Recuerdos...v

Pablo, no sacaba sus ojos de mi paquete, diciendo: ¡Joder, joder, estas para comerte entero!

RECUERDOS...V

Desperté, notando el palpitar de una verga en mi entrepierna y una presión en los testículos, mientras besaban mi nuca y cuello, una mano se iba deslizando por todo mi pecho, acariciándome las tetillas y el abdomen, giré la cara, hacia atrás, diciendo: ¡Buenos días! Él respondió: ¡Sí, muy buenas! Seguía moviendo su pelvis empujando su verga, rozándome los huevos y retirándose un poco, volvía a empujar, jadeaba.

Pasé mi mano, cogiendo ésa magnífica verga, la apreté un poco y el soltó: ¡si aprietas me voy a mear encima! Solté su verga y le comenté, que fuéramos al baño, que yo también tenía ganas de orinar, entramos en el baño y yo me metí dentro de la bañera, tirando del brazo del joven de la PM, obligándolo a entrar conmigo, me puse enfrente de él, me agaché delante de su verga erguida y la fui acomodando dentro de mi boca, chupándola, hasta que estuvo muy potente, agarré un taburete de plástico y lo puse dentro de la bañera.

Me senté en el mismo, apoyando mi espalda en las baldosas, levanté mis piernas, dejándole a la vista mi agujero, cogiendo su verga la apunté, mientras con mis manos en sus nalgas, lo apretaba para que entrara dentro de mi culo, fue empujando, hasta quedarse bien alojado dentro, separé mis nalgas y apretó, entrando aún más, puse mis piernas alrededor de su cintura, apretándolo más hacía mí, le acariciaba todo el pecho, al tiempo apretaba y aflojaba mi esfínter y comenzó a gemir, yo dije: ¡Suéltalo todo dentro de mí!, mientras pellizcaba sus tetillas y fue, en ése momento que noté el potente chorro de orina, que entraba dentro de mi culo, inundándolo y resbalando por mis piernas, el calor de su meada, me proporcionó placer, haciendo que yo soltara mi orina, mientras sujetaba mi verga, mojando mi cuerpo y el suyo, quedando totalmente empapados, su verga seguía muy dura, dentro de mi culo.

Entonces, agachó su cuerpo, sobre el mío, dándome un tierno beso y agarrándose a mis hombros, por delante, comenzó a follarme, entraba y salía de mi culo, mientras notaba sus huevos chocar contra el mismo, lo hacía con mucha fuerza, jadeábamos los dos, el placer estaba próximo, él cogió mi verga comenzando a masturbarla, soltando saliva encima de la misma, apretaba fuerte la verga, mientras la movía arriba y abajo, estaba como fuera de sí, cada vez empujaba más y más fuerte, su grueso cipote apretaba las paredes de mi culo y entonces, solté mi semen, que fue a unirse a la orina entre los dos cuerpos, soltando unos gemidos, que él acalló besándome, mientras soltaba su leche dentro de mi culo, mientras su polla seguía palpitando, moviéndose dentro del mismo, mientras seguía entrando y saliendo, seguían unidas nuestras bocas, cuando él  retiró su verga de mi culo. Luego soltó: ¡Eres increíble e insaciable!

Me levantó del taburete, acercándome a él, frotando nuestros cuerpos bajo la alcachofa de la ducha, seguíamos besándonos mordiéndonos los labios suavemente, nos fuimos enjabonando mutuamente, lavándonos a fondo, metiéndonos los dedos con jabón, dentro del ano, al salir nos secamos y salimos al pasillo, en dirección del salón, paró en seco y girándose hacía mí, me dijo: ¡Me llamo Pablo, creo que ayer no nos presentamos! Y yo respondí: ¡Mi nombre, es Jorge! Y nos echamos a reír.

Entonces dijo: ¡Voy a despertar a Ricardo! Iba directo al cuarto de éste, cuando le detuve, cogiéndole del brazo, le dije, que me siguiera y que no hiciera ruido, nos acercamos a la habitación de Martín, abriendo con cuidado la puerta, Pablo, se quedó mudo, al igual que yo, la visión que teníamos, era esplendida, dos personas follando, pero la postura era poco usual. Casi de espalda a la puerta se encontraba Ricardo, arrodillado, encima de la cama, sus potentes brazos pasaban por debajo de los muslos de Martín, mientras sus manos sujetaban ambas nalgas de éste y Martín con sus brazos cruzados a la nuca de Ricardo, el joven alto subía las nalgas y el cuerpo de Martín, luego lo bajaba hacia su verga, penetrando el culo del cabo primero, teniendo sus piernas cruzadas en la cintura del joven Ricardo, sus gemidos era acallados por los besos que se propinaban ambos, follaban a cámara lenta, estaban saboreando el placer de ambos, nosotros estábamos embobados mirando, era un lujo verlos disfrutar.

