Redes sociales
Carmen lleva tiempo viuda pero con el paso de los años y la llegada de la tecnología decide encontrar alguien que la haga compañia y con quien follar y Aitor es ese alguien con el que tiene una tarde apasionada
REDES SOCIALES
A veces, no controlamos lo que nos ocurre. Las redes sociales llegaron para ayudarnos. Unas veces, lo hacen y otras no. Pero a Carmen le iba a ayudar y mucho. Era muy reticente a usarlas, pero por circunstancias de estar en contacto con sus hijos le habían ayudado. Era viuda, se había quedado viuda de su marido siendo sus hijos pequeños. Él había sido su único novio. Todo lo que había hecho en el sexo había sido con él. Ahora, hacía unos años en casa había ordenador. El actual no era muy antiguo porque era el que había usado su hijo antes de independizarse e ir a vivir con su novia.
Le había enseñado a usarlo. Podía ver por videoconferencia al hijo de su hija. Sabía manejarse navegando. Solía hacer visitas online a museos etc. Después de enviudar se había acostumbrado a no tener sexo y tampoco se había vuelto a enamorar. Era como una barrera que se había autoimpuesto y con la que estaba cómoda. Podía dedicarse a sus hijos y estar en casa no se le hacía largo ya que solía salir con alguna amiga ó con la familia.
En materia sexual había aprendido a autosatisfacerse cuando de verdad sentía una necesidad acuciante que todo hay que decirlo no eran muchas veces. Después de casar a su hija y con las clases de informática que le daba su hijo fue descubriendo un mundo impresionante. Ahí descubrió también la pornografía. Aparte, en la despedida de soltera de su hija a la que invitaron, disfrutó como nunca entre juguetes sexuales. Dos días después, se volvió a poner en contacto con la sexóloga y compró un par de juguetes para probar.
Los fue usando ayudada con algún pequeño video que veía en streaming en el portátil. A veces, estaba días y semanas sin hacerlo porque se sentía ridícula. Ahora, con su hijo también fuera de casa, de vez en cuando se acariciaba, pero encontró una app para móviles que le gustó. Podía encontrar hombres con parecidos gustos a los suyos y aparte del sexo podía encontrar algo más. No buscaba una relación seria, pero si le apetecía poder charlar con alguien y si encontraba la suficiente confianza con alguien esas autosatisfacciones acabasen.
Ella vivía en un pueblo cerca de la capital, pero esa búsqueda la hizo ver que también se había vuelto muy perezosa y prefería que los encuentros fueran en algún sitio público y luego en su casa, pero para ello tendría que ser con gente muy pero que muy de confianza y dudaba que hubiera alguien así.
Puso de condición en edad de 18 a 99. La edad le era igual. Ella estaba recién entrada en la sesentena. Fue eligiendo a algunos, pero claro eran jóvenes y esos suponía que no querían gente tan mayor, aunque se conservase bien. A otros los descartaba por feos y a otros porque los conocía de vista. De hecho, alguna vez estuvo a punto de borrar su perfil y abandonarlo. Los más mayores que le salieron fueron uno de 70, otro de 68 y varios de más de 50.
Se veía que esas aplicaciones las usaba más gente joven. Cuando estaba ya completamente decidida a eliminarla vió a alguien que le sorprendió. Era un chico, bueno ya un hombre, calculaba que le sacaba unos 25 años, era guapo, pero era hijo de una amiga suya. Era muy arriesgado, sabía que era muy buen hombre, pero tenía vergüenza porque si salía mal que iba a hacer ella.
A la vez que sentía vergüenza se dio cuenta que la idea le excitaba muchísimo. En esos pensamientos estaba cuando sin darse cuenta al querer salir de la aplicación le seleccionó. Si borraba todo seguramente la cosa no iría más allá, pero hubo algo que se lo impidió.
Bueno, ya daba igual. Se fue a dormir y apagó el móvil. Durmió como una bendita sin pensar en ello. Al fin y al cabo, no le daba ninguna importancia ya que era un pasatiempo.
