Recuerdos...vii
Mis manos, fueron desabrochando, los botones de su camisa, sin prisas, al terminar, la saqué del interior de sus pantalones, separando ambos lados de la prenda,
RECUERDOS...VII
Han pasados varios días, de la marcha de Miguel, estoy en las oficinas del cuartel, transcribiendo unas ordenes, que luego pasan a las oficinas del brigada y después a las de los soldados, en la que estoy escribiendo, se le solicita al Comandante del Cuartel, que organice a los soldados, que van a competir en atletismo y natación, que se los entrene, para los campeonatos regionales del Ejercito, que se harán dentro de tres meses.
Al terminar el escrito, lo firmó el Comandante y lo entregué en la oficina del Brigada, él lo leyó e hizo un comentario, al respecto, diciendo, que al Comandante, le encantaban, estos Campeonatos, ya que él había sido un muy buen nadador de joven, yo dije: ¡Lástima, que yo no pueda participar, porque yo, también he sido bastante bueno en natación! Después, de saludar, me retiré, volviendo a mi oficina, cuando fue la hora, de irme, que con el pase pernocta y estando en oficinas, salía del cuartel al mediodía.
Al cruzar la salida, me encontré con el Comandante, que apoyando su mano, sobre mi hombro, me comentó, que le habían dicho, que yo había sido nadador, le contesté afirmativamente, fuimos andando y me invitó a tomar algo, mientras me iba contando, que Galicia, nunca había ganado en natación, desde hacía mucho tiempo, ni en los regionales y mucho menos en los nacionales, seguimos hablando de natación, se le veía encantado de hablar, con alguien de su gran pasión, cuando terminamos las bebidas, se despidió y que mañana seguiríamos hablando del tema.
Me quedé en la mesa de la terraza del bar, pasado un rato, apareció Chete, el anticuario, saludándome, se sentó a la mesa, pidiendo unas copas, comenzó a relatarme, su último viaje a Alemania, para encontrar una pieza, que salía a subasta, estaba eufórico, porque la había conseguido, al terminar, yo le conté por encima, lo que había hecho esos días, se reía de vez en cuando, soltando al final ¡Te veo enamorado! Y a continuación, soltó: ¡Joder que tío, que bueno está! Su mirada, iba por encima de mi hombro y parecía mirar al hombre de arriba a abajo, mientras tenía la boca abierta, acerqué mi mano a su barbilla, subiéndosela, mientras le decía: ¡Se te cae la baba! Y él: ¡Se está acercando, no te gires!
Al momento, unas manos me tapan los ojos, desde detrás mío, toqué las manos y los dedos, diciendo: ¡Hola Pablo, como estás! Él riendo, añadió: ¡Siempre me descubres! Y yo riendo dije: ¡Tus manos de pianista, son inconfundibles! Se sentó, con nosotros y los presenté: ¡Pablo, un amigo! ¡Chete, otro amigo! Se dieron la mano, mirándose, escudriñándose entre ellos, para averiguar, nuestras relaciones y yo los miraba a ambos, solté una carcajada, rompiendo la lucha de miradas, entonces, ambos sonrieron y poniendo cada brazo en el hombro de ellos, les dije, que los dos eran mis amigos.
Pablo, comentó que tenían libre, hoy por la tarde y Ricardo se había marchado con Martín, empezaron a hablar, de la Ciudad y de donde era cada uno y se iban conociendo, mientras ellos hablaban, fui al interior del bar y cogiendo el papel del bolsillo, llamé al número apuntado, pregunté por Juanjo, contestó él mismo, me di a conocer y al rato colgué el auricular, volviendo a la mesa, había pedido otra ronda de bebidas, pero ellos ni notaron mi ausencia, seguían hablando, mientras los miraba, pensaba, que podrían hacer buena pareja, solo faltaba un pequeño empujón y yo se lo daría.
Al terminar mi copa, me levanté, ellos me miraron, mientras les decía: ¡Yo tengo una cita! Continué: ¡Vosotros, porque no vais a casa y os pegáis un buen polvo, creo, que lo pasareis la mar de bien! Se miraron, mientras sonreían, entonces solté: ¡Estáis aquí perdiendo el tiempo y el tiempo es un polvo! Y me alejé mientras soltaba una risotada y un ¡Hasta luego!
