Reencontrando a Elena (4)

Un pequeño inciso para explorar otras tierras. Quien sabe lo que nos depararan. Y como se lo montan en la capital.

Para poder seguir el hilo de este capítulo, como siempre, recomiendo leer los anteriores.

Capítulo 1:

http://www.todorelatos.com/relato/71798/

Capítulo 2:

http://www.todorelatos.com/relato/72181/

Capítulo 3:

http://www.todorelatos.com/relato/72243/

CAPÍTULO 4

Como dijo, esa semana Ele estaba muy liada y no nos veíamos. Algún mensajillo por internet pero nada más. El jueves por la tarde me llamó.

-¿Que pasa morena?- Le dije al descolgar.

-Pues aquí con un ataque, estoy harta del tema este. A ver si lo acabo a tiempo porque me falta un montón.- Se le notaba bastante estresada.

-Pues vaya plan. Pero cuanto más te ataques peor es.- Obvio, pero a veces los árboles nos impiden ver el bosque.

-¿Y tú qué? ¿Ya tienes la maleta preparada?

-Pues casi. Un par de pantalones y camisetas, falta echar las chanclas. Los calzoncillos que llevo ahora solo llevo 2 días puestos con ellos, así que aguantarán para el viaje.- Un poco de humor.

-SO GUARRO!!!! ¿No vendrás así cuando vienes a verme verdad?

-Pues claro que sí. ¿De que te crees que es ese saborcillo añejo cuando me lames las pelotas?- Aclarar que me lavo al día mínimo un par de veces con la calufa que hace en verano.

-Eso ni de broma, o me dejo yo también el potorro en su salsa a ver si eres capaz de acercarte.

-No no deja, ya procuraré yo lavarme. Aunque estaba convencido de que te gustaba así.- Una broma es una broma y no hay que ponerse en plan escatológico.- ¿Pero a que te ha servido el reírte para desestresar?

-Pues si Javi, que vaya agobio.- Se ponía tristona ahora.

-Escucha. Que yo conozco un método magnífico para desestresar. Te pongo a morder almohada, te engancho por detrás, un par de azotes y tirones de pelo y mano de santo eh.- Dije medio en serio medio en broma a ver si cae la breva...

-Mmmmhhh... hay que ver lo pervertido que te has vuelto.- Fingida indignación.- Pero más vale que me ponga a currar.

-Bueno, te dejo entonces que termines. Y si te portas bien te traeré algo.- Pues no coló, lástima.

-Si me lío con esto. Y no me traigas nada. Un beso y ten cuidado so guarro.- Se le notaba contenta de haber hablado conmigo.

-Un beso nena. Hasta la vuelta.

El mismo viernes antes de irme estaba terminando con el macuto. Repasando mentalmente estaba todo, hasta que caí: condones. ¿Condones para qué?, pues por si cae la breva y les cae en gracia un sureño. Así que eché los restos que tenía por casa 4 o 5. Sin mayor novedad me fui con el macuto al día siguiente (viernes) para coger el tren. Había pillado el billete con antelación y no salía un precio muy desorbitado, pero sí que era un sablacillo. Pero el no comerse 6 horas de autobús con las piernas dobladísimas pues pudo más. Enchufado al mp3 y a disfrutar del viaje en el AVE. Miguel me estaría esperando en la estación. Un poco más de tren, bueno metro, hasta llegar al piso. En poco más de 20 minutos estábamos allí. El piso no era muy grande, 3 habitaciones que compartía con 2 chavales más que estaban con él en el máster. Éstos se habían ido el finde a sus casas, por eso vine yo.

Me alegraba ver a Miguel. Estuvimos juntos en la universidad y es un cacho de pan, y ese es uno de sus problemas. Hay que ser un poquito más cabrón o haces el canelo. También estaba lo de que es bastante cortado con la gente en general, pero con las mujeres ya es horrible, negado total. Allí en la gran ciudad tampoco estaba muy a gusto. Entre el máster que era durillo y como es él, se relacionaba poco más que con la gente del curso. Así que otra cara conocida era bienvenida. Después de contarnos y ponernos al día le pregunté:

-¿Cual es el plan de salida de esta noche? Que algo habrá que hacer por aquí.

