Reencuentro con mi Ex Parte 6
Una semana sin saber de Joel y pasar las noches masturbándome mientras lo recuerdo y espero sus órdenes. Cuando regresa no está muy contento conmigo.
Era Lunes, ese lunes me pareció eterno, mi jefe me llenó el escritorio con un cerro de papeles con propiedades que había que ingresar en la página de la empresa (trabajaba en bienes raíces) estaba molesto porque había faltado casi toda la semana anterior y el último día no había avisado. Me dijo que tenía que reponerle a mis compañeros todo el papeleo que habían tenido que hacer por mi culpa esos días... Era la parte más aburrida de mi trabajo, además no podía concentrarme, tenía mil cosas en la cabeza, recordaba las palabras de Diego después de patearme y escupirme, recordaba el beso de Joel, recordaba que Jesús me había llamado “el juguete favorito” de Joel, ese fin de semana no lo había visto más, aunque me había mandado un mensaje preguntándome sobre cómo había resultado todo con Diego y después felicitándome por mi obediencia y sacrificio.
Dieron las 11 pm cuando estaba terminando con la enorme pila de papeles, de pronto me llegó una notificación al celular de Facebook, - tienes una nueva solicitud de amistad - Abrí la notificación... Era un hombre gordo de tez morena y pelo chino, con una playera del Cruz Azul, sonreía sosteniendo una cerveza en la mano, su rostro me parecía familiar pero no recordaba dónde lo había visto. Revise sus fotos, tenía una foto abrazando a su esposa y sus hijos, parecían una bonita familia, su casa se veía muy sencilla, se veían de condición económica baja, seguí revisando hasta que vi una foto de él recargado contra su taxi.
Era el taxista que me había tomado la foto para Joel, el que insistió en que le dijera mi nombre... con qué era para eso...al parecer cuando me pidió mi identificación memorizó mi nombre completo. ¿Que se suponía? ¿Que podíamos ser amigos? Que absurdo... le di borrar a su solicitud y comencé a guardar mis cosas para marcharme a casa de mi madre donde me había mudado.
Llegué tarde a casa de mi madre, ella ya dormía, la casa estaba en silencio, solo se escuchaban los aparatos médicos en su habitación. Hace tiempo había vendido la casa donde crecí para pagar sus cuentas médicas, ahora vivía en una casa muy pequeña de una sola habitación, yo dormía en un sofá que había puesto al lado de su cama.
Traté de no hacer ruido y busqué algo de cenar en el refrigerador, no había casi nada. Entre los pocos ítems había un par de enormes pepinos, al verlos recordé lo que había sucedido con Jesús...menos mal que me había detenido, definitivamente mis límites eran ahora desconocidos para mi... ese pensamiento se quedó dando vueltas en mi cabeza, al parecer ahora era una puta sin límites, mis límites dependían de los deseos de Joel y al parecer también de su asqueroso asistente... comencé a sentir un cosquilleo en mí vagina, era una sensación confusa, el asunto del pepino podrido había sido algo muy desagradable, Jesús era muy desagradable... pero... mi vagina se mojó yendo en el sentido contrario a mis pensamientos, no sabía muy bien porque estaba exitada si el recuerdo me perturbaba, recordé como me insultaba Jesús en el auto después de ponerme a prueba y el cosquilleo en mi vagina incrementó, recordaba cómo se reía de mí, llamándome cerda estúpida y sentí cómo salía más y más babita de mi vagina, no pude más, tomé el pepino del refrigerador, estaba fresco y muy firme, lo tallé un poco con mis mano para quitarle lo frío y me acosté en el suelo de la cocina. Comencé a meter poco a poco el pepino en mi vagina, estaba muy grande, era un poco doloroso, pero se sentía muy bien, comencé a susurrar mientras me metía y sacaba el pepino de la concha - soy una puta cerda, una cerda sucia - susurré, estaba muy exitada, pero me hacía falta algo, me levante rápido y busqué en el refrigerador de nuevo, tomé el otro pepino y me recargué contra la barra de la cocina, traté de meter el otro pepino en mi ano, mientras metía el otro a mi vagina, pero no lograba meter el del ano, era muy grande, dejé los pepinos un momento y busqué de nuevo en el refrigerador, tomé un poco de aderezo y me lo unté en el ano, lo intenté de nuevo, poco a poco logré meter los dos pepinos, uno por cada orificio, los metía y sacaba despacio mientras me imaginaba a Joel y a Jesús penetrandome al mismo tiempo, en mi imaginación Joel me besaba mientras Jesús me insultaba y escupía, esta idea me estaba volviendo loca, estaba disfrutando tanto, me metía y sacaba los dos pepinos cada vez más rápido mientras trataba de frotar mi clitoris moviendo mi cuerpo contra la barra de la cocina, sentía delicioso, como quería que estuvieran ahí, como deseaba sus enormes penes, seguí metiendo y sacándolos a toda velocidad y frotándome hasta que no pude más. - aaaaaaaaaaaaaahhh - grité tras terminar con uno de los mejores orgasmos de mi vida.
