Recuerdos...xiv

Bruno y Raúl se colocaron de pie, con las piernas separadas delante de los dos hermanos ofreciéndoles sus vergas, estos agarrándolas comenzaron a lamerlas

RECUERDOS...XIV

Es lunes y hemos tenido una mañana de intensos entrenamientos, en la piscina de la Hípica, dentro de 10 días será el Campeonato Regional Militar, para seleccionar, los componentes que representen ése año a Galicia en Toledo, donde serán los Nacionales, estoy en casa comiendo un poco, a la tarde tengo las primeras clases con los hijos del Sr. Conde, veremos en que acaba todo esto, sé que pagará, un extra por mis clases particulares.

Estoy en la piscina del Club, esperándoles, he llegado más temprano de la hora señalada, doy un vistazo al gran reloj y veo entrar a los dos jóvenes, cubiertos con un albornoz, se acercan a mí, saludándome: ¡Buenas tardes, señor! Les contesto: ¡Buenas tardes, pero no me llaméis señor, mi nombre es Jorge! ¿Cómo os llamáis vosotros? El más delgado dijo: ¡Mi nombre es Santiago! Y yo: ¡Juan Ramón! Respondió el más redondeado, entonces les dije que se quitaran el albornoz y lo dejaran en los bancos de madera eso hicieron.

Mi sorpresa fue mayúscula al ver sus bañadores, parecían sacados de principios del siglo XX, gruesos y hasta la mitad de los muslos, dejándolos solos saqué la cabeza por la puerta llamando a Nando, al venir éste, le pregunté si teníamos algun bañador para los jóvenes, los miró, escapándole un gran sonrisa y se marchó, al poco rato volvió con dos bañadores actuales, los miré y vi que debían ser de su talla, le di las gracias y se fue. Me acerqué a los chavales y les entregué las prendas, que se tenían que cambiar, les acompañé al vestuario y mientras se cambiaban les fui preguntando la edad, donde estudiaban y los amigos que tenían.

Santiago respondió: ¡Yo tengo 17 años y soy el mayor, Juan Ramón tiene 16! Y hasta el pasado año estábamos internos en un colegio de jesuitas cerca de León, ahora nos dan clases en casa y no tenemos amigos, apenas salimos de la finca, aún me sorprende que nuestro padre nos trajera el otro día aquí. Mientras me hablaban, se pusieron de espaldas para ponerse el nuevo bañador, las nalgas de ambos estaban enrojecidas, al darse la vuelta Santiago, vi que tenía dificultad de esconder su “cosa” y lo mismo a su hermano, les mostré la manera de colocarla, que se la bajara hacia abajo, poniéndola entre los testículos, eso hicieron y todo resuelto, pero pensé para mí ¡Menudo rabo tienen los niños, no menos de 20 cm y flácida! Les pregunté si se encontraban cómodos con las nuevas prendas, ambos asintieron y fuimos a la piscina.

Nos pusimos en la parte que no cubre mucho, me tiré de cabeza, poniéndome de pie, le dije a Santiago, que se tirara, aunque fuera de pies, y eso hizo, cerca del borde de la piscina, al salir del agua se agarró al borde, mirando a Juan Ramón, le dije que se sentara en el borde de la piscina con los pies dentro del agua, luego hablando con el mayor de los dos, le dije, que intentara llegar a mi lado, yo estaba a escaso metro de él, comenzó a mover las manos y pies, pero no se movía del sitio, me acerqué y le hice ponerse de pie en la piscina, me coloqué detrás de él y cogiendo sus manos, le fui dirigiendo, la manera de moverlos, primero un brazo y después el otro, luego los dos al mismo tiempo, sonreía, le dije que no era broma y se puso serio, pidiéndome perdón, se lo hice repetir bastantes veces.

Hice bajar a Juan Ramón e hice lo mismo que con su hermano, parecía feliz, disfrutaba del agua, no lo hacían mal, para el primer contacto, dejé al joven de pie, volviendo con el mayor, me puse delante de él estirando mis brazos sobre los suyos, agarrándole casi cerca de los sobacos, le dije que tenía que subir el trasero y mover las piernas, primero una y la otra a continuación, lo intentaba, pero el culo, se le hundía, me coloqué en su costado, pasando mis dos manos debajo de su cuerpo, le dije que  estirara brazos y piernas, sin moverlos, entonces le dije: ¡Ves puedes hacerlo, ya te aguantas recto encima del agua! A lo que él contestó: ¡Sí pero porque me aguantabas por debajo! Dije: ¡Por ahí se empieza! Lo puse de pie acercándolo al borde de la escalera de la piscina, le hice agarrarse a ella, que subiera el culo hacia arriba y estirara las piernas, agarrándole los pies le fui enseñando el  movimiento de las mismas, para poder nadar sin hundirse, tenía que fortalecerlas, le dije que fuera practicando.

