Reencuentro

Reunirme con una novia del pasado, me llevo a nuevas experiencia fuera de lo común. A muchos les parecerá normal pero para mi fue excitante.

Hola nuevamente.

Después de mucho tiempo ausente, decidí volver a escribir lo que he vivido.

Inicio esta historia que sucedió hace  más o menos 10 años.

Un sábado estaba en casa descansando con mi pareja,  Karla, viendo una película y disfrutando de una deliciosa taza de café. Terminó la peli y Karla estaba profundamente dormida recostada en el sofá. Apagué la TV y fui al comedor con mi Lap a revisar correos. En los mensajes me percató de una notificación de una red social con el nombre de Helena…mx. Pase por alto la notificación y seguí en mis correos. Después de un rato estaba cansado y cuando decidí apagar la Lap, recordé la notificación y me dispuse a revisarla. Cabe señalar que no soy muy afecto a las redes sociales y casi no ingreso a estas, pero llamó mi atención el nombre de Helena con la H al inicio, es más común escribirlo Elena. Bueno, seguí la liga de aquella notificación y resultó ser una amiga de la universidad y amiga incondicional de Juanita, mi novia en aquella etapa de mi juventud y de la cual publique un relato de ella y su hermana en este sitio web llamado "En el rancho". Continuó. Acepte su solicitud de amistad y apagué mi equipo. Desperté a Karla y nos fuimos a la cama.

Con lo agitado del trabajo, no había podido revisar mi red social y después de dos semanas lo hice en casa. Me dio gusto que respondiera Helena (que por cierto se caía de buena) y nos empezamos a mensajear. Al poco tiempo decidimos reunirnos un sábado en un café dentro de un centro comercial al sur de la CDMX.

Llegó el día y con el pretexto de pasar por unos documentos al trabajo, me pude zafar de Karla, no sin antes prometer regresar temprano a casa.

Conducía emocionado por aquella cita. Pasé por los documentos al trabajo y me dirigí al centro comercial donde vería a Helena. Llegué 15 minutos antes y me senté en una de las mesas instaladas fuera del local, sobre el pasillo. Pedí un Late y me puse a observar a la gente que acude al lugar, tratando de adivinar quién pudiera ser Helena. Pasaron 10 minutos de la hora que habíamos acordado, cuando observó que se acerca a la mesa una mujer de una anatomía envidiable, con un vestido verde floreado ligeramente abajo de la rodilla, escote moderado, pero que permitía admirar un par de hermosas y blancas tetas, en pocas palabras, una elegante modelo de revista.

Edmond?--me pregunto--

Helena? --le respondí --

En seguida me incorporé nos abrazamos y nos dimos un beso en la mejilla. Al soltarla, giro e hizo una seña de "váyase y les llamo" a tres hombres bien parecidos, dos jóvenes de no más de 25 años y otro como de 60. Helena se volvió hacia mí y me dijo: mis hijos y mi marido. Inmediatamente les envié un saludo con la mano al tiempo que le sugería a Helena que se quedarán con nosotros a lo que me respondió:

--No, ellos van al cine, ya habíamos quedado que así lo haríamos--

Después de elogiar mutuamente nuestras apariencias físicas, charlamos de nuestras vidas y a recordar viejos tiempos tomando café y pastel. Después de hora y media me preguntó por Juanita, si la había vuelto a ver, que sabía de ella.

--No, desde que se fue a Tabasco (un estado de la República mexicana) no se de ella, trate de comunicarme más de una vez, pero nunca estaba-- le conteste a Helena.

--Sabes, ella te amaba mucho--prosiguió Helena-- y se fue porque tú no correspondiste a su cariño, se sentía como una simple amiga cariñosa y decidió olvidarte alejándose de ti, quizás está mal que te lo diga, pero se fue muy dolida.

Aquella revelación de Helena, me dejó sin palabras.

--Me estás escuchando Edmond-- me pregunto Helena riendo, al tiempo que salía con sobresalto de mis pensamientos.

--Si, te estoy escuchando amiga, sin embargo no fue del todo mi culpa-- le respondí.

Bueno creo que es hora de partir Edmond, seguramente ya  salieron del cine mis hijos y mi esposo.

--Me podrías esperar un momento, voy al sanitario-- le dije a Helena.

--Si, no hay problema-- contestó.

Rápidamente descargué mi vejiga y regrese a la mesa con Helena, que estaba guardando un bolígrafo y su móvil en su bolso.

--Bueno Edmond, fue un placer verte nuevamente y recordar viejos tiempos. No te pierdas, nos ponemos de acuerdo para que tú y Karla vayan a la casa a comer y fijate que no se te olvide nada en la mesa, vale-- me dijo Helena, al tiempo que nos despedíamos con un fuerte abrazo y un beso.

--Claro, así lo haremos, cuídate -- le respondí.

Tomó su bolso se dio vuelta y se reunió con su familia, despidiéndose todos a la distancia de mí.

Me senté nuevamente y terminé el último sorbo de café que tenía. Pedí la cuenta a la persona que nos atendió y al llevarse el servicio de la mesa, me doy cuenta que bajó un plato había un papelito doblado. Lo tomé, lo desdoble y leí lo siguiente: "Comunícate con ella, le dará gusto saber de ti" y enseguida un número teléfonico. Era el número de teléfono de Juana. Lo guarde, pagué la cuenta y me regrese a casa.

Pasaron los días y no me decidía comunicarme con Juanita, ni en el trabajo y menos en la casa.

