Recuerdos...iv

Giró su cara, acercando su boca a la mía, comenzó a devorármela, metiéndome su lengua dentro y buscando la mía, ésta reaccionó sola, sorbiendo y buscando la otra, luchando entre ellas,

RECUERDOS...IV

Estábamos ya en Semana Santa, me encontraba sentado en la terraza de un bar de Los Portalones, por el paseo de enfrente, vi a una pareja de la PM (Policía Militar), que hacían su ronda, me fijé en el más alto de los dos y me dije a mi mismo ¡Joder, que tío más bueno! el otro no desmerecía nada, pero a su lado, ni punto de comparación.

El joven debía medir al menos 1,80 o 1,85 de alto, el traje parecía hecho a medida, encuadrando una espalda amplía y marcando su estrecha cintura, los pantalones, bastante ajustados, en la parte exterior de su pierna derecha llevaba colgando una porra, sujeta al cinturón, pero por la parte interna de la misma pierna, se remarcaba su verga, que no desmerecía el tamaño de la porra del otro lado, al andar se movía su herramienta, al mismo tiempo que sus zancadas, llevaba puesto el casco, con las siglas PM, al igual que el brazal encima de su brazo izquierdo y llevaba puestas unas gafas de sol, estilo aviador, que estaban de moda, su cara parecía cortada a golpes de hacha, la nariz recta, y mientras hablaba con su compañero, sonreía enseñando unos dientes blanquísimos y en la barbilla un hoyuelo, noté que se sabía guapo, por su porte chulesco y la mirada que hacía a la gente, cruzaron casi delante de donde estaba yo sentado, sin dirigirme la mirada, suspiré.

Como estaba esa semana solo, ya que el joven Suso, pasaba estos días con su familia y no se podía escapar, mientras Chete, el anticuario, estaba de viaje en Alemania, resignado, me levanté y fui la calle de los vinos, por lo menos habría más bullicio, entré en una de las tascas y me senté en la barra, desde allí veía pasar a la gente de la calle, pedí un vino turbio y me pusieron una tapa, casi al mismo tiempo, vi de lejos al cabo primero, no tenía demasiado buen aspecto, parecía que cojeaba un poco, en el cuartel, no lo había notado, pero ahora iba vestido de calle, me quedé mirándole y se le acercó la pareja de PM, que había visto en el paseo, el joven alto, le iba a dar un toque en el brazo, pero el cabo primero, se movió apartando su cuerpo del otro y esquivándoles entró donde yo me encontraba, se puso en la barra, pidió al camarero y entonces se dio la vuelta, encontrándose nuestras miradas, a modo de disculpa, bajó los ojos al suelo, consciente, que yo había visto el suceso, en la calle.

Me acerqué a él, sentándome a su lado, después de saludarle, le llamé por su nombre, le dije Marín, al instante me rectificó, diciéndome que era Martín, yo me disculpé, pues la noche en la garita, había entendido mal su nombre, entonces sonrió, haciendo una ligera mueca, como de dolor, le pregunté que le pasaba, contestó cortésmente, que tenía diversas magulladuras, debido a una caída, pregunté si se las habían curado, contestándome que no, que estaría bien en uno o dos días. De la manera que me lo dijo, pensé que había algo más de lo que me decía, era temprano, pero pedí un whisky con hielo, para cada uno, era la forma de que se le soltara un poco la lengua, después de tomarse el primero, vino un segundo y ya estaba hablándome de su vida privada y secreta, para al ejercito estaba muy mal visto, que a él le gustaran los hombres, pero reconoció que nunca había tenido nada con militares, bajo su mando, excepto lo que habíamos hecho nosotros dos y a su pesar se había enamorado de uno, que pasaba de él y a veces lo humillaba.

Como se tambaleaba un poco, me pidió si podía acercarlo a su piso, que no estaba lejos del cuartel, me ofrecí encantado, apoyándose en mí, lo acompañé, entramos en unas escaleras bastante gastadas, subimos dos pisos, abrió la puerta con su llave y se dejó caer en el sofá, gimiendo de dolor. Me acerqué y comencé a quitarle la ropa de la parte superior del cuerpo, al sacarle la camisa, noté unos verdugones, que le cruzaban brazos y espalda, no tenía sangre, pero sí estaban rojos, en el final de la nuca y hacia los omoplatos tenía mordeduras. Seguí sacándole el resto de la ropa y zapatos, dejándolo desnudo, parecía indefenso, se tapaba con vergüenza, separé sus manos, notando chupetones en las ingles, lo tumbé boca abajo en el sofá y su culo, también tenía verdugones y mordiscos, sus nalgas estaban rojas, le puse encima una manta que estaba en el respaldo, del largo sofá, le pregunté por una farmacia cerca y me dijo, donde había una, cogí sus llaves y salí dejándole descansando.

