Recuerdos...xx
Sus poderosos huevos. Me incorporé y agarrando mi verga apunté al ano de Miguel Ángel clavándome dentro de golpe, soltó un prolongado gemido,
RECUERDOS...XX
Vuelvo a estar en La Coruña tumbado sobre el sofá, estoy hecho polvo del duro fin de semana en Vigo. Continúo con mi permiso militar y pensando como pasar el tiempo decido ir al teatro Colon que todavía está la Compañía de Lina Morgan, por lo menos me distraeré un poco, me ducho, me pongo presentable y voy a cenar algo, después en el teatro me lo pasé de muerte, me reí como un descosido, disfruté de la función, al salir me fije en unos carteles donde se anunciaban una clases magistrales de diferentes estilos de baile, cogí un folleto que estaba encima de un mostrador y salí al exterior, como estaba cerca de casa fui a cambiarme de ropa para estar más fresco, entonces fui al bar de los Portalones a tomar una copa y ver gente.
Estuve muy pensativo, pensando en alguno de los bailarines de la compañía de Lina Morgan, algunos estaban de muerte pero uno en concreto llamaba más la atención, seguí bebiendo, saludé algunos conocidos habituales de El Club, ya llevaba 4 whisky y tenía que volver para casa, pero los pies no seguían mis pensamientos y de pronto estaba en el paseo marítimo, me senté en un banco y vi pasear a la gente noctambula, me dirigí a la parte trasera de los urinarios públicos, enciendo un cigarro y espero.
Es temprano y no pasa mucha gente, doy un largo paseo y observo a las personas con las que me cruzo, pasado un buen rato vuelvo a los urinarios, al sacar un cigarrillo, noto una presencia a mi lado pidiéndome fuego, una manera como otra de ligar, le acercó el encendedor y aspira el cigarrillo encendido, miro al desconocido y lo reconozco, es uno de los bailarines del teatro, se coloca a mi lado fumando lentamente mientras me observa de arriba a abajo, hice lo mismo le di un buen repaso, buen cuerpo, bonitas piernas, el pecho duro y liso, la cara al igual que el resto con un tono aceitunado, parecía sudamericano llevaba un pantalón corto deportivo, camiseta de tirantes y bambas, yo también llevaba un cortísimo pantalón vaquero gastado y que yo me había cortado, dejando ver parte de mis nalgas, camisa estilo hawaiana abrochada con solo dos botones y por fuera del pantalón, también llevaba bambas. Por fin se decidió a hablarme girándose hacía mí, me dijo que se llamaba Miguel Ángel y era natural del Perú, pero llevaba varios años en España y trabajaba como bailarín, yo asentí, diciéndole que lo había visto actuar, se sorprendió un poco, le dije mi nombre y que era de Barcelona pero estaba haciendo la mili en La Coruña.
Mientras estábamos hablando, empezaron a llegar diferentes personajes, que pasando por nuestro lado se metían dentro del frondoso bosquecillo, en busca de algún ligue, también vimos pasar por delante nuestro al joven bailarín, que me había llamado la atención, iba muy estirado, digno como una reina, orgulloso de mostrar su buen cuerpo, al pasar por delante nos miró pero no saludó a su compañero mientras se adentraba en los matorrales, entonces Miguel Ángel soltó: ¡Siempre es muy estirado, mira a todo el mundo por encima del hombro, se lo tiene muy creído! Fumamos otro cigarrillo y al terminar cogí su mano y nos adentramos entre los matorrales, fui buscando un buen rincón y al encontrarlo nos detuvimos apoyé mi espalda contra el tronco de un árbol, colocándose delante mío el joven bailarín, mis manos fueron acariciando sus brazos, bajando hasta las manos cruzando nuestros dedos, mientras nuestras bocas saboreaban el precio del encuentro, al principio con lentitud, pero al poco rato con más intensidad, nuestros cuerpos se frotaban entre sí, produciendo las erecciones esperadas.
Sus dedos buscaron los botones de mi camisa abriéndola momentos después, su boca fue descendiendo y deteniéndose en mi pezón, fue chupándolo con voracidad, consiguiendo que éste se endureciera, luego pasó al otro repitiendo lo mismo, mientras yo acariciaba su largo pelo, su lengua fue bajando hasta el ombligo y mientras lo succionaba me iba abriendo los botones del pantalón, introdujo su nariz sobre la rizada mata de vello púbico oliendo mi aroma y una de sus manos buscaban dentro el premio final, mi verga, agarrándola con fuerza la sacó al exterior, al mismo tiempo sacaba mis genitales fuera, dejándolos reposar sobre el pantalón abierto y depositaba sus labios sobre el rosado capullo de mi verga, pasando su lengua por el pequeño orificio y posteriormente por todo el contorno, ahora su cabeza iba acercándose a mi ombligo cada vez que sus labios se retiraban, después volvían a la carga adentrando mi verga cada vez más dentro de su boca.
La mamada era estupenda, su cabeza subía y bajaba con lentitud, apretaba sus labios alrededor de mi verga, levanté la mirada y enfrente de nuestro árbol, casi a unos cinco metros apoyando su espalda sobre un árbol, estaba el otro bailarín, su camiseta de tirantes colgaba hacía detrás, llevándola colocada en el cuello, delante suyo se encontraban varios hombres un poco obesos y bastante mayores en edad, sus pantalones estaban bajados hasta la mitad de sus poderosas piernas, uno de los hombres le chupaba la verga, que a mi parecer no estaba demasiado dura, pero el hombre insistía, otro le chupaba los pezones y pasaba su lengua por los sobacos, ya que sus brazos estaban doblados hacia arriba y sus manos descansaban en su nuca, mientras él con los ojos cerrados lamía su bíceps del brazo, otro hombre le había girado un poco el cuerpo y tenía su cara enterrada dentro de la raja del culo lamiéndole su agujero, noté que se acercaba al grupo una pareja de hombres, algo más jóvenes de unos 40 0 45 años, uno llevaba barba recortada, el otro afeitado, el de la barba cogió la barbilla del bailarín girándola para darle un beso, pero éste se resistió, retirando la cara, sin abrir los ojos, los dos recién llegados acariciaron el cuerpo del joven, pero éste les apartó las manos, entonces se apartaron del grupo.
