Reencarnación. (13)
Laura al fin ha logrado lo que tanto deseaba, ahora toca lidiar con las consecuencias de ello, desatando una pasión que la arrastrará sin remedio.
Reencarnación 13
Ha pasado. Puedo torturarme de mil formas diferentes, pensar que esto ha sido una completa equivocación, que me he dejado llevar por mis perversos deseos o que he fracaso de forma estrepitosa como mujer, madre, persona y ser humano. Que lo que ha ocurrido es un error de dimensiones titánicas, que todo lo que he sufrido durante estos años, y en especial, estos últimos meses, era una barrera, una alerta, la manera que tenía el universo de decirme que está mal, que no funcionará y que todo iba a empeorar si cedía a mi corazón. Y aún con todas esas advertencias, ha pasado. Y estoy rebosante de felicidad por ello.
Tengo a Javier aún encima de mí, desnudos y recomponiéndonos de la magistral sesión de sexo que acabamos de tener. Acariciándonos y besándonos como dos colegiales que acaban de descubrir cuánto pueden amarse a través de sus cuerpos. Mis dedos recorren el largo de su espalda, sintiendo todo el poder que ha desatado sobre mí, con mis piernas rodeándole, subiendo y bajando por las suyas, generando un movimiento lento y sensual.
El cariño y la ternura retoman el control tras un polvo que me ha dejado gratamente sorprendida, no pensaba que el adolescente que frota nuestros pechos mientras besuquea mi cuello, fuera lo que las mujeres llamamos todo un “empotrador”. Su miembro, ya fuera de mí y perdiendo toda su dureza, es un peso muerto en uno de mis muslos, me ha destrozado por entro, noto cómo mis paredes vaginales todavía tiemblan al ir cerrándose lentamente, haciendo más pequeño el seguro boquete que me ha hecho, y por el que escurre su semen caliente.
No me habría molestado no llegar a tener el orgasmo, pero hasta en eso ha sido capaz de satisfacerme. Su mano acariciando mi clítoris, aprovechando el momento crítico tras su descarga en mi interior, estirando el placer residual, me ha llevado a cerrarme sobre su erección tras eclosionar, como tantas veces había soñado hacerlo con él.
Esto no sólo ha pasado, si no que ha sido mucho mejor de lo que cualquiera de las veces que me he masturbado pensando en cómo sería, llegó a ser. Desde el instante que le pedí que me besara, todos y cada uno de los pasos han sido justo lo que deseaba. Ha sido tan caballero como buen amante, tan delicado como firme y tan dulce como excitante. Más allá de que lo ame tanto como lo hago, y prediciéndolo, este ha sido la mejor follada de mi vida, superando por mucho a cualquiera, por el simple hecho de la mezcla de sentimientos con el placer corporal. Una absoluta delicia.
-JAVIER: ¿Estás bien?
-YO: Claro, en la gloria. – sonríe levemente mientras me acaricia las piernas.
-JAVIER: No quería ponerme así…
-YO: No pasa nada, me ha encanado, has sido muy bueno.
-JAVIER: ¿De verdad? – el tono ilusionado de su voz me da ternura.
-YO: De verdad...me has…no me esperaba que fueras tan fogoso.
-JAVIER: Te tenía muchas ganas. – al escucharme reírme, se apoya con ambas manos quedando suspendido sobre mí.
-YO: Y yo a ti, mi galán.
Su boca ataca la mía, sus labios se abren, los míos le siguen en un beso de tornillo elegante al que al final se unen nuestras lenguas, sintiendo su pelvis frotarse contra mi pubis. Mis manos acarician sus costados subiendo por su pecho, hasta tomarlo de la nuca, percibiendo los giros de su cabeza, extasiándome y dejándome sin aire.
-JAVIER: Besas de maravilla.
-YO: ¿Yo? Eso te iba a decir yo a ti. – me da un corto beso de agradeciendo. Luego se me queda mirando a los ojos, incrédulo ante la visión de mi rostro.
-JAVIER: Te amo Laura, con locura.
-YO. Y yo a ti Javier, te amo con todo mi corazón.
Se me cristalizan los ojos al expresarle en alto lo que siento por él, al escuchar lo que por tanto tiempo he anhelado de sus labios. Sellamos nuestro amor con un abrazo tenso y largo, en el que nos envolvemos sin querer separarnos nunca.
-JAVIER: Dios, estoy sudando.
-YO. No nos vendría mal una ducha. – la mezcla de su semen y mis fluidos me hace sentir incómoda ya.
-JAVIER: Vamos.
Antes de alzarse, hace un leve camino de besos por mi clavícula hasta mi oreja, provocando un ligero cosquilleo de lo más cómplice.
Al verlo de pie ante mí, con su notable miembro pese a estar flácido, me impresiona la seguridad con la que actúa. Como si no le importara nada en absoluto que le vea desnudo. Tras haber tenido sexo es absurdo, pero a su edad debería tener algún reparo, y no los tiene.
Soy yo, la que al observarle cómo me mira, sin ropa en su cama, tras haber disfrutado del placer de un buen polvo, me siento intimidada. Tomo la sábana y me la enrollo por el cuerpo al levantarme. Rodeo su nuca con una mano mientras sujeto firmemente la improvisada toga en mi pecho, dedicándole un largo beso juguetón, a lo que él responde dándome un fuerte azote en el trasero, con su media sonrisa, inevitablemente contento de verme alejarme de él con una alegría grabada a fuego en el rostro. Dando saltos hasta desaparecer por el pasillo.
Al llegar al baño, Thor aparece por la entrada a la cocina. Viene hacia mí meneando el rabo feliz, me agacho a darle una pocos mimos, susurrándole un “Lo hemos logrado” que corresponde lamiendo mi hombro. Entro en el aseo, expulso algo más que orina al sentarme en el urinario, luego me quito la sábana, me meto en la bañera y corro la cortina de la ducha.
Me quedo bajo el chorro de agua tibia unos minutos, en los que palpo dentro de mí, sintiendo un leve escozor maravilloso y un tremendo agujero. Tras repasar cada rincón de mi cuerpo hasta sentirme limpia, en muchos sentidos, salgo y me seco con una toalla que tengo a mano. Es corta pero a mí me sirve para atármela al pecho y quedar cubierta de senos a muslos.
Mientras arreglo mi despeinada melena rubia, Javier pasa al baño, llamando antes. Me rodea con sus manos por detrás, besando mi nuca y apretándome contra su pecho. Noto cómo nos balancea con dulzura e inspira ese aroma que sólo él parece apreciar en mi cuello.
-YO: Para…bobo. – le digo sonriendo.
-JAVIER: No te meterías en la ducha conmigo ¿No?
-YO: Si acabo de salir…
-JAVIER: ¿Eso es un no? – acaricio uno de sus brazos divertida, girando la cara, quedando frente a la suya.
-YO: Vamos con calma, mi galán.
Beso su boca, tierna y alegre, acariciando su barba, para que sepa que no ocurre nada malo. Tan sólo necesito tiempo para asimilando todo esto. Asiente cortésmente y roza su ladeada nariz con mi hombro, antes de meterse a la bañera.
Aprovecho para irme al cuarto. Me siento ligeramente avergonzada del hedor a sexo que sale de la cama. También un poco orgullosa. Termino cambiando las sábanas al observar una enorme mancha donde chocaban nuestros cuerpos, así que las echo a la lavadora y pongo unas nuevas del armario, donde antes había botellas vacías de alcohol.
Regojo mi vestido blanco del suelo alisándolo sobre una silla, antes de buscar mis braguitas azules. Están tan húmedas que me dan reparos ponérmelas, y buscando por un cajón, encuentro un pantalón corto de Javier, pequeño y del que debo tirar de los cordones al máximo para conseguir cierta firmeza en mi cadera. Termino poniéndome la camiseta gris que está tirada al lado de los pantalones de él.
Doblo la toalla dejándola en la mesa y me voy a la cocina, dónde bebo agua. Estoy seca y acalorada aún. Me quedo apoyando el trasero en la encimera, cruzada de brazos con el vaso a la mitad en mi mano, mirando a la nada, ya que estoy empezando a repasar mentalmente todo lo que ha trascurrido, desde el mismo día que Luis falleció, a este momento.
Un serie de catastróficas desdichas que han ido cayendo una sobre la otra hasta el día de hoy. Y ya con la mente en frio, me cuestiono el futuro que se nos presenta. Empiezo a agobiarme con miles de preguntas ¿Y ahora qué? ¿Somos pareja? ¿Y si se cansa de mí? ¿Si Celia insiste en volver con él me dejará? ¿La relación con Carlos puede asustarle? ¿Al final se va a ir a su pueblo? ¿Y la universidad? ¿Y si se enteran sus padres qué dirán? ¿Y si se enteran los míos?
-JAVIER: Eh...- alzo la mirada sorprendida al verle con uno bóxer negros y camiseta blanca con motivos oscuros, en el marco de la entrada- ¿Pasa algo?
-YO: Ah…no…nada.
-JAVIER: Ya…- se acerca a mí. Le huyo un poco la mirada pero sus grandes manos me toman el rostro hasta que sus ojos se clavan en los míos.
-YO: En serio…solo me he estresado un poco.
-JAVIER: Sé que esto es una locura, ahora tenemos mil cosas en la cabeza, pero podremos con todo.
-YO: Javier…esto no va a salir bien.
-JAVIER: Yo te quiero, y tú me quieres…para mí eso es suficiente para afrontar todo lo que venga. – acaricia mis pómulos con sus pulgares, dándome sensación de firmeza.
-YO: ¿Y si aún así…sale mal?
-JAVIER: Me niego a pensar eso.
-YO: Puede pasar.
-JAVIER. Me da igual lo que ocurra, si te tengo a mi lado…si estás conmigo… derribare montañas, no sé, cruzaré mares a nado, atravesaré desiertos…- me hace sonreír - …lo que sea. Yo quiero estar contigo, y ahora sé que tú también lo deseas.
-YO: Muchísimo, pero tengo miedo.
-JAVIER: ¿Y te crees que yo no?
-YO: No lo parece.
-JAVIER: Pues lo tengo, tanto que casi te pierdo. Pero al fin lo tengo claro, me asusta más no tenerte en mi vida. – me besa, no puedo negárselo, es tan tierno cómo seguro.
-YO: Por favor, no me abandones.
-JAVIER: Jamás.
Me hago una bola en su pecho, dejo que me rodeé con sus brazos y me acune con delicadeza. La sensación de pánico empieza a remitir, hasta quedar en nada. Es raro explicar la certeza de que con él a mi lado, estoy segura, convencida y firme en que esto funcionará, en que pese a todo, pudo confiar en él y no habrá nada ni nadie que nos separe. Es tanto lo que me trasmite entre sus brazos que suspiro profundamente, dejando que toda la negatividad que aún arrastro desaparezca.
-JAVIER: Ya pasó, preciosa mía.
-YO. Perdóname…
-JAVIER: No hay nada que perdonar. Te entiendo, son demasiadas cosas…- nos alejamos un poco.
-YO: ¿Y tú estás bien? Porque creo que deberías estar más jodido que yo. – abre la boca con sorna.
-JAVIER: Gracias…muy bonito.
-YO: No, en serio. – acaricio su mejilla.
-JAVIER. No lo sé…es decir, sí, ahora mismo estoy en una nube. – me besa la frente antes de sentarse en una silla cerca de mí.
-YO: Estoy igual, pero la realidad nos aguarda ahí fuera.
-JAVIER: Es algo en lo que no quiero pensar ahora mismo. Va a ser duro y hasta que no me vea en ciertas situaciones, no sabré cómo sentirme.
-YO: Me tienes aquí, pase lo que pase, te apoyaré. – extiendo mi mano, la cual toma y acaricia con sus dedos.
-JAVIER: Lo sé, y sé que contigo a mi lado podré soportarlo. Pero hay cosas que debo afrontar yo sólo, cosas ante las que debo hacerme fuerte… ¿Sabes?…a nivel personal. Te quiero pero no puedo cargarte con el peso de todo eso.
-YO: Lo llevaría con gusto.
-JAVIER: Seguro que sí, pero no te corresponde, es mi carga. No tienes que llevarla tú, que ya tienes con la tuya. – me siento extraña ante un adolescente con la cabeza tan bien cuadriculada. Me acerco a él y me siento en su regazo, mimando su rostro con caricias y besos.
-YO: Al menos deja que te ayude a sobrellevarlo.
-JAVIER: No creo que pudiera evitar que lo hicieras.
-YO: Qué bien me conoces. – busca mi boca, juntándola con la suya.
-JAVIER: Te quiero, preciosa mía, te amo.
