Reencuentro con mi amigo hetero de la universidad

Años después me vuelvo a encontrar con Erik. Un bello nórdico que ya me folló hace años.

Este relato es la continuación de la serie de Mi viaje de fin de carrera. No es necesario haberlos leído, pero Erik es la misma persona. Espero que os guste tanto como lo disfruté yo.


Hacía años que no veía a Erik pero un amigo común se casaba y nos había invitado a ambos a la boda. Desde nuestro viaje universitario lleno de pasión no nos habíamos vuelto a ver. Solo rápidamente en algún reencuentro de la clase, pero poco más. Y por supuesto, nunca volvimos a repetir nada parecido a lo que pasó aquellos días de desenfreno sexual. De hecho, a nuestra vuelta, Erik siempre hizo como si no hubiese pasado nada. A mi al principio me partió el corazón... pero me duró poco, he de reconocerlo. Siempre supe que aquello no duraría más allá de aquel viaje. Ahora tampoco tenía ningún tipo de esperanza en nuestro reencuentro, de hecho no tenía ni interés, pero me hacía ilusión volver a verle y pegarnos una fiesta como cuando éramos jóvenes.

Pese a que había preboda tanto él como yo llegamos solo para la boda. Al ser los únicos que íbamos sin pareja y el mismo día de la boda, nos pillamos la habitación a medias. Reconozco que en ese reparto de las habitaciones tenía ganas de que me tocase con él y me alegré bastante de que así fuera. Yo llegué el mismo sábado por la mañana ya que la boda era a la 1.30 del mediodía pero él llegó justo a las 12.30 al hotel. Quedamos todos en verle directamente en la finca de la boda o perderíamos el autobús que nos llevaba a sitio, y el se cogería un taxi en cuanto dejase la maleta en la habitación.

Cuando llegamos todo estaba preparado y poco a poco nos fuimos sentando en los bancos de los invitados. Algunos de nuestro grupo decidimos sentarnos casi al fondo, por si la ceremonia se nos hacía eterna poder salir. Al poco de empezar vi como entraba Erik y nos buscaba desde la puerta. Le hice un gesto para que viese donde estábamos y se puso en el sitio que quedaba libre con toda la discreción posible para no robar el protagonismo a los novios.

Cuando terminó la ceremonia salimos todos a la entrada para recibir a los novio fuera y tirarles el típico arroz y flores. En ese momento Erik aprovechó para saludarnos uno a uno con tranquilidad. Hacía años que no nos veíamos por lo que todos estábamos emocionados con el reencuentro. Cuando se acercó a mi nos dimos un fuerte abrazo y juntó su mejilla con firmeza a la mía. Pude volver a notar su barba aun incipiente y su intenso olor a colonia. Reconozco que me excité y una corriente atravesó mi cuerpo en un segundo, pero ahí se quedó la cosa. Nos separamos y nos preguntamos como estaba cada uno y nos dijimos lo bien que nos encontrábamos el uno al otro. La conversación no duró prácticamente ya que siguió a saludar al siguiente del grupo.

Cuando salieron los novios todos nos fuimos al sitio del convite donde tomamos los aperitivos y comenzamos a beber una cerveza y un vino tras otro. He de reconocer que Erik estaba impresionante. Iba con un traje azul y unas gafas de sol que le hacían parecer un modelo recién salido de una revista. Mantenía una forma envidiable y además el traje le realzaba todos sus atributos. Qué maravilla de semental pervertido... No dejaba de preguntarme si seguiría siendo tan guarro como cuando éramos universitarios.

El día fue fluyendo y poco a poco a todos nos iba alegrando el alcohol. Reíamos más fuerte, nos abrazábamos más y no acercábamos más al hablar. Recordamos las batallitas de otras épocas y disfrutábamos de la comida y la compañía. Inevitablemente, Erik y yo estábamos juntos en casi todos los corrillos y también nos sentamos juntos a la mesa ya que éramos los únicos dos que íbamos sin pareja. Al estar todo el rato pegados era inevitable que en algunos momentos nos rozásemos de forma involuntaria. Su mano rozaba la mía, nuestros brazos se chocaban con el del otro y acabábamos echándolos por encima del hombro del otro y cosas así. Claramente los dos estábamos felices de habernos reencontrado pero es cierto que a mi, cada roce me hacía que me diese un vuelco el estómago.