Se fueron acercando donde estábamos nosotros, colocándose a nuestro lado, ambos buscaron mi boca y yo se la ofrecí, dándonos un soberbio beso a tres bandas, saboreándonos las bocas ampliamente, las lenguas entraban y salían de ellas sin reparo alguno.
Hice levantar a mi compañero y agachándome delante de él le bajé los pantaloncitos, haciéndole pasar un pie y dejándolos sobre el otro, mientras mis manos acariciaban todo su estilizado cuerpo, mi boca se dedicó al placer de darle una buena mamada, su verga totalmente dura goteaba de placer, yo seguía chupando, mientras era besado por los dos nuevos añadidos, en varias ocasiones me hizo parar, para no terminar tan rápido, lo fui tomando con más calma, mojé mis dedos y los deslicé entre sus piernas buscando su agujero, lo comencé a frotar con lentos masajes y entrando primero uno, después dos, dilatando ése bonito botón trasero, ahora los acompasaba con mi mamada, se iba abriendo lentamente, él masturbaba las vergas de los recién llegados con suavidad hice que se colocara de espaldas a mí y acercando mi lengua la sustituí por mis dedos, dejándole restos de saliva, que introducía dentro de su ano comenzaba a palpitar, él con su cuerpo un poco inclinado hacia delante gemía, giró su brazo acariciando mi cabeza forzando a meterme más dentro de su culo, ahora comenzaba a mover sus caderas al mismo tiempo cerca de su culo estaban las vergas de los dos mayores, fui chupando ambas al mismo tiempo que el ano de Miguel Ángel, gemían de gusto, mis manos acariciaban sus poderosos huevos.
Me incorporé y agarrando mi verga apunté al ano de Miguel Ángel clavándome dentro de golpe, soltó un prolongado gemido, pero moviendo sus caderas fue acoplando mi verga dentro de su apetitoso culo, fue la señal de comenzar con mis embestidas, con cada una que le daba él soltaba un leve gemido, lo que hizo que el bailarín de enfrente abriera sus ojos y comenzara a mirarnos, el hombre afeitado se agachó delante de mi bailarín chupándole la verga y los huevos, coloqué un brazo estirado hacia delante agarrando el hombro de Miguel Ángel forzando más mi penetración, dejándole escapar más y más gemidos, mis ojos estaban mirando a los ojos del otro bailarín que seguía observándonos y no apartaba sus ojos de los míos, mientras a mi lado me devoraba la boca y el cuello el hombre de barba, frotando su gruesa verga cerca de mi trasero, seguí mirando al frente y tuve la sensación que la verga del chaval de enfrente estaba aumentando de tamaño, ya que el hombre que tenía delante le costaba tragarse la verga del joven.
Fui acelerando el ritmo de mis embestidas, mi otra mano la pasé por debajo de la cintura de mi chico, agarrándole la verga apretándola, lo iba masturbando con lentitud junto con la boca del hombre que se la chupaba, mientras continuaba entrando y saliendo de su culo, el que estaba a mi lado metía sus dedos dentro de mi ano abriéndolo a gusto, se mojaba los dedos y volvía a meterlos dentro mío, yo ahora lo iba masturbando mientras nos besábamos y Miguel Ángel no pudo aguantar mucho más y fue soltando tal cantidad de semen dentro de la boca del hombre agachado, que se masturbaba frenéticamente, al mismo tiempo que apretaba su esfínter solté todo mi semen dentro del preciado trasero, continué entrando y saliendo de su culo, hasta que no salió más semen, el hombre de barba soltó su semen encima el trasero de mi bailarín, me retiré y pasándole mis dedos por su ano fui recogiendo mi propio semen que salía de su culo, metí el dedos dentro y saqué más líquido, lo acerqué a mis labios y chupé mi propio néctar, después acerqué mi otra mano mojada con el semen del barbas y la fui lamiendo dejándola bien limpia, mientras hacíamos todo esto el joven de enfrente soltaba su néctar dentro de la boca del hombre mayor, que casi se ahoga de los trallazos que recibía de la verga que había estado chupando durante tanto rato.
Miguel Ángel se incorporó y acercándose a mí nos besamos lentamente buscando el sabor del semen que yo había lamido después de besarnos los cuatro durante bastante rato, le ayudé a vestirse bien y luego yo me arreglé la ropa y salimos cogidos, él con su brazo por detrás y agarrando mi cintura y mi brazo por encima de sus hombros dejando la mano apoyada sobre el mismo, los otros dos también se arreglaron la ropa, saliendo detrás nuestro cuando salimos al paseo nos separamos de los otros dos, metió su mano en la cartera y me dio una entrada para el teatro, me dio un ligero beso en los labios y se marchó bastante rápido.
