega de moda, y unas botas de la misma tienda, planas, eso sí.

Ambas me pidieron pasar a mi despacho para que, Alejandra, me pudiera enseñar, en una tableta que traía consigo, el problema en la dentadura de Paula que había detectado, esa misma tarde, en una visita a Carolina que había realizado y en la que, Carolina, le había presentado a Paula, como si fuera un proyecto. (Lo que es Paula en el fondo, un proyecto de puta).

Dejé a Javier en el salón con las dos putas que se había traído a mi casa, y yo me fui con las chicas a mi despacho, a hablar del problema y de la solución al problema dental de Paula.

El problema dental de Paula, era solo de índole estética y, Alejandra, me ofreció 3 opciones, para que eligiera una de ellas.

De las 3, elegí la que me recomendó Alejandra, era la más dura de todas para Paula, pues apenas podría hablar con el aparato que se le iba a colocar en la boca, y tendría que limitar su dieta a líquidos y usar pajitas para comer, pero, podría fumar, que era también importante.

Al acabar de hablar con las chicas, regresamos al salón, la cena ya había llegado, Javier se había encargado de atender al repartidor, ya estaban cenando tranquilamente las dos putas y él, sin esperar a que regresara para cenar todos juntos.

Las dos putas estaban comiendo con cierta avidez las hamburguesas que les había encargado, las llevaban más o menos por la mitad, pero, al ver a Carolina y a Alejandra, Javier les ofreció que se quedaran a cenar con nosotros, las chicas, aceptaron, por lo que, en ese mismo momento, Javier, con cierta violencia, les quitó a las putas las hamburguesas que estaban a medio comer, y se las ofreció a Carolina y a Alejandra, que las aceptaron sin poner pegas, porque tenían hambre.

Además, Javier, les preguntó a Carolina y a Alejandra, si querían que, mientras se cenaban las hamburguesas, las dos putas, les fueran comiendo el coño, algo que, ambas mujeres, aceptaron con la misma rapidez con las que habían aceptado las hamburguesas, por lo que, en décimas de segundo, haciendo Javier un gesto a las putas, ellas se pusieron de rodillas, y comenzaron a bajar y a subir la falda y el vestido de Carolina y de Alejandra respectivamente, para, tras quitar también los tangas que llevaban, comenzar a lamer y a chupar sus coños.

Javier y yo, mientras tanto, nos cenábamos nuestras hamburguesas, y bebíamos tranquilamente, observando el espectáculo.

Cuando Carolina y Alejandra se corrieron, Javier les dijo que, la hamburguesa y la comida de coño, tenían un precio, que consistía en que se la chuparan a él, para mi sorpresa, lejos de amilanarse o cabrearse, ambas dijeron que les parecía justo y, Alejandra, se ofreció voluntaria para ser la primera que se la chupara a Javier.

Carolina me dijo que, ella, no quería quedarse de brazos cruzados mientras Alejandra se la chupaba a Javier, por lo que, me pidió chupármela a mí también, y propuso que fuera a dúo, de forma alterna, con una de las putas.

A Javier y a mí, nos pareció buena idea, y quedamos en que, al acabar la primera mamada, haríamos una rotación de chicas chupando.

Entre la puta, la rubia en primer lugar, y Carolina, me bajaron el pantalón y el calzoncillo, me agarraron la polla con sus manos, y, de manera alterna, me la comenzaron a lamer y a chupar, en alguna ocasión, retiraba un poco mi polla, lo que hacía que, ambas chicas, se besaran, los besos, eran cada vez más largos y apasionados.

El nivel de la puta, me sorprendió, estaba casi a la par con Susana, se notaba que, Javier, tenía buen género a la hora de escoger putas para su negocio.

Cuando me corrí, decidí hacerlo sobre la puta solamente, porque era a quien no vería con tanta frecuencia, al fin y al cabo, a Carolina, si todo iba bien, esperaba podérmela follar con cierta asiduidad.