Un martes al regresar a casa, escuche que mi pareja se despedía de alguien por el teléfono fijo y note cierta preocupación en su rostro. La salude y le pregunté qué sucedida.

--Mi tío Juan sufrió un accidente, nada grave fractura de tobillo, pero mi tía requiere un poco de ayuda con él-- me respondió mi señora.

El tío Juan, vive en el estado de Veracruz en una zona cafetalera de difícil acceso y comunicación escasa. Él ayudó económicamente a Karla con sus estudios profesionales y es un gran tipo, la verdad lo apreciamos mucho.

--Voy a Veracruz a ayudar a mi tía-- me dijo mi señora.

--Pero tengo una junta importante de trabajo mañana miércoles y no quiero que te vayas sola--le dije a Karla--

--No te preocupes, Edmond, el trabajo es importante, pero quiero estar con mi tia para ayudarle --me dijo.

En ese momento sonó nuevamente el teléfono de casa, era mi cuñada, para avisarnos que también se iba a Veracruz.

--Ok, entonces nos vamos mañana temprano en el autobús de las 8 de la mañana.--le respondió mi señora.

--Ya no te preocupes me voy con mí hermana, tu tranquilo -- concluyó Karla.

Al día siguiente partieron Karla y mi cuñada a Veracruz y yo al trabajo.

Regresé a casa y a los 20 minutos llamó Karla desde uno de los pocos teléfonos que existen por esos lugares. Me dijo que todo estaba bien con los tíos, que se quedarían hasta el martes con ellos y que me llamaría hasta el día que salieran de regreso.

Colgué el teléfono y me dispuse a cenar. En ese momento recordé que tenía el número telefónico de Juanita. No me decidía marcar el número, pero al final lo hice. Sonó varias veces, sentía que se me salía el corazón de la emoción.

--Diga-- me contestó una voz muy juvenil.

--Buenas noches, estará la Sra. Juana?-- respondí.

--Quién le llama?-- me preguntó esa dulce voz.

--Soy un viejo amigo, me gustaría hablar con ella-- respondí.

--Permítame un momento-- contestó.

Escuché como esa voz gritaba: "mamá, te hablan por teléfono".

Pasaron uno segundos, se me aceleró el ritmo cardíaco y hasta pensé en colgar el teléfono. No lo hice.

--Diga, quién llama?-- contestaron.

Me quedé mudo por un momento.

--Bueno, quien es? -- insistió con un tono más alto.

--Juanita?-- logre responder tímidamente.

--Si, dígame usted que desea?--

--Habla Edmond--respondí.

Ahora el silencio fue al otro lado de la línea, tanto que pensé que había colgado.

--No lo puedo creer, ¡¡Edmond, Edmond!!-- respondió Juanita casi gritando--. Que sorpresa, cómo estás, cómo te va, cómo diste con mi número, te casaste, tienes hijos, perdón, perdón por tantas preguntas es que no lo puedo creer-- continuó diciendo Juanita emocionada.

--Hola no te preocupes, Juanita, estoy bien, me case, me divorcie, no tengo hijos y ahora vivo desde hace 15 años con una chica 15 años mas joven que yo, como la vez-- respondí a Juanita a su oleada de preguntas.

--Que bárbaro, Ed (ella siempre me dijo así) no lo puedo creer, nunca me imagine que fueras tú. Cómo diste con mi teléfono?--preguntó Juanita.

--Pues es una larga historia, pero en resumen, me lo dio Helena-- respondí a Juana.

--Esa malvada, me las va a pagar-- me respondió riendo.

--No podemos hablar de todo lo que nos ha pasado por teléfono. Los invito a tu pareja y a ti el fin de semana a la casa, pueden? --me cuestionó Juanita.

Me tomó por sorpresa esa invitación tan desinteresada y rápida para vernos. Tuve que explicarle lo que había pasado con el tío de mi señora.

--Bueno, ya será para más adelante-- me respondió Juana. Pero si te animas y no tienes problemas ven tú.

Aquella oferta de Juana, me llegó como una descarga eléctrica que recorrió todo mi cuerpo, sabía que tenía la situación ideal para verla.

--Me parece bien, dame tu dirección y yo llego-- respondí. Me dio su dirección en la ciudad de Querétaro, nos despedimos y colgamos.

Llego el día sábado y decidí tomar el autobús hacia el estado de Querétaro a 3 horas de la CDMX. Llegue a las 12:30 de la tarde, hacia un calor tremendo. Pase a comprar un pequeño pastel y una botella de vino, para no llegar con las manos vacías, y tome un taxi hacia la dirección  de Juanita.

El conductor, muy amablemente, me dejo frente al número de la casa de mi querida exnovia. Era una hermosa casa pintada de un color durazno muy bien cuidada, con una reja que permitía ver un jardín y un portón de aluminio color humo. Toque el timbre y el ladrido de un pequeño can fue lo primero que escuche y enseguida una voz de mujer, muy parecida a la que me contesto cuando llamé, callando al perrito y pidiendo que se metiera a algún lugar.

Mi corazón se aceleró a mil al escuchar como manipulaba diferentes cerrojos para abrir la puerta de entrada. Abrió muy poco aquella puerta y tras ella apareció una chica como de unos 20 años.

--Buenas tardes, es casa de la señora Juanita?--pregunte a esa guapa chica.

--Si, quien la busca?—me cuestionó.

-- Soy Edmond, viejo amigo de la señora Juanita.

--¡Hola Edmond, mucho gusto de conocerle, soy Guadalupe hija de Juanita!– me respondió, al tiempo que abría en su totalidad la puerta y saludandome con un abrazo y un beso en la mejilla.

