Recuerdos...vi

Mi boca, fue descendiendo de sus labios, deteniéndose en las tetillas, besándolas, apretándolas con los dientes, continué bajando metiendo

RECUERDOS...VI

Después de guardarme el papel con el teléfono del joven, me uní a Martín, Ricardo y Pablo, para jugar a dobles en el billar, nos reíamos un montón, la mesa otra mesa de billar, se había quedado vacía, pero se acercó a la nuestra un joven vestido de gala, con uniforme de la marina, se puso a observarnos y sonreía cuando Martín o yo fallábamos, al final dejamos a Pablo y Ricardo, jugar solos, eran muy buenos, le preguntaron al joven, si quería participar y él se lo agradeció, se quitó un momento la gorra, de plato blanca, pasándose la mano por el pelo y se la colocó de nuevo.

Me quedé pálido, y Martín a mi lado, me preguntó, que tenía y yo le contesté que el joven vestido de gala blanco, era un antiguo compañero del colegio y respondió: ¡El cabrón está muy bueno, ése culito pide guerra! Y yo dije: ¡Él lo sabe y se aprovecha de ello! ¡Es un asqueroso chulo! ¡Se llama Miguel!

Martín, me preguntó, porque hablaba así de él y entonces le hice un breve resumen de la humillación y violación, cuando teníamos 11 años, por parte de él, sus compañeros y el cura que nos entrenaba, en el equipo de natación, Martín asintió con la cabeza, seguimos bebiendo y Miguel, miró su reloj, soltando una maldición, diciendo, que se le había escapado el último autobús, para volver a su cuartel en El Ferrol del Caudillo, le preguntaron, cuando debía volver, él contestó: ¡ que el lunes por la mañana, con el toque de diana!, Ricardo le ofreció el sofá, para dormir y éste aceptó, siguieron jugando un rato más.

Pagamos y después de despedirnos del dueño, salimos, dirigiéndonos a su piso, Martín y yo, íbamos detrás de los tres, que reían y se empujaban, nosotros, apenas hablábamos y para quitarle importancia, le dije, que él no me había reconocido, esto le animó un poco y llegamos al piso, subiendo los dos tramos de escaleras y entramos en su casa.

Ricardo, soltó que nos pusiéramos cómodos, que iban a la cocina, al rato aparecieron Martín y Ricardo, con vasos llenos de hielo y una botella de whisky, nos habíamos sentado en el sofá y Ricardo sacando una baraja de cartas, ofreció jugar al strip póker y nos sentamos alrededor de la mesa de centro, encima de unos cojines y explicando las normas, el ganador de la partida, decía lo que se tenía que sacar o hacer y el perdedor, con más puntos, lo tenía que hacer, todos estuvimos de acuerdo, mientras bebíamos.

La primera la ganó Ricardo y la perdí, yo, me tuve que sacar la camisa, fuimos jugando, y cada vez nos íbamos quedando con menos ropa, ahora estaban todos con slip y yo con pantalón, que lo perdí en la siguiente ronda, quedando totalmente desnudo, Miguel, sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta, un paquete de cigarrillos, liados a mano y encendiendo uno, lo fue pasando, para que diéramos unas caladas, seguimos jugando y gané yo, perdió Miguel, tuvo que sentarse encima de Ricardo y darle un beso con lengua, no se lo hizo de rogar, sentándose encima de la verga de Ricardo y cogiéndole la cara con sus manos, introdujo su lengua dentro de la boca de éste, saboreándola, al levantarse, todo notamos su gran erección debajo de su minúsculo slip blanco, se sentó, en las siguientes, ya estábamos todos desnudos,  Miguel me miró y entonces dijo:

Tu sonrisa y tus ojos, me recuerdan a un chico, que conocí hace muchos años, era compañero de natación en el colegio, era el mejor de todos, me gustaba mucho, intentaba acercarme a él, pero se hizo amigo de otro del equipo. Pablo, preguntó: ¿Y qué pasó? Miguel, siguió hablando como en trance, continuó: El entrenador, un cura, Don Esteban, quería que yo fuera el líder del equipo, era su preferido y convenció, con amenazas a Tony, para darle una lección, al chaval y un día, en los vestuarios, lo violé, de todas las maneras posibles, al igual, que los demás, incluido el cura, el joven ya no volvió al equipo, perdimos todos los campeonatos, no lo vimos más, aunque seguía en el mismo colegio, desde el mismo instante que lo penetré, notando un aroma peculiar en su piel, muy agradable y seductor, su piel era como terciopelo, no pude perdonarme, lo que había hecho, el momento lo disfruté, pero después caí en la desesperación, por haber roto el ligero vinculo, que teníamos, aunque sólo por verle.

