Recuerdos...xiii
Me puse delante de ellos y me fui desnudando muy lentamente, pero que muy lentamente, insinuante, cuando me quitaba una prenda me acariciaba el cuerpo, estaban absortos con mis movimientos,
RECUERDOS...XIII
Han llegado al Cuartel, los nuevos reclutas, incluidos los seleccionados para el equipo de natación, se quedaron muy sorprendidos, que los nombraran nada más bajar de los camiones de transporte, fueron llevados frente al Comandante D. Esteban, yo estaba presente, pero estaban acojonados y ni me miraron, les fue haciendo preguntas a todos, una vez satisfecho con las respuestas, me presentó como el entrenador y capitán del equipo del Cuartel, entonces casi todos me reconocieron, habíamos competido en muchas ocasiones, me saludaron y el Comandante me dio permiso, para ponerlos al corriente de todo.
Ya estábamos entrenando muy fuerte y todo iba muy bien, ya habíamos decidido, las pruebas que nadaría cada uno, yo me reservé las más jodidas (Perdón, por el taco), pero creo que todo iba sobre ruedas, entonces apareció Javián, vestido de militar, me llamó y fui a su encuentro, entonces en el vestuario, me preguntó: ¿Porque ya no te unes con nosotros para hacer el amor? Yo contesté: ¡No me necesitáis para nada! ¡Se os ve feliz! Él añadió: ¡Creo que nos falta algo, todo va perfecto, pero nos parece monótono!
Entonces, agarré sus muñecas, levantándolas sobre su cabeza, le di un soberbio morreo, mientras frotaba mi cuerpo contra el suyo, apretaba sus brazos bien fuertes, deslicé mi lengua por la yugular, él gimió y su verga se irguió rápidamente, me separé de él y dijo: ¡Ves tan solo, con esto me has puesto a mil! Añadí: ¡Tenéis que dejaros llevar, no os cortéis en nada, haz lo que te apetezca y lo mismo él! Si quiere nos vemos a la tarde en casa y hablamos los tres. Se colocó bien la verga y dijo: ¡Cabrón y me dejas así! Yo le sonreí y añadí: ¡Más para la noche, sufre un poco hasta entonces!
Volví con los nadadores y les recordé, que al día siguiente, tenían que estar en la inauguración del Gimnasio y todo lo que teníamos que hacer, lo fuimos repasando varias veces, para que no se olvidaran de nada. Fuimos a cambiarnos y nos separamos quedando para el día siguiente, yo fui para casa, comí un bocadillo, apenas tenía hambre, puse la tele, mientras leía una novela de aventuras, me quedé adormilado con el libro abierto encima de mi cuerpo. Fui al lavabo me refresqué la cara, oí la puerta y unas risas, Tomás y Javián venían bromeando, me uní a ellos, nos sentamos en el sofá y les pregunté a bocajarro: ¿Que os pasa, ya os habéis cansado el uno del otro? Los dos al mismo tiempo soltaron: ¡No!
Les cogí de la mano y me los llevé al dormitorio, les invité a que se desnudaran, cada uno se iba quitando la ropa y yo les dije: ¡No, no, desnudaros uno al otro lentamente, menos los slips! Eso hicieron, yo sentado en la silla, los miraba, como si me hicieran un estriptis para mi gozo, pero fallaba algo, me levanté, acercándome a ellos, puse a Tomás a mi lado, era el que estaba más desnudo, les dije que prestaran atención, le di la vuelta a Javián, poniéndole de espaldas a mí, fui pasando mis manos por sus hombros, deslizándolas por sus brazos y pasándolas hacia delante, fui desabrochando su camisa, botón a botón, pase mi mano por su pecho acariciándolo, fui bajando y aflojé su cinturón, dejándolo suelto y mi mano cerrada, formando un puño froté su verga por encima del pantalón repetidamente, su verga estaba a cien y decidí bajarle la cremallera, mientras lo hacía apretaba su verga por encima de la ropa, le fui bajando los pantalones y lo hice sentarse en la cama, le fui sacando los zapatos y después los calcetines, me acerqué estos últimos a la nariz, aspirando su aroma, se los acerqué a Tomás a su nariz, para que los oliera, después se los di a oler a Javián, terminé de quitar los pantalones y ponerlo de pie de nuevo, tiré de Tomás, que ocupó mi lugar, lo apreté contra el culo de su amado, mientras le fui bajando los pantalones hasta los tobillos, le saqué los deportivos y calcetines, se los acerque para que los olieran, ahora solo llevaban los slips y los dos tenían la verga endurecida, Tomás la restregaba en el culo de Javián, mientras acariciaba su cuerpo.