Cuando llegué a la casa, que tenía alquilada, me duché limpiándome a fondo, ordené un poco la casa, mirando el frigorífico, tenía de todo, me vestí de nuevo y puse música en el casete portátil, que había comprado, me senté, en el sofá y sonó el teléfono, era Suso, quería saber si había vuelto, Chete y como lo había pasado yo ése fin de semana, seguimos hablando, me dijo, que el sábado vendría a la Ciudad y si podría quedarse hasta el domingo, no puse reparos y colgó, pensé, hoy es jueves, veremos cómo va, con el joven Juanjo.
Media hora después, sonó el timbre y abrí la puerta, Juanjo, miraba a ambos lados de la calle, colorado y entró rápido, cerrando la puerta, al tiempo, que me miraba, dijo: ¡No sabía si venir o no, me da cosa, que me vean entrar, en una casa que no es la de mis padres! Le dije, que se calmara, un poco, que no pasaba nada, por visitar a un amigo, él asintió diciendo: ¡Tienes razón! ¿Aunque no sé qué hago aquí? Lo hice, pasar al salón y le ayudé a sacarse la chaqueta, le pregunté, si quería beber algo, él miró la mesa de centro, diciendo, lo mismo, que tú, fui a la cocina y al instante volví con un vaso lleno, para él y nos sentamos.
Él, estaba muy nervioso, comenzó hablando, como para sí mismo: No sé, que pasó, el otro día, sólo sé que deseaba, estar allí, pero no sabía, que ocurriría, fue la primera vez, que he estado, con una persona de mí mismo sexo, tengo tres amigos muy íntimos, de toda la vida y ni por asomo, nos hemos tocado, ni besado y menos, lo otro. Cada vez respiraba con más tranquilidad, tenía más confianza, continuó: Cuando has llamado, mi corazón, iba a mil, pero mi cabeza, decía, no está bien, pero quería venir y mis pies, me han traído, hasta tu puerta y ahora, que estoy aquí ¿Qué quieres hacerme? ¿Nunca me he fijado en hombres y ahora soy maricón? Me perforaste el culo y te chupé la polla, mirándome a la cara, volvió a repetir ¿Soy maricón?
Apoyé mi mano en su hombro, le acerqué el vaso y bebió, entonces, comencé a contarle: Yo, he estado con chicas y con chicos, las primeras, te quieren en exclusiva y poco a poco, te van apartando de tus amigos, quedándote siempre con ella y se van volviendo más egoístas, más acaparadoras, absorben tu personalidad y terminas haciendo, lo que ellas quieren y lo relacionado con el sexo, suelen ser más intolerantes, sólo cuando ellas quieren y no siempre, cuando tú lo necesitas.
En cuanto a los chicos, a veces, se empieza con los buenos amigos, que unas bromas, que unas peleas, jugando, las vergas rozándose, se empinan, a veces se masturban unos a otros o solos delante de todos. Así se va descubriendo la sexualidad de todos, eso no es nada malo, ni por lo que hicimos, te castigues, diciéndote ¡Soy maricón! Esa palabra, suena muy mal, sería mejor usar homosexual, pero el tema, es que las chicas te dejan caliente, como el otro día y si hubieran estado tus amigos, con unas pajas y ya está ¿No te parece?
Él añadió: ¡Pero el otro día lo disfruté y eso no lo entiendo! Mirándole a la cara, solté: ¡El sexo, es eso sexo y nada más, no tienes que darle más vueltas! Mañana, te encontraras, con una chica y tú sabrás acariciarla, averiguarás lo que le gusta y también sabrás si ella te satisface, al igual, que tú a ella, aunque, por experiencia, se hacen las estrechas y después de apartarte del grupo, terminas haciéndote una paja, porque ella no está por la labor. Yo te puedo enseñar a disfrutar de tu cuerpo y tú del mío, sabiendo, que a las chicas les falta imaginación y ella tendría, que saber lo que te gusta a ti. Asintió y dijo ¡Enséñame, por favor!