Volví con el menor e hice lo mismo, pero él había visto a su hermano y lo hizo bastante mejor, lo coloque en la escalerilla al lado de su hermano y los dos pataleaban el agua, mirándose sonrientes, yo me senté en el borde de la piscina, cuando aflojaban, les reñía y aceleraban de nuevo, llevaban así unos 15 minutos y les hice parar, resoplaban, pero parecían contentos, sus caras irradiaban felicidad. Entré de nuevo en el agua y cogiendo a Santiago, le dije, que ahora tenía que coordinar los brazos con las piernas, estas no tenían que parar nunca, coloque mis manos debajo de su cuerpo delgado y le animé a probarlo, pero el culo se le hundía, cogí el borde del bañador, tirándolo hacia arriba, entonces lo fue haciendo mejor, al principio inestable, pero al poco, mucho mejor, mientras le gritaba con suavidad, que estirara los brazos, fui sacando mis manos de su cuerpo y se fue desplazando un poco, se asustó y se hundió, pero se puso de pie sobre el fondo de la piscina y me espetó: ¡Me has soltado! A lo que yo repliqué: ¡Sí, pero has nadado un poco, hasta que te has asustado al no notar mis manos, pero lo has hecho muy bien! Juan Ramón estaba aplaudiendo: ¡Lo has hecho, fantástico, ahora yo también quiero!

Repetí lo mismo con el menor y también lo hizo bien, los puse uno a cada lado mío y cogiéndolos por la parte de arriba trasera del bañador, hice que lo repitieran, mientras yo los sujetaba, cuando más lanzados estaban los solté y nadaron unos dos metros, entonces chapotearon de nuevo, me acerqué a ellos y les reñí, diciéndoles, que lo habían hecho muy bien unos dos metros, pero después habían vuelto a hundirse, miraron donde estábamos antes y donde ahora, los llevé al borde de la piscina y mirándoles serio les dije: ¡Si llegáis a los corchos nadando bien y no como los perritos, os enseñaré a tiraros de cabeza al agua! Los cabroncetes nadaron bien, llegando hasta los corchos y no se habían hundido, estiraban bien los brazos y las piernas, al llegar se giraron sonriéndome, los hice salir del agua y los puse al borde de la piscina, les enseñé la manera de poner los dedos, hacia abajo, para no patinar hacía atrás, las manos estiradas con la cabeza en medio, tenían que dejarse caer en el agua, al tiempo que estiraban las piernas, me puse al lado de Santiago y le enseñé la postura y tirándome, para que lo vieran, salí y colocándome a su lado, le insté a repetirlo y le salió bastante bien y el pequeño  también lo hizo bien, para ser su primera cabezada, miré la hora, les quedaban 15 minutos y se lo dije, les hice repetir la entrada de cabeza, esta vez mejor.

Estando los tres dentro del agua, los hice agarrarse al borde y que estiraran completamente sus cuerpos, sujetándose solo por los dedos, fui pasando mis manos por debajo del cuerpo de Santiago, notando la tirantez de sus jóvenes músculos, seguí pasándolas por su cuerpo acariciándolo, después por debajo del escueto bañador, rozando su gran verga, terminando acariciando sus largas piernas, colocándole bien los pies, le hice mover las piernas, se las junte un poco, le volví a rectificar el empeine de los pies, mi verga se había endurecido, me aparté de él  y repetí lo mismo con Juan Ramón.

Salimos del agua, le pregunté al pequeño de los dos, si comía muchos dulces, éste se sonrojó diciendo, que sí, poniéndome serio le dije, que a partir de ahora nada de dulces y les presentaría a unos chicos que habían tenido el mismo problema y habían mejorado mucho sus cuerpos y estaban más contentos, incluso los habían visto el otro día haciendo gimnasia, sus caras fueron de sorpresa, les dije, que podían cambiarse, se despidieron educadamente y fueron al vestuario.