Javier, por su parte, estaba disfrutando mucho de la mamada de Alejandra, al parecer, no lo hacía mal, aunque, evidentemente, no llegaba al nivel de una profesional que se pasa los días haciéndolas, aunque sea por dinero.

Javier sí dejó a las dos chicas, a la puta y a Alejandra, manchadas con su semen, al acabar de correrse en sus caras, y sin dejar pasar casi nada de tiempo, para no perder la excitación del momento, hicimos el intercambio.

Ahora a mí me la iba a chupar la puta morena, y Alejandra, y, a Javier, la puta rubia y Carolina.

Alejandra, no la chupaba mal, aunque le faltaba práctica, Carolina lo hacía mejor, estaba claro que, a Alejandra, le faltaba un poco de entrenamiento en prácticas sexuales, nada que no se pudiera arreglar chupando pollas y follando, pensé.

Alejandra tenía mi polla en la boca cuando me sonó el móvil, era un mensaje de Whatsapp de Sara, que ya estaba saliendo de su oficina, por lo que, en cuestión de pocos minutos, llegaría a la casa y podríamos estar juntos.

Apenas 10 minutos después, sonó el timbre de la puerta, la puta rubia, que ya había acabado de hacerle la felación a Javier, y tenía la cara llena de semen, tanto de Javier como del mío, fue a abrir la puerta, y, Sara, entró en mi casa.

Sara no se sorprendió al ver a la puta toda llena de semen, casi le entraron ganas de lamerle la cara y de limpiarla; al ver a Javier, se saludaron, entre ellos, no se llevaban demasiado bien, sí que es cierto que, en alguna ocasión, habíamos tenido fiesta los 3, en mi casa (En el descanso de algún partido de fútbol, por ejemplo), pero, a Sara, Javier le parecía un poco brusco y duro en algunas ocasiones.

Javier se disculpó al ver a Sara, y dijo que era ya hora de que se fueran, él y las dos putas, de mi casa, porque, además, al día siguiente, tenía cosas que hacer, aunque, antes de irse, me pidió que fuéramos de nuevo a mi despacho, porque tenía una propuesta que hacerme.

Pasamos al despacho, le ofrecí a Javier un vaso de whisky, y me serví yo otro, aparte, me encendí un cigarrillo, nos sentamos en el sofá de piel, y, Javier, comenzó a hablar.

Javier quería encargarse él mismo, junto con clientes de máxima confianza de uno de sus clubes de alterne, del adiestramiento como sumisas de Isabel y de Alejandra, pues veía en ambas mucho potencial, y, estaba seguro de que, con un mes en ese burdel, saldrían siendo unas putas de campeonato, quizás no con tanta calidad como las que usaba para sus negocios, pero sí que habría mucha mejoría a nivel sexual de ambas chicas.

Le dije a Javier, que hablaría con Isabel, y que, si quería, podríamos hablar ya en ese mismo momento con Alejandra del asunto, aprovechando que se encontraba en mi casa, y ver si aceptaba la propuesta o no.

Salí del despacho, y llamé a Alejandra, que se estaba masturbando en el salón, mientras veía a Carolina disfrutando y gimiendo de placer mientras una de las putas, le comía el coño, y, Sara, hacía lo mismo, con la otra (También se lo estaba comiendo, la puta, a Sara).

Alejandra fue a mi despacho, se sentó en una silla que le dejé para ello, y, Javier, le contó su propuesta a Alejandra.

Alejandra dijo que aceptaba, con la condición de que, el viaje a Marbella, fuera a partir del sábado siguiente, porque, antes, le tenía que aplicar el tratamiento a Paula, y, también, dejar en la clínica todo en buenas manos, con alguna de sus socias, para que no se notara su ausencia durante ese mes.

Alejandra le preguntó a Javier, lo que pasaría después de ese mes, y, si en el caso de que le gustara la experiencia, se podría quedar más tiempo en el club de alterne, siendo entrenada, a lo que, Javier, dijo que, eso, sería algo que se iría viendo.

Antes de salir de mi despacho, le pedimos a Alejandra, que fuera muy discreta y no contara nada a nadie de nuestra propuesta.