¡No cierres, los ojos, obsérvalo todo, siente, lo que hago y lo que tú irás aprendiendo! Acerqué mi cara a su oreja, comenzando a susurrarle: ¡Estas muy guapo, te has vestido, para mí, me gusta, tu sonrisa y tus labios, me piden un beso, tu oreja, tan menuda, quiere notar mi lengua y mis labios, saborear tu lóbulo, mordiéndolo! Mientras le decía estas cosas, fui lamiendo el lóbulo de su oreja, metiendo mi lengua dentro de la oreja, provocándole cosquillas, pero, luego se relajó, sacando su lengua entre sus labios y mojándoselos, poniendo mi mano en su barbilla, giré con suavidad, su cara hacía mí, besé sus parpados, deslizando mi lengua por encima de su nariz, llegando a sus labios húmedos, los fui resiguiendo, con mi lengua, mientras él sacaba la suya, buscando la mía, nos besamos, él tenía prisa, pero lo fui calmando y poco a poco, fue saboreando mi boca, introduciendo su lengua dentro de mi boca, indagando, con su tacto, el interior de la misma.
Mis manos, fueron desabrochando, los botones de su camisa, sin prisas, al terminar, la saqué del interior de sus pantalones, separando ambos lados de la prenda, agaché mi cabeza y pasando mi lengua por su cuello, sobre todo en la yugular, seguí descendiendo, hasta llegar a sus tetillas, primero con la lengua y luego mis labios besaban los pequeños pezones, que estaban erguidos y duros, pasaba mis manos, acariciándole todas las partes de su cuerpo, él iba gimiendo, yo notaba, el crecimiento del bulto dentro de su pantalón, fui abriendo su cinturón, después los botones del vaquero, separando ambos lados, dejando al descubierto, su calzoncillo blanco con su abultado pene.
Deslicé parte de la prenda, hacía abajo, metiendo mi mano sacando el objeto del abultamiento, apretándolo bien fuerte, lo fui descapullando, mientras deslizaba mi lengua alrededor del capullo, cada vez, los gemidos eran más sonoros.
Estuve lamiéndole la verga, bastante rato, luego fui metiéndola dentro de mi boca, mientras la apretaba con mis labios, mi cabeza subía y bajaba, provocándole más gemidos, cada vez su verga entraba más a fondo en mi boca, provocándole escalofríos de placer, levanté mi boca, dejando mi mano agarrando la verga y le miré a la cara, él no perdía detalle, dejando su verga le fui sacando la camisa, dejándola a un lado, después le saqué los zapatos, calcetines y deslicé los vaqueros, junto con los calzoncillos y los saqué de sus piernas, dejándolos con la camisa.
Me levanté y cogiéndole de la mano, le dije: ¡Te voy a enseñar, cómo limpiarte, por dentro! Fuimos al baño, abrí los grifos del bidé, cuando salió el agua templada, lo senté en el mismo, mirándome hacía mí, mojándome las manos y con jabón, fui limpiándole el culo, llegándole a rozar y masajear su agujero, que se iba abriendo, luego fui metiéndole un dedo dentro del mismo, hurgando, por dentro, lo sacaba y volvía a meterlo, al principio se quejó un poco, pero luego, ya no, seguí limpiándole, saqué el dedo, hice que se mojara la mano y se pusiera jabón, para que lo hiciera él, y lo hizo, después le dije, que se frotara, con jabón, por todo el culo, los huevos y su verga, descapullándola, me hizo caso y lo fue haciendo, después se fue quitando los restos de jabón con el agua templada, cuando finalizó, le acerqué la toalla y se secó.
Le fui comentando, que esto se podía hacer en una ducha, en la bañera, en el bidé e incluso, con la pica del lavabo, lo importante, es ir siempre limpio y así nunca hay sorpresas, como el otro día, con él, se sonrojó, pidiendo disculpas, yo contesté que no pasaba nada, que puede ocurrir a cualquiera, entonces salimos y fuimos al dormitorio, él totalmente desnudo y yo totalmente vestido, se verga había bajado de tamaño. Le pregunté ¿Has notado, como te limpiaba? A lo que él contestó: ¡Si y limpiaste a fondo, sacando los restos que había, gracias!
