Reencuentro con Paula 2

Sigue la historia, es sábado por la mañana y Sara me explica lo que le quiere hacer a Paula.

Recomiendo leer primero los capítulos 0 y 1 de esta historia, para poder entender lo que sigue; cada día, iré publicando una parte de la misma, estad atentos.


Me costó dormirme porque estuve hasta cerca de las 2 de la madrugada, pensando en qué modificaciones, normas y situaciones, podría llevar a cabo con Paula, pero, al final, el sueño, me venció y pude dormir, no muchas horas, algo a lo que ya estaba acostumbrado debido a mi trabajo, pero sí pude descansar.

Sara me despertó, a las 07:45 del sábado, con varios mensajes de

Whatsapp

, en los que me enviaba fotos suyas desnuda, tomadas en ese mismo momento y que hicieron que mi polla, despertara de repente, además, me dijo que, en 15 minutos, estaría en mi casa, para hablar del tema de Paula, para la que, Sara, tenía algunas ideas y, de paso, follar y recuperar el tiempo perdido, lo que no habíamos podido hacer la noche anterior.

Me levanté de la cama, con la polla casi a punto de reventar, de las ganas que tenía, tanto de escuchar a Sara y sus ideas, como al pensar en que, después, me la volvería a follar y a usarla a mi gusto, algo que me encantaba y que, ambos, disfrutábamos.

Estar con Sara, aparte de lo bien que folla y lo bien que me la chupa, también me produce cierto placer escuchar su forma de hablar, pues es bastante culta, según me explicó cuando nos conocimos, al llegar ella a vivir al apartamento de enfrente, había estudiado Economía y Matemáticas, y, en sus ratos libres, se estaba sacando a distancia la carrera de Derecho, como un simple hobby; además, por su trabajo, en un fondo de inversión, Sara, tiene muchos contactos, con gente del mundo del narcotráfico, lo que le ayuda a conseguir la cocaína que, de vez en cuando, se mete, entre otras cosas.

Bajé a la cocina (No os he contado, pero, mi apartamento, es un dúplex, con 3 habitaciones y 4 baños arriba y una terraza de generosas dimensiones, y dos habitaciones, cocina, salón, comedor, despacho y dos baños abajo, y, en la planta sótano del edificio, 4 plazas de garaje), y preparé un par de cafés, para poder ofrecerle algo a Sara, mientras hablábamos, antes de pasar a follármela.

El piso de Sara, es idéntico al mío, también con 4 garajes.

Sonó el timbre, mientras tenía el segundo café a medio preparar, porque era de cápsulas y había que ir uno a uno, para evitar problemas, dejé la cafetera funcionando, y fui a abrir la puerta.

Sara llevaba ropa de deporte, un top negro que tapaba solo las tetas, enormes y operadas y con piercings, que se dejaban intuir, y un pantalón corto, también negro, que apenas tapaba nada, y, nada más pasar, le ordené a Sara, que se desnudara y comenzara a masturbarse, y que no parase de hacerlo mientras me explicaba los planes que tenía para Paula.

Sara obedeció, de hecho, de no habérselo ordenado, lo hubiera hecho igualmente, porque, de nuevo, se había levantado con muchas ganas de follar, lo ocurrido la noche anterior, lejos de aplacar sus ganas, había hecho que aumentaran, pensando ya no solo en mí, Paula también empezaba a formar parte de su oscura imaginación, a la hora de tocarse y de ponerse cachonda.

Regresé al salón, con los cafés en una bandeja, junto con unas magdalenas hechas con AOVE, para cuidarme sin renunciar a probar cosas ricas, y, mientras desayunábamos un poco, Sara, que ya estaba desnuda, y con el coño chorreando y algo enrojecido incluso por todo lo que se había masturbado a lo largo de la noche, que se había pasado pensando y maquinando en lo que se podría hacer con Paula.