Al día siguiente fui al teatro de nuevo, volví a disfrutar del espectáculo, al salir fui a Los Portalones al bar musical, me tomé un bocadillo y al terminar pedí café y una copa de coñac, jugué un rato a la máquina del millón y pedí una bebida, estaba pensando en que iba a hacer, si irme a casa o darme una vuelta por ahí, mientras mi mente barruntaba el asunto oí una voz a mi lado que decía: ¡Si esperas a Miguel Ángel, se ha ido con su novio! Sin apenas girarme, ya sabía por el tono de voz de quien se trataba, repliqué: ¡No lo estoy esperando a él! Añadiendo: ¡Tal vez te esperaba a ti! Y entonces giré mi cara mirando su hermosa cara con una expresión de extrañeza, soltó: ¿Por qué a mí? Respondí: ¿Y por qué no? ¿Te apetece tomar algo? Mientras señalaba el asiento de enfrente, dudó un breve momento pero al fin se sentó delante mío, pidió una bebida y lentamente se la llevó a los labios, mientras seguía mirándome fijamente, cuando depositó la copa en la mesa, le solté: ¡Bonita actuación! Él contestó: ¡Gracias! A lo que yo repliqué: ¡La de hoy, muy buena, pero la de ayer noche, a mi parecer muy denigrante, pero para gustos el mundo está lleno!
Entonces como hablando conmigo mismo comencé a soltar un relato que me habían contado, hacía bastantes años de esto, mirando mi copa relaté:
Un amigo mío, era un joven bailarín, muy bueno, tenía poderosa figura, fuertes piernas, brazos potentes, pelo lacio y una cara que denotaba seguridad, incluso arrogancia y su abultada entrepierna, le daba en conjunto una personalidad arrolladora, me contó que de muy joven todas las personas, tanto mujeres como hombres lo halagaban constantemente, pero fueron estos últimos los que se lo llevaban a la cama, allí los tocaban, acariciaban, intentaban besarlo, pero él se negaba a eso, le chupaban la verga, el culo, pero en el fondo todos querían que se los follara y él lo hacía, de una manera monótona, lo idolatraban tanto que se lo llegó a creer, cuando volvía a su cuarto se ponía delante de un gran espejo y se masturbaba, mojando de semen su propio reflejo, la única manera de plena satisfacción, pero uno de sus compañeros del ballet, que le apreciaba a pesar de recibir malas palabras por parte de él, le dijo una vez ¡ Amigo mío solo tendrás esta edad una vez en la vida, si ahora no la disfrutas, dentro de unos años será demasiado tarde! Estas palabras le llegaron muy dentro de sí mismo, tocándole alguna fibra olvidada, estuvo varios días dándole vueltas a todo el asunto y de una manera casi sin darse cuenta, fue cambiando, al principio lentamente, siendo consciente de lo mal que trataba a sus compañeros, cambió, dejó de irse con el primer hombre mayor que le decía guapo y comenzó a mirar a sus compañeros de otra forma, incluso fue haciendo amigos, cosa impensable días antes.
En una de las giras de la compañía, le tocó como compañero de cuarto al joven que le había abierto en parte los ojos, esa noche después de la función, se acercó a la cama de su amigo y por primera vez tomó la iniciativa, se acostaron juntos y juntos saborearon el placer de hacer el amor con una persona del mismo sexo, de la misma edad, saboreó su primer beso apasionado, penetró y fue penetrado, saboreando cualquier fantasía que hubiera tenido en la cabeza, con los años se volvió más promiscuo, ahora tiene pareja estable, pero sigue teniendo aventuras por todos sitios por donde va... Su nombre, es Rudolf Nureyev.
Levanté la mirada y mirando la de mi oyente, noté sus ojos ligeramente húmedos, con un susurro de voz dijo: ¿Conoces a Rudolf Nureyev? Yo asentí y le relaté brevemente nuestros diversos encuentros y como nos conocimos, al terminar el relato le dije: ¡Ayer mi recordaste a él! ¡Tú no eres un colchón, que todo el mundo manosea, para luego terminar eyaculando mirándote al espejo! Tomamos otra ronda de copas, en total silencio, pagué y cuando iba a despedirme me soltó: ¡Mi nombre es Daniel! Yo respondí: ¡Yo me llamo Jorge! ¿Si te apetece venir conmigo, si quieres hablar, eso haremos, si quieres algo más, ya veremos? Y salimos del local dirigiéndonos a mi casa.
Al entrar, le pregunté si quería beber algo, no respondió por lo que puse dos whisky con hielo, los dejé en la mesa de centro y nos sentamos en el gran sofá, de repente se abalanzó sobre mí buscando mi boca, con suavidad lo fui separando diciéndole: ¡Esto no es una guerra, es placer! Y girándome hacía el deposité mis manos sobre sus delgadas mejillas y fui besándole los ojos, pasé mi lengua por el tabique de la nariz, bajándola hasta sus gruesos labios, mi lengua los fue resiguiendo por todo el contorno dejándolos mojados con mi saliva, una de mis manos había descendido apoyándola sobre el corazón del joven, que latía con bastante rapidez, entreabrió ligeramente los labios para soltar un gemido, mi lengua entró dentro de la ansiada boca, buscando su lengua que estaba totalmente inerte, al juntarse ambas fue despertando de su letargo y fue siguiendo a la mía, ahora la suya entraba dentro de mi boca, al poco la mía dentro de la suya, mi mano fue bajando hasta apoyarse sobre la entrepierna del joven, hoy la tenía muy dura, al contrario de la noche anterior, fui frotando la verga dentro de su pantalón.
Mi lengua fue pasando por su garganta, buscando la yugular, lamiéndola en su totalidad, después su oreja fue el siguiente objetivo, mis lamidas le erizaban el vello, gemía, fue acercando su mano a mi pecho, dejándola sobre la parte de mi corazón, él notaba el palpitar acelerado del mismo, me fue abriendo la camisa y por primera vez me vio los poderosos pectorales, no pudo resistirse a ellos y su boca descendió sobre uno de ellos chupando con anhelo mi pezón que se endurecía por momentos, la otra mano fue bajando apoyándola sobre mi verga embutida dentro del pantalón, entonces apartándome de él tomé los vasos, ofreciéndole el suyo lo bebimos lo cogí de la mano y fuimos a mi habitación.