-Pues esta noche he quedado con algunos compañeros del máster. Darnos una vuelta y tomarnos un algo por ahí.

-Bien hombre. ¿Y de mujeres como anda el grupo?- Típica pregunta, no nos engañemos.

-Pues en el curso hay 4 de los 30 que somos. Pero para esta noche no se apunta ninguna, aunque de todas formas son un poco chocos.- Al menos Miguel era sincero.

-Pues a mí me parece que andas a dos velas. Hoy nos vamos con esta gente que ya has quedado y así exploramos el terreno, mañana saldremos a ver si cae algo.- Habló el superligón... la verdad es que era en plan más coña que cierto. Pero como dicen por ahí la actitud es un 80%, así que se pondría actitud.

Antes de salir le mandé un sms a Ele por acordarme de ella. Me respondió que se iba de parranda y que tuviera cuidaito. Aquí jugamos ambos a los mismo, las reglas ya se expusieron, al que no le guste pues se baja de carro y punto.

Ese viernes salimos con sus colegas del curso. Buena gente y de todos los puntos de la península. Pero muy del estilo de Miguel, unos cocos pero más bien tímidos. Echamos un buen rato y nos recogimos a una más o menos prudencial, por lo menos había servido para reconocer el terreno y no parecía malo. Ya veríamos al día siguiente si salía alguna jugada.

Nos pertrechamos, nada raro. Miguel unos vaqueros azules y camisa de manga corta clarita. Yo con un pantalón de lino y camisa de manga corta oscura. Por cierto, Miguel aunque tenga un cerebro privilegiado no es ni mucho menos un choco, tendrá 1,77m. Y unos 80 kilos y más bien fuertote porque se cuida en el gimnasio y bici de montaña, pelo castaño y ojos oscuros, el tío tiene buena planta. Vaya que somos dos partidazos con denominación de origen (Miguel es de Jaén).

Nos encaminamos a las zonas de bares por las que habíamos pasado el día anterior. Sin ningún plan predeterminado, iríamos parando donde nos pareciera que había mejor ambiente. La idea era “arrimarnos” a algunas paisanas, pero no nos íbamos a obsesionar tampoco con la historia. Aunque el pobre Miguel (como la canción…) estaba a punto de declararlo el médico otra vez virgen.

Llegamos a un bareto con mesas en el exterior para ir calmando algo la sed. Allí había unas cuantas chicas en grupos sin acompañantes, pero atacar a un grupo pensamos que había pocas posibilidades. Así que estuvimos el tiempo de una ronda y fuimos a explorar otros sitios.

Fuimos paseando hasta nuestra siguiente parada. Entramos en otro bar que tenía buena pinta. Nada más entrar dos chicas nos hicieron un marcaje con sus miradas con lo nuestros egos subieron varios puntos, y también nuestras expectativas. Nos pusimos no mucho más lejos, fui a pedir pero sin prestarles atención. Ya las controlábamos desde donde estábamos. Las chavalas eran muy monas. Ambas con el pelo largo tirando a castaño y no liso del todo. Vestidas en plan pijo/hippie. Miguel me advertía que las chicas de la capital son un pelín especialitas y que no iba a ser fácil el acercamiento. Pero con la despreocupación de el que no tiene nada que perder me acerqué a las chicas.

-Hola chicas, me llamo Javier.- Sencillo y bien plantado, ¿para qué más?

-Hola Javier. La técnica un poquito mala ¿no?.- Me dijo la de la derecha en plan serio, ¿o en plan             sieso?