Tenían el cuerpo empapado de sudor, brillaban a la luz que entraba por las ventanas, Ricardo subía y bajaba el cuerpo de Martín, cada vez aceleraba un poco más el ritmo, éste último dijo: ¡Me vas a matar! Y Ricardo contestó: ¡De placer, moriremos los dos! Ricardo lo tumbó encima de la cama y comenzó a sacar su gruesa y larga verga, clavándola de nuevo hasta el fondo, logrando producir, espasmos en el pobre Martín, que sin tocarse, fue soltando una inmensa cantidad de semen, salpicándose los dos cuerpos, Ricardo seguía follándole el ano con fuerza y dando un grito, moviendo todo su cuerpo, como si le hubieran dado una descarga, soltó su semen dentro de Martín, era tal cantidad, que salía del interior del culo, mojando los huevos del joven alto, luego se desplomó encima del cuerpo, que tenía debajo.

Cerré la puerta y fuimos al salón, nos vestimos y salimos a la calle a desayunar, nos sentamos en la mesa de una terraza, que según Pablo, era donde desayunaban con Ricardo, estuvo hablando del mismo casi todo el rato, extrañándole, que le gustaran los chicos, cuando todos lo miraban con deseo, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, mientras se lo comían con la mirada. Yo le comenté, ¡Que nadie sabía nada de nadie, si éste no quería! Y así es. Pablo, entonces, dijo: ¡Que parecía que yo lo conocía mucho! Yo le dije: ¡Que ayer fue la primera vez, que lo había visto y conocido!  Seguimos hablando, de todo un poco, me preguntó, si estaría con ellos  pasadas las 8 de la noche, respondí, que no sabía el plan, que tenían ellos, le pedí al camarero un bolígrafo y en una servilleta de papel le apunté mi teléfono, se lo guardó en la cartera, dándome las gracias y entonces dijo: ¡Ahí vienen!

Se sentaron a nuestra mesa, pidiendo sus desayunos, Ricardo, miraba mi cara y luego la de Pablo, soltando: ¿Cuándo coño, os habéis conocido? Y yo respondí: ¡Ésta madrugada! Y no dije más, sonriendo, mientras miraba a Pablo, que se había ruborizado un poco, explicó que lo había buscado por los lugares de siempre y al fin aterrizó en el piso, quería disculparme, por si te había ofendido en algo, cuando te fuiste tan repentinamente, dejándome solo, iba tan bebido, que Jorge, me dejó entrar y me dejó dormir en el sofá, no dijo, nada más, mirándome, yo le sonreí.

Cuando terminamos todos, estuvimos charlando de lo que haríamos ése día, Pablo, dijo, que tenía que comer con su familia y acompañarles en una procesión de la cual su abuela era muy devota, pero a media tarde ya estaría libre, entonces, quedó en pasarse por el piso y mirando la hora, se levantó y se marchó, dejándonos solos a los tres.

En ése momento, ellos estaban muy relajados, pero yo no sabía si Martín, le había contado algo de la noche anterior, Ricardo me miraba fijamente, muy serio, creo que buscaba la manera de decirme o preguntarme algo, se lo estaba pensando. Entonces le pregunté, ¿Cómo te encuentras?, mi pregunta lo pilló desprevenido, contestó ¡Bien! Pero seguía serio y le dije: ¡Suéltalo ya, pregúntame, no le des más vueltas!

¿Qué me hiciste ayer? preguntó y tranquilamente contesté: ¡Castigarte, por chulo!, el soltó ¿Chulo, yo? Entonces Martín y yo, soltamos al mismo tiempo ¡Sí, tú!, volvió a quedarse pensativo, pero sonriendo, me lo tenéis que explicar todo, yo dije, que no era el lugar ideal, pero cuando fuéramos a su piso se lo contaría, pareció satisfecho, pagamos y fuimos andando hacía la calle de los vinos, allí tomamos unas tapas con vasitos de vino y ya habíamos comido, salimos y fuimos de nuevo para su casa, deteniéndonos en la misma terraza del bar, tomamos unos cafés y un whisky con hielo, cada uno, esta vez pagó Ricardo y subimos al piso que ocupaban ellos, cuando cerró la puerta de golpe, se volvió hacia mí, ¡Suéltalo todo, ya!