Cuando volví de mis compras, lo desperté con mucha suavidad, lo hice levantar y me señaló su habitación, diciendo, que la otra era la ocupada, por la persona que se lo había hecho, lo dejé encima de la cama boca abajo, abrí la ventana, nadie nos veía, eran casas bajas, busqué la cocina dejé algunas cosas allí y volví a su cuarto, puse debajo de él unas toallas grandes, entonces, comencé a desnudarme, quedándome como él, se sorprendió mucho, pero dejó caer la cabeza sobre la almohada, me puse a horcajadas a la altura de sus muslos, cogí un tubo y fui pasando una pomada por todas las zonas castigadas, suspiraba, mientras yo le iba relatando parte de mi historia, de vez en cuando sonreía, pero el ungüento, estaba dando resultado, le calmaban los dolores, al terminar, salté al suelo y de la cocina traje unos vasos de whisky con hielo, me senté cerca de la cabecera de la cama, ayudándole a sorber el líquido, seguíamos hablando.

Le pregunté si quería dormir un rato, él dijo, que sí, pero no quería que me fuera, le dije, que iba a buscar algo para comer y me llevaría sus llaves, me vestí, entonces asintió y se quedó dormido, volví a salir, esta vez, con una cazuelita pequeña, fui de nuevo a la farmacia y compré unas pastillas para descansar mejor, me las vendió sin problemas, luego entré en un bar restaurante y pedí mi comida, luego, pregunté, si podían ponerme en la cazuelita una ración de caldo gallego y venderme un trozo de empanada, que era para una persona enferma, no pusieron ningún problema, pagué y salí, volviendo al piso de Martín.

Estaba despierto, cuando me acerqué a él, me miró sonriéndome, le dije si podía sentarse para comer, lo ayudé y de la cocina traje un bol con el caldo gallego, con todo el sabor y sustancia, se lo comió bastante rápido, después hizo lo mismo con el trozo de la empanada, cuando terminó le di un plátano de postre, se volvió a tumbar sobre la cama, también boca abajo entonces le miré las heridas, ya no estaban rojas, aunque tenía alguna ligera marca, me desnudé de nuevo y del baño, traje una manopla, mojada con agua templada y la fui pasando por toda su espalda y el culo, con mucha suavidad, me dijo, que se estaba empalmando, me reí y él igual, después, cogí una botella de aceite infantil, calentándolo con mis manos, empecé a untarlo por toda su espalda, dándole suaves masajes, gemía, pero esta vez de placer, seguí hacia abajo y masajeé sus nalgas, entreteniéndome en su raja y abriéndole su agujero, dilatándolo y con el mismo líquido, luego fueron sus piernas, hasta los tobillos y los dedos de los pies, entonces, se dio la vuelta, dejándome ver su gran erección, no hice caso a la misma y seguí poniéndole aceite por toda la parte delantera, incluida su hermosa verga y huevos, que estaban llenos y deseaban explotar.

Fui a la cocina, al llegar de nuevo lo volví a dar la vuelta, estaba de nuevo boca abajo, entonces fui deslizando unos cubitos de hielo, por toda su espalda, él se quejó al sentir el frio hielo, pero le iba bien para el resto de las heridas, detuve el hielo entre sus nalgas, que seguían rosadas, se los pasé por esa zona y él gimió, introduje dentro de sus nalgas el frio hielo, que ya se derretía, notaba la humedad del mismo en mis manos.

Deslicé mi cuerpo encima de su espalda suavemente, apoyándome encima de él, mi verga que también estaba pidiendo guerra, descansaba entre sus nalgas, acerqué mis labios a su oreja derecha y fui lamiendo su lóbulo, gemía y movía su trasero, giró su brazo y agarrando mi verga acercó la punta a su agujero, presioné un poco y se fue abriendo, como una rosa al rocío, apoyándome sobre mis brazos, para no dañarlo, empujé la verga dentro de su culo, sus manos separaron las nalgas y entré hasta el fondo, gimió de nuevo, siguió moviendo el culo, acoplando mi verga dentro de él, levantó su culo hacía arriba clavándose más mi verga, entonces, comencé a entrar y salir del culo apetitoso, cada vez salía más y empujaba de nuevo, mientras él separaba sus nalgas, después de un rato salía del todo y clavaba mi verga sin pensarlo, gemíamos los dos del placer, estuve follándolo bastante rato, entonces la saqué y le di la vuelta.

