Reencontrando a Elena (7)
Dos de cal y varias de arena. Vaya calentura en la oficina con una y vaya calentura por la tarde al llamar la otra. Y que forma más chunga de bajar todo el calentón.
Para poder seguir el hilo de este capítulo, como siempre, recomiendo leer los anteriores.
Capítulo 1:
http://www.todorelatos.com/relato/71798/
Capítulo 2:
http://www.todorelatos.com/relato/72181/
Capítulo 3:
http://www.todorelatos.com/relato/72243/
Capítulo 4:
http://www.todorelatos.com/relato/72613/
Capítulo 5:
http://www.todorelatos.com/relato/72636/
Capítulo 6:
http://www.todorelatos.com/relato/72821/
CAPITULO 7
Esa misma noche estuve chateando con Sonia. Contándonos anécdotas del instituto, sitios a los que habíamos ido, pasándonos fotos, Como si fuéramos amigos desde hace muchos años. El tiempo volaba. Pero la verdad es que daba un poco de morriña, desde luego era una chica con la que estar en plan pareja. Estuvimos un buen rato charlando, evitando el tema más bien de que nos echábamos de menos. Sonia propuso el no llamarnos ni chatear, lo haría más duro. Estaban permitidos los correos de cuando en cuando, pero no el ponerse sentimental. Lo cierto es que no me sentó bien, pero también lo entendía. Era duro querer estar con la otra persona y conformarse con hablar alargaba el sufrimiento. Por mi parte iba a intentar cumplir mi palabra y encontrar curro allí, en ello estaba. El día fue en conjunto agridulce.
La lógica y la practicidad se impusieron. Iba a aprovechar y tomarme las cosas tal como vinieran, a preocuparme de lo que estuviera en mi mano y lo que no estuviera pues para qué amargarse.
Era martes, de vuelta en la oficina y de vuelta a Lidia. ¿Qué tal le habría sentado lo de ayer? Bueno, en principio teníamos que hacer como si nada delante de los compañeros. Así que, como otros muchos días, cuando llegué ella aún no estaba y no puede decirle hola en esos momentos de primera hora de baja producción. Al bajar a desayunar nos vimos de lejos y me sonrió. Al menos no parecía horrorizada con lo que hicimos ayer. La verdad es que no era fácil coincidir. Tampoco íbamos a usar los correos de la empresa por si acaso el informático podía verlos, aunque es buen chaval toda precaución es poca. La excusa perfecta surgió después de presentar el informe a mi jefe, para agradecer a Lidia su inestimable ayuda prestada. Así que me acerqué a su mesa para agradecerle la ayuda y decirle que al jefe indio le había gustado. Cordial y con risas de ambos, pero claro, no me iba a decir delante de los compañeros que le había encantado como le tiraba del pelo mientras le embestía desde detrás.
El resto del día pasé de preocuparme y dediqué a producir algo, ya que si el jefe me engañaba en el sueldo tampoco me iba a desvivir. Además no tenía mucha tarea tampoco. Se acabó mi jornada al mediodía e iba a salir por la puerta cuando ya la mayoría se había marchado a almorzar y alguien me puso la mano en el hombro. Era Lidia, se acercó a mi oído y sin girarme me susurró:
-Me encantó lo que hicimos ayer y como me lamiste de delante a atrás, me dejaste sin respiración y espero repetirlo, no me habían hecho nada parecido en la vida. Hasta mañana.- Mientras noté que metía algo en mi bolsillo trasero.
Salí sin decir nada y sin que nadie nos viera. De camino a la bici (en verano normalmente voy en la bici a la oficina sí, por la mañana es agradable y al salir no importa llegar empapado a casa, así parece que uno se ha ganado el almuerzo) saqué lo que me había metido en el bolsillo. Era una nota con su teléfono, correo personal y un recuerdo: Necesito más de eso que me has dado. No sabía interpretar si era que necesitaba raciones periódicas o que había que aumentar la caña de las sesiones, lo que sí parecía claro es que habría más encuentros.
Al día siguiente en la oficina, todo iba como siempre, más bien monótono. Fui al archivo, un cuartucho donde había cientos de cajas con proyectos y papeles, buscaba un proyecto en concreto. De repente alguien se me había acercado a mi oído y me susurró te echo en falta mientras me apretaba el culo. Era Lidia.