Me senté en el extremo del sofá, igual, que el día anterior y Martín a mi lado, pregunté ¿Recuerdas algo o te haces el sueco? Contestó: ¡No recuerdo nada, o casi nada! Comencé a relatar su entrada en el piso, nos insultó a Martín y a mí, levantándome le demostré el golpe, que lo dejó sin respiración y lo había dejado K.O., acerqué la silla, que seguía en un rincón, la puse, como el día anterior, lo hice sentar en ella de la misma forma, pero esta vez vestido, le mostré las tiras de la sábana que habíamos usado, para atarlo, las cogió en su mano, mirándolas y soltó: ¡Estabais desnudos haciéndoos guarradas, eso lo recuerdo! Acerqué el casete portátil, rebobiné la cinta y poniéndola en marcha, se oía mi voz, diciéndole, que lo iba a castigar, como él hacía con Martín, fustigándole, sonaron los golpes, cada vez más fuertes, seguidos de sus gritos y el llanto ante su padre, paré la cinta mirándole, pregunté ¿Estas bien, sigo? Con un gesto de cabeza, afirmativo, encendí el casete, estuve mirando su cara en todo momento, los ojos anegados en lágrimas, su cabeza apoyada encima de sus brazos y estos en el respaldo de la silla, escuchaba con atención, cuando terminó su relato grabado, me acerqué a él, acariciando sus rizos y me preguntó ¿por qué no me duele la espalda, los latigazos sonaban muy fuertes y mis gritos, así lo demuestran? Yo contesté: ¡Inducción inversa! De encima de la mesa cogí el cinturón y pegué encima de la mesa y mojando mi mano en el cuenco, con un poco de agua, salpiqué su cara, dando otro golpe sobre la mesa, entonces entendió.

El casete seguía funcionando, pero no se oía nada, seguí explicando, que lo habíamos metido en la cama y me había pedido, que lo dominara, pero le había respondido, que eso lo tenían que arreglar entre él y Martín, los dejé mientras se dedicaban a tener sexo, quedándome en el salón, hasta que...

Del casete, sonaba la voz de Pablo, que entraba apoyado encima mío, lo iba a parar, pero Ricardo, me detuvo, estuvimos escuchando la sesión de sexo, que había tenido con Pablo, y al ir a penetrarle, mi pregunta, sobre Ricardo, contestando que sólo eran amigos y nada más, siguió la cinta hasta el final, que se oían los gemidos de las corridas, los besos y el clic de apagar la luz. Me miraron los dos, yo levanté los hombros, en señal, de disculpa y se rieron, uniéndome a ellos.

Les dije, para cambiar de tema, que Martín tendría que tomar, de vez en cuando, el rol de persona dominante, para quitarle poder a Ricardo, sobre él, me miraron y Martín, dijo, que no sabía cómo hacerlo. Les dije a ambos, que el problema estaba, en el subconsciente de Ricardo, debido al maltrato por parte de su padre y amigos, tendrían que buscar una forma de juegos eróticos, que suplieran, esos malos recuerdos, aclarando, que también en los juegos hay un límite y no debe pasarse, sino, pasarían al sadismo, les aclaré, el maltrato como el sufrido por Ricardo.

Me senté, en la silla, detrás de Ricardo, le pregunté ¿Confías en mí? Asintió, pasé mis manos por debajo de sus axilas y fui abriendo los botones de su camisa, hasta dejársela totalmente desabrochada, con un gesto de cabeza y siguiendo mi mirada, Martín, se agachó delante de la silla, sacándole los zapatos y calcetines, con otra indicación mía, aflojó los botones del pantalón y abriendo los de la bragueta, giré sus brazos hacía atrás y saque su camisa, dejando su torso desnudo, lo hice levantar y Martín le deslizó los pantalones, me miró y le dije, con un gesto de cabeza, que no a los calzoncillos, estaba casi totalmente desnudo, lo hice sentar de nuevo a la silla, retire, uno de los trozos de la sábana cortada, que seguían en sus manos y poniendo sus potentes brazos hacía atrás, procedí a atarlo desde los antebrazos hasta juntar sus muñecas, de manera, que sus brazos quedaban inermes, de movimiento.