De pie enfrente uno del otro nos volvimos a besar más lentamente, mis manos fueron sacando su camisa, él la mía, después desabroché su pantalón, dejándolo caer hasta el suelo, él hizo lo mismo con el mío, pero al ser más ajustado tuvo que bajarlos hasta los pies, quedando en cuclillas delante de mi endurecida verga, lo fui alzando lentamente mientras apretaba su cuerpo al mío, él llevaba un suave y minúsculo slip blanco, remarcando ampliamente el grosor y el tamaño de su verga, me fui agachando y le quité las bambas y el pantalón, apoyando mis manos en sus nalgas fui siguiendo el contorno de su verga con mi lengua mojando totalmente el slip, poco rato después fui deslizando la prenda hacia el suelo y lo dejé con el resto de la ropa, me saqué mis bambas y el pantalón y juntamos nuestros cuerpos de nuevo frotando nuestras vergas libres de cualquier prenda, sus manos acariciaban toda mi espalda, como si fuera una parte inexplorada, también fueron descendiendo acariciándome las nalgas, lo mismo que yo estaba haciéndole a él.
Lentamente lo deposité sobre la cama boca arriba y me tumbé encima de él besándole ardientemente, crucé sus brazos hacia arriba, dejándome notar sus poderosos bíceps, que fui lamiendo y también las axilas, cosa que le produjo cosquillas al principio, pero poco después gemía, me fui dedicando a todo su cuerpo deteniéndome sobre sus rosados pezones, continué bajando agarrando su potente verga con mi mano y metiéndola dentro de mi boca, mi lengua frotaba todo su grueso contorno, mientras mi boca se abría para tan apetitoso manjar, cada vez entraba más al fondo, haciendo acopio de fuerza la metí en su totalidad, tocando con mi nariz el vello púbico del joven bailarín, ahora mis manos acariciaban sus testículos, volvía a gemir y de su glande salían unas pocas gotas de néctar, mi lengua subía y bajaba constantemente sobre todo el tronco de la hermosa verga, él gemía constantemente, mis manos recorrían todo su cuerpo, que se retorcía de placer.
De la mesita de noche saqué un tubo de lubricante, mojé mis dedos y los fui pasando por mi ano, acariciándolo y metiendo los dedos para dilatarlo mejor, me senté sobre mis rodillas encima de la verga de Daniel, con la mano húmeda de lubricante froté la gran verga de arriba abajo, y mientras la acercaba a mi ano no dejaba de mirar la cara del joven bailarín, mi cuerpo fue descendiendo sobre la verga clavándomela en su totalidad, separé mis nalgas y empujé hasta el fondo, fui moviendo las caderas para acoplarme definitivamente a su verga, entonces comencé a subir y bajar suavemente mi cuerpo, sacando casi en su totalidad la verga bajando de nuevo clavándola dentro de mi cuerpo, entonces le pregunté: ¿Te encuentras bien? Él apenas podía responder, pero asintió con la cabeza, incliné mi cuerpo hacia delante buscando su boca con la mía, fundiéndonos en un acalorado beso las lenguas luchaban entre sí por el dominio de la boca del otro, sus gemidos morían dentro de mi boca, entonces le susurré: ¡Muévete a tu antojo! Entonces como avergonzado soltó: ¡Si me muevo me correré dentro tuyo en un momento! Sonreí y volví a besarlo.
Descabalgué de su verga y cambiando de postura me coloqué tumbado boca arriba y Daniel entre mis piernas abiertas y separadas, le dije que agarrara su verga y apuntara dentro de mi ano palpitante y eso hizo, clavándola de nuevo dentro de mi ser, yo sujetaba mis piernas por la parte trasera de las rodillas y dije: ¡Daniel mira el espejo de la cabecera y tal vez te guste lo que ves! Levantó su mirada y se vio reflejado en el gran espejo, comenzó a retirar su verga y clavarla de nuevo, sus manos sujetaban mis tobillos, bajaba la vista a mi cara y la subía mirando su reflejo, ahora estaba teniendo el dominio y parecía que le gustaba lo que veía, iba acelerando muy lentamente, pero cada vez más consistente fue arremetiendo contra mi trasero, yo notaba el golpear de sus huevos contra mi culo, aceleró más y más mientras soltaba gemidos, en un momento dado colocó sus manos debajo de mis glúteos y bajó su cuerpo encima del mío buscando mi boca y mientras nos besábamos, soltó: ¡Dios, Dios! Y notando sus últimos empujones mientras soltaba trallazos de semen dentro de mi culo, como se había corrido se iba a retirar, pero se lo impedí cruzando mis piernas detrás de su culo, entonces mi mano fue directa a mi verga que había soltado gotas de placer, pero estaba a reventar, comencé a masturbarme mirándole a la cara, tiré de su brazo y acercó su boca a la mía besándonos de nuevo mientras yo soltaba todo mi semen salpicando ambos cuerpos, poco después se estiró sus piernas saliendo de mi interior, quedándonos totalmente pegados con mi semen entre los dos.