Me puse delante de ellos y me fui desnudando muy lentamente, pero que muy lentamente, insinuante, cuando me quitaba una prenda me acariciaba el cuerpo, estaban absortos con mis movimientos, seguían frotándose entre ellos, me quedé totalmente desnudo, delante de ellos, ya que recordareis que no suelo llevar slip, me acerqué a ellos y los besé a ambos, les comenté que entre una pareja no debe haber tabúes y os debéis soltar con vuestra imaginación.
Les di un empujón, tirándolos encima de la cama, me eché encima de ellos y empecé a hacerles cosquillas a ambos y todo se fue disparando solo, nos reíamos y nuestros cuerpos se frotaban mientras los hacía reír, le fui sacando los slips, que apenas notaban mis manos o no le dieron importancia, dado que estaban eufóricos riendo, ya estábamos todos desnudos, Javián encima de la cama boca arriba, encima de él Tomás y yo encima de la espalda de éste.
Metí la mano entre las piernas de Tomás agarrando su verga y detrás de él la fui chupando intensamente, luego la coloqué entre los muslos de Javián, haciendo que éste juntara sus piernas apretando la verga de su amigo, Tomás con las rodillas apoyadas sobre la cama penetraba los muslos del jinete, dejándome su trasero dispuesto para saborearlo, me agaché y comencé a chupárselo, abriendo su agujero, dilatándole después con los dedos, llegando a meter hasta tres dedos, follándole con los mismos, los dos gemían de gusto, mientras saboreaban sus bocas entre gemidos. Volví a pasar mi mano entre las piernas del joven y esta vez agarré la verga de Javián, dejando la de Tomás descansando entre los dos cuerpos, chupé con ansia la verga del joven jinete y la fui dirigiendo dentro del ano de su amado, Javián empujó su pelvis clavándose dentro del joven moreno, siguió penetrándolo, salía y entraba dentro del culo, yo me mojé la mano con saliva y fui resiguiendo la totalidad de mi verga mojándola, me acerque al ansiado orificio y me fui clavando dentro, Tomás gimió de dolor, estaba siendo penetrado por dos vergas al mismo tiempo, me clavé hasta el fondo, ahora era Javián, el que gemía, decía:¡Me voy a correr, para porque si no me corro! Incorporé un poco el cuerpo de Tomás apretándolo al mío, mientras deslizaba mis manos por todo su cuerpo, encontrándome con las manos de Javián, que también lo acariciaba, puse mis manos sobre las suyas y lo fuimos acariciando los dos, mientras Tomás brincaba encima de nuestras vergas soltando gemidos y chilló soltando trallazos de semen sobre el cuerpo de Javián, fue el pistoletazo de salida, ya que nosotros fuimos soltando todo nuestro semen dentro del joven culo, salí del mismo y le di la vuelta al joven, sentando su trasero en la cara de Javián, éste no se lo pensó dos veces y chupó con anhelo el ano perforado, lamiendo todo nuestro semen de su interior, tragándoselo, mientras yo chupaba la verga de Tomás limpiándola de cualquier resto, seguí lamiendo el cuerpo de Javián, totalmente salpicado de restos del semen juvenil, al cabo de un rato nos tumbamos besándonos, me levanté dejándolos solos y me fui a la ducha.
Estaba dentro bajo la alcachofa y entraron los dos amantes, Javián me abrazó por detrás, le pregunté: ¿Que pretendes? Él respondió: ¡Sexo y más sexo! Tiré de su brazo poniéndolo delante mío, cara contra la pared de baldosas, con una mano agarré sus muñecas levantando sus brazos contra la pared, le fui mordisqueando el lóbulo de la oreja y metiendo mi lengua dentro de la misma, mientras mi otra mano la deslicé por encima de mi cuerpo, lleno de jabón y me froté la verga con la espuma, igual por la ranura de su culo, metiéndole dos dedos de golpe, se revolvió, pero insistí sacando y metiéndole los dedos, finalmente lo penetré, empujando totalmente mi cuerpo sobre el suyo, quedando aplastado contra las baldosas, ya lo tenía gimiendo, pidiéndome:¡Fóllame, por favor fóllame!