Puse sus piernas encima de mis hombros y me clavé de nuevo dentro de su culo, esta vez veía su cara de placer y él, la mía, acerqué mi boca a la suya, lamiéndole los labios y abriéndole la boca, con mi lengua, la capturó con sus dientes, sin apretar y su lengua se metió dentro de mi boca, estaban luchando nuestras lenguas, mientras yo daba golpes con mi pelvis empujando la verga dentro de su culo, gemíamos dentro de nuestras bocas y los corazones iban a mil, Martín, se masturbaba entre nuestros cuerpos, le aparté la mano, diciéndole, que terminaría muy rápido, el asintió diciendo, que tenía ganas de correrse, levanté mi cuerpo, separando nuestras bocas, lo miré a la cara y mojándome los dedos de las manos fui haciéndole masajes a sus dos tetillas, mientras mi verga entraba y salía del culo, luego cogí sus tobillos abriéndolo en forma de V, con las piernas bien abiertas y empujando dentro de su culo con más y más fuerza, y no pudo aguantarse más, soltando una inmensa cantidad de semen que salpicó todo su cuerpo y también el mío, apretando su culo al correrse, provocó que yo soltara todo mi semen dentro de su culo, siguiendo entrando y saliendo de él, hasta que noté que se aflojaba mi verga.

Bajé sus piernas y me tumbé a su lado, se giró hacia mí, dándome un beso muy largo, mientras me daba las gracias, por lo que había hecho por él, nos dormimos un rato, abrazados, hacia media tarde, nos despertamos, le pasé la manopla mojada, por encima del semen seco de su cuerpo, entonces su verga comenzó a subir de tamaño, al tiempo que la mía.

Me puse de rodillas entre sus piernas y cogiendo su verga la introduje dentro de mi boca, comenzando a chupar su capullo, lamiendo su tronco y metiéndola dentro , mi cabeza, subía y bajaba, haciéndole gozar de lo lindo, soltaba saliva encima de su verga mojándola cada vez más, mientras que mi mano apretaba ese hermoso falo, la otra mano estaba dentro de su boca, que chupaba, como si fuera mi verga, cambié de posición, y nos hicimos un buen 69, comiéndonos las vergas al mismo tiempo, una de sus manos se deslizaba por mi ranura, mojándose los dedos y frotándolos en mi ano, introduciendo uno y luego dos dedos, abriéndome, para él, entraban y salían de mi culo.

Me hizo poner boca abajo, como él antes, separándome las piernas y cogiéndose la verga, la acercó a mi ano, forzándolo a tragarse la polla, entró muy ajustada, pero el placer era inmenso y sus gemidos, también me excitaban, fue retirándola, saliendo del todo, empujó de nuevo, sin dirigirla,  hasta el fondo, se estiró encima de mi cuerpo y con sus manos me separó las nalgas, empujando de nuevo, entonces comenzó a mover su culo y su pelvis, saliendo y entrando, cada vez con más ímpetu, mientras me susurraba al oído: ¡Me gusta mucho hacerte el amor, de todas las maneras!

Seguía entrando en mi interior follándome sin parar, su mano se deslizó entre mis piernas abiertas, cogiéndome la verga y poniéndola hacia abajo, mientras me seguía penetrando, me masturbaba, pero decía que no quería acabar en esa posición y me dio la vuelta, poniendo sus rodillas a los lados de mi cabeza, ofreciéndome su verga y agachando su cuerpo hacia la parte baja del mío, engulló mi polla de un solo golpe, atragantándose y una de sus manos me separaba la nalga, y de su otra mano, metía sus dedos mojados con saliva, dentro de mi culo, donde había estado alojada su verga, entraban y salían follándome esos largos dedos, seguía chupando mi verga y yo disfrutaba con la suya, acariciándole los huevos, que también se los iba lamiendo, acariciaba su ano, pero sin penetrarle con mis dedos.

Notaba que cada vez aceleraba más su cabeza, subiendo y bajando, tragándose mi verga, notaba su falo muy tieso y casi a punto de soltar, entonces mis dedos, penetraron dentro de su culo, follándole, y soltó un largo gemido al tiempo que soltaba todo el semen dentro de mi garganta, que fui tragando casi al instante, mientras del mismo placer solté todo el semen que tenía dentro mío, que también fue directo a su boca, seguimos chupando con furia nuestras vergas, hasta el momento que se fueron aflojando un poco, se tumbó encima mío y nos fundimos en una guerra de lenguas, saboreando nuestro semen, de una boca a otra. Se tumbó a mí lado diciendo: ¡Me gusta el sabor de tu semen y los impulsos, conque lo sueltas! ¡Me encanta!

Nos metimos dentro de la bañera y nos lavamos, después nos pusimos los calzoncillos y los pantalones, íbamos descalzos por todo el piso, me mostró el cuarto de su compañero y fuimos a la cocina, pregunté que bebía su compañero, él dijo, lo que hubiera en casa, más si tenía alcohol, volví a preguntarle si tenía un casete portátil, me dijo que sí, con cintas de diferentes cantantes y alguna cinta virgen, le pedí que lo llevara al salón, preparamos algo para picar y unas bebidas, cuando él no estaba machaqué unas pastillas con el mortero, poniendo el polvo resultante dentro de un vaso alto, quedándose en el fondo del mismo, dejé el vaso en un lado de la cocina y me reuní con él.