Me rodea con sus brazos, juntando nuestras frentes. Nos quedamos así, sin decir nada, ni hacer nada, dejando que la sensación de bienestar y felicidad que nos invade, recorra cada célula de nuestra piel. Es un efecto revitalizante tras las semanas que llevamos sin poder estar juntos, recargamos nuestras pilas como si fuéramos una batería a punto de agotarse, y de esta forma nos cargáramos.
-JAVIER: ¿Qué quieres hacer ahora?
-YO: No lo sé, Carlos se ha ido de fiesta esta noche, no tenía nada pensado y mañana es sábado, debo ir al gimnasio.
-JAVIER: Quédate a dormir.
-YO: No sé…
-JAVIER: ¿No quieres?
-YO: Si…pero mírame, parece que acabe de salir de un banco de ropa. – me mira de arriba abajo, con su camiseta enorme y el pantalón corto llegándome por las rodillas.
-JAVIER: Estás genial. – dice con sorna.
-YO: Ya, claro.
-JAVIER: Que sí, por favor, quédate. – me aprieta de la cintura, besándome.
-YO: Está bien.
-JAVIER: Gracias. – me da otro beso más tierno.
-YO: Pero mañana pronto en pie… – me propina un beso largo -…quiero pasear a Thor…– me asesta un beso con lengua –… y tengo que pasar por casa antes… – su beso pasional me arquea la espalda-…para cambiarme e ir al gimnasio – su boca termina acallando la sonrisa que me sale, iniciando un baile sensual de nuestros cuerpos, friccionándolos mientras nos saboreamos.
-JAVIER: Lo que tú quieras. – dice al final, acariciando mi cintura por debajo de la camiseta.
-YO: Mira que eres bobo.
Suspiro acariciando su cara, que parece iluminada por un haz de luz angelical. Me resisto a verle algún defecto a todo esto, estoy feliz, él me hace feliz, y puesto a que no voy a ningún sitio en el que nadie pueda fastidiar el momento hasta mañana, voy a disfrutar de esto.
Me levanto y correteo por el pasillo, cojo mis braguitas de su habitación y las meto en la lavadora de nuevo en la cocina, poniéndola en marcha con el programa de secado para tenerlas listas mañana.
Le tomo de la mano y le arrastro hasta el cuarto. Me tumbo sobre la cama dejándole el espacio para que me siga, quedándonos frente a frente, de lado, mirándonos a los ojos tan pegados el uno al otro que las respiraciones se mezclan. Nos acariciamos con ternura, sin que haya una conversación clara, sólo dejamos que el tiempo trascurra entre carantoñas y algún que otro beso, sin pretensiones ni presiones, en el que Javier nos hace unas fotos de lo más sensuales besándonos o conmigo mordiendo su mentón. Es un placer sentir este nivel de confianza y complicidad.
Pasa una hora antes de que el evidente cansancio acumulado nos vaya cerrando los ojos. No debo olvidar que salvo el lunes pasado, llevo dos semanas drogándome para conciliar el sueño, con pesadillas, que el nivel de estrés ha sido enorme, sumando al cansancio psicológico y al bajón físico habitual tras practicar sexo. Javier no lo ha debido de pasar mejor, lamento no haber venido antes para evitar la vorágine de odio y alcohol en la que ha caído. No habrá podido descansar en muchos días y ahora mismo, ambos necesitamos una noche de paz.
Mando un mensaje a Carlos para que no se preocupe al no verme cuando llegue de fiesta. No creo que ni lo vea hasta mañana cuando se despierte tras dormir la mona, y no haya nada preparado para comer. Aún así me aseguro de no levantar sospecha alguna.
Abrazo su cabeza, que al ladearme, termina usando mi pecho cómo lugar de reposo. Beso su coronilla mientras siento su rostro pegado a mi tórax. Acomodo mi posición para estar más cómoda y sonrío en cuando una de sus manos busca mi trasero, dónde se queda aferrada con un leve gruñido de gusto de su parte. Poco o nada más hay que añadir, me quedo plácidamente dormida en brazos del hombre al que amo.
Ha sido apenas un parpadeo, pero han pasado más de ocho horas. El reloj colgado de la pared que hay en frente no miente, la luz del día que entra por el ventanuco tampoco. Gimoteo de gusto al sentirme renovada, descansada y sin rastro de malestar en mi cuerpo. Al escucharme, una cabeza enorme y peluda asoma por el borde de la cama, Thor me mira con su gran boca abierta, casi parece que sonría, olisqueándonos.
-YO: Hola grandullón. – susurro al acariciar su cuello, rascándole tras las orejas.
-JAVIER: Ummmm no gritéis por favor. – el terrible dolor de cabeza, de una resaca de una semana de borrachera, le tiene amodorrado a mi lado, cubriéndome con uno de sus brazos por la cadera.
-YO: Buenos días Javier. – me giro sobre mi misma para quedar cara con cara.
-JAVIER: Buenos días...
-YO: ¿Te encuentras bien? – rasco su barbilla con mimo.
-JAVIER: Quiero arrancarme la cabeza.
-YO. Pobrecillo mío. – le beso, deleitándome con el gemido dulce que produce.
-JAVIER: Eso sienta bien.
-YO: ¿Quieres más? – sonrío al verle asentir.
Voy repasándole todo el rostro con mis sabios, aunque es al cruzar nuestras bocas cuando reacciona, apretándola contra la mía. Es un dulce despertar para mí, que tras mucho siento la confianza en mí misma y en la persona que tengo al lado, para jugar con él, sobrepasado todo limite.
-YO: ¿Mejor?
-JAVIER: Mucho.
-YO: Genial. Voy un segundo al baño.
Gruñe más que asentir. Me da un último beso antes de que me levante y juegue con Thor por el pasillo hasta llegar al aseo. Acudo al urinario y me doy un agua en la cara, colocándome la melena leonina de forma algo más decente. Lavando la cara, me asombro al ver que puedo sentir un brillo en la piel, la curva de una amplia sonrisa y unos ojos grandes y azules, que despiden intensidad.
Regreso a la habitación rascándome la cabeza, bostezando de la sensación tan agradable de una larga noche de sueño reconfortante. Javier está tumbado boca abajo, parece crucificado a la cama, inerte. Sin penármelo me subo al colchón y me monto a horcajadas sobre sus riñones, recostándome sobre su espalda mordisqueando un ligero pliegue de uno de sus hombros.
-JAVIER: No te recordaba yo tan activa por las mañanas…- reprocha.
-YO: Vamos, ya te dije que quiero hacer cosas.
-JAVIER: Puff…- alza la mirada al reloj - … ¡Pero si aún faltan un par de horas!
De un gesto veloz, se retuerce tomándome de la cintura y tirando de mí, hasta que quedamos tumbados de lado haciendo la cuchara, rodea mi cabeza por debajo apretándome por el torso y la otra mano se cierne sobre mi vientre. Pegándose a mi espalda, arrebujándose cómodamente.
-YO: ¡Javier! – atino a decir entres risas.
-JAVIER: Solo un rato más.
-YO: Está bien. – le concedo, aunque en el fondo disfruto tanto como él.
Me recuesto del todo buscando su cuerpo. Es muy placentero notar sus dedos haciendo círculos allí donde me tocan, así como sus labios rozando mi cuello, dedicándole besitos fugaces, mientras olisquea mi nuca. Me aferro a uno de sus brazos, el cual masajeo, sin entender cómo viéndome físicamente atrapada, me siento liberada.
Es un cambio de postura lo que lo inicia todo. Una de mis piernas me ha quedado mal colocada, y al moverla, mi trasero aplasta su erección. No es la primera vez, ha pasado en mil ocasiones, era cuando él me apartaba sutil. Lo que ahora ocurre es que ha estirado el cuello suspirando, comenzando un leve balanceo de su cadera, frotándola contra mi culo.
Mi pecho se agita, mi corazón empieza a bombear más rápido y la respiración de ambos se acelera. La mano en mi vientre, busca meterse por dentro de la camiseta, cuando lo hace, realiza un movimiento oscilante de ascenso hasta mis senos. Toma uno de mis pechos, lo aprieta con dulzura para acabar pellizcando el pezón. Se me escapa un jadeo que quiere ser de aprobación.
Su cara se va haciendo hueco sobre mi cuello, entendiéndole, aparto el cabello exponiendo mi piel, la cual se eriza al sentir su boca chupar con energía mi piel. La fricción de su paquete empieza a ser rítmica, con giros de cadera suaves, su bóxer marca su miembro y la fina tela de mi pantalón corto hacen que sienta toda su circunferencia. Cierro los ojos y dejo que haga lo que quiera, y lo sabe.
Su otra mano consigue encontrar hueco bajo mi cuerpo, deslizándose por mi abdomen hasta mi pubis, haciendo fuerza mete los dedos por dentro de la ropa, iniciando un leve contacto con mi sexo. Me agarro a su cadera tras de mí, temo salirme de la cama y que deje de hacer presión. Al sentir sus yemas acariciar mi clítoris, que se va hinchando poco a poco, me retuerzo de placer quedando boca arriba, cosa que aprovechamos para comernos la boca de forma pasional.
Es una locura pero estoy cachonda pérdida. Me está masturbando, sin dejar de jugar con mi pezón, mientras su lengua me perfora hasta la campanilla. Busco su miembro sobándolo por encima de su ropa interior, pero dura poco allí, ya que se la aparto y agarro su pene, duro y ardiendo. Se nota en la forma en que nos besamos cuando hago resbalar la piel liberando el glande, al que mi pulgar le dedica unos mimos extra.
Acabo abriéndome de piernas para facilitar que meta su dedo en mí húmeda y cálida entrada, y al sentirlo me doblo de placer. Empieza a mover su mano, lentamente. Cualquier leve roce hace que me arda la piel, me elevo un segundo sacándome la camiseta. Su brazo queda atrapado debajo de mí, pero yo misma me masajeo los pechos, a los que ataca con ferocidad, dedicándole un desesperante giro de lengua a cada pezón, antes de succionarlo.
-JAVIER: ¡Cómo te deseo! – suplica.
-YO: Hazlo, tómame.
Su mano deja de masturbarme, moviéndose agitada logra bajarme el pantalón corto a medio muslo sin dificultades. Se pone de rodillas para quitarse la camiseta a toda prisa, agachándose después para coser nuestras bocas es un baile demencial sin sentido, en el cual termino cediendo al deseo.
Antes de que pueda tomar iniciativa alguna, Javier se recuesta de nuevo y vuelve a ladearme para quedar a mi espalda. Baja la cadera hasta que hace hueco agarrando de mi trasero para separar las nalgas, y así tener mejor visión. Excitada, no me cuestiono lo que hace, sólo disfruto de escuchar cómo se lame los dedos, para luego llevarlos a mi sexo y lubricarlo más aún de lo que está.
Toma su miembro, que golpeaba mi trasero, dirigiéndolo a mi vagina desde atrás. Gracias a la penetración de anoche, su gran cabeza entra sin dificultades, provocando toda una ola de sensaciones gratificantes. Se aferra a mi cadera una vez dentro y empieza a hacerla resbalar lentamente dentro de mí. Me agarro al colchón apretando los dientes, gozando como una condenada de cada centímetro de su falo abriéndome otra vez.
-YO: ¡Maldita sea Javier…qué gusto!
-JAVIER: Me encanta que seas tan cerradita.
Me sonrojo extasiada. Es increíble que tras mis locuras de juventud, un parto natural, estar casada durante años haciéndolo casi a diario con un hombre con el miembro superior a la media, y tras Jimmy el boy…un adolescente me diga que le gusta que sea tan estrecha. Eso me hace comprender lo brutalmente ancho que tiene el pene, y precisamente corto…tampoco es.
Retira la barra candente que parece que tiene entre las piernas, justo hasta casi sacarla, introduciéndola otra vez, logrando mayor facilidad pero no menos fricción. Toda su erección se va humedeciendo de mis fluidos, y tras varias acometidas pausadas, abro la boca al sentir que me la está metiendo casi toda, solo mis trabajados glúteos hacen de tope, para que la base se quede fuera.
Estaba siendo bastante delicado, pero no mentía al decirme que me tenía ganas. Rodea mi pequeña cintura con ambas manos y comienza a follarme como me demostró anoche que sabe. Va aumentando el ritmo hasta escuchar su pelvis golpear mis nalgas, haciéndolas temblar sin parar, ya que no hay tiempo entre acometidas para que dejen de moverse.
-JAVIER: ¡Sí, joder…que gusto! – dice entre andanadas de aire, por el esfuerzo.
Yo no puedo evitar sonreír, mis piernas se han puesto rectas formando un ángulo de noventa grados con mi torso, y ahora cuelgan del borde de la cama mientras me está destrozando por detrás. Aprovechó para quitarme del todo el pantalón que está por los tobillos, tirando con los dedos de los pies. Al lograrlo, la pierna superior se me dobla por la intensidad del balanceo, a lo que Javier la agarra por la corva.