--El gusto es mío Lupita—respondí a la hija de Juana y correspondiendo al abrazo y beso de ella.

--Pase por favor, mi mamá nos habló de usted--dijo Lupita. Ingrese a un pasillo que era parte del lugar del estacionamiento de la casa, me detuve y le cedí el paso diciéndole que le seguiría. Al ir atrás de ella, era inevitable contemplar el cuerpo bien formado de Lupita. Vestía una blusa blanca ajustada y un pantalón de mezclilla tan ceñido, que parecía pintado, no dejaba nada a la imaginación: breve espalda, cintura diminuta, unas nalgas y caderas de ensueño y un par de piernas bien torneadas.

Ingresamos a el salón de la casa, con grandes sillones de color verde olivo, algunos libreros y bellos muebles de diseño minimalista.

--Tome asiento por favor, en un momento le aviso a mi madre—me indico Lupita.

Me quite la chamarra y me senté. Seguí con la vista a la hija de Juanita que se disponía a subir por una escalera hacia la parte alta de la casa.

Me senté, esperando ansioso ver a Juana. Pasaron como 2 minutos y escuché el golpe de tacones bajando la escalera, por instinto me puse de pie y dirigí mi vista hacia la escalera. Poco a poco y ante mis ojos fue apareciendo Juanita seguida de su hija Lupita. Sentía que se me salía el corazón. Juana vestía un vestido blanco estampado con flores, de gran vuelo, ajustado de la parte del pecho con un escote algo revelador. La soltura de la tela en la parte inferior, hacían ver unas amplias caderas y bellas y torneadas piernas, se notaban horas de gym en mi exnovia.

--Edmond, Edmond que gusto de tenerte aquí-- decía Juanita acercandose a mí con los brazos abiertos. Nos fundimos en un abrazo tan fuerte, que pude sentir cada parte de su cuerpo, principalmente sus grandes senos y su vientre nada flojo. Una tos discreta de parte de Lupita, nos hizo reaccionar y nos separamos poco a poco.

--Que guapa estás, los años no pasan por ti, te ves igualita-- le dije a Juana.

--Anda, no empieces que me lo voy a creer, no se te quita lo conquistador--contestó ella.

--Traje un pequeño detalle, espero les guste--le dije a Juana al tiempo que le daba la bolsa con el vino y el pastel.

--Para que te molestas, Ed, gracias--tomó la bolsa, vio su contenido y concluyó diciendo--Mmm, pastel y vino, se ven ricos. Lupita se acercó y le quitó la bolsa a su mamá.

Me invitó a sentarme nuevamente, mientras Lupita salía con la bolsa por una puerta.

--Que gusto volver a verte Ed, aún no lo puedo creer-- me dijo Juana

En eso se escuchó que abrían la puerta de la casa y Juanita comentó: son mis otras hijas. Aparecieron ante mis ojos dos señoritas verdaderamente bellas, con unas figuras que serían la envidia de cualquier modelo profesional.

--Hola buenas tardes-- dijeron al unísono.

Me puse de pie, mientras Juana me presentaba a sus dos hijas.

--Mis otros dos tesoros, Jenny, la mayor(21 años) y Lilia(17 años) la más pequeña-- niñas el es Edmond.

--Mucho gusto-- contesté.

--Mucho gusto Edmon--me contestaron ambas, saludandome de la misma forma que lo hizo su hermana.

Nos sentamos nuevamente mientras las hijas de Juanita se reunían con Lupita.

--Les pusiste los nombres de tus hermanas--le comenté a Juanita.

--Si, y son madrinas de bautizo. Solo a la mayor le puse Jenny, que al final es Juanita en inglés--concluyó Juana.

Charlábamos de cómo nos trataba la vida, luego me contó lo mal que le fue con el padre de sus hijas, hasta llegar al divorcio desde hace 10 años. Nunca más volvió a saber de él, no dio pensión alguna y sola sacó adelante a sus 3 hijas y compró su casa, fue muy impactante la historia de Juana, que en varias ocasiones secó sus lágrimas.

--Ahora cuentame tú, como te ha ido--me cuestiono Juanita.

Fui breve, le comenté de mi fallido matrimonio (duró un año y medio), que estuve solo 5 años, hasta que conocí a Karla en Veracruz y que vivo con ella desde hace 12 años sin compromiso alguno.

Estábamos recordando y riendo de momentos chuscos de la universidad, cuando salieron las tres hijas llevando bebidas y botanas. Las dejaron en la mesa de centro y se integraron a la platica. Después de un buen rato de platica, música y risas, pasamos al comedor y disfrutamos de una exquisita comida finalizando con una taza de café y una rebanada del pastel que lleve.

Las hijas mayores de Juanita (Jenny y Lupita) se disculparon por abandonar la reunión, pues acudirian a un concierto con unos amig@s. Subieron a cambiarse y después de media hora salieron vestidas con reveladoras mini faldas. Se escuchó un claxon y se despidieron de mi.

--Mucho gusto en conocerte Edmond, esperamos no sea la última vez-- dijo Jenny.

--Espero que no--respondí.

--Ya saben niñas, cuídense y no lleguen tarde--les dijo Juanita. Lilia se levantó de la mesa y dijo que subía a su recamara a ver una película, quedandonos solos Juana y yo.

--Vamos a tomar una copa del vino que trajiste. Te apetese?--me preguntó Juana.

--Claro, para eso lo traje--le respondí.