¡Tenías razón, todo lo que me he perdido por mi conducta! Soltó sin apenas mirarme a la cara, lo puse a mi lado y bajando de nuevo fui lamiendo mi semen de su cuerpo, continué bajando cogiendo su verga con mis labios, chupándola de cualquier resto y dejándola bien limpia, a continuación, me froté mi verga sacando las últimas gotas y la mano fue recogiendo mi semen de mi propio cuerpo, me coloqué los dedos en la boca y fui chupándola con deleite, él no apartaba la vista de todo lo que yo hacía, me volví a tumbar a su lado y le pregunté: ¿Que te ha excitado más, que te la chupara, que me penetraras o tú reflejo en el espejo follándome mientras te mirabas tú? Daniel se lo pensó, respondiendo: ¡Creo que todo! ¡Tu manera de besarme al llegar, me enardeció, aquí mientras me quitabas la ropa, sublime, luego te tragabas toda mi polla tan dura, después el placer que vi en tu cara cuando te clavabas mi verga dentro, por supuesto, también me encantó el reflejo del espejo, pero no me miraba yo, miraba el conjunto, tú gimiendo mientras mi polla entraba y salía de tu culo, tal vez esto último fue lo más apoteósico!
Estábamos muy relajados y le pregunté: ¿Daniel a qué hora tienes que volver? Él joven me contestó: ¡Mañana tenemos descanso de la compañía y no actuamos, tenemos el día libre! Mi brazo pasado bajo su nuca y mi mano que reposaba sobre su hombro mientras lo acariciaba, entonces mirándome preguntó: ¿Y tú, tienes que cosas que hacer? Solté una carcajada al tiempo que añadía: ¡No, estoy de permiso el resto de mes, ya que estoy haciendo el Servicio Militar! ¡Tenemos todo el tiempo del mundo! Mirándome extrañado dijo: ¿Para qué? Y mirándole a los ojos repliqué: ¡Para disfrutar! Soltó: ¡Bien!
Me levanté mientras le decía: ¡Voy a poner algo de beber! Él colocó la almohada apoyada sobre el respaldo apoyándose sobre ella, mientras esperaba que yo volviera, estaba totalmente relajado, tomó en sus manos el tubo de lubricante y lo olió, mirando la etiqueta, leyendo la marca, mientras yo en la cocina había picado con la batidora cubitos de hielo y había llenado dos vasos de tubo con el hielo picado junto a unas gotas de zumo de limón, llenando el resto con Pippermint (Licor de menta), fui de nuevo a la habitación y le di uno de los vasos, lo olió y acercó sus labios al mismo bebiendo a pequeños sorbos y dijo: ¡Es menta! A lo que yo repliqué: ¡Si, es menta! ¡Con la menta siempre la tienes contenta! Entonces se echó a reír y me senté a su lado en la cama apoyando mi espalda sobre el espejo.
Mientras daba pequeños sorbos a la bebida comenzó a relatarme: Fui criado por mis abuelos en un pueblo que no tenía más que 50 o 60 habitantes en la montaña, ya que mis padres habían muerto de un accidente de tráfico, yo sacaba las ovejas y las vacas al prado para que comieran, aparte del forraje, ayudaba en todo a mis abuelos, siendo muy joven y estando en el prado a veces me encontraba con otros vecinos con sus animales, uno de ellos era el hermano de mi abuelo y también se nos juntaba otro vecino que parecían muy buenos amigos. Se comportaban como niños ya que se peleaban sobre la hierba, mientras reían y yo con ellos por las tonterías que decían, con el tiempo me añadieron a sus luchas, mientras reíamos, me manoseaban haciéndome cosquillas, durante un verano de mucho calor, jugando fueron quitándose la ropa y quedando desnudos totalmente, entonces me comenzaron a sacar la ropa, ahora los tres estábamos desnudos, volvieron a rodar agarrándose sobre el suelo, tirando de mí, casi sin darme cuenta mi tío abuelo tenía mi pito dentro de su boca, mientras el vecino se lo chupaba a él, pasado un buen rato mi familiar soltaba un espeso líquido dentro de la boca de su amigo, que le caía por el lado de los labios, después cambiaban y mi tío abuelo le chupaba el pito a su amigo y éste me chupaba el mío, pasado un rato mientras soltaba gemidos también soltaba un líquido parecido en la boca de mi pariente, después tomábamos el sol un rato y nos vestíamos.
Pasado el tiempo consiguieron que yo también soltara el mismo líquido, haciéndome prometer que no lo contara nunca a nadie lo que hacíamos en el prado, en una ocasión vino un sobrino del vecino algo más joven que ellos, pero bastante más grueso, volvimos a la rutina y después de revolcarnos los cuatro, comenzaron las chupadas de los pitos, el sobrino quería que yo se la chupara, pero a mí me daba asco y lo rechacé, entonces se dedicó a chuparme el mío, pero sus gruesos y bastos dedos buscaban mi culo, intentando metérmelos dentro del mismo, pero el dolor que sentí, me hizo soltar un grito, entonces los dos amigos mayores, le dijeron que no me forzara, que era muy niño todavía, entonces se sentó encima del pito de mi pariente metiéndoselo dentro de su culo y detrás de él se encontraba su tío manoseándose el suyo, entonces acercándose por detrás se la metió dentro del culo, donde estaba alojado el de mi tío, el sobrino gimió, comenzaron a entrar y salir de su culo, mientras gemían los tres y yo de pie delante del sobrino con mi pito dentro de su boca, me uní a sus gemidos y comenzamos a soltar de nuevo el viscoso líquido.
