Recuerdos... ii

Entonces, oí que se abría la puerta y risas, miré a través de la abertura de la puerta, vi al camionero y al otro joven, besándose, mientras frotaban sus pantalones y se abrazaban,

RECUERDOS... II

Llegó el día, de unirme en el andén de los trenes, que nos llevarían a diferentes destinos de España, para hacer el servicio militar, a esos trenes los llamaban “borregueros”, porque iban a tope, de jóvenes, venidos de diversas clases sociales, de todos los pueblos y ciudades. Dieron orden de subirnos y arrancó, durante todo el trayecto, veías pasar pueblos y ciudades, paró de nuevo en Zaragoza, donde subieron más jóvenes, también bajaron algunos, la siguiente parada fue en Burgos, allí volvió a bajarse unos y subirse otros. Por fin llegamos a Pontevedra, el destino final.

Bajamos y nos condujeron con camiones hasta el campamento, donde según decían nos haríamos hombres, al descender de los camiones pasaron lista y nos decían al barracón, donde teníamos que ir. Durante los meses, en el campamento, no pasó nada extraordinario, hacíamos marchas muy largas, prácticas de tiro, con subfusil, pista americana, armamento y a tirar granadas, luego vino la jura de la bandera, señal, que íbamos destinados a otro sitio, pero aún no sabíamos dónde.

Me destinaron a La Coruña, a la Brigada Aero transportable, nos habían dado unos días de permiso y decidí viajar hasta Barcelona, pero, no tenía mucho dinero y estuve haciendo autostop, me recogieron varios coches, al fin me dejaron, en un puerto de montaña, El Piedrafita, estábamos en diciembre y allí estaba cubierto de nieve, entre en un restaurante de carretera, que estaba lleno de camioneros, fui preguntando si alguno iba a Barcelona, pero la mayoría iban hacia Madrid, otros pasaban de largo, pero uno iba hacia el aeropuerto de Barajas.

Pregunté si podía llevarme, el camionero asintió, diciéndome, que no pararíamos para nada, quería llegar a tiempo, le contesté, que no había problema, fui al baño a orinar y cuando terminó de comer, salimos al exterior, yo llevaba la ropa de otoño, me había puesto la chaqueta militar, para no pasar más frio, pero no servía de mucho y los zapatos estaban mojados, debido a la nieve, que se había colado dentro. Subimos al camión y me tendió una manta, para que cogiera calor, aconsejándome, que me sacara los calcetines y los zapatos y me tapara, con la manta, así lo hice, al rato, estaba mucho mejor, entonces, él había puesto música con el volumen bajo, para no dormirse.

Hablábamos de vez en cuando, me hacía preguntas, yo le contestaba, me fije en su cara, tenía barba de dos o tres días, mandíbula muy cuadrada, nariz recta, pelo muy oscuro, casi negro y los ojos marrones, de físico, no era obeso, pero con la ropa de abrigo, parecía más ancho, pero sus muslos, se veían firmes y no eran gruesos, en conjunto, no estaba mal, me venían malos pensamientos, pero no hice nada indebido, paró un momento y dijo, que iba a orinar, aproveché y bajé a estirar las piernas, también oriné, ahora ya no hacía tanto frio, como en el puerto de montaña, que tenía 1300 metros de altitud, según me confesó, volvimos a la carretera, por fin llegamos a Madrid y cerca del aeropuerto paró el tráiler en una zona de carga y descarga, llegaron unos hombres, abriendo la parte trasera, empezaron a descargar el material, mientras, me indicó la terminal, diciéndome, que los lavabos estaban en esa dirección, dijo señalándome, unos cerca del almacén, se lo agradecí, nos dimos la mano y fui  a los lavabos. Vi, que él se daba la mano con un hombre joven y bien parecido, también llevaba barba de días, entré en el lavabo y me puse a orinar, dentro de un cubículo  donde había una taza de WC, solo ajusté la puerta.