Lo primero que me dijo Sara, fue que, en la hora, más o menos, que estuvo hablando a solas con Paula mientras yo, hablaba por teléfono para solucionar un problema urgente en el trabajo, Paula le había hablado de lo que quería hacerse en el cuerpo, y de una de sus fantasías, que, por ahora, era solo eso, una fantasía, pero que, según Sara, se podría hacer realidad, gracias a sus contactos.

La fantasía de la que, Paula, habló a Sara, era la de ser puta, dedicarse a ello de manera profesional, y, para mayor excitación, tener un chulo que se llevase todo el dinero, sin que, Paula, pudiera ver ni un solo céntimo de € de lo que generase por sus servicios.

Sara me dijo que, con la ayuda de una amiga suya, llamada Carolina, que es cirujana plástica y estética, podríamos hacerle a Paula las cirugías y las modificaciones corporales, que no eran muchas, al menos, en principio, pues, Paula, se conformaba con tener unas tetas grandes, llamativas, y unos buenos abdominales, aunque fueran implantes.

Yo solo había visto a Carolina una vez, fue en un día de invierno, unos cuantos meses atrás, de ella, me llamó la atención su cuerpazo y su pelo rubio, ambos naturales pese a ser cirujana (El tema del cuerpo natural, sin cirugías), y que llevaba un abrigo largo de cuero muy llamativo, que le quedaba estupendamente.

Sobre los tatuajes y los piercings que, Paula, también quería hacerse, Sara me dijo que conocía también a una tatuadora, que se había encargado de tatuar su propio cuerpo y de ponerle los piercings, a la que visitaríamos para escoger los piercings y los tatuajes que llevaría Paula, intentando que fueran llamativos en imagen, pero discretos y que se pudieran tapar con la ropa, de cara a la familia de Paula.

Para que, Paula, pudiera cumplir la fantasía de ser puta, Sara, tenía el plan de poder hacer una web y publicar diversos anuncios en los que se ofrecerían sus servicios como puta; además, debido al trabajo de Sara en el fondo de inversión, ella tenía acceso a apartamentos y pisos de bancos, a bajos precios y en buen estado, que se podían adquirir, y utilizar como picadero para que, Paula, pudiera recibir allí a los futuros clientes.

Sara tenía en una tableta que llevaba consigo en una bolsa, un listado de los inmuebles disponibles para tal actividad, me estuvo enseñando un par de apartamentos que no estaban nada mal, discretos, sin portero, y en buen estado de conservación.

A Sara cada vez le costaba más hablar, porque, al estar masturbándose, tal y como le había ordenado, estaba a punto de correrse y de llegar al orgasmo, cosa que hizo, y, por poco, me estropea mi sofá de piel con sus jugos.

A pesar de que se había corrido, Sara, seguía con muchas ganas de follar, por lo que, sin casi poderse controlar, se abalanzó sobre mí, y comenzó a besarme, y a bajarme el pantalón de pijama que llevaba, con el que había dormido esa noche, me bajó también el calzoncillo, agarró mi polla, y se la empezó a meter en la boca, dando a entender, por cómo lamía y chupaba, que, casi tenía ella más ganas de ser

prostituida

de las que tenía Paula.

Sara estuvo un buen rato entretenida con mi polla, hasta que me corrí y dejé toda su cara, en especial, los ojos, la zona en la que, a Sara, más le gustaba que yo me corriera, llena con mi semen.

A pesar de que, Sara, apenas sí podía ver por uno de los ojos, de tal cantidad de semen que tenía, decidió agarrar de nuevo su móvil, y me dijo que iba a llamar a Carolina, para quedar con ella en mi casa, esa misma tarde, sobre las 17:00, de modo que, Carolina, pudiera explorar bien el cuerpo de Paula y decidir qué cirugías se le podrían realizar.

En realidad, Sara, hizo una videollamada a Carolina, que también llevaba ropa de deporte que marcaba todo su cuerpo natural, con unos abdominales que no conocía y que me parecieron espectaculares, y no se sorprendió al ver a Sara, con todo el semen tapando su cara.