En otra ocasión que estábamos los tres de siempre, mi tío tumbado boca arriba, me hizo colocar encima de su cuerpo con las rodillas separadas, mientras su amigo le levantaba las piernas y lo penetraba, mi pariente chupaba mi pito y su amigo me pasaba la lengua entre la raja de mi culo, apartando mis nalgas para lamer mejor mi agujero, intentaba de vez en cuando meter un dedo, pero mis quejas de dolor, lo hacían desistir y seguía chupando mientras perforaba el culo de mi tío abuelo, cuando terminábamos siempre lo mismo, que no se lo podía contar a nadie. Durante muchos años seguimos con el mismo juego, yo fui creciendo, mi verga también, ahora se peleaban por tenerla dentro de sus culos, pero un día el amigo trajo un tarro con una especie de grasa blanca, que usaban para el parto de los animales, mientras yo penetraba a mi pariente, el amigo se untó los dedos con esa grasa frotándose luego la verga, me pasó la mano entre las nalgas y de un solo golpe me penetró, fue tal el grito que solté, que ambos se asustaron y retiró su polla de mi culo, diciendo: ¡Ahora ya estas desvirgado! Mientras que por mis piernas bajaba un hilillo de sangre.
Mi abuela al lavar mi ropa vio las manchas de sangre en los calzoncillos y se los enseñó a mi abuelo, esa noche hubo una trifulca con mi tío abuelo y a los pocos días, mi abuelo me llevó interno a un colegio cercano, solo volvía a casa en vacaciones de Navidad y Verano, mi tío abuelo ya no estaba en el pueblo y su amigo tampoco, nadie habló más del tema, era tabú para todos. Desde entonces siempre busqué gente mayor, porque no se les ponía dura y de esta manera no me causarían daño, en el internado nos masturbábamos unos a otros y nada más.
Cuando terminó el relato tenía su cabeza apoyada sobre mi pecho, mientras yo le acariciaba la cabeza, notando la agitación de su corazón, giré levemente su cara hacía mí, le besé los parpados y después los labios, mi verga renacía de nuevo, bajé la mirada notando que la del joven Daniel también, ahora él metía su lengua dentro de mi boca buscando la mía, sus manos comenzaron acariciando mi cuerpo y por fin agarró fuertemente mi verga, su mano subía y bajaba lentamente, yo ronroneaba como un gatito del placer que emanaba de su mano, se fue deslizando hacía abajo acercándose a mi verga, sacando su lengua fue repasando el largo miembro, también su contorno, después de un rato se decidió y metió el capullo entre sus labios, abrió más la boca y fue tragándose más cada vez, se retiraba y volvía a insistir, le susurré: ¡No tienes que hacerlo si no quieres! Pero el joven no respondió insistiendo en el afán de complacerme, la saliva resbalaba por el tronco de mi verga, pero él seguía tragando cada vez más, pero no pudo tragársela entera, con suavidad le hice subir de nuevo besándole la boca con fervor, mientras de su boca salía: ¡Enséñame a no tener miedo al dolor! Mirándole a los ojos le pregunté: ¿Qué imagen tienes en la cabeza cuando estas más relajado? Él respondió: ¡Tumbado en el valle tomando el sol y mirando las nubes! Añadí: ¡Piensa en eso, pero en tu mente, los ojos bien abiertos mirándonos!
Lentamente le di la vuelta dejándolo boca abajo, me tumbé sobre su espalda, colocando mi verga entre sus piernas, fui besando su nuca, los hombros mi lengua se iba deslizando hacía abajo, llegando a la ranura de su culo, me senté sobre mis rodillas dobladas, hice que levantara sus caderas y pasando mi mano entre sus piernas cogí su verga y la comencé a chupar, continué con sus huevos y fui subiendo mi lengua buscando el apretado botón de la felicidad, mi lengua comenzó a soltar saliva mojando el preciado tesoro, éste se resistía a relajarse, pero la paciencia es una virtud, mi cara estaba enterrada entre sus nalgas que yo separaba con mis manos llegando más al fondo con mi lengua, por encima de sus nalgas miré la espléndida espalda de Daniel y noté que él me observaba a través del espejo, entonces mis manos subieron por su espalda acariciándole y dio resultado su ano palpitaba lentamente, insistí con mi lengua y muy mojado su ano ya palpitaba, tomé la crema lubricante y mojándome los dedos comencé a darle masajes, el frescor de la crema y los dedos hicieron que se fuera abriendo más, fui metiendo un dedo mojado con la crema dando vueltas dentro de su ano, cuando noté que se había abierto metí el segundo y repetí lo mismo, pero esta vez separaba los dedos dentro mientras los seguía moviendo, Daniel comenzó a mover sus caderas.
Mojé mi verga con más crema y me estiré de nuevo sobre su espalda, al tiempo que le susurraba: ¡Te va a doler un poco, pero piensa en el valle con el sol bañándote, veras que el dolor desaparecerá! Agarrando mi verga la fui clavando dentro del apetitoso culo, sus manos apretaban fuertemente la almohada, pero no se quejó, cuando llegué hasta el fondo gimió de dolor, me quedé parado, pero clavado dentro suyo, de vez en cuando mi verga palpitaba dentro de él y gemía, esperé un rato más, fui retirándome del culo, sin salir del todo y me clavé de nuevo, esta vez dio un respingo, pero aguantó, pare de nuevo forzando a mi verga que palpitara continuadamente dentro de tan cerrado culo, eso no le molestó tanto, poco después volví a retirarme y clavarme de nuevo, no se quejó se estaba abriendo, entonces comenzó la penetración lenta pero constante, ahora gemía y no de dolor, estuvimos en esa postura bastante rato, pero yo quería ver su cara y él la mía, sin sacar mi verga de su culo pasé una pierna por delante mío y le di la vuelta quedando boca arriba, mis manos agarraron sus tobillos, separándole bien las piernas en forma de V, mientras seguía embistiendo su lindo culo con mi verga, la suya babeaba ligueramente totalmente endurecida, él había doblado la almohada y miraba con asombro como lo estaba penetrando.
