Reencuentro con Estela

Una noche se conocieron y tuvieron sexo del bueno. Años después se reencontraron y lo siguieron disfrutando.

Reencuentro con Estela

Entramos a su casa en silencio, yo no me hallaba seguro de que en realidad fuésemos a estar solos. Mirando alrededor la seguí al dormitorio. Ella caminó de espaldas y se tiró sobre la cama, dejando caer sus zapatos. Aún no convencido del todo, pero firme en que no habría marcha atrás, me dejé caer entre sus piernas. Tomé una de sus pantorrillas y comencé a lamerla mientras acariciaba sus piernas. Mis manos avanzaron bajo su falda, y le quité su tanga. Hice atrás su falda y comencé a chuparle la concha.

Ese podría ser el comienzo de la historia, en todo caso es el comienzo de mi participación en la historia. Pero esta historia tiene más de un participante, y así no estoy muy seguro de dónde he de comenzar el relato. Diré para empezar que estos sucesos tuvieron lugar en 1989, en los primeros meses del año. Estela era la primer mujer casada con la que me cojía.

Yo hacía poco me había separado y corrían los trámites de divorcio. Una noche salía ver si hallaba algo para amenizar los sentidos y así terminé fijandome en una mujer algo mayor que yo, que no evidenciaba ser de una posición social acomodada, pero que inequívocamente, algo buscaba.

Ambos nos hallamos y prontamente entramos en su casa. Su esposo trabajaba en las noches, me dijo, podíamos mientras tanto hacer lo que quisiésemos. Mientras mi lengua se deleitaba en sus jugos ella se fué sacando la blusa y el sostén; cuando elevaba algo la mirada podía ver sus grandes tetas. Ella me intentó retirar más de una vez, tomando mi cabeza como para alzarla, yo me negué y continué mi tarea.

En cierto momento estalló en sacudidas y gemidos, aún continué, hasta que estos se extinguieron. Sólo entonces me puse en pié y comencé a desvestirme. Ella estaba rendida sobre la cama, con el torso desnudo y la falda arrollada entorno a su cintura.

-Ay papito... -me dijo

-¿Te gustó?

-Claro que sí

-¿La chupo mejor que tu marido?

-El nunca me la chupó

-¿No me jodas?

-En serio. En realidad, nunca me la habían chupado.

De esa manera comenzamos a conversar, y ella comenzó a contarme su vida, y sus experiencias sexuales, especialmente. Esa noche seguimos cojiendo un buen rato.

Mientras ella me decía de cómo sus novios le tocaban las tetas yo le metía mi pija en su concha, con las piernas en alto, apoyadas en mis hombros. Mientras ella me decía de cómo su esposo se la cojía sin gracia, exigiéndolo una breve chupada de pija, yo le chupaba el culo, para luego abrirselo, con mi pija. Mientras ella me decía que él le rompía el culo a lo bruto, y no con cierto tino como yo, yo derramaba mi leche sobre su vientre.

Luego hice que me la chupase y mientras le hablé yo a ella. Le dije que era una mujer muy atractiva, que su marido no se la merecía, que ella no se podía limitar a un tipo que no sabía cojer. Que ella tenía que cojer conmigo y con cualquiera que apareciese en su vida. Que estábamos vivos para gozar, y que todo lo demás eran pavadas.

Luego la puse arriba mío para apretarle los pezones mientras ella me cabalgaba. Le acabé adentro, y ella que aún estaba caliente se mostró algo decepcionada. Así que la alenté a que se pajease delante mío, mientras yo le mordisqueaba sus pezones. Lo hizo hasta alcanzar un segundo orgasmo.

Y luego dejé de verla.

Fue tan simple cómo que a la semana me interesé seriamente en otra mujer y eso me llevó a no tener ni el menor recuerdo de ella por esas semanas. Cuando mi calentura -mi seria calentura-, por aquella otra hubo pasado, traté de localizarla.

Yo en ese momento trabajaba vendiendo libros puerta a puerta, así que con el pretexto perfecto toqué a la suya. Pero salió una anciana, que dijo vivir allí con su hijo desde la semana pasada. Habían transcurrido seis meses.

Y luego pasaron años.

