Redescubriendo América
Sobre cómo convencí a mi amiga de entregarme también su otra virginidad.
Hola a todos. Esta es la continuación del relato anterior que escribí sobre mi amiga América. En el anterior relato les cuento de cómo la conocí y la desvirgué.
http://www.todorelatos.com/relato/76132/
No es indispensable que lo lean para entender la historia pero es un buen relato y sirve como introducción a éste.
América y yo ya teníamos un par de meses de conocernos y para ese entonces ya estaba tomando pastillas anticonceptivas por lo que ya disfrutábamos sin problemas el llenarle su preciosa vagina de mi leche caliente.
Para vernos ya teníamos todo un protocolo. Ella me hablaba y me avisaba que iba a poder esa tarde y yo arreglaba mis compromisos para estar en mi departamento a la hora acordada. A veces ella tenía espacio entre clases y a veces ella salía temprano de la escuela y pasaba a verme. Como sea nunca teníamos mucho tiempo pues ella tenía que estar siempre puntual en su casa con sus padres que la creían aún inocente.
Desde que la desvirgué no habíamos podido pasar la noche juntos, pero entonces me dijo que unos amigos suyos se iban a ir de campamento el siguiente fin de semana y que aprovecharía eso para quedarse conmigo diciéndole a sus padres que iba a irse de campamento también. Puesto que la zona donde iban sus amigos estaba en un lugar muy apartado y fuera de señal sus padres no se molestarían en llamarla. Ella les dijo a sus amigos que la cubrieran mientras pasaba un fin con una amiga que sus padres no aprobaban. Pero como con sus padres, olvidó mencionarles que su amiga la tengo yo entre las piernas, jejeje. Dos noches completas con América. Eso debía aprovecharlo.
En nuestras tardes juntos ya le había propuesto desvirgarla por atrás y aunque se notaba curiosa le podía más su miedo al dolor.
-Azrael: Vamos, también te dolió en tu primera vez pero al final lo disfrutaste mucho, ¿No?
-América: Sí pero me han dicho que eso duele todavía más y ya estamos muy a gusto así.
-Azrael: Si a tus amigas les ha dolido es porque no se los hice yo, dame una oportunidad y seguro que no te arrepientes.
-América: No sé, déjame pensarlo. Ven, te lo voy a chupar.
Y así fue varias veces en que yo le proponía y ella terminaba distrayéndome con una mamada deliciosa. Esta vez no iba a permitir que nada me apartara de mi objetivo. Esta vez ese culito sería mío.
El viernes en la noche ella llegó a mi departamento con una sonrisa de traviesa y su cosas “para acampar” No iba muy arreglada pues se supone que sólo iba de campamento pero hizo lo mejor dadas las circunstancias. Venía con un short de mezclilla con el que lucía sus piernas gruesas y fuertes, una blusita de algodón sencilla pero linda y su pelo recogido en cola de caballo con una gorra.
-América: Perdona si estoy un poco fachosa pero, ya sabes, sólo voy de campamento, jeje.
-Azrael: Estás preciosa y por la ropa no te preocupes que no la vas a necesitar, jeje.
Y así sin avisarle la comencé a desnudar en la sala de mi departamento. Ella sólo sonrío y se dejó hacer. Pronto la tuve como vino al mundo en medio de los sillones. Como imaginé, su sexo perfectamente depilado ya estaba algo húmedo.
-América: Ahora te toca a ti.
-Azrael: Bueno, desnúdame.
Mientras ella me desnudaba nos besábamos con deseo.
Para los que no leyeron el relato anterior les describo como es América: Mide 1.80 descalza y es un poco llenita. De piernas fuertes y gruesas. Su piel es exageradamente blanca, tanto que en sus brazos y cuello sus venas son muy visibles. Sus senos son pequeños pero firmes con unas areolas y pezones de un rosado claro y tierno. Su sexo es tan blanco como el resto de su piel y por dentro, del mismo rosado que sus pezones. Sus ojos son verdes casi gris y su sonrisa es de niña buena.
Por mi parte yo mido 1.85 de cuerpo medio, ni delgado ni musculoso, tal vez un poco robusto. Mi piel es de un moreno claro y mis piernas sí son musculosas y marcadas. Tengo unos ojos almendrados y castaños enmarcados en unas cejas pobladas pero bien definidas.
-Azrael: Desde ahora y hasta el domingo en la tarde la ropa está prohibida en esta casa así que te quedarás así hasta que te diga que puedes vestirte, ¿Está bien?
-América: Sí claro, jeje.
Así desnudos, nos sentamos en la mesa y cenamos un spaguetti Alfredo que preparé en la tarde con un poco de vino blanco.