Pablo, insistió: ¿Qué pasó, con él, después, le pediste perdón? Miguel, continuó: No me atrevía a mirarle a la cara, dejó el equipo, después que bajó su rendimiento, incluso suspendió las clases, para no estar en las mismas aulas. Había pasado casi un año y un día, nos pilló el Rector, en la sacristía, dormidos, junto al cura y manchados de semen, todos, aunque nadie recordaba nada, sólo, que habíamos bebido vino de misa, al cura lo encontraron, con su verga y huevos fuera de la sotana, manchada con semen, yo estaba a su lado, en un banco, con mis pantalones colgando de una de las piernas, mojado totalmente de semen, mi cuerpo, mientras notaba mi culo, muy dolorido y con restos de sangre, Joaquín, sentado apoyando su cabeza en una mesa, con sus pantalones cortados, por la costura del culo y creo, que también, fue penetrado y su ropa por delante, mojada de semen y Tony, el amigo del chaval, sentado en el suelo, con los pantalones abiertos, su verga fuera, manchas de semen encima y su cara, totalmente cubierta de semen, incluida su boca.

A nosotros nos expulsaron del cole y al cura, lo destinaron a una parroquia del norte de Lérida, casi al instante supe, quien lo había hecho, su aroma, me acompañaba, cerca de mi boca y cara, pero con el tiempo, dejé de notar ése aroma, era una delicia.

Encendió otro cigarrillo de los suyos y mirándome, soltó, me recuerdas a él, me lo pasó y acercó su cara a mi mano, oliéndola, me soltó, pero seguía mirándome, sorbió de su vaso. Ricardo dijo: ¡Seguimos jugando hasta el final! Todos asentimos, Miguel no me quitaba el ojo de encima. Ésa partida la ganó Martín y la perdió Pablo, éste acercándose a mí, agachándose, comenzó a chupar mi verga, yo acariciaba su pelo, mientras mi verga crecía cada vez más, en la siguiente, perdí y me senté encima de Martín, besándole la boca, en otra Miguel, tuvo que chupar la gran verga de Ricardo, su ansia, hacía que casi se ahogara, en otra se unieron Martín y Ricardo, y después me tocó sentarme, encima de la verga de Miguel, mientras le comía la boca, provocándole una erección enorme, mientras susurraba ¡Eres tú, perdóname, lo que te hice!

Yo seguía sentado encima de él besándole, cada vez con más fuerza y él saboreaba mi boca y lengua, me cogió en sus brazos y se sentó en el sofá, conmigo encima, Pablo, se puso a nuestra derecha y Ricardo, con Martín, encima suyo a nuestra izquierda, degustábamos nuestras bocas con ansia, mis piernas estaban encima de Pablo, éste me las separó y agachando su cuerpo, comenzó a darme una mamada, apretándome la verga y soltándola, mientras su cabeza subía y bajaba, su lengua rodeaba mi capullo, metiendo la punta de la misma, en el orificio del pene, su otra mano acariciaba la verga de Miguel y sus huevos, una de mis manos, tiró de Ricardo, forzándoles a unirse a nosotros en los besos, él con Miguel y yo con Martín, mi mano acariciaba la espalda de éste último, bajándola hasta tocar los genitales de Ricardo, que suspiraba.

Me deslicé hasta el suelo, agachando mi cabeza, engullí la verga de Miguel, dándole placer, se notaban en los suspiros, que soltaba, Pablo mordisqueaba sus tetillas, mientras le metía sus dedos en la boca, que chupaba con ardor, yo saboreaba su verga, que ahora estaba en toda su dureza, lamía sus huevos y pasando mi lengua por debajo, buscando su agujero, él separó sus piernas y pude acceder al mismo, comenzando a comerle bien el ano, metiendo hasta dos dedos, dentro del mismo, Pablo, ocupó la verga del marinero, chupándola con cariño, Martín se había puesto de pie encima del sofá, frente a Miguel, ofreciéndole su verga, que fue engullida, ávidamente por la boca de éste, Ricardo se había puesto detrás de Pablo y le comía el culo, soltando cantidad de saliva, mientras separaba sus cachetes y metía sus dedos dentro de ése culo goloso.