Una vez que se saludaron e, incluso, se insultaron de forma cariñosa (Se llamaron puta, la una a la otra), Sara le explicó a Carolina la situación, y, Carolina, dijo que no había problema, que le pasara mi dirección por

Whatsapp

y que, a las 17:00, se plantaría en mi casa, junto con Claudia, una enfermera, también rubia y que tampoco estaba nada mal, con la que estaba haciendo deporte en el momento de la llamada de Sara, para empezar a revisar a Paula, y ver lo que se podía hacer con ella.

Tras colgar la videollamada con Carolina, Sara comenzó de nuevo a besarme, me dijo al oído, que quería que la follase por el culo, y que se lo rompiera, porque estaba muy perra.

La tomé de la mano, sin dilación, y llevé a Sara a mi habitación, como siempre, llevaba los móviles cerca, por si sonaba alguno de ellos (Tengo 3, uno para uso privado con mi familia, otro, el de trabajo, del bufete, y, el tercero, para ligar, para evitar dar mi número privado a mujeres que no conozco bien, por lo que pueda pasar), y, sonó el de ligar, que era el que le había dado a Paula.

Paula se puso en videollamada, vio a Sara desnuda, y me preguntó si íbamos a vernos a las 10 o si iba a estar aun ocupado follándome a Sara.

Sara, con cierto tono de reproche, le ordenó que no se presentara en mi apartamento, al menos, hasta las 10:30, y, también, le sugirió que se vistiera lo más provocativa que pudiera, para comprobar de lo que era capaz.

Después de eso, Sara, que había agarrado mi móvil, para hablar directamente con Paula y que se le viera bien en la pantalla, colgó la llamada con Paula, y se tumbó en mi cama, con la idea de que le follase por el culo, por lo que se puso con él en pompa.

Yo, empecé metiéndole un dedo por su culo, para ver si iba a ser posible meter mi polla, lo saqué, tenía restos de caca de Sara, pero, a pesar de ello, se lo metí en la boca a Sara, que ya estaba acostumbrada a eso, y, de hecho, le encantaba que le metiera mis dedos así.

Después, empecé a meter mi polla por el culo de Sara, que comenzó a gemir de placer, y, también, de dolor, pero, para ella, era lo mismo, pues desde que nos conocimos, me dijo que le encantaba sufrir y ser agredida en la cama.

Estuve metiendo y sacando mi polla del culo de Sara durante un buen rato, hasta que llegó el momento de correrme, algo que hice en el culo de Sara, pues ya antes habíamos llegado al acuerdo de que, siempre, sería así, me correría dentro, tanto de su culo como de su coño, cuando follásemos, porque, cuidarse, era cosa suya, de Sara.

Al acabar de follar el culo de Sara, y teniendo en cuenta que se acercaba la hora a la que, Paula, iba a llamar a la puerta de mi casa, decidí que era mejor ir a la ducha con Sara, y, mientras nos duchábamos, follarla allí por el coño, ya que, Sara, tenía ganas de más sexo.

Fuimos a la ducha del baño principal de mi casa, es una ducha grande en la que caben 3 personas fácilmente, aparte, tiene un jacuzzi (Y, en la terraza, hay otro más), y, comenzamos a ducharnos.

Yo tenía ganas de hacer pis, pues, con todo el jaleo de la visita de Sara, no había podido mear desde antes de irme a dormir, pero, como siempre hacía cuando estaba con Sara, meaba directamente sobre ella, que, además, se tragaba mi pis, mi lluvia dorada, con muchas ganas.

En la ducha, mientras el agua iba saliendo y nos iba limpiando, en especial a Sara, yo empecé a meter los dedos en el coño de Sara, que estaba ya listo para que le metiera mi polla o lo que quisiera, así que, sin más, empecé a metérsela, y, Sara, comenzó también a gemir de placer, sin dolor en esta ocasión.

Al acabar las embestidas, me corrí dentro de Sara, que se sentía usada al notar mi semen dentro de ella, acabamos de ducharnos, Sara, se quedó ya limpia de los restos de semen que tenía en la cara y en su cuerpo, y, salimos de la ducha.

Sara comenzó a secarme, con una toalla que agarró del baño, y, cuando ya estaba seco, ella misma, se secó también, mientras me confesaba que, aunque había disfrutado mucho, seguía con ganas de follar, por lo que esperaba que, esa tarde, aunque tuviera que ser delante de Carolina y de Claudia, volviéramos a follar, porque, Sara, lo necesitaba realmente.

Regresamos a la habitación, ya secos los dos, y yo, me empecé a vestir, me puse un pantalón vaquero y una camisa, y, Sara, no se quiso vestir, prefirió esperar desnuda la llegada de Paula, así que, aprovechó para ayudarme a mí a vestirme, y, por poco, tuve que volver a ducharme, porque, más que ayudarme, Sara, trataba de desvestirme.

Me estaba acabando de vestir cuando sonó el timbre de la puerta, Sara, tal y como iba, desnuda por completo y descalza, bajó las escaleras con rapidez y abrió la puerta a Paula, que iba muy bien vestida, pero, más que provocativa, elegante, que no era lo que le había ordenado Sara, en la videollamada previa.

Sin casi dejarme que viera a Paula, Sara me dijo que iba a acompañar a Paula a su casa (A la casa de Sara, el apartamento de enfrente al mío, a apenas unos pocos segundos caminando), para que se cambiara y se vistiera lo más provocativa que fuera posible; Sara le dijo a Paula que le prestaría su ropa, y que, por la tarde, la llevaría de compras, para poder actualizar su armario, a ropa de puta, lo que iba a ser en poco tiempo.

Sara agarró sus llaves y la tableta y su móvil, dejó un paquete que tenía un

plug

anal, que, según me había explicado Sara antes, era para metérselo a Paula en su culo, para que fuera más sencillo follarlo después.

Así es que, Sara, atravesó el pasillo que hay entre la puerta de mi casa y la suya, completamente desnuda y descalza, pero, por suerte, nadie la vio, salvo Paula, y se metieron en la casa de Sara, para que, Paula, se cambiara de ropa y fuera vestida más al gusto de Sara.

Yo me quedé en el salón de mi casa, aproveché para leer algunos emails de trabajo que tenía pendientes, recibidos a lo largo de la noche y de lo que llevaba de mañana, y, a los 20 minutos, sonó de nuevo el timbre, era Paula, ya vestida de manera provocativa, con una falda muy corta, de cuero negro, que pude identificar que era de Sara, porque se la había visto puesta en alguna ocasión en la que fuimos a cenar, antes de follar, a algún restaurante cercano a nuestras casas, y un top, de red, que dejaba todo al aire, salvo los pezones, tapados con cinta aislante negra, para que no se vieran, llevaba también unas botas, con plataforma, que le quedaban genial a Paula.

Paula me dijo que tenía que pasar a mi casa, para que le metiera el

plug

anal, antes de irnos a desayunar y a dar un paseo por El Retiro para hablar de su futuro como sumisa y como puta.

Dejé pasar a Paula, saqué el

plug

anal de la caja, le levanté la falda, comprobé que, Paula, no llevaba nada de ropa interior (Ni siquiera un tanga), y le metí el

plug

anal, costó un poco, pero, entró al final, aunque no pude evitar un gemido de Paula al notarlo dentro, y se veía que, Paula, caminaba un poco diferente a la normalidad, sin el

plug

.

Le ordené a Paula que no se sentara en el sofá mientras yo subía a mi habitación, a agarrar una chaqueta de cuero, porque la mañana era un poco fría, y, al regresar al salón, ya para salir, pasamos unos instantes por la casa de Sara, que seguía completamente desnuda, y con quien quedé en que nos veríamos al acabar el paseo con Paula, para ir a ver uno de los apartamentos que me había enseñado antes, y que estaba en la zona centro de Madrid.

Sara dijo que, aprovecharía el tiempo del paseo, para ir a su oficina, a agarrar las llaves del apartamento y, ella misma, haría las veces de profesional inmobiliaria, y me lo enseñaría.

Nos despedimos de Sara y, Paula y yo, fuimos caminando hasta el VIPS, donde íbamos a desayunar, mucha gente, en especial, mujeres, miraban a Paula, que se sentía humillada y observada, pero, también, muy cachonda. (Fue algo que me dijo al sentarnos en el VIPS, para desayunar).

Para Paula, sentarse con el

plug

anal, fue toda una experiencia, estaba incómoda, pero caliente a la vez, estuvo cerca de pedirme que me la follase allí mismo, pero, no era buena idea, para evitar meternos en líos.

Yo me pedí el desayuno americano, bien contundente, pero, a Paula, le pedí el desayuno ligero, porque, desde ese momento, la dieta, se la iba a controlar yo. (Con ayuda de Sara, y, con suerte, también de Carolina, que estaba dispuesta a colaborar en todo el proceso de transformación de Paula en una puta).

Mientras nos traían los desayunos, sin más dilación, comencé a explicarle a Paula, lo que había estado hablando con Sara, Paula ya sabía muchas de las cosas, porque, entre la hora de conversación de la noche anterior, y los minutos que había tardado en vestirse de puta, ya Sara le había informado de lo que iba a pasarle, y, Paula, se sentía nerviosa, pero, a la vez, con muchas ganas de empezar.

Paula me preguntó por la forma en la que iba a tener que contar a su familia, las cirugías a las que se iba a someter, así que, a mí, se me ocurrió que, al día siguiente, aprovechando que era domingo, podría ir a comer a la casa de sus padres, situada en una urbanización de Boadilla del Monte llamada Las Lomas, y explicarles a sus padres y a su hermana, lo que iba a pasar, omitiendo, eso sí, el tema de la prostitución, para que no se enfadaran con ella demasiado. (Ya bastante tendrían con aceptar su nuevo cuerpo, operado).

Llegaron los desayunos, Paula, comía con cierta ansiedad, según me dijo, no había desayunado nada en su casa, debido a los nervios del encuentro conmigo, por si decidía follármela, y, ahora, tenía hambre.

Nos acabamos los desayunos, Paula, intentó picar algo del mío, pero, se lo prohibí, así que, Paula, me tuvo que contemplar, mientras se relamía, aun con algo de hambre, mientras yo me acababa el mío.

Al acabar de desayunar, le ordené a Paula que abonara los desayunos, Paula lo hizo sin rechistar, y aproveché para decirle que, a partir de ese momento, todo lo que fuera a consumir para su nueva vida, si no se lo pagaba ella directamente, lo iba a tener que devolver usando su cuerpo (Por ejemplo, las cirugías, los piercings y los tatuajes, al igual que la cocaína que fuera consumiendo).

Salimos del VIPS y fuimos caminando hasta El Retiro, por supuesto, fuimos los dos fumando, un hábito que quería empezar a implantar en la vida de Paula desde el principio, de manera que comenzara por esa adicción, el proceso de transformación en una puta.


Aclaración:

Al fin y al cabo, hace más o menos un siglo, en torno a las décadas de 1920/1930, las únicas mujeres que fumaban, eran las putas, de ahí la expresión que se utiliza, para referirse a ellas (En especial, a las que trabajan en la calle), como, “las mujeres que fuman”.


Llegamos al parque, y nos dimos un paseo de una hora, más o menos, en el que estuvimos hablando de cómo iba a ser el día a día de Paula, una vez que ya estuviera operada, con los piercings y los tatuajes, y lista para ser una puta y recibir clientes, que le hicieran de todo.

La idea, para tratar de ganar el mayor dinero posible explotando al máximo a Paula, era no ofrecer ningún límite a los clientes, de modo que, ellos, pudieran hacer con Paula, casi lo que quisieran, incluso

scat

, si así lo deseaban.

Aunque, al principio, Paula, se mostró un poco insegura de esa situación, la excitación por verse humillada, usada y emputecida, pudo más, y decidió aceptar las condiciones, sin pensarlo demasiado, pues era la oportunidad que llevaba tiempo esperando.

Durante el paseo, Paula me suplicaba que dejara que, al menos, me hiciera una felación, en algún lugar apartado del parque, pero, me tuve que negar, para dejar a Paula con los dientes largos y que aprendiera a esperar, algo que, según me pareció, le costaba aceptar.

El paseo se acabó cuando me llamó Sara, para decirme que ya estaba lista para ir a ver el apartamento, y que me esperaba en su casa, para ir los dos solos a inspeccionarlo, sin Paula, que no iba a participar en nada de esa parte del proceso, para no tener en cuenta su opinión, teniendo en cuenta que, las putas, no opinan.

Me despedí de Paula, en la puerta del edificio donde vivo, y le dije que nos veríamos a las 16:30, allí mismo, para pasar la tarde juntos, hasta esa hora, tenía libertad para hacer lo que quisiera, pero, no se podía cambiar de ropa.

Subí hasta mi casa, y llamé al apartamento de Sara, que estaba ya casi lista, solo le faltaba agarrar una chaqueta de cuero, para completar el outfit de secretaria que llevaba, en plan agente inmobiliaria

buenorra

, que, en ese momento, era lo que quería ser.

Para evitar, por un lado, tener que aparcar en el centro de Madrid, y, por otro, poder beber sin problemas, en la comida de después de ver el apartamento, decidimos que era mejor ir y volver en taxi, al salir a la calle, pasó uno, y, Sara, lo llamó, nos subimos en el taxi, y, Sara, le indicó a la taxista, con pinta de lesbiana masculina, la dirección a la que íbamos a ir.

Llegamos a la puerta del edificio donde se encontraba el piso, en la zona de Chueca y que, al parecer, la mujer taxista, conocía bastante bien, Sara pagó la carrera del viaje en taxi hasta allí, y nos bajamos.

El piso, estaba en la cuarta planta del edificio, con ascensor, y necesitaba alguna reforma, sobre todo de pintura pero, Sara, con contactos hasta en el infierno, me dijo que podíamos firmar en cuestión de días, en un notario de su confianza, con la idea de comenzar la reforma lo antes posible, y que, si aceptaba, ella misma se encargaría de todo, de modo que, en un mes, Paula, ya pudiera empezar a recibir clientes allí, tiempo suficiente como para remodelar también a Paula, con las cirugías, los piercings y los tatuajes.

Antes de ir a comer, y como Sara seguía con ganas de follar, me pilló por banda, y me dijo que le daba morbo que me la follase allí mismo, así que, sin dejarme casi tiempo para poder decir nada, Sara, me comenzó a bajar el pantalón, agarró mi polla, y se la volvió a meter en la boca, sin miedo a que, algún vecino, la pillase en semejante situación, quizás preocupado al escuchar nuestras voces, pues, el piso, estaba deshabitado.

La mamada de Sara, fue rápida, porque, debido a la hora que era cuando acabamos de ver el piso, íbamos con algo de prisa, teniendo en cuenta que, a las 17:00, habíamos quedado con Claudia y con Carolina, para que examinaran a Paula y vieran si era posible realizarle las cirugías.

Aunque, Sara, quería más sexo allí mismo, me tuve que poner serio con ella, y le prometí que, por la tarde, en mi casa, acabaría lo que dejaba ahora a medias, y conseguí, con algo de esfuerzo, que bajara de nuevo a la calle, y fuimos caminando hasta localizar algún restaurante en el que comer algo ligero, antes de regresar en otro taxi a la casa, al apartamento, a pasar la tarde de sábado en buena compañía.