Me puse delante de él, al lado de Martín, entonces, comencé a relatar la relación, de mis amigos, Raúl y Karim, reconocí que el sexo, es importante, pero no puede ser lo único, en una relación, si uno de ellos se mostraba muy posesivo, el otro al final se cansaba y se terminaba esa relación, la monotonía también hacía estragos y expliqué la manera, de cómo los había conocido y la relación, que tenían con Carlos, sin ser tres, eran tres unidos por el respeto mutuo y poniéndome detrás de Martín comencé a desnudarlo, poco a poco, sacando primero su camisa, frotando mi verga al culo del mismo, mientras acariciaba su cuerpo, besaba su nuca y cuello, Martín se dejaba llevar, como si mi voz lo transportara, la nuca y su cabeza, se apoyaban encima de mi hombro, mientras lamía su oreja, yo seguía hablando, mientras iba deslizando, mis manos hacía abajo, desabrochando los pantalones, metiendo una de mis manos dentro de los mismos, acariciando la verga de Martín, seguía mirando a Ricardo, al principio, se había removido, pero ahora solamente nos observaba.

Puse mis manos dentro del pantalón, en sus caderas deslizándolos hasta el suelo, dejando ver el calzoncillo, con una buena erección, agachándome, saqué sus zapatos y calcetines, después los pantalones, ahora él estaba casi desnudo, como Ricardo, le di la vuelta y saltó encima mío, agarrándome por la nuca y cruzando sus piernas alrededor mío, frotando su verga con mi cuerpo, se deslizó, quedándose delante mío y comenzó a desnudarme, como yo había hecho con él, nos pusimos de lado, para que Ricardo, lo viera todo y no perdiera detalle, cuando bajó mi pantalón, saltó mi verga al exterior como un muelle, al no llevar calzoncillos, saqué los pies de la prenda, quedando totalmente expuesto a su mirada, lo miré a la cara y después bajé mi vista hasta su calzoncillo, que abultaba mucho.

Acercándome a la silla, puse una de las camisas, encima del respaldo y me coloqué a horcajadas detrás del cuerpo de Ricardo, apoyándome en su espalda, fui rozando su culo con mi verga, quería que la notara bien dura, cogiéndolo por los sobacos obligué a que estirara las piernas poniéndose de pie, apoyando su poderoso pecho encima de la camisa del respaldo, a Martín le hice una señal, que se acercara delante de la cara de Ricardo y le ofreciera su verga cubierta con el calzoncillo, entonces agachándome un poco, fui chupando el culo de Ricardo con el calzoncillo blanco, que llevaba puesto, estuve mucho rato, acariciando su espalda, mientras mordía con suavidad, sus nalgas y mojaba con mi saliva, toda la prenda blanca, junté las partes de la prenda, quedándose metidas en medio de la raja del culo, mientras yo seguía chupándole el mismo, el joven gemía y también Martín, que llevaba su prenda, totalmente mojada de la saliva de Ricardo, éste soltaba mucha saliva.

Martín se bajó el calzoncillo, ofreciéndole su polla, que Ricardo engullo, con rapidez en su boca, y yo dije: ¡Espero que tengas más! Y sin tiempo, para nada, metí el dedo en la parte mojada del calzoncillo, abriendo un agujero y forzándolo, lo rompí, subí hacía arriba la parte trasera desgarrando más la prenda y lo mismo por la delantera, dejando su verga suelta y dura, ahora del calzoncillo, quedaba la goma de la cintura y las que rodeaban el culo, continué con mi comida de culo, separándole las nalgas, el ano palpitaba de excitación y mi verga goteaba, entonces, tiré del brazo a Martín y sacando su verga de la boca de Ricardo se puso a mi lado, yo me separé de la silla y él ocupó mi lugar, chupando el culo de su amado, me acerqué a su oído y le dije: ¡Fóllalo, te quiere dentro suyo!

