Recuerdos
Ufff, que recuerdos, que amor aquellas primeras Amigotas Ufff, que recuerdos, que amor aquellas primeras Amigotas
Ayer estuve melanco y pensativa, vinieron a mí muchos recuerdos y entre ellos me acordé de mí primera vez con dos mujeres. Esto sucedió cuando tenía 21 años y concurría a un gimnasio. La profesora, Miriam, una mujer de 33 años muy amable, de excelente carácter, sociable y con un lindo cuerpo trabajado. El gimnasio estaba en un salón de su propia casa. Por mis estudios yo concurría a los últimos turnos y siempre luego del baño, nos poníamos a conversar sobre distintos temas.
Una de esas noches me dijo que necesitaba hacerme una pregunta pero que no me fuera a ofender. Le dije que si no era nada grave no había motivos para enojo alguno. Me respondió que había notado que yo miraba con mucho detenimiento a las compañeras de GYM y también a ella cuando le daba la espalda a la clase, que se daba cuenta al verme en el espejo del salón de clases.
Le contesté –aunque roja de vergüenza- que era cierto que miraba a mis compañeras y a ella y que además “mi profe tiene un cuerpo exquisito” , ella se sonrío y entonces preguntó si me atraían las chicas a lo que le contesté que sí, que era bisexual y había ya tenido algunos escarceos con compañeras de la facu.
Me dijo que algo sospechaba y que ella, a pesar de estar casada, tenía sus pequeñas aventurillas con mujeres también.
Luego de la charla nos despedimos hasta el día siguiente y me pidió si podía ir un ratito más temprano porque le había agradado mucho nuestro sinceramiento.
A mí me picó el bichito de la curiosidad y salí un buen rato antes de la facultad y me fui para el gimnasio. Cuando estaba llegando salía del mismo una sobrina de Miriam, una niña algo más chica que yo, que prometía convertirse en una mujer realmente muy interesante con los años.
Luego de los saludos, Miriam me preguntó risueña si no quería que practicásemos otro tipo de ejercicios. Intuyendo hacia donde apuntaba le contesté que sí, que estaba dispuesta a experimentarlo con ella ya que nunca había estado con una mujer de su edad.
Al preguntarle por su esposo me dijo que él era representante de una marca de aparatos para gimnasia y que esa semana había viajado a otras ciudades.
Me dijo que había pensado durante bastante tiempo en tener mi boca a su alcance y que mis pechos la tenían fascinada. Muy suavemente me acerqué para besarla porque desde la noche anterior estaba excitada y tenía deseos de hacerlo.
¡Fue como encender un volcán!
Prácticamente me comió la boca, su lengua me exploraba toda y sus manos no se quedaban quietas amasando mis tetas mientras me decía palabrotas que hacían levantar mi temperatura a mil (cosa que no me cuesta mucho, ja, ja).
Me llevó hacia su dormitorio donde ya lanzadas nos quedamos en pocos minutos las dos desnudas.
Yo gozaba visualmente de su cuerpo, que a pesar de ser algo delgado, era bastante antojable y apetitoso. Tetas medianas, piernas fuertes, colita ni chica ni grande pero bien paradita y una concha apetecible con un pequeño mechón de vellos cubriéndolos.
Ella seguía copada con mis pechos a los que chupeteaba y mordisqueaba, mis pezones se pusieron como piedras. Seguía susurrándome suciedades que me volvían loca lo mismo que cuando comenzó a bajar por mi cuerpo hasta llegar a la laguna de mi gruta y comenzó un trabajo devastador. Parecían descargas eléctricas las sensaciones que me hacía sentir mordiéndome el clítoris y hurgando con dos o tres dedos dentro de mi intimidad.
Luego se fue dando vueltas, sin dejar de mimarme, y se colocó de tal manera que formamos un 69 placentero, deglutiéndonos mutuamente todos los jugos que vertíamos que, a esa altura, eran prácticamente manantiales.
Me hizo orgasmar en un grito como pocas veces había lanzado hasta ese día. El de ella fue más moderado pero igual de intenso (así me pareció, je!).
Luego de esos momentos tan sublimes, quedo con mi cuerpo tan sensibilizado que se me hace difícil separarme de la persona que tengo a mi lado en ese momento y me encantan -para ir relajándome- los besos, las caricias y las palabras dulces y excitantes.
Estábamos limpiándonos con nuestras lenguas los líquidos que impregnaban nuestros rostros y bocas cuando me preguntó si alguna vez había estado con dos mujeres a la vez. Le respondí que no y al consultarle a ella me dijo que no me escandalizara pero que a veces hacía alguna pequeña fiestita con una amiga también casada y ¡¡¡¡con SU SOBRINA!!!!
La verdad, quedé impactada y aprovechó para preguntarme qué me había parecido la chica. Le dije que en el fugaz momento que la había visto me había impresionado bastante bien, sin saber yo sus inclinaciones.
Comenzó a succionar otra vez mis pezones y a preguntarme si me gustaría tener una boca en cada uno de ellos. En mi excitación le dije que sí y cuando me preguntó si no me gustaría que fuera su sobrina le dije que sííí. ¡¡Siiii!
Se levantó de la cama, salió del dormitorio y me dijo ya vuelvo.
Y cuando lo hizo, al rato, entraron las dos. Victoria, la sobrina , con un soberbio cuerpo que no hacía aparentar la edad que tenía, que luego supe eran 19 años. Rostro aindiado, cabello enrulado largo, muy buenas lolas, cuerpo estilizado, cola no muy grande pero apetecible y una conchita sin depilar con no mucho vello castaño que no le quedaba mal.
Se acercó a la cama donde yo había quedado y me dijo "estás re fuerte" y me plantó un beso bien jugoso al que respondí de igual manera.
Se subió junto con Miriam y dijo que a ella primero le gustaba mirar lo que hacían otras dos mujeres para ir entrando en clima.
Comenzamos con su tía otra vez nuestros recorridos lingüísticos mientras la joven, de rodillas en la cama, comenzaba a masturbarse. Al rato Victoria tomó uno de mis pies y se lo empezó a frotar por su cuevita, la que sentía melosa y bien calentita. Luego se dedicó a lamerme los deditos impregnados con su jugo y a comerme todo el pie, lo mismo hizo con el otro mientras la tía, luego de una lamida bien experta, comenzaba a introducirme un vibrador no muy grande, pero sí muy movedizo en mi concha. Sentir eso y la lengua de la sobrina en mis pies me elevó a alturas pocas veces conocidas pero terriblemente excitantes.
Luego la "nena" se prendió de mis pechos. Lo hacía un poquito torpe, no como su tía, pero con todo el ardor que tenía y llevaba. Yo luego comencé a peinar sus rulitos genitales con mi lengua hasta llegar a su vagina. Ella hizo lo mismo con la mía. Ella abajo y yo arriba. De pronto sentí una lengua en mi colita y Miriam me preguntaba si se lo prestaba. Yo, enloquecida, le contesté que sí y comenzó a introducirme el vibrador por detrás. Mi agujerito posterior, que estaba súper receptivo, se amoldó rápidamente al "intruso" y así sumado a la lengua de su sobrina me hicieron gozar plena y totalmente.
Operación que repetimos con cada una de nosotras hasta quedar agotadas pero saciadas y contentas.
Lamentablemente en encuentro que no se volvió a repetir, aunque si tuve varios encuentros más con Victoria.
Ufff, que recuerdos, que amor aquellas primeras Amigotas ……