Recuerdos.... Parte 2

Mario, un chico joven, de una buena empresa venida a menos ha conocido a Raúl, un presiodista que le ha hecho sentir por primera vez deseos por un hombre. Tras un incidente en la calle con dos tipos Raúl le encuentra y le llevará consigo. ¿Caerá Mario a sus deseos? ¿Qué sienten el uno por el otro?

INVIERNO DE 1976

Abrí los ojos;  una tenue luz iluminaba la estancia. Me encontraba en un pequeño cuarto en el que sólo había una mesilla y el pequeño camastro en el que estaba.

Me senté sobre la cama y me puse los zapatos que habían dejado a los pies de la misma. Pasé mis manos por la cabeza e intenté recordar cómo había llegado hasta ahí…

Me levanté y salí de la habitación; un pequeño salón se encontraba delante de mi; no había gran cosa: un sofá verde algo destartalado, un mesa de comedor de madera con dos sillas, una estantería llena de libros y una planta seca que pedía a gritos un buen chorro de agua fresca.

Pero  lo importante no era lo que había en la sala, si no quien se encontraba en ella, sentado en el sofá, leyendo un libro y fumándose uno de sus ya conocidos cigarros.

Raúl se levantó rápidamente del sofá y se acercó a mí; sus brazos se abrieron para fundirse conmigo en un fuerte abrazo. Noté todo su cuerpo pegado al mío, sus manos estrechaban fuertemente mis costillas y su aliento calentaba mi cuello.  Me quedé petrificado sin poder corresponder a su cálido abrazo. Se separó de mi, me agarró de los hombros y me volvió a penetrar con su mirada.

-          Joder Mario, ¿cómo estás?, me tenías muy preocupado; cuando llegué  y te vi con esos dos hombres, desnudo…. y luego en el suelo… yo corrí a por ti, pero me miraste y te desmayaste…, estaba muy asustado en serio.

-          Yo…, no se… lo siento – fue lo único que pude articular.

-          ¡Anda ya!, no digas bobadas, no tienes nada que sentir… No tenía que haberte dejado salir así del bar, ¿te hicieron daño esos dos tipos? ¿Te duele algo? Yo como te recogí

así en calzoncillos me aseguré de que no tuvieras ninguna herida.

En ese momento me di cuenta de que llevaba una ropa que no era mía; una camisa del mismo estilo que había llevado Raúl durante la tarde y unos pantalones que me quedaban algo holgados.

-          Yo te lavaré esta ropa y te la devolveré Raúl….

-          Pero que dices, eso ahora es lo de menos, te vuelvo a decir… ¿te hicieron daño esos dos tipos?

-          …..

-          Chico, te estoy hablando.

-          …..

-          Mario, ¿por qué no me respondes? – dijo Raúl zarandeándome

Sus fuertes sacudidas no me hacían ningún efecto, pues la vergüenza de lo sucedido hacía que no fuera capaz de levantar a los ojos y verme sometido y juzgado por su mirada.

Haciendo acopio de todas mis fuerzas le miré a la cara y con el tono más frío de voz posible le dije:

-          Te he dicho que te devolveré la ropa Raúl

Y ahí le dejé, de pie en su pequeño salón mientras salía por la puerta. Bajé los tramos de la escalera que se me hicieron eternos, como si cruzara un laberinto de peldaños sin encontrar la salía. La claridad del día me azotó con fuerza al salir a la calle. Debía haber amanecido hace un par de horas. Miré la calle intentando encontrar algo que me resultase familiar, pero sólo vi comercios cerrados y un par de personas caminando con los ojos todavía legañosos.

Empecé a vagar por la calle con el sentimiento de impotencia que tenía desde la noche pasada; de nuevo, la voz de Raúl me sacó del trance en el que me encontraba:

-          ¿es que voy a tener que perseguirte siempre chaval?

Me giré y me topé cara a cara con él.

-          Mira Mario, deja de ser un crío, sólo quería ayudarte y te vas así de mi casa, sin saber ni donde estás, huyendo de mi como si te hubiera hecho algo malo.

Mis ojos se centraron en su cara, pero mi mirada se encontraba perdida; mi semblante serio, mi cuerpo como el de un espantapájaros, inerte, sin vida... Pasaron unos segundos, volví a darme la vuelta con intención de alejarme, pero Raúl agarró mi mano y de forma brusca me hizo girar de nuevo.