Yo me acerqué a recepción y le pregunté a Nando por los bañadores y éste me enseñó un surtido de los mismos con sus bolsas, de ser nuevos, me dio las bolsas vacías, para que se las diera a los chavales, en una de las costuras laterales, ponía El Club, de color blanco, no me había fijado bien, al principio parecía una raya lateral, eran de promoción, fui al vestuario para darles las bolsas vacías, para que el bañador mojado no humedeciera el resto de la ropa y los vi a través del reflejo de un espejo, que se estiraban la verga uno al otro, mientras se acariciaban, yo carraspeé y se separaron, les tendí las bolsas, explicándoles, que los bañadores eran de promoción y lo que estaban haciendo, había sitios más discretos, como la sauna, se habían acalorado, se terminaron de vestir y se marcharon. Esa noche llamé por teléfono a Bruno y a Raúl, les conté lo que pretendía mostrarles a los dos hermanos y quedamos en el Club, para el día siguiente.

Cuando llegaron los dos hermanos, ya estaban allí, Bruno, Raúl y también Tomás, que se había añadido a última hora, los presenté, le pedí las fotos a Bruno y me las entregó, entonces, se las mostré a los dos hermanos, eran las famosas fotos del antes y después, de los cuatro amigos, los chavales se sorprendieron mucho, el cambio de los amigos, entonces a Bruno le asigné a Santiago, Raúl a Juan Ramón y comenzaron a mostrarles la mejor forma de tirarse a la piscina de cabeza, lo repitieron durante bastantes veces, mientras yo rectificaba la forma de nadar del joven Tomás, toqué el silbato y les dije que tocaba nadar un rato, mientras los iba observando, noté un poco de camarería, de vez en cuando se acercaban a ellos y les rectificaban algún movimiento, les acariciaban el cuerpo de vez en cuando, pero sin pasarse.

Volví a tocar el silbato y mirándome, les dije, que hoy aprenderían a meter la cabeza dentro del agua y poder respirar, mientras nadaban, les hice una demostración con Tomás como compañero, poniéndome detrás de él, le fue moviendo los brazos, mientras respiraba con la cabeza de lado, Bruno se colocó detrás de Santiago, rozándole el culo con su verga y repitió lo mismo que yo había hecho con Tomás, también Raúl, detrás de Juan Ramón lo fue repitiendo, notaba los frotamientos corporales, que se hacían unos con los otros. Otro toque de silbato, y les mostré de nuevo, la manera de hacerlo moviendo brazos y piernas, se lo demostré de nuevo con Tomás, con mis manos debajo de su cuerpo, les recordé de estirar bien los brazos y piernas, se pusieron a ello, para ser la primera vez lo hacían bien, noté que una de las manos de Bruno, se había deslizado más abajo del cuerpo, concretamente en la parte del bañador de Santiago, miré a Raúl, había hecho lo mismo, pero los hermanos no protestaron para nada, a una señal mía sacaron sus manos a regañadientes de debajo de los cuerpos y los hermanos nadaron un rato haciendo muy bien las respiraciones.

Los hermanos se pusieron de pie y les felicité por lo bien que lo habían hecho, ellos abrazaron a sus compañeros de enseñanza, les dije que iban  a saber aguantarse en el agua, sin tocar fondo, les dije, que miraran a Bruno y Raúl y lo repitieran igual, eso hicieron, vieron el movimiento de piernas dentro del agua  de los dos amigos y ellos hicieron lo mismo, yo cerca de ellos con la cabeza dentro del agua miraba que no hicieran trampa, pero no, no tocaban el fondo con los pies. Agarré las manos de Tomás y fuimos a la parte honda de la piscina, les recordé los movimientos de piernas en el agua, Bruno cogió las manos de Santiago y Raúl a Juan Ramón, repitiendo lo mismo que nosotros, una vez en la parte honda, les mostré el movimiento de las manos para mantenerse a flote en vertical, les soltaron las manos y fueron moviéndolas como les había enseñado, perfecto no se hundían y flotaban, les felicité abrazándolos a ambos, estaban eufóricos, con los ojos anegados de contento, miré el reloj, quedaba 1 hora, para terminar la clase, les dije, que ya estaba bien por hoy, los hermanos protestaron un poco, mientras salíamos del agua.

En el vestuario les dije, que se quitaran el bañador y cogieran la toalla, que íbamos a la sauna y todos  los seis, nos metimos en la sauna de vapor, los hermanos se sentaron juntos, a su lado Raúl y Bruno, enfrente Tomás y yo.