Estando en el salón, encendió la tele y comimos un poco, bebimos unos refrescos, aunque teníamos la botella de whisky cerca, miré el casete portátil, puse una cinta virgen y probamos si funcionaba, estaba casi todo a punto, Martín no quería preguntarme nada sobre la función que tenía el pequeño aparato, aunque lo noté un poco nervioso, a medida que pasaban las horas, le calmé acariciándole, me sonrió, seguimos bebiendo después de retirar los platos, mientras seguíamos hablando de diversas cosas, también le conté los encuentros con el joven Suso y el anticuario Chete, así se nos fue pasando el tiempo, sin darnos cuenta.

Seguíamos sentados en el sofá, entonces oímos que se abría la puerta, entonces Martín, estaba muy nervioso, mirando hacia la entrada del salón y de repente, entró el joven alto de la PM, tenía síntomas de haber bebido un poco, cuando nos vio, sentados y sin la ropa de la parte superior, se acercó a nosotros y con voz bastante alta, le soltó: ¡Puta, más que puta! ¡No tuviste bastante anoche, que atraes a niñatos imberbes! Todo de forma muy amenazante, no pude aguantarme y salté como un resorte sobre él, agarrándole la verga y los huevos por encima del pantalón y clavándole dos dedos en su garganta, dejándole sin respiración, dejó de gritar, poniéndose rojo y al instante se desplomó sin sentido, encima del sillón individual.

Me acerqué tocándole el cuello, respiraba, pero estaba inconsciente, le dije a Martín, que trajera de la cocina una de las sillas de formica con patas metálicas y unas cuerdas, me dijo, que cuerdas no tenía, le pedí una sábana vieja, que la haríamos jirones, para atarlo, no me preguntó nada de lo que yo quería hacerle, pero estaba sorprendido de mi rapidez, salió a buscar lo que había pedido, mientras yo fui desnudando al joven, a medida que le sacaba la ropa, me maravillaba del hermoso cuerpo, su cara, ahora sin gafas, su pelo moreno y ensortijado, el ancho pecho unido a una estrecha cintura, marcándose un formidable abdomen, saqué sus zapatos y pantalones, arrastrando los calzoncillos, dejando al descubierto una verga larga, gruesa y potente, descansando encima de su muslo derecho y las piernas musculosas y bien torneadas, los pies, eran grandes, muy cuidados, dedos largos y el empeine un poco arqueado, eran muy bonitos de admirar, le miré la cara, seguía atontado.

Volvió Martin, con la silla y una sábana, hicimos jirones largos, acercamos la silla a la mesa de centro, apartando el sillón y entre los dos lo sentamos en la silla, a horcajadas, apoyando su pecho, en el respaldo de la misma, atamos sus manos y los brazos, por debajo de las axilas, en su espalda, para dejarlo inmovilizado, lo mismo hicimos con sus tobillos y muslos atándolos a las patas de la silla, luego pasamos una gran tira de sabana, por su cintura atándola a las partes metálicas del respaldo de la silla, volví a comprobar que estaba bien y entré en la cocina trayendo el vaso, llenándolo de whisky, y lo dejé encima de la mesa y en la mesa del comedor un recipiente con agua, esa mesa estaba detrás de la silla, con el joven desnudo, a su lado estaba su cinturón de cuero ancho.

Martín, me dijo, que el joven se llama Ricardo, comparte con él el piso y era el causante de sus golpes, le dije, que ya lo sabía, que lo intuí al momento de entrar él, me preguntó por lo que le había hecho en el cuello, le explique, que un cabo en el campamento me había enseñado una serie de llaves, para defensa personal y que no tardaría mucho en abrir los ojos. También le dije, que quería saber, si sentía algo por él o sólo era su juguete y por qué hacía daño a los que lo querían, con la cabeza baja, resbalándole una lágrima por la mejilla, asintió. Y nos volvimos a sentar en al sofá grande, bebiendo, mientras observábamos el cuerpo perfecto del joven Ricardo, con su verga colgando al vacío, entre sus piernas atadas. Puse en marcha el casete portátil, para gravar, todo lo que se dijera allí y me senté.