-          ¡ Ya vale Mario!- gritó Raúl a la vez que me daba una bofetada.

Sentir su mano en mi rostro hizo que afloraran todos los sentimientos de rabia y frustración que tenía acumulados. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas…

-          Perdóname…, yo…-balbuceaba Raúl- no debí golpearte, lo siento, es que desde que te has despertado estás como perdido, ausente- me dijo.

Con el valor que no había sacado y enfrentándome a la verdad le grité:

-          ¿Qué querías que te dijera Raúl? ¿qué si me habían hecho daño? Pues golpes  y moratones no tengo, no…  , pero  sí que me han herido, ¿sabes dónde?, aquí, -le dije mientras acerqué su mano a mi pecho-  en mi alma, en mi autoestima… ¿ o cómo crees que puede sentir cuando ayer dos sucios borrachos de mierda intentaron violarme?

Por primera vez dejé callado a Raúl; mi mano seguía agarrando fuertemente la suya sobre mi pecho que latía con intensidad.

Mirándole fijamente y sintiendo que me dejaba perder, continué….

-          Y justo  tu eres el que me tiene que ver así, desnudo, forzado, humillado- dije mientras le clavaba las uñas- justo  tú….

Le solté la mano y agaché la cabeza, exhausto, como si la presión que sentía hubiera cesado dejándome agotado.

Raúl  volvió a cogérmela y a ponerla de nuevo sobre mi pecho; con la otra mano levantó mi barbilla y mirándome fijamente me dijo:

-          Nunca más te volverán a hacer daño…. – te lo prometo- susurró mientras acercaba su boca a la mía.

Sentí sus labios húmedos, su lengua que intentaba entrar en mi boca, que se abría para recibirla y  jugar con la mía; su saliva con ese sabor seco por el tabaco se mezclaba con mi saliva. Fue un beso largo, fuerte, intenso… Una sensación de paz inundó mi cuerpo, que flotaba en mitad de la calle. No se cuanto tiempo duró el beso, pero una voz nos interrumpió:

-          Maricones de mierda, ¡ojalá os fusilen a todos!.

Nos miramos…

-          Tampoco te podré proteger de todo el mundo- dijo Raúl mientras reía con una sonora carcajada.

Me uní a su risa; por primera vez en mucho tiempo, sonreía de felicidad.

-          Raúl, yo nunca había besado a un hombre,  nunca había sentido atracción por un chico hasta que te conocí ayer, yo….

-          Tssss, me dijo poniendo un dedo mi boca- calla y sígueme.

Subimos de nuevo a su piso y al entrar en el pequeño salón  Raúl se abalanzó sobre mí. Me agarró de la nuca y comenzó a morder mi cuello. Sentía sus mordisquitos, una mezcla de placer y dolor que estremecía todo mi cuerpo. Volvió a juntar su boca con la mía, esta vez con un beso más húmedo, rozando salvajemente y con lascivia sus carnosos labios a mi boca que en ese momento se sentía inexperta ante ese devorador.

Sus manos empezaron a acariciar mi espalda mientras jugaba con el lóbulo de mi oreja. Notaba sus dedos recorriendo mi columna hasta llegar a mi culo, que agarró fuertemente mientras expulsaba el aliento por mi ya ensalivada oreja.

Gemí de placer; nunca me había sentido tan excitado con tan poco; mi pene latía con intensidad y había alcanzado el mayor tamaño posible. Su cuerpo estrujando el mío hacía que mi polla se rozara al máximo contra él, y mientras me agarraba por detrás me empujaba aún más hacia él.

Mis instintos animales afloraron y empecé a lamerle con ansiedad su cuello, mientras mis manos inexpertas con otro hombre empezaban a explorar su cuerpo. Me separé un poco de él comencé a desabrocharle la camisa, mientras mi cara se acercó a oler su aroma de macho. Pegué mi nariz a los primeros vellos que salían al abrirle la camisa y empecé a darle pequeños besos tímidos. Según le iba abriendo más la camisa comencé a jugar más con mis manos, recorriendo todo su torso, acariciando sus pezones. Miré hacia arriba y me encontré con una cara de placer que me hizo animarme más en la tarea que llevaba acabo. Los tímidos besos pasaron a lametones; mi lengua recorría cada punto de su pecho, haciendo hincapié en sus pezones duros, que mordía con intensidad. Raúl gemía de placer con cada mordisco y me sujetaba de la nuca y empujaba mi cara contra él.