El martes pasado, el martes 1º de noviembre de 2005 la volví a ver. Habían transcurrido 16 años. Yo ya no vendía libros, sino que me dedico a otra cosa. Y como parte de mi trabajo, veo a mucha gente. Disculparán que en el punto sea discreto.

Lo cierto es que una de las personas que tengo que visitar, al abrir la puerta me sonríe y me dice "Hola" y yo que no lo puedo creer le digo también "Hola" y ambos sabíamos que ese Hola traía mucho de reconocimiento mutuo, y de la alegría del encuentro.

Diré que en realidad me quedó desde el primer momento en claro que ella estaba totalmente contenta de verme. Pero si me hubiese quedado duda alguna, aseguro que tan pronto cerró la puerta se me habría ido. Ella se arrodilló ante mí, me bajó la bragueta del pantalón, tomó mi pija y la chupó hasta hacerme acabar en su boca. Se tragó toda la leche y luego poniéndo mi pija en su sitio, cerró la bragueta y me dijo

-Tenía muchas ganas de hacer eso. ¿Querés tomar un té?

Acepté.

Nos sentamos en su sala, ella trajo una tetera. En una mesa ratona puso ambas tazas y se sentó junto a mí. Para ambos habían pasado los años, pero ella era una mujer enteramente deseable, diría que se conservaba mejor que yo, que seguía siendo menor que ella, pero ya no lo parecía.

Tomé la taza de té y mientras la llevaba a mi boca deslicé una mano sobre su pierna, subiendo su vestido para palpar su piel. Ella separó sus piernas, y pude llegar a su concha directamente, ya que estaba sin ropa interior. Además la tenía ahora enteramente depilada. Abrió las piernas y estiró hacia atrás sus brazos, como para que sus senos se notasen más.

Mi pija ya no logra pararse de nuevo tan rápidamente, pero lo que sí es cierto es que sentía el intenso sentimiento que la calentura me provocaba, aunque no se me parase aún. Comencé a lamentarme de haber acabado en la primera, y no haber esperado para este momento.

Ella debe haberlo adivinado, ya que me dijo

-Si no se te va a parar todavía está todo bien. Ya me la vas a meter por todos lados. ¿Tenés alguna fantasía sin cumplir? Porque yo ya he hecho todo lo que se me ha ocurrido.

-Contame -le dije

Y ella empezó a contarme.

Con las historias que Estela me contó ese día y en otros más se pueden contar varios relatos. Lo cierto es que ese día comenzó a contármelas, y cómo aún no se me paraba y mantenía, ella vino con otro tecito, que cuando lo tomé me la dejó tiesa.

Mientras ella seguía hablando yo le cojí las tetas con mi pija, mientras la interrogaba le daba por el culo, mientras ella me contaba me pajeaba usando sus pies.

Volví a chuparle la concha, y ahora podía con más atención y detenimiento dedicarme a ella. Ahora conocía otros trucos, y otros ritmos, y así ella estalló una vez cómo en aquellos días.

-¿Qué es lo que tenés que querés hacer y nunca hiciste? -me preguntó

-No es tanto. Yo diría que son dos cosas.

-Decime

-La primera ya la estamos haciendo, quiero cojerte mientras me vas contando como haz cojido cada vez, como ha sido cada parte de tu vida sexual.

-Y todavía me falta más, así que vas a tener un buen rato. ¿Y la otra?

-Quiero que me mees en los huevos.

-Mmmm, ya mismo

Y se sacó la pija de adentro, me puso acostado en la cama, boca arriba, y puso su concha contra mis huevos. Entonces sentí el calorcito líquido que salía de ella y me empapaba, que corría por mis huevos, mis ingles y mis muslos, para encharcarse bajo mi cola.

Tenía la pija dura como nunca

-¿Te gustó?

-Me encantó

-Entonces ahora dame esa leche de nuevo

Y ahí mismo se montó otra vez arriba mío y me recontra cojió como si el mundo se acabase en un rato. Cuando iba a acabar le avisé, ella salió y desparramé la leche sobre mí. Ella juntó parte de la leche con uno de sus pezones y luego lo volvió hacia ella para chupárselo.

Y ahí nos quedamos, mientras ella me seguía contando su historia.