Sacó un par de copas y virtio vino hasta la mitad.

--Brindemos por este reencuentro--le dije a mi anfitriona y chocamos las copas.

Seguimos charlando y sacó un álbum fotográfico en donde apareciamos en diferentes situaciones chuscas, riendo y comentando anécdotas de las imágenes. Seguimos bebiendo y platicando hasta que considere que era hora de partir. Juana estaba algo mareada y me hizo una pregunta inesperada:

--Alguna vez me amaste?--

Cuando iba a responder un fuerte estruendo en el cielo se escuchó.

--Que barbaridad, ya va a llover--comenté.

Acababa de concluir la frase, cuando otro fuerte trueno se escuchó haciendo vibrar la casa e inmediatamente se precipitó una fuerte lluvia seguida de granizo. Los rayos y truenos eran continuos, al grado que se interrumpió la energía eléctrica. Nos quedamos en la mesa y enseguida bajó Lilia con una linterna. Ya se había quitado los jeans y traía puesto unos shorsitos algo flojos.

Juanita sacó velas y las colocó en candelabros sobre la mesa del comedor.

--Se van a mojar mis hijas--comentó Juana.

La lluvia se intensificó y no daban tregua los rayos y truenos.

Seguimos con la charla los tres y Lilia no dejaba de reír de lo que platicábamos su madre y yo. Después de un rato, pasamos a la sala a seguir la platica con velas, botana y vino.

Cerca de las 9:30 de la noche, dejó de llover y me dispuse a partir. Estaba a punto de despedirme, cuando llegaron Jenny y Lupita, no muy mojadas y molestas porque no pudieron llegar al concierto, debido a la fuerte lluvia y se tuvieron que regresar.

--No vas a poder llegar a la central camionera Edmond, están inundadas las calles del rumbo--comentó Jenny.

Cuando venía en taxi recordé que había un hotel cerca de ahí y comenté: No hay problema, pasare la noche en el hotel cercano--y poniéndome la chamarra empecé a despedirme.

--De ninguna manera, tenemos un cuarto de visitas, ahora lo arreglamos. Estas de acuerdo madre?--comentó Jenny dirigiéndose a su mamá.

--Por mi no hay inconveniente, pero no se si Ed se sienta cómodo--respondió Juanita, al tiempo que sus hijas volteaban sus rostros hacia mí esperando respuesta.

--No quiero causar molestias, será mejor en el hotel, les agradezco--respondí.

--Ninguna molestia, mejor aquí que en ese hotelucho--dijo Lupita riendo y de inmediato se unieron con sus voces Juanita, Jenny y Lilia convenciendome de que me quedara. No tuve mas que aceptar.

Regreso la energía eléctrica y las hijas de Juana subieron a acondicionar el cuarto de huéspedes. Juana y yo nos sentamos nuevamente en el salón y seguimos platicando. Al poco rato se integraron a la reunión sus hijas, pusieron música de los 80's. Juana se levantó y fue a un pequeño mueble y sacó una botella.

--Te acuerdas de este licor Ed?--

--Claro, es el que hacen en el rancho de tu abuela--respondí.

--Si, ese que te volteo de cabeza-- contestó Juana riendo y trayendo la botella y unos pequeños vasos llamados en México "caballitos".

Sirvió los 5 caballitos y cada quien tomó el suyo. Brindamos por la amistad, la vida, el amor, y no se por cuantas cosas más. A las hijas de Juanita se les subió el licor muy rápido a la cabeza, ya se reían de cualquier cosa y descuidaban sus movimientos en el sillón y con sus minifaldas, más de una vez, pude ver las pantys blancas de Jenny y azules de Lupita e incluso las también blancas de Lilia con sus pantalónsillos cortos. Todas tenían unas piernas espectaculares y me atrevería a decir que sus coños estaban totalmente naturales, por lo menos así lo advertí en Jenny y Lupita que en más de una ocasión abrían sus piernas y dejaban ver algunos pelillos por fuera de sus pantys. Ese espectáculo y el licor, me pusieron caliente.

Nos dio la media noche y determinaron que era hora de dormir. Juana ayudó a subir a sus hijas y las dejó en sus respectivas camas. Regresó al salón donde estábamos y le ayudé a retirar las charolas, vasos, copas y demás trastos, pero dejó dos vasitos el de ella, el mio y la botella de licor. Regresamos al salón y me dijo:

--Mis hijas toman poco y este licor las puso en orbita--dijo riendo. Bueno la última y a dormir, dijo Juana, sirviendo otra pequeña cantidad de licor.

Brindamos y retiró la botella y los vasos.

Salió de la cocina y me dijo: vamos, te enseñó tu cuarto.

--Te sigo--conteste. Al ir subiendo Juana estuvo a punto de caer y la tomé de la cintura para terminar de subir. Llegamos a un pasillo largo y dijo con ese tono típico de la embriaguez: es la  puerta del fondo, la otra es el baño si quieres pasar, yo me quedo aquí, buenas noches. Abrió una puerta y cerró. Evidentemente ya estaba muy mareada. Pasé al sanitario y descargue mi vejiga que ya parecía globo a punto de reventar. Salí y entre a la recamara, prendí la luz y me senté en la cama tamaño matrimonial, se sentía muy comoda. La habitación era bastante grande, tenía libreros, escritorio, closet y una elíptica de ejercicio.

A pesar de la fuerte lluvia se sentía mucho calor, me quite la ropa, quedando solo en camiseta y calzoncillos, apagué la luz y me metí a la cama.