Poco a poco fui bajando las manos por su cintura y empecé a masajear su polla mientras seguía lamiendo su pecho.  Sentía su polla dura pidiendo ser liberada del pantalón; me sentía torpe tocando ese bulto. Le bajé la cremallera del pantalón y noté ese trozo de carne mucho más duro; lo agarré fuertemente sin notar el pequeño trozo de tela que lo separaba de mi mano.

Lo saqué por la bragueta;  Me quedé impresionado al ver ese pedazo de rabo  grande y grueso. Me acerqué a él, fui a abrir la boca, pero en ese momento me vino a la imagen el chico de la noche anterior… Solté su miembro

-          Lo siento, yo…, no puedo… - confesé.

Raúl me miró con ternura, me agarró y me hizo levantarme.

-          Se en lo que piensas, no te preocupes-  dijo mientras me daba un beso tierno y cariñoso. Vamos a hacerlo al revés…

Me cogió la mano y me llevó al dormitorio.

-          Vas a ver lo que es que un tío te la mame.

Sin previo aviso me empujó contra la cama, haciendo rechinar los viejos muelles. Me desabrochó el pantalón mientras me miraba con lujuria. Como si de un mago se tratara en un segundo me vi sin mis pantalones y con la cara de Raúl sobre mi paquete.

-          ¿Estás preparado para esto? , ¿quieres dar el paso?- me preguntó

-          Creo que mi polla responde por mi…., le dije mientras empujaba mi cadera contra su cara.

Raúl  bajó mi calzón y se encontró con un pene largo y grueso apuntando al techo. Con la cabeza hinchada y rosada, las venas se marcaban fuertemente por todo el tronco de mi buen rabo. Raúl lo miró sonriente y empezó a darle pequeños lametones, pasando cada vez a hacerlos más grandes, recorriendo con un buen lengüetazo desde los huevos hasta la punta del cipote, de la cual salían pequeñas gotas preseminales. Mi querido periodista se encontraba afanoso en su tarea y empezó a meterse todo el rabo en la boca.  Me sentía muy excitado, el muy cabrón la comía de lujo; nunca me habían hecho una mamada igual.

Se metía y sacaba el rabo de la boca con fuerza y a veces la cogía y se daba pollazos en la cara. Me chupaba y lamía la cabeza mientras con la mano masajeaba mis huevos. Mis manos acariciaban su pelo alborotado y a veces cogía su nuca para follar mejor su boca.

Mis suspiros le sacaron de su concentración…

-          Voy a tener que parar o te vas a correr ya eh pequeño??? Reía Raúl

-          Es que no estoy acostumbrado a que me hagan disfrutar tanto- dije yo tímidamente.

-          Pues no hemos hecho nada más que empezar….,  Dijo mientras se incorporaba y se desvestía quedando sólo con su calzón blanco.

Raúl tenía un cuerpo perfecto; verle así sólo con su ropa interior me dejó alucinado. Se tumbó junto a mi y me acarició la mejilla; me dio un sencillo beso, lleno de ternura y cariño. Se terminó de desvestir.

Me puse encima de él, quería sentir nuestros cuerpos pegados; nos abrazamos. Comenzamos a besarnos con pasión, con rabia, con fuerza… Nuestros cuerpos se entrelazaban y buscaban la fricción de nuestras pollas duras. Sentir el choque de nuestros rabos era una delicia para ambos que emitíamos ruidos y suspiros provenientes de lo mas dentro de nuestro ser.

Raúl me agarró y me echó hacía un lado de la cama y agarrándome las manos por encima de la cabeza comenzó a devorar mi cuerpo con pasión. Bajó de nuevo  por mi cuerpo y me estremecí sólo al recordar cómo había disfrutado con su mamada. Empezó a chupar mis huevos grandes y duros, rebosantes de leche; mientras me agarraba de la base del pene y empezaba a masturbarme.

-          ¿Te gusta lo que te hago? Me preguntaba Raúl mirándome con lascivia.

-          Si… susurraba yo mientras echaba mis brazos hacia atrás y agarraba con ambas manos la almohada.

-          Prepárate Mario, queda lo mejor… dijo levantando mis piernas y agarrando mis tobillos.