Su cara era de placer, pero tenía que verse penetrado para perder el miedo totalmente, salí de su interior, giré su cuerpo, quedándome yo de pie tocando mi espalda a la pared y agarrándolo por sus potentes piernas subí su cuerpo apoyando parte de las nalgas y la zona lumbar en la pared debajo mío, solo su cabeza descansaba sobre la cama, poniendo mi verga hacía abajo se la clavé de nuevo, ahogó un gemido de placer, fui entrando y saliendo de su culo en esa posición, mientras yo me sujetaba la base de mi verga, entonces le dije: ¡Mira el espejo! Daniel giró su cara y vio la penetración en todos los sentidos, giraba la cara mirándome, instantes después nuestro reflejo, fui acelerando cada vez más, los gemidos de ambos eran potentes, ya casi no podía aguantar, entonces le dije: ¡Vas a probar el sabor del semen y te lo vas a tragar!, embestí con más fuerza y al poco, sin tocarse fue soltando su semen sobre su cara, mientras soltaba su corrida intentaba cazarla con la boca, al mismo tiempo exploté dentro de su culo, dejándolo totalmente lleno, él notaba los trallazos de mi corrida dentro de su ano y decía ¡Dios, Dios!
Estuve un rato más dentro de él, saqué mi verga y me arrodillé entre sus piernas, ahora su culo reposaba sobre mi pecho, fui chupando el agujero recién violado, fui metiendo los dedos sacándole bastante parte de mi semen, que fui saboreando, él tiró de mi mano metiéndose mis dedos dentro de su boca, lo fue repitiendo hasta que no salió más semen de su culo, lo puse bien tumbado en la cama y limpié las salpicaduras de su semen, subiendo hacía él y fundirnos en un prolongado beso, pasando su semen de mi boca a la suya, mientras seguíamos disfrutando del cálido beso, entonces preguntó: ¿Puedo quedarme a dormir contigo? Asentí y nos tiramos la sabana por encima, nos besamos de nuevo y apagué la luz, me puse de lado y Daniel acercó su cuerpo a mi espalda en la misma posición, pasó su brazo sobre mi cuerpo y nos quedamos dormidos.
A través de las persianas entraba la luz del día, pero no me había despertado eso, sino el placer que notaba en mi trasero, giré la cabeza y me encontré que Daniel tenía su boca pegada a mi ano pasando su lengua por él mientras lo llenaba de saliva, doble más la rodilla, dejando más espacio para que siguiera con su tratamiento, mi ano volvía a palpitar, el joven subió a mi altura susurrando: ¿Puedo? Asentí y colocó su verga en la entrada de mi ano y la metió de un solo golpe, me hizo gemir, fue retirándose y a clavarse de nuevo, entonces le dije: ¡Sácala del todo y clávala de nuevo! Y así lo hizo, ahora los gemidos eran los suyos unidos a los míos, fue acelerando cada vez más y con un gran suspiro se corrió dentro de mi culo, descendió de nuevo y chupándome el ano lo dejó limpio tragándose su propio semen que fue sacando con los dedos, nos besamos y tirando de él fuimos al cuarto de baño.
Me senté sobre la tapa del WC y dándole la vuelta le hice apoyarse en el lavabo que estaba enfrente y fui lamiendo su orificio dejándolo bien mojado, bajé mi trasero al borde de la tapa del WC, apoyando mi espalda en la cisterna, le hice girar de nuevo de cara a mí, le dije, que separara las piernas y lo fui acercando más a mí, mientras mi mano sujetaba mi verga lo obligué a descender sobre ella, volvía a estar un poco cerrado, pero esta vez no se quejó, fue clavándose mi verga a su manera, cuando la tuvo totalmente dentro movió sus caderas y comenzó a cabalgarme, subía y bajaba cada vez con más rotundidad, sus manos acariciaban mi nuca, mi corazón estaba desbocado, saqué mi verga de su trasero y lo volteé, ahora de espaldas volvió a sentarse encima de mi verga y continuó cabalgando, mientras miraba nuestro reflejo en el gran espejo del baño, veíamos su verga bamboleándose de un lado a otro, arriba, abajo, incluso de lado cuando él movía las caderas, pasé mis manos por debajo de la parte trasera de sus rodillas levantando un poco su culo y las piernas, dejándome espacio para moverme a mis anchas y de esta forma fui clavándome dentro de su culo con más intensidad, haciéndole soltar gemidos, que unidos a los míos eran un buen espectáculo y entonces me corrí dentro del ansiado culo, soltando el resto de semen que me quedaba en el cuerpo, lo levanté y lamí el semen de su interior, volvimos a besarnos y nos metimos en la ducha.
Habíamos terminado de desayunar, cuando sonó el timbre de la puerta, me ajusté la toalla en la cintura, mientras Daniel se llevaba las cosas a la cocina, también llevaba una gran toalla atada en su estrecha cintura, abrí la puerta y como un vendaval entró Javián soltando: ¿Dónde te metes? ¡Llevó varios días llamándote por teléfono y todos preguntaban por ti! Entonces quedó mudo, al ver salir de la cocina a Daniel, éste le dio un buen repaso visual diciendo: ¡No me extraña que no aparezcas, teniendo éste joven adonis, yo tampoco saldría de casa! Siguió hablando y exploté: ¡Para un poco que la cabeza me va a explotar! Él añadió: ¿Resaca o habéis dormido poco? ¡Meticón! Le respondí, mientras sonreía, se acercó a mí y me beso fuertemente en la boca buscando mi lengua, al separarnos dijo: ¡Huelo a café, voy a ponerme uno! Y se fue a la cocina, Daniel acercándose a mí me susurró: ¿Es tu pareja? Yo acariciando su bella cara contesté: ¡No, somos amigos, con derecho a roce! Le aclaré: ¡Nos hemos acostado en alguna ocasión! Entonces apareció Javián soltando: ¡Ja! ¡Si la empezamos a contar estamos hasta Navidad! Y por cierto ¿Donde los encuentras? Yo respondí: ¡Como a ti! ¡Cuando buscas no encuentras, y aparecen sin buscarlo! ¿Te parece bien? Entonces soltó una carcajada, mientras se presentaba ¡Soy Javián, un folla-amigo! Daniel le dijo su nombre y se sentaron en el sofá. Antes de que yo le preguntara nada añadió: ¡Me han dado permiso, para recoger la moto de mi hermano del taller, como él no está fui yo! ¿Comemos juntos?
