Recuerdos de una gatita incestuosa

Me encantaba cuando mi hermano sobaba su verga entre mis nalgas, cuando nadie nos veía, eran minutos cargados de lujuria que aprovecharíamos en nuestros momentos a solas.

Recuerdos de una  Gatita incestuosa

Esta es una remembranza de amor y sexo entre mi amiga Pamela y su hermanito tan lleno de cariño, un beso de Angie:

Quien me inició en el incesto fue mi hermano mayor, tenía más o menos 17 años de edad y el tenía 30. Cuando estábamos a solas me tocaba el culo, me lo sobaba bien, a veces me sobaba su verga en mis nalgas; me divertía mucho cuando lo hacía.

Éramos cómplices en los manoseos tan llenos de excitación, una pareja en enamoramiento. Cuando nuestros padres salían, cruzamos miradas y sonrisas. Quería sentirme mimada y querida, nos sentábamos en el mueble de la sala y veíamos una película excitante de alto contenido erótico. Deliciosos momentos que aprovechaba para meter sus manos entre mis piernas, acariciándolas suavemente, poniéndome caliente que le tocaba la verga por encima de su pantalón, apretándole la punta de su verga con mi mano izquierda mientras mi otra mano acariciaba la suya que estaba entre mis piernas con sus deditos tratando de meterse en mi coño húmedo. Luego metía su mano dentro de mi polo de abajo hacia arriba hasta encontrarse con la tirita del sostén, que me la subía para tener contacto con mis pechos que me los sobaba a placer, haciendo circulitos en mis aureolas y frotar mis pezones con la yema de sus dedos. En este estado de excitación, le abría su pantalón, metía mi mano dentro de su ropa interior y sacaba su verga para frotársela por el tronco de arriba hacia abajo en una suave y lenta masturbada, le acariciaba las bolas, con la palma de mi mano sobaba la punta de su verga y un sube y baja por el tronco que hacía que me apretara más los pechos, cuando estaba por derramar su lechita me ponía en cuatro con mis manos y mis piernas en el piso apoyadas en las rodillas con mis nalgas apuntando hacia su verga para recibir su lechita. Allí la recibía sosteniendo su verga con sus manos regándome el culo y con su mano derramaba la cremita por todas mis nalgas mientras con una de mis manos me tocaba el coño y metía un dedo tocándome mi clítoris para darme más placer.

Siempre que podía se metía en mi cama, cuando dormía, me bajaba mi calzoncito y se sobaba la verga en mi culo, creo que hasta se masturbaba con su verga entre mis nalgas, lo sabía porque sus movimientos a veces me despertaban; cuando lo hacía me hablaba al oído para que me tranquilizara y me quedara quieta, como me gustaba lo dejaba hacer. Me decía que tenía un culo precioso, me había acostumbrado a que en ciertas noches se masturbara con su verga en mi culo, algunas veces me atrevía a tocársela y acariciar sus nalgas y sus piernas mientras me lo hacía. Pasaron muchos meses así, un día se atrevió a más y se la sacó y me la enseñó toda, se acercó a mí, me bajó el calzón  y me la sobó en mi coñito caliente, me hizo tocársela y se dio gusto manoseándome por todos lados. Para culminar tan grato momento me arrodillé ante él, tomé su verga entre mis manos y empecé a meter en mi boca la punta de su verga, levanté la mirada hacia él y él me miraba fijamente y con nuestras miradas nos decíamos como disfrutábamos de aquel momento, poco a poco me iba introduciendo en mi boca su verga para después hacerme un poco hacia atrás quedando mis labios en la punta de su verga sin sacármela del todo para volvérmela a meter. Para ayudarme un poco, mi hermano posó sus dos manos en mi cabeza y sosteniéndome de los cabellos me hacía un segundo hacia atrás y otro hacia adelante, siempre con la verga en mi boca.  Me dejó toda la cara llena de leche y lo que cayó cerca de mis labios, lo lamí como un delicioso manjar. Ese día nos fuimos a su cama, nos quitamos toda la ropa, se subió en mí, y me frotó la verga por todo mi cuerpo, principalmente por el coño y por el culo. Siempre me dejaba con ganas de más, le dije que me lo metiera de una buena vez, y disfrutó de mi cuerpo virgen y yo de su deliciosa verga. Estábamos desnudos en la cama, mi hermano me acariciaba las nalgas y yo las suyas mientras nuestras lenguas se buscaban para juntarse en deseosos besos. Mi cuello descansaba en su brazo para estar muy juntos cerca del otro, de rato en rato me sobaba el coño y yo su verga. Teniendo mi coño húmedo y él su verga dura, la puso en la entrada de mi coño, mirándonos a los ojos; sus ojos demostraban cuánto me deseaba, los míos también combinado con algo de dolor por la penetración. Poco a poco iba sintiendo como su verga me penetraba el coño hasta que se detuvo cuando la tenía toda dentro de mí. Nos quedamos inmóviles, con sus manos me empezó acariciar las nalgas, yo le acariciaba su espalda dándonos tiernos besos. Luego de unos breves minutos, empezó a moverse suave y lentamente, sintiendo como entraba y salía su verga en mi coño, una deliciosa sensación. En los minutos finales, cercanos a nuestro clímax sexual continuó moviéndose de manera acelerada con sus manos sujetando mi cuerpo, mis quejidos aumentaban su placer; mi placer se intensificaba con sus embestidas. Después de estos grandes momentos, sentí como un líquido calientito ingresaba a mi cuerpo, a mi coño desde su rica verga. Mi cuerpo quedó debajo del suyo y mientras me acariciaba mis cabellos largos y negros, nos dábamos besitos cortos, uniendo nuestros labios mientras hablábamos para continuar haciéndolo, aprovechando nuestro momento a solas. Después de este rico y gran sexo, nos fuimos al baño para refrescarnos, allí nos acariciamos más, mi hermano me acariciaba las nalgas, los pechos, yo su trasero y su espalda y así con nuestros cuerpos pegados recibíamos el agua de la ducha mientras nuestros labios se unían en deliciosos besos. Al salir del baño nos fuimos a su cuarto, me ayudó a ponerme mi calzoncito y mi sostén, seguido de unos pequeños azotes en las nalgas, terminamos de vestirnos para esperar a nuestros padres y guardar las apariencias del caso.

Me las ingeniaba para ocultar mi hinchadito coño, desvirgado por mi hermano, de los demás, como no usar ropas apretadas como shorts de licra, delante de la presencia de los demás, sino algo holgado. Fue una relación tan rica que duró más de un año, de tener sexo todos los días e incluso varias veces al día, siempre nos dábamos maña para que nuestros padres no nos sorprendan y disfrutar del sexo como lo deseábamos.