Entonces empezó a abrir los ojos, vio que estaba atado y se revolvió en la silla, pero no pudo soltarse, nos iba insultando y amenazando, yo le dije, que se lo merecía por tratar a Martín de aquella manera, se calló y le pidió perdón, pero no de manera convincente, entonces acercándome a Martín, le cogí la barbilla con una de mis manos, dándole un beso en la boca, éste respondió al mismo, entrando su lengua dentro de mi boca y yo en la suya, oímos a Ricardo diciendo: ¡No! ¡No! Deslicé mi mano hacia el pantalón abriendo su botón y la cremallera, metiendo mi mano dentro de los mismos, buscando su verga, estaba empezando a endurecerse, él agachó su cabeza, chupándome primero una y después la otra, mis tetillas, mientras yo gemía con fuerza, el joven Ricardo, había bajado su cabeza, para no mirarnos, pero yo provocaba a Martín, para que gimiera de placer, nos fuimos desnudando muy lentamente, la cara del joven atado, estaba blanca, realmente lo pasaba mal, pero seguíamos con el juego, ahora no se perdía detalle, ya no bajaba la cara, Martín, se estiro en el sofá, boca abajo, dejando la visión de su culo a Ricardo, mientras, comenzaba a comerme la verga, haciendo más ruido del normal, pero el placer era el mismo, mientras yo acariciaba su espalda, desde los hombros hasta su culo y mojándome dos dedos, le hacía masajes, en su agujero y metiendo los mismos, en su interior, dilatándole.

Después de jugar un rato, separé mis piernas dejándole ver mi agujero, a ambos, Martín acercó su lengua y comenzó a lamerlo, metiendo sus dedos dentro, mientras yo miraba fijamente a la cara de Ricardo y éste a mí, mientras le caían lágrimas de los ojos, entonces solté: ¡Esto es lo que se hace para disfrutar, dos personas que se gustan! Martín, que había estado ocupado con mi culo, giró su cara, viendo las lágrimas del joven, sonrió. Me levanté, acercándome a Ricardo, con mi verga erecta delante de su cara y le pregunté: ¿Por qué lloras, por no estar en medio nuestro, disfrutando? ¿O por el contrario, te gustaría pegarnos y maltratarnos a los dos? Mirando su verga que estaba medio erecta, se la toqué comentando, como para mí mismo ¿Sólo se le pone dura, oyendo los gritos de dolor y los quejidos?

Le hice una seña a Martín, para que se masturbara lentamente y acercándome al oído de Ricardo, le dije, que le había puesto una pomada en la espalda, para que no notara el dolor, al instante de golpearle, pero después pasado el efecto, le ardería toda ella y me dirigí a su espalda, de la gran mesa mojé mi mano, recogiendo en la palma parte del agua del cuenco, soltándole sobre su espalda, al mismo tiempo que pegaba con el cinturón encima de la mesa, entre el sonido del cinturón golpeando la mesa, unido al contacto de las gotas de agua que cruzaban su espalda, él joven dio un grito, seguí haciendo lo mismo una y otra vez, Ricardo chillaba, diciendo, que no siguiera, entre lloros, lo fui repitiendo varias veces más, Ricardo balbuceaba ¡Papá, me portaré bien, no me hagas daño, por favor! Repetí varias veces más, luego, me puse delante de él, cogiendo su verga, que ahora estaba totalmente dura, se la acaricie, levantó la vista y mirándome me dio las gracias, por haber parado y apoyó la cabeza encima del respaldo de la silla, mientras sollozaba.

Acerqué el vaso con el whisky, mezclado con los polvos de las pastillas y levantándole la cara le di a beber, diciéndole, que después de bebérselo todo, lo soltaríamos, accedió y se lo fue bebiendo todo, casi sin respirar. Entonces le fuimos quitando las ataduras, lo tumbamos boca arriba, en el sofá grande, yo me puse, en la parte de su cabeza, apoyándola sobre mis muslos, mientras sus rizos, acariciaban mi verga, que seguía erguida, Martín, se colocó en sus pies, poniéndolos encima de sus muslos, mientras yo acariciaba su pelo y su cara, delineando sus labios, con un dedo, le iba susurrando: ¿Por qué, te gusta castigar a los que te aman? ¿Te gusta pegarles, eso te excita?

Entonces, con una voz diferente, casi infantil, soltó:

¿Mamá, porque te fuiste, dejándome sólo con él? Te echo de menos, después de irte con Dios y dejarnos, padre se enfurecía conmigo, como hacía contigo, al principio sólo me pegaba, pero yo aguantaba el dolor, como tú me habías enseñado, entonces cada vez buscaba la manera de que yo gritara, pidiendo perdón, por algo imaginario. A veces no podía ir al colegio, por los azotes en toda la espalda y él decía que estaba enfermo de una cosa u otra, pero con los años, ya no me pegaba vestido, sino totalmente desnudo, mientras estaba arrodillado al lado de la cama, seguía azotando mi espalda, al tiempo que sacaba su cosa y se la movía, mojándome luego la espalda, llamándome ¡su putita!

Y cada vez fue peor, un día, apareció bebido, me golpeó como siempre, pero puso mi pecho encima de la cama, separándome las piernas, soltó un escupitajo encima de mi culo y metió su cosa dentro de mi culo, tapándome la boca, para que no nos oyeran, ¡Me hizo mucho daño! Le dije ¡Duele! Y él contestó, ¡El dolor es para que disfrutes mejor de mi polla!, se movía dentro de mí. Entraba y salía de mi culo y luego jadeando, soltó líquido dentro de mi culo, diciéndome: ¡Muy bien putita, te has portado bien, putita mía!

Luego, ya fue cada día igual, un día vino con unos compañeros de trabajo, se pusieron a jugar a las cartas, mientras bebían, yo me quedé en la habitación estudiando, pensé que ése día me libraría de los golpes, después de estudiar, apagué la luz, pero al rato se encendió la luz del techo, me incorporé en la cama, mirando a los presentes, estaban padre y los dos compañeros, padre tiró de mí obligando a que me desnudara, dejándome de pie en medio del cuarto, uno de sus amigos se puso delante, me hizo bajar el cuerpo y bajándose los pantalones sacó su polla y cogiendo mi cara forzó mi boca con ella, entrándola hasta, que me dieron arcadas, pero la fue sacando y metiendo de nuevo, diciendo que no apretara los dientes o me pegaría, estuvo mucho rato sacando y metiendo su polla en mi boca.

Entonces noté que el otro empujaba su polla dentro de mi culo, haciendo, lo mismo que padre, mientras decía: ¡Estas pagando las deudas de juego, de tu padre! ¡Qué buen pago, nos estamos dando! ¡Qué gusto! Mientras padre, me azotaba con su cinturón y se meneaba su polla, después de mucho rato, fueron soltando sus líquidos, en mi culo, en mi boca y mi espalda. El hombre que estaba delante cogió una porra, de su uniforme, como la de padre y la metió dentro de mi culo, mientras, él estaba sentado en el suelo chupando mi polla, cada vez metía más la porra, dentro y la sacaba del todo, su boca provocó que se me pusiera dura, mientras me clavaba la porra, causándome un gran dolor dentro de mi culo, aceleró su boca y me hizo soltar mi líquido, que él fue chupándolo, luego sacó la porra y salieron todos del cuarto, dejándome dolorido y pegajoso, fui al baño y vomité, me lavé y mientras me acostaba, lloré, como no había hecho en muchos años.

¡Mamá, pienso en ti cada día, rezo para que te me lleves, contigo!

Su respiración era muy agitada, yo seguía acariciándole la cabeza y su cara, miré a Martín a la cara, estaba llorando, al igual, que yo, incliné mi cabeza y le di un beso, suave en los labios, susurrándole: ¡Tú, eres mi niño, no tienes que ser como padre! ¡Eres mejor que él, tienes que intentar olvidar, lo que padre te hizo! ¡Si encuentras a alguien, que te quiera, como yo, a ti, trátalo bien, con amor y dulzura, no con golpes! ¡El sexo es bonito, si lo sabes disfrutar y lo haces disfrutar también!

Entre Martín y yo, lo levantamos, llevándole a la habitación de Martín lo metimos en la cama y nosotros también, uno a cada lado, Ricardo, seguía llorando quedamente, hasta que se quedó dormido con una media sonrisa. Se puso de lado, dándome la espalda, yo me coloqué en su misma posición, rozando su espalda con mi pecho y mi verga cerca de su trasero, pasé mi brazo por encima de su brazo, apoyándolo en su pecho, Martín, se colocó de lado dándole la espalda, mientras su brazo descansaba sobre el muslo de Ricardo, estábamos casi en posición fetal.

Yo, estaba despierto y oía las respiraciones de los dos, mientras pensaba, de la forma, que iba todo y las posibles consecuencias, entonces, una mano cogió mi verga, era Ricardo, apuntaba mi verga a su ano, giró su cara, diciéndome, ¡Aun no me duele la espalda! Yo le contesté, ¡Ya lo notaras mañana! Él continuó diciendo: ¡Quiero que me domines y me penetres! Respondí: ¡Primero tenéis que arreglar lo vuestro, después ya veremos! ¡Y no se trata de dominar, uno al otro, es el de disfrutar de cada momento! ¡Yo puedo ser dominante y dominado al momento siguiente, todo va con quien estés! Entonces, solté: ¡Duerme un rato, que estas todavía ebrio, mañana será diferente!

