Reencuentro con mi ex
En mi primer relato cuento la historia de cómo, después de muchos meses sin hablarnos vuelvo a ver a mi ex, Alex. Una historia en la que, para variar, todo se tuerce a lo sexual.
Mi historia comienza un 3 de diciembre, una fecha como otra cualquiera, sino fuera por el frío que amenazaba desde el otro lado de la ventana. Solo quería quedarme bajo las mantas y ver por decimoséptima vez ese año la película de “Midnight in Paris”. Pero, como siempre pasa en estas historias y, por ende, en mi vida, se iban a torcer mis planes. Ya estaba dispuesta con las palomitas de mantequilla recién sacadas del microondas (soy toda una chef) cuando mi ex llamó a mi móvil. Qué coño querría mi ex un puto martes a las ocho de la tarde. Se lo cogí, porque, a pesar de todo, él me seguía gustando. Es innegable que tenemos una química y una física muy especial, sabe qué decir para que deje de estar enfadada y sabe qué hacer para ponerme cachonda. Tengo que reconocer que desde que lo dejamos nadie ha vuelto a hacerme sentir el placer de la misma manera.
- ¿Sí? ¿Qué quieres?- no se me da muy bien disimular cuando alguien está interrumpiendo mi momento “peli”.
- Hola Alba, oye sé que hace mucho que no te escribo, ni te hablo, ni nada, pero estaría bien que nos viésemos esta noche, si puedes claro.
- A ver por poder puedo y a mí también me apetece verte, pero me pillas en la resi y mañana tengo clase… que supongo que tú también, pero ¿te pasa algo? Si te apetece puedes venir.
- No es nada, solo eso que tengo muchas ganas de que hablemos y nos veamos y así nos contamos nuestras cosas… Además, mañana no iba a ir a clase de todas formas.
- Bueno va, pues avísame cuando vayas llegando y luego bajo a abrirte.
- Vale, genial ahora nos vemos.
- ¡Un beso!
Todo era rarísimo, ¿Alex llamándome? A decir verdad estaba demasiado nerviosa, era la primera vez que nos veíamos desde que yo había dejado de tener pareja y pensar en él y en su forma de besar… me excitaba muchísimo. No sabía lo que iba a pasar ni si él querría hacerlo, pero en mi interior ya se había declarado la voz de alarma y tenía 40 minutos para estar perfecta para cuando él llegara. Así, si no se lo había planteado, en cuanto me viese tendría que empezar a pensarlo.
Me duché a conciencia y me eché todas las cremas habidas y por haber, me puse perfume e incluso pensé en maquillarme, pero no eso ya era demasiado. Por lo general no me importa ser obvia pero, si le daba por contarme algún problema no quería que pensase que mi principal intención era follar con él. Así que opté por un look sexy pero informal, el pijama justo el moño peinado-despeinado y la camiseta cayendo ligeramente sobre mi hombro. Eso no llamaría la atención porque prácticamente todas las camisetas que tengo me quedan bastante amplias. Pasé el resto del tiempo imaginando todos los escenarios posibles, pero mi mente cada vez estaba más dispuesta a entrar en acción ante la más mínima señal que él me hiciese. Pues, si yo soy exageradamente obvia, para entender las intenciones de Alex hace falta un máster en psicología del pensamiento y hacer un curso de adivinación por correspondencia en Hogwarts.
Sin embargo, no me dio mucho más tiempo a seguir perdiéndome entre mis pensamientos antes de que me diese cuenta tenía varios mensajes de hacía 10 min en el móvil, “Ya estoy en la estación” “No tardo ya nada en llegar”. Al abrirlo, veo el tan deseado “escribiendo…” que todas queremos en el chat de nuestros/as crushes. “Alba estoy abajo ya”. Había llegado el momento, quería mi escena de película. Bajé corriendo las escaleras sin molestarme a contestar el mensaje y antes de que me viese frené el ritmo para no parecer demasiado ansiosa.
