Recuerdos Maritales (1)
El sexo que provoca un divorcio inminente.
RECUERDOS MARITALES I
Hacía muchísimo tiempo que no venían a mi mente estos recuerdos. Seguramente porque mi matrimonio fue un completo desastre y mi mente, para resguardarse, sepultó estos recuerdos en algún rincón perdido de mi memoria.
Una charla con una nueva amiga lo reflotó de mi memoria. Una nueva amistad extraña, estas que se hacen de adulto, con quien uno se sincera cosas que nunca dijo a nadie, cosas íntimas que quizá las ocultemos hasta para nosotros mismos.
Eran los últimos tiempos de mi matrimonio, ya no teníamos nada que ver uno con el otro, ni siquiera teníamos sexo y, sinceramente, me daba lo mismo que me metiera los cuernos, mi único deseo era que desapareciera de mi vida. Teníamos un acuerdo y le había dado un plazo de tiempo para que se fuera. Ya no tenía ningún sentimiento por él, mucho menos celos, pero lo que pasó fue una total sorpresa, totalmente inesperado para mi.
Una tarde terminé de dar clases mucho más temprano de lo habitual, cansada, decidí volver a casa, hacía mucho calor para andar en la calle por nada.
Al abrir la puerta del departamento sentí los gemidos típicos del sexo, sabía que era él y me puse furiosa ¿cómo se atrevía a hacerlo en mi propia casa?. Presa del enojo me dirigí hacia el dormitorio, creyendo que estaba preparada para gritarle ante lo que me encontrara. Y sin embargo no fue así: en cuanto entré al dormitorio me congelé ante la visión que me esperaba: mi marido con mi vecina.
Ya los había visto coqueteándose cada vez que nos encontrábamos con ella, pero no se me pasaba por la cabeza que tuviera algo con la mujer de uno de sus mejores amigos. Ella era una rubia más abundante que yo, más grandota y de culo bien grande. Sin duda a mi marido le gustaban las gorditas pechugonas como yo, pero esta era inclusive más alta que él.
Ahí estaban, sobre mi cama, ella en cuatro, con sus enormes tetas colgando, que el manoseaba y tironeaba como nadie mejor que él sabe hacer (lo digo por experiencia propia), con la cara desfigurada del placer, la boca entreabierta, relamiéndose y gimiendo como loca, y él montado encima de ella, dándole grandes embestidas, gozándosela por el culo.
Ni siquiera se detuvieron un segundo al verme, por el contrario, me dijo "dejame un poco más que ya la hago acabar, pobrecita" .. y le seguía dando "no sabés que rica, tiene el culo como una flor" ..
Yo estaba paralizada, no podía ni responder, habrán sido segundos que me parecieron una eternidad ..Yo estaba vestida con un jean y una remera musculosa, escotada, era pleno verano, y el calor interno que me empezó a invadir reemplazó a la furia, sentía que mis pezones empezaban a ponerse duros, y se notaban a través de la tela, sentía que estaba empezando a mojarme. El muy cerdo se dio cuenta, me conocía de sobra, y con una sonrisa lasciva en su cara me dijo "vení, mamita, acariciale las tetas, mirá lo que son estas tetas" y las juntaba con sus manos y le tironeaba los pezones. Ella asentía con la cabeza sin dejar de jadear y yo me acerqué, tentada, como hipnotizada. Empecé con una mano, realmente era un espectáculo ver a esa mujer, manosearle esa enorme teta, sentir ese pezón grande y duro . Seguí con las dos manos, yo estaba excitadísima, él se estiró, me abrió la remera de un tirón dejando mis tetas al aire, que estaban hinchadas y duras de la excitación y empezó a tocármelas y a tironearme los pezones. De pronto le dio un par de embestidas fuertes a ella y le dijo "chupale las tetas", y ella empezó a mamármelas ¡qué gusto! ¡qué bien que lo hacía!, en lugar de retraerme, me las junte con las manos así podía chuparme los dos pezones juntos cuando ella empezó a acabar, cuanto más rápidos y fuertes eran las embestidas de él, mas fuertes eran los chupones que me daba. Cuando acabó los soltó de su boca, quedó agotada y se aflojó sobre la cama, y así pude ver que él no había acabado, que su pija estaba todavía dura y brillante, y él estaba totalmente excitado por lo que me había hecho hacer.
Me atrajo hacía a él violentamente, me sacó los pantalones, me puso en cuatro al lado de la cama y empezó a manosearme las tetas con una mano y la concha con la otra, yo estaba empapada, los labios hinchados del deseo y completamente abierta. Empezó a masturbarme con los dedos "mirá lo caliente que estás, putita, te gustó la fiesta", sacó los dedos y me ensartó de una, yo estaba enloquecida del placer, me estaba cogiendo como en los mejores tiempos. Mi vecina en tanto se empezó a vestir, y él le dijo "espera, no te vayas, quiero que nos veas". Y me seguía cogiendo fuerte, mordiéndome la nuca, lamiéndome la espalda, amasando mis tetas con total maestría, mientras me decía la oído jadeante "no ves que no es necesario que me eches de casa, te puedo hacer estas fiestitas cuando quieras ." Yo ya no podía más y él lo sabía, entonces me apretó bien los pezones provocándome un orgasmo que fue una catarata de contracciones, dejándolo completamente empapado. Me subí a la cama para recuperarme un poco. En esa posición pude ver cuando él la acompañaba hasta la puerta y le deba un terrible beso en la boca de despedida, mientras que le manoseaba el culo y le daba una palmada, diciéndole vaya a saber cuál puercada al oído.
No era la primera ni la última vez que lo hacía con ella, eso estaba claro.
Después volvió a la cama, y me encontró sentada y tapada con la sábana. Lo miraba seriamente, ahora el dominio lo tendría yo, y él lo sabía. Se acostó a mi lado y empezó a justificarse que como ya no teníamos relaciones y como a esta mujer le gustaba mucho que le dieran por el culo y el marido no lo hacía, una cosa trajo la otra y empezó a contarme cada detalle, y a hablarme de su cuerpazo, que yo misma había gozado, de lo bien que le lchupaba la pija, y de cuánto le había gustado lo que habíamos hecho que me empecé a calentar, y mientras me hablaba, me metía los dedos en la concha y me chupeteaba las tetas ..que terminé montándomelo, metiéndome esa hermosa pija toda adentro y simultáneamente masturbándome el clítoris contra su vello. Cómo me gusta hacerlo así!!! Me siento complemente llena y teniendo continuos orgasmos . Me rogaba que no nos divorciemos y yo le contesté "no voy a cambiar de idea, así que callate y cogeme bien". Mientras me hacía sentir bien adentro la pija, me estiraba los pezones. El muy desgraciado sabía como hacerme gozar bien. Después, casi llegando al orgasmo, me metió los dedos en la boca y me preguntó si no me gustaría chuparme otra pija mientras él me cogía
Enloquecida como estaba del placer, asentí con la cabeza Y quería seguir convenciéndome "ves, putita, nos quedan muchas cosas más por hacer juntos juntos ." Y tuve un orgasmo tan fuerte que le apreté tanto la pija que le saqué toda la leche que le quedaba