Estábamos de pie frente a frente, entonces, fue sacándome la camiseta, mientras devoraba mi boca, con ansia, yo susurraba ¡Suavemente, sin prisas! Hizo lo que yo decía, fue lamiéndome el cuello, como yo había hecho con él, siguió con mis pezones, chupándolos poniéndose duros y su verga iba subiendo, al tiempo que lo hacía la mía dentro de mis vaqueros, marcándose en la pernera del pantalón, ya que no llevaba slip, como siempre, me lo hacía muy bien y disfrutaba de su boca, por todo mi cuerpo, deteniéndose en el ombligo, metiendo su lengua dentro del mismo, abrió mi pantalón, separando los botones, metiendo su mano dentro, acariciando mi vello púbico, recortado y bien delineado, oliéndolo, su boca se había puesto, encima del pantalón donde estaba mi verga, fue subiendo y bajando su lengua mojando el vaquero, a lo largo de mi verga, después cogiéndola con la mano, la sacó de la prenda, dejándola a su alcance y la introdujo, sin pensárselo, se la tragó de golpe, provocándose arcadas, le retiré un poco la cabeza y continuó chupándola, con más suavidad, me provocaba placer.
Bajó mis pantalones, me quitó los zapatos y calcetines, seguidos de los vaqueros, hizo que me sentara en la cama y de rodillas, entre mis piernas, siguió lamiendo y chupando mi verga, su cabeza, subía y bajaba, al compás de mi mano, depositada encima de la misma, mientras acariciaba mis testículos, metiendo una mano, buscando el agujero del culo, pasando sus dedos encima de la entrada del mismo, dándome masajes, luego deslizó su lengua, que ocupó el lugar de sus dedos, fue dilatándome, yo gemía y gemía, de placer, me sujetaba las piernas, levantadas, para facilitarle el acceso a mi ano, su lengua fue subiendo, lamiendo primero uno y después el otro, de mis huevos, metiéndoselos dentro de su boca, yo tiré de él, haciendo que se echara encima mío y nos fuimos comiendo la boca, me fui levantando y cogiéndole de la mano, tiré de él, poniéndose encima mío, sobre la cama.
Degustábamos nuestras bocas, pasándonos saliva de uno a otro, la lengua de Juanjo, palpaba todo el interior de mi boca, pasándola sobre los dientes, metiéndola y saboreando mi paladar, no se detenía para nada, yo le dejaba tomar la iniciativa, sus manos acariciaban totalmente mi cuerpo, mientras nuestras vergas se iban frotando, deslicé mi mano, cogiendo su verga y colocándola entre mis muslos, mientras yo los juntaba, la dura verga palpitaba, entonces, comenzó a mover su culo y la pelvis, saliendo y entrando, rozando mi huevos, eran movimientos de penetración, él resollaba, le pregunté: ¿ Qué quieres hacer? A lo que contestó: ¡Me gustaría follarte, estar dentro de ti!
Me di la vuelta, poniéndome boca abajo, él se tumbó sobre mi espalda, mientras con su mano agarrando su verga, la ponía en mi agujero, fue entrando, mientras movía sus caderas, yo notaba el palpitar de su verga dentro de mi culo, seguía entrando, hasta el final, con mis manos me separé las nalgas y él se clavó más hondo, su verga se fue retirando y se clavó de nuevo, ésta vez, fue él, que separó mis nalgas, al clavarse, cada vez salía más afuera, clavándose de nuevo, iba despacio, para poder saborear la penetración, levanté mi cabeza, la barbilla apoyada sobre la almohada, miraba nuestro reflejo, en el grandioso espejo, que yo había colocado, como cabezal, insté a que mirara el espejo, apoyándose en sus brazos , mientras seguía penetrándome, levantó la vista y nuestras miradas se encontraron a través del espejo, miraba la expresión de mi cara, cada vez, que me clavaba su verga, la suya, era de placer, al igual, que la mía.
Ofrecí cambiar de posición, poniéndome boca arriba, , mientras levantaba mis piernas ofreciéndome de nuevo a su placer, sin pensárselo, clavó de nuevo su polla, ahora, miraba directamente mi cara, de vez en cuando su follada a través del espejo, mientras iba acelerando cada vez más y más, acercó su cara a la mía soltándome su saliva, que yo cogí rápidamente con mi lengua, saboreándola, los empujes de su pelvis eran muy continuos, se acercaba su gran momento y soltando un gran gemido, soltó una gran cantidad de semen, mientras su verga palpitaba dentro mío, los empujes seguían continuos, dejó resbalar su cuerpo encima mío, apoyando su cabeza sobre mi cuello, su lengua lamía mis pulsaciones, del cuello y susurraba: ¡Majestuoso! ¡Magnifico! ¡Eres único!