Pasaron como 20 minutos y no lograba pegar ojo, sentía mucho calor y retiré la manta. En eso escuché que abrían la puerta del baño y debido al silencio de la noche, escuché el sonido de la orina cayendo en el agua del retrete, este se prolongó bastante. Yo seguí acostado tapado solo con la delgada sábana. Bajaron la manija del retrete y abríeron la puerta para salir.

Yo me acomodaba de otra forma para tratar de dormir, cuando escuche que muy despacio giraban la perilla de la puerta del cuarto. Por instinto gire y prendí la lámpara del buró.

--Ed ya te dormiste, estás cómodo?--era Juanita que terminó por entrar a la habitación y cerrar la puerta sin hacer ruido. Solo quería saber si estabas bien--concluyó.

--Si Juanita, todo bien. Te pasa algo, te sientes mal? --pregunté.

--No, nada ya estoy mejor--respondió con voz muy baja.

Se quedó parada al lado de la cama. Traía puesto un camisón muy tradicional de color rosa y tela muy delgada que se ceñia a todo su cuerpo y que ponía en evidencia la ya ausencia de sostén, pues se le notaban los pezones.

--Bueno, me voy acostar, buenas noches--murmuró Juanita.

En ese momento y sin pensarlo mucho salté de la cama y le impedi abrir la puerta. No sabía que iba a pasar, ni como reaccionaria, le di vuelta quedando de espalda a la puerta y coloqué mis brazos a los costados de ella. Fui acercándome lentamente hasta que mi torso hizo contacto con sus voluminosos senos. Puse mis labios en su boca y suavemente la empecé a besar saboreando cada centímetro de sus labios. Juana no hacía ni decía nada, tampoco hacía el intento por zafarse, seguí besandola, pasé a su cuello, sus hombros y Juana seguía pasmada, inmovil.

Yo mantenía mis manos sobre la puerta, aún no tocaba el cuerpo de Juana, temía que si lo hacía, saliera corriendo de la habitación, pero algo me decía que tomara el riesgo. La tomé de los hombros y lentamente la lleve a la cama, nos sentamos y reanude la sesión de besos. Juana no emitía palabra alguna ni hacia el intento por tocarme. Sigui besándola y la fui recostando en la cama, era hora de entrar en acción. Sin dejar de besarla, fui metiendo mi mano por debajo del camisón, Juana tenía sus piernas apretadas una contra otra, seguí acariciando sus piernas y mañosamente subiendo el camisón poco a poco hasta que mi mano hizo contacto con la panty de mi querida amiga y por fin, Juanita reaccionó.

--Espera Ed, no se si este bien esto--murmuró, al tiempo que detenía mi mano juguetona con la suya.--Es que todo ha sido tan inesperado, que no se si es correcto. Y sin decir mas se levanto y salió de la habitación rápidamente.

Yo no tuve tiempo de nada y me quedé en la cama todo caliente. En parte entendía a Juana, su ex la dejo con muchos conflictos emocionales.

Paso un rato y resignado, me dispuse a dormir, cuando nuevamente se abrió la puerta de la habitación y entró Juana cerrando rápidamente.

--Tenía que ver que estuvieran bien dormidas--dijo Juana en voz baja refiriéndose a sus hijas y de inmediato se despojó del camisón, quedando solo en su cachetero de encaje negro.

Que pasó con Juana, no lo se, pero era otra y me dispuse a disfrutar aquel cambio.

Se acostó a mi lado y nos empezamos a acariciar y besar, mis manos se apoderaron de sus grandes senos (calculo 36D+) masajeandolos de todas formas. Me deshice de mí camiseta y ella me quitó los calzones, mi polla ya estaba tomando rigidez gracias a la mano de Juanita que subía y bajaba mi prepucio. Me aparte de su cuello y pase a sus senos besándo y succionando sus obscuros y erectos pezones. Soltó mi verga y tomó mi cabeza con ambas manos, me restregaba contra sus enormes melones y la misma Juana empezó a guiar mi cabeza a lo largo de su discreto estómago y vientre hasta que mi boca topó con su panty. Besaba su esponjoso pubis por encima del encaje y empecé a percibir ese delicioso aroma de exitacion y lujuria de mi caliente amiga, que siguió empujando mi cabeza hasta su enigmática entrepierna que poco a poco la abría. Mis labios llegaron a su destino, note lo mojada que estaba la panty de mi amada, que mantenía sus manos en mí cabeza, mientras las mías masajeaban sus piernas una y otra vez, era delicioso sentir como se le erizaba la piel. Seguí besando su panocha por encima del mojado cachetero, ella suspiraba muy suavemente para no ser escuchada por sus hijas. Aparto un poco mi cabeza de su entrepierna y con una de sus manos hizo a un lado el empapado puente de su panty, para darme paso a su coño.  Percibí algo de pelos que cubrían la raja de Juana, pero no me daba cuenta de la cantidad. Entre esa maraña pelos, lo que me fascinó, fueron sus obscuros y largos labios vaginales conectados a una carnosa capucha que parecía un prepucio arrugadito que cubría todo su clitoris. Inmediatamente llene mi boca con ese par de apéndices vaginales, succionandolos suavemente, gozando de su sabor a mujer. Juana tomó nuevamente mi cabeza oprimiendola contra ella, como si quiciera que me metiera en su coño. Yo succionaba y succionaba y mi amada gemia y gemia, hasta que llegó su orgasmo, arqueado su espalda, nalgas y arrojando una discreta cantidad de líquido lubricante a mi boca. Ella jaló una esquina de la sabana para ahogar su grito de satisfacción.

