Redescubriendo a mi marido

Una esposa descubre el secreto de su esposo. Quizá no lo conoce también como creía. A partir de ahora ciertas cosas van a cambiar...

  • ¡Cariño me voy a trabajar!

  • Vale amor, ánimo que en unas horas serás libre.

Con un beso despido al que considero el mejor de los maridos. Llevamos 10 años casados y me considero muy feliz. Se que él también lo es.

No tenemos hijos, dado que ninguno lo veíamos claro, y eso hace que el tiempo libre que tenemos entre su trabajo y el mío podamos invertirlo plenamente en nuestra relación.

De hecho, hoy es su último día de trabajo antes de empezar las vacaciones, las cuales yo ya he empezado.

Yo estoy aprovechando en limpiar la casa, mi parte, ya que nos repartimos las tareas del hogar, para que mañana mi marido haga la suya y así poder quitarnos ese peso de encima y planear algún viaje.

"Se ha dejado encendido el ordenador". Pienso cuando llego con la escoba al rincón de la casa donde hemos ubicado una mesa para el ordenador.

Hago intención de apagarlo, pero medito que ya que estoy puedo mirar algún sitio de escapada que también se me ha ocurrido.

Mi esposo ha hecho lo mismo unos minutos antes, pues le sobraba tiempo para irse, dado que es muy madrugador.

Abro el explorador y aparece un mensaje:

" Desea cerrar la sesión, los cambios pueden no haberse guardado correctamente"

Al leer eso instintivamente le doy a "no cerrar", pensando que sería algo importante del viaje. Además, siempre es mejor asegurarse o de lo contrario no hay vuelta atrás.

La página vuelve a cargar y mi curiosidad me lleva a inspeccionarla. " Joder". Exclamo en mi mente.

Resulta que estoy en una página de relatos eróticos con la sesión de mi marido.

Miro en su perfil y veo que también él tiene publicado unos cuantos...Impresionada pierdo buen rato en leer todos y cada uno de ellos.

Sin entrar en detalles se puede decir que tienen todos un tono vulgar, abusivo y violento.

Me quedo perpleja, sin saber asimilar el descubrimiento que acabo de hacer...Nunca habría adivinado esa faceta suya.

"Pero...él no es así" Me explico a mí misma.

Decido investigar más sobre la página leyendo otros relatos, otros autores, diferentes categorías.

Saturada me digo basta y salgo de la página.

Reconozco que algunos me resultan muy eróticos, incluso divertidos. Pero los de mi marido...marcan la diferencia, son muy extremos.

Paso el resto del día inquieta. Ansiosa por que vuelva y me dé explicaciones. Sé que preferirá mantenerlo en secreto, pero soy su esposa. No debe haber secretos entre nosotros, al menos yo no los tengo.

Por fin oigo la llave que abre la puerta y lo veo entrar. Intento mantener la calma para dejarlo descansar y disfrutar de la cena.

  • ¿Como ha ido la despedida?

  • Bien cariño, yo ansioso y los compañeros llenos de envidia sana, supongo.

Sigo disimulando e intento estar cariñosa mientras terminamos con el postre.

  • Oye cielo, me gustaría saber si tienes algún secreto que contarme o algo.

  • Mmm...no. Todo bien amor.

  • Seguro...

Me molesta su contestación e insisto en ponerlo contra la pared.

  • Seguro cariño. Ya sabes que soy un tipo sencillo con gustos sencillos.

En eso tenía razón. Si lo considero el mejor marido del mundo es porque siempre ha sido tranquilo, cariñoso y atento conmigo. Siempre intenta anteponer mis deseos a los suyos, en todos los ámbitos. Por todo ello no dude un segundo en casarme con él.

  • Tienes razón, pero hay algo que me tienes que contar y lo sabes...

  • Ya te he dicho que no hay nada. ¿No entiendo este interrogatorio?

Lo veo ya nervioso y algo asustado por mi seriedad.

  • Si te lo tengo que decir yo, me habrás defraudado mucho. Que lo sepas...

  • La página...

Se da por vencido y confiesa con cierta timidez y angustia.

  • ¿Has visto lo que escribo verdad?

  • ¿Como...has podido ocultármelo?

  • Cariño es sólo una página de relatos. Nada importante.

  • Si es así... ¿por qué lo ocultas?

  • No quería que me juzgaras ni me vieras como lo que no soy.

  • ¿Lo eres? ¿Eres lo que escribes?

  • No por favor. Que tontería...

  • ¿Entonces por qué ocultarlo?