La verga se fue aflojando y salió de mi culo, estiré las piernas, Juanjo se sentó encima de mi verga, que estaba totalmente endurecida, frotaba su culo en ella, le miré a la cara, preguntando: ¿Estás seguro? Asintió, pero yo no estaba muy seguro de si lo decía, como compromiso y solté: ¡Lo bueno se hace esperar!
Cambie de posición, poniendo las piernas delante del espejo, mi cuerpo y cabeza hacía los pies de la cama, lo puse a él sentado sobre mi cara y mirándose al espejo, levanté mi verga, al mismo tiempo, encogí mis piernas dejando a su vista el agujero de mi culo y la verga, sujeta por mi mano, reflejado en el espejo, agachó su cuerpo entre mis piernas y comenzó a lamerme los huevos, mientras masturbaba la verga lentamente, mi ano seguía palpitando y él lo veía en el espejo, yo puse su verga dentro de mi boca, mientras mojando mis dedos masajeaba su culo, abriéndole el ano.
Chupaba mi verga con cariño, cada vez más seguido, fue metiendo sus dedos en mi culo, y sacándolos después, mientras seguía follándome con sus dedos, yo fui metiéndole los míos dentro de su culo y follándolo también, su verga volvía a ponerse a tono, yo apretaba mis labios alrededor de su verga, provocándole más placer, mientras su cabeza subía y bajaba de mi verga, iba mirando nuestro reflejo, en el espejo, sus largos dedos me seguían penetrando y no pude aguantar más, avisándole, aceleró más su boca, forzándome a soltar todo el semen acumulado de los últimos días, mis trallazos fueron contra las paredes de su boca, que seguía chupando, con furia, mientras sus dedos entraban y salían dejando mi culo, bien abierto, se fue tragando todo mi semen, no se le escapó ni una gota.
Sacó los dedos de mi ano y yo, continué metiéndole mis dedos, y soltó un poco de semen dentro de mi boca, casi sin fuerza, seguí chupándola, mientras se aflojaba del todo, saqué mis dedos de su ano, nos tumbamos uno al lado del otro ¡Ha sido genial! ¡Fabuloso! Añadió.
Después de un rato, nos dimos unos besos y fuimos a la ducha, nos enjabonábamos mutuamente, limpiándonos totalmente, entonces me preguntó: ¿Por qué no has querido penetrarme, como el otro día? Yo le fui contestando, mientras acariciaba su cabeza y su bonito pelo ¡No todo se termina follando! ¡El placer, que me has dado, equivale a una buena follada! ¡Y esto, es lo que a veces, ocurre entre amigos! ¡Es desahogarse mutuamente! Comprendió mi punto de vista, pero ¡Dudo, que mis amigos hicieran lo mismo, que nosotros! Y yo continué, primero, tendrían que limpiarse bien el culo, pero se puede hacer lo mismo, sin meter los dedos, acariciando los huevos y lamiendo el culo.
Nos secamos y nos vestimos, le pregunté si conocía algún gimnasio, que tuviera una piscina grande, comentó, que él y sus amigos eran socios de uno, bastante nuevo, pero, que solo habían ido en invierno, alguna vez, me dijo, el precio de la cuota, cogí dinero de un cajón y salimos, se ofreció para acompañarme y yo encantado.
Cuando llegamos, me inscribí, pagando lo que pedían y nos acompañaron, para enseñarnos las instalaciones, la sala de aparatos de pesas y gimnasio, la piscina, los vestuarios masculinos, dentro de estos, había una sauna finlandesa y un baño turco, de vapor, estas dos salas, se ponían en funcionamiento por petición del socio, al entrar, después la piscina cubierta, que era de 25 metros de largo, bastante grande, casi de competición, me señaló una puerta, en el otro extremo, diciendo, que era de las chicas, que usaban la piscina, en común, pero estaba prohibida, la entrada de chicos en el vestuario, de ellas, pero también se quejaba, que no iban muchas, sonreí al encargado, mientras éste me miraba a la cara, deslizando su mirada hacia abajo, noté, el lugar donde se depositaron sus ojos. Al salir, me entregó el carnet de socio y me dijo, el horario, que él hacía, entendí.
