Reencuentro con Paula 4.1

Domingo por la mañana. Primer encuentro con Ama Marta en su casa, y conozco a los padres de Paula.

Recomiendo leer las 4 partes anteriores de este relato, para poder entender la historia hasta aquí; próximamente iré subiendo más partes, estad atentos.


Domingo, en mi casa.

Eran las 07:00 cuando me desperté, abrí los ojos y, tardé unas décimas de segundo en empezar a ser consciente de que a mi lado tenía a Carolina, con los ojos tapados y desnuda por completo, dormida y, seguramente, con ganas de follar desde primera hora de la mañana.

Sin embargo, me encendí un cigarrillo y agarré de la mesilla de noche mi móvil, porque un mensaje de

Whatsapp

de Sara me había despertado; Sara quería saber si me apetecía salir a correr por El Retiro un rato, para aprovechar las dos horas que faltaban hasta las 09:00, cuando llegara Paula para ir con ella a ver a Marta.

Sara también me pidió que le mandase una foto de Carolina tal y como estaba y yo, se la mandé, también le pedí a Sara que le prestase algo de ropa a Carolina, pues solo había

traído

la que llevaba puesta el día anterior.

Carolina se despertó y, lo primero que me pidió, fue que no le quitara el vendaje de los ojos, de hecho, quería pasarse así el domingo entero, era algo que ya había hecho en más ocasiones, y le daba morbo, estaba bastante acostumbrada a no poder ver e incluso a salir así por la calle, con un poco de ayuda, por mi parte, no tendríamos problemas.

Mientras le metía un dedo por el coño húmedo a Carolina, le dije que me gustaba la idea, y le expliqué que iba a ir con Sara a correr por El Retiro y que le iba a dejar ropa limpia para que se pudiera cambiar.

Dejé a Carolina en la cama, que quería seguir durmiendo un rato más y yo, me fui a la ducha, me di una ducha rápida, apenas 5 minutos, y me puse ropa deportiva, para poder salir a correr.

Sara llamó al timbre, sobre las 07:30, llevaba la ropa que usaba para correr, un pantalón muy corto y ajustado, de color negro, que le marcaba bien el culo y que intuía los piercings de su coño, y un top deportivo, que apenas sí tapaba sus tetas operadas; también llevaba auriculares en los oídos, el móvil en una bolsa en el brazo, y una riñonera, como si fuera el bolso, con las cosas imprescindibles para salir a la calle, por último, en los pies, llevaba zapatillas de running.

Antes de irnos, Sara, quería ver un momento a Carolina, para darle la ropa que le había conseguido, bastante extrema, por cierto, y, nada más verla, se saludaron con un beso en la boca, que me dejó sorprendido y excitado a la vez.

Sara y yo, bajamos en el ascensor a la calle, y fuimos caminando hacia El Retiro, a pocos metros de nuestra casa, lo que nos permite poder ir con bastante frecuencia a disfrutar de uno de los pulmones verdes de la ciudad de Madrid.

Para Sara, debido al tamaño de sus tetas, a los piercings que lleva y al

plug

anal que también suele llevar cuando vamos a correr, le costaba un poco a veces correr, y yo, que estoy en forma, a pesar del tabaco, acostumbro a picarla en carreras, y a putearla de alguna forma, para evitar que me gane si hacemos alguna competición entre los dos.

Estuvimos corriendo durante una hora, más o menos, tuvimos que detenernos en varias ocasiones, para besarnos o hacernos cosquillas, como premio por haber perdido alguna de las carreras que nos echamos.

Aunque a Sara le excitaba mucho la idea de chupármela o incluso de follar en alguna zona del parque, y me insistía casi cada vez que íbamos por allí, yo siempre lo rehusaba, no por ella, evidentemente, más que nada, para evitar problemas legales, por si nos pillaban; por supuesto, morbo, sí que me daba.

