Recuerdos de Zolst - 01

La bitácora de un carguero espacial capturado por el Imperio Zolstiano narrada por su piloto Naomi.

Hoy es el día 13 del sexto mes de 2374, mi nombre es Naomi Evans, ostento el rango de mayor dentro de la gloriosa armada espacial lauraniana y he sido capturada por nuestro enemigo, el abominable Imperio Zolstiano.

No es la mejor manera de comenzar un informe, pero tengo que tener en cuenta las limitaciones de mi estado actual. Estoy realizando notas mnemotécnicas que se almacenarán en el pequeño chip de memoria que tengo implantado dentro del cráneo, cerca del córtex prefrontal. Es el lugar más resistente a injerencias externas de todo el cuerpo humano de tal manera que si (como es muy probable) se decide mi ejecución aunque lancen mi cuerpo al espacio en el improbable caso de ser encontrado por mis compatriotas puedan tener un informe de mis últimas actividades.

Sobre mí no hay mucho que contar pues cualquiera con un mínimo de interés puede ojear mi ficha en los archivos de la Armada. En estos momentos tengo ventitrés años naturales y cinco como piloto en distintas naves. Empecé pilotando una gabarrra de transporte de tropas haciendo la ruta entre Lauren IX y el frente de los Mundos de Ghost; al año fui ascendida a piloto de bombarderos orbitales TNX. Mi excepcional actuación durante el sometimiento de Alhomar IV llamó la atención de mis superiores que me recomendaron para que formase a las nuevas generaciones de pilotos. En el momento de mi captura me encontraba pilotando un cargero ligero con destino a la base espacial Primaris. ¿Mi carga? La promoción femenina LXIV de pilotos de bombardeo orbital, cuarenta jóvenes entre los 18 y los 25 años en perfecto estado de salud que habían embarcado en Ostern. Nos asaltaron antes de llegar al punto de salto en una maniobra clásica de golpear y correr en el borde del sistema donde la vigilancia es menor. Lo que no logro entender es el motivo del ataque. Para poder alcanzarnos aquella nave que nos triplicaba en tamaño tuvo que adentrarse muchísimo en las líneas enemigas y no éramos precisamente un objetivo fundamental en esta guerra. Por mucho que me fastidie admitirlo, en esta guerra la diferencia no van a marcarla cuarenta chicas recién salidas de la academia de vuelo ni creo que tengamos ninguna información que merezca tanto riesgo y molestias. Como mucho podrían usarnos como ejemplo para infundir terror en la población civil o dañar la moral de nuestras tropas más bisoñas.

Empiezo a sentir algo de dolor en mis piernas. La celda en la que me han confinado es un rectángulo de interior irregular de apenas un metro de ancho y un metro de hondo por dos metros de alto. La típica celda para poner de los nervios a un prisionero antes del interrogatorio. Aunque tampoco es que tenga alguna referencia ya que el Imperio Zolstiano jamás devuelve o intercambia los prisioneros. El ruido de la cerradura siendo manipulada me sacó de mis pensamientos y cerré unos instantes los ojos para acostumbrar la vista de la oscuridad de la celda a las luces de fuera. Cuando los abrí, un tripulante de aquel crucero pesado zolstiano de cara torva me indicaba que saliese haciendo gestos con una porra eléctrica.

Caminamos por un largo pasillo por las entrañas de la nave. Me resultó sorprendente que no me esposase a pesar de llevar encima una pareja de grilletes, lo que demostraba que o bien la disciplina militar era muy laxa o aquel soldado estaba extraordinariamente confiado en su capacidad para derrotarme y reducirme con aquella porra eléctrica. No podía igualarme en habilidad a uno de nuestros comandos, pero sí tenía cierto conocimiento de defensa personal básica que probablemente pudieran ponerlo en problemas. Tampoco tuve oportunidad de pensarlo mucho más, pues dos minutos más tarde entrábamos en lo que parecía una bodega de carga de buen tamaño. Alineadas en vertical había una serie de estructuras cilíndricas que recordaban a ataúdes puestos de pie, pensé con pesimismo. La primera de ellas estaba abierta y mostraba un interior acolchado ergonómicamente listo para acoger a una persona.

—Desnúdate y entra —dijo sucintamente el tripulante. Parecía impaciente y hastiado, como si aquella tarea le resultase fastidiosa. Hablaba un lauraniano bastante correcto, para mi sorpresa.