Dejé caer los pepinos al suelo y me recargue jadeando contra el refrigerador, sentía todo mi cuerpo temblar y vibrar con espasmos de placer.
- Andreeea!! ¿Ereeees tú? ¿Estás bien?
Al parecer mis gritos despertaron a mi madre que esforzó su garganta al llamarme y comenzó a toser. Tiré los pepinos a la basura y me apresuré a verla, estaba acostada en su cama, conectada al oxígeno, frágil y enferma.
Hola ma! Si perdón, me golpee el dedo chiquito del pie contra un mueble.
Aaa, con razón, me asustaste.
Ya duerme mami ya es tarde.
Me acerqué a darle un beso en la frente
- ¿Cenaste ensalada? Hueles a aderezo
Me preguntó, se me escapó una pequeña risa involuntaria...
- si mami, y estaba muy rica.
Me fui a dormir feliz y en paz, imaginando que el palpitar que sentía en mi pelvis era por follarme a Joel y a Jesús.
El martes la rutina fue la misma, trabajar hasta las 11pm con la nueva pila de papeleo, solo que antes de llegar a la oficina pasé al súper mercado a comprar dos pepinos, los más grandes que encontré, pensé en buscar un lubricante pero había algo especialmente excitante de hacerlo con los condimentos del refrigerador de mi madre, me imaginaba a Jesús diciéndome cerda mientras reía por usar aderezo, lo que hiciera feliz a Jesús haría feliz a Joel, entendía que él me buscaría cuando el quisiera pero ser paciente no necesariamente significaba que no me pudiera divertir un poco.
En la noche hice exactamente lo mismo, me masturbe como loca con los dos pepinos susurrándome insultos, imaginándome a mi hermoso hombre y su sucio asistente... y así repetí la rutina la noche siguiente. Creo que mi madre comenzó a preocuparse de mi torpeza y mi dieta porque todas las noches la despertaban mis gritos al “golpearme con el mueble” y todas las noches olía a “ensalada”
El jueves pensaba repetir mi rutina, pues me ayudaba a calmar la ansiedad de no saber de Joel. Busqué cómo los días anteriores los dos pepinos más grandes del mercado y me fui a la oficina, estaba saturada de trabajo, bastante harta de todo el papeleo que me ponían a hacer como castigo a mis faltas, era muy tedioso y mi mente se ponía a divagar, recordaba mis últimas sesiones de masturbacion y comenzaba a exitarme, moría porque terminara el día para irme a jugar con mis dildos orgánicos, ese pensamiento me causó gracia y me reí un poco.
Mi compañero Luis, mi vecino de escritorios, un joven de 22 años, bajito y con una lindo rostro que se ocultaba detrás de unas enormes gafas con aumento, me preguntó curioso de que me reía... por un segundo pensé en contestarle - porque me muero por meterme un pepino en la concha - pero no lo hice, le dije que no era nada.
Voltee a ver a mi bolsa, se alcanzaban a ver los pepinos desde ahí, pensé en meterme un rato en el baño para masturbarme rápido y dejar de distraerme tanto. No era mala idea, de hecho era muy buena idea, podía agregar a mis rutinas una sesión matutina con extra morbo, tomé mi bolsa, caminé hacia el baño y traté de abrir la puerta, pero estaba ocupado, la sola idea de masturbarme en el baño de la oficina, a una puerta de todos mis compañeros de trabajo me exitó mucho, ahora si me moría de ganas de meterme esos pepinos. Toqué la puerta insistiendo para que se apresuraran, un compañero me contestó que no estaba funcionando bien el baño, que llamaría al fontanero.