Con mi mano todavía enjabonada, agarré la verga de Tomás, que se estaba masturbando y lo puse detrás mío, me penetró de un solo golpe, vi las estrellas y todo el firmamento, pero aguante, fui soltando las muñecas de Javián separando sus brazos, dejándolos apoyados sobre la pared, puse mis manos encima de las suyas y Tomás las colocó encima de las mías, unimos nuestros movimientos, gemíamos los tres, pero Tomás cada vez empujaba con más fuerza, obligándome a clavarme más dentro de su amado jinete y ya no pudimos parar, yo movía mis caderas y trasero adelante y atrás, cada vez más y más rápido y solté mi semen dentro de Javián, Tomás tardó muy poco más derramándose en mi culo, pasé mi mano alrededor de Javián y acaricié su verga, noté que no se había corrido.
Separé al jinete de la pared y ocupé su lugar, extendiendo mis brazos sobre la pared, apuntó su verga y la clavó dentro mío, gemí de gozo, como tantas veces, al ser penetrado, eso enardece a la otra persona, Tomás que tenía algo más flácida la verga la metió dentro del culo de su querido Javián, no tardó en ponerse a tono y los dos fueron empujándome contra las baldosas, no tardó mucho en soltar su semen dentro mío, yo me fui masturbando y Tomás terminó dejando su huella dentro del culo de Javián, terminé soltando lo poco que me quedaba, estaba seco, tenía que reponerme, terminamos de ducharnos y nos vestimos.
Fuimos a cenar al bar cercano a mi casa, allí se nos unió Esteban, mi Comandante, le preguntó a Tomás: ¿Va todo bien? Él joven miró primero a Javián y después a mí, respondiendo: ¡Todo perfecto! ¿Cómo se encuentra mamá? Esteban contestó: ¡Tiene ganas de salir y estar contigo, más tiempo! Cambió de tema y soltó: ¿Esta todo a punto para la inauguración de mañana? Y girándose hacía Javián, dijo: ¿Supongo que también irás? Éste se puso colorado, mientras asentía contestando: ¡No me lo perdería por nada del mundo! Al terminar nos separamos y volvimos a casa, nos acostamos, esperando el día siguiente.
A las seis de la tarde nos fuimos reuniendo en el local, en la fachada había un nuevo letrero luminoso, el nuevo solo ponía: El Club y a su lado más pequeños unos luminoso de hombres haciendo deporte, uno nadando, otro levantando pesas, otro hacía gimnasia, otro relajado en la sauna. Al lado de la puerta de entrada una placa dorada, ponía: El Club y debajo el horario del local, las cristaleras y la puerta de entrada, los cristales tenían rayas horizontales glaseados, de diferente grosor y la parte superior e inferior eran transparentes, todo muy elegante, la recepción habían puesto dos sofás grandes de color tabaco y en las esquinas mesitas de cristal con revistas de deportes, al otro lado el mostrador con mármol de carrara de color tostado, detrás unos casillero con llaves colgadas y numeradas, Chete y Nando nos fueron enseñando todo el local, parecía nuevo, muy luminoso, los dos vestuarios con las taquillas nuevas, bancos de madera entre medio, para sentarse al cambiarse, en las duchas, sin separadores habían cambiado las baldosas blancas por gresite, baldosas muy pequeñas como de la piscina, de color rosado muy pálido, las alcachofas del techo cuadradas y bastante grandes, los reservados de los váter, todos tenían su taza y un bidet al lado, todo nuevo.
