Reencuentro con Paula 6.1
Martes por la mañana. Primer encuentro con Alexandra. Una comida con una visita inesperada.
Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entender bien este capítulo; próximamente iré subiendo más partes de esta historia.
Como estaba cansado por el día intenso que había tenido, tanto a nivel laboral como sexual, y necesitaba dormir, dejé a Sara tal y como estaba, con la máscara y amordazada, me tumbé en la cama a su lado, apagué las luces, y me puse a dormir.
A las 06:00, el sonido del timbre de la puerta me despertó, dejando a Sara en la cama, me levanté y fui a abrir la puerta, supuse que sería Pilar, con los dos cafés para Sara y para mí, por suerte, no me equivocaba, le pedí a Pilar que me acompañara arriba, a mi habitación, con la bandeja con los dos cafés, y, mientras subíamos por la escalera, dejé que ella pasara primero, para poder ver su culo, y empezar bien la jornada.
Al llegar a la habitación y ver la escena, Pilar, dejó la bandeja con los cafés sobre una mesa que tengo en mi habitación, y me pidió si podía lamer el coño de Sara, con la idea de despertarla y darle una agradable sorpresa.
Le di a Pilar vía libre y le dije que hiciera lo que quisiera, seguro que, a Sara, le gustaría ser despertada así, así que, Pilar, comenzó a lamer el coño de Sara, se puso de rodillas sobre el suelo de mi habitación, y con su lengua con varios piercings, empezó, mientras yo agarraba mi café y me lo empezaba a tomar, dando pequeños sorbos.
Sara se despertó y comenzó a gemir, se dio cuenta de que era Pilar quien le estaba comiendo el coño, por los piercings en la lengua, y, Sara, simplemente, se dejó hacer, hasta que se corrió, llenando la cara de Pilar con sus jugos.
Al acabar el sexo oral matutino, Pilar, me preguntó lo que íbamos a desayunar, y si quería que llevara el desayuno a mi salón, le expliqué a Pilar lo que me apetecía desayunar, para que lo fuera preparando, y le pedí que, en efecto, lo llevara a mi casa, por lo que le devolví la bandeja con los cafés, una vez que agarré la taza del café de Sara, para que, ella, se lo tomara.
Le quité la mordaza a Sara, para que pudiera tomarse el café, aunque le dejé la máscara un poco más, hasta que, Sara, se acabó su café, y, ya sí, con pocas ganas, me pidió que comenzara a quitarle la máscara y el vendaje de debajo, para poder ducharse, arreglarse, desayunar e irnos los dos a trabajar.
Le estaba acabando de quitar la máscara a Sara cuando me sonó el móvil, la llamada, era de Carolina, que me anunciaba que iban ya a llevar al quirófano a Paula, para comenzar con las cirugías, y que me avisaría en cuanto que se hubiera acabado todo, para darme noticias de cómo había ido la cosa.
Dejé a Sara los vendajes puestos, (Era lo que hacía en esa situación, se los dejaba hasta después de la ducha), y tomé a Sara de la mano, para ir a la ducha.
En la ducha, lo primero, fue mear a Sara, que agradeció mi pis, ella también tenía ganas de mear, me salpicó a mí un poco, teniendo en cuenta que no veía, se lo perdoné, y comenzamos a ducharnos.
En la ducha, aparte de ducharnos en sí, me limité a meter mis dedos, por el culo y por el coño de Sara, pero no me la follé, a pesar de que, ella, sí que tenía ganas de continuar la mañana, follando, después de lo que le había hecho Pilar en su coño.
Al acabar la ducha, sequé a Sara, ella me secó a mí, como pudo, palpando mi cuerpo con las manos primero, y con la toalla después, y, ya secos los dos, comencé a retirarle los vendajes de la cara, dejando el de los ojos, los apósitos, para el final.
Sara tardó unos minutos en volver a la realidad, con cierta pena, porque le hubiera gustado pasar más tiempo con la máscara, pero, se tenía que arreglar y vestir, así que, la acompañé a la puerta, pero, al abrir, ya venía Pilar con la bandeja del desayuno, por lo que tuvimos que desayunar primero, y vestirnos después.
Pilar dejó la bandeja con el desayuno sobre la mesa del comedor de mi apartamento, y preguntó si se quedaba allí para vernos desayunar o si regresaba al apartamento de Sara.
Sara le pidió a Pilar que se quedara, por lo que, Pilar, se puso de rodillas, en el mismo sitio donde había estado la noche anterior durante la cena, y, Sara, le fue dando directamente a la boca, un poco de desayuno, lo que ella fue considerando.