Martín cambió de posición, y se puso de cara delante de Ricardo. Éste lo miraba y decía: ¡Siento haberte hecho daño, perdóname, te quiero y no quiero perderte!  Y Martín lo silenció con un beso, entonces estiraron sus piernas uniendo sus cuerpos, mientras se besaban y acariciaban sus cuerpos, las vergas se frotaban una a la otra, me separé un poco de la espalda de Ricardo, ¡Ahora era cosa de ellos, tenían que fundirse!  Con mucho sigilo, salí de la cama, dirigiéndome desnudo al salón, una vez allí, me puse un vaso de whisky, volviendo a la habitación y sentándome, en un sillón, que había allí, observando la escena que se desarrollaba, encima de la cama y con la colcha con las sábanas en los pies de la cama.

Mientras sorbía la bebida, miraba, Martín tumbado boca arriba y encima de él Ricardo, frotando sus cuerpos, cruzando sus piernas, mientras degustaban sus bocas, entonces el joven alto, sujetó por las muñecas a Martín, con una de sus manos, subiéndole los brazos por encima de su cabeza, yo me incliné hacía delante, y vi, como la boca de Ricardo descendía hacia el pecho de Martín, lamiendo sus tetillas, éste suspiraba de placer, el joven soltó su mano y descendió chupando todo el cuerpo de Martín, mientras éste se retorcía de gusto, cuando llegó a la verga, se arrodilló delante de la misma, cogiéndola con amor, fue descubriendo el capullo y acercando su lengua, comenzó a lamer ése capullo rosado, mientras sujetaba fuertemente el tronco, luego su cabeza fue bajando y subiendo, lentamente, cada vez bajaba más y más, para volver a subir, sacándola de su boca, repitiendo una y otra vez, cada vez más seguido.

Se apartó y levantando las piernas de Martín, fue encajando su verga dentro de su culo, iba con sumo cuidado, fue empalándole, hasta llegar al fondo, Martín separó sus nalgas y el joven empujó de nuevo, parando, mientras miraba la cara de su amante y moviendo su culo, fue retirándose del interior, para volver al ataque, y comenzó una buena follada, su verga entraba y salía cada vez más y más rápido, mientras Martín, miraba arrobado la cara de su joven amante, sintiéndose lleno con su polla, notando el choque de los huevos en la entrada de su culo, estaban los dos gimiendo, Ricardo, agachó su cabeza y cogiendo la verga de Martín, con su mano, comenzó a lamer el capullo, mientras le iba masturbando lentamente, mientras yo me masturbaba en silencio, entonces oí la voz de Martín, avisando que venía, Ricardo aceleró, tanto su mano y su boca, que seguía chupando, mientras seguía taladrando el culo de éste, Martín, no tardó mucho en empezar a soltar una cantidad enorme de semen, que fue deslizándose dentro de la boca de Ricardo, al tiempo que éste con un sonido gutural, soltaba su semen dentro del culo de Martín, no salió de su culo, siguió entrando y saliendo, después se tumbaron mirándose.

Yo me había masturbado, al igual, que ellos y cuando Martín soltó su leche, yo hice lo mismo, llenando mi vaso de whisky con mi propio semen, sin dejar de mirarlos, había sido poético y perfecto, entonces de un sorbo, me bebí el líquido del vaso, con mi semen dentro. Me levanté, saliendo del cuarto, dejándolos solos y me tumbé en el sofá, totalmente desnudo, tapándome con una manta.

Estaba medio dormido, cuando me pareció que llamaban con la mano en la puerta, me acerqué y mirando por la mirilla, vi, que era el compañero de Ricardo, de la PM, abrí la puerta y entró, noté que estaba bastante bebido, cerró la puerta y mirándome, me preguntó por Ricardo, le dije, que estaba durmiendo, lo llevé al salón, diciéndole, que si quería dormir, podía usar el sofá, me dio las gracias, se intentó sacar la ropa, pero no atinaba con los botones de la camisa, me acerqué a él y fui abriendo los botones, le saqué la camisa, él se dejaba hacer,, deshice los cordones de los zapatos y calcetines, sacándoselos, continué con los botones del vaquero, bajándoselos y tirando de ellos, fueron a parar con el resto de la ropa de él, lo dejé con un slip minúsculo de color blanco, su verga, se marcaba hacia abajo, destacando la forma de un enorme capullo, seguido de un pene grueso, lo ayudé y se tumbó, le tapé con la manta.

Me senté en el sillón, individual, antes me puse otro vaso de whisky, estiré las piernas y entonces me di cuenta, que le había abierto y desnudado, mientras yo estaba totalmente desnudo, me levanté y coloqué su ropa colgada en una silla, para que no se arrugara demasiado y me dejé caer en el sillón, mirando ése cuerpo tumbado, que poco a poco, se iba quitando la manta de encima de su cuerpo, dejándolo todo, a mi vista.

