Reencuentro

Nadie dijo que las relaciones a distancia fuesen fáciles. Carla y José se reencuentran después de 2 meses.

Entre una cosa y otra llevaba 2 meses sin ver a José, así que ambos nos moríamos de ganas por pasar ese fin de semana juntos. Hacía un año que habíamos empezado una relación a distancia y aunque a veces se hacía duro no vernos todo lo que queríamos, los reencuentros valían la pena. Vivíamos a más de 300 kilómetros, así que las tres horas que duró mi viaje estuvimos hablando por whatsapp de qué íbamos a hacer todo el fin de semana, aunque ambos sabíamos que lo más probable era que apenas saliésemos de la habitación de hotel que él había reservado.

Cuando baje del tren lo vi esperándome en la estación, medía 1’90 y tenía un cuerpo cuidado de ir al gimnasio, aunque sin llegar a ser de esos chicos que no pueden pegar los brazos al cuerpo. Llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta negra que le daban un look juvenil, para nada aparentaba los 30 años que tenía. Esta vez llevaba su pelo negro muy corto, pero cada vez que me miraba con esos ojos marrones sentía que el suelo se abría bajo mis pies.

Se acercó hasta mí y levantándome en el aire me dio un beso de bienvenida.

-        Hola pequeña – me susurró cuando me dejaba en el suelo.

Debo decir que lo de pequeña no es por mi estatura, ya que mido 1’75, sino porque José me saca 10 años, yo tengo 20. Como he empezado a describirme os cuento más sobre mí: tengo el pelo moreno y los ojos azules y unas tetas y un culo bastante grandes. Aunque no soy una chica esquelética, la mayoría de chicos con los que he estado dicen que tengo unas curvas muy bien puestas.

José cargaba con mi maleta mientras salíamos de la estación abrazados, hacía su coche.

Siempre me ha parecido muy sexy ver a un hombre conduciendo, así que mientras nos poníamos al día yo no podía dejar de morderme mi labio inferior.

-        Deja de hacer eso pequeña, que sabes cómo me pone – me dijo José mirándome.

-        Ummm sabes que cuando estoy contigo no puedo evitarlo – le conteste a la vez que ponía mi mano sobre su pierna. Lo suficiente cerca de su paquete.

-        ¿Tantas ganas tenías de verme? – dijo guiñándome un ojo.

En vez de responderle subí la mano hasta su paquete y comencé a acariciarle por encima del pantalón, poco a poco iba notando como su polla se ponía dura bajo mi mano. Metí la mano por dentro de su pantalón vaquero y seguí por encima del calzoncillo.

-        Nena, para que tenemos que entrar en el hotel – me dijo mientras aparcaba el coche.

Salimos de su coche y me cogió por la cintura, poniéndome delante de él para tapar su erección. Durante el trayecto a la habitación notaba su polla dura pegada a mi culo así que poco a poco mi tanga iba mojándose.

Al entrar en la habitación José fue directo a tumbarse en la cama y yo deje la maleta y mi bolso en una silla. Lo mire tumbado encima de la cama y tras descalzarme me senté encima de él.

-        ¿Qué quieres hacer? Mis colegas están tomándose algo aquí cerca – me acerque hasta su boca y lo callé con un beso – si quieres, podemos ir.

Ante su insistencia volví a besarlo. Esta vez fue más largo, jugando con nuestras lenguas.

-        No he venido hasta aquí para ir a tomarme una cerveza con tus amigos – le susurre mientras me frotaba contra él, notando su polla dura contra mi coñito.

Cuando vi que iba a responderme, me quite la camiseta dejando al aire mi sujetador y dejando a José callado. Se incorporó en la cama y comenzó a besarme con fuerza, primero la boca, luego el cuello y el escote. Se acercó a mi oreja y después de darme un mordisco me preguntó:

-        ¿Ah no? ¿Y a que has venido pequeña? – mientras me decía eso notaba sus manos desabrochando mi sujetador, cogió un pezón entre sus dientes y lo mordió. Sabía que eso me volvía loca - ¿Has venido a esto?