El culo de Miguel, estaba bien dilatado, levanté la vista y miré a Ricardo, casi  sin decir nada, yo levanté las piernas de Miguel, clavando mi verga dentro de su culo, Ricardo hizo lo mismo con Pablo, los dos gemían de gusto, mientras entrabamos y salíamos de sus culos, separando sus cachetes y clavándonos hasta el fondo, yo no quería terminar tan pronto, a pesar del placer que tenía, salí del culo de Miguel y Ricardo del de Pablo, entonces Martín, clavó su verga en el culo de Miguel, mientras yo penetraba a Pablo y Ricardo envestía el culo, sin lubricar de Martín, yo acerqué mi boca a Miguel, que unió su lengua a la mía, mientras acallaba sus gemidos, debido a las envestidas, que le daba la verga de Martín y el empuje de la verga de Ricardo a éste, Pablo, seguía chupando la verga de Miguel, éste agarró mi nuca con fuerza, apretando mi boca a la suya, al tiempo que descargaba todo su semen dentro de la boca de Pablo, que siguió chupando, Tanto Martín, como Ricardo, notaron la corrida del primero y soltaron sus chorros de semen dentro de los sendos culos, soltando sonoros bufidos, que hicieron, que con la comida de boca, que me daba Miguel, terminé soltando mi leche en el culo de Pablo y éste sin tocarse, se corrió, salpicando el sofá y el muslo de Miguel, seguía entrando y saliendo de ése culo, cuando se aflojó, me agaché limpiando el ano, sorbiendo mi propio semen y girando de lado a Pablo, chupé su verga, dejándola totalmente limpia, mientras su cuerpo daba unos espasmos de placer, luego le di un beso largo en la boca, saboreando nuestras corridas. Ricardo, había lamido el culo de Martín y los dos después lamieron el culo de Miguel, mientras yo sentado a su izquierda, le comía la boca con ganas.

Nos sentamos en el suelo, poniendo en los vasos más whisky y fumándonos un par de cigarrillos especiales de Miguel, estábamos unos pegados a otros, acariciándonos, nuestras respiraciones, se tranquilizaban, luego Martín, cogió las cartas de póker, dejando sólo las figuras, mezclándolas, dijo que el que sacara la carta más baja de todos, se sometería a los demás, mientras nos reíamos, fuimos cogiendo cada uno una carta, le tocó a Ricardo, entonces, Martín despejó la mesa de centro e hizo tumbarse al joven alto, dejando su cabeza fuera de la mesa y sus piernas apoyadas en el suelo, él estaba boca arriba, Miguel con sus piernas a horcajadas sobre Ricardo, agachó su cuerpo, comenzando a comer la gran verga del tumbado, yo me coloqué entre sus piernas, lamiéndole los genitales y el agujero del culo.

Pablo y Martín, colocaron sus vergas delante de su cabeza, Ricardo, cogió cada una con una mano y las alternaba metiéndolas en su boca, obligando a que fueran creciendo cada vez más, Miguel, se ponía rojo, al forzar su boca a tragarse la gruesa verga de Ricardo, yo mientras degustaba su agujero, tan cerradito y delicioso, fui metiendo un dedo y luego entró otro más, gemía, pero tenía su boca bastante ocupada, chupando las dos vergas. Levanté sus piernas y clavé mi verga dentro de su culo, fui empujando hasta el fondo, entraba y salía de su culo, empujando de nuevo mi verga dentro, ya la sacaba del todo, impulsando mi pelvis, clavándome de nuevo en el culo prieto, entonces me retiré de su interior y de nuevo chupé golosamente su ano, pasando mi lengua por el interior, haciéndole gemir, dejé sus pies y piernas musculosas apoyadas en el suelo.

