Reeducación Sexista 7
La conducta de Elena alcanza unos estándares que pueden ser peligrosos tanto para ella como para sus conocidos. Alguien debe intervenir.
Elena llegó a la casa de Jack en el transporte público, se dirigió directamente hacia la puerta trasera como le habían indicado y lo encontré. Instintivamente le tomó del cuello y le dio un beso profundo. Estaba excitada y preparada para la fiesta, con las bragas empapadas y sin dejar de fantasear con todas y cada una de las pollas que la penetrarían.
_ Ya pensaba que no vendrías._ Jack le dio un azote, ella sonrió.
_ No me lo perdería por nada del mundo._ Elena alargó la sonrisa todo lo que era posible._ Tengo el coche estropeado y he tenido que venir en el bus.
_ Haberme llamado… te habría pedido un Taxi_ Le acarició los labios.
_ No quería molestarte._ Dijo, en un susurro.
Jack dio un paso atrás.
_ Como me deje llevar el resto no te catarán. Toma tu máscara y quítate la ropa.
Elena se quitó la ropa deprisa, a ese punto le encantaba estar desnuda, en casa cada vez llevaba menos. Se puso la máscara dorada, de estilo veneciano, que cubría por completo la parte superior de su rostro. Escuchó un sonido de cascada, y se dio cuenta de que Jack había servido un chupito en una copa.
_ ¿Qué es esto?_ Preguntó, cuando se lo pasó.
_ Un estimulante, para que aguantes más._ Dijo él._ Va a venir mucha gente.
No había terminado la frase cuando Elena ya se había bebido la copa. Notó como sus pezones se endurecían rápidamente. Le brillaban los ojos, aún más hambrienta de sexo, mientras se movía seductoramente hasta el salón. Se colocó en el centro, rodeada de unos largos sofás. Allí había otras cuatro chicas. Parecían aburridas. Tenían los pezones endurecidos, seguramente debido a las propiedades afrodisiacas del estimulante, pero ni de lejos había la misma mirada enloquecida en sus ojos o ese brillo en sus piernas producto de los flujos que ya habían manado.
A medida que entraban los invitados y se ponían sus máscaras, ella iba excitándose más. Allí estaba de rodillas, con las otras chicas, temblando y dando leves envites esperando que la eligieran. Los invitados se fueron poniendo sus propias máscaras y desnudándose, sentándose en los asientos.
No supo que pensar cuando vio a Alyssa y Allison entrar. Pudo reconocerlas antes de ponerse las máscaras. Y se puso nerviosa… pero no celosa. No le importó que su novia entrara a una fiesta pornográfica de la mano de una mujer más sensual que ella. Después de todo, ella le ponía los cuernos todos los días más de una vez. Sería hipócrita enfadarse de que ella hiciera lo mismo. Alyssa no pareció darse cuenta de quién era mientras se sentaba.
Aquello no hacía si no darle más morbo. Su novia estaba allí… y a su boca, lo que se acercaba era una primera polla. No era demasiado grande, pero a ella le gustó su forma. Rápidamente notó como alguien empezaba a penetrarla. No pudo evitar fijarse de que no se trataba de una masa de carne.
Era Allison. La rubia, ante la atenta mirada de la abogada, que se encontraba acariciándose los grandes pechos en el sofá, estaba penetrando a Elena. Se hizo “popular” muy rápidamente. Cuando se quiso dar cuenta tenía la polla en la boca y otra en cada mano, mientras Allison, gritando de forma posesiva, la seguía penetrando con aquel consolador negro de gran tamaño. Cuando se acostumbraba, Alyssa se acercó y empezó a meterle un dedo en el culo.
_ Esta perra está como una moto._ Comentó, con su ya habitual confianza.
Era evidente, y por eso todos parecían haberse olvidado de las otras cuatro chicas, que estaban con Jack que, sentado en el sofá, dejaba que se turnasen para chupársela, porque todos parecían interesados en Elena. Y no era para menos.
Elena era la protagonista de la fiesta. Hubo un gruñido y la bañaron. Ella tenía una expresión de deleite cuando se corrieron todos. Pero rápidamente fueron sustituidos. Ni corta ni perezosa, recibió con afecto aquella polla extraña invadiendo su sexo mientras miraba a Allison con la mirada.
La rubia parecía querer sustituir a alguna de las cuatro prostitutas. A pesar de tener el pelo revuelto y vérsela visiblemente agotada estaba haciendo esfuerzos por ayudar a sus “compañeros caídos” a resucitar sus pollas tanto con sus labios como con sus pechos.