Estaba decidido a que en esos dos días conquistaría su agujerito trasero por lo que la puse en una posición de la que me enamoré con una exnovia a la que le encantaba. Acostada boca abajo pero parando el culo apoyándose en sus rodillas. Así sus nalgas se abrieron y dejaron ver en todo su esplendor su sexo ya dilatado y chorreante y su ano pequeño, apretado y del mismo tierno color rosado de sus pezones.
Me coloqué de rodillas frente a su sexo ya hambriento de verga y se la clavé. Ella gimió al sentirme y me pidió más. Yo comencé a moverme mientras con mis dedos acariciaba su lindo ano.
Ella estaba tan excitada que no me dijo nada y continué. Seguí penetrándola y embadurnando mi dedo y su ano con saliva. Cuando estaba por venirse aceleré mi ritmo para acabar junto con ella y justo durante su orgasmo le clavé mi dedo meñique en el ano mientras los chorros de mi semen golpeaban el fondo de su vagina. Sentí las contracciones de su orgasmo alrededor de mi pene y de mi dedo. Fue delicioso.
-América: ¡Qué rico! Me encantó lo que hiciste.
-Azrael: Y lo que te falta por aprender preciosa.
Lo hicimos una vez más de misionero y después le comí la vulva metiéndole ahora el dedo medio en el ano hasta que se vino con mi dedo adentro. Finalmente acabamos la noche con ella mamándome el pene y mi semen bajando por su garganta.
Nos acostamos empiernados y mientras caía dormido una sonrisa de satisfacción atravesaba mi cara. Sabía que ya la estaba convenciendo y antes de que acabe el día ese agujerito sería mío.
Al día siguiente nos echamos el mañanero y otra vez la puse en la posición del culo parado y nuevamente la penetré mientras le metía un dedo en el ano. Cuando eyaculé ella se acostó para recoger un poco del semen que escurría de su vagina para comérselo cuando se tocó el ano.
-América: Me lo dejaste abierto.
-Azrael: No te preocupes que se vuelve a cerrar después de un rato, además, eso no es nada, abierto lo vas a tener cuando te la meta por ahí.
-América: ¿Y quién te dijo que te voy a dejar cogerme por ahí?
-Azrael: Tú con los gritos de alegría que diste hace rato que te estaba dedeando.
-América: Eso es diferente, un dedo nomás no duele mucho.
-Azrael: Ni tampoco mi verga si me dejas hacértelo con cuidado.
-América: … Bueno, pero no ahorita que tengo hambre.
-Azrael: ¿Quieres leche para desayunar? Jeje
-América: Muy tentadora la oferta pero ya no te queda mucha después de lo de anoche y lo de ahorita.
Finalmente nos decidimos por ordenar algo de comida a domicilio. Pedimos una pizza hawaiana y una media hora después ya estaba el repartidor tocando el timbre.
-América: Vístete que ya llegó.
-Azrael: ¿Recuerdas lo que te dije? Está prohibida la ropa hasta el domingo en la tarde y apenas es sábado.
-América: ¿Y vas a ir así por la pizza?
-Azrael: Vamos a ir lo dos preciosa.
-América: Estás loco.
-Azrael: Sí, pero sígueme la corriente.
Así desnudos nos pusimos frente a la puerta. Yo me paré detrás de ella tapando sus senos con un brazo y su sexo con la otra mano. Ella estaba apenadísima pero excitada, lo supe porque al poner la mano en su sexo ya estaba mojada.
Cuando el repartidor nos vió se quedó con la boca abierta. Con tartamudeos apenas pudo decir la cifra y sin contar el dinero se lo guardó en la bolsa. Tenía sus ojos clavados en América.
-Azrael: Es que estamos ocupados y no quisimos perder tiempo en vestirnos, jeje.
Justo antes de cerrar la puerta quité la mano de su sexo y el repartidor clavó la mirada en su púbis depilado y brillante por la humedad y yo le clavé un dedo en el ano mientras América abría los ojos sorprendida y soltaba un pequeño grito de dolor. Con esa imagen divina le cerramos la puerta en la cara al repartidor.
-América: cómo eres desgraciado, de perdida me hubieras avisado.
-Azrael: Si te encantó verle la cara al pobre hombre no te hagas.
-América: Sí, pero me dolió cabrón.
Comimos con calma y aunque ella fingía estar enojada, días después me confesó que le gustó mucho la experiencia.
Después de comer nos sentamos a ver televisión un rato ya reconciliados y aún desnudos por supuesto.
-América: ¿Me juras que no me va a doler?
-Azrael: ¿Qué?
-América: Ya sabes.
-Azrael: Sí, pero quiero que lo digas.
-América: …Que me la metas… Por atrás.
-Azrael: No puedo prometerte que no te dolerá pero puedo prometerte que querrás repetir.