Martín, dijo, que dos de nosotros cogerían en brazos a un tercero, en forma de silla, sentándolo encima de la verga de Ricardo, para ver si alguno lo hacía correrse, sin tocarse, lo cogimos entre Pablo y yo, puso sus brazos sobre nuestros hombros y sujetándole por debajo de las rodillas, lo fuimos sentando sobre la gran verga de Ricardo, lo deslizábamos arriba y abajo, llegando a clavarse toda la verga, seguimos haciendo lo mismo, cada vez más seguido, y Martín, soltó un chorro de semen mojando, las piernas del joven Ricardo, luego entre Miguel y yo, cogimos a Pablo, haciendo lo mismo, éste movía su cabeza en espasmos de lujuria, no tardó en soltar también su semen mojando a Ricardo, con él, luego entre Martín y yo, sentamos a Miguel, encima de la hermosa verga, dejándole caer, hacía abajo, provocándole gemidos muy sonoros, seguimos subiéndole y bajando, cada vez más y más, estaba totalmente empalado, lo dejamos un momento sentado, con la verga dentro y entonces, soltó su semen mojándonos a los tres, incluido a Ricardo, entonces, entre Pablo y Miguel, me clavaron encima de la verga, cada vez más rápido y también solté mi semen, mientras ellos habían parado, dejándome clavado en la verga y notando como ésta, palpitaba dentro de mi culo, apreté mi esfínter y fue soltando su semen dentro del mismo, me iban a levantar y les dije, que esperaran, al rato, me levantaron y de mi culo, salió un poco de semen de Ricardo y todos festejaron, que yo lo había hecho correr a él, dentro de mi culo.

Durante bastante rato estuvimos lamiendo, la verga y todo el semen derramado encima del magnífico cuerpo de Ricardo, luego Miguel metió su lengua en mi ano, lamiendo, el semen que tenía dentro, dejándome el culo, bien dilatado, mientras me pedía, que quería follarme, yo dije, que aún no se iba a ningún lado, él sonrió.

Ricardo, dijo, que ya era hora de acostarse y dormir un poco, Miguel, señalando el sofá, no llegó a soltar palabra, lo silencié con un beso y cogiendo de la mano a Miguel y Pablo, los llevé al cuarto, que pertenecía a Ricardo, los otros dos se habían metido en el de Martín. Al llegar al cuarto, Miguel fue al baño, al volver, le lamí la nariz, con restos de polvos, diciéndole, si era necesario, él dijo, que quería dormir, con su verga dentro mío,  luego nos tumbamos, poniéndonos de lado, yo en medio a mi espalda Miguel y la espalda de Pablo, acariciaba todo mi cuerpo, por delante, puse mi brazo encima de él acariciándole y Miguel el suyo, encima mío acariciándome, notando que su verga iba subiendo de tamaño, cogiéndola con su mano, apuntó y fue penetrando mi culo, nuestros gemidos, despertaron a Pablo, que se dio la vuelta, besando mi cara y deteniéndose en mis labios, mordiéndolos y saboreando mi lengua, Miguel me colocó boca arriba, subiendo una de mis piernas, volvió a clavar su verga en mi culo, follándome a placer, Pablo, puso la almohada, debajo de mi nuca, dejando mi cabeza, colgante hacía atrás, colocándose al lado de la misma, metiendo su gordo capullo dentro de mi boca, forzando el resto, hasta tocar mi campana, mi lengua rodeaba esa verga, dándole más placer, mientras Miguel, me penetraba con mucha fuerza, una de sus manos agarraba mi hombro y la otra apretaba alternativamente mis pectorales, el culo, me dolía, pero el placer estaba primero, Pablo soltó un gemido, corriéndose dentro de mi boca, seguí chupando su verga, levantó mi cabeza, apoyándola en sus piernas y mirando a Miguel, tocándole y apretando sus tetillas, él soltó: ¡Aquel día, te dolía, pero tenías, la misma cara de vicio que ahora y esto me pone a cien! Apretó mi tetilla y también la mano del hombro, resoplando soltó chorros de semen dentro del culo, seguía follándome y cogiendo mi verga, comenzó a masturbarme, cada vez más y más fuerte, me llegaba el orgasmo, entonces, acercó su boca y abriéndola comenzó a chupar, tragándose todo el semen que yo derramaba, cuando me dejo totalmente limpio, acercó su boca a la mía y Pablo, se unió a nosotros, nos tumbamos de nuevo y notando la verga dura de Miguel, la metí dentro de mi culo, me abrazó y nos quedamos dormidos los tres.