Éste dirigió su verga y fue penetrándole, le hice señas, que se agarrara a sus caderas y así lo hizo, mientras me situé delante de Ricardo y bajé mi cara hasta llegar a su boca, tenía los ojos cerrados, pero al notar mis labios, los abrió sorprendido, juntó su boca a la mía y disfrutamos con nuestra saliva, las lenguas, luchaban dentro de nuestras bocas, le cogí la barbilla, mirándole a los ojos, expresaban gratitud, pasé mis manos golosas, por todo su cuerpo y me fui agachando delante suyo, agarré ése magnífico falo y comencé a lamerlo como si de un helado se tratase, los empujones, que le daba Martín, movía toda la silla, cada embestida, yo me tragaba más su verga, mientras le acariciaba el cuerpo, mi otra mano me  masturbaba, en mi boca notaba el sabor del líquido preseminal, los gemidos iban en aumento, mi mano izquierda, subió hasta su boca metiéndole dentro tres de mis dedos, que chupaba, como si de mi polla se tratara, como un poseso, pasaba su lengua entre ellos y de pronto un largo gemido, salió de su boca, soltando todo su semen dentro de la mía, yo seguía chupando, no quería perder ni una gota del precioso semen de ése dios griego, Martín gimió soltando su semen dentro del culo del joven Ricardo.

Ricardo, dijo, que me corriera dentro de su culo, le di las gracias, pero poniéndome de pie delante suyo, acercando mi verga a su cara, él sacaba la lengua, invitándome a entrar en su boca, pero no, me seguí masturbando delante de él y soltando tremendos trallazos de semen encima de su cara, mientras soltaba mi leche le iba pasando mi polla, por toda su cara, dejándole totalmente mojado con mi semen, sólo después de soltarlo todo, le ofrecí mi verga, chupó y chupó hasta dejarla totalmente limpia.

Martín, se acercó a su cara y comenzó a lamerlo, yo me fui a su trasero abriéndole bien y metiendo mi lengua, fui sacando el semen depositado allí por Martín, degustándolo, fui aflojando las ataduras, dejando libres sus brazos, se puso de pie bien derecho y agarró con fuerza la cara de Martín, mientras se lo comía a besos, yo me estaba poniendo el pantalón, cuando tiró de mí y me uní a ellos, en los cálidos besos, que nos dábamos. Ricardo, se agachó bajándome los pantalones y levantando mi cuerpo, me pasó por encima de ellos dejándome en el sofá, sentándose a mi lado y Martín al lado suyo.

Ricardo, preguntó: ¿por qué me ataste los brazos? Yo contesté, primero, que estando atado, no dominas tú, por otro lado, es para que disfrutes, sin tener en la cabeza, lo que sufriste y así no puedes descargar tu ira, con la otra persona, eso no quiere decir, que lo vayas a hacer, pero ya te dije, que sólo el tiempo y un poco de ayuda, se puede superar, recuerda, que se puede jugar un poco, pero sin dañar a nadie, ni a ti mismo, luego lo lamentarías, asintió, agarró mi cara soltándome un largo beso, diciéndome: ¡Sabes mucho de todo, pareces mayor que nosotros! Y entonces les relaté el famoso episodio, sufrido a mis 11 años, la violación y la burla de mis compañeros de natación, siguiendo por mi venganza posterior, cuando terminé el relato, se tronchaban de risa, por el modo de la venganza.

Mientras nos reíamos, Ricardo, me preguntó como lo había superado, yo le respondí, que durante mucho tiempo, lo pasé muy mal, pero al final salí a conocer y disfrutar con diferentes personas, fui conociendo lo que les gustaba y lo que esperaban de mí, disfrutaba de cada momento, para conocerme mejor a mí mismo, aprendí solo, sin nada de ayuda o amigos, con el tiempo, hice amistades, después de haber tenido sexo con ellos y comencé a relacionarme con diferentes tipos de hombres, jóvenes, de mediana edad y algunos mayores, así fui aprendiendo bastantes y diversas cosas, que más adelante me servirían.

Ricardo se lanzó encima mío, intentando hacerme cosquillas, diciendo: ¡Pendón, más que pendón, pero te quiero! Luego Martín se echó encima del cuerpo de Ricardo, haciéndole cosquillas, entonces me uní a él y el joven alto, no podía aguantarse la risa, nuestras vergas desnudas, se rozaban con nuestros cuerpos, estábamos jadeando, de las risas y nuestras vergas comenzaron a tomar vida propia, subiendo cada vez más y más, poniéndose totalmente erectas, pero continuamos jugando, ahora le tocaba las cosquillas a Martín, que tenía por todo su cuerpo, casi nos caíamos del sofá, pero cogiéndonos de las piernas y brazos, no llegamos al suelo.