La sauna de vapor estaba reluciente y la finlandesa también, en la piscina habían hecho un mural con baldosines de colores, compuesto de todos los componentes de las fotos de la propaganda, ocupaba todo el largo de la piscina y eran relucientes, la sala de los aparatos de musculación, estaba con nuevos equipamientos, la sala de gimnasia tenía un gran magnetófono de 8 pistas y espejos en la parte frontal, en alguna pared posters con los diferentes ejercicios, fuimos a un cuarto cerca de los vestuarios y nos mostró un cuarto de masajes y de utensilios médicos, una puerta cercana, era la lavandería y cuarto de plancha, los socios numeradas sus prendas podían ser lavadas allí mismo y por último, dijo Chete: La joya de la Corona, el bar restaurante, era más amplio, muy bien decorado, una gran barra con taburetes altos con respaldo, sofás de mimbre color oscuro acolchados con tela de rayas blanco y azul oscuro, mesas de centro también de mimbre oscuro con cristal encima, dos ventiladores de aspas en el techo y mirando al fondo una amplia zona acristalada también con sofás y todo alrededor plantas, algunos arbolitos y cantidad ingente de jazmines trepadores, que se unían entre sí en el techo acristalado de un lado a otro, también mesitas de mimbre y dos ventiladores más de techo.
Yo recordaba, que la zona acristalada era un patio desnudo que servía de almacén, ahora estaba muy acogedor, detrás de la barra, las estanterías llenas de todo tipo de botellas y debajo seis batidoras, en la barra en los extremos cuatro cestas enormes de frutas de todo tipo y unos aparadores de cristal con sándwiches fríos de diversas tipos, al final todos aplaudimos, yo en un aparte le dije a Chete: ¡Te has gastado una fortuna! A lo que él respondió: ¡Sí, la verdad, pero y lo bien que me lo he pasado, no tiene precio, Nando está muy contento, ahora espero que todo funcione correctamente! Dije: ¡Ya verás que sí, ten confianza! Y entonces llegaron dos jóvenes bastante guapos, musculoso, sin pasarse, pero llamaban la atención, llevaban camisetas de tirantes de diferente color, con el grabado del local, unos minúsculos pantalones de atletismo, marcando muy bien su trasero y el bulto delantero, bambas y calcetines blancos con dos rayas, se colocaron detrás de la barra y fueron sacando bandejas de canapés, pastas, copas y cubos metálicos con hielo y champán dentro, me los presentó, Eduardo y Emilio, hoy serán nuestros camareros y les dijo que yo era el hacedor de los sueños, nos dimos las manos y nos fuimos.
Al pasar delante del cuarto de masajes, había un joven de origen japonés, iba igual vestido que los camareros, con camiseta de tirantes, con el nombre del local, no era muy alto, de 1,70 más o menos, muy delgado, pero muy bien formado, fibrado, el corto pantalón le sentaba muy bien, me lo presentó: ¡Este es Hiro Tanaka, nuestro masajista y médico, habla bien nuestro idioma!
Nuestro grupo, se habían metido en los vestuarios, para cambiarse, Chete y yo fuimos a recepción, encontrándome a Nando, también vestido de igual forma, el bulto de su verga, era notorio, le dije, que se le veía estupendo, me dio las gracias y me enseñó el letrero, que yo les había indicado, con doble intención: Reservado Derecho de Admisión y debajo Menores Acompañados o con Autorización, sonreí por el doble sentido del letrero y miré a ambos, asintiendo, me disculpé de ellos y me fui a cambiar.
Mientras me cambiaba, empezó a sonar música, era actual, marchosa, pero el volumen bajo, como dando ambiente a todas las partes del local, me puse mi pequeño bañador, colgándome el silbato metálico del cuello, yo iba a ser el entrenador de natación, pasé por el gimnasio y allí estaba Ricardo con su silbato y pantaloncito corto negro, camiseta de manga corta gris enfrente tenía a varios de nuestros amigos todos con el mismo tipo de ropa, ya estaba listos, fui a la sala de aparatos y Martín estaba junto a otros amigos, que estaban en varios aparatos y en la piscina estaban algún nadador de nuestro equipo, tres nadaban de punta a punta, en los dos carriles señalados por los corchos, en la otra parte estaban cuatro más con el balón de waterpolo, se lo iban pasando, miré el gran reloj de pared y noté que ya era la hora, di un fuerte pitido y todos sabían lo que tenían que hacer, mientras yo les gritaba a unos y a otros, fueron entrando bastantes personas, incluidos algunos jóvenes, de todo tipo, se hicieron algunas fotos y Chete, que llevaba un chándal puesto, les indicaba que yo los entrenaba para la Competición Regional Militar, salió un grupo y entraron más, cuando no entró nadie más les dije a los chavales a la sauna, coger las toallas.