-¿Me has seguido o necesitas algo?
-Ambas, te he seguido y necesito algo.- Dijo con una sonrisilla traviesa.
-Me parece que sé qué necesitas. La cuestión es cuando será posible.
Se había acercado a las estanterías buscando algo. Aproveché para acercarme a su lado, estaba tremenda con esa falda corta y esa blusa lila. Y le puse una mano al final de la espalda.
-Estos días has estado más tranquilita, pero parece que vas necesitando otra sesión intensiva.- Casi susurrándole al oído.
-Va tocando ya sí.- Tardó un poco en contestar mientras se regodeaba.
-Mañana es muy posible que tenga que quedarme por la tarde y que necesite tu ayuda.
-¿Seguro que te haré falta?
-Me parece que te hace más falta a ti que a mí. Y que estás deseando que te ponga a gritar otra vez.- Dije esto agarrando uno de los cachetes de su estupendo culo.- Pero eso será mañana, aunque ya me gustaría que nos quedáramos un rato aquí tu y yo.
Al decir esto me miró con los ojos llenos de deseo, de cara a mí con las manos detrás y sacando pecho. Estaba claro que sabía como provocar, pero tampoco le hacía falta esforzarse mucho. Cogí lo que había venido a buscar y me fui, tampoco era plan de pegarme allí tanto rato y con la morena tremenda para alimentar habladurías. Lo malo fue que ya me quedé con el calentón.
Aquella tarde estaba con los colegas tomando un café. Hacía ya unos cuantos días que no nos juntábamos. Cada cual con sus historias claro, pero habíamos coincidido 3 para echar un rato. Hablando un poco de lo humano y lo divino, arreglando el mundo vamos. Entonces me llamaron al móvil, era Ele.
-¿Qué hay chica?
-Pues que me estaba un poco aburrida y me ha dado por llamarte.- Hizo una pequeña pausa.- Lo cierto es que estoy un poco... necesitada...
-Ajam... esto.... ¿Te has probado el regalito de que te traje?
-Pues sí, me gusta y algo alivia, pero cuando hay necesidad hay necesidad. Ven esta tarde.- Imagino que era lo que quería desde el principio.
-Ya claro, no era un sustituto pero bueno.- Los colegas me miraban un poco entre raros y divertidos, aproveché para levantarme y tener un poco de intimidad en la conversación.- Ya me gustaría, pero ahora tengo que volver a casa para ayudar a montar un mueble (de cierto fabricante escandinavo). No puedo escaquearme aunque ya me gustaría.
-Jooo, vengaaa...- Me rogaba, y eso no se debe permitir.
-Lo siento de verdad.- No podía dar más largas al montaje del mueble, estaba la habitación patas arriba esperando para montarlo.- Te lo compensaré mañana, me llevo un par de cositas para entretenernos.
-¿Qué cositas? Dímelo por lo menos, ya que me dejas aquí necesitada y rogándote.
-Pues nada... algo para amarrarte y una venda. Te dije que iba a manejar el regalito que traje y será algo diferente.
-¿Me vas a amarrar?- La idea no solo le había gustado, si no que la había animado bastante.
-Amarrarte y vendarte los ojos, ya verás lo que hacemos. Bueno, lo sentirás.
-Bueno, pero mañana sin falta aquí plantado y bien plantado.- Parecía que Ele se había conformado.
-Allí estaré. Un beso.- Me despedí.
Cuando volví el canchondeito que se traían mis colegas era considerable. Quería que les contara, les conté por encima de que estaba con Ele, así que ya sabían más o menos por donde iba. Sabían que las sesiones de sexo eran bastante intensas. Aunque, por supuesto, nunca les contaba ni detalles ni nada en concreto, solo les hablaba de las agujetas y con la cara de satisfacción y tranquilidad que se me quedaba era bastante.