—Ni hablar. ¿Qué es esa cosa? —ni en broma iba a meterme ahí dentro, mucho menos iba a desnudarme delante de aquel asqueroso soldado.

—Eso es una vaina de salto galáctico. Es lo que va a impedir que todo lo que quede de ti después de que aceleremos sea puré de fresas pegado a la pared del fondo. Tengo que poneros a cada una en su vaina, sois cuarenta y aún no he cenado. Desnúdate y entra —repitió.

No tenía ni idea de como funcionaba la tecnología zolstiana, pero lo que comentaba no era del todo descabellado. Sabíamos que sus motores eran tremendamente potentes y no entendíamos como era posible que con unos físicos semejantes a los nuestros aguantasen esa potencia de empuje. Aún así, no iba a confiar de buenas a primeras en nuestro enemigo declarado. —Me niego. Prefiero arriesgarme con la aceleración.

—Escucha, culo escuálido, te voy a dar dos opciones. Puedes desnudarte, entrar en la vaina y dejar de hacerme perder el tiempo. O bien te esposo a esa tubería, traigo acá a una de tus pupilas y me pongo a cortarle trozos con un láser de ingeniería delante tuya. Tenemos aún 14 horas hasta la aceleración. Prefiero pasarlas durmiendo pero si me das problemas tendré que buscarme un nuevo entretenimiento.

Argumentos de peso, desde luego. Resoplé para dejar constancia de mi objeción y empecé a desprenderme de mi uniforme de vuelo. El suelo de rejilla estaba todo lo frío que una podría esperar cuando terminé de quitarme las botas y calcetines. Empecé a acercarme a aquella “vaina” pero aquel hombre me detuvo —He dicho desnuda del todo. Sujetador y bragas fuera. La tensión del tejido podría rajarte una arteria.

Fastidiada, me quité la poca ropa que me quedaba y entré en aquella cápsula. Me recosté en su interior y, desnuda como estaba, pude notar como el tejido acolchado se iba adaptando a mi silueta. A un toque en los controles de la vaina por parte de mi vigilante, unas resistentes correas de material desconocido ciñeron con firmeza mis muñecas y tobillos. En menos de un segundo estaba completamente inmovilizada y a su merced. Aquel tipo aún se entretuvo en fijar con nuevas correas mis rodillas, muslos, codos y cuello al respaldo. Se volvió un instante a mirarme antes de irse. —Bueno, culo escuálido. Ya nos veremos después del salto. Claro que tú no vas a acordarte, pero créeme que voy a guardar tu código con gran cuidado.—Y cerró la vaina dejándome en la total oscuridad. Lo único que podía notar era el suave zumbido de mecanismos interiores entrando en funcionamiento.

De repente, note un ligero movimiento sobre mí y al encenderse descubrí que una pantalla había sido colocada delante de mis ojos y no podía girar mi cabeza para evitar mirarla. Al abominable emblema del imperio zolstiano le siguió una filmación protagonizada por una mujer de aspecto atroz. Estaba totalmente desnuda a excepción del collar de cuero rojo que llevaba al cuello, muy semejante al que podrías ver lucir a cualquier perro en mi planeta natal. Su larga cabellera había sido totalmente decolorada y lucía un blanco impoluto. En su brazo derecho cerca del hombro habían tatuado con láser un código de barras con su número. Ese tatuaje se repetía justo encima del pubis y provocaba la horrenda impresión de que ella era un ser manufacturado, distinto a un humano con su voluntad e independencia. Sus pechos inusualmente grandes lucían unos pezones argollados y ambos aretes estaban unidos por una cadenita. Comenzó a hablar en un tono jovial y penetrante que se me incrustaba en el cerebro.

—Hola, novata ¡Bienvenida a tu nueva vida! Soy la Unidad de Alivio Sexual A2674T31 y seré tu guía durante el proceso que vas a sufrir. Espero que te resulte agradable y si en algún momento del futuro podemos encontrarnos cara a cara y nuestros amos lo autorizan, puedas comerme el coño en agradecimiento. Te iré explicando todos los cambios que va a sufrir tu organismo para que sepas aceptarlos con alegría y convertirte en la buena perra esclava que todo el mundo sabe que vas a ser.

