Reeducación sexista 5
Elena está muy emocionada por tener una cita con Alyssa, su novia... pero para sus desgracia encontrará problemas con viejos conocidos por el camino.
El pintalabios surcaba los labios de Elena, que los trabajaba con dedicación. Elena no se daba cuenta de lo mucho que trabajaba ahora su maquillaje, de que sus faldas eran tan cortas que cuando se movía se podía ver el punto más bajo de sus bragas. No se daba cuenta de que había pasado de los zapatos planos a unos impresionantes tacones de aguja con los que no le costaba andar, o de lo generoso que era siempre su escote, y cómo esto había reducido el tamaño de su sujetador. Tampoco de lo cortas que eran sus blusas, enseñando el ombligo.
Pero si se estaba maquillando tanto era para su cita con Alyssa. Ella tampoco parecía haberse dado cuenta de lo mucho que había cambiado su novia desde que visitaba a la doctora Harrison. La despistada Elena bajó a paso ligero cuando escuchó el claxon. Allí estaba Alyssa, apoyada sobre el coche, con un pitillo entre los labios y una expresión de seguridad absoluta que no encajaba con la mujer que conoció en su día.
Ella iba vestida de cuero negro. Había adelgazado, no demasiado, pero su figura parecía mucho más seductora. Elena se lanzó a sus brazos y ella, ni corta ni perezosa, le puso la mano en una de las nalgas.
_ Te echaba de menos, preciosa._ Le dijo, sin dejar de sobarla, provocando el sonrojo de Elena.
_ Siempre estás tan ocupada…_ Se acercó para darle un beso casto, pero Alyssa no se lo permitió, aferrándole la cabeza para darle uno largo e intenso, posesivo.
Elena no quería darle un beso como ese porque un gesto tan simple, sumado a cómo le había tocado el culo, había hecho que su clítoris se encendiese. Su lívido parecía seguir creciendo.
_ Ya sabes cómo es mi trabajo, siempre hay mucho que hacer._ Dijo, acabándose el pitillo. Lo lanzó al suelo y lo aplastó con la bota._ Vamos, sube al coche.
Elena asintió y se subió en el asiento del copiloto del deportivo. Diligentemente se puso el cinturón mientras su chica conducía.
_ ¿Dónde vamos?_ Le preguntó, insegura._ ¿Vamos a un restaurante?
_ No tenemos mucho tiempo, así que vamos a ir directamente al grano, Elena.
Una vez más, su clítoris pareció gritar de júbilo. A pesar de que aquel mismo día Fred la había hecho correr con los dedos y Jack se la había follado cuatro veces en el trabajo, seguía insatisfecho.
_ Eso me gusta… De hecho, ya estoy…_ Su mano se había dirigido inconscientemente bajo su falda._ Ansiosa por empezar.
Alyssa lanzó una risotada. Se sentía poderosa al poner tan cachonda a su novia. Verla y escucharla gimotear en el asiento del copiloto era una delicia. Quizá debería estar más concentrada en la carretera, y menos en ella, porque escuchó una sirena y les dieron el alto.
_ ¡Mierda!_ Exclamó Alyssa.
Elena observó cómo el agente se acercaba. Sacar los dedos de su coño fue un auténtico sufrimiento. Y fue entonces cuando se quedó de piedra. Había escuchado muchas veces que los criterios de la policía se habían desplomado. Pero ver a Fred con el uniforme acercándose… la había… asustado. Corría el riesgo de que su chica se enterase de todo.
_ Alyssa, déjame, yo hablaré con él._ Le dijo._ Pero no salgas del coche, vale.
Sabía cómo tratar a Fred. Y si salía bien, por una vez parecería segura delante de su chica. Se bajó del coche y se dirigió directamente al agente.
_ Elenita, Elenita._ Fred alargó la sonrisa._ ¿Sabes a qué velocidad ibas?
_ No, no lo sé._ Reconoció._ A mi chica se le ha ido el pedal.
_ ¿Tienes novia? Quién iba a decir que eres trucha… con lo bien que comes la polla.
_ Soy bisexual._ Matizó, molesta._ Mira, dime qué tengo que hacer para que no nos multes.
_ Mira… si fuera por mí, te dejaría ir, Elenita… pero mi compañero…_ Sonrió, maliciosamente.
Su compañero debía acabar de salir de la academia. Aunque estaba en buena forma, tenía acné juvenil por toda la cara.
_ Por otro lado estoy segura de que con tus encantos… le puedes convencer._ Fred lanzó una risotada._ Y a mí si me das eso que llevo tanto pidiéndote.
_ ¿No vas a parar hasta follarme, verdad?_ Bufó Elena.
_ Siempre puedo acercarme y contarle a tu chica nuestro pequeño secretito.
Elena se puso pálida.
_ Está bien… pero sólo por esta vez._ Masculló._ Y no se te ocurra correrte dentro. Si Alyssa encuentra Semen después…
_ Eres dura negociando, cariño. Pero no te preocupes, tengo condones para una señorita como tú._ Fred se rió de su propio chiste._ Y estoy seguro de que mi amigo Mike tiene algo para ese olor que te gastarás en la boca después.
Elena suspiró y se dirigió con Fred al coche. En realidad, aquella multa no supondría el menor problema para Alyssa… pero para Elena ya eso daba igual. En su mente, si el sexo lo solucionaba, ya era la mejor manera por defecto.
La colocaron sobre el maletero, por si a Alyssa le daba por mirar por el retrovisor. Elena se abrió la blusa y se bajó el sostén sin quitárselo. Y las bragas las hizo a un lado. Ya había adquirido experiencia en follar vestida gracias a sus tratos con Jack.
Aquel niñato con uniforme aún no se lo creía mientras Elena empezaba a lamerle su pequeña y delgada polla. Elena no hizo ningún comentario, pero estaba segura de que era su primera vez. Engulló el miembro obedientemente y empezó a mamar, como la experta en la que se había convertido. Le pidió a Fred que no se anduviera con rodeos y se la metiera directamente, porque le veía que se estaba entreteniendo mucho jugueteando con su coño.
_ Aburrida._ La acusó.
_ No voy a quedarme aquí toda la noche. Alyssa se tiene que estar impacientando.
Elena no pudo continuar quejándose. Cuando aquella polla que tan bien conocía la penetró, el joven Mike aprovechó para taparle la boca con su rabo. Como había apreciado Elena, no era demasiado grande, pero el joven la movía con mucho entusiasmo.
Elena no tardó en dejarse doblegar, convertida en una masa de carne que recibía embestidas sin parar. Fred la tenía más grande y gruesa que Jack, eso era innegable por feo que fuese el desgraciado. Sus ojos estaban en blanco. Mike no tardó mucho en correrse, demasiado impresionado con lo que acababa de pasarse. Pero Fred se aprovechó de ello. Empujó a Elena sobre ese maletero, bombeando cada vez con más fuerza. Él gritaba como un auténtico animal de granja, probablemente no se había tirado a una chica del calibre de Elena en toda su vida, y ahora por fin hacía realidad su sueño.
Le agarró las nalgas con intensidad cuando vio que estaba extasiada, y le dio un par de fuertes azotes que la hicieron gemir de genuino placer. Elena estaba ida. Su mente se había apagado y sólo podía obedecer a su coño, que era mucho más honesto que su cerebro.
La castaña no pudo evitar gritar como una cerda cuando aquel desgraciado se corrió, llenando aquel condón. Era una corrida abundante, y era una suerte que no la tuviera dentro. Habría manchado el asiento de su chica nada más sentarse. Agotada, le costó levantarse del maletero y volver a colocarse la ropa.
_ Veo que te ha gustado, zorrita. Has gemido como una perra._ Fred le dio un azote en el culo.
_ Cállate hijo de puta._ Le dijo ella._ Ya tienes lo que querías, me voy.
_ Antes de irte._ Fred alargó la sonrisa._ Quería ofrecerte una revisión de tu alquiler.
_ Mira, Fred, no estoy de humor para.
_ Si me das barra libre con ese cuerpazo tuyo… te dejaré vivir en el piso gratis.
_ Vete a la mierda, Fred._ Le gritó, como despedida.
_ Pues verás como se entere de que en realidad no somos policías._ Le susurró a Mike._ ¿Te ha gustado tu primera mamada?
_ No sé, tío Fred._ Contestó._ ¿No está mal haberla engañado?
_ ¿Qué más dará, Michael? Sólo es una zorra que finge que tiene dignidad.
Elena ya estaba presentable, a excepción del pelo algo revuelto cuando volvió al coche. Alyssa se había dormido en el asiento. Tenía una impresión adorable cuando se despertaba. Elena se subió en el asiento del copiloto y empezó a darle seductores besos en el cuello.
Alyssa reaccionó lentamente, acariciándole el pelo al despertar. Se desperezó y echó un vistazo a su alrededor. El reloj indicaba que había pasado más de media hora.
_ Veo que te ha costado convencer a esos polis._ Dijo, sin dejar de acariciarle el pelo.
_ Lo siento, mi amor… Pero al final me he librado de la multa, es lo que importa, ¿No?
_ Sí, has sido una buena chica.
Alyssa aparcó en un parque, que a esas horas estaba vacío. Salió del coche y Elena la siguió, algo confusa. Alyssa la estampó contra el vehículo y empezó a darle un beso tórrido e intenso. Como ya era costumbre, volvió a mojarse de inmediato.