En torno a las 08:35, regresamos a mi casa, (Carolina seguía durmiendo y nos oyó al llegar, por lo que se despertó y le tuvimos que pedir que se esperase a que acabáramos en la ducha, para que, Sara, le ayudase a ella a ducharse) nos desnudamos, y fuimos a la ducha, con el tiempo justo para quitarnos el sudor, y echar un polvo rápido con Sara, a la espera de que, Paula, llegara a las 09:00, tal y como me había indicado por un mensaje de

Whatsapp

que me envió cuando estaba saliendo de su casa, vestida con parte de la ropa muy provocativa que habían ido a comprar el día anterior, Sara, Paula y Claudia.

En la ducha, Sara, tuvo que mear, y me salpicó un poco de su pis, como ya estaba acostumbrado, no dije nada, pero se me ocurrió que era mejor follármela por el culo, en lugar de por el coño, como tenía previsto.

Le quité a Sara el

plug

anal, se lo hice chupar para que limpiara algún resto de caca que pudiera tener, y, después, le empecé a meter, con fuerza, con ganas, mi polla por su culo.

Como íbamos con prisa, porque a las 9 llegaría Paula con los cafés que le había pedido para el desayuno, en la ducha, apenas estuvimos unos 10 minutos, suficiente como para calmar las ganas de follar de Sara, que estaban muy altas, teniendo en cuenta lo vivido los dos días anteriores.

Regresamos a la habitación, Sara me había secado, pero, ella, seguía húmeda, pues iba a tener que regresar a la ducha, con Carolina, para ayudarla a ella con su ducha, al no poder ver nada.

Yo me empecé a vestir, me puse un traje elegante, con raya diplomática, pues ya pensaba en que, al ir a conocer a los padres de Paula, a los que había que convencer de los cambios que iba a experimentar su hija, por un lado, y, por otro, el hecho de conocer a Marta, a quien quería dar una buena impresión, a pesar de lo que me había comentado Sara durante el tiempo que pasamos haciendo ejercicio físico en El Retiro, y que me había dejado preocupado.


Mientras corríamos, Sara me explicó su preocupación por la visita a Marta, la amiga de Carolina, a quien, Sara, conocía un poco, se habían visto en alguna ocasión e incluso había estado, Marta, en la casa de Sara, con Carolina, en alguna noche de chicas. (Sara también me dijo que, aunque Marta le había pedido que me pasara por la casa para conocerme, Sara, se había negado, por mi propia seguridad)

Según me contó Sara, Marta era muy posesiva y cuando se obcecaba con algo, no paraba hasta conseguirlo, en especial, si se trataba de un hombre; Carolina le había contado a Sara que, Marta, cuando era una niña pequeña, de Primaria, se enamoró de un compañero de clase, que pasaba de ella, y durante unos 10 años, le estuvo acosando y haciendo lo posible para que se fijara en ella.


Una vez ya vestido, y mientras Sara ayudaba a Carolina a ducharse y a vestirse (De algún modo, lo que hacía Claudia cuando estaban en la misma situación en la casa de Carolina), bajé al salón, a esperar a Paula, que ya debía estar a punto de llegar, porque iban a ser las 9; mientras esperaba su llegada, navegué un rato por Internet, para ponerme al día con las noticias de la prensa digital; mientras hacía eso, me encendí un cigarrillo.

Paula llegó a las 09:05, con cinco minutos de retraso que argumentó en haber tenido que conseguir los 3 cafés (Para Carolina, Sara y para mí), y algo de bollería de calidad, que íbamos a desayunar; Paula iba vestida muy provocativa, con un vestido corto negro y unas botas al muslo, también negras, con bastante tacón, con las que empezaba a parecer una puta, de hecho, ese era el comentario que le habían hecho sus padres al verla salir así a la calle, unos minutos atrás, cuando se dirigía a mi casa.

Sara y Carolina, no tardaron en bajar, Sara iba desnuda pues pensaba irse a su casa al acabar de desayunar y vestirse allí con calma, y con la ropa para ir a ver a su cliente especial, y, Carolina, que seguía sin poder ver nada, llevaba el mismo vestido y las mismas botas que Paula, podrían parecer salidas del mismo puticlub, o que entraban a trabajar en él.