Regresamos al salón, donde, las chicas, estaban aún en plena fiesta, Javier, con un gesto, pidió a sus dos putas que se vistieran con rapidez, aunque estuvieran con restos de semen y de corridas varias, mientras se vestían las dos putas a toda prisa, Javier se despidió de mí, y quedamos en que hablaríamos para organizar el viaje a Marbella del sábado, y en que hablaría con Isabel para tratar de convencerla, para que aceptara ese adiestramiento profesional.

Nos quedamos ya a solas, Sara, Carolina, Alejandra (que estaba muy excitada), y yo, así que, los 4, nos sentamos en uno de los sofás de mi salón, Sara y yo, nos encendimos sendos cigarrillos, y estuvimos hablando, tras servirnos 3 vasos de whisky (Alejandra se iba a ir a los pocos minutos y tenía que conducir, por lo que no debía beber alcohol), de cómo iban las cosas.

Alejandra y Carolina, le explicaron a Sara el tema de la boca de Paula, y lo que había elegido yo, Sara me felicitó por la elección, porque era la que, ella, hubiera escogido o me hubiera dicho que escogiera, de haberle pedido consejo.

Alejandra se fue, porque, al día siguiente, tenía mucho lío en su clínica, además, tenía que preparar el procedimiento para colocarle a Paula el aparato dental extremo, que iba a hacer en la clínica de Carolina.

Como era ya un poco tarde, Carolina me pidió quedarse en mi casa a pasar la noche, yo acepté, Sara dijo que también se iba a quedar conmigo, mientras Sara avisaba a Pilar de que se iba a quedar en mi casa, y de que, al día siguiente, iban a ser 3 los cafés necesarios para despertar, Carolina, llamó a Claudia y le pidió que no la esperase y que se fuera a dormir tranquila, porque se iba a quedar en mi casa esa noche.

Carolina me pidió un antifaz, para poderse tapar los ojos con él y poder dormir, como hace habitualmente, Sara, al oír a Carolina, también me lo pidió, así que, al llegar al cuarto BDSM, saqué dos antifaces, y se los di a Sara y a Carolina; Carolina vio que también tengo en el armario de juegos, apósitos para los ojos, me pidió un par de ellos, para ella, y le preguntó a Sara si quería para ella también, Sara dijo que sí, así que saqué 4 apósitos, para ponérselos en los ojos, a Sara y a Carolina, a modo de primera capa, e impedir así que entrara la luz por completo.

Estábamos ya saliendo del vestidor que hace las veces de sala de juegos BDSM, cuando, Sara, le preguntó a Carolina si, en alguna ocasión, había llevado una máscara de cuero.

Carolina, le dijo que sí, que le encantaban ese tipo de máscaras, tenía un par de ellas, y, algunos domingos, o incluso, fines de semana completos, que pasaba sin ver, las usaba para ese fin.

Sara me sugirió que sacara una máscara, y se la pusiéramos a Carolina, para que durmiera así, yo acepté su propuesta y fui al armario, saqué una máscara de cuero negro, con agujeros solo en la nariz por los que poder respirar, y, ya sí, fuimos los 3 hasta mi habitación, para poder preparar a las dos chicas, antes de dormir.

Primero, con algo de ayuda de Sara, le tapamos los ojos y le pusimos la máscara a Carolina, la dejamos sobre mi cama, y, después, me tocó a mí, taparle los ojos a Sara.

Antes de apagar las luces, Sara, al saber que ya estaba desnudo, y listo para dormir, palpando, agarró mi polla, y, me dijo que, antes de dormir, me merecía una mamada, por todo lo que había hecho ese día, además, estaba ella muy caliente, y necesitaba hacérmela.

Fue una mamada rápida, y, al acabar, a pesar de que dejé a Sara con los restos de mi semen en su cara, no dejé que fuera al baño a limpiarse, algo que, Sara, me agradeció, pues se sentía humillada, y era algo que le excitaba mucho.

Apagué las luces, y me puse a dormir, tras un día de mucho sexo.