-América: … Está bien, vamos.
Fuimos a mi cama y de nuevo la puse acostaba boca abajo pero apoyándose en sus rodillas con el culo parado. Nuevamente sus nalgas estaban abiertas como las puertas del cielo y su sexo y ano se mostraban completamente. Tomé un poco de crema humectante, ustedes saben, de esa para piel pero que es líquida, que por cierto, para el sexo anal sin condón, es lo que considero, el mejor lubricante pues no me gusta la vaselina pegada en los dedos ni su olor. Como decía, Tomé un poco de la crema humectante y se la puse en el ano y la terminé de distribuir en mi dedo medio. Entonces se lo empecé a clavar asegurándome de ir metiendo crema en su ano. Ella no parecía estar incómoda, aunque después un poco cuando empecé el mete-saca pero seguía sin decir nada. Cuando empecé a meter el segundo dedo dio pequeños gemidos de dolor que no hicieron sino excitarme más. Después de un rato de estar sacando y metiendo mis dedos y estar aplicando más crema los dedos ya entraban y salían sin problemas.
-Azrael: ¿Te duele?
-América: Un poco pero se siente riquísimo.
-Azrael: Te lo dije.
Seguí un poco más el mete-saca con los dos dedos y luego agregué un tercero. Los tres juntos al principio lucharon por abrir el ano de América pero después entraban tan fácilmente como los dos anteriores.
-América: Ya estoy lista, quiero sentirte. Métemela.
Me acomodé detrás de ella y apliqué mucha más crema directamente adentro de su ano y otro tanto a todo el cuerpo de mi pene. Puse la punta sobre su ano y empujé lentamente. Cuando la cabeza entró América dio un gemido delicioso. Me quedé quieto unos segundos y después empujé lentamente hasta tener la mitad de mi pene adentro.
-América: Cómo me duele pero que rico se siente. Lléname Azrael.
-Azrael: A tus órdenes preciosa.
Seguí empujando y América gimiendo hasta que mis huevos quedaron pegados a sus nalgas. Finalmente mi pene había conquistado ese rosado y lindo agujerito.
- América: ¡Qué rico! La tengo toda adentro, pero no te muevas por favor que me arde mucho.
Me quedé unos cinco minutos quieto con mi pene clavado hasta la base en su ano hasta que ella dejó de gemir. Entonces comencé a sacarla hasta la mitad y volverla a meter muy lentamente. Ella gemía nuevamente pero ya no sólo de dolor. Al volver a entrar nuevamente me quedaba un rato quieto para luego volver a sacarla y entrar. Esta vez fue un poco más rápido y ella gimió menos. Así lo hicimos unas cuatro o cinco veces aumentando la velocidad hasta que ya estaba entrando y saliendo a ritmo de coito. Ella ya sólo gemía de placer y se había llevado la mano al clítoris para masturbarse mientras yo seguía poseyendo su ano. Aumenté el ritmo sacándole un grito con cada estocada. Su respiración se aceleró y sus gemidos aumentaron. Aceleré aún más el ritmo para alcanzarla y entonces se vino. Sus contracciones hacían que apretara una y otra vez su ano con tanta fuerza que me causaba dolor pero era tan delicioso que se la clavé hasta el fondo y estallé en el fondo de su recto haciéndole un enema de semen bien caliente. A América le temblaron las rodillas y calló rendida conmigo encima y aún eyaculando en su ano. Fue sencillamente delicioso. Cuando mi pene se cansó de escupir semen fue perdiendo su tamaño y lentamente fue expulsado hacia afuera por su anfitrión como si lo estuviera defecando. Un hilo de semen escurrió desde su maltratado agujerito y escurrió por sus nalgas y hasta la sábana. América tocó su ano con los dedos comprobando que ahora sí lo tenía bien abierto, tanto como para haber podido meterse un dedo sin tocar paredes.
-Azrael: Ahora sí ya estás estrenada por todos tus agujeros. Felicidades.
-América: De verdad que me dolió pero lo admito, fue rico y sí me gustaría repetir… Pero no hoy que me lo dejaste destrozado, jeje.
Nos bañamos juntos y nos quedamos dormidos el resto de la tarde. En la noche y la mañana siguiente nos limitamos a su boca y vagina pues seguía muy adolorida del ano. Ya en la tarde sus amigos le hablaron para avisarle que en una hora pasarían a recogerla a las puertas de su escuela para llevarla a su casa después de su “campamento”. Después de dos días de desnudos, fue un poco raro volver a verla vestida.
Por supuesto, algunos días después volví a poseer su lindo agujerito trasero e inclusive alguna vez le dedicamos toda una tarde completa pero nunca fue igual a la emoción de desvirgarlo. Saludos desde México.