Volví a mi silla en mi escritorio sumamente caliente y sin saber que hacer, ya no tenía sentido que fuera al baño todos habían escuchando que no funcionaba... quizá podía metérmelo ahí por debajo de mi escritorio, si tenía cuidado podía lograrlo sin que me descubrieran. Esperé a que todos estuvieran concentrados en sus tareas y tomé rápidamente el pepino de la bolsa y me lo metí entre las piernas lo más rápido que pude para que nadie me viera. Se sentía tan bien, me sentía completa, entendí que necesitaba algo dentro de mi coño para sentirme bien, ahora era una cerdita caliente y las cerdas como yo se usan. Ufff tenía muchas ganas de meterlo y sacarlo violentamente... pero el movimiento de mi mano me delataría, comencé a mover solo un poco mi cadera contra la silla para que el pepino se moviera dentro de mi, mi movimiento era sospechoso pero el más discreto que se me ocurrió, continué moviéndome girando mi cadera en pequeños círculos, ufff se sentía muy bien, apreté las piernas para sentir más rico y presionar mi clitoris entre mis labios vaginales y si muslos, estaba sintiendo delicioso, no pude evitar cerrar los ojos y morderme un labio, estaba extasiada, pero no quería que nadie me viera, no podía perder mi trabajo, pero se sentía muy bien... Quería gritar con todas mis fuerzas Joel, Joel, Joel, comencé a moverme más rápido, la silla empezó a hacer un poco de ruido, comencé a respirar más fuerte, estaba sintiendo muy rico, quería correrme, quería meterme el otro pepino en el ano y correrme, quería pellizcar mis pezones y terminar, pero me contuve, paré en seco, sabía que si acababa terminaría gritando y no podía perder mi trabajo. Paré, contra todos mis deseos paré. Aún con los ojos cerrados traté de respirar más despacio y calmarme, mi cuerpo estaba sudando, abrí los ojos y vi que mi compañero seguía trabajando, al parecer nadie se había dado cuenta, luego bajé mi mirada y vi que tenía una notoria erección bajo el pantalón, me causó gracia, era todo un caballero al pretender que no se había dado cuenta de lo que yo hacía. Satisfecha y feliz continúe haciendo mi trabajo con el enorme pepino entre mis piernas.
Un par de horas después, alrededor de las 8pm me llegó un mensaje de Joel.
- Paso por ti al trabajo en 15 minutos, te quiero sin ropa interior y bonita. Deja tus calzones en tu silla de trabajo. Quiero pruebas.
Tenía mucho que hacer, aún no me ponía al corriente con el trabajo, si no terminaba con mis tareas del día mi jefe podría despedirme. Pero rechazar a Joel no era una opción, después de pensar un poco decidí aprovechar la evidente atracción de mi compañero.
Giré mi silla para quedar frente a él, lo miré a los ojos y le puse una mano en la pierna muy cerca de su entrepierna.
- Oye Luis, me tengo que ir... tengo una emergencia, mi mamá se puso mal de nuevo, ¿Me ayudarías con estos papeles? Te lo agradecería mucho.
Le dije con voz suave e infantil, mientras me agachaba un poco para mostrarle mi escote. Vi cómo su erección regresó y su rostro se pigmentó inmediatamente de un rojo vivo.
- Claro Andrea con mucho gusto
Me contestó lleno de timidez, era muy adorable, me quite mi tanga empapada la dejé en mis silla, Luis abrió los ojos asombrado, vi como una pequeña gota de líquido le manchaba el pantalón donde estaba su pene erecto. Tomé mis cosas y salí de la oficina.
El Audi negro de Joel estaba estacionado a una cuadra de la oficina, caminé hasta donde estaba y toque la ventana. Joel estaba hablando por teléfono, me volteó a ver y me hizo señal de que esperara, siguió su llamada, reía en el teléfono, se veía muy sonriente y guapo como siempre, me quedé parada junto a la puerta del carro esperando a que me abriera, seguía hablando por teléfono, estuvo en su llamada cómo 10 minutos más, que estuve yo afuera esperando, hacía un poco de frío y mis tacones me estaban lastimando los pies, pero me correspondía esperar. Finalmente colgó, quitó el seguro de la puerta e hizo un gesto de que entrara.
Entré al auto y me acerqué para besarlo. Pero él se quitó.
- Ey ey ey! Que te crees Andrea, si me quieres tocar tienes que pedirme permiso, ahorita no estoy de humor para besos.