-Bueno, el objetivo era simple: acercarnos a unas chicas para conocerlas y hablar y pasar un rato.           No sabía que hacía falta planes más elaborados para esto, si tenía que haber encargado un estudio      de mercado a una auditoría o algo así.- Se lo solté con una sonrisa, no me iba a dejar amilanar por         un desplante.

Entonces se echaron a reír. Por lo visto les hizo gracia lo de la auditoría y estudio de mercado porque ambas estaban a punto de terminar la carrera de LADE (licenciatura en administración y dirección de empresas) y trabajaban en prácticas en una auditoría, aunque de eso nos enteraríamos después. Bueno no era gracioso, pero había tenido una puntería del copón. Me dijeron entonces sus nombres, la que había hablado era Laura y la otra su amiga Sonia. Después de los besos de rigor hicieron una seña a Miguel para que se acercara. El pobre seguía esperando en su sitio por si había hostilidades y teníamos que batirnos en retirada.

Después del intercambio de besos con Miguel nos sentamos los cuatro. Parecía que habíamos pasado la prueba, o al menos la primera. Nos dijimos quienes éramos y que era lo que hacíamos, entonces nos enteramos de lo de LADE y el trabajo en la auditoría y ya me encajó algo más la “triunfal entrada”.

Nos empezamos a contar batallitas, bien del curro bien de cuando estudiábamos, los ridículos propios más grandes, las aventuras en campings con los colegas y cosas así. El ambiente era totalmente distendido, incluso Miguel se estaba soltando. Después de un buen rato hablando y de un par de rondas, las chicas fueron al baño, en grupo claro. Entonces le dije al colega:

-Parece que no va mal la cosa ¿eh?- Le dije riéndome y dándole una palmadita a Miguel.

-Pues sí, me lo estoy pasando genial con las chicas. Independientemente de cómo termine la cosa.-       Se le veía al tío contento y animado.

-Ahora hablamos en serio ¿Cuál te tira más?- Aunque la pregunta no tiene mucho sentido, ni que             pudiéramos decidir nosotros quien iba con quien

-Pues ambas son guapísimas. Quizás Sonia tiene una figura más bonita y poco más alta, pero    Laura tiene una sonrisa y una simpatía que deja embobado. Si puedo elegir me quedo con Sonia,            ese culo tan bien puesto me pierde.- Parecía que Miguel se había decidido.

-Pues vía libre chico. Haz lo que puedas. Lo que tenemos que ver es como romper ahora la barrera          del contacto. Eso te gusta ¿eh?- Le dije haciéndole una seña de que venían.

-¿Qué pasa chicos, nos echasteis de menos?- Dijo Laura con una sonrisa de los más sensual.    Ambas eran unas chicas preciosas.

-Pues estábamos pensando en levantarnos y hacer un “simpa” y que os apañaseis como pudierais.-        Haciendo caso omiso y mostrando un fingido desdén.

-Pues que mal. Tendremos que encontrar a otros chicos con los que podamos hablar y no nos     babeen encima. Además que puedan sacarnos a bailotear un poco, más adentro está muy           animado.- Laura seguía el juego del gato y el ratón.

-Bailar eh… nos quedamos entonces, pero solo por ahorraros el trabajo de buscaros a otros.- Les            respondí. Estaba bien y mal. Por un lado romperíamos la barrera del contacto, pero por otro           ¿bailar??? No sé qué tal se le dará a Miguel, pero a lo que yo hago no creo que deba llamárselo          bailar.

Nos adentramos en el bar, arrastrados por las manos de las chicas. Parecía que las parejas estaban hechas porque Sonia le había cogido la mano a Miguel tras que Laura cogiera la mía. Y allá que nos llevaron a bailar . Aquí hay que hacer un control de daños y seguir dos máximas:

1-    

Esto es para divertirse, así que no mires, no pienses y lánzate.

2-    

Arrímate. Agarra donde puedas/te dejen y quédate cerca, así no pueden tener una visión general de cómo bailas y no darás tan mala impresión.