Nos tomamos los cafés y los bollos, a Paula, le dimos para beber, otro

Burn

, para que se fuera aclimatando a ellos, y, sobre las 09:30, Sara se disculpó, me dio un beso en la boca a mí, y otro a Carolina, y se fue a su casa, porque tenía una hora para arreglarse y ponerse en marcha, antes de ir a ver a su cliente especial.

Le puse a Carolina unas gafas de sol, tal y como me había pedido, para camuflar la venda de los ojos, agarré la maleta con cosas médicas que había llevado Carolina a mi casa para examinar a Paula, y, tras dejar todo en mi casa bien cerrado, fui guiando a Carolina hasta el garaje donde estaba el

Touareg

, en el que íbamos a ir a la casa de Marta; por supuesto, Paula, iba con nosotros y se sentó en el asiento trasero de mi coche, dejando a Carolina de copiloto.

Ya en el coche, me encendí otro cigarrillo, Paula hizo lo mismo, puse en el GPS la dirección de la casa de Marta, en Aravaca, y fuimos hacia allí los 3.

Durante el trayecto en coche hasta la casa de Marta, me llamó mi madre, para saber cómo estaba, y para confirmar si iba a poder ir a verlos, a mis padres, a lo largo del día, confirmé que me pasaría por Somosaguas, pero no dije la hora, mi madre me dijo que, mi padre, había salido a ver a un cliente, y que no iría a comer.

Llegamos a la casa de Marta, en un edificio de esos de Aravaca, de nueva construcción, con comunidades con todos los servicios, con bastante lujo; aparqué el coche donde buenamente pude, a unos 100 metros de la puerta del edificio, y, con la ayuda de Paula, fuimos guiando a Carolina hasta la puerta de la casa, del piso de Marta.

Marta vive en un ático enorme, con una terraza enorme, casi 850m2 en total entre casa y terraza, Paula llamó al timbre, y esperamos a que se abriera la puerta.

La puerta tardó un par de minutos en abrirse, y, primera sorpresa, nos abrió una asistenta, un poco especial, cuanto menos, llevaba un uniforme de asistenta, de látex negro y blanco, con una máscara que tapaba toda su cara, salvo los agujeros que dejaban libres en la nariz para respirar, un collar postural que le imposibilitaba mover mucho el cuello, y unas botas que parecían unas zapatillas de ballet, con las que, cada paso, debía de ser un infierno.

La asistenta, como no podía emitir ningún sonido, nos hizo un gesto con el que indicó que pasáramos al interior de la casa, pasamos por un pasillo que daba a un amplio salón, con varios sofás y tres ambientes, en dos de ellos, había televisores enormes.

La asistenta desapareció y, Carolina y yo, nos sentamos, pero, a Paula, le ordené que se quedara de rodillas, por si acaso aparecía Marta, que era mejor que se presentara así, en plan sumisa.

Pasados apenas 5 minutos, que me sirvieron para cotillear un poco la casa, con la mirada, pude ver los cuadros, con apariencia de caros, que había colgados en la pared, apareció Susana, la asistente personal de Marta, que nos pidió, tras saludar a Carolina, de quien no se sorprendió que no pudiera ver, y saludarme también a mí (A Paula, la ignoró por completo, como si fuera un simple objeto más del salón), que esperásemos unos minutos, porque, Marta, se estaba acabando de arreglar y estaría lista en poco tiempo.


Breve descripción de Susana

En torno a los 30 años, muy sonriente y con buen humor y mejor carácter, muy simpática, morena, cuerpo natural y 1.67 de altura, vestida de manera informal.

Sinceramente, no me hubiera importado follármela delante de todos, en ese mismo instante, pero, había que guardar las formas.