Me sentí avergonzada de haberlo molestado, era obvio que tenía que preguntar, me quedé sentada en mi lugar en silencio, esperando indicaciones. Joel entendió el auto y partió.
Estuvimos en silencio unos minutos, hasta que puso música electrónica en el estéreo.
¿Me extrañaste zorrita? ¿Quieres que te coja?
¡Si Joel más que nada en el mundo!
Eso quería escuchar.
Joel me miró sonriendo, su mirada alegre me llenó de paz.
- He pensado tanto en ti Joel! ¡Que me he tocado todos los días!
Joel sonrió y me acarició el cabello, luego me tomó del pelo y me jaloneo la cabeza violentamente. Esto me tomó desprevenida y me asusto bastante...
- ¿Pediste permiso para tocarte zorra?
Debí haberlo hecho, que tonta ¿Como no lo pensé?
Perdón Joel! Perdón!
Cuéntame como te tocaste zorra, cuéntame en que pensabas y más te vale que no me mientas te conozco mejor de lo que tú te conoces. Dímelo mientras te quitas la ropa.
Joel manejaba por una parte de la ciudad bastante transitada, aunque era noche había mucha luz en la ciudad, cualquier podía verme. Comencé a quitarme la ropa. Descubriendo primero mis enormes pechos.
- Pensaba en ti Joel, en tus besos, me metí dos pepinos de casa de mi madre, uno por la concha y el otro por el ano.
Me quité el barsiere, Joel me pellizco un un pezon mientras le contaba le que había hecho.
¿Dos pepinos? ¿Eso quieres zorra? ¿Que te usen por todos tus agujeros?
Si Joel! Si, aaaay eso quiero ayyyy.
Joel me pellizcaba el pezon con mucha fuerza, comenzó a dolerme pero también me excitaba toda la situación. Me desabroché la falda y la bajé hasta el suelo, mi vagina depilada quedó expuesta. Joel comenzó a acariciarme entre las piernas mientras manejaba, sus dedos entre mis labios vaginales era una de las cosas que me quitaban el sueño, era muy rico, comencé a gemir y me dio un manotazo sobre la concha.
eh eh! Sígueme contando o dejo de tocarte.
America imaginé que me cogian entre tú Jesús. Tú me hacías el amor por delante mientras Jesús me violaba por detrás.
Levanta el culo del asiento Andrea.
Entendí lo que quería hacer me sente con las piernas dobladas sobre el asiento apoye mi trozo contra el tablero del auto mientras dejaba mi culo mucho más accesible a su mano. Me metió dos dedos por la concha h uno por el ano.
- Muéstrame tu ano Andrea y sigue contándome.
Abrí mi nalgas con mis manos, mi rostro estaba recargado contra el tablero observando hacia la ventana mientras trataba de contarle, entre gemidos cómo había fantaseado en su ausencia. Joel me metía los dedos imitando lo que yo había hecho con los pepinos, velozmente y con fuerza.
- Me metí los pepinos y me froté contra la cocina mientras mi mamá dormía, me imaginaba tus besos y sus insultos. Me toque todos los días imaginando eso, recordándote, extrañando tu pene y tus labios, extrañando el sabor de tu semen.
De pronto Joel dejó de masturbarme y me jaló del cabello para que me sentara de nuevo derecha.
Pero no me extrañabas sólo a mi... Eres una zorra caliente, no volverás a tocarte sin mi permiso, y no volverás a fantasear con otro que no sea yo. Joel me dio una palada fuerte en mi clítoris.
Tu placer es mío, sólo mío, ponme un condon, están la guantera, y luego chúpame la verga zorra.
Hice lo que me pidió, abrí su guantera, había cientos de condones, saqué uno y se puse, comencé a chuparle el pene mientras manejaba su auto, subió la música electrónica hasta que sonó al máximo volumen y comenzó a manejar más rápido, recorrió con su mano mi espalda hasta llegar a mi culo que apretó entre sus dedos.
- Levanta más el culo Andrea, levántalo!
Yo hacía exactamente lo que me pedía, mi trasero estaba alzado a la altura de la ventana, mientras yo chupaba el pene de Joel, lamia todo el trocó de su enorme pene, estaba duro como roca, con las venas saltadas, yo lamia alrededor y luego lo metía tanto como podía en mi boca, es muy grande así que no me cabía todo, por más que intentara, subía y bajaba mi rostro apretando su pene con mis labios mientras trataba de hacer succión con mi lengua, después unas cuantas chupadas trataba de nuevo de metérmelo hasta el fondo, atragantándome, mi saliva se hacía más espesa y llenaba de espuma sus enormes testículos, Joel me dió una nalgada y me incito a que lo metiera todo, como si fuera un caballo de carreras.