Esa lengua que hacía maravillas con mi rabo empezó a jugar  más con mis huevos y con la zona de alrededor de mi ano. Mi cuerpo  sufría espasmos de placer con cada lametón; mi espalda se arqueaba y mis gemidos sonaban con fuerza; pero el mayor escalofrío llegó al sentir su lengua dentro de mi agujero.

-          Uhmmm…. Ahhhh…. Suspiré mientras mis manos iban sin control por las sábanas de la cama.

-          ¿Lo estás disfrutando?- inquirió Raúl

-          ¡Me encanta!, nunca había probado algo así.

Notaba como mi ojete se iba abriendo más a esa lengua que parecía no tener fin dentro de mi cavidad.  Raúl dejó de agarrar mis tobillos para abrir más mis cachetes con sus manos mientras seguía trabajando laboriosamente mi culo; yo abría todo lo posible mis piernas para facilitarle la labor.

Noté un dedo jugando con mi agujerito; la yema del dedo acariciaba la entrada de mi culo; Raúl escupió mi ojete y empezó a meter su dedo por mi culo. Di un pequeño respingo, mezcla de sorpresa y de un placer oculto durante toda mi vida. Raúl, viendo que yo tenía los ojos cerrados y que me mordía el labio inferior fruto del gozo que estaba sintiendo decidió seguir jugando con sus dedos y meterme otro. ¡Qué sensación el movimiento de los dos dedos dentro de mi culo! Entraban y salían con facilidad..

-          Mario, dijo Raúl poniéndose serio. Quiero follarte

Abrí los ojos y le miré. La seguridad que me transmitía era enorme; a su lado sentía esa protección que me había prometido.

-          Hazlo-  bramé con firmeza.

-          ¿Estás seguro?, No quiero que te sientas abordado con todo esto.

-          Fóllame Raúl, quiero que lo hagas- respondí con total seguridad.

Raúl volvió a escupirme el ojete y luego ensalivó su duro miembro. Me observaba con deseo y ternura:

-          Te la voy a meter poco a poco, si te duele me lo dices, ¿de acuerdo?

-          ¡Comienza ya! Estoy muy cachondo- Le dije; y era verdad, nunca había sentido mi polla tan dura como en ese momento.

Raúl cogió mis piernas y las puso sobre sus hombros; me tenía totalmente sometido a su voluntad. Volvió a escupir su mano y la pasó por mi culo. Se acercó a mí; sentí su polla dura contra mi culo; poco a poco noté como  su rabo iba entrando por mi ojete.  Sentía una presión fuerte, como si mi culo estuviera siendo desgarrado…; sollozaba dolorido ante la inmensidad de la situación…

-          ¿Te duele? Preguntaba preocupado mi compañero

-          Sí…, pero continúa, quiero ver todo lo que se siente.

Raúl siguió metiendo poco a poco su enorme pene mientras me acariciaba los muslos; cogió mi cintura con sus manos y empezó a mover poco a poco las caderas, de forma suave, introduciendo más su pene hasta que sentí que todo había entrado. Jamás pensé que algo tan grande cupiera dentro de mí, pero ahí estaba ese hombre conmigo, con nuestros cuerpos fundidos en uno a través de su trozo de carne y mi cavidad.

Raúl cerró los ojos y empezó a moverse con más fuerza mientras yo cerraba los puños intentando disfrutar más aquel momento.  Sentíamos nuestras respiraciones, la mía más profunda para relajarme y poder llevar mejor el momento y la suya rápida y entrecortada.

El bamboleo de caderas fue en aumento; su polla empezaba a taladrar mis entrañas, sintiendo como ese trabuco entraba y salía sin pedir permiso, abriendo más aún si podía mi hasta ahora virgen ano. Lo más fascinante para mi era sentir cómo el dolor desaparecía y se transformaba poco a poco en un placer sin igual. Mis sollozos pasaron a jadeos y mi cintura se unía al rítmico y sensual movimientos de las suyas, uniendo nuestros cuerpos en un íntimo baile sexual.

-          Raúl  fóllame más fuerte, le dije entrecortadamente, Quiero sentir tus huevos chocando contra mi culo.

-          Eso está hecho precioso, susurró mientras sacaba su polla de dentro de mí.

Me cogió como si fuera un muñeco de trapo y me volteó; me hizo doblar las rodillas y  apoyé mis manos en el cabecero del camastro.