Se movía mucho, entonces levantándome, mojé uno de los jirones de sábana, que habíamos usado para atar a Ricardo, con el cuenco de agua y se lo fui pasando por la frente, el cuello, volví a mojarlo y lo pasé por la nuca y sus muñecas, abrió los ojos y pidió algo de beber, le traje un refresco, de la nevera, le ayudé a mantenerse sentado, entonces me miró, por primera vez, notando mi desnudez, se sonrojó, pidiéndome disculpas, le dije, que no tenía sueño y que estaba bebiendo, cuando él llamó, entonces, me senté a su lado.

Me contó, que se había separado, de Ricardo, después de tener una pequeña bronca y no se acordaba a causa de qué, pero Ricardo, se había esfumado, él había ido a los sitios, habituales, donde iban otras veces, pero no lo encontró, por eso vino, para disculparse, si le había faltado en algo. Cuando terminó, se quedó callado y pensativo. Le pasé el brazo, por encima de los hombros, amistosamente y mirándome a la cara, soltó: ¡Hoy estabas, sentado en una terraza y luego, en una tasca de la calle de los vinos! Yo contesté, que sí, que los había visto a los dos, con el uniforme.

Giró su cara, acercando su boca a la mía, comenzó a devorármela, metiéndome su lengua dentro y buscando la mía, ésta reaccionó sola, sorbiendo y buscando la otra, luchando entre ellas, mientras nuestras manos se deslizaban, por el cuerpo del otro, mi verga volvía a estar totalmente levantada y la suya forzaba el slip blanco, mojándolo por la parte del capullo, acaricié sus pectorales, todo él, estaba bastante bien, pero no se podía comparar con Ricardo, pero tenía un cuerpo armonioso y la verga prometía.

Fui descendiendo hasta llegar delante del slip, fui repasando con mi lengua, toda su verga, haciéndola vibrar de gozo, soltando precum en la prenda blanca, pasé una mano por encima de ella y él soltó un gemido, entonces le fui bajando la prenda, dejándola en el sillón, seguí lamiendo el glande grueso y todo el tronco, hasta llegar al vello púbico, luego por debajo, comiéndome los huevos, mientras seguía acariciando, su verga, él acariciaba mi pelo, apretando un poco mi cabeza, hacía abajo, levanté sus piernas y fui chupando su ano, que palpitaba, con mi lengua fui abriéndolo y metiendo la punta de la misma, seguía gimiendo, entonces, soltó: ¡Fóllame! Yo le contesté: ¡Yo no soy Ricardo! El siguió diciendo: ¡Él es sólo un amigo y nada más!

Puse una rodilla encima del sofá y la otra pierna en el suelo, acercándome fui entrando dentro de su culo, sus manos agarraban mis nalgas haciendo presión, para que entrara, dentro de él, empujé clavándome bien adentro, resopló, seguí moviendo mis caderas, dilatándolo y lo cabalgué, entrando y saliendo con furia de su culo, sus gemidos eran sonoros, una de sus piernas en mi hombro y la otra rodeando mi cintura, mientras sus manos me apretaban mis nalgas, forzando a seguirle penetrando, cada vez más intensamente, escupí en mi mano derecha y cogiendo su verga, la fui apretando mientras lo masturbaba, entreteniéndome en su capullo, pasándole la mano, casi cerrada, en forma de un ano, mi mano izquierda la tenía dentro de su boca, succionando, uno a uno los dedos de la misma, incluso mordisqueándola.

Continué forzando su agujero, cada vez más rápido y le avisé, entonces, clavó sus dedos en mi culo, mientras él soltaba mucho semen, alrededor de mi mano, su esfínter me apretaba tanto, que terminé corriéndome al mismo tiempo que él soltaba sus últimas gotas de leche, seguí entrando dentro del culo, mientras mi mano, llena de su corrida, lo seguía masturbando lentamente, su cuerpo se movía con espasmos, girando su cabeza de lado a lado, entonces, acerqué mi mano derecha, llena de su semen a su boca, él la apartaba, cogí la mano y me la puse en mi boca, chupando su semen, se la volvía ofrecer y la comenzó a chupar, mirándome la cara, no dejó nada, saqué mi verga del culo y agachándome le metí dos dedos, sacándole mi semen del mismo, llevándomelos a la boca, su mirada de sorpresa, me decía que quería probarlo y eso hice, luego de pasarle mis dedos con mi semen, seguí chupando el agujero, dejándoselo limpio del todo, subí y limpié su verga dejándola igual de limpia, seguí subiendo, tumbándome encima de su cuerpo, ofreciéndole la boca, se lanzó a comerla y saborearla, nos fuimos besando.

Me estiré delante de su cuerpo, dándole la espalda, colocándonos de lado, subí la manta y nos tapamos, ya había apagado las luces y teníamos las luces de la calle y del amanecer, que estaba próximo, nos quedamos dormidos...