Cuando le fui a contestar que si lo único que me salió fue un gemido, así que mientras el chupaba mis tetas y mordía y estiraba mis pezones yo no podía parar de frotarme, aun vestidos, contra su polla. Tras unos minutos así, José me dijo que me levantase, se sentó en la orilla de la cama con las piernas abiertas y, poniéndome a mí en medio, me quito los pantalones.

Comenzó a darme besos en la tripa, mientras notaba como sus manos apartaban mi tanga a un lado y comenzaban a acariciarme los labios de mi coñito.

-        Ufff nena, como me pone tu chochazo depilado.

Poco a poco comenzó a meterme dos dedos, cuando los tenía metidos hasta el fondo los sacaba y volvía a meterlos de golpe. Cuando mis suspiros pasaron a ser gemidos, José me quitó el tanga de un tirón y, acercando su boca, comenzó a comerme el coño.

Su lengua no hacía más que acariciar mi clítoris, mientras metiendo un dedo más no paraba de hacerme gritar. Yo con una mano le sujetaba de la cabeza para que no parase y con la otra escupía y pellizcaba mis pezones.

Sus dedos no paraban de entrar y salir de mi coño haciendo un ruido de encharcamiento.

-        Nene me voy a correr -  atine a decir entre gritos y gemidos.

-        Córrete con mis dedos dentro, zorra – mientras decía eso sacó sus 3 dedos y metió 4.

Aquello hizo que mis piernas temblasen y todo mi cuerpo se tensase, mientras me corría José siguió follándome con sus dedos y yo no podía parar de gritar su nombre.

-        Ahora es mi turno, nena.

Hizo que me arrodillase y tras bajarse el pantalón y el calzoncillo me metió toda su polla en la boca. Era incapaz de comérmela entera así que tuve un par de arcadas, pero poco a poco fui acostumbrándome.

Agarré el tronco de su polla y mientras la pajeaba le iba chupando el capullo como un helado, me fui metiendo más y más polla en la boca y cuando la tenía entera dentro comencé a sacarla y volvérmela a meter mirándole a los ojos. Mientras mis manos acariciaban sus huevos.

-        Menuda boca tienes, zorrita.

Cuando mi ritmo le pareció lento, me cogió el pelo en una coleta con su mano y comenzó a follarme la boquita deprisa, yo apenas era capaz de tragar saliva así que se escurría por la comisura de los labios. Sus gruñidos de placer me estaban poniendo muy cerda otra vez, así que aprovechando que tenía las manos libres volví a la carga con mi clítoris.

Sus gruñidos decían que estaba a punto de correrse, así que me puso de pie tirando de mi coleta y me tiró encima de la cama. Se quitó la camiseta y, abriéndome de piernas, me frotó su polla contra mi coñito. Yo intenté moverme para meterme su polla, pero poniendo su mano en mi cuello José me inmovilizó.

Se acercó a mi boca a besarme y aprovechando el momento me metió su polla hasta el fondo. Sin sacarla ni un centímetro seguía empujando dentro de mí, notando como sus huevos chocaban contra mi coño.

Cansada de esa posición me di media vuelta y me puse a 4 patas. José volvió a clavarme su polla y, mientras la metía y sacaba, notaba cómo escupía lubricándome el culo.

-        Te voy a meter un par de dedos y te vas a correr con los dos agujeros llenos.

Sin darme tiempo a responderle, clavó dos de sus dedos en mi ano, haciéndome gritar y apretar el culito con sus dedos dentro y mi coño con su polla dentro.

Cuando me acostumbre a sus dedos en mi culo me moví con más fuerza y rapidez, notando como nuestros cuerpos se tensaban.

Escuche un gruñido de José acompañado de un arañazo en mi espalda y note como su polla escupía toda la leche en mi coñito.

Baje una de mis manos a mi clítoris y tras acariciarme unos segundos me corrí, notando sus últimos lefazos.

Se tumbó en la cama sudando y sentada encima de él mordiéndome el labio, le dije:

-          A esto he venido. Y lo quiero durante todo el fin de semana.

Es mi primer relato así que espero que os haya gustado. Me encantaría que comentaseis cualquier cosa.