Reencuentro 2.1
Emma se encuntra con Aitor años después, pero despues de una noche de lágrimas y arrepentimiento, ¿Como acabará la noche para ambos?. pdd; aun tengo que relatar como fue el reencuentro en sí, pero eso será en el proximo relato.
Una noche oscura y gélida noche del final de Otoño. Emma caminaba por una calle oscura, era una mujer segura de sí misma, con lo cual no le preocupaba demasiado caminar sola, ella sabía de primera mano lo que podía provocar en los hombres, era una mujer de extremada belleza, pelo negro como el café, su piel morena por esas tardes de sol en la piscina de su urbanización, sus ojos verdes como esmeraldas, unos labios fabricados para el pecado, un cuerpo de curvas sinuosas creado para ser venerado. Ella era fuego, autentico fuego y ella sabia como hacer que los hombres se quemarán con él. Vestía un elegante vestido blanco que le llegaba hasta sus preciosos tobillos, era ajustado, y le marcaba ese espectacular cuerpo trabajado en el gimnasio. Y para abrigarse de tan gélida noche una botina chaqueta negra con grandes botones y una botina bufanda del mismo color
Terminaba de salir de una dolorosa reunión de viejos compañeros y lo había visto a él. Años después de su marcha el estaba de regreso, pero sin embargo le dolió la indiferencia que él mostró para con ella, trató de mil maneras de hablar con él, pedirle disculpas, explicarle lo que pasó aquella primavera, pero él no estaba por la labor, no quería que se le acercara, y cada vez que se lo hacía notar, era como una puñalada en su corazón
La brisa de la noche otoñal azotaba su bello rostro y mecía su cabello hacia delante tapándole la vista con lo que ella tenía cuidado al pisar para no resbalar en cualquier sitio de esa estrecha calle. Y de pronto lo vio pasar por la calle de enfrente, se suponía que se había ido a descansar pues su lago viaje desde Japón fue muy agotador para él. Apretó el paso con ligereza, los tacones resonaban en el suelo con fuerza a cada paso. Le siguió muy de cerca hasta la entrada del hotel donde se hospedaba y antas de que el accediera al recinto le alcanzo e hizo algo que ni en sus más apacibles sueños pensó que haría.
Volver a sentir esos tiernos labios, esos labios que una vez la amaron como nadie la habría amado, el aroma de su cuerpo, hizo de toda su seguridad se fuese al piso y de sus ojos empezaran a salir ríos de lágrimas.
A: ¿Qué se supone que estás haciendo?
E: lo, lo siento, necesitaba hacerlo, necesitaba sentir, besar los labios que una vez fueron míos, y que yo traicioné. Cada momento de esta noche, cada segundo de esta tarde, desde el momento en el que te vi aparecer por la puerta, ha sido un suplicio para mi, el poder estar a tu lado y no poder ni siquiera decirte un simple hola, porque cada vez que me intentaba acercar y me mirabas, sentía tu dolor, tu resentimiento.
A: y que querías, que sintiera, ¿alegría?, eres demasiado ilusa Emma, después de todo lo que pasado para ser quien soy ahora, desde que vi lo que vi y te quieres presentar así como así como si no hubiese sucedido nada, de verdad te crees que soy aquel chico iluso al que rompiste el corazón?.
E: yo no tengo palabras para decirte cuanto lo siento.
A: no, no las tienes.
E: pero estoy aquí, con mi seguridad hecha añicos, en mitad de esta noche tan fría, dispuesta a todo, y llorando ante la única persona que verdaderamente he amado en toda mi vida, no he venido a excusarme, porque no tengo excusa por lo que te hice, he venido ante ti a demostrarte, que pese a los años nunca te olvide, y que el imborrable error que cometí, nunca harán cambiar mi parecer respecto a ti, he venido aquí llorando, para demostrarte y demostrarme que quiero estar contigo.