Terminé de tragar el delicioso néctar de  mi amante y procedí a quitar su cachetero. Ella cooperó levantando sus nalgas y saque la prenda, ahora la tenía totalmente desnuda, en todo su esplendor, su piel blanca, sus senos tenían una aureola café obscuro que casi abarcaba la mitad de su esférico volumen, muy poco caídos y pezones del grueso de un pila doble A, algunas estrías se dibujaban en su vientre y finalmente veía en su totalidad el triangulo de vellos negros, algo ensortijados y bastante largos. Ver el tamaño de ese pubis era realmente exitante, cubrian la raja de Juana y parte de sus muslos subiendo una delgada línea hacia el ombligo.

--Que rico mmmm me hiciste ver las estrellas Ed--murmuró Juana.

No le conteste nada, solo volví a posar mi boca en su coño, haciendo a un lado sus pelos y reanude mi trabajo de succion de sus labios y clitoris acrecentando su tamaño. Ella se estremecía a cada succión que le propinaba y contenía sus gritos con la sabana. Asi la tuve como 5 minutos hasta que llegó otro orgasmo. Juana repetía una y otra vez: ya, ya, ya, ya mmmmm que delicia, por dios.

Me incorporé al costado de la cama y atraje su cuerpo hasta la orilla de la misma. Me puse entre sus piernas y me las heche al hombro.

Busqué acomodar mi estaca entre sus hinchados y colgantes labios, pero no lograba ubicarlo del todo, hasta que mi amada, metió sus brazos entre sus piernas y separó con ambas manos pelos y labios. De esta forma la cabeza de mi verga quedó justo en el vestíbulo vaginal de Juana. Cabe mensionar que mi polla no es larga(casi 16 cm.), pero su grosor es de casi 5 cm y la cabeza de 6.

Fui empujando muy despacio mi estaca, que poco a poco expandía sus paredes vaginales,  hasta que hizo contacto con su cervix. Me mantuve ahi unos segundos inmóvil, gozando del calor interno de Juanita, que apartó sus manos de su concha y sus labios vaginales rodearon la base de mi verga. Inicié un vaivén rítmico muy lento.

--Que gruesa la tienes Ed, me abres mi cosita muy rico la siento bien llena--me dijo Juana.

La vagina de mi amante se mantenía en buenas condiciones, a pesar de sus tres partos, tenía cierta estrechez y una textura rugosa que provocaba un delicioso contacto. Mantenia mí movimiento lento, gozaba el recorrido de cada arremetida y veía como se metían y salían sus labios vaginales. Juana emitía discretos gemidos tapando con ambas manos su boca, sus enormes pechos rebotaban con cada empujón y mi verga se ponía cada vez mas rigida ante tal espectáculo. La lubricación que emitía Juana era exagerada, teníamos empapados nuestros pubis y escurria parte de esta hacia las nalgas de mi amada.

--Sigue, sigue, no pares, dame, dame, quiero sentir como abres mi cosita, partela,  partela--murmuraba Juana, al tiempo que movía su cadera rítmicamente.

Nuestros movimientos pelvicos se hacían cada vez más fuertes y rápidos y Juana no tardo en tener otro orgasmo. Nos quedamos quietos, mi verga sentía cada espasmo vaginal y los líquidos que mojaban mis bolas.

--Que rico, que rico--repetía Juanita--, cuanto tiempo deje de sentirme llena.

--Ven, acuéstate Ed--dijo Juana.

Saque mi pija y me acomode en la cama. Juana se monto enseguida, me llenaba de besos toda la cara. Yo sentía el rose de sus labios vaginales y pelos en mi vientre y acariciaba con mis manos su tersas nalgotas, su espalda, sus piernas, todo lo que podía alcanzar, inclusive logré apoderarme de sus labios vaginales jalándolos suavemente, sabiendo el efecto que producía en mi candente amante. Empezó a gemir y gemir, cada jalón de sus labios vaginales estimulaba su clítoris y  aumentaba su lubricación.

--Así, así, mas, mas, jala, jala, que rico, que rico—me exclamaba Juana al oído  y me besaba por todo mi rostro. Llegó el momento en que ya era difícil seguir jalándolos, pues la lubricación de mi querida amiga los hacía resbaladizos.

La tomé por las caderas, para llevar su coño a la altura de mi verga. Ella entendió mis intenciones y fue  acomodando su pelvis a modo de dar paso a mi pequeño amigo. Lo fui introduciendo en su vagina y cuando tenía clavada un poco más de la mitad, sentí que pegaba con algo. Era el cérvix de Juanita, no comprendía que sucedía, nunca me había sucedido algo así. Ella siguió dejándose caer sobre mi verga, al parecer no le incomodaba, pero para mí era una sensación diferente. Se incorporo y vi su rostro de satisfacción. Permanecí inmóvil sujetando sus caderas y cuando sintió que estaba totalmente ensartada, empezó a moverse  en diferentes direcciones.

La verdad, describir las sensaciones que provocaba el útero de mi amada en mí glande, son difíciles de explicar, solo les puedo decir que nunca había sentido masaje tan delicioso y ver el rostro de satisfacción de Juana era exitante. Nuestros movimientos se aceleraron,  solté sus caderas para sujetar sus enormes tetas, que rebotaban de un lado para otro, sabía que se aproximaba otro orgasmo. Y así fue, llegó este acompañado de algo indescriptible. Se quedó inmóvil y empecé a sentir una serie de sacudidas en la cabeza de mi pija, el útero de Juana vibraba a consecuencia del orgasmo que estaba teniendo y créanme que la sensación es increíble, al grado que provocó que me viniera junto con ella en lo más profundo de su vagina.