Elena no tuvo mucho tiempo para distraerse con la imagen. Alguien la tomó del pelo y la llevó a su entrepierna. Reconoció esa actitud dominante. Era Alyssa. Y se dejó llevar, lamiendo aquella fruta prohibida que el peligro hacía saber distinta. Los hombres que tenía a sus lados sujetaban sus tetas con fuerza, apretando sus ya más que hinchados pezones. El hombre a su espalda la penetraba hasta lo más hondo, jugando con su ano.
_ Recordad, chicos. Nada de darle por el culo a la señorita, las reglas son las reglas._ Les recordó.
Aunque en parte lo deseaba, no quería que se le estropease la fiesta a causa del dolor. Nunca le habían dado y por eso había pedido eso. Si su acompañante de la espalda le diese como le estaba dando probablemente le rompería el culo para siempre.
De nuevo… el esperma le cubrió el rostro, le golpeó los pechos… le lleñó su precioso coño, acompañado de los flujos a Alyssa, antes del cambio de turno. Otra polla que chupar, otras dos que sujetar… y un strap-on en el coño, Allison había vuelto.
La estrella de la fiesta estuvo follando sin parar durante horas. Cuando Elena finalmente dejó de ser usada cayó al suelo. Su piel estaba completamente manchada, y tenía una sonrisa de felicidad plena. El semen y los flujos la llenaban por completo. Uno por uno los invitados se vistieron y se fueron marchando.
_ ¿Estás lista para irte?_ Elena elevó la vista y vio que Alyssa y Allison, aún vestida, se estaban besuqueando en la entrada.
_ Por mí me pasaría toda la noche, pero Andrea se preocupará si no llego pronto._ Dijo Allison, con una risita._ Soy una esposa preocupada.
_ Y yo una novia entregada._ Dijo Alyssa, riéndose. Allison no lo hizo._ En fin, gracias por venir. Te llevo a casa.
Elena en ese momento sí se sintió un poco vacía, pero la euforia era demasiado fuerte. Jack tuvo que ayudarla a ponerse en pie, mientras la arrastraba por la casa de camino a la ducha.
_ ¿Te has divertido?_ Le preguntó él.
_ Me lo he pasado mejor que en toda mi vida._ Dijo, sinceramente.
Cuando se duchó, durmió desnuda en uno de los sofás, y al día siguiente volvió a casa en un taxi que Jack pagó generosamente. Elena no se había despedido sin hacerle una buena mamada. El mismo acuerdo al que llegó con Fred al explicarle lo cansada que estaba.
Fred fue sorprendentemente comprensivo con ella y la dejó descansar el fin de semana. El hombre, sin embargo, se llevó una sorpresa cuando llegó el Lunes a ver a su putita.
Se quedó congelado en la puerta. Elena había reducido aún más su vestimenta. Llevaba un top que apenas lograba cubrir del todo la parte baja de su pecho, mostrando sus bordes inferiores, y que tenía un cuadrado tan pronunciado que podía verse el borde de sus pezones. Tenía puesta una falda tan corta que casi parecía una braga vaquera, aunque ni en eso cumpliría, porque se veía la parte baja de vulva claramente si se movía. No llevaba sostén o bragas.
_ Si es mi pichabrava favorito._ Le dijo, mirándole y pasándose la lengua por los labios pintados de un intenso rojo pasión._ Has sido muy amable conmigo este fin de semana… ahora necesito que me llenes de leche antes de ir a trabajar.
Fred pensó que estaba en un sueño erótico. Era la imagen más excitante que había visto en toda su vida, así que no hizo preguntas, simplemente se bajó los pantalones. Elena le empujó sobre la cama y se sentó sobre su polla con tanta facilidad que asustaba.
_ Oh sí, joder. Dos días sin mi ración de polla._ Elena ya no disimulaba.
Ella NECESITABA polla. A diario. Ya se había percatado. No valía la pena fingir, no valía la pena hacerse la difícil. Necesitaba disfrutar. Necesitaba que la follaran.
_ Que putita estás echa._ Le dio un azote mientras veía sus pechos botar, porque la escueta ropa no había conseguido contenerlas._ Sólo necesitabas tiempo para demostrarlo.
_ Sí… soy una puta, una zorra. ¡Eso es lo que soy!_ ¿Para qué mentir? Fred lo sabía perfectamente. Jack lo sabía perfectamente. No volvería a mentirles o a hacerse la dura.
Fred se rio, llenándola de su leche como ya hacía cada mañana. Elena finalmente se había roto. Había asumido su condición. Iba de camino al trabajo chupando la polla de Fred como cada mañana. Llegó con una sonrisa y se sentó en la mesa de trabajo.
Pero no trabajó. Elena se pasó la mañana leyendo historias picantes mientras esperaba la hora del descanso como de costumbre. Su mano acariciaba su sexo desnudo continuamente. Ya no le importaban los cuchicheos de sus compañeras. Ya no le importaba que la llamaran puta.