Marta apareció, acompañada de un cachorro de Golden

retriever

, que era lo único que le daba una cierta apariencia de

dulzura, pasados

unos 15 minutos después de que llegara al salón Susana, físicamente, no destacaba tanto como Carolina, llevaba un corsé de látex negro, que tapaba sus tetas, naturales y de tamaño mediano, y unos leggins, también de látex negro, que le hacían buen culo, todo esto, acompañado de unas botas con casi 20 cm de tacón y mucha plataforma.

Me acordé de Sara, que tenía razón en lo que me había dicho, la presencia de Marta, era, cuanto menos, intimidante, todo el mundo al verla, se daba cuenta de su presencia, y, supuse que, muchos, se la querrían follar, y yo, tenía dudas de querer ser uno de esos que se la querían follar, casi me daban más ganas de salir corriendo, pero, por guardar las formas, me quedé, a ver cómo se desarrollaba la situación.

Marta se sentó en una especie de trono, un sillón de tipo relax, de cuero negro, y, Carolina, le empezó a contar, con detalle, lo que iba a pasar con Paula, todo lo que ya os he contado sobre las cirugías que le iban a realizar en los siguientes días, y el trabajo como prostituta que, Paula, iba a empezar a ejercer, en cuanto que fuera posible.

Al enterarse de la situación, Marta se ofreció a alojar a Paula en su casa, durante el tiempo que durase su recuperación, incluso pensó en contratar una enfermera, que se encargara de cuidar a Paula, de darle de comer, cuidar los vendajes y cambiarlos, etc.

Y, por si fuera poco, cuando Paula estuviera ya instalada en el piso de Chueca en el que recibiría a sus clientes, Marta, se ofreció a que, una de sus sumisas, llamada Ana, y a la que conocía de cuando estudiaron juntas la carrera de Farmacia, viviera con Paula, y controlase así que, Paula, no salía del piso de Chueca para nada que no fuera urgente o de perentoria necesidad, y se centrase solo en los clientes, de modo 24/7, casi como si fuera una puta de cualquier club de carretera.

Paula asintió a todos los planes de Marta, sin poder dar su opinión en ningún momento, se sintió, como me dijo más tarde, al salir de allí, como un objeto, humillada, pero, muy excitada; Marta le ordenó que se desnudara, y, ya desnuda, le pidió que le mostrara sus habilidades a la hora de lamer coños, lo que, Claudia y Sara, habían criticado de ella. (De hecho, Marta, así se lo dijo a Paula, le transmitió las quejas de las dos chicas en ese aspecto, humillando así, en público a Paula, que se puso roja y no sabía

dónde

mirar).

Marta le ordenó a Paula, que le comiera el coño a Carolina, que aceptó sin pensarlo, pues ya estaba segura de que no iba a disfrutar mucho con las escasas habilidades en el sexo oral a mujeres de Paula, pero, había que sacrificarse, (Eso, lo dijo con una media sonrisa).

En efecto, a Paula, le costaba mucho lamer coños, no disfrutaba, se sentía humillada, iba casi a regañadientes, veía más interés en que chupara mi polla, y le costó un montón conseguir que, Carolina, pudiera correrse, pero, al final, lo logró, tras varios minutos y estar a punto de darse por vencida.

Marta estuvo observando toda la escena, de hecho, la grabó con una cámara que manejaba Susana, porque quería tener constancia de la evolución de Paula, desde 0, que era ese momento, hasta cuando empezara a lamer coños de manera profesional, cuando ya fuera una profesional del mundo de la prostitución. (Por si me vais a preguntar, esos videos, son privados y NO están disponibles).

Al acabar el sexo oral lésbico, Marta, le ordenó a Paula, que demostrara sus habilidades, haciendo felaciones, como yo era el único hombre allí, le tocó a mi polla, ser chupada y lamida por Paula.

Paula estaba nerviosa, se sentía humillada, pero excitada, y, por el miedo a hacerlo mal, empezó a pensar en su cabeza, que lo iba a hacer mal, hizo una profecía autocumplida, y, claro, le salió mal.