Raúl, puso una mano en la cara de Bruno girándole la cara y fue saboreando sus labios, que fueron correspondidos por éste, mientras las manos se iban acariciando, Tomás por su lado, me pasó la mano por el muslo, subiéndola lentamente, hasta encontrar lo que buscaba, acercó su cara a la mía y lo besé en los labios, mientras lo acariciaba, una de mis manos separó su toalla y luego aparté la mía, dejando nuestras vergas endurecidas a la vista de todos, por encima de la cabeza de Tomás observaba a los dos hermanos, ambos estaban empalmados y se acariciaban la verga uno al otro, fueron acercando sus caras y tímidamente se fueron besando, les debió gustar, ya que casi al momento lo hacían con más fuerza, mientras se acariciaban los cuerpos, sus vergas temblaban de placer, Bruno y Raúl, bajaron del banco y colocándose delante de los chavales comenzaron a masajear las hermosas vergas, paseando la lengua por ellas y metiéndolas dentro de la boca, degustándolas, comenzaron a proporcionar más placer a los nuevos alumnos, que estaban gimiendo entre besos, las succiones eran sonoras, Bruno fue empujando el cuerpo de Santiago sobre la verga de su hermano, que quedó libre de la boca de Raúl, éste se sentó al lado de Juan Ramón y girándole la cara lo fue besando, metiéndole la lengua dentro de su boca, mientras la verga de Santiago era chupada por Bruno, mientras acariciaba la espalda y el trasero del mismo, una de las manos de Bruno apoyada en la cabeza de Santiago, le marcaba el ritmo de la mamada, al cabo de un buen rato, cambiaron y fue Juan Ramón el que chupaba la verga de su hermano, mientras Raúl chupaba la de él, Bruno degustaba los labios y  la boca de Santiago.

En ése momento, los dos hermanos estaban muy salidos y casi a punto, los dejaron sentados y tanto Bruno, como Raúl, se acacharon entre las piernas de ambos y comenzaron a chupar con fuerza las duras vergas , acelerando cada vez más y más, mientras ellos se besaban y miraban de lado a Tomás y a mí, que estábamos haciéndonos un caliente 69, metiéndonos los dedos dentro del culo opuesto, mientras saboreando nuestras vergas, no pudieron resistir, al espectáculo y comenzaron a correrse dentro de las bocas, que los chupaban, soltando sendos gemidos de placer al soltar todo el semen, que tanto Bruno, como Raúl, se fueron tragando, cuando los dejaron bien limpios, les ofrecieron sus bocas respectivas, de esta forma, saborearon, por vez primera el sabor de un semen, después unieron las cuatro bocas saboreándose entre ellos.

Los dos amigos se sentaron al lado de los hermanos y todos siguieron con afán nuestras mamadas, Tomás estaba a punto, separé un poco su cuerpo de mi cara y apretando su verga comenzó a soltar todo su semen sobre mi boca y cara, al terminar le volví a chupar la verga dejándola bien limpia, entonces yo me solté corriéndome dentro de su boca, el sonido de su boca chupando con frenesí, los calentó a todos, Tomás se estiró encima mío y fue chupándome toda la cara saboreando su propio semen.

Bruno y Raúl se colocaron de pie, con las piernas separadas delante de los dos hermanos ofreciéndoles sus vergas, estos agarrándolas comenzaron a lamerlas y después a chuparlas con ahínco, mientras los dos amigos con sus manos sobre las cabezas de los hermanos les guiaban en la mamada. Tomás y yo, nos acercamos al grupo, me coloqué delante de Santiago y Bruno, levanté ligeramente las piernas del hermano mayor, hundiendo mi lengua, buscando su orificio anal, que fui lamiendo y chupando con glotonería, Tomás hizo lo mismo con las piernas de Juan Ramón, chupándole el ano dilatándolo, estando sus bocas ocupadas y sus anos palpitaban de gozo.

Tanto Tomás como yo fuimos metiéndoles un dedo en el ano dilatado, mientras les íbamos chupando las vergas, nuestra mano libre mojada de saliva acariciaba el ano, metiendo hasta dos dedos dentro del joven que estaba de pie, mientras los hermanos seguían chupándoles la verga, las penetraciones de los dedos dieron resultado, logrando que Raúl y Bruno, soltaran todo su semen reprimido dentro de las primerizas bocas de los hermanos, que no querían dejar escapar ninguna gota del semen entregado y mientras seguían chupando soltaron por segunda vez su semen dentro de nuestras bocas, mientras todos gemíamos. Bruno y Raúl, bajaron y ayudaron a Santiago y Juan Ramón a ponerse de pie, quedándonos los seis unos frente a otros, entonces los dos hermanos, se acercaron a mí y por turnos me fueron besando, saboreé sus cálidas bocas todavía con sabor a semen, metí mi lengua dentro de las suyas degustándolas, después besaron con mucha pasión a Tomás, abrazándolo.

Nos refrescamos en la fuente y salimos al vestuario, nos vestimos, separándonos poco después, quedando para el día siguiente. Los siguientes días, fueron mejorando en todos los aspectos, en natación mejoraron mucho, ya hacían toda la piscina a lo largo y correctamente, en cuanto a los encuentros en la sauna, también fueron mejorando, pero aún les faltaba soltarse un poco más, habían observado nuestras penetraciones, pero no se decidían a probar, sin embargo dejaban que les comiéramos el culo y los dilatáramos con los dedos, seguían teniendo el trasero enrojecido, cada vez que se cambiaban de ropa.

Estamos a viernes, hoy estamos los tres solos,  yo nadaba a su lado y todo va correctamente, de pronto veo una silueta familiar, era el padre de los dos jóvenes, llevaba un ajustado bañador marcando toda su hombría, sin apenas mirarlos se zambulló en el agua, comenzando a nadar, mientras miraba donde estaban sus hijos, cuando llegamos al final de la piscina y se agarraron al borde los reconoció, nadando se acercó a nosotros, todo serio, nos saludó y sonriendo, dijo: ¡Has conseguido que aprendan a nadar, felicidades! A sus hijos ni siquiera los miró, entonces yo añadí: ¡Han sido muy eficientes, han seguido todos mis consejos, aprenden rápido y muy bien, pocos alumnos lo hacen en tan poco tiempo! Y entonces los miró, asintiendo con la cabeza. Les dije a los chavales: ¡Tenéis que hacer dos piscinas más y terminamos por hoy! ¡Luego un rato de sauna, ducha y a vestiros!

Siguieron nadando y en ése momento el Sr. Conde de Traba, me dijo: ¡Mañana me gustaría invitarlo a nuestra casa, pasará un coche a recogerlo por aquí a la misma hora que suele dar las clases a los niños! Su manera de expresarse no admitía una negativa, asentí. Cuando sus hijos terminaron fuimos a la sauna, pero esta vez su padre presente, no hicimos nada, sin embargo éste se frotaba el cuerpo con su mano, como deslizando el sudor, mientras su otra mano apoyada sobre la toalla frotaba ligeramente su verga, me estaba poniendo de los nervios, los chicos también y entonces salieron.

En ése momento el Sr. Conde separó su toalla, dejando al descubierto su enorme verga, bien dura, maciza de unos 25 cm. y gruesa, me hice el adormilado, mientras miraba entre mis pestañas, él se iba masturbando lentamente, tenía su cara girada hacía mí, me estaba observando el cuerpo, notaba su respiración agitada, apretó el ritmo de su mano, soltando bastante semen sobre el suelo y su mano, mientras con su respiración agitada gemía de placer, se limpió con la toalla y me acarició el hombro, como para despertarme, fingí hacerlo, le pedí disculpas, por quedarme dormido, él solo sonrió. Nos duchamos y nos vestimos, se marcharon los tres, yo me quedé pensativo.

Al pasar por recepción, le pregunté a Nando, si conocía al Conde, él contestó, que solo rumores, que apenas tenía amigos, muy serio en los negocios y estricto con sus hijos, hacía un año que su mujer tuvo un accidente y murió, ahora parecía diferente, se sorprendió el día de la inauguración y el hecho de apuntarse él y los hijos como socios. No pude dormir demasiado bien, no dejaba de darle vueltas a la cabeza del motivo de la invitación a su casa, las clases estaban muy bien pagadas. Al mediodía apenas pude probar bocado, tenía los nervios a flor de piel, fui al Club y esperé.

Vino a recogerme un coche Mercedes, el chofer, se bajó y me hizo subir al mismo, le di las gracias, cuando cerró la puerta, al cabo de una media hora, llegamos a una gran finca y una enorme casa, el chofer bajó y me abrió la puerta, la cerró y se fue, fui subiendo las escaleras y al acercarme a la puerta ésta se abrió, un joven de unos 28 años con un traje muy elegante, al entrar, me dijo cortésmente: ¡El Sr. Conde le espera en la biblioteca, sígame, por favor! Había notado su mirada de arriba  abajo mientras soltaba las palabras, lo seguí a la amplia sala, que sin duda era la biblioteca y despacho, el mobiliario muy antiguo, valioso sin duda, pero muy recargado, casi sofocante, para mi gusto, aunque era elegante.

Se apartó y cerró las puertas, el Sr. Conde se levantó de un sillón tendiéndome la mano, la estreché y me indicó el sillón de enfrente de él y  dijo: ¡Me he permitido prepararle una copa de coñac! ¿Le va bien, o prefiere otra cosa? Le respondí: ¡que estaba bien el coñac y se lo agradecí! Pensé que la bebida me sentaría fatal, teniendo el estómago vacío, pero él alzó su copa, como un brindis y repetí el gesto, me dijo, que su nombre es Amadeo y así lo tenía que llamar, asentí afirmativamente y comenzó a contarme lo del accidente de su esposa, que sus hijos habían estado en un internado en León y ahora estudiaban en casa, que no tenían amigos y que ésta última semana se les veía más contentos y no entendía él porque, calló quedándose pensativo.

Yo dije: ¡Tal vez porque han aprendido a nadar en tan poco tiempo, para hacerle a usted feliz! Di otro sorbo al coñac y él espetó: ¡No creo, hay algo más, debe haber algo más! Con los nervios a flor de piel di otro sorbo a la copa de coñac y fui oyendo su voz más lejana, casi como un susurró ¡Me lo contarás todo! Ya no escuche más su voz, cuando abrí los ojos, no sabía dónde me encontraba, no era la biblioteca, era una habitación y me encontraba sentado en un sillón, las cortinas estaban echadas, y las lámparas encendidas, miré desconcertado, vi a Santiago y Juan Ramón, sentados en el borde de la cama, temblaban, Amadeo les hacía preguntas, ellos respondían entrecortadamente, me levanté, parecía mareado, me fui acercando a ellos, fui entendiendo las preguntas: ¿Qué habéis hecho aparte de aprender a nadar y no me hagáis enfadar?

Ellos respondían: ¡Que nada, solo nadar y sauna! Él padre parecía histérico y les ordenó: ¡Quitaros toda la ropa, ya! Los jóvenes se desnudaron y los puso tumbados encima de la cama, con el culo hacia arriba, entonces vi en su mano una paleta larga de madera, que antiguamente se usaba para machacar la ropa, para escurrirla del agua sobrante y levantando su brazo descargó sobre cada culo sendos golpes, que hicieron aullar de dolor a los chavales, volvió a levantar el brazo, pero lo detuve, le dije: ¿Por qué les pegas, porque no te dicen lo que tú quieres oír? Me enfrenté a él, me estaba despejando rápidamente y eso me alteraba y solté: ¿Qué quieres oír, que han sido violados? ¡Pues no, lo podrían admitir, porque no ha ocurrido! Continué casi histéricamente: ¿No te has parado a pensar donde podían haber sido violados? ¡Yo te diré donde, en el carísimo y elitista colegio jesuita, donde los metiste internos, allí fueron humillados y violados, repetidamente, durante años y tú sin notarlo!

Su mano me cruzó la cara, me resbalaban gruesas gotas de lágrimas por mi cara, me fui abriendo el pantalón y lo deslicé hasta abajo y dándome la vuelta, le ofrecí mi trasero, al tiempo que le decía: ¡Pégame  a mí, ya que yo también lo sufrí en mi propia carne, incluidos latigazos! ¡Pégame ya! La paleta cayó al suelo, me giró cogiéndome con sus manos la cara y comenzó a besarme con pasión, al tiempo que lamía mis lágrimas, ¡Perdóname! Le señalé a sus hijos y los llamó, se acercaron y los fue besando ¡Perdonarme vosotros también!

Me fue desnudando y me quitó los zapatos y el pantalón, cogiéndome en brazos me tendió sobre la cama, colocándose encima mío, no paraba de besarme, sus manos me recorrían todo el cuerpo, su enorme verga se apretaba contra mí a través de la ropa, tendido se fue sacando la ropa, tirándola al suelo, los chavales giraron el sillón y se sentaron en él los dos totalmente desnudos, mirando hacía la cama.