Entonces, oí que se abría la puerta y risas, miré a través de la abertura de la puerta, vi al camionero y al otro joven, besándose, mientras frotaban sus pantalones y se abrazaban, deslizando sus manos hacia la zona genital y acariciándolas, se estaban abriendo los botones de las camisas y el cinturón de los pantalones, bajándose las cremalleras y sacando sus vergas por encima de los calzoncillos, se masturbaban mutuamente, al tiempo que se besaban y lamían su cuello y orejas, mientras gemían, sabía que si salía les podía cortar el rollo, decidí salir y entonces el joven estaba agachado mamándosela al otro, éste me miró, me acerqué a ellos, me puse detrás del culo, del mayor (el que me había traído) y acerqué mi lengua a su ano, comenzando a lamerlo, olía un poco a sudor, pero estaba limpio, le separé las nalgas, mientras seguía chupando, su agujero palpitaba, con mi brazo entre las piernas del que estaba agachado enfrente mío, agarré la verga del joven, masturbándole, éste seguía chupando con ahínco.

El joven se puso de pie y el otro se agachó para hacerle una buena mamada, me cambié de posición, hurgando con mi lengua el culo del joven, repitiendo lo mismo, que con el otro, entonces éste se desplazó apoyando sus brazos en la pileta del lavabo, me puse delante chupándole la polla, al tiempo el mayor metía su verga dentro del culo del joven, éste se quejó, pero el otro siguió metiendo su herramienta y comenzando a penetrarlo con furia, entraba y salía del culo, casi en su totalidad, gemían los dos, mientras chupaba esa bonita verga, me iba masturbando, al fin después de bastantes empujones, se corrió soltándole su semen dentro del culo y el joven descargó su semen en mi boca, que tragué y fui limpiando su verga, dejándola bien limpia, yo solté mi corrida en el suelo. Me levanté y me arreglé la ropa, ellos hicieron lo mismo, se dieron un largo beso y tirando de mí me besaron los dos con bastante rudeza, pero me gustó.

Salimos de los lavabos y el mayor le preguntó que ruta tenía, el joven contestó que le tocaba ir hacia Barcelona, entonces, le comentó si podía llevarme, ya que iba hacía allí, así pude llegar a mi ciudad, sin más contratiempo. Durante el viaje, el joven, me dijo, que el otro camionero, fue el padrino de boda, por parte de su novia, pero que antes de conocerlo, no había tenido relaciones con hombres y quedó alucinado, por haberle hecho gozar, chupando su verga, mientras era penetrado, él no sabía hasta ése momento el placer, de disfrutar de esa manera al mismo tiempo, me lo agradeció. Llegamos a Barcelona y nos despedimos.

Como era de madrugada, no quería despertar a mis padres y me fui a la sauna, que no cerraba por la noche, al ser sábado. Ésta estaba llena de gente, que después de salir de la discoteca se iban a desahogar allí, sino habían ligado. Me cambie, enrollándome la toalla en la cintura y fui a darme una ducha, después, bajé al bar a tomarme un bocadillo y un vaso de vino, una vez repuesto, entré en las diferentes saunas, la finlandesa, muy seca y el baño turco, muy húmeda, pero más agradable, en ése momento.

Me senté en un banco de los que estaban más arriba, y casi al instante varias personas se acercaron a mí, tocándome las piernas, el pecho y uno que se había sentado delante mío, metiendo su mano por dentro de mi toalla, cogiendo mi verga y separando la prenda, se inclinó comenzando a proporcionarme una mamada, mientras yo besaba al joven que estaba a mi derecha, mientras el de la izquierda chupaba mis tetillas, alargando su brazo masturbaba al que me besaba. Estaba gozando, pero entonces me pasó por la cabeza, la imagen de Cristian, sufriendo debajo de mis embestidas, ya que fui el que lo desvirgó el culo, siempre era el chico activo, pero conmigo, quiso ser pasivo por primera vez. Pensando en esa imagen tenía la verga endurecida, pero no quería correrme todavía.

Entonces me levanté y salí del baño turco, dirigiéndome a lo que llamaban el cuarto oscuro, en el centro había una tarima acolchada y encima enormes cojines enfundados en tela plastificada, había como un pasillo alrededor de la enorme tarima y luces piloto rosadas en diversos puntos, veías algo, pero no del todo, el tacto era el mejor aliado en esa habitación y yo seguía con esa imagen de sufrimiento en mi mente, no estaba muy lleno, pero por el rabillo del ojo, vi, que de la sauna habían salido varios que me siguieron, reconocí a dos, los que estaban a mi lado, al llegar allí me dejé caer, poniéndome casi en la parte central de los cojines. Cuando entras por la puerta, la luz del pasillo delinea, tu figura y cuerpo, también se ve un poco la cara, después, apenas se distingue algo más.