Cuando acabamos de desayunar, Sara se fue con algo de prisa a su apartamento, a vestirse y acabar de arreglarse para poder ir a trabajar y no llegar tarde, yo subí a mi habitación, a hacer lo mismo y, Pilar, se quedó recogiendo los restos del desayuno, tal y como, Sara, le ordenó.
Me puse un traje elegante, teniendo en cuenta la comida con mis padres en la que iba a conocer a Alexandra, y regresé al salón, acabé de dejar todo en orden, y salí de mi casa, llamé al timbre para ver si, Sara, ya estaba, aunque Pilar me dijo que le faltaban un par de minutos, decidí esperar, para, al menos, salir juntos de casa e irnos al garaje a agarrar nuestros respectivos coches para ir a nuestros respectivos trabajos.
Sara apareció finalmente, estaba llamando a mi madre, para aprovechar el tiempo, así que, tuve que colgar la llamada apresuradamente, pero me dio tiempo a confirmar que nos veríamos para comer, junto con mi padre, en el restaurante, para conocer a Alexandra, algo que, sinceramente, no es que me hiciera especial ilusión, porque dudaba que fuera a ser una buena opción como pareja.
Antes de despedirnos en el garaje, quedé con Sara, en que nos veríamos, aunque fuera un poco tarde, cuando ella regresara del trabajo, según me dijo, Sara tendría una jornada de trabajo bastante larga, me pidió que le fuera informando de cómo iban las cosas, tanto con Alexandra en la comida, como con Paula en la clínica.
Ya en el coche, de camino al bufete de Don Simón, me llamó mi padre, que tenía muchas ganas de que llegara la hora de la comida con Alexandra, porque estaba seguro de que me iba a gustar y de que iba a ser la mujer adecuada para mí.
Llegué a mi despacho en el bufete, y me puse a redactar un escrito urgente que tenía pendiente, eso me llevó casi dos horas, justo cuando lo estaba acabando de escribir, me llamaron desde recepción al teléfono fijo, y me dijeron que, Isabel (la hermana de Sara), estaba allí y quería hablar conmigo, a pesar de no tener cita; le dije a Celia, la mujer encargada de atender y recibir a los clientes, que dejara pasar a Isabel, y, ella, llegó a mi despacho, acompañada de Celia, que desapareció con rapidez y nos dejó a solas para que pudiéramos hablar.
Le pregunté a Isabel, si quería hablar conmigo de temas personales o profesionales, (Porque, en función de su respuesta, nos quedaríamos en el despacho, o me la llevaría a tomar algo al bar de al lado del bufete, para no mezclar asuntos profesionales y personales), Isabel me dijo que quería tratar un asunto relacionado con Sara, con su hermana, así que, bajamos en el ascensor y fuimos hasta el bar cercano al bufete, para hablar mejor allí.
Isabel llevaba un vestido largo hasta debajo de la rodilla, de colores vivos, y unas botas, tapadas por el vestido, con algo de tacón, además de una chaqueta de cuero negro, porque, la mañana, era un poco fresca.
Ya en el bar, nos pedimos sendos cafés, nos sentamos, Isabel y yo, en torno a una mesa, e, Isabel, comenzó a hablar, lo que me dijo, realmente me sorprendió, pues no me esperaba la propuesta que me iba a hacer.
En la visita que le había hecho a Sara la tarde anterior, Isabel se había dado cuenta de cómo se encontraba de dañado el culo de Sara, pues se lo había enseñado al ver que, Sara, apenas si se podía sentar sin sufrir; Sara le había explicado el motivo de tener así el culo, y le había hablado de su gusto por el dolor, y los juegos de tipo BDSM.
Isabel me dijo que, ella, tenía curiosidad por ese tipo de juegos, al no trabajar y disponer de mucho tiempo libre cuidando y acompañando a su abuela, se pasaba el rato mirando videos y leyendo relatos sobre BDSM, que le ponían muy cachonda, y, de algún modo, me pidió que le entrenara como sumisa, pero, con dos únicas
condiciones
:
- Que, ni Sara ni su abuela, se enterasen de ello, tendría que ser en secreto total.
- Tendría que ser más duro con ella que con Sara, con el objetivo de educarla y de no permitirle ni un solo fallo, con los castigos correspondientes si se portaba mal, sin cariño ni nada, una relación Amo/ sumisa, lo más real posible.
Yo acepté su propuesta, y, lo primero que le pedí que hiciera, fue que, en el baño, se quitara lo que llevara de ropa interior, y se la guardara en el bolso.