- Hola Alex, pasa y cierra rápido que hace un frío horrible.
Tenía las mejillas rosas del frío y el pobre se había hecho un camino bastante largo solo para venir a verme, así que creí que lo suyo era saludar con un abrazo. Fue un abrazo reconfortante y, aunque suene raro, duró mucho más de lo que suele durar un abrazo y aun así ninguno de los dos parecía querer separarse del otro.
- Hola, ya ves casi me congelo de camino aquí pero bueno ya sabes que me gusta el frío. Bueno ¿qué? ¿me enseñas tu cuarto de este año?
- Ay, sí claro, es en la primera planta, ven me han sobrado palomitas y si te apetece podemos ver una peli o algo.
Ya arriba Alex se dedicó un rato a criticar, a modo de chiste, lo cursi que es siempre mi decoración y a comentar las cosas que estaba haciendo este año en la carrera. Como mi habitación no destaca precisamente por el número de sillas que hay nos sentamos a hablar en la cama. Hablamos sobre nuestros amigos y cotilleamos, nada del otro mundo por lo que tragarse cuarenta minutos de tren.
- Bueno a ver cuéntame, ¿has venido solo para hablar de esto? - Doña sutilezas me llamaban.
- No bueno, en verdad solo quería verte. Ayer estuve mucho tiempo pensando en nuestra relación, en la ruptura y hay muchas cosas que echo de menos de ti. Y bueno, ya casi se me había olvidado lo guapa que eres.
- Ya a mí a veces también se me olvidan cosas de ti, está bien tenerte cerca para variar.
Como ya he dejado claro, lo que el mundo del flirteo dice que hay que hacer no es mi fuerte, así que simplemente le miré a los ojos y decidí cogerle la mano. Por suerte, la cosa no quedó ahí, sino que parecía que había prendido la chispa que hacía falta para incendiarlo todo.
Poco a poco él también empezó a acercarse a mí, su mano en mi cintura y su mirada intensa eran la única señal que yo necesitaba. Así que, aunque me daba un poco de miedo echarlo todo a perder, le besé. Él me acarició la parte de atrás de la cabeza y correspondió el beso con mucha más seguridad de lo que yo esperaba. Para poder besarle mejor me puse encima, mientras él no paraba de agarrarme el culo y de apretarme aún más contra él. Podía sentir claramente lo dura que la tenía y el roce de su pene contra mí me daba mucho más placer del que creo que él se imaginaba. Estuvimos mucho tiempo sin separar nuestros labios y nuestras lenguas, como si al parar fuésemos a romper algún hechizo y todo fuese a terminar, pero en algún momento teníamos que coger aire y, mirándome con una sonrisa, me dijo “ufff, ya casi se me había olvidado también lo bien que besas y lo buena que estás”. Le sonreí de vuelta, pero el ambiente estaba tan caliente y mi respiración estaba tan acelerada que no podía pararme a pensar y emitir una respuesta. Así que seguí con ese juego, quería que él tampoco fuese capaz de hablarme, y, como siempre pasa con los exs, yo ya conocía sus debilidades. Empecé a besarle el cuello e incluso me atreví a darle algún mordisco a él le encantaba eso porque veía que cerraba los ojos y que me apretaba más el culo. Mientras, me dediqué a meterle la mano debajo del pantalón y a acariciarle el pene por encima de sus calzoncillos.
Ya no podía aguantar más, la ropa estorbaba demasiado, solo podía pensar en comérsela, en tenerla por fin en mi boca y entre mis manos. Nada más empecé a bajarle los pantalones él se deshizo también de mi ropa y antes de que yo pudiese ir a por todas, como si se tratase de una carrera me tumbó y fue directo a mi coño. Se tiró un buen rato lamiéndome el clítoris justo como a mí me gustaba, suave pero justo en el punto. A mí me encantaba y no podía evitar agarrarle la cabeza para indicarle que siguiera más, que por favor, no parase y así lo hizo siguió y me metió dos dedos mientras seguía comiéndomelo. Era increíble y cada vez iba con más fuerza y velocidad como si supiese perfectamente lo que yo necesitaba en ese momento, pero justo cuando notó que ya iba yo a terminar paró. Sabía lo muchísimo que me pone eso y también lo mucho que me desespera, no tuve más remedio que tomar mi venganza.