- Dale! Comételo todo! Dale!
Me nalgueba con fuerza, pero funcionaba yo pensaba que estaba intentándolo con todas mis fuerzas pero sus nalgadas y gritos me excitaban y hacían sacar extra motivación, seguí intentando meterlo hasta adentro pero era muy difícil, no podía respirar y sentía que podía vomitar si seguía intentándolo. Sentí que el coche iba muy rápido, miré de reojo el velocímetro, iba a 180 kilómetros por hora, ya casi salíamos de la ciudad. Entonces Joel me dió una nalgada todavía más fuerte y me tomó de la cabeza presionando contra su pene.
- No te distraigas! así nunca voy a acabar.
Joel comenzó a presionar más fuerte mi rostro contra su pene y a mover su pelvis con fuerza contra mi cara, ahora él tenía el control de la mamada, me estaba metiendo el pene con mucha fuerza y velocidad hasta el fondo de mi garganta, una parte de mí estaba completamente excitada mojándome más y más pero la otra se estaba asustando, no podía respirar, me estaba ahogando, me iba a vomitar o asfixiar si no me soltaba. Comencé a tratar de quitarme empujándome con mis manos, al empujarlo era más mi instinto de sobrevivencia que ganas de quitarme, pero Joel no me soltaba, metía frenéticamente su enorme pene hasta el fondo de mi garganta, ya no podía mas, tenía que quitarme, el coche iba demasiado rápido y la música demasiado ruidosa, Joel metía y sacaba cada vez más rápido, como siguiendo el crescendo de la canción, entonces empecé a escuchar sus gemidos, estaba a punto de terminar, si lograba esperar un poco más sería suficiente. Dejé de resistirme, mientras me follaba por la boca violentamente, dejé de oponerme convirtiéndome en una inmóvil muñeca sexual por unos segundos y poco después acabó. Finalmente pude respirar de nuevo, traté de levantarme, pero no me dejó, detuvo mi cabeza con su poderosa mano.
- Quédate así, junto a mi pene.
Me dijo con una voz suave, llena de dulzura, mientras me acariciaba el cabello. Bajó el volumen de la música y comenzó a desacelerar el auto poco a poco hasta que se estacionó, orillándose en la carretera.
Su respiración se sentía agitada, su pene perdía rigidez poco a poco, los cariños que me hacía en el cabello eran placer en su forma más pura, me sentía plena, ahí desnuda recostada sobre su miembro. Tomó el condón y me lo puso en la los labios, yo abrí la boca y comencé a saborear su delicioso semen, aunque el sabor estuviera contaminado del sabor del látex, aún así era mi manjar favorito.
Me sentía tan en paz, me lo imaginaba viéndome con una apacible sonrisa. Suspiramos al mismo tiempo, fue perfecto. Sabía que lo deseaba, sabía que mi cuerpo y mente eran de él, pero me di cuenta que también mi corazón. Lo amaba.
En ese momento se escuchó el pitido de una patrulla de policía, voltee hacia arriba y me percaté de el auto estaba iluminado por una luz que oscilaba entre rojo y azul. Efectivamente Joel sonreía.
- Bueno mi zorrita bonita, querías que te dieran por todos tus agujeros, esta es tu oportunidad.
Me levanté y miré por la ventana, detrás de nosotros había dos patrullas de policía estacionadas. De una de ellas bajó un corpulento policía, caminaba hacia nosotros, asustada tomé mi blusa para ponérmela, Pero Joel me la arrebató.
- Esto querías, tú sabrás si verlo como premio o castigo.
Los policías me daban mucho miedo, no quería terminar en la cárcel, comencé a temblar.
- Joel por favor dame mi ropa.
Le supliqué mientas se acercaba el corpulento policía. Joel me acarició el rostro sonriendo.
- Andrea relájate, ahora eres mi chica, pensé que ya habías entendido, tienes que representarme bien.
Joel se subió el pantalón y se abrochó, luego se estiró para tomar del suelo mi falda y cargando mi ropa salió del auto.
Por eso iba tan rápido... él quería que esto pasara, me estaba castigando...