-YO: Sigue…. Javier…no pares.
Jadeo como una loba, al tirar de mi pierna ha logrado mejor postura y siento que me va a partir en dos. Es una gozada escuchar cómo nuestros sexos salpican con cada impacto, que mi pelvis se estira cada vez que sale de mí, mientras sus manos han optado por mejor agarre en mis senos. A los que va pellizcando cuando se toma un respiro.
En uno de ellos, me giro para observar la mirada de lujuria en su rostro, penetrándome sin cesar, con la mirada fija en mi trasero, sintiendo cada bamboleo de mis senos en sus dedos. La fluidez es tal que mi cadera empieza a buscar la suya, llegándome tan dentro que se me escapan ligeros gritos de placer.
La saturación llega, lleva un buen rato bombeándome, de tal forma, que me quedo en silencio, el único sonido que se aprecia es el chapoteo de mi lubricado sexo tragándose el suyo. Siento cómo nace el hormigueo previo al orgasmo. Sabe leerlo y pese a estar goteando de sudor, aumenta el ritmo unos segundos, mantenido los dientes apretados para permanecer así, bufando como un animal. Cierro los ojos cuando la explosión de fuegos artificiales hace que arañe las sábanas. Una tras otra, las penetraciones multiplican las sensaciones hasta llevarme al límite.
-YO: ¡Síiiiiii…Joder…síiiiii!
-JAVIER: Ahhhhgg – gime del esfuerzo.
Mantiene un momento más la tensión antes de bajar el pistón. Lo agradezco en el alma, estaba a punto de desvanecerme. Aunque no para, pese a que mis paredes interiores se cierran sobre su miembro, prosigue más calmado una penetración constante.
Me tiembla todo de cintura para abajo, al final me suelta la pierna y acabo con un pie colgando por fuera de la cama, de medio lado y piernas juntas, con todo el trasero ofrecido. Javier apoya un pie en el suelo y pasa a meterme su pene de arriba a abajo, hundiéndome más aún en el colchón.
Sin descanso, sigue follándome aumentado de nuevo en cuanto siente que su sexo se libera un poco de la prisión de mis espasmos interiores. Me retuerzo como una gata en celo bajo su cuerpo, sacando la cadera buscando batalla. Un bramido sexual sale de sus labios, y se agacha a lamer toda mi columna, hasta llegar a mi cuello, donde gira la cabeza y atrapa con su boca mi hombro.
Noto cada gota de sudor cayendo sobre mi espalda, lo firmeza de sus brazos apoyados a mis costados y la tensión del giro de su pubis cada vez que me la introduce de un solo gesto. Al final la postura le cansa y se alza con sólo una rodilla en la cama. De reojo observo cómo se muerde el labio, dándome algún que otro fuerte azote.
-JAVIER: Madre mía, que espectáculo de mujer eres.
-YO: Pufff…Javier…
Suspiro, aprovecho que ha dejado de martirizarme para lucirme un poco, girando ampliamente las caderas sacando y metiendo su miembro en mi cuerpo, ante su mirada atónita. Se aferra a mis glúteos, desatándose ante tal osadía de mi parte. Acabo mordiendo la almudada para acallar mis gritos de loca. Reboto contra el colchón cada vez que baja su cadera y, antes de volver a estar arriba, me aplasta otra vez.
-JAVIER: Me voy.
-YO: Dame la vuelta, quiero besarte. – ruego.
Me toma de un pie y sin sacármela me hace rotar sobre el eje para quedar acoplado a mi pelvis. Se vence apoyando sus codos en la cama, y cogiendo su cara le dedico el beso más guarro y obsceno que me pueda imaginar. Meto mi lengua en su boca hasta chocar y jugar con la suya, al retirarme se la chupo como si fuera un helado apetitoso. Ni siquiera respiro antes de morder su labio interior tirando de él, ronroneando del descomunal placer que me está provocando al retardar las penetraciones.
La forma tan erótica de agitar sus caderas tras cada chorro de esperma, bañándome por dentro, me enloquece. Estiro el cuello, gritando de tensión, mientras hace lo mismo apretando la mandíbula, clavándomela de cuatro fuertes martillazos hasta el fondo de mi ser.
Otra vez cae rendido a mi pecho, aunque esta vez pasa unos segundos lamiendo mis senos, atrapando con los dientes mis pezones, duros y a punto de estallar de excitación. Me agarro a su cabeza mientras su sexo se mantiene de dentro de mí, cabeceando, con un leve giro de mi cintura, buscando estirar la sensación todo lo que pueda. “Vale, lo de ayer no fue suerte, le gusta follarme duro, y a mí me encanta.”
-YO: Javier….madre mía…
-JAVIER: Ufffff, eres un regalo. – agitado, tose para ayudarle a respirar.
-YO: Vas fuerte eh… - suelto entre una respiración, apoyando el dorso de mi mano en la frente empapada de sudor.
-JAVIER: No sé qué me pasa, me vuelves loco.
-YO: No es nada malo. – le beso, apasionada, rebajando poco a poco hasta sentir el “hocicazo” que suele darme tras cerrar uno largo.
-JAVIER: Espero que no te moleste.
-YO: Ni mucho menos – me rio nerviosa – pero voy a tener que acostumbrarme, en mis tiempos no éramos tan ardientes.
-JAVIER: ¡Pero si follas genial!
-YO: Mi pobre galán, aún no has visto nada.
Me mira algo incrédulo, pero es la realidad. Por ahora me ha destrozado él, me ha pillado con la guardia baja y demasiado excitada por todo, aún así he tratado de corresponder cuando he podido. Su miembro es una maravilla y me va a costar hacerme a él. En cuanto lo haga, supongo que podré dominar un poco más las sesiones de sexo. Creo.
Es curioso que tras todo lo ocurrido estos meses, mi mayor preocupación ahora mismo, sea lograr que su pene no me martirice de forma tan brutalmente excitante. Y que ya esté pensado en la próxima vez que lo hagamos, me hace sentir traviesa y a la vez cómoda. Tanto que dejo que nos vuelva hacer unas cuentas fotos abrazados desnudos.
-YO. Mira que eres malo…
-JAVIER: ¿Por qué?
-YO: Te dije que quería levantarme pronto. – me besa suave, antes de mirar al reloj.
-JAVIER: Aún queda más de una hora.
-YO: Tenemos que ducharnos ya, sacar a Thor y tengo que pasarme por casa para cambiarme…. es imposible llegar al gimnasio.
-JAVIER: Por mi puedes quedarte aquí todo el día. – lo susurra bajando a mi pecho, lamiendo mi pezón, aún endurecido.
-YO: Ummm – entrelazo mis dedos por su cabello – no, para Javier. – alzo su cabeza y rozo sus labios con los míos.
-JAVIER: ¿No quieres? – me divierten sus ganas de recuperar el tiempo perdido.
-YO: Claro que sí, pero tengo cosas que hacer. Ya habrá tiempo para todo.
Asiente resignado. Pero no se contenta, y tira de mi trasero para quedarse sentado en la cama conmigo montada a horcajadas sobre él. Se pasa unos minutos besuqueando la piel de mi cuerpo allí donde le apetece, jugando a hacerme cosquillas, como hacíamos antes, pero ahora es mucho más incisivo y erótico.
Si sigue así vamos a terminar echando otro polvo, y me cuestiono cuánto me gustaría, antes de obligarme a bajarme de su regazo. Se aferra a mi cintura, rozando su ladeada nariz por mi vientre, inspirando el aroma a sexo consumado de mi interior. Esta vez me siento más cómoda y dejo que me observe con detenimiento, parece maravillarse ante la imagen escultural de mi cuerpo de barbie, desnuda y cubierta de una leve película de sudor post coital.
-JAVIER: Anda, vete a darte una ducha, o no te voy a dejar ir.
Palmea mi trasero con delicadeza, tumbándose sobre la cama echándose las manos a la nuca. Me alejo sonriendo al deleitarme con su joven y corpulento cuerpo, con el miembro brillante de fluidos cayendo por el peso hacia la derecha. “Dios, si tuviera tiempo” me digo al irme a la cocina y sacar mis braguitas azules ya secas de la lavadora. Me cruzo con Thor, que olfatea el aire cuando paso a su lado, sentado ante la puerta de la calle. Seguro que nota el aroma a sexo, y le intriga, pero por suerte se queda quieto.
Una vez en la ducha, tras asearme, me siento infinitamente mejor que en mucho tiempo. Y si me pongo a recordar la última vez que me acosté y me levanté teniendo sexo, casi debo remontarme a antes de que Carlos naciera. De inmediato las comparaciones salen a flote, y mi pobre marido sale perdiendo a todas luces, en su momento era más que suficiente para mí, pero viendo cómo se lucen tipos como Jonny o Javier, queda demasiado atrás, en el tiempo y en las formas.
Al salir del baño tras un repaso rápido, me seco cuestionándome por qué no me quedo con Javier. Tengo gimnasio pero ya me lo he saltado muchas veces, y por menos que lo de ahora. La verdad es que quiero no apresurarme y cagarla, tengo más experiencia en las relaciones que él, sé que estar todo el día juntos puede finalizar algo hermoso antes de empezarlo. Entre eso y la sensación de que estoy haciendo algo malo, aunque fríamente no sea así, no estaría a gusto. Prefiero quedarme con todo lo positivo que ha ocurrido, dejarlo por ahora en tendencia ascendente, para retomarlo con más ganas la próxima vez.
Me enrollo en la misma toalla que anoche, pero ahora con las braguitas azules puestas. Regreso a la habitación y de pasada veo a Javier en la cocina, tomándose una aspirina, aún debe dolerle la cabeza por la resaca. Me pongo mi sujetador, que tardo en encontrar bajo el escritorio, luego el vestido banco doblado sobre la silla. En el bolso llevo algo de maquillaje para darme un toque leve. Me pongo mis zapatos, los cuales, ni siquiera recuerdo haberme quitado.
Durante todo ese proceso, mi galán se da una ducha fugaz, regresa al cuarto aún con el cuerpo húmedo, tan sólo unos bóxer rojos limpios. En menos de un minuto se pone un pantalón corto oscuro y una camiseta amarilla, arrugada pero limpia. Nos acercamos a la puerta tras quedarnos embobados unos segundos mirándonos a los ojos, besándonos un par de veces, como queriendo darnos ánimos para salir a la calle, donde el mundo parece más aterrador y complicado.
Thor se molesta con un par de potentes ladridos, quejándose de lo que hemos tardado en sacarlo a pasear. Tiene motivos, pero enseguida se le pasa, por la calle marca árboles y nos dedica miradas alegres al vernos pasear arrimados, tomándonos de la mano fugazmente. Damos un par de vueltas a la manzana, hasta regresar a su portal, en las que me rio al sentir una normalidad atractiva en todo lo que ocurre.
-JAVIER: Bueno, si quieres llegar al gimnasio deberías irte ya.
-YO: Sí…- tomo sus dedos, entrelazándolos con los míos.
-JAVIER: Gracias…
-YO: No tienes que dármelas por lo que ha pasado, yo quería tanto como tú.
-JAVIER: No lo digo por eso, lo digo por venir anoche, por hablar conmigo…no sé qué haría sin ti.
-YO: Esperemos que no tengas que averiguarlo. –me pongo de puntillas buscando su pecho con las manos.
Me rodea la espalda con ternura y agacha su cabeza para darnos unos besos, mucho más serenos y tranquilos, pero igual de importantes para mí.
-JAVIER: ¿De verdad que tienes que irte? – su media sonrisa me quiere derretir.
-YO: Sí, quiero dejar que todo esto se asiente, asimilarlo un poco.
-JAVIER: Supongo que es lo mejor.
-YO: Hazme caso – acaricio su mejilla – todo va bien.
-JAVIER: Entonces vamos hablando – me soba el trasero con fuerza- te quiero.
-YO: Te quiero. - me alzo para un último beso, por ahora.
Rasco la cabezota de Thor, antes de girarme y meterme en el coche. Me despido de los dos con la mano, antes de regresar casa. Me observo sonriendo sin parar por el retrovisor, no puedo evitarlo, tarareando la música del la radio. No tardo ni diez minutos en llegar y subir a mi piso.
Tengo algo de margen, así que me cambio tranquila por unos leggins negros, la camiseta de deporte ajustada granate sobre un sujetador deportivo que me he cambiado por el anterior. Zapatillas y preparo un bolsa con otro vestido azul largo ceñido.
Escucho unos ruidos al otro lado de la pared. Deduzco que es Carlos, descansado. Me acerco a ver qué tal está, abriendo la puerta y encontrándome a Celia, dormida y desnuda boca abajo sobre la cama.