Amadeo, fue deslizando su boca sobre mi cuerpo, lamiendo y chupando mis tetillas, apretó los pezones con los dientes, haciéndome gemir, siguió bajando, agarró mi verga y su lengua fue haciendo rotaciones tragándosela después totalmente, poniéndose colorado al forzar la entrada hasta el fondo,  siguió más pausadamente, la chupaba de mil maravillas, yo acariciaba su cabello, los hijos se besaban cariñosamente y se acariciaban.

Tiré de Amadeo poniéndolo de rodillas y con su verga delante de mi boca, sin manos fui lamiéndola, metiendo el rosado capullo entre mis labios apresándolo, retiré mi boca, volví de nuevo a cogerla con los labios y metiéndola más adentro donde mi lengua le hacía rotaciones, él tenía sus manos apoyadas sobre el gran cabezal de la cama y gemía, la volví a sacar de mi boca, ataqué de nuevo, lo fui repitiendo y cada vez entraba, entraba más en mi boca, mientras la succionaba, mi cabeza subía y bajaba del cuerpo a la almohada.

Me deslicé entre sus piernas y me coloqué a su espalda, me agaché y comencé a comerle el culo, separándole las nalgas, ahora sí gemía como un salido, el ano le palpitaba, me mojé dos dedos y se los clavé dentro, abriéndolo bien, hice rotaciones con ellos y quedó totalmente dilatado, los sacaba y metía de nuevo, gemía y gemía, con un gesto del brazo llamé a Santiago y Juan Ramón, éste se colocó tumbado entre las piernas y agarró la verga de su padre, chupándola con placer, casi ahogándose, el mayor se colocó en mi lugar, chupándole el culo separando las nalgas a su padre, por mi lado me situé de pie delante de Amadeo y guíe su cabeza a mi verga, que fue chupando con desesperación, creo que no era consciente, de la participación de sus hijos dándole placer, pero sus gemidos iban en aumento.

Desde mi posición vi que se abría la puerta lentamente apareciendo su cara el joven trajeado, su expresión era de estupefacción, separé mi verga de la boca de Amadeo, que protestó ligeramente, me fui acercando a la puerta, sin ser visto, abriéndola de golpe, agarré al joven por el cinturón y lo metí dentro de la habitación, su cara era un poema, entre asustado, sorprendido y deseoso, tiré más de su cinturón acercando su cuerpo vestido sobre el mío, mientras le acariciaba el cuerpo sobre la camisa y pasando mis manos a su alrededor entre la americana, acerqué mi boca a la suya aprisionando sus labios, saboreándolos, metiéndole mi lengua hurgando su interior, su primera reacción de sorpresa dio paso a degustar mi boca, mientras me apretaba la nuca hacia él.

Le fui desabrochando la camisa blanca, sacándola del interior del pantalón, deslicé mis manos, sacando la americana, seguida de la camisa, dejando solamente la estrecha corbata sobre su amplio pecho, dejé las prendas sobre el sillón y separé el cinturón, abrí el pantalón y se deslizó hasta el suelo, fui bajando soplándole sobre el cuerpo, mientras iba descendiendo, le saqué los zapatos y calcetines, unidos al pantalón, con el resto de la ropa, levanté la mirada y vi a través del slip una gran erección ¡El juego le pone a cien, seguiremos jugando! Lo cogí del brazo y lo llevé a la cama, le di un leve empujón, tumbándolo sobre ese lado de la cama boca abajo, me coloqué detrás de él.

Separando sus piernas, me fui agachando hasta llegar a la altura de su culo, cubierto con el slip blanco, puse mis manos dentro de las perneras de la prenda blanca, acariciando sus nalgas, acerqué mi boca sobre la raja de su culo y la fui resiguiendo con mi lengua mojando la prenda en su totalidad, clavé mis dientes, haciendo un pequeño agujero, metí los dedos y de un solo golpe rajé la prenda, quedando hecha jirones, en toda la parte trasera, seguí con mi lengua su raja arriba y abajo, mientras una mano separaba las nalgas, la otra le acariciaba la espalda, pasé mis manos por sus caderas y levanté su culo hacía arriba, rasgué el resto del slip, dejando su verga libre, la cogí con suavidad y comencé a chupársela desde atrás, los dedos de mi otra mano acariciaban el rico botón del ano, dándole masajes.