Paramos un momento, para recuperarnos, Ricardo se quedó sentado, Martín se sentó encima de los muslos, de cara a él  y yo me senté, detrás de Martín, empujando su cuerpo encima de Ricardo, entonces, le dije que lo íbamos a follar los dos, al mismo tiempo, Martín movió su culo, provocándonos y Ricardo, cogió su verga, poniéndola cerca del ano de Martín, éste se fue sentando encima, clavándosela hasta enterrarla toda dentro de su culo, mientras gemía de dolor, se fue moviendo para acoplarse bien, entonces cogí mi verga y empujándole el cuerpo otra vez encima del joven sentado, fui metiéndola, con suavidad, se quejaba, pero yo seguía entrando, cuando estuve bien dentro, esperé un rato, una de mis manos, acariciaba su espalda y la otra, acariciaba los huevos de Ricardo.

Ricardo, se acomodó mejor en el sofá, para poder moverse, entonces, fui sacando mi verga y clavándola de nuevo dentro del culo de Martín, mientras Ricardo acallaba los quejidos de Martín, cada vez estaba más dilatado , ahora ya entraba y salía con fuerza, Ricardo soltaba: ¡Joder, que gusto, que bien! Seguía empujando mi verga dentro del culo ya salía totalmente y volvía a clavársela, estábamos sudando los tres, gemíamos de placer, Ricardo movía su verga empujándola dentro del culo, separándole las nalgas, el placer del roce de nuestras vergas, entrando y saliendo era enorme, entonces les avisé que ya estaba a punto, notaba la dureza de la polla de Ricardo rozándose con la mía y soltando unos bufidos, solté mi semen dentro del culo de Martín, éste soltó su semen encima del cuerpo de Ricardo y éste al notar el calor de mi corrida, soltó sus trallazos también dentro del culo de su amante, el semen salía del mismo, mojándonos los huevos, se apoyó encima del cuerpo de Ricardo y yo encima de la espalda de Martín, respirábamos con dificultad, el esfuerzo, entre las cosquillas y la cabalgada, estábamos agotados, salí del culo, sentándome en el sofá y lo mismo hizo Martín, levantándose de la gran polla de Ricardo, sentándose en el otro lado.

Después de lavarnos y vestirnos, fuimos a un restaurante a comer algo, ya era bastante tarde, cuando terminamos nos tomamos unos cafés y unos chupitos de orujo, seguía contándoles partes de mi vida y las relaciones, que había tenido, fueron cayendo otras rondas más de orujo, como hacía buen tiempo, estábamos en la terraza, de repente se acercó a nosotros Pablo, que sentándose, nos contó que su abuela no estaba bien para ir a la procesión y él se había librado de ir, se unió a nosotros cayendo más chupitos, por fin pagamos y fuimos al piso de nuevo, Ricardo y Martín, querían cambiarse de ropa, yo dije, que tendría que irme, para lo mismo, pero no me dejaron marchar, me dejaron probar unas camisas y unas camisetas, me decidí por una camisa de cuadros muy pequeños, azul celeste y blanco, me quedaba muy ajustada al cuerpo, tuve que dejar sin abotonar la parte de mi pecho, para no reventar los botones, me sentaba muy bien, incluso el color, seguía con mis tejanos ceñidos marcándose mi verga y los huevos, todo hacía el mismo lado, dejé la camisa por fuera y que los faldones, hacían que mirases mi entrepierna.

Pablo, no sacaba sus ojos de mi paquete, diciendo: ¡Joder, joder, estas para comerte entero! Y Ricardo soltó: ¡Ya te lo comiste anoche! Y soltó una risotada, Pablo se puso un poco colorado, yo me encogí de hombros, dándole a entender, que yo no había sido, le pasé el brazo por los hombros, acercándolo a mí, le di un beso y salimos a la calle, los cuatro, discutieron donde ibas a tomar algo y por fin decidieron ir a un bar musical, que tenía un billar y era bastante agradable, también conocían al dueño y nos dirigimos andando, solo estaba a unas tres manzanas de su casa.