Primero pienso en lo estúpidos que podemos ser los humanos de adolescentes, mi hijo y esa cría son un ejemplo. Luego razono que son dos solteros pasándoselo bien, como Javier y yo, y que no tiene nada de malo, analizándolo objetivamente. Aún así, me enfada verla allí.
Lo siguiente que pienso es “Joder, que buen culo tiene la niña.” Las cosa como son, el mío está bien puesto, levantado por el ejercicio y la constitución de mi figura. Pero el suyo tiene una forma natural más rotunda y contundente, con caderas más amplias dándole un aspecto evocador y llamativo.
Dicho todo esto, me vuelvo al pasillo con cara de asco. Esa chiquilla ha perdido a Javier, y aparte de saber lo buen hombre que es, es que ahora soy consciente de cómo folla. Es incomprensible que le haya engañado. Pero dado que me ha venido de perlas, tampoco voy a matarla por ello.
Carlos sale del baño del pasillo, al observarme salir de su cuarto se queda aterrado, con solo unos calzoncillos bancos encima de su delgado y fibrado cuerpo. Sus ojos azules se expanden, teme que le caiga una bronca. Me acerco a él y le llevo al salón, donde me huye la mirada.
-YO: ¿Es que no tenías a otra que tirarte?
-CALROS: Pues no, no ha salido nadie más.
-YO: No me trates de idiota.
-CALROS: Mira…salimos, lo pasamos bien, bebimos, ella se siente abandonada y yo mal por ella…pasó.
-YO: Se siente sola por su mala cabeza…
-CARLOS: Eso es cosa suya…en fin… ¿Y tú de dónde vienes? Anoche al llegar no te vimos.
-YO: ¿Te querías asegurar por si la echaba a patadas de mi casa? – gano tiempo con la pregunta.
-CARLOS: Más o menos.
-YO: Pues anoche surgió un problema con un amigo…y he pasado toda la noche fuera. Te escribí para decírtelo.
-CALROS: Ammm, no he mirado el móvil aún. – como yo no quiero dar más explicaciones, y él solo buscaba desviar la atención de Celia, se crea un silencio tenso.
-YO: ¿Has usado…protección?
-CALROS: Siempre lo hago mamá…- se sonroja.
-YO: Bueno es saberlo. Yo me voy al gimnasio, cuando vuelva no me gustaría encontrármela aquí, tendría un par de cosas que decirla. – asiente sin más.
-CARLOS: Vale.
Me acerco a darle un beso en al frente antes de ir a por mí bolsa y salir disparada a por el coche.
Sopeso por el trayecto lo hipócrita que puede ser juzgar a mi hijo de esta manera mientras yo hago lo que hago con Javier. Me centro en las diferencias, en que Javier y yo no hemos engañado a nadie para estar donde estamos. Con eso me basta para sentirme superior y no le doy más vueltas.
Al final llego a la clase de manteniendo unos minutos tarde, ya que he tardado en aparcar. Me dejan unirme y rápidamente empiezo a sudar, liberando tensiones con ejercicio. Al acabar unas amigas nos quedamos en la sauna, momento en el que todas insisten en lo alegre que se me ve hoy tras los últimos días en que tenía “cara de muerta”, o eso dicen.
Me ducho tras una buena sesión de vapores. Me pongo el vestido azul y me quedo a tomar algo con una de las monitoras más veteranas, una cubana espectacular con la que me llevo bien. Tras unas cervezas empieza a contarme la historia de un chico que conoció hace unos pocos años, sobre cómo ayudó a la dueña de la cadena de gimnasios a montar su pequeño imperio. Me alegra poder centrarme en otra cosa que no sea toda la montaña rusa de emociones que he sufrido estos días.
Tras comer con ella, nos despedimos y regreso a casa a descansar un poco. Aparco con rapidez y subo al piso en ascensor. Al llegar a mi cuarto dejo la bolsa de deporte y me marcho a la cocina a beber algo fresco. El día es tórrido en muchos aspectos.
Tras fregar unos cacharos que se habían quedado en la pila, saco la ropa de deporte sucia y la pongo en la lavadora. Rutinas, por alguna razón desde que fui a ver a mis padres, la mejor forma de no comerme la cabeza es seguir una serie de pasos ordenados, labores del hogar que me mantienen despejada y sin darle vueltas a las cosas. Cuando termino me paso por el cuarto de mi hijo, llamando previamente a la puerta cerrada.
-YO: ¿Hola? – le digo al verle recostado sobre una silla con el ordenador.
-CARLOS: Hola, pasa, estoy solo.- entro y me pongo a recoger la ropa sucia del suelo.
-YO: ¿Que tal con Celia?
-CARLOS: Bien, se despertó un poco más tarde, se dio una ducha y se marchó.
-YO: Pensaba que se sentiría mal por…- me callo el “…volver a follar contigo tras la que habéis liado.”
-CARLOS: Creo que empieza a entender que debe seguir adelante.
-YO: Mejor. – para mí.
-CARLOS: ¿Y tú qué tal?
-YO: Ahí vamos ¿Por qué lo preguntas?
-CARLOS: Llevas casi veinte horas sin preguntar por Javier…- me quedo paralizada.
-YO. Ya…bueno…es que ayer conseguí hablar con él.
-CARLOS: ¡Milagro! ¿Y qué tal le va?
-YO: Esto... diría que lo va superando. – sonrío por dentro.
-CARLOS: Me alegro por él.
-YO: Y yo… y yo.
-CARLOS: Me voy echar una siesta, ayer acabé molido.
-YO. Vale.
Salgo de su habitación apagando la luz. Le escucho acomodarse en la cama. Supongo que estos juegos verbales sobre el alambre con mi hijo se van a volver más recurrentes. Es una pieza más a sumar en el tablero de ajedrez.
Me cambio por el camisón de turno, echándome sobre el sofá, poniendo la televisión y cogiendo el móvil. Tengo varios mensajes, respondo al de mi madre diciéndole que todo va mejor y que ya no tiene que preocuparse tanto. Luego hablo con los padres de Luis, los abuelos paternos de Carlos, que me piden que les llame. La conversación es siempre cordial, distante y sin afecto, se preocupaban por si la universidad de su nieto estaba pagada o si le faltaba algo. Siempre tan “atentos” con su ojito derecho. No obstante es el único descendiente que tienen al no tener más hijos que mi fallecido marido.
Al colgar, casi guardándomelo para lo mejor, veo que Javier me ha escrito. Es un leve subilón de adrenalina darme cuenta de que parezco una colegiala ocultándole su noviete a su padre, cuando en realidad, nadie me vigila. Apenas es un saludo cordial preguntarme qué tal estoy, pero lo acompaña con una bonito foto de Thor y él juntos. Me hace gracia verles tumbados en lo que parece un jardín. Al responderle con unas caritas sonrientes, casi al instante me escribe, pidiéndome que hablemos por teléfono. No puedo negárselo, siento que ya he dejado cierto margen al descanso y lo estoy deseando.
-JAVIER: Hola preciosa mía.
-YO. Hola mi galán.
-JAVIER: ¿Qué tal el gimnasio, llegaste a tiempo?
-YO: Un poco tarde, pero estuvo bien.
-JAVIER: Me alegro.
-YO: ¿Y tú qué tal?
-JAVIER: Me puse a organizar un poco mi cuarto, tengo que darte las gracias por recogerlo ayer, estaba todo patas arriba.
-YO: No tienes por qué. Lo estabas pasando mal.
-JAVIER: Ya…ha sido duro.
-YO: Por eso…no te preocupes.
-JAVIER: Aún así, alguna forma se me ocurrirá de compensarte. – el tono seductor que pone me hace sonreír.
-YO: Que bobo…¿Y qué tal Thor?– me interrumpe Carlos, apareciendo por el salón, arreglado para volver a salir – espera un segundo. – digo al teléfono.
-CARLOS: Nada, que me voy.
-YO: ¿Sales otra vez?
-CARLOS: Si, me vino bien ayer y me apetece.
-YO: Vale, pero ten cuidado…ya sabes. – tapo el micrófono para que no se le escuche, por si se le ocurre nombrar a Celia.
-CARLOS: Ya soy mayorcito para cuidarme… ¿Sabes?
-YO: Ya se te ha pasado el susto por lo que veo. – le digo refiriéndome a Javier hace unos días.
-CARLOS: Vale pesada…tendré cuidado.
Sale a paso ligero por la puerta, cerrando con un leve portazo. No tengo dudas de que va a volver a salir a emborracharse, y si Celia va con el grupo de amigos, se la va a traer a casa. Pero eso es algo que a mí ya no me interesa.
-YO: Perdona Javier, ya estoy.
-JAVIER: ¿Pasa algo?
-YO: Nada…Carlos que se va de fiesta…otra vez. – no me sorprende los instantes tensos al nombrarle.
-JAVIER: En fin… ¿De qué hablábamos?
-YO: De Thor…
-JAVIER: Ahhh, si… que no se había quedado del todo a gusto esta mañana, así que he salido a dar una buena vuelta con él, se lo merecía por haber estado conmigo todos estos días.
-YO: Es un buenazo.
-JAVIER: Si, aunque te echa de menos.
-YO: ¿Y eso?
-JAVIER: Mira la puerta siempre que oye algún ruido, o va buscándote por la calle, a todas las rubias guapas las olfatea el culo.
-YO: ¡¿En serio?!
-JAVIER: Como lo oyes…echa de menos tu trasero más bien. – nos reímos ambos.
-YO: ¿Seguro que es sólo él el que lo extraña?
-JAVIER: Me acojo a la quinta enmienda.
-YO: Ya decía yo…
-JAVIER: No me culpes, tras lo de esta mañana no puedo dejar de pensar en tu trasero. – se me encienden las mejillas.
-YO: Yo también he pensado mucho en lo que ha pasado.
-JAVIER: ¿Ah sí…?- susurra meloso – ¿En qué? Si se puede saber
-YO: Pues ya sabes…cosas…
-JAVIER: Dímelo. – apremia.
-YO: Pues cosas…ya te dije…me sorprendiste.
-JAVIER: Ah, eso…ya.
-YO: Parece que lleves toda la vida haciéndolo.
-JAVIER: Ya quisiera, pero no sé, me gusta recrearme y probar cosas.
-YO: Y vaya si te gusta…- bajo el volumen de la voz al mínimo -…todavía tengo molestias ahí abajo. – la amplia sonrisa que le escucho me alegra.
-JAVIER: La próxima vez seré más cuidadoso entonces.
-YO: No, no, tranquilo, me gusta cómo lo haces. – acabo de dar por sentado que habrá próxima vez.
-JAVIER: Bueno, ya iremos entendiéndonos, espero probarte pronto.
-YO: ¿A qué te refieres?
-JAVIER: Ya sabes…sexo oral.
-YO: Ah, bueno…eso…si claro, puedo hacértelo. – “si me desencajo la mandíbula, tal vez.”
-JAVIER: Y yo a ti.
-YO: ¿Tú…haces eso? – se queda callado unos segundos.
-JAVIER: Claro… ¿No te gusta?
-YO: No…si, si me llama la atención.
-JAVIER: ¿Nunca te lo han hecho o qué? – ahora la que guarda silencio soy yo.
-YO: A ver…no es eso, es que a Luis le daba reparos y no le dedicaba mucho interés, y antes de mi marido… pues eso no se llevaba tanto.
-JAVIIER: ¿Y después de Luis no hubo nadie? – balbucea algo en bajo – Mierda, perdona, no debía preguntar eso.
-YO: No, tranquilo. Solo ha habido dos hombres, y ninguno se molestó en dedicarme tanto tiempo.
-JAVIER: Eso es inaceptable.
-YO: Pues así es.
-JAVIER: Me niego a aceptarlo. – dice firme.
-YO: ¿Y qué quieres que le haga?
-JAVIER: Ahora mismo saco a Thor un rato, y me voy a tu casa. – me rio impresionada.
-YO ¿Pero qué dices?
-JAVIER: Lo que has oído.
-YO: No digas bobadas anda…
-JAVIER: No es ninguna bobada. Carlos se ha ido de fiesta ¿No?
-YO: Sí…pero…puede volver.
-JAVIER: Regresará tarde, lo sabes.
-YO: Que no, bobo, que además tengo que cenar. – empiezo a quedarme sin argumentos para negarme.
-JAVIER: Pues llevo yo la cena, así comemos juntos.
-YO. Bueno, pero… cenamos, no vemos un rato y te vas. Como Carlos llegue y os veáis…no quiero ni imaginarme la que se lía. – me sorprendo aceptando que venga.
-JAVIER: Prometido. En media hora estoy allí. Te quiero.
-YO: Y yo a ti.
Al colgar me tapo la cara partiéndome de risa. Son carcajadas de tensión, la sola idea de que venga a mi casa tras lo que pasó con mi hijo es una locura. Los motivos para aceptarlo son evidentes, la situación conlleva un riesgo que me atrae, a esa parte salvaje y animal que llevo dentro.