En cuanto paró fui a besarle, tenía la boca llena de mis fluidos pero no me importaba porque mi objetivo era otro. Mientras le besaba empecé a bajar mi mano hacia su polla, y a acariciarle y cogerle los testículos. Luego me puse encima de él y puse justo mi coño encima de su pene. “Esto es lo que quieres, ¿no?” Leía en su mirada las ganas que tenía de metérmela, pero él no me había dejado acabar antes y no iba a darle esa satisfacción tan rápido. Aun así le masturbé, no muy rápido para que no se emocionara, pero sí que intenté ir fuerte justo por la parte entre el glande y el tronco. Justo cuando me acercaba a esa zona estrechaba un poquito más mi mano y hacerle sufrir un poco. En el fondo estaba deseando que me pidiese más, pero yo tampoco iba a poder aguantarme las ganas mucho más tiempo.
Él sabía perfectamente lo que yo estaba pensando y, no iba a dejarme ganar mucho más rato. Así que mientras yo recorría con una mano todo su pene de arriba abajo y con la otra le tocaba justo en el perineo, se abalanzó a por mí. Me puso boca abajo y de una dejó su pene justo en la entrada de mi vagina. Estaba muy húmeda, pero no podía moverme, en ese momento era toda suya no podía esperar ni un segundo más a que me la metiese. No prolongó mucho más la espera me cogió de la cintura y la metió entera de un golpe.
No pude evitar soltar un gemido, me había llenado entera y sin avisar, pero después de aquello empezó a moverse despacio y con movimientos largos, “así para que pueda sentirla bien entera, sigue así” pensaba. Cada vez iba más rápido y me liberó un poco para que yo también pudiese acompañar sus movimientos. Sentía cómo su pene me recorría entera una y otra vez y me daba muchísimo placer, pero yo también quería tener control de la situación. Me desquité y me puse encima, quería que viese cómo podía hacer que se corriera con mis movimientos de cadera. Me tumbé ligeramente sobre él y mientras le besaba me la metí. No podía parar de estar sobre él, me encantaba cómo se sentía, tan dura y tan firme dentro de mí. Para recompensarme por la follada, él me tocaba el clítoris. Si seguía así un poco más iba a correrme, eso era demasiado.
- Alex, espero que no te quede mucho porque yo no voy a aguantar mucho más
- Sssh tú córrete
Me encantaba que me mandase callar en ese momento, mis gemidos se hacían cada vez más intensos y los dos aumentábamos cada vez más la velocidad. Notaba cómo mi vagina se cerraba cada vez más sobre él y tuve un orgasmo increíble. La respiración de los dos estaba por las nubes, pero yo quería que él también se corriese así que aguanté un poco más sobre él y cuando no pude más bajé a hacerle esa mamada que no me había dejado hacerle al empezar.
Cerré mis labios sobre su pene aún más caliente y duro que antes, no podía metérmelo entero en la boca, pero jugaba con mi lengua por su frenillo y la cabeza cada vez que pasaba por encima. Sabía que le estaba encantando porque me agarraba del pelo y me miraba con desesperación cada vez que levantaba un poco la vista. Así seguí moviendo mi boca sobre él cada vez más rápido hasta que por fin noté cómo descargaba todo. Me lo tragué sin rechistar y le di unas últimas lamidas para que no se quedase nada.
Así pasamos la noche juntos sin molestarnos en volvernos a vestir. A la mañana siguiente, repetimos y yo me despedí de Alex con la satisfacción de haberlo vuelto a hacer.