Cuando llegamos, estaba bastante lleno, casi todo de gente joven y algún militar, al entrar había una barra bastante larga, con taburetes, en el otro lado u arcón congelador, pegado a la pared, después habían dos máquinas de pinball, una encarada a la otra, por la parte alta del marcador luminoso, luego habían bastantes mesas, estilo rústico con bancos de madera, a ambos lados y al fondo dos mesas de billar muy separadas entre ellas, para que los jugadores no se toparan y cerca los lavabos, saludaron al dueño, éste les señaló una mesa que se había vaciado y nos sentamos, pedimos unos vinos ribeiro y trajo una tapa de pulpo y cachelos (patata gallega, cocida) todo con pimentón, estaba buenísimo, siguieron cayendo más vasos de ribeiro, seguidas con lacón salpimentado, después de devorar la comida, me puse a mirar el variopinto público del local.

Ricardo y Pablo, dijeron que jugarían al billar, si me apetecía jugar con ellos, yo dije que no lo dominaba mucho, lo mismo dijo Martín, entonces, les dije que iba a jugar al pinball, cerca de la entrada, al pasar por la barra, le pedí una jarra de cerveza, tanto vino, me amuerma, me puse delante de la máquina de pinball, y en ésa podía apoyar el culo en el congelador, con tanta gente sentada en los taburetes y otros de pie en segunda fila, casi no había espacio, para que la gente pasara hacía las mesas.

Dejé mi jarra, encima de la máquina, puse unas monedas y comencé a jugar, en la barra, había una pareja que se hacían arrumacos, besándose de vez en cuando, estaban sentados en taburetes, pero al rato, noté que la chica bajaba del taburete y se iba, como muy enfadada, el joven dejó libre su taburete y cogiendo su cerveza, la apoyó encima de la máquina, mirando mi juego, soltó: ¡Las chicas están locas, primero te calientan y después de invitarlas te dejan! Mientras soltaba esto me observaba, al colarse la bola, le miré asintiendo, sus ojos verdes, me llamaron mucho la atención, su pelo largo y negro azabache, labios carnosos, debía medir 1,70 metros más o menos, era delgado, no parecía fibrado, pero el conjunto era muy lindo, debía tener unos 17 o 18 años, llevaba tejanos y una camisa tipo leñador, el culo era respingón, esa fue una ojeada profunda, bebí de mi jarra y puse otra moneda, comenzando otro juego.

Estaba con una mano en cada lado de la máquina, dándole al botón, para accionar las palancas, en ése momento, entró un grupo y pasaron entre la gente para buscar una mesa, provocando que el chaval joven se arrimase encima de mi mano, que estaba encima del botón, noté su verga erguida, cuando pasaron, él no se apartó, dejando su paquete reposar, encima de mi mano, que seguía apretando el botón, iba moviendo su bulto a lo largo de mi mano, provocándome, entonces, dijo, si podíamos jugar los dos, al mismos tiempo, asentí y en lugar de usar un botón él y el otro yo, se colocó detrás mío poniendo sus manos encima de las mías, mientras apretábamos los botones y su pantalón abultado rozaba constantemente mi culo, cada vez lo notaba más duro, bebimos de nuestras jarras y dijo, que iba al lavabo, mientras decía esto, me miraba a los ojos.

Se fue hacía el fondo, donde estaban los billares y el lavabo, al rato le seguí, el lavabo de hombres, habían cinco urinarios de pie y cuatro WC con puertas, el joven, esperó que yo apareciera y al verme entro en el último WC, dejando la puerta abierta, para que yo entrara, así lo hice, cerrando la puerta con pestillo, el joven se abrió el tejano, sacando su verga, era bonita, un tamaño bastante normal, acerqué mi mano, cogiéndola y masturbándola, abrí mi pantalón, sacándome la mía, al instante acercó su mano cogiéndola y masturbándome, le hice apoyar su espalda en la pared y agachándome, deslicé sus vaqueros y el slip, hasta los tobillos, me puse su verga en la boca, rodeándola con mi lengua, al tiempo, desabrochaba su camisa dejando su pecho al descubierto, acariciándoselo, tocando sus tetillas, la verga del joven fue creciendo cada vez más, giraba su cabeza de lado a lado, gimiendo quedamente, mojé los dedos de mi mano, mientras deslizaba mi lengua por sus huevos, pasé mi mano entre sus piernas y acerqué mis dedos a su ano, rozándole el agujero, dándole un masaje.