Después de la comida comenzaron las copas y el DJ. Aun era pronto, serían las 7 u 8 de la tarde, pero ya comenzaba a anochecer y todos íbamos cada vez más borrachos. El grupo comenzó a hacerse más grande ya que nos juntamos con el resto de la gente de nuestra edad que había en la boda. En el grupo de los amigos de trabajo del novio había un par de chicos bastante guapos, aunque heteros y solteros, pero aun así estuve hablando con ellos un buen rato. Cuando me dí la vuelta buscando a Erik le vi a él también hablando con una chica bastante guapa que había en la boda. He de reconocer que me jodió un poco así que me acerqué con el ligero ánimo de interrumpir. No es que fuese obvio para nada, o al menos eso me pareció a mi, pero al poco de presentarme la chica buscó una excusa y se fue dejándonos a Erik y a mi a solas.

  • Uy, perdona, creo que os he cortado el rollo. Ha sido totalmente sin darme cuenta...

Erik se rió y me dio un abrazo sin decir nada. Volví a notar todo su cuerpo pegado al mío. Noté su polla junto a la mía que se me comenzó a poner dura. El abrazo duró unos segundos, pero fueron bastante intensos. Pronto apareció un colega que nos lo cortó y comenzamos todos a bailar y cantar la canción que pinchaba el DJ.

La fiesta y las copas continuaron hasta bien entrada la noche. Llevábamos todos una buena borrachera y yo no perdí la oportunidad de volver a acercarme a los dos heteros sin ninguna intención pero soñando con follármelos ahí mismo. Mi cara no debía dejar dudas al respecto y al poco de hablar con ellos apareció Erik cogiéndome por el hombro de nuevo. Los dos chicos no tardaron en buscarse una excusa y se fueron a otro lado de la pista de baile. Erik puso cada de cabrón y descojonándose me dijo:

  • Uy, perdona, creo que os he cortado el rollo. Ha sido totalmente sin darme cuenta...

Los dos nos partimos de la risa y volvimos a abrazarnos. Claramente estábamos bastante por la labor el uno con el otro, pero sinceramente a mi me apetecía hacerme un poco de rogar.

La fiesta estaba acabando y todo el mundo estaba absolutamente borracho. Nuestros colegas comenzaban a ser muertos vivientes y llegó un momento que el DJ paró la música y dijo que el último autobús salía en 5 minutos para el hotel. No vimos más opción que subirnos en el bus y seguir la fiesta en el pueblo o en el hotel. Ya sentados vimos como la gente se iba quedando dormida una a una en el camino. Miré a Erik con toda la seriedad que pude:

  • Vaya coñazo de gente con pareja. Me da que la fiesta se acaba aquí...
  • Eso no te lo crees ni tu – y me cogió del cuello llevando su cabeza hacia su pecho.

En ese momento no sabía si derretirme o morirme del mareo, pero él además hizo un poco la broma de empujar mi cabeza hacia abajo como si fuese a hacerle una mamada. Yo me alcé rápidamente y le di un ligero codazo. Aun no estaba seguro de querer liarme con él de nuevo y no sabía si el cabrón lo hacía para quedarse conmigo. Pero lo que tenía claro era que no iba a ser yo el que fuese detrás de él.

Cuando llegamos al hotel la gente no lo dudó ni un instante y se fueron yendo a sus habitaciones casi a la vez. Erik y yo nos miramos queriendo continuar la noche.

  • Qué hacemos? Crees que habrá algún bar abierto en el pueblo a estas horas?
  • Ni de coña, vamos a la habitación y nos tomamos algo que haya en el minibar.

Por mi no hubo ninguna objeción. Estaba cansado y en el fondo me apetecía quedarme a solas con él.

Nos subimos en el ascensor totalmente borrachos con una pareja que también venía de la boda pero que iba aun peor que nosotros. Él iba totalmente borracho y ella cargaba con él con una cara de cansancio, borrachera y hartura que no hacía el esfuerzo en disimular. Se bajaron en la misma planta y nos dimos las buenas noches. Nada más perderles de vista nos dio la risa la estampa que llevaban.