Ya estaba despierto, con un poco de resaca, con cuidado, me levanté y Miguel, dijo: ¿Dónde vas? Yo contesté: ¡Al baño! Entonces, se levantó y me siguió, bebí agua del grifo y con una pasta de dientes, me puse un poco en el dedo y lo pasé por mi boca, frotando los dientes, él hizo lo mismo, nos enjuagamos las bocas y apareció a nuestro lado Pablo, había visto, lo que hacíamos y él hizo lo mismo, entonces, susurró junto a mi oído, la ducha dorada, le miré y solté: ¡Te has vuelto un viciosillo!

Soltando una carcajada, nos metimos en la bañera, los tres, las vergas estaban con una erección, me arrodillé en la bañera, pasando mis manos mojadas, con saliva, entre sus piernas, metiéndoles mis dedos en sus culo, rozando sus próstatas y les dije: ¡Soltarlo ya, que no tengo todo el día! Y entonces,  Pablo agarrándose la verga, comenzó a orinar, sobre mi cuerpo y sobre mi cara, no la bebí, soltaba la orina de la boca por los lados, Miguel, viendo esto se apuntó también y fue soltando su orina encima mío, cuando terminaron, los empujé para que se arrodillaran y agarrando mi polla, fui mojándoles las caras y cuerpos de ambos, ya había terminado, cuando ellos miraron por detrás mío, allí estaba Ricardo y Martín, el primero, me hizo agachar, también a Martín, que entró dentro  y desde fuera de la bañera, soltó su orina encima de los cuatro, estuvo meando bastante rato, luego entró con nosotros y nos íbamos a duchar, cuando Martín, fue soltando su orina encima del cuerpo de Ricardo, éste se puso serio y yo, al notarlo, solté: ¡Donde las dan, las toman! Y todos nos echamos a reír, nos limpiamos bien y fuimos saliendo a secarnos, después nos vestimos.

Desayunamos juntos, los cinco, después Miguel, se levantó preguntándome, si podía acompañarlo, a los autobuses, asentí, mirando al resto, que habían asentido, nos despedimos y fuimos andando. Miguel, me comunicó, que se licenciaba dentro de un mes y no sabía, si podría volver aquí, parecía muy pensativo, continuó: ¡Me lo he pasado genial, pero echo de menos estar a solas contigo! Yo respondí: ¡Esto tiene solución, coge el autobús de media tarde! Me miró a la cara, sonriendo, mientras soltaba ¡Será la mejor despedida de la mili! Cambiamos de rumbo y fuimos a la casa, que yo tenía alquilada, nada más entrar y cerrar, la puerta, se echó encima mío besándome toda la cara, buscando mi boca, violándola, con su lengua, mientras lo iba desnudando, sin prisa, lamía mi cuello, mordiéndome la oreja, metiendo su lengua dentro de la misma, sus manos también, me fueron desnudando, parecía un primerizo, estaba temblando, mientras decía ¡No me lo puedo creer, eres sólo para mí! ¡No volveré a tener pesadillas, sino buenos recuerdos!

Me dijo, durante estos años he estado con chicas y chicos, buscaba, en ellos tu aroma, tu delicadeza, tu contacto, pero nunca lo encontré ¡Tú eras mi obsesión, no sé, si para bien o para mal, pero ahora estoy contigo y estoy muy bien, aunque nervioso! Le pregunté, si tenía más polvos, para hacerlo, más apoteósico y de su chaqueta sacó una bolsita, llena casi hasta arriba, puso un poco encima de la mesita de centro y con su carnet de identidad, hizo unas líneas, sacando un tubito, de plástico, aspiró, por sus fosas nasales, yo hice lo mismo, nuestros ojos brillaba, pasó su dedo por la mesa, metiéndolo en su boca y en la mía, terminamos de desnudarnos del todo, mientras íbamos acariciando nuestros cuerpos.

Mi boca, fue descendiendo de sus labios, deteniéndose en las tetillas, besándolas, apretándolas con los dientes, continué bajando metiendo mi lengua en su ombligo, penetrándolo, seguí mi camino, acercándome al vello púbico, enterrando mi nariz, deslizando mi lengua por el tronco de su falo, que estaba endurecido, su capullo, totalmente rojo y potente, fui tragándome con mucha suavidad, esa verga, tan agradecida, mi cabeza subía y bajaba, dándole placer, mientras acariciaba sus testículos y rozaba con mis dedos su agujero y la parte intermedia, lamí los mismos sitios, que mis manos acariciaban, sus manos agarrándose a mi pelo, apretaba mi cabeza, para que no parara, que siguiera, apartándome de él, pregunté: ¿Quieres, repetir lo mismo de aquel día? Respondió: ¡Si a ti te apetece, me gustaría mucho!