Cuando llegó la hora del descanso se fue directamente hacia el despacho de Jack. En su mirada había una expresión de depredadora, del más puro deseo. Se pasaba la lengua por los labios mientras cruzaba la puerta y se lanzaba sobre él para besarle.
_ Hola, cariño…_ Le saludó.
_ Elena, cálmate. Para._ Le dijo._ Teresa va a venir a desayunar conmigo. Hoy no…
Se estremeció cuando Elena le tocó por encima del pantalón.
_ Pero yo necesito esta polla, Jack._ Le susurró._ Vamos… Uno rapidito… te dejaré encima.
_ Elena, he dicho que no._ La apartó de un empujón._ Vuelve a tu puesto. Y no puedes venir así. ¿No decías que no querías que todo el mundo supiera que eres mi puta? Así vestida no disimulas muy bien.
_ Ya me da igual. Soy una puta. Lo he aceptado._ Dijo, en un susurro excitante._ Pero está bien. Ven con tu mujercita. Pero cuando te aburres, mi coño te estará esperando, hambriento.
Salió por la puerta, enfadada, pero no resentida. Si él no deseaba follarla estaba en su derecho. Ella sólo era su fulana, no su novia.
Pero seguía necesitando una polla. Una cualquiera. Miraba de un lado a otro, pensando en cuál podría ser su víctima, sobre quién podría sentarse. Escogió al jefe de sección. Un hombre atractivo, vestido de traje. Viudo, que ella supiera. Si la rechazaba probablemente la despidieran, pero ya no le importaba. Lo importante era lo que su coño le decía.
Iba a tocar en la puerta cuando le pusieron la mano en el hombro. Allison era la que la había interrumpido. Le miró las tetas, pero negó con la cabeza, ella lo que necesitaba era una buena polla.
_ ¿Qué haces aquí?_ Le preguntó, de mala gana.
El sábado había disfrutado mucho de que la penetrara con un strap-on, pero eso ella no lo sabía. Sin embargo, cuando le dio un leve tirón, ella la siguió como una autómata. Sin embargo, iba mascullando cosas sobre comerse la polla de alguien, que Allison acallaba canturreando “Barbie girl” con todas sus ganas.
La metió en la parte de atrás de una limusina. Elena se quedó mirando a la doctora Harrison como se mira a un pastel especialmente sabroso. La miró con más deseo que a Jack o a Fred aquella mañana.
_ Tenías razón, cariño. Ha llegado el momento.
Andrea Harrison se bajó los pantalones y fue la propia Elena la que le bajó el calzón, revelando el colosal miembro de la doctora. La primera vez que la vio, estaba en trance y por eso la ignoró. Aquella vez, la sorpresa de su tamaño se sobrepuso a su lujuriosa mente por encima de que fuese una mujer con miembro.
A su lado, la polla más grande que solía montar, la de Fred, se quedaba muy atrás. Elena se olvidó del “secuestro” y empezó a montar lentamente aquella monstruosidad.
_ Oh… gracias… doctora. Fóllame. ¡Fóllame duro!_ Estaba llorando de felicidad.
_ Allison… vamos… a… consulta… ya está todo listo._ Gruñó.
Andrea cogió las nalgas de Elena y vio como, al igual que había ocurrido con Fred, los pechos de Elena salían del escueto top y empezaban a botar de forma desigual.
Aquello fue demasiado para la doctora, que aferró las nalgas ajenas con furia y empezó a forzar la penetración, forzando a Elena a gritar con fuerza.
_ ¡Azótame! ¡Azótame duro, doctora!_ Le pidió, mientras se inclinaba y la besaba.
_ ¿Eso querías, Elena?_ Le preguntó, separándose de esos labios que no dejaban de buscar los suyos.
_ Déjame ser tu zorrita, doctora…_ Le dijo, lo más sensualmente que pudo.
_ Allison, debiste avisarme antes._ Dijo Andrea, mientras se sacaba las tetas.
Elena empezó a morderlas con la misma ansia que había hecho la primera vez, mientras sus chapoteos sobre la polla ajena se hacían más y más sonoros.
_ Me corro, Elena._ La avisó.
_ Sí… córrete dentro… hazlo… lo necesito.
Cuando finalmente se corrió, Elena tenía los ojos abiertos en pleno, en una sonrisa de absoluta felicidad. Se desplomó sobre su improvisada amante, y empezó a besarla en los labios.
_ No te preocupes, Elena… vamos a darle un nuevo sentido a tu vida… muy pronto._ Allison se rio ante la ocurrencia de su mujer.