Nos repartimos en las dos saunas, les dije, que no se metieran mano, por lo menos delante de la gente, todos se rieron, imaginé, que debía seguir el recorrido de las otras salas, pasé delante del masajista y allí estaba Hiro dando un masaje sobre el atractivo cuerpo de Pablo, tapado solo con una toallita, miré a través del ojo de buey de la puerta de la sala de gimnasia y tenían la música del magnetofón a tope, mientras hacían los movimientos de gimnasia al ritmo de la canción que sonaba, muy innovador (recordad que estamos en el año 74) y en la de aparatos se estaban ejercitando con diversos complementos, allí la música, era suave, volví a la piscina y quitándome el silbato, me tiré dentro y comencé a nadar, cada vez más rápido, mientras pensaba y deseaba que todo fuera perfecto y que funcionara, después de unos cuantas piscinas en estilo libre, comencé con el estilo mariposa, mi preferido, llevaba varias piscinas y me percaté que había vuelto a entrar gente en la piscina, me observaban, pero no le di más importancia, me estaba agotando, cambié a otro estilo, espalda, más relajante y paré, apoyando mis manos en el borde de la piscina me aupé, saliendo por allí, en lugar de salir por la escalerilla, noté varios murmullos y unos leves aplausos, me giré e incliné un poco la cabeza de agradecimiento.
Mientras cogía la toalla y el silbato, me fijé en un hombre de unos 50 años y dos jóvenes a cada lado de él, su cara muy morena, los chavales, sus hijos, se parecían a él, uno muy delgado y el otro más redondeado, de unos 15 o 16 años, ellos habían iniciado los aplausos, me fui a la ducha, me encontré con los amigos y compañeros, todos se estaban cambiando, se ponían pantalón corto y camisetas ahora íbamos al bar a tomar algo, allí se fueron uniendo el resto de participantes, nos pusimos a charlar unos con otros, los militares, tan tímidos primero, se unieron rápido a las risas y bromas, picamos algo de la comida y tomamos champan, Eduardo y Emilio iban locos, lavando copas, vasos, platos y batidoras, noté que no estaba Hiro, ni Chete y tampoco Nando, debían estar ocupados.
Dejé mi copa vacía en la barra, que rápidamente fue llenada de nuevo, le di las gracias a Eduardo y cuando me di la vuelta me encontré cara a cara con el hombre de piel morena y sus hijos, dijo: ¿Podrías enseñar a nadar a mis hijos? Yo le dije: ¡Estoy haciendo el Servicio Militar, pero tengo las tardes libres! ¿No saben nadar nada o un poco? Él sonriendo, mostrándome sus blancos dientes soltó: ¡Nada de nada, se van a pique! Su sonrisa me cautivó, le dije, que hablara con Chete y le dijeran el horario, que mejor les iba, me tendió su larga mano, cálida, se la estreché y salieron, en ése momento, unas manos me golpearon suavemente, eran Martín y Ricardo, éste último espetó: ¡Nuevos amigos y de los grandes, bribón! ¿No sé cómo te lo montas, pero todo te sale bien? Él es el dueño de los mejores Astilleros de Galicia y tiene un título de Conde, de no sé qué, pero que es Conde seguro.
Y yo bromeando solté: ¡Creo que te pone más lo que esconde! Y solté una carcajada, que ambos corearon, tomamos más champan y apareció Hiro, se acercó a mí, mientras agitaba una mano de arriba abajo, mientras soltaba un silbido diciendo: ¡No veas el éxito, ya se han apuntado 80 socios y aún quedan algunos más!, se apartó de nosotros y ayudó a los camareros a recoger el resto de la fiesta, los militares se cambiaron de ropa y se fueron al Cuartel, al poco aparecieron Nando y Chete, contentos, al final se habían apuntado 92 y todos habían rellenado las hojas de sus mejores horarios y lo que querían practicar, me abrazaron los dos al mismo tiempo ¡Lo has conseguido! Yo dije: ¡No vosotros lo habéis transformado, yo traje solo la idea!