Ellos replicaban que si eres un follini y tal y cual. Me defendía diciendo que ellos estaban ocupados con sus parejas, pues yo tenían que buscarme algo también. Pero se alegraban mucho de que tuviera una sana relación con alguien. Y si no me hacía daño pues mejor, ya lo había pasado bastante mal en otras relaciones. Pero claro, con Ele era distinto, nos hacíamos mutua compañía.
El jueves por la mañana iba a trabajar en la bici. No recuerdo exactamente como pasó, pero debió ser más o menos esto:
Iba por el fantástico carril bici cuando, al pasar un cruce, un coche giró y se metió en la calle que yo cruzaba. Debía cederme el paso por dos razones:
1. Estaba el carril bici y paso de peatones.
2. Al acceder a otra vía no tiene la preferencia y debe ceder el paso.
Pero eso no sucedió. Recuerdo flashes, de mirar a mi derecha y ver el coche echarse encima, incluso la cara del conductor. Estar volando por encima del capot. Estar tirado en el suelo y mirar a mi alrededor. La gente, muchas caras hablando pero yo sin oírles, la ambulancia, preguntar por mi bici El coche se había metido, la bici chocó con el coche y yo salí por encima y aterricé en la acera boca arriba. Habían llamado a la ambulancia porque me había desmayado. Cuando terminaron de hacerme las pruebas pude poner algo más en orden mi cabeza dolorida. Tenía unos rasguños en los brazos, algo lastimado la muñeca izquierda y un buen chichón en la cabeza, aparte de una molestia en las cervicales. Nada de importancia en realidad, pero debía quedarme 24 horas en observación. Al parecer el conductor reconoció su error y se quedó conmigo en todo momento hasta que vino la ambulancia.
Así que ahí estaba en la cama del hospital compartiendo habitación con otras 2 personas y las familias correspondientes. Ya había avisado a la oficina de que no iba a llegar, y que estaría de baja unos días. Mi madre histérica se presentó allí junto con mi padre y algún familiar más y estuvieron hasta que los eché cuando terminó la hora de visita. Yo no tenía más remedio que quedarme, pero ellos no iban a pasar una mala noche sin necesidad. Me trajeron lectura y así esperaba pasar el rato y dormir algo por la noche. También se pasó a verme Elena, aunque insistí en que no viniera, a mí me deprime mucho un hospital y pretendía ahorrar el trago. Me hizo compañía un rato y nos despedimos prometiéndome unas buenas sesiones de rehabilitación.
Había pasado la hora de visita y la habitación estaba algo más tranquila con los tres inquilinos y dos familiares. Estaba leyendo cuando se acercó una figura de bata blanca, no le hice mucho caso hasta que se paró delante de mí. Esperaba que no se hubiera presentado allí, aunque sabía que cabía la posibilidad porque estaba haciendo la residencia de medicina en este hospital, pero había desechado esa posibilidad.
Era Isabel, una antigua amiga por la que estuve muy colgado después de que mi novia con la que estuve 6 años rompiera y se fuera con uno del grupo de amigos. Isa despertó en mí el interés por estar con alguien después de aquello. Aunque me dijo que no estaba interesada, pasamos bastantes momentos juntos y hacía que me sintiera bien de nuevo. Después hizo un par de jugadas bastante malas, y más aún conociéndome y sabiendo cómo estaba y lo que sentía. No volvimos a vernos ni a hablar, de eso hacía más de 3 años.
-Hola Javi.- Me dijo desde los pies de la cama.- He entrado en el relevo, he visto la hoja de pacientes y vi tu nombre. He leído el informe de lo que te ha pasado ¿Qué tal te encuentras?
-Me encuentro bien, me podría haber ido a casa en vez de estar en observación, solo unos rasguños.- Maldita sean las ganas que tenía de estar allí y peor aún hablando con ella, así que el tono era frío.
-Hace mucho que no nos vemos - Decía mientras se acercaba.
-No te acerques.- Dije en voz baja y levantando la mano.- No quiero verte, aún sigo muy enfadado contigo.
-Pero de eso hace mucho. Pensaba que ya estaría olvidado.
-Sí que hace mucho. De sobra sabes que lo hiciste muy mal y no has tenido en todo ese tiempo la decencia de decirme algo.- Seguía hablando en voz baja, pero la rabia era difícil de contener.