Íbamos andando y pregunté: ¿Qué te parece en joven de recepción? Sin esperar respuesta, seguí ¡No está nada mal, tiene un polvo! Juanjo, me miró y le explique, lo que él no había notado, aunque, si había visto, su mirada baja, entonces, miró mis vaqueros y soltó una risotada, que yo acompañé. Le dije, que iba al bar, para practicar un poco al billar y tomar algo ¿Te apetece venir conmigo? Estuvo un rato pensativo, preguntando: ¿Y si están mis amigos o viene más tarde? Contesté: ¡Si estamos jugando y nos ven, dirás, que para no jugar solo, te lo había ofrecido, para matar el rato! Después te vas con ellos y ya tienes mi teléfono, aunque, el sábado por la tarde, a primera hora, pasaré por la piscina, para entrenar un poco y ponerme en forma.
Me miró ¡Estás loco! ¡En forma! ¡Si tienes un cuerpo perfecto! ¡Eres como un dios griego, como Apolo! Mientras yo comentaba ¡Tú tienes un bonito cuerpo, tus ojos verdes, junto al pelo negro, te hace más hermoso! ¡No sé porque no ligas más, a lo mejor por tus amigos! Dijo: ¡Puede ser, no sé! Llegamos, al entrar, saludé a Jesús, el dueño, pedimos unas copas y monedas, para el billar y nos dirigimos hacia el billar, sus amigos, no estaban, comenzamos a jugar, me fue enseñando algunos trucos del juego, a partir de ése momento, mi juego mejoró bastante, así estuvimos jugando, casi una hora, entonces, aparecieron sus amigos, Juanjo, dejó su palo, encima de la mesa, tendiéndome formalmente la mano, me dio las gracias, cogiendo su copa, se sentó con ellos en una mesa cercana, yo seguí jugando, poniendo mis oídos, en los comentarios y su charla.
Pronto, me cansé de jugar solo, acercándome a ellos, les ofrecí la mesa de billar, con un montón de monedas, por si les apetecía jugar a ellos, se levantaron, entonces Juanjo, se presentó a sí mismo, yo le dije mi nombre, y el resto, fueron soltando los suyos, el más alto, Bruno, otro algo más bajo y con gafas Antonio (Toño) y el tercero, bastante robusto, Francisco (Francis) y dándome las gracias, por las monedas, se pusieron a jugar por parejas, yo me apoyé en la barra, observándolos.
No estaban nada mal, pero ni la ropa, que llevaban, les sentaban bien, repeinados, como niños pequeños, Bruno, con acné y granos en la cara, alto, bastante delgado, sus ojos azules, un poco rasgados su nariz recta, con una cara de un lobezno, Toño, más bajito y con gafas de concha, pero se le notaba musculado, su piel un poco aceitunada, ojos color miel, nariz, con un poco de puente, pero sus cejas, se unían, formando una raya recta y poblada, Francis, mide igual, que Juanjo, pero parece más rollizo, su cara algo redonda, ojos oscuros y unos pelillos sobre el labio superior y cuatro en su barbilla, si pudiera, aconsejarles, seguro, que ganarían mucho más.
Pedí un bocadillo, mientras comía los miraba jugar, se lo pasaban bien, parecían buenos amigos, no sabía, si supieran lo nuestro, cómo reaccionarían, cuando terminé pagué, lo mío y la ronda de ellos, dejándoles pagada otra ronda, no les dije nada y al irme les dije: ¡Chicos, hasta otra! Y ellos: ¡Hasta luego! Salí, volviendo a casa, me puse a ver la tele, mientras me tomaba un whisky.
Analicé la manera, que me miraban a hurtadillas y donde se posaban sus ojos, yo sentado en el taburete, de espalda a la barra, mi verga, reposando y marcándose en su totalidad, en mi pernera del vaquero, junto a mis huevos, colocados en el mismo lado, provocando un gran abultamiento, entonces, sonreí. Ahí, se les iba la mirada y pensado en ellos, me entraron ganas de echar un polvo, pensé en Juanjo y terminándome la bebida, salí de correría, a ver si encontraba algo apetecible...
Al salir de casa, tenía varias opciones, ir al monte o al parque, me decidí, por éste último, el monte, era muy espeso, pero quedaba más alejado, fui andando hacía el parque, miré la hora, las 22,30 de la noche, pensé ¡Buena hora! ¡La hora de los vampiros nocturnos! ¡Y los chupadores!