Cumple con su palabra. A los treinta minutos la puerta suena. Voy a abrir y me encuentro a Javier con la misma ropa que esta mañana, la camiseta amarilla con el pantalón corto oscuro. Viene sofocado, llevando una pizza en la mano, de uno de los restaurantes italianos a los que fuimos hace tres semanas.
-YO: Estás loco.
-JAVIER: Por ti.
-YO: Que cosas me dices… – le hago pasar antes de que algún vecino le vea. Es estúpido, lleva meses entrando en mi casa.
-JAVIER: Dame un beso ¿No?
Me rodea con una mano por la cintura, pegándome a él, agachando su rostro para buscar mis labios. Me da algo de apuro, pero me encanta su iniciativa, nuestros labios se juntan un par de veces, sin florituras.
-JAVIER: Así da gusto.
-YO: Anda, bobo. – cojo la piza, caliente por debajo, y la llevo a la cocina.
-JAVIER: La he pedido de lo que te gusta a ti.
-YO: ¿Y tú que vas a cenar?
-JAVIER: A ti. – me envuelve con sus brazos por detrás, besándome la nuca.
-YO: Oye…me lo has prometido, cenamos y luego a casa.
-JAVIER: Vale. –se queja.
Sirvo las porciones en unos platos, él me ayuda con los vasos y la bebida. Nos vamos al sofá y cenamos cómodamente uno al lado del otro, al final él se come cuatro pedazos, el resto me los zampo yo, entre risas, charla amena y alguna caricia de más.
Recogemos rápidamente, mientras él va al baño pregunto a Carlos a qué hora regresará con un mensaje. Mientras friego los platos me llega la respuesta “No lo sé.”. Siempre tan locuaz conmigo…
Javier regresa al salón, mientras acabo, momento en el que me siento con él en el sofá. No tardo en quedar bajo su brazo, haciéndonos carantoñas y besándonos tenuemente. Tras una leve discusión, decidimos ponernos una película corta y nos quedamos viéndola. Me siento tan cómoda con él que quiero estirar el tiempo juntos cuanto pueda, dejándome caer sobre su pecho y mimándonos como dos enamorados según van pasando los minutos.
-YO: Gracias por pasarte.
-JAVIER: De nada…en el fondo parezco un colegial, tenía ganas de verte.
-YO: Apenas se te ha notado…- me rio con sorna.
-JAVIER: No seas mala. Desde que te has ido me he sentido un poco raro.
-YO: ¿Por qué?
-JAVIER: No sé, como si me faltara algo.
-YO: ¿No habrás bebido otra vez?
-JAVIER: No, ya no caeré en eso.
-YO: Bien ¿Entonces?
-JAVIER: Supongo que te quiero demasiado para alejarme de ti. – le miro a los ojos agradecida.
-YO: Eres muy dulce.
-JAVIER: Gracias. – dice con suficiencia.
-YO: Mira que eres…tendrías que decir que yo también lo soy.
-JAVIER: Es que no te he probado aún. – me sonrojo.
-YO: No seas tonto.
-JAVIER: Es que no me creo que nadie te lo haya hecho antes.
-YO: No es eso…es que ahora está mucho mejor visto, y se sabe más del tema. – digo ofuscada.
-JAVIER: No te enfades preciosa mía. – me toma del mentón besándome, dulce y cariñoso.
-YO: No me enfado, pero es un tema delicado.
-JAVIER: ¿Por qué?
-YO: A ti te parecerá normal, con toda la información que hay en internet, pero para mí es algo más complicado.
-JAVIER: Porque tú quieres.
-YO: ¿A qué te refieres? – acaricia mi rostro, besándonos con más energía y sensualidad.
-JAVIER: Déjame que te lo haga. Aquí y ahora.
-YO: Por dios, qué locuras dices…
-JAVIER: Dices que es complicado, pero yo quiero que no lo sea…por favor.
-YO: Ainsss…- me hago la remolona esquivando sus labios, pero siempre encuentra mi boca, mi lengua y tras unos segundos, la idea empieza a apetecerme.
-JAVIER: Laura, hazlo, no te dé vergüenza, quiero regalarte esto.
-YO: ¿Y si no me gusta? – la forma en que vuelve a besarme, pausada, lenta y recorriendo cada rincón de mi boca con su lengua, me enciende.
-JAVIER: Te va a gustar, te voy a hacer la mejor comida de coño que te hayan hecho jamás. – me saca una carcajada que me obliga a taparme la boca.
-YO: ¡Qué bruto eres!
Rodeo su nuca cuando se vence sobre mí, continuando el festín de besos en el que me he visto arrastrada. Sus manos buscan mi cintura y me atraen a su cuerpo, hasta que de un tirón me sienta de lado en su regazo. Sus dedos recorren mis piernas desnudas y suben por dentro del mi camisón a mi senos, los cuales ya sabe excitar como me gusta.
-JAVIER: Dímelo y me marcho. Pero si me quedo, voy a devorarte entera. – me susurra al oído de forma erótica.
-YO: Por favor…- gimo.
-JAVIER: Dímelo.
-YO: Yo…- me derrito cuando retuerce uno de mis pezones, frotando su paquete en mi trasero.
-JAVIER: Dilo.
-YO: Hazlo. – al sentir su boca succionando mi cuello, me desmorono.
-JAVIER: No lo vas a lamentar.
Me alza y me monta a horcajadas sobre él. Me arranca el camisón dejándolo por el suelo y se aferra a mi culo, palmeándolo, mientras chupa mis pechos poseído. Me quedo en la mejor posición posible para ello, apretándolos para su disfrute. Cuando tira de uno de ellos con los labios, jadeo dispuesta a todo.
Le saco la camiseta antes de que siga. Lamo su cuello desde el tórax a la barbilla, acariciando su vientre en busca de su erección. Al palparle, sonríe travieso, me aparta las manos y sigue devorando mi pecho a su antojo. Me sujeto a su cabeza cuando empieza a doblarme hacia atrás, sus anisas empiezan a calentarme. El gesto veloz de un azote, junto al sonido, hacen que cierre los ojos y disfrute del momento.
-JAVIER: Vamos a buscar privacidad.
Se pone en pie y me carga al hombro, me recuerda a nuestros juegos, pero con el componente sexual mucho más presente.
Me lleva a mi cuarto entre risas y palmadas en el culo. Al llegar a la cama, me deja caer suavemente y se va a cerrar la puerta. Cuando regresa a mi lado el brillo de lujuria de su mirada me eriza la piel, le hago perseguirme retrocediendo de espaldas, pero toma mis tobillos y me arrastra hasta el borde, donde se pone de rodillas y continua masajeando y besando mis pechos, jugando con los duros pezones y frotando su gran tórax contra mi sexo, que a estas alturas está empapado.
Acaricio su cabeza mientras va posando sus labios cada vez más abajo, mi diafragma, mi vientre, el ombligo y por último mi pubis. Sus dedos recorren mis costados hasta llegar a la goma de mi ropa interior, y sintiendo su mentón rozar la tela, me aferro a su cabello antes de que prácticamente me desgarre las braguitas, inhalando mi vagina.
-JVAIER: ¡Joder, que bien hueles!
-YO: ¿Qué?
-JAVIER: Llevo oliendo esta fragancia en ti desde que empezamos a dormir juntos. Me vuelve loco.
-YO: No lo sabía.
La forma en que inspira, notando su nariz ladeada tan cerca que roza mi vello púbico, me estremece. Luego prosigue sus besos por mis piernas, bajando hasta las rodillas, pero sube enseguida a la cara interna de mis muslos. Son roces tan delicados como pausados, y me están dando ganas de que de una maldita vez me demuestre lo que sabe hacer.
.JAVIER: Si en algún momento quieres parar, sólo dilo.
-YO: De acuerdo.
Con lentitud, pasa sus brazos por debajo de mis piernas, cargándolas sobre sus hombros, abriéndome y exponiéndome ante su mirada. Sus manos buscan mi cintura, aunque yo me aferro a una de ellas, entrelazando los dedos firmemente.
El primer contacto es suave, apenas una caricia con su nariz en el clítoris. Luego le sigue un cálido beso justo en mis labios mayores. Al tercer contacto siento un escalofrío al notar su áspera lengua recorrer mi vulva. Suspiro titiritando de deseo cuando abre la boca y se cierra sobre todo mi sexo, como si fuera un melocotón maduro al que da un mordisco. Me sujeto la cabeza cuando lo repite, una y otra vez, aumentando el ritmo, hasta que la punta de su lengua separa mis labios menores.
-JAVIER: Ohhh, sabes de maravilla.
-YO: ¿A qué?
-JAVIER: Como a… a jazmín. – rodea mi clítoris con sus labios chupándolo con delicadez.
-YO: Uffff
La mano en mi cintura rodea mi muslo, y sus dedos separan mis labios mayores, logrando que cada caricia de su boca sea más profunda. Empiezo a agitarme al sentir un placer nuevo y desconocido.
Es su lengua la que me lleva al nirvana. Hace dibujos extraños con ella en mi clítoris, tras cada cual cierra con un beso. La sensación es tan magnífica que mi cadera acompasa los gestos de su cabeza, y la visión de cómo saborea mi sexo entre mis mulos me hace mojarme tanto que temo que le desagrade. Al contrario, chupa de mi interior aumentando el ritmo.
Aprieto tanto su mano que clavo las uñas. Al darme cuenta la suelto y me sujeto a las sábanas arqueando la espalda al son de sus labios. Lo aprovecha bien y la usa para buscar mi interior, girando la muñeca metiendo el dedo corazón dentro de mí, pero se le une el anular en cuanto nota lo abierta que me tiene, tirando como un gancho de mis entrañas, sacando el clítoris del todo y dedicándole lengüetazos como a un helado.
-YO: Joder…sí…sigue…sí…
La vibración de su voz entre mis piernas, diciendo algo que no escucho, me resuena por todo el cuerpo. No soporto más el placer que me está matando, mis piernas se mueven inquietas y al final me aferro a su nuca y le hundo dentro de mí.
Su lengua me folla, así de simple, mientras mete dos dedos hurga dentro de mí con ella, solo parando para coger aire. En ese momento noto su respiración en la parte más íntima y sensible de una mujer, y me eleva. Sin dejar de perforarme, continúa dando lametazos inhumanos, y cuando se cansa vuelve a abrir la boca succionando todo a la vez.
Es una tortura, ahora entiendo por qué ha ganado tanta popularidad, el frenesí del sexo sin presentación, la lujuria llevaba por la sutileza y la sensualidad, más que por un acto bruto e invasivo. Otro gran descubrimiento del que me aprovecharé, más adelante. Ahora quiero que me tome.
-YO: Dios….Javier….fóllame. –“¡Qué sutil!”
-JAVIER: ¿Seguro? – casi le arranco las orejas al tirar de su cabeza hasta la mía, y sin importarme los fluidos de su boca, le beso poseída, probándome a mí misma.
-YO: Hazlo ya.
Se alza unos segundos en que tarda muy poco en bajarse pantalón corto y los bóxer. Su enorme erección salta apuntando a mi sexo, y tras colocarse encima de mí, de una firme y fuerte estocada, me la mete casi entera.
-YO: ¡Diossssssssss!
-JAVIER: Madre mía. – suspira de la impresión.
Esta vez no hay cautela inicial y luego va subiendo. Según la tiene dentro, se apoya firme, me besa por el cuello y aprieta su cadera introduciéndomela entera, haciéndome levitar sobre la cama aferrada a su espalda.
Como un martillo neumático bombea sin descanso, le recibo estirando las piernas quedando en V, soportando la incesante fuerza de su pelvis golpeándome. En nada ya me la está metiendo toda, notando cómo me llena, me completa y se deleita al escucharme gemir de placer.
De tantos envites, termino desplazada por la cama. Él me sigue, quedando de rodillas sobre ella. En algún momento del frenesí, toma mis pies con las manos y junta mis piernas rectas, posándolas sobre un solo hombro. Con ello hace que en mi interior se produzca mayor ficción, y durante unos minutos giramos las caderas buscándonos con deseo. Tras la mejor comida de coño que me han hecho nunca, y esta postura tan sugerente, estallo en un orgasmo animal. Me retuerzo como una serpiente, araño como una gata y rujo como una leona.
Se ríe, el muy cabrón se ríe, y cuando termino de maldecir, me rio con él. Pero no deja de penetrarme ni cuando siento cómo su miembro está atrapado entre mis músculos vaginales en tensión. Aunque le cuesta, decide soltarme los pies, haciendo que me abra como una flor.
-JAVIER: Joder….- empieza a ser más lento, lo que me dice que se va a correr.
-YO: Dentro.