Pasaron varios días y no recibió respuesta a ninguno de los pocos que seleccionó y el que más ilusión le había hecho y más vergüenza tampoco. Pensó en escribirle un mensaje para influir en su decisión, pero decidió dejarlo unos días más. Cuando ya estaba a punto de desistir recibió un mensaje del hombre. Era un escueto hola, pero ella lo interpretó como una palanca para hablar con él.
Fueron días de mensajes con mucho tacto. No quería dar un paso en falso porque le conocía, más bien conocía a su familia con lo que cualquier paso en falso sería fatal. De todas formas, por esos mismos motivos de pasar algo solo quería follar con él. Después de un tiempo al final se sinceraron el uno con el otro y cuando esto ocurrió ella borró la app que le había hecho conocerle.
Por fin, con la confianza los mensajes subieron de tono. Con tacto, pero avanzando hasta que los dos confesaron que deseaban follar con el otro. Ella le comentó que lo mejor sería en su casa ahora que vivía sola. Además de él se fiaba. Conocía a toda su familia. Así que se decidió a invitarle a su casa. Era una casa de pueblo reformada como si fuera un chalet, amplio y con una huerta grande con jardín en la parte trasera que caía hacia abajo. Hacia una zona de acceso discreto donde tenía una pequeña puerta para acceder.
Quedaron en que él accedería por allí. De esa forma quedaría a salvo de indiscretas miradas. El, por casualidad iba a quedarse solo el fin de semana con lo que ella quiso que se quedase con ella todo el finde, pero sólo se lo pediría si la tarde iba bien.
El traspasó la puerta y caminó por el pequeño sendero hasta llegar a la edificación donde ella le esperaba. Ella vestía una fina bata de seda de alegres colores. Cuando lo vió solo se atrevió a darle dos besos y se quedó observándole para luego aspirar su perfume. El temblaba como una hoja, pero al acercarse a darle dos besos ella. Al sentir su cuerpo tan cerca con sus voluptuosas curvas tuvo una erección. La bata anticipaba unos generosos pechos donde perderse y un vientre plano donde buscar el placer.
Ella le cogió de la mano como una primeriza a su primer novio. Los dos nerviosos, los dos ansiosos y temblando. Cuando traspasaron la puerta del edificio y se sintieron completamente a salvo de indiscretas miradas, lo estaban antes, pero sus nervios les hacían extremar la precaución, él tomó la iniciativa y se paró de un tirón la atrajo hacia sí y la miro a los ojos. Unos hermosos y grandes ojos negros y aspirando su aroma como había hecho ella la besó en sus labios. Un suave y tierno beso. Al principio solo sintió un tacto frio como el mármol para después transformarse en un templado tacto hasta que la boca se abrió y su lengua salió para invitar a la del hombre a una lujuriosa danza.
Las nerviosas manos del hombre soltaron el cinturón de la bata y descubrió un salto de cama negro semitransparente. Eso hizo que él se excitara más. Siguieron besándose mientras subían las escaleras. Cuando llegaron arriba fueron hasta el dormitorio. Allí siguieron besándose. Ella empezó a quitarle la camiseta y luego le soltó el cinturón mientras él se quitaba los zapatos. Entre su polla y la boca de la mujer solo quedaba el bóxer. Aitor hizo que se levantara y la ayudó a desprenderse del salto de cama y quedar completamente desnuda.
Carmen se sentó y con la boca mordió de forma cariñosa la polla del hombre jugando con ella por encima de la fibra del bóxer para luego bajarlo hasta los tobillos. La polla saltó completamente dura. La mujer la cogió con la mano y sin saber muy bien que hacer primero intentó pajearla lentamente para luego metérsela en la boca y chuparla como si fuera un pirulí. Por último, la paja aumentó de ritmo, pero no de forma desaforada para que el hombre no pudiera eyacular.
Entonces se metió los dos huevos en la boca y jugó con ellos para tras humedecerse un dedo en la boca acariciar el perineo y llegar al agujerito trasero del chico y acariciarlo en círculos y penetrarle con el dedo. Con la boca mamaba la polla haciendo que esta entrase y saliera de su boca. El chico estaba a mil y tenía miedo a correrse antes de tiempo perro la mujer de vez en cuando paraba y así le permitía un cierto relajo. Ella entonces se puso de rodillas en la cama dándole la espalda caminó a gatas para que él pudiera subir, pero el hombre la cogió de las caderas y la atrajo hacía él.