--Si, si, si, así, así, así ¡¡oh Dios mio!!, que maravilla, Dios, Dios, que placer, llenarme, llename--lograba pronunciar Juanita, mientras su cabeza la agitaba de un lado para otro, como negando su sentir.

Juana se recostó nuevamente sobre mí pecho, yo contuve mi grito, dejándolo en un leve murmullo que  ahogo Juana con su boca al besarme y morder suavemente mis labios.

--Que rico, que rico, me encanta tu verga Ed, me llena y me abre toda mi cosita--decía Juanita.

Rodamos sobre la cama y quedé encima de mi amante, con mi pija aún ensartada. Debido a la gravedad, el útero de Juana dejó de hacer contacto con mi verga, que poco a poco perdía rigidez e inevitablemente abandono su cueva.

Yo seguí encima de Juana disfrutando de su sudor, aroma y sobre todo de su cuerpo, que para una mujer de casi 50, se mantenía en excelentes condiciones. Me baje y nos pusimos de lado. Ella no dejaba de besarme y yo de acariciar todo su cuerpo una y otra vez. Juana se dio vuelta y quedó de espalda a mí como dicen, quedamos de "cucharita". Sus nalgotas se repegaban a mi fatigada verga, las movía y pegaba, tratando de que despertará de nuevo. Yo sentía el calor de su culito y mis manos acariciaban sus nalgotas, espalda, senos, una vez más, todo lo que podía alcanzar y Juana rompió el silencio.

--¿Te sientes bien Ed?--

--Claro, porque preguntas?--

--No, por nada, sólo quería saber. Es que tú tienes a alguien, no quiero destruir nada y mañana te irás y yo…. --vino el silencio.

--Tú que eres una mujer maravillosa, luchona, siempre buscando progresar--le dije a Juana. Si esto estuvo mal, te pido me disculpes--concluí.

--No, no me arrepiento, después de… ya no recuerdo, pero son más de 10 años, lo he gozado como nunca y no estoy borracha eeh--me dijo Juanita riéndose y repegandome sus voluminosas nalgas.

Yo seguí disfrutando de todo el cuerpo de mi amante. Ella jalaba mi verga, que recuperaba poco a poco su rígides. Al sentir que estaba lista, la propia Juana guió mi pija a su coño, elevó su pierna para dar cabida a mis casi 16 cm. de acero rosa. Esta vez la metí de un solo golpe.

--Uyy rico, dale duro, parte mi cosita, abrela toda--suplicaba mi ex novia. Atendí su deseo, moviendo con fuerza mi pija una y otra vez, sintiendo su cervix con cada arremetida. Ayude a sostener su pierna elevada y al mismo tiempo, abría más la concha de Juana.

--Así, así, dame tu verga, damela toda, uff que bien me llena, mmmmm me siento muy feliz--exclamaba mi amada.

--Ponte en 4--le dije a Juana. Ella de momento no entendió, la solté, saque mi verga y moví su cuerpo a  la posición. Juana entendió y terminó de acomodarse.

Que vista me brindó mi amante, su nalgas se veían enormes, su rosado ano tenía vellos algo más cortos, la abertura vaginal se alcanzaba a notar entre sus sobresalientes vellos, sus labios colgaban y asomaban de entre la espesa selva de pelos de Juana. Con ambas manos separé la pelambrera de su coño y coloqué la cabeza de mí pija entre sus labios vaginales y la metí de un solo golpe. Mi amada ahogó su grito con el cojín donde apoyaba su cabeza. Le metía mi pija con fuerza, ver sus nalgas como se agitaban a cada arremetida era fabuloso y sentir en mis huevos sus vellos y sus labios era único.

--Así, así, así, dame, dame, ohh Dios, que me estas abriendo toda--alcanzaba a escuchar a Juanita con su voz ahogada en el cojín. Seguí dándole a mi amada con fuerza y ella misma empezó a moverse y repegar sus nalgotas aumentando el ritmo, anticipando otro orgasmo. Éste llegó y se lo dejé ir hasta el fondo,  jale sus caderas y me quedé inmóvil para volver a sentir vibrar el cervix de Juana. Esta vez la vibracion fue acompañada de un empuje del útero, como luchando por sacar al invasor de la vagina de mi amada y de una expulsión de lubricación que mojo mis bolas y piernas. Créanme que es una sensación indescriptible.

--Mmmmm fabuloso, me estoy viniendo como nunca--murmuraba Juana, que empujaba sus enormes nalgas contra mi pija, su esfinter anal palpitaba como si quiciera tomar aire.

Reanudé mis movimientos cuando aún continuaban las contracciones de mi amante, sintiendose aún más su estrechez vaginal y el empujé del útero que simulaba un pistón de motor.

--Ooh por Dios, mmmmmmm, rico, rico, dale, dale, dale, mas, mas, mas--repetía una y otra vez Juana, que sujetaba las sábanas como si quiciera escalar la cama.

Yo metía y sacaba mi pija jalandola de sus caderas, mls colgantes bolas golpeaban su labios y clitoris, escuchar el sonido que emitían era fabuloso y más por lo mojado, ese sonido particular de tanto líquido era exitante. Los pelos de mis huevos estaban totalmente empapados, el coño de Juana expulsaba con cada arremetida, mas y mas lubricación y debido a esto, no faltaron los pedos vaginales que hicieron divertido el momento.