Asiente feliz, dejándose caer sobre mis senos, los cuales pellizca y besa sin dejar de realizar amplios giros de cadera. Poco a poco noto los impactos espesos dentro de mí, extasiada jadeo con cada uno de ellos. De todas formas termino agarrada a su trasero, sintiendo las sacudidas finales en mis manos.
-JAVIER: Que locura.
-YO: ¡Maldita sea…que bien follas! – se ríe por mi tono cabreado.
-JAVIER: Gracias.
-YO: Esto no es normal… ¿Ahora todos lo hacéis así?
-JAVIER: No lo sé….yo hasta estar contigo tampoco me ponía tanto así.
-YO: Que suerte la mía…- beso su boca, con lascivia.
-JAVIER: Tengo que decir que es una gozada correrse dentro.
-YO: ¿Nunca lo habías hecho?
-JAVIER: Dentro sí, pero siempre con condón. Es indescriptible la sensación.
-YO: Me alegro mucho de que guste… –acaricia mis piernas y le dedica unos segundos a mi cuello con sus labios.
-JAVIER: Eres maravi…
El ruido de la puerta del recibidor nos saca del trance sexual de un plumazo. Javier aprieta los labios quedándose petrificado, aún dentro de mí, cubriéndome con su corpachón. Me tapo la boca para evitar que se escuche mi agitada respiración. Empiezo a tener miedo de cómo va a terminar la noche.
Los sonidos de pasos por el pasillo se hacen más fuertes y cercanos. Casi parecen detenerse ante mi puerta, que gracias al cielo está cerrada. Tras unos segundos de pura tensión, se alejan, hasta oír la puerta de la habitación de mi hijo. Aprovechándolo, nos desacoplamos y mi galán se mete en el baño de mi cuarto, con sus pantalones por los tobillos, situación que me hace gracia, pese a lo estresante del momento.
Consigo ponerme en pie pese a que mi cuerpo me pide descanso tras otro colosal polvo. El tercero en poco más de un día. Observo el despertador, son las tres de la mañana, me maldigo por haber permitido que esto pase, entre la cena, la película y luego el sexo, se me ha pasado el tiempo volando. Aún así es pronto para las horas a las que suele llegar mi hijo al salir de fiesta. Me cubro el cuerpo, aún sensible, con un camisón del armario, haciendo movimientos lentos y en silencio.
Tras unos minutos en que escucho el agua de la ducha del pasillo, amortiguado tras la pared, me quedo pegada a la puerta de mi cuarto, tratando de descifrar cualquier sonido al otro lado, a la espera de hacer de tope si Carlos, o quien sea, decida abrir mi habitación. Es una pequeña tortura, estoy aterrada, y pese a ello estoy sonriendo. Me siento más viva que en mucho tiempo.
Javier aparece ya aseado, con los pantalones puestos y el torso desnudo. Camino de puntillas hasta pegarse a mi espalada, donde se sujeta de mi cintura. Nos dedicamos una mirada cómplice y divertida, pero hace gesto de que no me preocupe y me calme con las manos, se me debe leer en los ojos el pavor de que nos descubran.
-YO: Tienes que irte. – apenas es un susurro.
-JAVIER: Ya…-dice en bajo.
-YO: ¿Y tú camiseta?
-JAVIER: Mierda…está en el salón…con tu camisón.
-YO: Joder…creo que Carlos se está dando una ducha…pero puede haber alguien más en su cuarto.- me guardo mi sospecha de que sea Celia, otra vez.
-JAVIER: ¿Y qué hago?
-YO: Tú quédate aquí, voy a buscar tu ropa. – me giro para besar sus labios fugazmente – por favor, no salgas, si te cruzas con Carlos...
-JAVIER: Tranquila preciosa mía, no haré nada.
Me devuelve el beso, seguro y firme. Lo que me da cierta confianza para abrir la puerta despacio, mientras él se ubica detrás del armario, escondido. Tomo aire y salgo al pasillo rápida, cerrando mi cuarto.
Está oscuro pero veo bien gracias a la luz encendida de la habitación de mi hijo, con la puerta media abierta. No parece haber nadie, sólo se oye a alguien en el baño, a mitad de camino de los dormitorios. Con gestos felinos, rauda y silenciosa, voy al salón, donde nos hemos dejado la televisión encendida, y que apago. Cojo mi camisón y su camisa del suelo, al menos recogimos la cena.
Regreso con sigilo y paso a mi cuarto, Javier se asoma y al verme suspira de alivio. Se viste mientras hago guardia. Estaba pensando en aprovechar que Carlos se duchaba para que saliera ya, aunque antes de poder verbalizarlo, cesa el sonido del agua corriendo. No nos queda otra que esperar.
Unos instantes después, se oye la puerta del baño, pasos alejándose y luego algunos sonidos tras la pared que da a la cama contigua. Dejo pasar unos segundos en que no se escucha nada. Me siento, más o menos, segura para intentarlo. Tomo de la mano a Javier, que aguarda en silencio. Fijamos nuestras miradas y contenemos el aliento.
Abro primero y observo que no hay nadie en el pasillo, tiro de mi galán hasta que salimos los dos, y a cámara lenta llegamos al recibidor, abro la puerta apretando los dientes al producir un ruido, estridente a mi parecer, al girar el pomo. Salimos al rellano y dejo casi cerrado detrás de mí.
-YO: Maldita sea, sabía que esto iba a pasar.
-JAVIER: Bueno, pero ya ha pasado.
-YO: En qué líos me metes. – me acaricia la mejilla con ternura.
-JAVIER: Lo siento, no esperaba que volviera a pasar.
-YO: Ni yo…pero joder.
-JAVIER: ¿Eso es que te ha gustado lo que te he hecho?- sonrío al asentir.
-YO: Ha sido fantástico.
-JAVIER: A mí también me ha encantado.
-YO: Vale…pero vete ya…- le apremio, empujándole.
-JAVIER: No sin mi beso de buenas noches.
-YO: Esta bien.
Queriendo terminar cuanto antes, tomo su rostro y nuestros labios se encuentran, pretendía ser algo más fugaz, pero no puedo evitar abrir la boca y sentir su lengua buscando jugar con la mía. Al final sus manos agarran mi trasero, balanceándonos en un pequeño baile sensual, hasta que me dedica su firma, saboreando la parte final con un “hocicazo” muy tierno.
-JAVIER: Así no hay quien se quiera ir.
-YO: Vete…por favor – me da un pico corto antes de sentir una palmadita en mi nalga – avísame cuando llegues casa, es tarde.
-JAVIER: Tranquila, te escribo.
Se queda unos segundos mirando fijamente mis ojos, con su media sonrisa de la que me he enamorado perdidamente. Al final me suelta, y cuando se gira le pellizco el trasero, traviesa. Me dedica un último vistazo socarrón antes de bajar por las escaleras.
Me tapo la cara un instante, aparto mi cabello y cojo aire tranquilizándome. Vuelvo dentro, y al cerrar la puerta encamino por el pasillo de vuelta a mi cuarto. Me percato de que la luz del baño está encendida, así que voy a apagarla, pero me encuentro a Carlos, con solo un pantalón de pijama puesto, acabando de lavarse los dientes.
-YO: Ah...Hola.
-CARLOS: Hola. – dice tras escupir algo de pasar de dientes al lavamanos.
-YO: Que pronto has venido hoy.
-CARLOS: No me encontraba muy bien de la tripa…algo me ha sentado mal.
-YO: ¿Estás borracho? – me cruz de brazos, en gesto muy maternal.
-CRLOS: No, mamá, sólo me sentí mal y decidí venirme… mañana he quedado por la tarde y no quería forzarme ¿Y tú qué haces despierta?
-YO: Te…te escuché entrar y me he levando. – consigo no mentirle.
-CARLOS: Perdona.
-YO: Nada…me he sofocado, así que me daré una ducha rápida antes de intentar dormir.
-CARLOS: Vale…- dice abriendo los ojos antes tanta explicación innecesaria.
Acaricio su brazo al pasar a mi lado. Tras lo que se va a su cuarto. Me rasco la cabeza de camino al mío, aún con el corazón acelerado y aliviada de no haber provocado un desastre total. De nuevo.
Me voy a mi baño y me doy un agua rápida, para quietarme de encima la sensación de sudor y el olor a sexo. Debo dedicar un segundo a limpiarme por dentro, resbalan espesas gotas de semen entre mis muslos. Me siento algo sensible y dolorida en mi zona intima, pero no voy a quejarme de ello. Salvo el susto final, ha sido un espectáculo, la forma en que me ha hecho vibrar con su boca ha sido un regalo, y ha rematado la faena con otro arranque de semental embravecido. Es una gozada.
Al acabar me seco, me pongo unas cómodas braguitas blancas con uno de los camisones que tenía a mano, tono claro, recostándome sobre la cama. No es muy evidente pero si se percibe un ligero hedor muy erótico en el colchón, es un aroma dulce, mezclado con la esencia de Javier, del cual recibo un mensaje de buenas noches, diciendo que ya llegó a casa, le deseo dulces sueños con el dibujo de unos labios. La tranquilidad de que ya está en su piso, y el embriagador perfume sobre las sábanas, cerrando los ojos para disfrutarlo, logran que me quede dormida plácidamente.
El sonido del despertador a las diez y media me saca del estado de letargo en el que he caído. Es la primera vez en mucho tiempo que consigo dormir del tirón, sin somníferos ni la presencia de Javier a mi lado. Me siento relajada y sin preocupaciones. No es que sea el paraíso, tengo todavía problemas que solucionar, aunque ahora mismo parecen motas de polvo en el aire en comparación al bienestar general en el que me encuentro.
Me levanto ligera como una pluma y me meto en la ducha, perdida en mi cabeza, rememoro las sensaciones de tener a Javier dentro de mí, de cómo me toca y de cómo me hace delirar de placer. Cuando salgo a secarme me noto brillando ante el espejo, con una sonrisa enorme y los ojos emitiendo una luz poderosa. Me he recreado un poco y debo apresurarme a ponerme la ropa de deporte encima de un fino tanga negro. Unos leggins rojos con sujetador deportivo azul y camiseta ceñida granate. Me hago una coleta alta y preparo la bolsa de deporte con un vestido negro cómodo.
Desayuno un café antes de bajar a la carrera al parking. Me subo al coche y conduzco hasta el gimnasio, el bochorno es asfixiante pese al aire acondicionado. Consigo llegar unos segundos antes de que empiece la clase de mantenimiento.
Me siento llena de energía positiva, así que según van pasando los ejercicios aumento mi nivel de intensidad, hasta que al terminar el monitor, un morenazo marcando todo su cuerpo musculado bajo la tela elástica, me aplaude felicitándome. Tras lo cual me muestro muy alegre y contenta en la sauna, con el resto de mujeres de la clase, charlando animada con mis compañeras.
Una vez en los vestuarios, ya estamos hablando de irnos a comer cuando suena mi móvil. Es un mensaje de buenos días de Javier, preguntándome cómo estoy. Nos escribimos un poco, me dice que se ha despertado hace una hora y que ha sacado a Thor a dar una vuelta, comentando el terrible calor que ha soportado. Cuando comenta que le encantaría ir a la piscina esta tarde, la idea me atrae más que pasarme en casa encerrada lo que queda de domingo.
Quedamos en una hora en mi casa. Me despido amable con mis compañeras, excusándome con educación. Voy a casa y al subir recuerdo que ya no estoy sola. Carlos está en la cocina, con mala cara y bebiéndose una bebida isotónica. Al verme allí, se le tuerce un poco el gesto.
-YO: Hola hijo ¿Estás bien?
-CARLOS: Hola…sí, solo sigo algo revuelto de las tripas.
-YO: ¿Y no vas a salir? Anoche me dijiste que habías quedado
-CARLOS: No…pero le he dicho a Celia que se pase por casa. – lo dice con todo el conocimiento de que eso no me agrada en nada.
-YO: Mira…yo ya no te voy a decir lo que pienso…
-CARLOS: Ya…pensaba que llegarías más tarde, como te sueles quedar con las del gimnasio…y estos días te vas a dar paseos hasta la cena…pero estoy a tiempo de llamarla y anularlo si no la quieres ver.
-YO: No…déjalo, yo me cambio y me voy a ir a la piscina. – me observa sorprendido.
-CALROS: ¿Vas a ir sola?
-YO: Pues no…
-CARLOS: ¿Qué pasa, te estás viendo con algún hombre? – es un reproche, no una pregunta.
-YO: ¿Y si es así…qué?
-CARLOS: No me gusta.
-YO: Ni a mí lo que estás haciendo con Celia…o lo que le hiciste a Isabel. - quita la mirada de suficiencia que tenía de golpe.
-CARLOS: ¿Pero te estás viendo con alguien o no?