Isabel, sin dudarlo, se levantó, fue hasta el baño, y regresó al cabo de un par de minutos, con un tanga negro en la mano, que me enseñó y se guardó discretamente en el bolso.
Como yo tenía que regresar al bufete de Don Simón a seguir trabajando, le ordené a Isabel, que se preparase, porque, por la tarde-noche, nos veríamos en mi apartamento, donde hablaríamos de las prácticas de BDSM que le haría, y, si seguía estando de acuerdo, empezaríamos a practicarlas; también le di instrucciones sobre la ropa que se tenía que poner para acudir a la cita, como, Isabel, no disponía de ese tipo de ropa, me dijo que, en cuanto que saliera del bar, iría de compras, y se la compraría.
Me despedí de Isabel, con un beso en la mejilla, para aparentar una cierta normalidad, y regresé al bufete, al salir del bar, en el camino de regreso al bufete, me encontré con Patricia y con Don Simón, que iban a desayunar al bar, Don Simón iba vociferando y negando con la cabeza, la expresión facial de Patricia, era todo un poema. (Parecía pedir a gritos que alguien le liberase de ese gilipollas).
Ya de nuevo en la oficina, en el bufete de Don Simón, a las 11:00, tenía una cita de trabajo con Javier, un empresario al que le había salvado en numerosas ocasiones de problemas fiscales, y, además, con algunas inversiones, ayudado por Sara con sus pisos de bancos, le había hecho ganar bastante dinero, lo que, poco a poco, ayudó en que nos hiciéramos amigos.
Javier tenía varios negocios, desde inversión en bolsa, hasta hostelería, y, también, varios pisos en los que tenía todo tipo de putas, trabajando para él, a las que explotaba lo más que podía, y que le daban mucho beneficio económico.
Estuvimos en mi despacho durante casi 3 horas, aparte de hablar de cómo iban los negocios, algo que hacíamos en nuestra reunión semanal, le expliqué lo que había pasado con Paula, y, Javier, me dio algunas ideas para que, Paula, rindiera al máximo con los clientes, cuando se recuperase de las cirugías; además, Javier, se ofreció para ser el primero en catar a Paula cuando fuera posible, como si fuera un cliente, y darme su experta opinión como profesional del ramo de la prostitución.
A las 14:00, me tuve que disculpar con Javier, pero iba a llegar tarde a la comida con mis padres y con Alexandra, si no me ponía ya en marcha hacia el restaurante, así que, quedé con él en que estaríamos en contacto por si había alguna novedad con sus negocios, y, de no ser así, nos veríamos la semana siguiente.
Mientras bajaba en el ascensor, miré mi móvil, tenía una llamada pendiente con Carolina, que me había llamado mientras estaba con Javier, así que, la llamé.
Carolina estaba a punto de regresar al quirófano para acabar la cirugía de Paula, me comentó que, las tetas y los abdominales, ya estaban, así como la operación sorpresa, y que, antes de salir a comer algo y descansar unos minutos, había dejado a Almudena, poniéndole a Paula el collarín más duro, que requería pasar por el quirófano para que, Paula, no sufriera.
Por tanto, solo faltaban los piercings del coño, y la operación en la nariz de Paula, para dar por terminada la primera fase de las cirugías.
Ya en el garaje, agarré mi coche, avisé a mi padre de que iba ya para el restaurante, y llamé a Sara, que estaba algo ocupada, porque iba de camino a una comida con Alicia y un par de importantes clientes de su fondo de inversión.
Llegué a las inmediaciones del restaurante donde iba a comer con mis padres y a conocer a Alexandra, aparqué el coche en un parking, y fui caminando hasta el restaurante, donde, en torno a una mesa, me esperaban ya mis padres, junto con una mujer que, tenía que ser Alexandra, y que, desde el primer momento, no me causó demasiada buena impresión, sobre todo, por su carácter.
Breve descripción de Alexandra:
Morena, 31 años (Ligeramente mayor que yo en unos meses), pelo largo, guapa para algunos, normal para mí, no me atrajo demasiado, cuerpo natural, tetas de tamaño mediano, en torno a 1.70 de altura.
En cuanto a su carácter, Alexandra, me parecía una niña pija, que no me encajaba con lo que me atrae o busco en una mujer.
Mi padre se encargó de hacer las presentaciones de rigor, y nos sentamos ya todos de nuevo en la mesa, los camareros del restaurante, empezaron a traer aperitivos, y me trajeron también la Coca-Cola que les había pedido, para no beber vino, pues tenía que conducir hasta la clínica, donde estaba Paula, al acabar la comida.