Metí un dedo, entonces, él dijo: ¡No soy maricón! Yo contesté: ¡Ya lo sé, pero te va a gustar, te correrás más que nunca! Y dejó que mi dedo siguiera dentro de su culo, abriéndole, luego entraron dos dedos, siguiendo con la dilatación, le di la vuelta, quedando apoyado en la pared y comencé a lamerle el culo, abriendo las nalgas, seguía gimiendo más que antes, mientras iba masturbándole lentamente, con mi otra mano acaricié mi verga y poniéndome de pie la acerqué a su ano, apuntando y acercándome a su oído, dije, te dolerá un poquito, pero luego, te correrás de lo lindo, le besaba la nuca y el cuello, suspirando cerca de su oído, fui entrando dentro de su culo virginal, estaba bastante cerrado, se quejaba y yo susurraba: ¡Será solo un momento, ya verás!

Mis palabras parecieron calmarle, seguí clavando mi verga hasta el fondo, soltó un gritito, que acallé poniendo dos dedos en su boca, que fue chupando y mordiendo a la vez, se notaba la falta de práctica, espere unos segundos e hice palpitar mi verga dentro del culo, me fui retirando, con cuidado, y volví a empujar, esta vez abriendo sus nalgas, clavándome hasta el final, seguía gimiendo y chupando mis dedos, como si en ello le fuera la vida, fui saliendo y entrando dentro, cada vez con más fuerza, ahora no se quejaba, seguía perforándole bien el culo, entonces giró su cabeza y acerqué mi boca a la suya, ofreciéndole mi lengua, que comenzó a saborear, moviendo la suya, ahora ya salía del todo y clavaba de nuevo, eran gemidos, fui acelerando el ritmo, acerqué mi mano a su verga agarrándola la sacudí varias veces, pero le daba más placer cuando se la apretaba y aflojaba mi mano, sin apenas masturbarlo, con mis embestidas, mis huevos tocaban su culo, él mismo separó de nuevo sus nalgas y seguí acelerando y apretando su pene, cuando aflojé mi mano soltó una gran cantidad de semen mojando las baldosa, que tenía delante de él, casi al mismo tiempo que le mordía la oreja solté mi semen dentro de su culo, gimiendo de gusto, acerqué mi boca a la suya y nos besamos de nuevo, salí de su interior, cogí papel higiénico y le limpié el culo, metiendo el dedo para sacar mi semen, luego me limpié mi verga, que estaba un poco manchada, cogiendo más papel limpié su verga y las baldosas, tirándolo todo al wáter.

Le ayudé a subirse el slip y los pantalones, luego me subí los míos, las piernas del joven estaban trémulas, una vez que estaba arreglada la ropa, se giró y mirándome soltó: ¡Tenías razón, nunca había soltado tanta leche, como ahora, gracias! Le pregunté: ¿Era lo que tenías pensado, al invitarme al baño y si te arrepientes de lo que hemos hecho? Él se quedó pensativo respondiendo: ¡Pensé que solo nos masturbaríamos, pero ha sido genial, solo siento no haber chupado tu verga que es muy hermosa! ¡Quería averiguar el sabor, ya que tú si me lo has hecho a mí!

Desabroché mi pantalón y dejé que metiera su mano dentro del mismo y sacara la verga al exterior, se agachó y se la puso en la boca, comenzando a chupar con fuerza, yo iba apretando su cabeza, siguiendo el ritmo de sus chupadas, se fue poniendo dura de nuevo, parecía que disfrutaba chupando, pero llegado el momento, la saqué de su boca y dirigiéndola a la taza del  wáter, solté mi orina, al terminar de mear, la guardé en mis pantalones, diciéndole: ¡Después de la gran corrida, que hemos tenido, no podía soltar más semen! Él contestó: ¡Que había disfrutado de todos los momentos y si me hubiera meado en su boca, no le habría importado, lo hubiera saboreado!

Salimos afuera, después de besarnos me quedé cerca de mis amigos, que seguían jugando al billar, pedí otra jarra de cerveza y casi al mismo tiempo, se acercó el joven pasándome un papel, marchándose inmediatamente, di un vistazo al mismo, ponía su nombre, Juan José (Juanjo, para los amigos) y su número de teléfono. Martín, se acercó a mí, diciéndome: ¡Vaya, ya tienes admiradores, y encima muy guapo! Se notaba, que lo decía sin malicia, no habían notado, mi ausencia junto a la del joven, ni la salida del lavabo casi al mismo tiempo, me eché a reír, mirando a Martín...