Me acerqué al sofá, para sentarme pero antes de darme cuenta Javián había soltado mi toalla dejándome desnudo y poniéndose mi verga en la boca, mientras chupaba decía: ¡No encontré leche, pero esta me sirve! Comenzó a chupar con fuerza provocándome una rápida erección, miré a Daniel, éste estaba perplejo, pero no dijo nada, solo observaba, yo acariciaba la cabeza de Javián mientras seguía tragándose mi verga, que cada vez estaba más dura, le hice una señal a Daniel y se arrodilló en el sofá y nos deleitamos con un beso, nuestras lenguas se buscaban de nuevo, la otra mano de Javián soltó la toalla del joven bailarín, separándose de mi verga giró su cara y engulló la verga de mi joven acompañante, fui sacándole la camiseta y abrí su pantalón , haciendo que levantara su trasero deslicé esta prenda hasta el suelo y se los quité, me sorprendió que no llevara los clásicos slips, no llevaba nada, ahora estaba desnudo como nosotros.
Me agaché entre las piernas de Javián y comencé a lamer y chupar con fruición su hermosa y gran verga, mientras él continuaba chupando la de Daniel, fui bajando con mi lengua por sus genitales chupándolos también, al mismo tiempo, levanté una de sus piernas dejándosela doblada y con el pie encima del sofá, fui buscando su ano y pasándole mi lengua por el mismo, soltando saliva y chupándoselo con deleite produciendo sus gemidos con su boca ocupada, el ano ya palpitaba y dilataba abriéndose como una flor, tomé la mano de Daniel colocándolo entre las piernas de Javián, haciendo que éste bajara un poco más su culo al borde del sofá, el joven bailarín se mojó con saliva la verga y la clavó de un certero empuje, haciendo rechinar los dientes del militar tumbado, fue sacando y embistiendo de nuevo , mientras yo me agaché y seguí chupando la verga del joven sentado, estaba muy endurecida, se bamboleaba con cada embestida, estuvimos bastante rato así, Daniel sacó su verga del culo de Javián y tirando de mi brazo, me hizo colocar en su lugar, me puse entre las piernas del joven y clavé mi estaca en su culo, Daniel se acercó a nuestra presa y fue besándole por toda la cara, bajando hasta sus labios y degustó el sabor de su lengua hurgando dentro de la ansiosa boca, sus manos acariciaban el buen cuerpo del militar de Caballería, su boca fue bajando y se tragó la verga de éste, ahora seguía el movimiento que yo producía con mis embestidas, al poco rato Daniel se separó del joven tumbado colocándose detrás mío y sin apenas decir nada me clavó la verga en mi ano, me dejé caer sobre el cuerpo de Javián, mientras el bailarín me embestía con fuerza, provocándonos gemidos a los dos penetrados, nuestros gemidos lo pusieron a mil, ya que no tardó mucho en comenzar a gemir de placer, mientras soltaba todo su semen dentro de mi culo, embistió unas cuantas veces más y sacó su verga.
Daniel, se puso de pie encima del sofá, dándome la espalda y ofreciendo su verga al alcance de la boca de Javián, que éste cogió al vuelo chupándola con mucha fruición, mientras yo acercando mi cara a su trasero comencé a chupárselo mientras seguía penetrando a Javián, el ano se iba abriendo con cada una de mis lamidas, saqué mi verga del culo de Javián, separé las nalgas de Daniel con mis manos metiendo más mi lengua, en tan preciado agujero, lo agarré por la cintura y con suavidad lo hice descender quedándose de rodillas frente a Javián mientras yo le colocaba la verga de éste dentro de su precioso culo, gimió al notar toda la gran verga dentro de él, las manos de Javián agarrando las nalgas del joven lo hacían subir y bajar sobre su verga, mientras se besaban con frenesí, yo iba acariciando la espalda de Daniel y agarrando mi verga comencé lentamente a meterla dentro de su culo junto a la verga de Javián, el joven se quejó de dolor, pero al poco rato ya gemía de gozo.
Yo embestía con fuerza y el roce de ambas vergas dentro del apetitoso culo, nos daba un placer enorme a los tres, el ano estaba bien dilatado y se tragaba las dos vergas al mismo tiempo, Daniel gemía fuertemente mientras se besaba con ardor con Javián, yo detrás del bailarín, besaba su nuca y cuello, ladeó ligeramente su cara y me uní a ellos con mis labios, mi verga entraba y salía sin dificultad, ahora estábamos en una cascada de placer total y comencé a correrme dentro del culo, al notarlo Javián, fue soltando su semen dentro del culo de Daniel y éste soltó: ¡Dios, Dios! Mientras iba saliendo del mismo el semen resbalando por sus `piernas mojándonos a todos de semen, seguimos así un rato más y después nos separamos, sacando las vergas del culo penetrado, cogí la toalla y nos secamos.
Volvimos a las duchas, esta vez los tres y nos vestimos, fuimos a comer y después nos separamos, yendo Daniel al teatro, Javián al Cuartel de Caballería y yo volví a mi casa...