Todos se iban cambiando y se marchaban después de despedirse de nosotros, al final quedamos Nando, Chete, Hiro, Eduardo, Emilio y yo, los dos jóvenes camareros, dijeron que iban a hacer un poco de sauna, para relajarse, cerraron las luces del bar y fuimos al vestuario, nos quitamos la ropa y cogimos las toallas, nos metimos en la sauna de vapor. Fui el primero en entrar y me senté como siempre en el banco embaldosado superior, Hiro se colocó a mi izquierda, Eduardo y Emilio se colocaron en el inferior delante de nosotros Nando y Chete, frente a nosotros cerca de la fuente de agua fría, éstos comenzaron a besarse, mientras le decía: ¡Te echaba de menos!, fueron acariciándose, deslizando sus manos dentro de la toalla del otro, tocando sus vergas y separando la prenda, dejando al descubierto sus verga erguidas, sacudidas por la mano del otro, seguían besándose con ardor.
Hiro, se acercó más a mí, rozándome con su pierna, deposité mi mano sobre su lampiño muslo, acariciándolo, fui subiendo mi mano y separé la toalla, dejando su verga al descubierto, puse mi mano en ella, apretándola con suavidad, él soltó un suspiro, giré un poco mi cuerpo y mi otra mano le acarició la cara, haciendo que la girara hacia mí, me acerqué lentamente y mi lengua fue siguiendo el contorno de sus labios, tenían un sabor especial, que me incitaban a morderlos, como si de una fruta se tratara, fue separándolos e introduje mi lengua dentro de la misma, su lengua fue cobrando vida tímidamente, pero fue buscando la mía, saboreándola, ahora él la introducía dentro mío, era todo un placer muy lento todo muy erótico, acariciaba mis pectorales y yo la totalidad de su cuerpo.
Por su parte Eduardo y Emilio habían comenzado a besarse, mientras se masturbaban mutuamente, sin prisas, los miré, tenían bonitas vergas, no espectaculares, pero muy bonitas, me fui inclinando sobre la verga del joven japonés y la fui lamiendo, volvió a soltar un suspiro de gozo, no era muy larga, pero si gruesa, mientras la chupaba alternaba la presión de mi mano sobre ella, mi cabeza subía y bajaba lentamente, de reojo vi a Eduardo chupando la verga de su compañero, casi íbamos a la par, nuestras cabezas subían y bajaban, las sonoras chupadas enardecían a todos, Hiro, levantó mi cabeza y se agachó sobre mi verga metiéndola dentro de su cálida boca tragándosela toda entera de un solo golpe, se atragantó, yo notaba su campanilla, pero siguió y siguió, proporcionándome un agradable placer, empujó mi cuerpo sobre el banco, quedando tendido, se arrodilló entre mis piernas y siguió chupándola, mientras deslizaba una mano sobre mi plano vientre y la otra acariciaba mis huevos, estirándolos hacia abajo, uno de sus dedos frotaba mi ano.
Dejó un momento de chupar y soltó varias veces saliva sobre mis huevos, mojando así sus dedos, ahora mis huevos eran acariciados con ambas manos, pasando un dedo de cada una hacia mi ranura, frotándola con su saliva, el placer era inenarrable, ya me introducía un dedo de cada mano dentro de mi culo, separándolos, abriéndome sin dolor, luego entraban y salían sin cesar, al poco dos dedos de cada mano se fueron colando, haciéndome gemir, ahora ya metía cuatro dedos y cada vez más rápido, paró y levantando mis piernas me clavó su gruesa verga, solté un bufido, puso sus manos sobre mis caderas y comenzó a follarme, con tal intensidad, primero con lentitud, luego más deprisa, volvía ralentizarse, luego con rapidez, lo iba alternando, lento, rápido y seguía me hacía suspirar, una de sus manos apoyada sobre mi verga, no me masturbaba, solo hacía presión sobre ella encima de mi vientre, cada vez que se clavaba dentro mío apretaba mi verga produciéndome un gran placer, estaba alargando su propia corrida, mis manos agarraron su duro culo empujándolo hacía mí, ya todo fue más intenso, rápido y más rápido, solté una cantidad inusitada de semen entre sus dedos y sobre mi cuerpo, mientras con sus gemidos, soltaba su semen dentro mío, moviendo todo su cuerpo espasmódicamente, su cuerpo se fue deslizando encima del mío y su boca buscaba la mía, besándonos a gusto, quedándonos abrazados.