Alexandra iba vestida con un traje de ejecutiva, con falda de tubo, que le marcaba el culo, y unos zapatos de tacón de infarto, en eso, al menos, sí que destacaba, sabe vestir.
A los 10 minutos de estar sentados en torno a la mesa, me encontré con algo que no me esperaba, Sara, Alicia, la novia de Alicia (A la que reconocí por sus tatuajes y porque me acordaba de la foto que, Alicia, nos había enseñado la noche anterior durante la cena en mi casa), y dos señores a los que no conocía, y que iban muy elegantes, con traje de raya diplomática, entraron en la sala del restaurante en el que nos encontrábamos, y se sentaron en la mesa que estaba libre, al lado justo de donde estábamos nosotros.
Alicia me saludó, lo que supuso que tuviéramos que hacer las presentaciones de rigor porque, en el tiempo en el que habíamos estado siendo vecinos, mis padres, por ejemplo, (a priori), no conocían a Sara, porque no se había presentado la oportunidad, hasta ese momento.
Mi padre se puso blanco al ver a Sara, tuvo que tomar un sorbo de vino, para recuperarse, le preguntamos si le pasaba algo, si se encontraba bien, pero, mi padre, dijo que no era nada, que estaba todo bien.
Dejamos a Sara y a Alicia, con su comida de negocios, yo me quedé pensando en Sara y en el culo, 50% genética y esfuerzo en el gimnasio, 50% cirugía/operado, de la novia de Alicia, por lo que, de algún modo, desconecté un poco de la comida y de lo que, Alexandra, me iba diciendo. (Sí pude enterarme, más o menos, de lo que me decía, en algunas cosas, estábamos en total desacuerdo, pero, en otras, sí que coincidíamos).
Cuando, Sara, se levantó, a la mitad del segundo plato, para ir al baño, yo me disculpé también con mis padres y con Alexandra, y fui hasta el baño también, con la esperanza de poder localizar a Sara y hablar con ella un par de minutos, y que me explicara una duda que tenía.
Esperé a que, Sara, saliese del baño, y, tras darle un beso, le pregunté si, la idea de comer en el mismo restaurante, había sido suya o de Alicia.
Sara, me respondió con una media sonrisa, que quería conocer a Alexandra al mismo tiempo que yo, para poder darme una opinión, así que, aprovechando la comida con los inversores, ella misma se había encargado de reservar para coincidir allí, y conocer a Alexandra.
Regresamos, por separado, a nuestras respectivas mesas, y acabamos de comer, en mi caso, con un trozo de tarta y un café, a modo de postre; cuando estábamos ya con los cafés, recibí un mensaje de
de Carolina, que me decía que, Paula, ya había salido de quirófano, apenas hacía 10 minutos, y que, cuando pudiera, me pasara por la clínica, para verla.
Carolina me envió también una foto de Paula, recién salida del quirófano, con varios vendajes, y con los dos collarines puestos, estaba muy distinta a como había entrado en el quirófano. (Justo antes de entrar, Carolina, también me había enviado la foto, para comparar el antes/después de Paula).
Antes de salir con el coche en dirección a Las Tablas, para ir a ver a Paula, quedé con Alexandra, en que, al día siguiente, nos veríamos a solas en algún bar, para poder hablar con calma, y tratar de ver, ya sin mis padres presionando, si éramos o no compatibles.
Cuando salía del restaurante, tras despedirme de mis padres, que se quedaron haciendo sobremesa con Alexandra, Sara, Alicia y su novia, me llamaron a voz en grito, y fuimos hasta el parking, donde ellas también, habían aparcado sus coches. (La novia de Alicia, había acudido desde su casa, en su propio coche y, Alicia, con Sara, en el suyo)
Sara me preguntó por cómo me había caído Alexandra, le expliqué lo que pensaba de ella, pero, también le dije a Sara que, como al día siguiente volvería a verla, ya en solitario, sería al acabar esa cita, cuando ya podría dar una mejor opinión, algo más aproximada, al menos, de lo que pensaba de ella.
Sara y Alicia, tenían que regresar a su oficina, al fondo de inversión, le pedí a Sara que, antes de que fuera a llegar a su casa, me avisara, cuando, por ejemplo, fuera ya de camino, para poder preparar algo y sorprenderla de algún modo. (En realidad, era para dar tiempo a que, Isabel, si se encontraba aun conmigo cuando, Sara, fuera a llegar, se pudiera ir, y no coincidieran ambas, ni se diera una situación complicada).
Ya en el coche, de camino a la clínica, me llamó Marta, que también iba en coche (Aunque no conduciendo ella) de camino a la clínica a ver a Paula, así que, nos veríamos allí en cuestión de minutos.