Estando en esa posición, fui observando a los chicos y al padre, éste chupaba con fervor la verga de Juan Ramón, que seguía tumbado boca arriba, Amadeo entre sus piernas y Santiago, metiendo su verga dentro de la boca de su hermano junto a su cabeza, cambié de postura y deslizándome de espaldas sobre la sabana, entre sus piernas fui subiendo, colocándome delante de él, su cuerpo se fue acoplando sobre el mío, me abrazó, besándome con mucha fuerza, su verga se frotaba sobre la mía, como si quisiera atravesarme el cuerpo, coloqué su verga entre mis muslos, follándolos con saña.

Fue separando mis piernas  y levantándolas, apuntó su verga y de un golpe seco, se clavó dentro de mí, la sacó de inmediato y volvió a clavarse dentro, mis manos separaron mis nalgas dejándole clavarse de nuevo más adentro, solté un leve quejido, pero continuó clavándose dentro y más dentro, me producía placer y mucho morbo, le mordisqueé los labios y le iba pellizcando las tetillas ahora él gemía, sus fuertes embestidas nos sacaban de la órbita, sin tiempo de decir nada solté todo mi semen encima de nuestros cuerpos empapándolos, mientras soltaba mis chorros, apreté el esfínter, provocando que el joven explotara con todo su semen dentro de mi culo, descansando todo su cuerpo sobre el mío, me besó y dijo: ¡Gracias! ¡Lo necesitaba!

Yo le respondí: ¡No creo que hayamos terminado todavía!, salí de debajo de su cuerpo y me coloqué encima de su cuerpo, frotando mi verga contra el apetitoso culo del joven, mientras nuestras caras miraban al trio de nuestro lado, Amadeo, el padre penetraba suavemente al menor de sus hijos Juan Ramón, y detrás del padre Santiago, agarrado a las caderas de su padre, lo perforaba constantemente, ambos chavales decían: ¡Padre te queremos mucho! la secuencia nos calentó de nuevo, mi verga volvía a estar activa, seguí frotándola sobre su culo, tirando de la parte superior de la goma del slip, le obligué a levantar el trasero y de un solo golpe me clavé dentro de él, soltó un largo gemido, llamando la atención de los vecinos de cama, que nos miraban sonrientes, mientras continuaban penetrándose.

Puse la otra mano en la goma del slip, comencé a salir y entrar dentro del culo, cada vez aceleraba más y más, una de sus manos cogió su verga, echándola hacía abajo, rozando con ella sus huevos y los míos, mientras se masturbaba concienzudamente, mis fuertes embestidas lo hacían gemir, siguió masturbándose más rápido y se corrió mojando nuestros huevos con su semen, entonces tirando del slip, como si estuviera en un rodeo, me fui clavando más, solté un gemido y me corrí dentro de su culo.

Me coloqué a su lado y nos besamos cálidamente, miramos a nuestros vecinos que gemían los tres , Amadeo tenía delante a su hijo mayor a cuatro patas y lo penetraba, debajo Juan Ramón debajo de su hermano chupándole la verga y Santiago chupando la del menor, llevaban rato follándose unos a los otros y por los gemidos, calculé que se habían corrido más de una vez, pero seguían disfrutando, Amadeo saco su gran verga del joven y se acercó a nosotros, tiró de mi brazo, para que me pusiera encima del joven, él seguía boca abajo y yo encima boca arriba, agarró con sus manos las caderas de su joven empleado y le clavó su larga estaca, haciéndole aullar de dolor, lo fue penetrando de una manera constante, al rato agarró mis muslos separándome las piernas y me perforó el culo, haciéndome soltar un gemido de dolor y placer.

Continuó entrando dentro moviendo sus caderas, mientras seguía con la follada, la sacó de mi culo, dejando un gran vacío y se clavó de nuevo en el joven, estuvo bastante rato penetrándole, luego volvió conmigo, en el momento de entrar comencé a apretar el esfínter y eso le dio más placer, solté y apreté de nuevo, mientras me miraba la cara y soltando un bramido sacó su verga y se corrió  encima de nuestros huevos y culos, , se tumbó encima mío, su corazón latía a mil por hora, miramos a los dos jóvenes, que habían soltado su semen en la cara del otro y  estaban lamiendo el semen derramado, al terminar se tumbaron uno al lado del otro, se les unió su padre y descansamos un rato.

Era de noche y Amadeo dijo, que nos quedáramos a dormir todos juntos...

Agradezco  todos los comentarios, dándome ánimos para continuar.

FELICES FIESTAS Y MEJOR ENTRADA DE AÑO