_ Quítate la ropa._ Le ordenó ella.
Elena no lo cuestionó. Empezó a despojarse de la blusa de inmediato. Alyssa se fue al maletero mientras el sujetador se soltaba y la falda caía al suelo junto con las bragas. Lo dejó todo dentro del coche y, como por instinto, se llevó las manos a los pechos, en una postura de ofrecimiento. Se quedó así hasta que volvió Alyssa, que cómo saludo le metió la cabeza entre los pechos.
_ Es posible que esté enamorada de ti._ Le dijo, con una risa.
Acto seguido, le colocó un collar de perro, con púas, y le metió la lengua en la oreja. Y se corrió. Se corrió con fuerza y le fallaron las piernas. La idea de ser una perra le resultaba tan excitante que la sobrepasó. Chorreaba flujos mientras se sostenía sobre su novia para no desplomarse. Alyssa lo parecía encontrar muy divertido.
_ Si tanto te cuesta andar… casi que mejor que vayas a cuatro patas, ¿No?_ Le susurró al oído._ Es apropiado… si vas a ser…
_ …Tu perrita._ Completó la frase, mientras se podía a cuatro patas. Alyssa le puso una correa.
_ El único problema que veo es que las perritas no hablan. Pero puedo solucionarlo.
Alyssa había sacado un maletín del coche. Lo abrió y sacó un gangball, que colocó entre los labios de Elena. Se calentó aún más. Cuanto más humillada estaba. Empezaron a pasear por el parque. Por suerte, el césped estaba crecido y Elena no tuvo muchos problemas. Estuvieron paseando un rato. Alyssa le estaba contando su día. Ella no entendía gran cosa sobre leyes, pero apretaba su cuerpo contra la pierna de la abogada para demostrarle su apoyo y su afecto, tal como creía que haría una perra.
Tras un rato lo bastante largo, en el cual Alyssa tiró de la correa más de una vez a pesar de no ser necesario, como para que las rodillas y la espalda le doliesen, la abogada escogió un árbol que tenía una gran vista de la ciudad frente a él. Se sentó, se subió la falda y mostró que no llevaba nada debajo.
La perra se puso nerviosa al instante, olfateando, expectante. Alyssa se rio, otra risa de dominio y poder que provocó que tuviera que apretar las piernas para contener la excitación, sin demasiado éxito. No se atrevió a quitarse ella misma el gangball, pero en cuanto su chica lo hizo, se lanzó a comerle el coño desesperadamente.
_ Sí… justo ahí… buena perra._ La elogió.
Pero Alyssa fue amable. De su maletín extrajo dos pequeños consoladores. Uno relativamente pequeño y el otro grueso y grande. No dio aviso alguno después de darle dos lametones al pequeño y empezar a alojarlo en el ano de Elena. Ella sintió dolor, pero no detuvo sus manejos, los gemidos de Alyssa eran adictivos.
Cuando el segundo consolador se introdujo en su coño, no encontró la más mínima resistencia. Una vagina entrenada como la suya estaba preparada para el desafío. Permanecieron en aquella postura un largo rato. Alyssa tuvo un orgasmo fuerte, pero Elena… Elena perdió la cuenta de lo que aquellos consoladores habían provocado en su cuerpo. Los orgamos se habían encadenado uno tras otro. Se cayó al suelo, desmadejada.
Alyssa, sin embargo, no había terminado. Le dio un tirón a la correa y la arrastró para que mirase las vistas. Elena no vio cómo se colocaba el arnés y se ajustaba aquel enorme vibrador… Pero sí que notó como, tras sujetarse a sus caderas, empezó a penetrarla como una loca, fuera de sí. Sus gritos debieron escucharse por todo el parque.
Alyssa la penetraba con tanta furia que sus enormes tetas se salieron del sujetador, bailando mientras ella repetía el movimiento. Elena empezaba a preocuparse de perder la cabeza. Un orgasmo tras otro la golpearon con tanta fuerza como un camión de haberla atropellado.
Cuando Alyssa terminó, se dejó caer de nuevo, deslizándose por el tronco y acariciándose las tetas perezosamente. Esperó un buen rato antes de recomponerse. A Elena tuvo que llevarla al hombro, porque se había quedado dormida. Dormida y chorreando por su coño. Alyssa no podía ser más feliz.
A la mañana siguiente fue Fred el que escuchó como tocaban a su puerta. Malhumorado y aún en pijama, se dirigió a la entrada, pero su expresión cambió al ver a Elena, con su minifalda y su escote, aún con aspecto cansado.
_ Me gustaría hablar sobre el trato que me ofreciste ayer._ Fred no pudo evitar reír.
Su idea se reafirmaba. Una puta era una puta… lo único importante era averiguar el precio.