Esta vez no hubo miramientos; de un golpe y sin piedad metió todo su miembro hasta el fondo de mi culo, haciendo caso a mi petición y golpeando fuertemente sus huevos contra mi culo. Sentí un gozo maravilloso, único… le puse mi culo más en pompa, sirviéndoselo con agrado.

Seguimos follando sin parar, aumentando y disminuyendo los ritmos; de forma pausada y luego salvajemente, con nuestros cuerpos sudorosos y el sonido de nuestros jadeos y gemidos como acompañamiento de fondo.

Me sentía como una perra siendo  follado de esa forma, pero me sentía pleno, colmado…

Mientras seguía siendo desvirgado por Raúl,  yo me masturbaba con fuerza, disfrutando al máximo del momento; mi polla como una roca me avisaba de que no aguantaría más….

-          Raúl, no aguanto más, le avisé…

-          Yo tampoco – me indicaba con una respiración entrecortada.

Cuando noté que iba a sacar su pene grité:

-          ¡No!, no lo saques Raúl, quiero ser tuyo, sentirme parte de ti…, me estás dando algo que nunca me han dado, termina dentro.

-          ¿Seguro?

-          Nunca he estado tan seguro en algo- respondí  agarrándole como pude y haciendo que me la metiera de nuevo hasta el fondo.

Raúl volvió a girarme y me puso boca arriba; me la metió con la mayor fuerza que pude y me dio una última y frenética follada.

-          No aguanto más- bramó, y al momento comencé a sentir un chorro caliente dentro de mi que inundaba toda mi cavidad mientras mi amante ultimaba unos fuertes empujones.

Esa sensación caliente en mi culo me produjo una gran explosión de placer, que se transformó en grandes escupitajos de leche por todo mi pecho; espesos, sin control… una gran cantidad de semen salió de mi rabo.

Nuestros cuerpos se fundieron aún más. Sentí su cuerpo sudoroso mezclándose con la leche que iba deslizándose por la raja de mi culo. Su polla, todavía dentro de mi, fue reduciendo de tamaño. La sacó, se acercó a mi cuerpo exhausto…, me abrazó.

Cuando me desperté me encontraba sólo en la cama; un olor fuerte a sexo inundaba la estancia. Me levanté desnudo y salí; Raúl estaba sentando en calzoncillos , apoyado en la ventana, fumando un cigarrillo.

-          Fumas demasiado- comenté

Se giró, sonrió y dijo:

-          Algún vicio tendré que tener a parte de ti.

Me acerqué y nos besamos. Me atrajo hacia así y me rodeó con los brazos. Acercó su boca a mi oreja y me susurró

-          Dúchate anda.

-          Tienes razón, voy a ducharme, además es muy tarde… Joder, ahora que lo pienso, mi familia tiene que estar muy asustada, no saben nada de mi desde que salí ayer para la entrevista contigo.

-          Pues corre y diles que te he entrevistado a fondo , río Raúl.

ME duché, me adecenté un poco y me vestí con la ropa que me había prestado.

-          Qué guapo eres niño, me dijo al verme salir del baño.

El muy cabrón conseguí sacarme siempre una sonrisa…

-          Hacía tiempo que no disfrutaba tanto Raúl…, me haces sentir especial, dije tímidamente.

-          Es porque eres especial, respondió besándome la frente. Pásate más tarde que aquí te espero, ¿de acuerdo?

-          Por supuesto, afirmé alegremente.

Me acompañó a la puerta. Justo en ese momento sonó el timbre.

-          ¿Quién será ahora? Se extrañó Raúl

Abrió la puerta. Ahí de pie se encontraba una bella muchacha, de unos veinticinco años, de pelo castaño y ojos pardos. Delgada, vestida con una falda azul  y una blusa de color blanco que dejaba entrever un pecho firme.

-          ¡Sorpresa! Dijo la mujer.

-          Ho… Hola… respondió secamente Raúl.

-          ¿ No te alegras de verme o qué? Dijo riendo la muchacha.

Pasó dentro de la casa y me miró.

-          Hola,  ¿ y tu quien eres, un compañero de Raúl? Bueno, que descortés disculpa, yo soy Ana, su prometida.

Como si me hubieran dado una bofetada caí de nuevo en la realidad, en mi mundo de sombras.

CONTINUARÁ