Pese a que las lágrimas cubrían su rostro, vio que en el rostro de aquel chico se mostraba la sorpresa y la incertidumbre ante aquellas palabras, y entonces ocurrió, volvió a ver aquellos ojos que una vez la observaron con amor, no con desprecio, resentimiento y amargura.
Entonces, él mordisqueó su oreja, le secó las lágrimas de sus fabulosos ojos verdes, y le susurró al oído.
A: no llores, que aunque no te lo creas, pese a todo lo que he tenido que pasar, pese a todas y cada una de mis lágrimas, nunca te he podido sacar de mi corazón, pero aquí la que tiene que demostrarme eso eres tú no yo…. Y acto seguido la besó.
Ese beso, la volvió a llevar a aquella habitación de hace muchos años, cuando aquella tarde, después de tanto esperar y que ambos se decidieran, se besaron por primera vez.
No sabe ni cuándo ni cómo pero de pronto se encontraba en la suite del hotel donde él se hospedaba, mientras el besaba su cuello ahora descubierto, pues su bufanda yacía en el suelo al igual que su chaqueta. Y entonces el volvió a susurrarle.
La noche es joven, y la tenemos enteramente nuestra para demostrarnos si nuestro destino es estar juntos.
Dicho esto le vendo los ojos con un suave pañuelo de seda, eso hizo que la piel de Emma se erizase en respuesta a los suaves toques de Aitor y la incógnita de que se avecinaría después.
La llevo a la cama la desnudó poco a poco, con una suave delicadeza, como si fuese el tesoro más preciado que jamás hubo en la tierra.
Cada centímetro de piel que dejaba al descubierto cada centímetro que besaba con reverencia.
Emma suspiraba de placer, por lo que tocaba de él, había cambiado muchísimo en todos estos años, era rudo, fuerte, sus músculos se marcaban a base de bien, era como un gladiador. El era toda dureza y virilidad, sin ni siquiera verlo sabía que era toda sensualidad y lujuria.
Él beso sus labios mojándolos, jugando, mordisqueando con suavidad, era un beso excitante y cargado de amor; jugó con su lengua despacio hasta que hizo gemir a Emma de deseo, bajó sus labios por el cuello besándola con sensualidad; entonces ella lo tocó en las mejillas y con suavidad acercó sus labios a su oreja, ella paso la lengua con timidez, lo que hizo gemir al chico por la osadía.
Al escucharlo gemir, ella se volvió más atrevida, pues ella sentía cuanto la deseaba y se sentía sexy, y quería demostrarle cuan pasional estaba por él; le susurró al oído con la voz estrangulada por el deseo:
─ Aitor concédame el gusto de escuchar mi nombre de tus labios, quiero oírlo, quiero disfrutar cada letra de mi nombre de tus labios..
─ En un tierno susurro…. Emma.
Se quedó hipnotizada al escuchar su voz. Agarro sus mejillas y toco sus labios con suavidad, acercó su boca a la de él y le dio un suave beso.
─ Aitor. Susurró el nombre junto a sus labios.
Eso hizo que a él le recorriera un escalofrío de placer por todo el cuerpo; ella era deseo puro.
Le quitó el sujetador la volvió a besar con más pasión, quería mostrarle todo lo que le hacía sentir, la tumbó en la cama y bajó los labios por su cuello besándola exquisitamente, bajo una mano hasta la entrepierna tocándola por encima de las braguitas de seda, mientras besaba sus pechos. Extasiada de placer Emma se arqueaba como un arco bien tensado, gimiendo cada vez más rápido, le costaba trabajo respirar con normalidad ya jadeaba.
Él le quitó la venda y la miró a los ojos llenos de deseos.
Emma quedó prendada de él, y recordó uno de los motivos por los cual se enamoro de él, era tierno incluso cuando habían tenido sexo duro, él siempre la protegió, siempre cuido de ella incluso cuando follaban, cuando follaban ella siempre vio que él le había el amor, si disfrutaba, porque a pesar de todo era sexo duro, pero con el matiz del amor que siempre aquel muchacho le imprimía
─ Eres hermoso. – Susurró.