No, por favor. Cuando me la meta quiero verte la cara.
Entonces él se puso de rodillas sobre la cama frente a ella. Se besaban, acariciaban. Cada cm de sus cuerpos fue mimado y adorado por sus labios y manos. Ella se tumbó boca arriba y él fue encima de ella a sus labios. Los besó apasionadamente y fue bajando hasta tener lo que había deseado toda la noche, sus pechos. Los besó y mordió, succionó en círculos hasta llegar a los pezones. Los chupó y aspiró con la mano acariciaba el sexo de Carmen, sus dedos jugaban con su vello púbico. Lo tenía recortado, lo había preparado esa mañana. Notó la humedad de Carmen. Inició el viaje inverso de sus pechos a su boca y cuando sus labios se posaron sobre los de ella la penetró muy lento.
Pausadamente, poco a poco fue penetrándola hasta estar completamente en su interior. Poco a poco la fue poseyendo. El ritmo se elevaba, pero muy lentamente. Sus bocas se encontraban. Sus lenguas chocaban. Cuando su unión era un galope incipiente ella sintió los primeros espasmos del orgasmo y apretó con los muslos el cuerpo de su amante y con los músculos pélvicos lo exprimió logrando que eyaculase. Se quedaron uno encima del otro besándose y abrazándose.
Al de un rato se levantaron y fueron a la ducha. Había reformado el baño Carmen ampliándolo ligeramente. La ducha iba de pared a pared y dos metros de fondo. Se metieron allí y bajo el agua volvieron a besarse y la cosa cogió calor. La mujer le dio la espalda para aclararse el cuerpo y entonces él se puso a su espalda y mordió su cuello. Eso excitó sobre manera a Carmen y quiso girarse, pero Aitor no lo permitió con autoridad, pero de forma cariñosa. La empujó con cariño contra la pared y empezó a besarla la nuca, los omoplatos, luego la columna. Seguidamente fue bajando por ella poco a poco. De rodillas llegó a sus nalgas y allí las magreó y acarició. Con la lengua bajo entre ellas hasta el agujerito trasero. Lo punteó con ella y empezó a lamérselo. Ella gemía y jadeaba a la vez que recibía los lametones de Aitor.
Luego se fue levantando y volvió a besar su cuello y su nuca. La polla que estaba sumamente dura y recta la movió hasta el ano de Carmen, Con un poco de jabón se lo enjabonó y acarició el culito de ella con los dedos. Ella al notar las intenciones de Aitor sintió excitación, pero miedo. El la susurró que se relajase, que iba a tener mucho cuidado. Empuñó las dos nalgas abriéndolas y empujó, con el jabón entró la punta. Ella se quejó, pero no pidió que se la sacara, solo que se quedase quieto y él obedeció. Se quedó quieto, pero aprovechó para estrujarla contra la pared. Solo dejó de pegar contra ella la pelvis porque si la pegaba la penetraba del todo y entonces el dolor podía hacer que ella lo rechazara.
Con la mano la masturbaba. Ella con su mano cogió la de él y la fue guiando poco a poco en su coño. Cuando los gemidos de Carmen se volvieron incontrolados empujó y la sodomizó completamente. La excitación hizo que ella no se quejase. El la besaba el cuello, la boca. La daba por el culo, lento, pero con embestidas profundas. Luego más apasionadamente. Con la otra mano seguía con ella masturbándola y fue intentando acompasar todo porque quería hacer coincidir el orgasmo de ella con su eyaculación y casi lo consiguió, pero como en la cama ella tuvo primero su orgasmo y eso le sorprendió y excitó tanto que no pudo contenerse y eyaculó dentro de ella. Luego el semen comenzó a caer por los muslos de su madura amante. El colaboró a limpiarla. Cuando terminaron salieron y se volvieron a besar y abrazar y decidieron que pasarían el fin de semana juntos. A partir de ese día se convirtieron en amigos/amantes viviendo cada uno en su casa.
Este relato y todo lo que contiene es imaginario, pero me gustaría recibir vuestras opiniones ó en esta web ó en: