Reencuentro con Kike
Es mi primer relato, va de una noche de reencuentro con un amigo muy especial en la discoteca más famosa de la ciudad siete meses después de nuestro último encuentro sexual.
Hacia algo más de siete meses que no veía a Kike, las ganas acumuladas de sexo, nuestras conversaciones picantes e imágenes adjuntas a altas horas de la madrugada y tener delante al hombre que ha hecho que lo desee más que a ningún otro hombre fueron más que suficientes como para no poder controlarnos.
Ya sabía que había vuelto esa misma tarde de su viaje de estudios pero no se había dignado a escribirme así que decidí salir esa misma noche de fiesta, a emborracharme o a intentar liarme con cualquiera para intentar olvidar la rabia que sentía por su culpa; así que me duché, me lisé el pelo, me maquillé, me pinté los labios en rojo, un vestido muy corto, ajustado y con escote en la espalda en color azul y unos taconazos rojos, y me dirigí a uno de los locales más de moda de la ciudad.
El Julian`s estaba lleno y apenas eran las 23:30; nada más entrar encontré a unos amigos, con uno de ellos mantuve una relación de un par de meses y con otro siempre había tonteado pero nunca había pasado nada; no quería acercarme demasiado, con ellos alrededor no iba a poder ligar, aunque si no encontraba candidato estaba dispuesta a terminar la noche con David y dejar de tontear sin encontrar un motivo.
Pasaba la noche y aquello se iba animando sin duda, quizá había más movimiento, una música más animada o yo ya llevaba un par de copas pero acababa de llegar; mira que hay locales en la ciudad y una hora después de llegar, aparece Kike en la puerta encabezando a su grupo de amigos. ¿Qué hago, salgo de la discoteca por él, me quedó porque no voy a permitir que me estropee la noche?
Ya no puedo irme, nuestras miradas se acaban de cruzar en una discoteca llena de gente, ya me ha visto. No hay marcha atrás y soy consciente de que esta noche puede ser única e inigualable o una noche para el olvido. Habrá que enfrentarse a los miedos así que lo mejor es terminarme la copa de vodka y acercarme un poco a ver que pasa.
Salgo directa a la pista de baile, no pienso mirar a Kike aunque sé que él me está mirando, me pone nerviosa mientras intento seducir a los chicos que me rodean mientras suena Work B**ch de Britney Spears; de repente noto que una mano se desliza por mi cadera, me agarra, sin decir nada sé que es él y en el momento en que me susurra al oído: “nunca te había visto bailar así”, se me corta la respiración al sentirlo tan cerca. Desde ese momento, soy toda suya.
Sigo bailando esa y el resto de canciones sólo para él, lo miro a los ojos, a su boca…mientras él no para de admirarme. Me acaricia suavemente la cintura, la cadera, en sus labios consigo leer que le encanta mi vestido y eso no para de excitarme; por un momento parece que estamos completamente solos aunque ambos seamos conscientes de que hay muchas miradas indiscretas que nos miran incansablemente.
Ya no puedo más, Kike ha dejado la copa y ahora se acerca para bailar pegados, mas bien se restriega contra mi, empezamos a acariciarnos sin pudor por encima de la ropa mientras la temperatura no para de subir, la respiración se entrecorta y estamos a punto de estallar. Un “no sabes lo que necesitaba esto” y un “ni tú lo que yo te deseo” acompañados de una puerta que se abre, nos invita a desfogarnos sin demora.
Kike me coge de la mano y cruzamos a discoteca para meternos en la habitación, es un almacén algo sucio pero no nos vamos a andar con remilgos. Empezamos a besarnos como locos mientras nuestras manos recorren el cuerpo del otro; no recordaba el dulce sabor de sus labios ni la piel tan apetecible de su cuello y parece que estoy en el cielo. Me gira y hace que me apoye contra la pared para empezar a besar mi espalda, en cualquier otro momento no me hubiese importado pero ahora aquello estaba fuera de lugar.
- ¡Dios, Kike, ahora no! Follame – le supliqué.
- Te mueres de ganas porque te penetre. No has dejado de ser una zorra – me inquirió mientras me acariciaba la mejilla – me encanta-.
Me bajó el vestido y lo dejó tirado en el suelo para cogerme en brazos y llevarme a una mesa. Se despojó de la ropa mientras me miraba a los ojos y me decía:
- Voy a follarte como nunca, te lo prometo.
Al terminar me volvió a besar apasionadamente mientras me tocaba las tetas y me pellizcaba los pezones. Mis gemidos eran evidentes, estaba disfrutando y cuando me arrancó el tanga con una mano, supe que aquel Kike me iba a poseer como un auténtico animal. Se colocó entre mis piernas y pasó su lengua suavemente sobre mi sexo palpitante y que había empezado a mojarse nada más cruzar nuestras miradas aquella noche.
- ¡Qué caliente estas! ¡mira! Pero sí estas chorreando – me dijo mientras me restregaba el clítoris con una mano y con la otra se ensañaba con mis pezones.
- Kike, follame ya, te lo suplico. Necesito sentirte dentro ya.
En ese mismo instante me ensartó de un solo golpe y comencé a ver las estrellas. Después de tanto tiempo, estaba sentada sobre la mesa de un almacén de una discoteca, con las piernas abiertas y dejando que Kike me follase sin piedad; sin duda no podría estar mejor.
Aquel mete saca estaba siento súper intenso, ambos gemíamos sin parar y no tardé en gritarle que me corría, llegaba mi primer orgasmo. Fue tan intenso que tuve que tumbarme en la mesa para poder soportarlo, mi cuerpo se acaba de quedar sin fuerzas pero Kike estaba en su mejor momento. Me bajó de la mesa, me dio la vuelta y me apoyó contra ella.
- Uff, mira la zorra, cuanto hacia que no se corría que ni siquiera se puede mantener en pie – me decía mientras me azotaba en el culo y con su brazo me agarraba por la cintura.
Yo no podía contestarle, aún me faltaba el aire y él estaba como loco. No tardó más que unos segundos en volver a ensartarme su polla de una manera desenfrenada. Me azotaba, me tiraba del pelo mientras me decía guarradas, todo lo que sabía que me ponía a mil por hora, parecía que él tuviese más ganas que yo de venganza por tantos meses sin sexo y se los estaba cobrado, ¡oh, Dios, y como se lo está cobrando!
No tardé en volver a correrme con aquel ritmo, mis gemidos iban en aumento y seguro que sí alguien se acercaba a la puerta nos podía escuchar sin problemas. Ambos estábamos a mil por hora; nuestras ganas y el hecho de tener a tantas personas que nos pudiesen pillar en plena faena no hacían más que incrementar la excitación. Estaba disfrutando al máximo de sus embestidas y desde que llegase mi segundo orgasmo notaba que mi cuerpo no iba a poder aguantar más, todo lo contrario que Kike al cual se le veía como un auténtico semental incapaz de soltarme la cadera.
Mas aquello no duró demasiado más, Kike me acercó más aún a él y sin dejar de penetrarme me agarró los brazos, me tiró del pelo para hacerme ver que era su sumisa y susurrarme al oído las palabras más dulces de aquella noche, - no aguanto más, me voy a ir -. Aquella frase fue la guinda para mi delirio, jamás se había corrido dentro de mi y aquella idea fantaseaba por mi cabeza desde mucho antes de nuestro último encuentro, y ahora tenía la oportunidad de sentirlo.
- Córrete dentro de mi, Kike. Dame tu lechita por favor – le dije sin dudarlo.
- Eso está hecho, pequeña.
Un par de embestidas más bastaron para que me inundase por dentro, para sentirlo como tanto había ansiado. Ahora ya no estaba ese animal que me acababa de poseer, apoyado en mi espalda mientras me acariciaba el costado y conseguíamos recuperar la normalidad de nuestra respiración, estaba el hombre del que llevaba tanto tiempo enamorada.