El caso es que ahí estábamos. Me lo estaba pasando genial con Laura y mi colega con la respectiva, que era lo que quería. Así que ahí estaba moviéndome y agarrándola de la cintura, hombros, espalda,… una caricia, una broma al oído,... La cosa iba bien, o eso me decía que me restregara su culo por el paquete de cuando en cuando; y por fuerza tenía que haber notado la tienda de campaña que tenía montada en el pantalón.

Así transcurría la noche entre risas, meneo y roces. Hubo un momento en el que necesitaba sentarme a descansar y reponerme un poco. Ahora que estábamos los 4 un momento juntos propuse que ya estaba bien de hacer el ridículo en la pista y que fuéramos a casa a tomar algo que el presupuesto andaba ya un poco descalabrado. Miguel me miró con los ojos muy abiertos diciéndome con la mirada que no metiera la pata. Me la estaba jugando un poco, pero el que no arriesga no gana.

-¿A vuestro piso de tíos solteros estudiantes? No me meto en una leonera así por nada del mundo.-         Sonia respondía a la sugerencia pero sin perder el buen humor.- Nos vamos a la nuestra que está          muy cerca y sí es de fiar, que cualquiera sabe que trampas o que guarrerías le ponéis a las bebidas.

-No podrías estar más equivocada. El menda y yo somos chicos responsables y educados, de esos        que ya apenas quedan. Y con quién hay que tener cuidado es con vosotras y vuestras armas de             descerebración masiva, porque vaya caritas de embobados que ibais dejando en la pista.- Que           seamos hombres no equivale a ser cerdos que viven en una cochiquera.

-De todas formas a nuestra casa mejor, que no compartimos con más gente.- Sentenció Laura la             cuestión.

Y ya está, que los que mandan son los papeles y las mujeres. Así que pillamos un taxi los 4 y fuimos a su piso. Estaba todo bastante coqueto, sin demasiados muebles ni chismes. La firma sueca se podía apreciar por todas partes, pero es lo que hay y la verdad es que lo habían decorado con mucho gusto. Pusieron algo de música de fondo que no pude clasificar y nos sirvieron una ronda. Yo hacía rato que me había pasado al nestea, pero las chicas andaban un poco achispadas. Nos sentamos en el sofá a seguir contando historietas.

-Me acuerdo de la vez aquella que fuimos de camping en el instituto.- Comentaba Miguel.- Cuando           vinieron las niñas del intercambio con los franceses. Habíamos hecho un intercambio con institutos   franceses y habíamos conocido a unas chicas de otro instituto que participaban también en el    programa. Y las invitamos al camping.

-Ufff, ya me acuerdo.- Me acordaba de aquello bastante bien y estaba seguro cual iba a ser la      anécdota que iba a contar.

-Y sobre todo me acuerdo de cómo se te pegaba la tía esa, vaya marcaje macho.

-Maldito roedor!!! Sabía que ibas a salir por ahí.- Le tiré una avellana mientras nos reíamos.

-Aquí el gigoló, que tenían encandilaita a una de las niñas, y se pegó todo el camping intentándolo y        el prenda que no se dejaba.- Las risas eran generalizadas.

-Ufff, la chica no pescaba las indirectas. Que mi novia está con sus padres de vacaciones, que cuando vuelva mi novia nos iremos quizás un par de días también,… Pero o la tía no se enteraba o           le daba igual.- Fue un pelín agobiante.- La chica estaba de buen ver, pero es que tenía novia.

-Si ya… hay que ver como os ponéis cuando las chicas llevan la iniciativa. Os asustáis.- Sonia metía       cizaña también.

Así estuvimos un buen rato contando anécdotas. Pero las conversaciones generales iban perdiendo fuelle y las íntimas entre las parejas iban ganando. Pero sabía que con nosotros allí Miguel no iba a avanzar mucho más con Sonia. Así que tenía que inventar algo para marcharnos de la habitación Laura y yo, decirle que me enseñara el cuarto iba a ser demasiado (o igual no), así que opté por que fuéramos a la cocina a por algunos quicos o algo.

Entramos en la cocina y Laura fue a un mueble alto a coger los aperitivos, aproveché para ponerme detrás suya, muy cerca. Mis brazos rodearon los suyos y mis labios se acercaron a su pelo. Laura no hizo ningún ademán de molestarse, imagino que esperaba mi movimiento o que lo había estudiado para que lo hiciera. Ladeó un poco su cabeza para mirarme de reojo y dedicarme una sonrisa de lo más sensual que he visto. Cogí sus muñecas y las llevé a su regazo para abrazarla mientras juntaba una de mis mejillas con la suya. Puse mi mano en su otra mejilla para que se girase y besarla en la boca. Un beso suave, recreándonos cada uno en los labios del otro. Saboreándolo despacio. Separamos nuestras bocas para mirarnos un instante mientras mis manos estaban posadas en su baja espalda, la había llevado contra la encimera.

La mirada de Laura era intensa. Sabía que era lo que quería y controlaba la situación, no había duda. Haría conmigo lo que quisiera y yo le iba dejar. Puso una de sus manos en mi nuca y me acercó otra vez a sus labios. Este beso fue bastante más apasionado. Nuestras lenguas se encontraron y empezaron a reconocerse la una a la otra. Empecé a acariciar su espalda arriba y abajo mientras nos besábamos. Laura fue bastante más directa y echó mano de mi culo a las primeras de cambio. Ambos nos reímos y nos lanzamos a por el tercer beso mientras fui a explorar donde terminaba su espalda, su magnífico culo que tenía tan bien puesto.

Volvimos a separar nuestras bocas para mirarnos. Cualquiera sucumbiría y caería en la profundidad de esa mirada de ojos castaños. Una insinuación de su cabeza bastó para indicarme que era lo que quería. Íbamos a su habitación a dar rienda suelta a los instintos y necesidades. Salimos por la otra puerta de la cocina que dirigía al pasillo y solo se veía el salón de pasada. Allí estaban Sonia y Miguel devorándose a besos y moviendo los brazos como pulpos uno alrededor del otro.

Si dijera que me fijé en su cuarto cuando entramos mentiría. Teníamos la vista clavada el uno en el otro, yo ni siquiera podía parpadear. Laura iba delante de mí de espaldas y se sentó sobre la cama y me atrajo a ella. Se tumbó y yo sobre ella. La urgencia de nuestros besos era ya grande. Mis manos iban con paso calmado pero firme descubriendo partes de su cuerpo bajo la blusa holgada que llevaba. Ella aprovechaba la ligereza de la tela de mis pantalones para agarrarse a mi culo.

Pronto necesité más de ella. Degustar sus labios mientras acariciaba su vientre no me bastaba. Bajé para besar y lamer aquella línea que quedaba por encima de sus vaqueros. Mucho tacto para no hacerle cosquillas y que no me permitiera seguir besando esa piel. Fui subiendo a medida que levantaba su blusa. Ella se dejaba hacer mientras tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, me hubiera encantado tener una foto de esa pose, tan natural, tan sensual; en mi mente quedará. Ya no podía seguir subiendo sin quitar los botones así que me puse a ello. Laura hizo lo propio con los de mi camisa, y la echó hacia atrás lo que pudo que no fue mucho porque mis brazos se lo impedían al estar jugando con su vientre de nuevo. Me puse de rodillas encima de la cama y me terminé de quitar la camisa.

Volví al calor de su cuerpo. A lamer sus pechos, a lo que su bonito sujetador violeta de encaje dejaba sin cubrir. No tenían un gran volumen, pero sí una firmeza y textura para dejar embelesado a cualquiera. Mientras la seguí besando ella se dedicaba a disfrutar y a poner sus manos sobre mi cabeza, como si pareciera que no quisiera que parase. Deslicé ambas tiras por sus hombros para poder bajar unos centímetros más aquella prenda. Decidió que eso no era bastante, me apartó suavemente para poder quitarse la prenda y me hizo un gesto con la cabeza. Reclamaba mis pantalones fuera. Me los quité y los tiré donde me pareció, y al girarme ella había desabrochado el suyo. Así que le ayudé tirando por las perneras. Quedó a la vista su prenda íntima, un tanga a juego con bastantes transparencias. La miré con una sonrisa como diciéndole: picarona.

Se acabó entonces el seguir siendo sumisa. Me hizo tumbarme y se sentó encima de mí. Nuestros sexos solo separados por dos capas de tela podían notar el uno el calor del otro. Se acercó a mi pecho para besarlo y acariciarlo. Ahora me tocaba dejarme hacer. Fue bajando hasta que llegó a mis slips. Bastante abultados estaban. Acarició mi miembro por encima de la tela un par de veces mientras me miraba con deseo. Me quitó la prenda sin muchos miramientos y se lanzó a degustarla. Metiéndosela muy despacio en la boca mientras usaba ambas manos, una en el tronco y la otra en mis pelotas. Todo muy despacio. No podía más que agarrarme a las sábanas y disfrutar de aquello. Al poco empezó a meterse más en la boca, a subir y bajar ayudándose de la mano. Seguí yendo despacio, y era una tortura. Bendita tortura!!! Se la sacó de la boca para lamerme las pelotas mientras seguía con su lenta maniobra con la mano en mi falo. Y de nuevo otra vez a la boca. Llevé mis manos a su cabeza para atraerla a mí. La besé con pasión y excitación. Tenía que quitarla de allí abajo o terminaría conmigo.

Se quitó un momento de encima de mí para quitarse el minúsculo tanga y coger un preservativo del cajón de su mesita de noche. Chica previsora, aunque yo también llevaba la maldita gomita, era un mal necesario. Abrió el envoltorio y me la dio para ponérmela. Nada más hacerlo se puso sobre mí, me iba a cabalgar. Apoyando sus manos sobre mi pecho fue bajando despacio metiéndose mi falo. Sentíamos y degustábamos cada centímetro ganado. Al empalarse totalmente paró un momento para dedicarme otra mirada arrebatadora. Y empezó a cabalgarme despacio, mientras ambos gemíamos. Mis manos que estaban en su cintura fueron a amasar aquellos maravillosos pechos, aunque era una delicia verlos botar tan firmes.

Laura había impuesto ya un ritmo considerable, yo ya no era percibir más allá de lo que no fuéramos nosotros, estaba totalmente absorbido. La sujeté por las caderas para que parase y lo hizo no sin protestas. Hice que se tumbara ella en la cama para yo ponerme encima. Volví a entrar en ella ahora marcando yo el ritmo. Me abrazó con sus piernas y sus manos alrededor de mi cabeza. Yo había metido la cabeza entre su cuello y la almohada mientras me agarraba a su bien puesto culo. Estaba empezando a llegar al punto de no retorno, así que tomé un poco de aire y me lancé a dar todo lo que tenía. Supongo que ella lo percibió también y se agarró a mí más fuerte. La embestía fuertemente e imagino que, a parte del entrechocar de nuestros cuerpos también se oían nuestros gemidos. Poco o nada nos importaba. No mucho más exploté y seguí embistiendo mientras duraron sus gemidos más fuertes.

Ambos jadeábamos satisfechos. Me retiré y mientras lo hacía la miraba a los ojos. Parecía que estuviera contenta y complacida. Le dije que iba al baño a refrescarme, y a quitarme el impermeable claro. Al volver La vi, se había quedado dormida con una sonrisa dibujada en los labios. Me acerqué para darle un beso, entre sueños me dijo que me echara y me quedara a dormir. No podía ni quería rechazar esa oferta. Miguel y Sonia tenían su fiesta particular también, así que me hice un hueco a su lado y me eché a dormir. Una noche grande de emociones con un final que no podía haber imaginado mejor.