─ Tú más mi bella flor.
La siguió tocando y besando cada vez más rápido, estaba muy mojada, arrancó sus braguitas de un tirón. Frotó con suavidad el clítoris e introdujo un dedo en su vagina, estaba muy estrecha y húmeda, Emma gemía, perdía el control poco a poco, no controlaba su cuerpo solo anhelaba una cosa, y era la culminación del éxtasis que Aitor le prometía.
Emma estaba extasiada, era fuego, el fuego de la pasión que él le desataba.
Aitor bajó sus labios hasta su entrepierna y empezó a jugar con los labios vaginales, él la lamía de arriba abajo, jugueteaba en el perineo, algo que sabía que a ella la volvía loca, volvió a recorrer la magnitud de su entrepierna, mordisqueando las zonas internas de sus muslo hasta llegar a su gran objetivo, con su lengua se recreaba en su clítoris, mientras le introducida dos dedos en su vagina, ella no dejaba de mover las caderas y de gemir fuertemente; no quería suplicarle por el orgasmo pero sabía que era eso lo que él quería.
─ Por favor, Aitor. – Jadeaba con la voz ronca.
─ Dime mi reina, ¿que deseas?
─ Te deseo a ti, te necesito a ti. – Lo miró a los ojos mientras le pedía. — Hazme tuya, por favor.
─ Aun no, aun quiero algo de ti.
Y acto seguido movió su lengua a una velocidad endiablada, mientras él se quitaba la ropa, y el reloj de pulsera para no hacerle daño.
Cuando él notó que ella estaba a punto de correrse, paro y fue subiendo poco a poco recorriendo con sus labios su estomago, sus pechos, su cuello y su al final sus labios, hasta que sus miradas se encontraron, ella le susurro.
─ Por favor Aitor, no me hagas esperar más, soy tuya.
Aitor gimió por respuesta frente a lo que ella había dicho, mirándola a los ojos se ajustó sobre su cuerpo, penetrándola, quemándola con la mirada. Se sentía tan bien que apenas podía controlarse. Ella al sentirse penetrada, se corrió como hace mucho no lo hacía.
Emma rodeo las caderas de Aitor con sus piernas urgiéndole que la penetrase más hondo, levantando las caderas a cada encuentro de las embestidas, que cada vez eran más fuertes. Dos cuerpos convirtiéndose en uno solo, una suave danza que cada vez se volvía frenética a cada vaivén.
Aitor notaba las contracciones de la vagina de Emma sobre su miembro, y en la habitación solo se escuchaba sus gemidos, el besaba su cuello, jugaba con sus pezones, los mordisqueaba, y la penetraba con más rudeza, haciendo que sus testículos chocaran con el perineo de ella, arrancándole otro orgasmo.
─ Aitor. – Susurró su nombre una y otra vez como si fuese un salmo.
Y entonces ella, tomo la iniciativa, hizo que rodaran sobre la cama y era ella ahora la que estaba encima de él, empezó a cabalgarle, haciendo que los 21 cm de carne del chico salieran casi al completo y volviéndolo a enterrar en su interior con fuerza. Ella empezó a un vaivén de caderas, era tal el frenesí que ella notó como era la excitación del chico, le conocía demasiado bien, y sabía que él empezaría a penetrarla con mucha mayor velocidad para alcanzar el orgasmo
Aitor notó como Emma contraía la vagina con fuerza, se arqueó en un perfecto arco tensado, miró su rostro dejándose llevar por ella, en un espiral de placer que los consumía y los reducía a cenizas de deseo colmado.
Mirando su rostro empezó a clavársela, más hondo y más rápido hasta que su miembro empezó a soltar grandes descargas de semen, y ella alcanzar el último orgasmo de la noche.
Cayeron extenuados sobre la cama, jadeantes, él la besó y la abrazó dejando que durmiese sobre su pecho y con un último beso en tus labios, ambos se fundieron los brazos de Morfeo….
CONTINUARÁ.