Tardé mucho en correrme porque, Paula, no estaba centrada, quería acabar la felación cuanto antes, iba rápido, y, al ver que no me corría, iba más rápido, en fin, un desastre, a pesar de que conseguí llenar su cara con mi semen.

Cuando se acabó la felación que, Paula, sin mucho éxito pese a todo, me realizó, Marta, le ordenó a Paula que estuviera bien atenta, y que aprendiera de una profesional de las felaciones, Marta hizo un gesto a Susana, que, sin decir nada, se puso de rodillas delante de mí, agarró mi polla, y me la empezó a chupar y a lamer, como si fuera una

escort

de lujo de muchos € la hora.

Se podía decir que, ambas felaciones, fueron como la noche y el día, grandes diferencias, de la mamada de Susana, me quedé muy satisfecho, y con ganas de más, pero, Carolina, me dijo que, si tenía que ir con Paula a su casa, y, antes, pasar por la suya (Por la de Carolina), para dejarla allí, y, de paso, tomar el aperitivo, pues ya iba siendo hora de ir saliendo de la casa de Marta.

Marta, antes de irnos, me invitó a mí solo a cenar, esa misma noche, quedamos en vernos a las 21:00, en la casa, nos despedimos de ella, y fuimos hasta el coche, de nuevo, guiando a Carolina con la ayuda de Paula.

Ya en el coche, y con la misma disposición que en el trayecto hasta la casa de Marta, metí en el GPS, la dirección de la casa de Carolina, en la zona de El Bosque, en Villaviciosa de Odón, y que ya conocía por haber tenido que ir para reformar algún chalet de lujo de los que hay allí, cuando trabajaba en alguna de las empresas de mi padre, que se dedica a esos menesteres.

Llegamos a la entrada de la casa de Carolina, que, aunque era suya, la compartía con Claudia y con Almudena (La neurocirujana que iba a examinar la espalda de Paula al día siguiente, en el hospital, para tratar de mejorar su postura corporal), porque era más cómodo, de cara a ir las dos juntas (Claudia y Carolina, porque, Almudena, casi usaba más la casa como un dormidero que otra cosa, se pasaba el tiempo en el hospital), al trabajo en un mismo coche, por ejemplo.

Llamamos al timbre, para no tener que abrir con las llaves ni que, Carolina, las tuviera que sacar del bolso, Claudia nos abrió la puerta, iba desnuda por completo salvo por unas botas con bastante tacón, parecidas a las que llevaba Marta, pero con algo menos de tacón.

Pasamos al salón de la casa, decorado de manera elegante y moderna, nos sentamos en uno de los sofás de piel, de color blanco, que hay allí, y, Claudia, fue a la cocina a por unas Coca-Colas, para evitar beber y conducir. (Por ello fue que no pedí una cerveza, a Paula, le sirvieron un Red Bull, tal y como yo le indiqué a Claudia).

Almudena no estaba en la casa porque, pese a ser domingo, estaba en la clínica, como casi siempre, tenía turno y estaba atendiendo pacientes.

Ya con los refrescos por delante, Carolina, tras desnudarse para estar más cómoda, con ayuda de Claudia, le sugirió a ésta, que me hiciera una mamada, para que pudiera, de algún modo, comparar y hacer un ranking con las 3 chicas (Susana, Claudia y Paula), sobre quien me la chupaba mejor.

Sin poder decir nada, Claudia, comenzó a bajarme el pantalón y el calzoncillo, y empezó a chuparme la polla, no lo hacía nada mal, aunque, me dio la impresión de que le gustaba más chupar el coño a Carolina, por ejemplo.

Al correrme, le di con mi semen, que salió disparado, a los ojos de Claudia, que se quedó sin casi poder ver, algo que no se esperaba y que no le gustó demasiado, pues necesitaba poder ver, para guiar a Carolina a lo largo del día, si ella no iba a poder ver al llevar la venda de los ojos puesta.

A Claudia, le costó un poco recuperarse, Paula le tuvo que lamer los restos de mi semen, y la dejó bien limpia, aunque, eso sí, antes de irnos, Paula y yo, a la casa de sus padres en Las Lomas (Boadilla del Monte), a conocerlos y a comer con ellos, dejamos a Claudia con visión perfecta, de nuevo, para que pudiera hacer de lazarillo de Carolina, lo que quedaba de domingo.

En torno a las 13:30, nos despedimos, Paula y yo, de Claudia y de Carolina, yo me fui con la idea clara de que, Susana, había ganado el concurso de mamadas, por lo que, de alguna forma, tendría que conseguir comprobar si, Susana, era tan buena también a la hora de follar; Claudia se quedó un poco triste al saber que había quedado segunda en el concurso, y dijo que se iba a esforzar por mejorar.

Salimos, Paula y yo, de la casa de Carolina, puse en el GPS la dirección de la casa de Paula, aunque ya había estado años atrás en su casa, en algún cumpleaños y por tener que hacer algún trabajo, salir de esas urbanizaciones, es un poco complicado si no las conoces del todo bien, y no quería perderme en ellas.

En los 15 minutos que tardamos en llegar a la casa de los padres de Paula, estuvimos ensayando el plan que, Marta, había diseñado, sobre la marcha, cuando Carolina le habló de lo que iba a pasar con Paula, para justificar su ausencia en la vida familiar, al tener que estar 24/7 en el piso de Chueca, recibiendo y follando a y con los clientes, respectivamente.

A Marta se le ocurrió la idea de que dijera yo, a los padres de Paula, que iba a ser el jefe de Paula en un trabajo nuevo, que empezaría a partir del día siguiente, ese mismo lunes, y que, el trabajo, iba a tener lugar fuera de Madrid ciudad, en la sierra de Madrid, por lo que no iban a poder verse todo el tiempo e iba a suponer tener que vivir en una casa, más cerca del trabajo, para evitar desplazamientos diarios; Paula se pondría en contacto con sus padres, de vez en cuando, cuando hubiera tiempo libre entre clientes.

En resumen, la idea era no contar nada del plan de Paula, ni de las cirugías, ni de ser puta, hasta que todo estuviera en marcha y ya Paula se hubiera adaptado a su nuevo cuerpo y a su nueva profesión.

Llegamos a la casa de los padres de Paula, un chalet bastante grande, aunque de tamaño medio para la zona, con una amplia piscina y una pista de tenis en la parcela.

Paula ya les había dicho a sus padres, justo antes de salir de la casa con las pintas de puta que antes describí, que, ese día, yo iba a pasar por su casa, para comer, por lo que, los padres, andaban con la mosca detrás de la oreja, pero, se tranquilizaron un poco al verme a mí, todo trajeado y elegante, y con mi pinta de abogado, que siempre suele ser un punto a mi favor.

Primero estuvimos tomando un refresco (De nuevo, evitando el alcohol para poder conducir), y, después, ya pasamos al comedor para comer en familia, y dar el paso de que, Paula, contara a sus padres, sus planes (O, al menos, lo que podía contar, lo que habíamos ensayado).

A Paula le costó arrancarse, pero, finalmente, y con un poco de ayuda de mi parte, logramos comunicar la noticia a los padres, que se sorprendieron, y le preguntaron a Paula, si estaba segura de lo que iba a hacer, Paula, asintió con firmeza, por lo que, los padres, no pudieron negarse.

En la comida, también estaba María, la hermana de Paula, que era profesora en uno de esos colegios de Madrid que salen en la lista de los mejores de cierto periódico, y que, también, estaba estudiando Psicología a distancia (Las dos hermanas se apuntaron a la vez, para darse ánimos y estudiar juntas).


Breve descripción de María

Pelo rubio teñido, en torno a 27/28 años, de la misma altura que Paula, con un carácter no muy bueno, parecía estricta con los alumnos, cuerpo natural y tetas normales.

Me dio poco morbo, y no me entraron ganas de follar con ella, no era mi tipo, ni mucho menos.


El relato sigue en la parte 4.2.