Fui al cuarto y me puse un slip, blanco, muy pequeño, cogí una tijeritas y llevé unas cervezas al salón, bebimos, mientras me miraba fijamente, diciendo: ¡Quiero recordarte siempre como ahora, por si no volvemos a vernos nunca más! Fumamos un cigarrillo de los suyos y al terminar despejamos la mesa de centro y me tumbé, encima, boca abajo, dejando mi cabeza fuera de la mesa y mis piernas, como si estuvieran atadas a las patas de la misma y mis manos sujetaban las patas de la mesa, simulando, estar atadas, se puso delante mío, moviendo su verga y tirándome del pelo hacía arriba, obligándome a levantar la cabeza, abriendo la boca, clavó su verga de golpe, dentro hasta provocarme arcadas, se retiró un poco y volvió a entrar, con más suavidad, cuando la sacaba, me golpeaba la cara, con ella y volvía a meterla, yo chupaba, mientras recordaba, lo ocurrido, seguía golpeando mi cara con su verga, cada vez más fuerte.

Después de un buen rato, se colocó entre mis piernas, chupando mi raja, por encima del slip, empapándolo todo con su saliva, cogió las tijeras y cortó la prenda, por debajo, levantando el trozo de culo, enrollándolo con la goma de la cinturilla y metiendo su mano entre mis piernas, bajó mi verga, dejándola fuera de la mesa, colgando y con algunas gotas de líquido seminal, lamió mi tronco y los huevos, dedicándose luego al agujero del culo, mientras mordía mis nalgas y las iba azotando, mientras me iba dilatando, metiéndome sus largos dedos en mi ano, entonces clavó su verga, en mi culo, separando las nalgas y agarrándose a la goma del slip, me fue penetrando, sacando su verga en su totalidad, volviendo a clavarla, sin piedad, mientras azotaba mis nalgas, con fuerza, salía y entraba con frenesí, soltándome saliva sobre la espalda, luego se agachaba y la lamía con su lengua, mi verga goteaba, en abundancia.

Agarró mis hombros, pidiendo, que girara un poco la cara, apoyando su cuerpo, encima del mío, mientras seguía follándome, acercó su lengua y unimos las dos, soltaba saliva, encima de la mía, yo la degustaba, sacando de nuevo mi lengua, pidiéndole más, chupó mi cuello, causándome cosquillas y placer, la nuca estaba empapada de su saliva, la mordisqueaba, lo mismo, mis hombros y parte de la espalda, entonces, mientras, seguía cabalgándome, resopló fuertemente, soltando todo su semen dentro del culo, apreté mi esfínter, soltando mi semen encima del suelo, debajo de la mesita, mientras jadeaba. Besaba, toda mi espalda, mientras sacaba su verga de mi culo, descansando encima mío, pasado unos instantes se agachó, chupándome mi dolorido orificio, sacando su semen con la lengua, mientras acariciaba mis nalgas, separándolas y chupándome hasta el cerebro, cogió mi verga llevándola a su boca, limpiándola de mi corrida, me hizo levantar y abrazándome, soltó: ¡Nunca, podré olvidarte, eres lo mejor que he tenido, nunca! ¡Te quiero, con toda mi alma!

Nos sentamos y bebimos el resto de las cervezas, mientras nos mirábamos, acariciaba mi cuerpo, disculpándose, si me había hecho daño yo le aseguré, que lo había pasado de fábula, había sido inconmensurable, el placer que había disfrutado, hasta el punto de soltar mi semen sin tocarme, él sonrió, al igual, que yo, continuó diciendo, que quería llevarse consigo, el placer de mi verga dentro de él, le dije, que así sería, traje dos cervezas más y bebimos con ganas, fumamos otro cigarrillo.

Al terminar, dejamos los botellines de cerveza en el suelo y me tiré encima de Miguel, comiéndole la boca, mi verga se agitaba vigorosa, le mordía los labios, buscando su lengua, que enfurecidas, comenzaron a luchar entre ellas soltando saliva de uno a otro, su verga iba creciendo, al igual que la mía, acariciaba mi espalda y yo todo su pecho, pellizcándole las tetillas, soltaba gemidos, entonces, le pregunté: ¿Quieres saber, lo que he pasado o prefieres, que te empale mirando tu cara? Contestó: ¡Por qué no, de las dos maneras!