Casi al instante de haberme tumbado, se echaron a mi lado los dos de la sauna de vapor, peleándose por agarrarse a mi boca, al final poniéndose casi encima de mí nos fundimos en largos besos a tres bandas, uno se deslizó hacía abajo, lamiendo mi ombligo y agarrando mi verga y huevos comenzó a lamer y chupar, el otro levantó mis brazos hacía arriba, lamiéndome los sobacos, el cuello, las orejas, metiéndome su lengua dentro y pellizcando mis tetillas, con fuerza, mientras que su mano me sujetaba las muñecas, estaba en la gloria.

Entonces noté que alguien se sentaba encima de mi cara con las rodillas  separadas, poniendo sus tobillos aprisionando mis muñecas y sus huevos a la altura de mi nariz, metió dos dedos dentro de mi boca, haciendo que se los chupase, eso hice, dejó los dedos en la comisura  de un lado de mi boca y acercó su verga a mis labios, rozándomelos con su capullo, su otra mano, dirigía ese zepelín hacía abajo, sujetándose la base del tronco, era gruesa y bastante larga, entonces, siempre con los dedos dentro de mi boca, fue metiéndome su polla dentro, cada vez más al fondo, la sacaba y me golpeaba la cara con ella, volviéndola a meter dentro de mi boca forzándome a que me tragara cada vez más, ese trabuco, mientras uno de los otros, me había levantado las piernas y me estaba comiendo bien el agujero del culo, el otro, seguía haciéndome una mamada, muy lentamente seguro, que no quería que me corriera demasiado rápido, yo seguía medio ahogado, por esa tranca y mi culo, se abría de placer, notando su  lengua. A contraluz, vislumbre el cuerpo, pero no la cara del tipo, que me follaba la boca.

Por lo menos el cuerpo, era de infarto, todo musculo, con la poca luz y de ese color, parecía un ser demoniaco, sus brazos potentes, al igual que sus muslos, un culo muy prieto, una grandes pectorales, con una estrecha cintura y marcados abdominales, seguía sin verle la cara.

Noté la verga de uno entrar dentro de mi culo, comenzando a follarme fuertemente, el otro seguía chupando mi verga y yo tragándome la otra, casi sin poder respirar, las embestidas se sucedían cada vez con más aceleración y noté el semen derramarse dentro de mi culo, casi al instante salió de mi interior, ocupando su puesto, el otro que me chupaba la verga y sin preámbulo, la clavó dentro del culo, era gruesa, pero no larga, sus embestidas, también fueron brutales, al sacar y meter su verga dentro, se lubricaba con el semen del otro tipo y éste lamía mis huevos deslizando su lengua hasta el agujero que me estaban penetrando, con fuertes embestidas, con un fuerte rugido,  éste también depositó su semen dentro de mi culo, dejándome abierto, luego me bajaron las piernas, dejándomelas estiradas encima de los cojines plastificados.

Entonces, el musculoso, sacó su verga de mi boca, estirando sus piernas torneadas, se deslizó debajo mío, subiendo mi espalda y cuerpo encima del suyo, llegando a unir nuestras cabezas, giré mi cara y quedé de piedra, la cara era lo más parecido a una estatua de luchador griego, me besó con dulzura, alcanzando mi lengua y chupándola, la absorbía, me acariciaba todo mi cuerpo, y su verga estaba, en el sitio ideal, la apuntó y fue metiéndola dentro del culo, separando las nalgas, mientras seguíamos besándonos, se movía dentro de mí, al ritmo de sus caderas, yo levantaba un poco el culo y lo bajaba, clavándome su buena estaca. Entonces, los dos que me habían penetrado, me levantaron y dándome la vuelta, mirando a la cara del joven estirado, pasaron sus cabezas, por debajo de mis axilas, separándome las piernas, cogiéndolas por debajo de la parte trasera de las rodillas, estaba como sentado, apoyándome en ellos, seguía encima del chico musculoso, entonces se agacharon y el joven estirado sujetaba su verga, que se me fue incrustando dentro del culo, me volvían a levantar y volvían a bajarme, cada vez me entraba más, ese pedazo de polla, hasta que ya entraba en su totalidad, entonces fueron acelerando el ritmo de subidas y bajadas, cada vez, notaba la verga más al fondo de mi ser, me estaban dando un inmenso placer, pero tenía el ano dolorido, de tanto forzarlo, yo tenía la verga endurecida, apuntando hacia arriba, me la tocaba el joven tumbado.