Cuando llegamos al cuarto abrí el minibar, me cogí una de las dos cervezas que había y me senté en la cama a bebérmela mientras me quitaba los zapatos. Erik se asomó también a ver que había y cogió una botella de ron.

  • Es que vas a seguir con cerveza?
  • Si; no hay hielo y el ron a palo seco ya no creo que pueda tolerarlo.
  • Como que no? Te estás haciendo viejo? - Erik decía eso sin dejar de clavarme la mirada mientras se quitaba los zapatos y le daba un sorbo a la botella.
  • No, es que no me apetece.
  • Venga, si te encanta. - Dijo esto dando otro sorbo y cerrando la botella. El cabrón en un segundo se me abalanzó y me agarró por los brazos inmobilizándome con su cuerpo encima de mi. Notaba todo su cuerpo apretando contra el mío. Su polla, comenzaba a tomar forma y sus piernas impedían que moviese las mías. Nuestras cabezas estaban casi pegadas y su boca se separaba de la mía por menos de 10 centímetros. Puso la boca como si fuese a dejar caer el ron que tenía.
  • Erik, como me escupas te mato. - dicho y hecho. Dejó caer dos gotas en mi boca cerrada. Intenté resistirme pero no sirvió de nada, siempre había sido mucho más fuerte que yo. - Qué quieres que me beba el ron? Que no me apetece. - volvió a dejar caer un par de gotas más.

El cabrón estaba totalmente cachondo y le estaba encantando putearme. Yo acepté que no tenía nada que hacer y abrí la boca con cara de resignación. Él dejó caer el resto del ron y me lo tragué mientras nos mirábamos fijamente a los ojos. El puso una risa de superioridad y comenzó a besarme mientras restregaba su polla contra la mía. Los dos estábamos ya totalmente cachondos. Sus brazos seguían agarrando los míos con fuerza impidiendo que me moviese. Yo abrí mis piernas permitirle que me empotrase aun mejor. Le estaba dando el permiso que ambos deseábamos. Erik aflojó mis brazos y mis manos se escabulleron con rapidez hacia su bragueta. Me encantaba sentir esa polla dura como una roca estallando sus pantalones y apretando contra la mía. Le desabroché los pantalones a la vez que él me besaba por todo el cuello devorando cada centímetro. Sus manos comenzaron a desabrochar mi camisa y yo hice lo mismo con la suya. Le lamí sus pezones mientras me incorporé para quitarme los pantalones como pude. Ya estábamos los dos desnudos y nuestras pollas peleaban una contra otra. Yo volví a dejarle paso abriendo mis piernas y noté como su polla buscaba la entrada de mi culo. Pero era demasiado pronto; me apetecía estar más tiempo así, me apetecía comerle la polla. Le levanté para chuparle los pezones un poco más y poco a fui bajando. Erik entendió a donde iba y se levantó quedándose a un lado de la cama. Su polla apuntaba hacía mi y la boca se me hacía agua. No tardé ni un segundo en tragármela. Me encantaba aquella polla, grande, gorda y venosa que no paraba de echar babas. Me la metí hasta notar sus pelos en mi nariz. Me la saqué de un golpe y le miré mientras le mastubaba. El sonrió y puso cara de ganador.

  • No se te puede dar ni un poco de ron porque te pones como una perra.

El cabrón se mofaba recordando la primera noche que nos liamos pero a mi me dio igual y me volví a meter ese trozo de carne inmenso hasta lo más profundo de su garganta. Lo quería todo en ese momento. Quería que se corriera en mi boca y saborear su lefa y quería que me follara como una bestia partiéndome en dos hasta que se corriera en lo más profundo de mi culo.

Erik me agarró del pelo con sus dos manazas y comenzó a follarme la boca sin miramientos. Mis espasmos parecía que le ponían más cachondo y mi saliva le chorreaba ya por los huevos. En un momento me la sacó de la boca y me tiro del pelo haciéndome mirar hacia arriba. Con su otra mano me metió dos de sus dedazos en la boca.

  • Casi se me olvida lo bien que la chupas y lo zorra que eres follando. Ponte a cuatro patas en la cama y lléname de saliva los dedos. - Dijo esto y me metió los dedos hasta los nudillos llegando casi hasta mi campanilla. No dejaba de mirarle a los ojos dándole a entender que si, que era una puta zorra y estaba otra vez a su disposición.

Me puse a cuatro patas en la cama mientras él me seguía metiendo los dedos en la boca y embadurnándolos bien con mi saliva. Los sacó y se fue a la entrada de mi culo donde comenzó a jugar con sus yemas. Noté como una primera falange entraba dentro de mi a la vez que me volvía a meter su polla en la boca. Su mirada ya estaba mas pendiente de mi culo que de la mamada que le estaba haciendo.

No tardo en acercar su mano a mi boca y a decirme que escupiese. El también lo hizo y llevó toda esa saliva a mi culo para lubricarlo. Me moría de placer cuando me metía un dedo; cuando me metió el segundo di un gemido que hizo que su polla rebotase contra mi cara de la excitación que le produjo.

  • Gime zorra. Gime mientras te preparo el culo para clavártela como a ti te gusta.

Cada cosa que me decía me ponía más cachondo y hacía que se me abriese más el culo. Me hizo embadurnarle un tercer dedo que no dudó en meterme. Tenía sus tres dedos metidos hasta los nudillos mientras saboreaba su capullo disfrutando del sabor de su precum. Mis piernas se abrían poco a poco no pudiendo soportar más el placer que me daban sus dedos. De repente los sacó y me dio un fuerte azote.

  • Gírate que te voy a dar lo que más te gusta zorrita.

Obedecí en cuestión de segundo y me puse de espaldas pero no era como él estaba pensando.

  • No, date la vuelta.

Me puse boca arriba y me puse en el centro de la cama. Erik vino hacia mi y se colocó entre mis piernas. Se tumbó encima mío y me dio un profundo beso mientras yo levantando mis piernas colocándolas al rededor suyo y le facilitaba el camino a su polla. No tardó en poner su glande en la entrada y en meterlo lentamente. Me miraba a escasos centímetros de mi cara disfrutando como me derretía mientras me penetraba. Los dos permanecíamos inmóviles disfrutando de cada cada centímetro de él que entraba dentro mío. Llegó un momento en el que entró entera y volví a gemir haciendo que él me la clavase aun más adentro. En ese momento nos besamos profundamente mientras nos quedábamos quietos unos segundos eternos y maravillosos. Parecíamos enamorados. Pero poco a poco Erik fue comenzando a bombear metiendo y sacando su maravillosa polla de mi culo. Su torso chocaba contra mi polla y mis huevos. Su piel no se separaba de la mía ni un milímetro. El sudor comenzó a hacernos resbaladizos mientras él seguía follándome cada vez más fuerte. Mis gemidos adelantaban que me iba a correr y paró súbitamente. Se salió de mi culo y me besó.

  • Ahora si, ponte a cuatro patas.

Obedecí rápidamente y me metió del tirón su polla hasta lo más profundo de mis entrañas. Me agarró del pelo y comenzó a follarme mientras me azotaba. Su polla entraba y salía rápidamente y con una profundidad que me hacía gemir y disfrutar. Estaba en el séptimo cielo. Cada vez que la sacaba notaba como mi culo se quedaba abierto. De hecho ya no podía cerrarlo. Mi culo no oponía ningún tipo de resistencia a su polla. Aunque lo intentase, me entraba sin ningún tipo de problema y eso me ponía aun más cachondo. Siguió follándome a cuatro patas mientras tiraba de mi cabeza hacia atrás para escupir en mi boca. La excitación me pudo y acabé totalmente tumbado y espatarrado mientras me follaba sin parar. En cualquier momento que me tocase la polla me iba a correr, así que esperé a que fuese él el que lo hiciera primero. Su cuerpo estaba totalmente encima de mi mientras aceleraba el ritmo clavándomela con fuerza. Noté como aumentaba su ritmo un instante y como su polla se hinchaba dentro mío. Joder que placer. Su leche se derramaba en mis entrañas y Erik daba espasmos mientras me besaba el cuello y las orejas. Yo me corrí en ese mismo instante manchando las sábanas.

Los dos estábamos agotados y no nos queríamos separar. Poco a poco nos quedamos dormidos con su polla dentro de mi culo. Como en los viejos tiempos. Solo espero que por la mañana me diese de desayunar como también hacíamos antes.