Deslizando mis brazos por su espalda, le agarré las nalgas, me mojé los dedos y fui metiéndolos dentro de su culo, abriéndolo para mí placer metía el dedo de una mano y después el de la otra, un instante después los dos de golpe, él joven nipón gemía de gozo, cogiéndole sobre mis brazos, lo puse sentado apoyando su espalda en la pared, colocándome entre sus piernas, las fui levantando y lo penetré, con toda mi fuerza, gimió de dolor, deposité mis labios sobre los suyos, saboreando su boca y su lengua, mientras lo seguía perforando, mientras yo seguía de pie sobre el banco inferior, entonces noté una boca y una mano entre mis nalgas, besándolas y metiéndome los dedos dentro, giré mi cabeza y Eduardo, agachado, me estaba dilatando, mientras su amigo Emilio lo penetraba, haciéndole soltar toda clase de gemidos, dolor, placer y éxtasis, pero a mí me daba mucho placer y haciéndoselo notar, con un largo gemido, esto le animó a meter más la lengua dentro de mi ano, mojándola con su saliva mientras era embestido con furia por Emilio.
De repente, las manos de Eduardo, me cogieron por las caderas separándome de Hiro, dejando su culo abierto y sorprendido, me obligó a sentarme al lado del joven nipón y levantando mis piernas clavó su verga endurecida dentro de mi culo, Emilio ocupó mi lugar dentro del pequeño trasero de Hiro, lo ensartaba con fuerza, era su manera de follar, por nuestro lado Eduardo iba más lento penetrando, pero cada vez que se clavaba separaba mis nalgas, llegando bien adentro, pero fue acelerando el ritmo, sentíamos los gemidos de la pareja de nuestro lado y de repente Eduardo soltó un largo gemido corriéndose dentro mío, mientras me besaba, oímos los suspiros de Emilio e Hiro, que se derramaba dentro de él.
Se separaron de nuestros culos y se tumbaron en el banco inferior, se iban limpiando las vergas uno al otro en un perfecto 69, miré a mi compañero de banco y asentimos con un gesto de cabeza, los dos teníamos las verga endurecidas, bajamos del banco y poniéndonos detrás de cada joven de abajo, les clavamos nuestras vergas al mismo tiempo, yo había levantado las piernas de Emilio, que estaba debajo y encima tenía a Eduardo a cuatro patas, que fue traspasado por el masajista nipón, ahora nuestras embestidas eran potentes y fuimos soltando nuestro semen dentro de los sendos culo, mientras seguían chupándose las vergas soltando semen en la boca del oponente.
En el banco de enfrente Nando y Chete después de follarse uno al otro, se estaban masturbando mirándonos a nosotros, entonces cogí a Hiro, puse sus brazos alrededor de mi cuello, su cuerpo apretado al mío y sus piernas alrededor de mis caderas, lo levanté en vilo , acercándome a Nando y agachando mi cuerpo depositen su culo sobre la verga del joven recepcionista, que fue clavándosela bien adentro, mis manos aguantándole las nalgas fui subiendo y bajando mi cuerpo, haciéndole una lenta penetración, sobre la dura verga de Nando, aceleré el ritmo y sacando la verga del culo, soltó su semen encima de su vientre, luego pasé a Chete, repitiendo lo mismo, HIro mordía mi oreja, mientras era penetrado por la verga de Chete con mis subidas y bajadas, soltó su semen al igual que Nando sobre su propio cuerpo.
Lo acerqué a la fuente, refrescándole y agachándome le fui comiendo la verga que volvía a estar dura, lo hice correrse de nuevo, apretando mis labios alrededor de su verga. Salimos todos y nos duchamos, terminamos de vestirnos y nos fuimos después de cerrar el local. Quedamos en tomar algo al día siguiente...