-YO: Es sólo que tengo calor y Javier se ha ofrecido a acompañarme…como está hecho una mierda por lo que le hiciste, estoy tratando de hacer que se distraiga y supere lo que ocurrió. – es lo más cerca de decirle toda la verdad de lo que estoy preparada.
-CARLOS: Ahhh, bueno….- parece aliviado, pobre ingenuo.
-YO: Bueno, viene en un rato, me voy a cambiar y así puedes pasarte toda la tarde con Celia…- le acuso.
-CALROS: Solo queremos hablar…
-YO: Ya.
Me voy a mi cuarto disimulando la mezcla de sensaciones que tengo. Por un lado estoy contenta de ver que tengo una vida más allá de estas cuatro paredes, por otro, estar engañando a mi hijo me supone un malestar, pero gracias a dios él mismo se encarga de ponerme las cosas fáciles con su actitud. Me siento menos culpable al verme con Javier sabiendo que él hace lo propio con su ex novia.
Me doy una ducha rápida para quitarme la sensación de sudor del gimnasio y tras ponerme un biquini rojo, tan escueto como sexy, me visto de nuevo el vestido negro amplio que llevaba. En un bolso grande meto móvil, monedero, toalla, crema solar y gafas de sol, para estar ya lista antes de que pase la hora en que hemos quedado.
Me calzo unas sandalias y bajo a la calle, temiéndome que Javier y Celia se puedan llegar a cruzar. Por suerte no pasa y mi galán aparece con una camiseta apretada negra y un bañador corto rojo, que apenas le pasa de medio muslo. Es una imagen espectacular de su joven y robusto cuerpo, que me atrae.
-JAVIER: Hola preciosa mía.
-YO: Hola. – sonrío alegre, pero trato de evitar que tras el enorme abrazo que me da, se acerque a besarme.
-JAVIER: ¿Pasa algo?
-YO: Nada, es sólo que Carlos está en casa y vienen a verlo, no quiero que nos pillen.
-JAVIER: Vale… ¿Sabe que te vas conmigo a la piscina?
-YO: Si, se lo he dicho.
-JAVIER: No le habrá gustado…
-YO: No…pero lo que él esta haciendo no es mucho mejor. – se me escapa.
-JAVIER: ¿A qué te refieres?
-YO: Bueno…lo que pasó con Celia…- asiente nervioso.
-JAVIER: Ella es su visita ¿No?
-YO: Si…pero por favor, no te enfades.
-JAVIER: Mira...-sulfura- …no te diré que me no me cabrea…pero es algo que quiero dejar atrás…ahora mismo quiero pasar tiempo contigo, así me siento feliz.
-YO: Me alegra oírlo.
-JAVIER: Pues vámonos ya, que empieza a ser insoportable el calor. – tiene razón, pero no dudo que gran parte de su calor corporal sea por saber que Carlos y Celia se siguen viendo.
Le tomo del brazo y vamos a por mi coche. Una vez en el parking, ya no lo aguanta más y me toma de la nuca, besándonos apasionadamente. Tras unos minutos de caricias, arranco y nos vamos a la piscina municipal.
Por el trayecto no dejamos de tocarnos, de cogernos de la mano y mimar nuestras piernas. Es algo mutuo y muy dulce. Tardamos un rato en encontrar un hueco donde aparcar y recorremos el largo paseo hasta la zona de baño, bien agarrados el uno del otro. Cruzamos los vestuarios y una vez al otro lado, Javier sale ya sólo con su bañador, mientras que yo me siento tan confiada que me he quitado el vestido, con solo la toalla en mis manos. La forma en que nos sonreímos es tan cómplice que no puedo dejar de observar sus ojos tiernos.
-JAVIER: ¿Cómo puedes ser tan hermosa?
-YO: Me cuido…- digo abrumada.
Me toma de la mano y nos damos un beso tan común como inspirador para mí, de pareja formal. Vamos buscando un sitio donde meternos, encontramos una esquina del techado con sombra. Nos apresuramos a dejar las toallas y darnos crema, ya sin barreras ni inhibiciones, recorriendo el cuerpo del otro sin límites.
Nos acercamos a una de las duchas, Javier me sujeta por detrás y entre gritos y risas nos coloca debajo de gélido chorro de agua. La diferencia de temperatura es tanta que casi tirito, pero en sus brazos me siento tan cómoda y reconfortada que todo me da igual. Hasta que sus manos suben y me toman de los pechos, sintiendo mis duros pezones en sus dedos. Luego me besa el cuello y siento todo su miembro pegado a mi trasero. Lo adoro.
Cuando dejamos de sentir el choque térmico, nos lanzamos a la piscina, buceamos un poco para ir aclimatándonos, disfrutando de un baño refrescante en un tórrido día. Unos minutos después empezamos a buscarnos, es algo cómodo sentir que emerge ante mí, me toma de la cintura y me pega a su cuerpo, buscando mis labios con su boca. Me aferro a sus brazos, temerosa de que alguien pueda reconocernos, pero la realidad es que deseo que me bese. Y cuando ocurre es tan maravilloso y genial como debe de serlo. Los cortos y juguetones roces se convierten en giros de cabezas sensuales, con las lenguas pugnando por ganar la batalla.
Extasiados, damos un paseo por todo el largo hasta la zona profunda, allí me agarra, más para sujetarme que por sentirme, aunque no deja de sobarme el trasero. Nadamos un poco para relajarnos y tras lo cual me siento en el borde como siempre, dejando las piernas colgando, lugar que ocupa mi galán, besa mis muslos y apoyando en el bordillo, va subiendo por todo mi cuerpo hasta llegar a mi rostro, donde se queda admirándome, clavando sus ojos en los míos.
-JAVIER: ¿Te he dicho ya que eres preciosa?
-YO: Un par de veces…sí.
-JAVIER: Es que no me canso de decírtelo.
-YO: Tú no estás nada mal…- sonrío de lado, evitando su boca.
-JAVIER: ¿Sólo eso?
-YO: Bueno…estás muy bien la verdad. – cuando empieza a besuquearme el cuello, jadeo.
-JAVIER: Eso suena mejor.
-YO: No empieces…que terminamos como anoche.
-JAVBIER: ¿Y tan malo sería?
-YO: Pues si, imagina que nos hubiera visto Carlos…
-JAVIER: A mí me preocupa más lo me importa a mí, o a ti, no a él.
-YO: Pues a mí me importa que no se entere.
-JAVIER: En algún momento tendrá que saberlo. – eso es verdad.
-YO: Lo sé, pero por ahora prefiero que no, todo está muy reciente.
-JAVIER: Esta bien, pero…- se alza susurrándome al oído –… que sepas que no he dormido en toda la noche pensando en el sabor de tu coño en mi boca. – es grosero, y aún así me excita de inmediato.
-YO: Por favor…que vergüenza.
-JAVIER: No tiene que dártela, sabes de maravilla.- golpeo su fuerte tórax.
-YO: Ainsss…- estoy roja de vergüenza- … aún no me creo que pasara.
-JAVIER: Pues lo hizo y fue una locura.
-YO: Pues sí, me gustó.
-JAVIER: Habrá que repetirlo. – me tenso cuando desciende a besar mi vientre un segundo.
-YO: Para…Javier… ¿Es que no te cansas?
-JAVIER: Te estaría follando todo el día si me dejaras. – me sale una carcajada de nervios, le creo.
-YO: No suena mal.
Tira de mí por sorpresa, haciéndome caer al agua. Quiero jugar un poco con él pero enseguida me gira y se pega a mi culo, donde noto una brutal erección que hace que me muerda el labio. Es increíble que tras tres polvos en poco tiempo, tenga ya ganas de más. Su edad ayuda, pero me seduce la idea de que le atraigo de tal manera que no puede evitarlo.
Nos deslizamos hasta la zona con menos profundidad y vamos tentándonos con giros de cadera, roces y caricias en una conversación de nuestros cuerpos, en la que cada uno expone su deseo por el otro de forma sutil. Un pequeño deleite para los sentidos, que termina al salirnos del agua. No me extraña que Javier se quede unos minutos más chapoteando, si sale con su miembro duro bajo ese escueto bañador se le va a marcar todo.
Una vez que sale, nos tumbamos al sol para secarnos y dejar que nuestra piel tome el tono moreno que tan me gusta. Es un pequeño detalle, pero continuamos jugando con nuestras manos, buscándonos y acariciándonos los dedos. Es algo tan liviano que no parece importante, pero para mí es el mayor regalo que me puede hacer. Es la cotidianeidad del acto lo que me conmueve, lo que me eleva a mi máxima expresión de felicidad. No puedo dejar de gimotear y ronronear como una gatita a la que le dan mimos justo donde ella quiere, y como ella quiere.
Javier sonríe, cuando me mira parece no comprender lo contenta que estoy, aunque sabe que él es en parte culpable, empiezo a creer que soy yo, la que de una vez por todas, estoy dejando que las cosas fluyan, que me permito dejar atrás tanto dolor y puedo seguir con mi vida sin remordimientos ni pesares. Amé a Luis con todo mi corazón, pero el ya no está, ahora es este extraño adolescente al que quiero con locura, y él me corresponde de un forma que ni siquiera entiende.
-YO: Javier – le digo mientras me pongo de lado mirándole, posando mi mano en su pecho.
-JAVIER: Dime.
-YO: Yo…quisiera preguntarte algo.
-JAVIER: Lo que quieras. – comprende que es algo importante, se alza, tomándome del brazo.
-YO: Verás…sé que es muy pronto, pero…te quiero, te quiero muchísimo…y no quiero estar con nadie más.
-JAVIER: Ni yo…te amo Laura.- suspiro aliviada al oírselo decir otra vez.
-YO: No estoy preparada para que la gente lo sepa…sé que eso te puede cabrear o que no te guste…pero por ahora no quiero que eso cambie.
-JAVIER: Sí, es verdad que no me encuentro bien con la situación, no creo que estemos haciendo nada malo…pero respeto tu decisión.
-YO: Me alegra saberlo porque…pese a ello, no soportaría que estuvieras con otra…-tuerce el gesto ofendido –…sí, te conozco y ya sé que no lo harías…aún así…quiero…quiero…
-JAVIER: ¿Quieres que seamos pareja? – casi no me salían las palabras y le agradezco con los ojos que lo haya dicho él.
-YO: Yo…sí…es decir…llevo pensándolo desde hace mucho…pero hasta ahora no me atrevía a decírtelo.
-JAVIER: Básicamente, quieres que seamos novios…pero que nadie lo sepa. – dicho así, suena horrible.
-YO: Es sólo por ahora…en cuanto encuentre el momento adecuado, se lo diremos a quien queramos.
-JAVIER: No es lo que más me entusiasma del mundo…- agacho la cabeza sabiendo lo injusto que es lo que le pido -…pero es la única forma de que estemos juntos, y no deseo nada más. Sí, será un placer ser tu pareja.
-YO: Gracias, pensaba que te lo pensarías un poco más.
-JAVIER: No tengo que hacerlo.
-YO: ¿Y lo de regresar a tu pueblo…? Si lo necesitas puedo soportarlo, pero si sé que estamos juntos. – me besa la frente y alza mi rostro con sus manos.
-JAVIER: Olvídate de eso, Laura, estaba borracho y cabreado con el mundo, creía que no tenía nada por lo que quedarme, y ahora no tengo motivos para irme. No sin ti.
Me agarra de la cabeza y posa sus labios en los míos, es tan delicado que corta de raíz el llanto de alegría que estaba a punto de nacer de mis ojos. Le amo demasiado para interrumpir este instante con mis lagrimas, me aferro a sus hombros y me monto de rodillas sobre él. La efusividad y la energía que desprende cada beso en sobrenatural, la forma en que recorre mi cintura o mis caderas en cada giro de cuello me hacen sentir segura y firme entre sus brazos.
Noto enseguida en mi pelvis cómo se va hinchando su miembro, no puede evitarlo al tenerme encima, los gestos sensuales de su lengua me indican que está listo para tomarme en cualquier momento que le pida, que su deseo por mí vas más allá del físico. Lejos de retirarme, empiezo a frotarme contra todo el largo de su erección, me corresponde apretándome del trasero, sintiendo los movimientos oscilantes tan eróticos.
-JAVIER: Como no pares te voy a follar aquí mismo. – me susurra en uno de los escasos segundos en que nuestras bocas dejan de estar conectadas.
-YO: ¿Y si quiero que lo hagas?
-JAVIER ¿Aquí delante de todos? – es cierto, casi me había olvidado que estamos en mitad de un techado, repleto de gente disfrutando de un día de piscina.
-YO: Ven.
No parece muy convencido hasta que muerdo su labio inferior, llena de deseo. Me pongo en pie y cojo nuestras cosas, a lo que él me sigue, tratando de esconder bajo bañador la descomunal apariencia de su sexo. De la mano, le llevo hasta el solárium, que a estas horas está casi vacío, y tras unas escaleras de cemento que suben a un segundo nivel de césped, encuentro un esquinazo solitario.
