Recuerdos eróticos

Te odio porque me has orillado a escribir estas líneas para poder desahogar el deseo que inunda mi cuerpo hambriento de tu insaciable apetito carnal, de tu sensual personalidad, aroma, aliento, sonrisa, mirada, tacto, voz… hambriento de ti

Te odio. Te odio con todas mis fuerzas. Te odio porque me posees aun en contra de mi voluntad; posees mis actos, mis pensamientos, mi existencia. Eres mi anhelo, mi deseo, mi necesidad, mi alimento, mi dueño.

Tengo ante mí imágenes de tu cuerpo desnudo, regordete y delicioso; de tu verga tierna y dura a la vez, de su sabor dulce y amargo y de la leche que alimentaba mi morbo y mi deseo por ti. Aun puedo sentir tus manos recorriendo, golpeando y estrujando, tu lengua voraz invadiendo cada rincón, mojando, lamiendo y saboreando cada entrada mía.

Me concentro y siento tus labios en mis abundantes pechos chupando, succionando, acariciando. Tus dientes se clavan en mi cuello y me hacen sentir un dolor que causa placer. Aún me excita tu mirada maligna y perversa obligándome y sometiéndome a tus caprichos, a tus deseos, a tus órdenes.

Te odio porque me haces falta, porque no puedo tenerte. No puedo tener tu insaciable verga abriéndose paso entre mis piernas, no puedo sentirla taladrándome el ano con furia, no puedo tenerla entre las manos, entre los pies, entre los dientes, entre los pechos. No puedo mojarme sintiéndome humillada, usada, arrodillada frente a ti como una puta esperando tus órdenes.

Dime, ¿aún escuchas mis gemidos a tu lado? ¿Recuerdas los sonidos de placer que me provocaban tus dedos abriéndose paso en mi ano y en mi vagina? ¿Aún puedes sentir mi aliento en tu entrepierna mientras mi lengua saboreaba hambrienta tus testículos y tu verga? ¿Aún recuerdas la sensación de mi saliva resbalar desde la punta de tu lengua hasta la garganta? ¿Y el aroma de mis pies, esos pies sudados que te encantaba lamer y saborear?

Me extrañas, lo sé. Lo sé porque me perteneces, lo sé porque te he visto sufrir por mi ausencia; te he visto masturbarte viendo mis videos, te he visto buscando el olor de mi ropa, de mis calcetas, de mis tacones. Estoy presente en tus sueños más perversos, como tú lo estás en los míos.

Te odio porque me has orillado a escribir estas líneas para poder desahogar el deseo que inunda mi cuerpo hambriento de tu insaciable apetito carnal, de tu sensual personalidad, aroma, aliento, sonrisa, mirada, tacto, voz… hambriento de ti