  • Joder, porque pensé que no me entenderías. Pensé que me juzgarías mal. De hecho, ya lo estás haciendo.

Ya algo más alterado me contesta elevando la voz.

  • ¿Hay algo más que deba saber? ¿Me has puesto los cuernos?

  • Tú eres tonta. ¿Cómo puedes preguntarme eso? ¡No! Sólo escribo. Y, sí, escribo relatos extremos, pero ya está. No hay más.

  • No me grites. ¿Tú sabes lo qué es descubrir eso de la noche a la mañana? No sé ni qué pensar...

  • Uy, perdone usted. Espero no descubrir un día que escribes relatos de crimen. Quizá tenga que plantearme si mi mujer es una criminal.

Su comentario me dejó totalmente muda. Tenía razón había sacado las cosas de quicio. Tenía un secreto, sí, pero lo estaba juzgando mal; tal y como él temía.

  • Perdona cielo...sólo quería saber la verdad.

  • Pues ya la tienes. Y has reaccionado como me esperaba. Gracias por tu comprensión.

Se levanto enojado, limpio lo ensuciado por la cena y se fue a la cama. Yo, avergonzada

, no lo seguí. Me puse el pijama y me entretuve viendo la tele. Cuando volví ya estaba dormido.

Nuestro primer día de vacaciones juntos empezó triste y sin apenas cruzar palabra. Pasamos el día cada uno por su lado. Él con sus tareas y yo me fui hacer un poco de deporte. Intentábamos evitarnos.

Al final del día se fue a la cama y esta vez fui con él.

  • Cariño tenemos que hablarlo. Ya te he pedido perdón.

  • Ya está todo descubierto y hablado. ¿Qué más quieres?

  • Entiende que me haya sorprendido. Pero soy tu mujer y necesito saber que pasa por esa cabecita.

  • Lo sé cielo. Pero tu actitud no ha sido la correcta.

  • Me ha dolido que lo ocultaras...

  • ¿Y cómo explicarte algo así?

  • Esta claro que es algo que expresas escribiendo. ¿También necesitas hacerlo realidad?

  • No amor, soy feliz con lo que tengo. Con lo que me das.

  • ¿Te excitas al escribir todo eso? Y esta vez sé completamente sincero por favor...

  • Si...

  • ¿Más que conmigo?

  • Si...Bueno no quería decir eso. Simplemente es diferente

  • Entonces supongo que es algo que tengo que cumplir...

  • No tienes que hacer nada al respecto. Me gusta el sexo que tenemos.

  • No mientas...si lo comparamos parecemos aburridos.

  • Qué más da.

  • Yo no me quedo tranquila sabiendo lo que te excita de verdad. Cielo...hazme lo que le harías a las protagonistas de tus relatos.

  • No amor. Te conozco y a ti no te excita eso.

  • Pero quiero hacerlo. No me subestimes.

Esta vez lo deje callado yo. Me dio una caricia a la vez que me ponía esa sonrisa dulce.

  • Estoy muy orgulloso de ti cariño. No te preocupes.

  • ¡Insisto! ¡Quiero ver de lo que eres capaz...Ah! Y no te reprimas por ser yo.

Volvió a quedarse dubitativo. Volvió a acariciar mi espalda y me besó. De repente subió su mano a mi nuca y agarro con fuerza.

  • Estoy muy orgulloso de que por fin decidas dejar de ser una completa inútil. Vamos a empezar con lo básico.

Tras quitarse el pantalón del pijama con la mano libre, me guia hasta ponerme entremedio de sus piernas con la mano que presionaba mi nuca.

Ahora tenía su polla y huevos frente a mi cara.

  • Vamos a ver si consigo enseñarte a hacer una mamada decente. Y no la mediocridad que me haces todas las noches.

Abrió más las piernas y retiro su polla dejando los huevos al descubierto.

  • ¡Ponte a lamer zorra!

Saqué la lengua y tímidamente empecé a hacer lo que me decía.

  • ¡Con más ganas! Imagina que eres una perra y te alegras de verme.

Aumente el ritmo y la fuerza de mis lamidas. El recorrido era desde sus huevos hasta la punta de su polla y vuelta a empezar.

Lo estaba haciendo bien pues sus cojones se empezaron a hinchar y su polla se puso super gorda.

  • Muy bien. Así se hace. Toma tu piruleta.

Se descapullo para hacerme lamer el glande. Me tuvo buen rato lamiendo como un gato.

  • Abre la boca.

Apunta su polla a mi boca con una mano y cuando creía que iba a hacer acto de entrar, su otra mano empujó con fuerza mi cabeza haciéndome tragar repentinamente.