Hecho mi toalla en el suelo, agarro su cadera y le beso tan profundamente que siento cómo su laringe vibra. Le empujo contra el lateral de la pared y mis manos bajan a su paquete, metiéndose por dentro de sus bermudas, atrapando entre mis manos su poderoso miembro. Ya lo siento cabecear sólo de tenerme cerca, beso su cuello mientras masturbo tenuemente todo el largo de su falo.
-YO: Siéntate. – le ordeno.
Obedece de inmediato, apoyándose con la espalda en el muro, se desliza hasta quedar en el suelo. Me pongo de pie con sus piernas largas rectas entre mis muslos y dedicando un vistazo fugaz a mí alrededor, me echo su toalla por encima de los hombros. Es tan grande que me llega por los gemelos y al dejarme caer de rodillas sobre él, nos cubre por competo, salvo sus pies y nuestras cabezas.
De un gesto hábil, casi leyéndome la mente, se baja un poco el bañador, dejando que su erección caiga sobre su abdomen. No tardo en volver a sujetarla entre mis manos y continuar masturbándole, a la vez que me toma de la nuca para proseguir el festín de besos lascivos que habíamos iniciado. No sé cuándo exactamente, entre la lujuria y el morbo estoy algo ida, pero tengo la parte de arriba del biquini quitada y su boca succionándome un pezón, jugando con la punta de su lengua en él.
Yo me centro un sujetar la toalla para evitar dar el espectáculo, aunque hay poca gente, no costaría que quien nos vea adivine qué ocurre. Al poco eso ya no importa, solo la sensación de placer que me produce verle devorarme cada seno mientras estruja el otro, retorciéndolo a mi gusto.
-JAVIER: Joder que bien lo haces…- suspira agitado al sentir mis muñecas revolotear al subir y bajar por su erección.
-YO: Shhh, calla y disfruta.
Tiro de los cordones de la parte de abajo de mi biquini, por suerte es tan escueto que de un tirón me lo saco, quedando perdido entre nuestros cuerpos. Me alzo para besarle mejor desde arriba, o eso se cree él, que tomándome de la cintura me ayuda. La sorpresa inunda su rostro cuando de un rápido gesto apunto su glande a mi sexo, lubricado ya de la excitación, haciéndolo resbalar dentro de mí de una sola estocada.
-YO: ¡Dios! – gimoteo entre dientes al sentirle dentro, abriéndome otra vez.
-JAVIER: Uffff
El pobre solo resopla, no se lo esperaba y su cara de placer es indescriptible, se muerde el labio por no gritar y me observa con ojos traviesos. Quiere volver a destrozarme, se lo noto en cada respiración, pero no puede, está encerrado entre la pared y la toalla, conmigo encima dominándole por primera vez, como tantas veces he deseado.
Eso no cambia que sus manos van directas a mi trasero, logrando que me encienda aún más con la característica manera que tiene de masajearme el culo, sujetando cada nalga, separándolas dando pequeños azotes que casi parecen pellizcos con toda la palma.
Me sujeto a sus brazos cuando siento que dejo de arder por la primera penetración, sonrió picara ante sus ojos que brillan de deseo. No le hago sufrir más, comienzo un bamboleo de mi cadera, de arriba a abajo, sin llegar a separarnos, hago que toda su circunferencia quede atrapada entre mis paredes vaginales, palpitando, clamando algo de acción. Me posiciono mejor, sujeto bien la toalla y usando la pared como apoyo, hago que casi salga de mí para volver a introducirle de un solo golpe.
Una y otra vez, el movimiento se repite, cada vez nuestras pelvis chocan, produciendo un chapoteo muy sensual, que cada poco va sonando más rápido y potente. Por segundos deseo tumbarlo y montarlo como una amazona, desatarme, pero no puedo arriesgarme a que alguien nos llame la atención, pese a que es evidente lo que hacemos. Me basta y me sobra verle disfrutar sin moverse, sólo acompaña mi cintura con las manos, y cuando reboto, aprieta sus músculos poniéndose en tensión, de un forma tan erótica que deseo imprimirle más fuerza.
Ya estoy empapada en sudor cuando debo tomarme un descanso, entre el sol, la toalla y el sexo, estoy ardiendo. En ese instante Javier me toma de los pechos, sujetándolos con pericia y besándome con tanta pasión que temo que me arranque la cabeza. Me ha tocado la lotería con este chico, a la mayoría de hombres que he montado así ya se hubieran corrido, pero Javier sigue con su erección dura y partiéndome por la mitad. Viéndome algo cansada, se permite el lujo de girar su pubis en círculos, deleitándose con la sensación mientras que uno de sus dedos busca mi clítoris, al que acaricia y frota.
-JAVIER: No te habrás cansado ya ¿No? – sonrío juguetona.
-YO: No acabo ni de empezar.
Apoyo la planta de los pies en el suelo, rodeando su cabeza con mis brazos, gano la posición y retomo las penetraciones, pero ahora subo y bajo de forma recta, algo mucho menos cansado, y que por sus gemidos guturales, le produce más placer.
Cuando ataca mi cuello, chupándolo y besándolo indiscriminadamente, entrelazo mis dedos por su cabello y aprieto tan fuerte el ritmo que siento el aire de la toalla oscilando en mi trasero. Javier bufa, me agarra del culo y su caderas buscan las mías con cada envite, ayudándome a que cada vez que bajo, suba más alto y caiga a plomo, sin que se salga su sexo del mío.
Ha llegado el momento, ya le conozco lo suficiente para saber cuándo se va a correr, dejo de dar saltos como una loca para dejarle dentro de mi completamente, junto nuestras frentes y ladeo la pelvis para sentir como cada chorro de semen me inunda por dentro, con cada explosión le veo apretar las dientes, juntando las piernas en tensión para llegar lo más hondo que pueda.
Latigazo tras latigazo, su cuerpo se va relajando y el mío con el suyo. Nuestras respiraciones agitadas se van ralentizando y mi cuerpo va dejando de friccionar el suyo. Me venzo de rodillas otra vez sobre su tórax, él me abraza y deja que ambos sintamos cómo su erección va perdiendo poder en mi interior.
-JAVIER: Laura…eres una maravilla.
-YO: ¿No está mal, eh?
-JAVIER: Eres muy traviesa…así no me has dejado opciones de hacerte nada. – besa mi hombro dulcemente.
-YO: Esa era la idea.
Me aparto unos segundo en los que tomo su rostro, parece desencajado y agotado, pero agradecido. Nos besamos un buen rato hasta que hociquea de forma definitiva, para decirme que ya se ha recuperado. Esta vez no he alcanzado el orgasmo, pero tampoco quería, pretendía regalarle algo especial y por cómo me mira, lo he conseguido.
De forma acrobática, conseguimos volver a ponernos el biquini y el bañador bajo la toalla. Una vez colocados, nos ponemos en pie y dejamos las cosas allí, ya que nos han quitado el sitio en el techado. Poco nos importa, ya que vamos al baño para asearnos un poco. Javier no se da cuenta por que aún está disfrutando de lo que ha ocurrido, pero varias personas nos miran con ojos de “Sabemos lo que habéis hecho.” Temo que nos recriminen algo pero la verdad es que estoy encantada con lo que ha pasado.
Una vez hemos regresado a la piscina, decidimos darnos un baño tranquilo, con algunas caricias, sí, pero sin pretensiones, solo refrescarnos por el terrible calor y la sensación de sexo aún pegada a la piel. Tras una media hora nos salimos a secarnos, y antes de que cierren, decidimos irnos para evitar el agolpamiento de gente.
En los vestuarios me pongo el tanga fino rojo que llevaba, junto al vestido negro cómodo sin sujetador, ya que no enseña nada y voy más cómoda. Al dirigirme a la salida, Javier ya está allí, vestido con su camiseta. La forma tan dulce con la que me recibe abrazándome, agarrándose a mi trasero y besarme, me da mucha confianza. Son casas que una mujer aprecia, aunque no sepamos muy bien por qué, pero que un hombre no sea capaz de quitarte las manos de encima tras haber tenido sexo, nos da confort y firmeza en que todo va bien.
Damos un paseo hasta el coche, donde nos torramos debido al calor acumulado por el sol. El aire acondicionado tarda unos segundos en hacer efecto, y para cuando llegamos a su casa, me da pena bajarme. Así que Javier sube a por Thor y cuando bajan, los tres nos vamos a dar una vuelta por la ciudad. El animal está contento de verme y se frota contra mis piernas, demostrando lo mucho que me quiere. Una vez que ya ha dejado de hacer sus necesidades, damos un rodeo por una avenida hasta regresar al piso de estudiantes.
-JAVIER: Bueno…me ha alegrado mucho pasar el día contigo Laura.
-YO: Y a mí. – le digo melosa.
-JAVIER: ¿Y ahora qué vas a hacer?
-YO: Iré a casa, cenaré algo y me acostaré temprano, estoy algo cansada de todo el fin de semana.
-JAVIER: ¿Quien tendrá la culpa? – me atrae hacia él, cogiéndome de la cintura.
-YO: Pues tú, mi galán, que llevas todo el fin de semana habiéndome de todo.
-JAVIER: Y más que te voy a hacer. – me sonrojo al observar cómo me busca los labios.
-YO: Bobo – acaricio su mejilla, mientras nos fundimos en un largo beso sensual y muy elegante – anda, que me tengo que ir a casa.
-JAVIER: Avísame cuando llegues.
-YO: Vale. Te quiero, Javier.- su media sonrisa me grita que adora escucharlo.
-JAVIER: Y yo a ti, Laura, mucho. –nos besamos una ultima vez, un gesto dulce y tierno.
-YO: Hasta mañana.
-JAVIER: Hasta mañana.
Me encanta sentir su mano apretando mi trasero antes de soltarme. Luego acaricio a Thor unos segundos, antes de subirme al coche. Tomo la calle en dirección a mi casa, por el camino razono la locura que acabo de hacer, le he montado en mitad de una piscina pública, en cambio no me arrepiento de nada.
Para cuando llego a casa estoy convencida de que esto no puede salir mal. No hay forma humana de que esto se vaya al traste. Tengo la certeza de que pase lo que pase, Javier no me va a fallar, y que yo no le defraudaré. Nos amamos y es tan fuerte la conexión entre nosotros que nadie ni nada podrá separarnos.
Una vez en casa, me acuerdo de Carlos y de Celia. Entro en mi casa haciendo todo el ruido de llaves que puedo, dando un portazo. Al no recibir respuesta, dejo las cosas en mi cuarto y me acerco a su habitación. Con cuidado me asomo y me frustro al ver a la parejita dormidos en la cama, con toda la ropa de ambos en el suelo.
Me voy a la cocina maldiciendo, allí me encuentro un nota de mi hijo diciéndome que ya han cenado y que ella se va a pasar la noche con él “cuidándolo.” Me repatea por dentro, pero al menos sé que Celia se irá mañana con su madre al pueblo de su abuela. Será un problema menos.
Ceno ligero, y me voy directa a la ducha. Tras un largo baño relajante, me pongo un tanga limpio y un camisón, para echarme sobre la cama. Es muy pronto pero estoy realmente agotada. Le escribo a Javier diciéndole que ya llegué a casa y que me iba a acostar. Me responde rápido deseándome felices sueños, llenos de besos.
Apago las luces y me tumbo, queriendo descansar. Pero no logro hacerlo y tras una hora de dar vueltas sobre el colchón, me hastió de mi misma. El ruido de una cañería, alguien gritando por la calle o el sonido de las manecillas del despertador, todo me molesta. Para colmo suena mi móvil, cuando iba a tirarlo por la ventana, veo que es un mensaje de mi galán.
-JAVIER: Esto es un asco…llevo como media hora intentando dormir.
-YO: Yo igual…no cojo el sueño. – le contesto.
-JAVIER: Creo que nos echamos de menos en la cama.
-YO: Puede ser.
-JAVIER: ¿Anda…por qué no te vienes, nos abrazamos y dormimos juntos? – sonrío por lo dulce que es.
-YO: Estás loco…
Es una chiquillada de su parte, además estoy segura de que si voy, volveremos a tener sexo, si no esta misma noche, por la mañana. Eso si no es la dos veces. Tengo que levantarme para ir a trabajar y tras todo lo ocurrido, creo que debo tomarme un respiro.
Luego miro la hora, es tarde, pero no demasiado, y al pensar en que Carlos y Celia están durmiendo juntos tan plácidamente a escasos metros, me da coraje pensar en que ellos disfrutan y descansan, mientras que Javier y yo sufrimos separados.
-YO: Vale, voy para allí.
Continuará...