Levantándole, lo puse boca abajo encima de la mesita, como yo antes, con sus manos agarrando, las patas de la mesita, su cabeza, colgando fuera y sus piernas abiertas, los pies apoyados en el suelo, poniéndome delante de su cara, tirándole del pelo hacía arriba, levantó su cabeza, metiendo mi verga dentro de su boca, entrando, hasta el fondo, salía y entraba dentro y lo golpeaba, la cara con la verga, volvía a meterla en la boca, ´su lengua lamía de gusto y chupaba con fuerza, cada vez golpeaba con más fuerza su cara con mi verga, después de un buen rato, me coloqué entre sus piernas agachándome, apreté sus nalgas, las fui mordiendo, pasé mi lengua por su ranura, que palpitaba del placer anticipado, me levanté y le clavé mi verga en el culo, mientras le separaba las nalgas, entrando hasta el fondo, mientras gemía, le fui azotando las nalgas, dejándoselas enrojecidas, mientras entraba y salía del goloso culo, que él iba apretando, pasé mi mano entre sus piernas, poniendo su verga fuera de la mesa, colgando, acariciándola y su huevos también.

Con las dos manos agarré sus hombros, forzando así más, las profundas embestidas, que le clavaba, giró su cara, sacando su lengua, reclamando mi saliva y mi lengua, descansé mi cuerpo encima del suyo, pasándole saliva de mi boca a la suya, mordiéndole la punta de su lengua y besándonos, mordisqueé sus hombros y su espalda, sin dejarle marcas, me incorporé, saliendo de su culo, le di la vuelta, ahora nos mirábamos, cara a cara, levanté una de sus piernas, apoyándola en mi hombro, la otra apoyada a través, en mi cintura, volví a meterle mi verga, los dedos de mi mano izquierda, los metía en su boca, mientras los chupaba y mordía, mi otra mano le agarraba la cintura, apretando su cuerpo, hacía mi verga, los empujes, cada vez más seguidos, provocaban un pronto orgasmo.

Su verga totalmente endurecida, palpitaba sobre su ombligo, sacaba la verga totalmente, metiéndola de nuevo, notando sus gemidos, inclinándome sobre él, me agarré en sus hombros, apretándole más y más fuerte la verga en el culo, le solté saliva a cierta distancia de su cara, él la cogió al vuelo, saboreándola, mientras le seguía soltando más y él chupándola, en ése momento, fue soltando chorros de semen, mojándonos a los dos, le separé las nalgas y forcé dentro del culo, soltando un chorro de semen, llenándolo totalmente, mi mano, acariciaba su verga, recogía su semen, llevándolo a mi boca y a la suya, las vergas no se aflojaban.

Me recorrió un escalofrío y fui soltando toda la orina, que llevaba dentro, en el culo de Miguel, goteaba fuera, cayendo en el suelo, pero el placer que me provocaba y también a él, por su cara de placer, notando que yo soltaba, el caliente líquido dentro suyo, comenzó a mearse encima de los dos, notando ambos, el calor de su orina, nos seguíamos mirando fijamente, mi cara y la suya, de un placer total, la mesa empapada de orina de ambos y el suelo también, ya se limpiaría luego, lo importante, es el momento y acercándome a su cara, nos fundimos en un fuerte beso devorándonos las bocas, con mucha pasión.

Nos levantamos, pase la fregona y un paño, sobre la mesa y nos fuimos a la ducha, nos lavamos a fondo, uno al otro, mientras Miguel reía casi histéricamente, me dijo: ¡De felicidad, que me llevaría siempre dentro de él! Se quitó una cadena de oro, con una perla de colgante y me lo puso, diciéndome: ¡Eres como esta perla, brillante y limpio, era de mi abuela, ahora me llevarás contigo! Mientras decía esto, le cayó una lágrima, que yo besé, dándole las gracias, pero, no podía aceptarlo, él continuó, que así tenía que ser.

Después de vestirnos, nos fuimos a la parada del autobús, me dijo, que había apuntado su teléfono, de Barcelona, en una hoja, que estaba encima de la mesa del comedor, subió al autobús, dejándome allí plantado y casi con los ojos húmedos, mirando cómo se alejaba.