Iba paseando, por el recinto, sin prisa, cruzándome, con parejas, pocas, hombres, paseando a su perro y jóvenes, que iban en grupo, haciéndose bromas, cuando llegaba a los urinarios públicos, ahora cerrados, bajé el ritmo de mis pasos, miraba hacia la parte trasera del edificio, ya que habían unos urinarios, de pie, en la parte trasera, tapados, con una valla metálica de 1,20 m. de alto y levantada a 50 cm. por debajo y sujetada por postes gruesos, se veía la parte trasera de los zapatos, cuando alguien estaba allí, dando un poco de privacidad, al hombre, que orinaba allí, la pared, que recibía la orina, era totalmente de cemento y de unos surtidores, en forma de botón, descendían hilillos de agua, limpiando, los orines depositados en la pared, había una farola a un lado, iluminando un poco, la del otro lado, estaba rota y apagada ¡Menos luz, más intimidad!
Me acerqué por el latera, pero estaba vacío, no había nadie dentro, pero un hombre mayor fumaba, bastante cerca, mientras me echaba un vistazo, seguí, el paseo, pasando de largo, más adelante, sentado en un banco un joven de treinta y pocos años, grueso, fumaba, mientras agarraba la correa de su perro, que olisqueaba la hierba del parque, al mirarlo, sacó su lengua, pasándosela por el labio superior y el inferior, en rotación, dándome señal, de lo que me deseaba, seguí andando, pasando de largo, dos chicos, bastante jóvenes y con mucha pluma, pasaron por mi lado, mirándome, mientras cuchicheaban ¡Debe de ser un chapero! Soltó uno y el otro contestó ¡Será chapero, pero está de muerte! Soltando una risita, afeminada.
Cuando llegué al final, me senté en un banco, encendiendo un cigarrillo, observaba, la calma del parque, no pasaba mucha gente, al terminar de fumar, me levanté, retrocediendo, hacía los urinarios, pero, por el otro lado del parque, ahora, el hombre del pero, no estaba y tampoco el mayor, que antes fumaba, entre a los urinarios y me puse a orinar, entonces, se puso a mi lado un joven, bastante alto, negro, como el azabache, sus dientes resplandecían, cuando al mirarme, sonrió, su cara, con pómulos marcados, era hermosa, pero al sacarse la verga, ésta también, gruesa, como mi muñeca y de un largo considerable, calculé unos 22 o 23 cm y de lado su culito se veía respingón, noté que a su otro lado había otro joven, habían entrado juntos, éste bastante delgado, con rizos en su cabeza, una cara muy lampiña, mientras los miraba a ambos, éste último agarró, la verga del joven de color, masturbándolo y tirando de la polla, le indicó una zona muy boscosa, cerca del lado de la farola estropeada, volvió a tirar de la verga , el joven negro, se guardó la misma, en el pantalón e iba a seguir, al otro, pero girándose, tiró de mi brazo, indicándome, que me uniera a ellos y fui con ellos, cogido de su mano, metiéndonos en esa zona cubierta a la vista de todos.
El joven de rizos, se detuvo, delante de un árbol, girándose y abriendo el pantalón al joven de color, éste que, tenía mi mano agarrada, me acercó a él, bajó un poco su cabeza, sus gruesos y bien formados labios, buscaron los míos, su lengua forzaba la entrada de mi boca, buscando, el sabor de la mía, nos fundimos en un tierno, agradable y húmedo beso, pasando nuestras lenguas, de una a otra boca, apretaba sus labios, sobre mi lengua, el joven de rizos, estaba agachado, lamiendo la gruesa verga, al tiempo, me desabrochó el pantalón, sacando la mía, que iba masturbando, el sonido de la chupada, nos ponía a cien, apoyé mi mano sobre el pecho de color, duro, como una roca, deslicé mi otra mano, por la parte trasera del pantalón, también estaba endurecido, le fui bajando el pantalón, con una sola mano, y también los calzoncillos, dejándolos sobre sus muslos, que fui acariciando.