Sentí tremenda arcada y sensación de ahogo cuando recibí su estaca, pero no paro su presión.

  • Mira llegas hasta aquí y tienes que llegar hasta el final.

Tres dedos gordos era la distancia que tenía que superar para tragar todo su miembro.

  • ¿Sabes cómo vas a conseguirlo? Pues tragando y tragando, no hay otro secreto.

Agarro mi cabeza de nuevo, esta vez con las dos manos, y con golpes de cadera y presionando, empezó a follarme la boca con ritmo lento, pero sin pausa.

En toda nuestra relación sólo me había limitado a chupársela lo justo para ponérsela dura y que me diera placer con ella.

  • Vamos ya falta poco. Trágatela como te tragas los helados calipo en verano, puta.

Hoy me estaba enterando de lo que significaba que me follaran por la boca. Por primera vez veía a mi marido ser tan brusco conmigo en la cama.

A base de empujones y arcadas llegué a la meta sin darme cuenta. Y ahí me mantuvo unos minutos felicitándome y disfrutando de la visión de tenerme ensartada.

  • Aaaah que delicia. Sabía que conseguiría hacerla desaparecer en tu boca.

Yo misma me sorprendí. Tengo la suerte de tener un marido bien dotado y quizá era esa la razón por la que nunca necesite ir más allá de algún polvo que otro. Yo me sentía llena y plena con eso. Pero esta noche estoy descubriendo que el necesita más, mucho más.

  • Bueno descansa unos segundos. En nada empieza la traca final.

Me liberó de la presión mientras aprovecho para cambiar de postura. Yo cogí aire y solté algunas toses.

  • Ponte a cuatro patas.

Obedecí. De la traca final solo me quedé con el "final". Deseaba que acabara ya con el martirio, pero aún me quedaba lo peor.

Se puso de rodillas frente a mí con su miembro todavía erecto. Lo dirigió a mi boca para meterme la punta.

  • Cuando estés lista empezamos. Asiente con la cabeza.

No supe descifrar sus intenciones, pero asentí. De golpe la mando al fondo de mi garganta y de golpe la saco. Hizo esto una y otra y otra vez, cogiendo cada vez más ritmo. Ahora ,en cada metida, su falo desaparecía totalmente en mi boca y cuando tenía ganas de vomitar se retiraba.

Si fuera una peli porno ahora mismo me estaba haciendo la garganta profunda. Me estaba perforando.

  • Uff como me pone verte así. Aguanta cerda.

Mi imagen era lamentable. Con los ojos llorosos, moqueando, chorreando babas por todos los lados y aguantando la sensación de vómito cada vez que entraba tan bruscamente en mí. Estaba padeciendo lo mismo que una actriz porno.

Sentí engordar su polla y supe que por fin iba terminar. Él mismo disminuyo el ritmo y empezó a emitir leves gemidos. Cuando sentí las primeras gotas de líquido preseminal hice ademán de apartarme.

  • Sssss...tranquila. Mírame.

Hundió una vez más todo su mástil en mi garganta y me hizo elevar la vista para encontrarme con la suya.

  • Eso es...quietecita. Las buenas putitas se lo tragan. Y como tú quieres ser buena, vas a esperar así a recibir tu premio.

Me mantuvo atragantada uno segundos hasta que empezó a sentir convulsiones. Su mirada pervertida y sádica me hacía ver a alguien en quien no reconocía a mi marido.

  • Aaaahh. Toma guarra que te lo has ganado.

Empezó a soltar chorros y chorros de semen. En diez años de relación no le reconozco una corrida semejante. Todo lo que soltaba se deslizaba por mi garganta para acabar en mi estómago.

En cuestión de minutos acabó todo y volví a ser libre.

Dejándolo satisfecho me retiré al baño a adecentarme un poco. Cuando volví junto a él no dije nada simplemente me dispuse a dormir. Había sido una experiencia bastante extrema y no quería entrar a valorarla. No quería volver a hacerlo sentir mal.

De pronto noté su aliento en mi nuca y una mano que buscaba agarrar mi pecho. Seguía metido en el papel de sádico.

  • Creo que ya sé dónde quiero pasar estas vacaciones. Aquí, en casita, con mi nuevo juguete. Tienes mucho que aprender zorra.

Exactamente así me había sentido " un juguete" del que mi esposo estaba dispuesto a disfrutar. Asustada y con cierto dolor en el pecho, debido a la extrema presión que hacía su mano, decidí ignorar al que me resultaba ahora un "desconocido" para intentar conciliar el sueño.