Sin mediar palabras, me soltaron de golpe, encima de la verga, haciendo que yo diera un quejido, desplacé mi cuerpo hacía delante y besé al joven, en esa postura, él dominaba sus movimientos, follándome a gusto suyo y mío, yo no podía aguantarme más , los otros dos se masturbaban uno a cada lado nuestro, separé mi boca del joven, al tiempo que gemía, soltaba mi semen encima de los maravillosos músculos, mi esfínter apretó su verga haciéndole correrse dentro, notando una generosas sacudidas de semen, siguiendo moviéndose dentro de mi culo, los otros dos al oír, los gemidos, soltaron el resto de semen encima de nosotros dos, se agacharon y cada uno nos besó, luego se cambiaron, también nos besamos el joven y yo, frotándonos el semen en nuestros cuerpos.

Me estiré encima de su cuerpo, notando su calidez, también uniendo nuestros sudores, mientras nos comíamos la boca uno al otro, en ése momento noté unos brazos apoyados cerca de los míos y una verga que se clavaba dentro de mi culo, mientras las manos del joven, que estaba debajo, separaba mis nalgas, me penetraban con brutalidad, me dolía el ano, cada vez más, sacaban en su totalidad la verga y sin apuntar la clavaba de nuevo, luego fue acelerando, soltando su semen dentro, dejándome bien abierto y dolorido, cuando terminó de correrse, salió de mi culo, alejándose.

Pero mi verga volvía a estar erguida, separé las piernas musculosas y sentándome sobre mis rodillas penetré ése culo tan apretado, levanté una de sus piernas agarrándola por el tobillo, fui lamiendo los dedos de sus pies, entonces sus gemidos eran muy sonoros, haciendo que se uniera a nuestro alrededor más gente, que apenas podía distinguir, mientras lo penetraba noté, en mi hombro una mano y una verga que buscaba mi agujero, clavándose dentro del mismo, esta no era gruesa, pero sí larga, veía las estrellas, entonces unificamos las embestidas y notando la rapidez de sus embestidas y las mías, el joven griego, soltó su semen encima de su pecho, al tiempo, que al apretarme su ano la verga, descargué dentro de su culo, mi semen y lo mismo hizo el que estaba detrás mío, este se retiró después de correrse.

Las personas, que se habían acercado a nosotros se estaban masturbando, unos ellos mismos, otros entre sí, comenzaron a salpicarnos a los dos con el semen derramado, por la gente que nos rodeaba, todos gemían, alguno gruñía, otros medio gritaban a la hora de soltar sus corridas, encima nuestro, algunos se agacharon, pasando sus manos por nuestro cuerpo, embadurnándonos con el semen de todos, quedando totalmente pringados y pegajosos. Se separaron de nosotros, momento que nos levantamos y nos fuimos a duchar, nos duchamos juntos, aproveché a mirarle bien y no era tan joven como parecía debía tener unos 40 años, muy bien llevados, me dijo, que se lo había pasado muy bien, yo contesté lo mismo, al salir de las duchas miré la hora y me fui a vestir, eran las 8,30 de la mañana.

Me fui a casa de mis padres, pasé por delante de una churrería y compré churros, para desayunar todos, se llevaron una gran sorpresa al verme aparecer, comimos los churros junto a un buen chocolate deshecho y quedamos como nuevos, menos mi culo, que estaba resentido, me eché en mi antigua cama y dormí un poco. El resto de los días, los pasé en familia, ya que no quedaba mucho para partir de nuevo.

Mi madre, me dio dinero, para que cogiera el avión y me dijo, que habían llamado de la Compañía de Seguros de Coches, donde yo trabajaba, diciéndole, que me ingresarían la mitad del sueldo, cada mes, porque era la norma de la empresa y mi madre, me mandaría un giro postal, así podría disponer de dinero. Me acompañaron en coche al aeropuerto y nos despedimos, cogí el primer avión que salía hacia Galicia, éste vuelo terminaba en el Aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela, cuando llegué, pregunté la manera más rápida para llegar y me dijeron que un taxi, cogí uno y me dejó delante del Cuartel al que estaba destinado y que tendría que pasar muchos meses ahí metido...