--Ya no puedo mas Ed, me siento en las nubes, te juro que no había tenido tantos orgasmos en una sola noche--dijo mi exnovia, al tiempo que se safaba de mi y se dejaba caer boca abajo en la cama, dejándome de rodillas entre sus piernas y con mi pitó al aire. Ver aquel hermoso cuerpo recostado, era exitante, brillaba de sudor con un ligero aroma a perfume. Los pelos de su entrepierna, contenían pequeñas gotas de jugos vaginales de mi amante, parecían perlas adornando su coño. Inicie un masaje con mis manos empezando por sus hombros, fui bajando a su espalda, cintura, sus bellas nalgotas, piernas, hasta llegar a sus pies. Varias veces hice el recorrido, de ida y vuelta dedicando más tiempo a cada una de sus nalgas y abriendolas para acariciar y admirar su peludo culo en cada pasada.

--Que relajante, se siente rico Ed, me podría quedar toda la noche, pero…….--dijo mi amada.Y ooh sorpresa, Juanita se quedó dormida.

--Juanita, Juanita, estas bien, Juanita--le llamaba. No lo podía creer, Juana estaba dormida, supongo que entre emociones, licor, desvelo, coger y orgasmos su cuerpo cedió finalmente. Con la esperanza de hacerla despertar, seguí acariciando sus nalgotas, le abrí un poco más las piernas, jale sus labios vaginales, separe sus cachetes para acariciar su peludo culito  y Juana estaba como muerta. Moje mis dedos con sus jugos y traté de meter el meñique en su culo y Juanita reaccionó.

--No Ed me duele no, no, no--murmuró, dándose completamente la vuelta quedando boca arriba nuevamente. No insistí con su culo, pero ahora me dediqué a dar masaje a sus senos, vientre, piernas y pies, pero no lograba hacerla despertar. Abrí sus piernas para examinar esa peculiar capucha que cubría su clitoris. La tomé con mi dedo pulgar e índice y descubrí la rosada cabecita del grueso de un un bolígrafo "Bic". Mi amante al sentir el movimiento, cerró sus piernas y giró quedando de lado. Realmente Juana ya estaba agotada y solo quería dormir. La tapé con la frazada, apagué la luz y no hubo más remedio que dormir.

Al amanecer, Juana ya no estaba a mi lado, no me di cuenta en que momento abandonó la cama, lo único que se me vino a la cabeza fue como justificar lo húmedo de las sábanas, no podía dejarlas así.

No escuchaba ningún sonido, quizás todavía dormían Juana y sus hijas, eran las 9 de la mañana. Me puse los calzones y camiseta y me quedé sentado en la cama, pensando remediar lo de sábanas y frazada. Escuché pasos en el pasillo y la puerta del baño cerrar. Una vez más se escucho el chorro de orina contra el agua del retrete y después la regadera. Yo seguía con el asunto de la ropa de cama. Cerraron la ducha, jalaron la palanca del retrete y abrieron la puerta del baño.

--Buenos días mamá, dormiste bien?--saludaba una hija a Juana.

--Muy bien Jenny, tú dormiste bien?--respondió Juanita.

--Si mami, te noto otro semblante, como que la visita de Ed, te rejuveneció--contestó Jenny con una sonrisa.

--Ssshh, que imaginación niña, simplemente dormí bien--respondió Juana.

Una vez más se escucho la puerta del baño y otra vez retrete, ducha y salida.

Me levanté y me dispuse a terminar de vestirme. Me puse pantalón calcetines y estaba terminando de abrochar el último botón de la camisa cuando tocaron la puerta.

--Se puede? Buenos días--

Era Juanita. Abrió la puerta y entró rápidamente, traía un juego de cama igual al que utilizamos en la madrugada.

--Hola Juanita, buenos días--le conteste. Enseguida y rápidamente quito las sábanas de la cama, las puso en el piso y le ayude a colocar el juego limpio.

--Rápido acuéstate Ed, desacomoda un poco las sábanas--me dijo Juana, al tiempo que me plantaba un beso en la boca. Recogió las sábanas sucias y salío de la habitación rápidamente cerrando la puerta.

Era evidente que no quería que se dieran cuenta sus hijas de lo sucedido en la habitación.

Me quedé un momento sentado en la cama, hasta que me decidí a salir. Volví a acomodar la cama, abrí la puerta y me tope con Lilia.

--Buenos días Ed, como durmió?--preguntó.

--Buenos días Lilia, dormí muy bien. Y tú?--contesté.

--Bien, aunque no se de dónde venían unos quejidos. Quizás de algún vecino--me contestó riendo y metiéndose al cuarto de baño.

Yo seguí mi camino ha las escaleras, bajé y me quedé en el salón. Se escuchaba actividad en la cocina y la ducha del cuarto de baño. Salió de la cocina Jenny con platos y cubiertos saludándome:

--Buenos días Edmon que tal dormiste--

--Muy bien, gracias y tú--contesté.

--También bien, gracias--contestó.

Le ayude a poner la mesa y le pregunté por su madre.

--A de estar en la azotea, en el cuarto de lavado o regando sus plantas.

--Ok, siempre activa tu mamá--le comenté.

--Siempre ha sido así. Siéntate Edmon, en un momento desayunamos--dijo Jenny.

Creo que es un relato extenso, pero aún queda la historia de lo que sucedido,.......

Bueno, es otra historia de la noche extra que me quede en casa de Juana.

Ya la preparo.

Adiós.