—En estos momentos deberías estar notando un ligero pinchazo en el cuello. Es un anestésico suave, no te preocupes, evitará que empieces a forcejear cuando pasen cosas más dolorosas. Esa presión que estás notando ahora en la parte de la nuca es una aguja bastante más gruesa entrando entre dos de tus vértebras para llegar directamente a tu médula espinal. Esa aguja va a proporcionar a tu cuerpo un gran torrente de nanites que pasarán a formar parte de tu organismo. Estos nanites son pequeños robots de tamaño nanomolecular que, gracias a su programación, sirven para controlar completamente tu organismo además de permitir alterar tus percepciones y tu memoria. Con el tiempo verás que son la mar de útiles así como una fuente de placer exquisita. Te anticipo que una de sus funciones más evidentes es la de aumentar exponencialmente la sensibilidad de todo tu cuerpo, por lo que simplemente el roce de la ropa sobre tu piel será suficiente para que te corras como una buena perra. Pero no te preocupes que aún no vamos a activarlos porque entonces el dolor de los pinchazos te mataría. Antes vamos a programarlos.

—Ahora mismo deberías estar notando calor en los pechos. Los brazos cirujanos del interior de la vaina deberían estar terminando de atravesar tus pezones y colocarte unos deliciosos piercings de arete en cada uno. Los nanites van a modificar su sensibilidad de tal manera que serán unas 30 veces más sensibles que un clítoris femenino sin modificar. A mí en ocasiones los amos me dejan masturbarme sin manos: simplemente me ponen la cadena que los une en la boca y puedo llegar al orgasmo tirando de ella. Te recomiendo vivamente que lo pruebes si los amos te autorizan a ello.

—Si no han variado el programa ahora deberías notar una sensación fuerte de tirón entre las piernas. La vaina acaba de separar con cuidado tus labios vaginales y te ha penetrado con un dispositivo que, aparte de dejarte sin himen si eras virgen, está escaneando, analizando y reparando todo tu tejido uterino en tiempo real. Va a dejarte un coñito de primera, ya verás, tierno y jugoso para acoger cualquier cosa que le metan sin lesiones. Desde la pollita de un soldado adolescente al manubrio de un caballo. También aumentarán la sensibilidad de tu clítoris y tejido vaginal en un 600% por lo que tu actividad orgásmica va a experimentar grandes cambios. Será perfectamente normal para ti correrte diez veces durante una follada o correrte mientras orinas. ¡Ah, por cierto! ¿Ese empujón que estás notando en tu trasero? ¡Efectivamente, estamos realizando exactamente la misma operación en tu culito! Prepárate para gozar de orgasmos anales capaces de dejarte sin sentido. A mí personalmente me gusta más que me usen por el culo que por el coño, pero como eso lo deciden los amos procuro disfrutar de ambos agujeros. Por cierto, ¡muy importante! A pesar de todas estas mejoras que estamos haciendo sobre tu cuerpo, no podrás correrte a menos que el amo te autorice así que te recomiendo que vayas ensayando tu mejor mirada de perrita desamparada para que se apiaden de ti con frecuencia.

—Notarás que unos dispositivos están abriendo tu boca y no te dejan volver a cerrarla. Vamos a reformar un poco también por ahí. Los nanites permitirán que tengas una lengua y paladar tan sensibles como tu coño, así que saluda a los orgasmos orales. Potenciaremos tu producción de saliva para que no te falte lubricación a la hora de chupar y sorber. A partir de ahora, el semen y el fuido vaginal serán para tí néctar del paraíso y todo lo demás te parecerá soso e insoportable. Cuando terminemos el escáner de tu interior veremos si tu lengua se basta para dar un placer adecuado por si sola o tenemos que incorporar un piercing de bolita para añadir una estimulación extra. Tampoco es que vayas a volver a ingerir alimento sólido por esa garganta así que podemos ponernos creativos.

—Y como de momento estás aguantando muy bien la conversión, voy a hacerte un pequeño regalito. Vas a ser una perra esclava como yo, así que tenemos que ayudarnos. Como los amos me han prometido que cuando acabemos esta grabación van a follarme por todos mis agujeros voy a dejar una pequeña instrucción en la programación de los nanites que ya están en tu organismo. Desde este momento y cada 10 minutos tienes un 50% de posibilidades de que se active en ellos la orden de provocarte un bonito orgasmo en alguna parte de tu cuerpo. Este ciclo se repetirá hasta que se abra la vaina y salgas de ella, lo que debería ocurrir dentro de… 336 horas o lo que es lo mismo, dos semanas. ¡Espero que disfrutes de todo el proceso de conversión!

En ese momento, abandonando toda esperanza, comencé a gritar.