-Yo es que - Empezó a balbucear y a desviar la mirada.
-Sigo viviendo en el mismo sitio, los mismos teléfonos, el mismo correo. Sabes que han pasado cosas chungas en mi familia y la verdad es que esperaba que aparecieras de alguna forma. Pero no lo hiciste.- Continuaba controlándome, pero la sangre empezaba a hervir.
-Yo lo siento Pero no puedes guardarme rencor después de tanto tiempo.- Me miraba casi suplicante.
-Tú tienes tu vida, tal y como dije la última vez que hablamos. Tenías tu vida antes de conocerme y la tendrías después sin saber nada de mí, y te ha ido bien. Y a mí me ha ido como me ha ido, bien y mal.- Hice una pequeña pausa.- Por favor, déjame, atiende a los pacientes y no te entretengas conmigo, no te voy a dar trabajo y mañana me voy.
-Pero Javier, no seas así.
-Te lo estoy pidiendo por favor. Yo tomé la decisión de no molestarte. Haz tú lo mismo.
-Pero es que
-No. Estuve a punto de contactar contigo muchas veces para hablar esto. Cuando volviste de Erasmus, pero no quería amargarte la vuelta. Meses después, pero ibas a estar liada preparando el MIR. Después con el resultado de tu examen, los nervios de la alegría o tristeza. Lo dejé pasar, no merecía la pena llevarnos un sofocón, yo desde luego me lo iba a llevar.- Ya las lágrimas asomaban, aunque la voz seguí casi firme y sin levantar.- Te portaste muy mal. Sabías lo que yo sentía y lo que quería y jugaste conmigo. Aquella noche, cuando volviste por Navidad de Florencia, y estábamos allí apoyados en mi coche, hacía frío y pasaban coches y me robaste aquel beso. ¿Recuerdas?- Ella tenía la cabeza baja y hacía ademán de hablar pero no llegaba a arrancar.
-Estábamos abrazados, como tantas otras veces, pero no esperaba aquello. Me besaste. Fueron unos instantes en los que me quedé solo contigo en el mundo, ni el frío ni el ruido ni nada, solo nosotros. Después te pedí perdón, estaban tan confundido que creía que me había lanzado yo. Después me di cuenta, me acerqué a ti para besarte y me rechazaste. Más avergonzado. Entonces empezaste a hablarme tan suavemente en italiano, no me paré a entender nada, solo la melodía de tu voz. Hasta que tuve fuerza de voluntad para pedirte que parases. Entonces callaste y volviste a robarme otro beso, ese sí fue más largo y lo disfruté más aún, me hubiera pasado la vida así. Después de eso te despediste, que no tuviera lo que había pasado en cuenta, que no querías estar conmigo, porque era una persona triste e iba a arrastrarte a ti.
-Tu incoherencia continuó cuando me pediste que te visitara en Florencia. Te dije que no, que lo iba a pasar mal acompañándote pero sin poder estar contigo. Al final te dije que sí de tanto que me insististe, prometiendo que no iba ni a mencionar el querer estar contigo como algo más que un amigo. Y cuando estabas allí y te llamé para confirmar el día, porque necesitaba salir de donde estaba porque estaba pasando una racha pésima, me dijiste que no. Que tu novio francés que había ido allí a visitarte no le gustaba la idea. Que cachondo, porque más tarde supe que después te liaste con un italiano.- Estaba totalmente lanzado y lo solté toda la mierda que tenía guardada, las lágrimas ya corrían por mis mejillas.
-Te portaste muy mal conmigo, muy egoísta, sabiendo cómo estaba.- Estaba terminando.- Pasé de contarte todo esto como te he dicho antes. Pero has insistido.- Otra pequeña pausa, ella estaba totalmente avergonzada y no había hecho ademán de hablar.- Así que, por favor, déjame, no me obligues a pedir por escrito que se me asigne otro médico. Déjame.
Me miró con los ojos también acuosos pero no dijo nada. Se dio la vuelta y salió. El resto de personas de la habitación estaban cayados mirándonos intentando seguir el hilo del tema. Supongo que partes pillaron, me daba absolutamente igual, me giré a la pared y así me quedé hasta que por fin pude quedarme dormido.