Mi mano fue subiendo, posándose en sus nalgas, acariciándolas, buscando, su agujero, mientras nuestras bocas seguían devorándose, me separé, agachándome delante de su culo, separando sus nalgas busqué su orificio, con mi lengua, fui lamiendo y chupándole, mientras le seguía abriendo el culo, él gemía, le mordisqueaba, todo el culo, su agujero palpitaba, se abría, cerrándose después, mis manos dejaron el culo rotundo y los fui subiendo, por dentro de su liviana camisa, acariciándole toda la espalda, el joven, estaba macizo, pasé las manos hacía delante, acariciándole el pecho, apretando los pezones, mientras los iba acariciando, su agujero se iba abriendo, a los envites de mi golosa lengua, mientras sus manos giradas, hacía atrás apretaban, con dulzura mi cabeza, para que siguiera comiéndole el culo, cada vez más su ano se dilataba, mi nariz se impregnaba del aroma, de la piel del joven negro.
Me levanté, quedándome, en su espalda, una de sus manos agarró mi verga, tirando de ella, la dejó a escasos centímetros de su ano, mientras separaba sus nalgas, me clavé dentro de él, soltó un sonoro gemido, movió el culo y comencé a salir y entrar dentro de nuevo, cada vez, con más y más fuerza, mientras le soltaba cachetes en las nalgas, yo iba acelerando mis empujones, forzando, al joven de rizos, que se atragantara varias veces, fui cada vez más rápido, mi placer, era intenso y él joven de color gemía y gemía, estaba casi a punto, entonces, pasé mi mano, por su lado agarrándole parte de la verga, que no entraba en la boca del otro, apretándola con fuerza y soltándola, volvía a apretar y entonces, comenzó a soltar una gran cantidad de semen, que fue salpicando totalmente la cara del joven rizoso, agachado delante de él, su esfínter , apretó mi verga que también comenzó a soltar toda la leche, dentro del gustoso culo, él siguió apretando el ano, como, para quedársela dentro y luego aflojaba, dejándome totalmente exhausto, de la gran corrida.
Salí de su culo, mientras el chico con rizos, seguía chupándole la verga oscura, yo me dediqué a limpiarle el agujero, dilatado y con mi leche dentro, metiéndole los dedos, sacándole mi semen y chupándome los dedos, seguí chupándole el ano, hasta dejarlo totalmente limpio, me levanté, acercándome a él, agarró mi cara, besándome por toda ella, con sus cálidos labios, me devoraba totalmente, reposando, sus labios sobre los míos y buscando, el sabor de mi corrida.
El joven del pelo rizado, levantándose, se limpió la cara, con un pañuelo y también limpió su verga, que había estado masturbando, mientras chupaba la del joven de color. Nos arreglamos la ropa, los tres, y el joven del pelo rizado, se despidió y se fue, nosotros salimos después, cuando nos acercamos, a la zona más iluminada, se detuvo a mirarme a la cara y yo a él, realmente, mi vista, no me había engañado, el joven era una preciosidad, de arriba a abajo.
Me tendió la mano, diciendo: ¡Me llamo, Jefferson, pero mis amigos me llaman Jeffry! Contesté: ¡Jorge! Después de presentarnos, dijo, que era cubano, pero vivía, desde hace muchos años en Bruselas (Bélgica) y estaba con la Compañía de Maurice Béjart, actuando en el Teatro Colón, hasta fin de mes, comenzamos a caminar juntos y yo le pregunté, si todavía estaba en la Compañía de Ballet, Jorge Donn, a lo que me contestó, afirmativamente, pero estaba actuando en otro lugar y no había venido, con ellos.
Entonces, me preguntó, si lo conocía, mi respuesta, fue, que lo había visto bailar en Barcelona, al igual, que había visto a Nureyev, sacó su cartera y sacó una entrada del teatro y me la regaló, dije ¡Gracias! Él añadió: ¡Si te apetece, después, podríamos vernos a solas! ¡Solo, si tú quieres! Yo añadí: ¡Me apetece y mucho! ¿Te parece bien mañana? Asintió, nos despedimos y se fue, mientras yo volví a casa, mientras entraba, sonaba el teléfono, lo cogí y era Juanjo.
Me preguntaba, mi opinión, sobre sus amigos y le dije, que estaban bien, aunque parecían, más jóvenes, por la ropa y sus peinados, se rio, yo le recordé que el sábado, por la tarde a primera hora, estaría en la piscina del club, donde ellos, también eran socios, me dio las gracias, por las copas, de su parte y que yo les había caído muy bien, nos despedimos y colgó.
Mañana, será viernes, iré al teatro y ya veremos después...
Agradezco, todos los comentarios y correos, que me habéis enviado. Gracias.