Recuerdos de un viaje no realizado

Fantasía onírica de un esclavo fetichista en manos de su Ama muy severa

Abordamos el bus que nos llevaría ambos, al Puerto Colombia y sus hermosas playas adyacentes. Ama Xena se recostó para evitar los rigores del camino sinuoso por el que el bus encabritado trepaba la montaña y yo, finalmente quede en ese estado semidormido, cuando la imaginación abre paso a los sueños, y los sueños se truncan en realidades fantásticas, llenas de temores inconsistencias e imágenes bizarras…

Ama Xena caminaba adelante cual típica turista caribeña: cámara fotográfica en mano, sobrero panameño de ala ancha y sus sandalias de cuero que tanto me deleitaban…yo le seguía detrás a unos breves pasos, cargando todo el equipaje con un morral y llevando su bolso de mano y los víveres…la cercanía a la playa permitía que mi andar descalzo no llamara la atención; también posibilitaba  que vistiera solo un corto short y camiseta sin mangas , dejando bien visibles las cicatrices previas de los azotes que me marcaban los muslos y brazos; así como las cintas de cuero que apretaban mis tobillos y muñecas, haciendo juego con el collar de perro… eso ,junto al andar descalzo y con la cabeza rapada me confería un aspecto muy humilde, pero  en los días de carnaval nadie repara en la vestimenta de cada quien.

Las calles empedradas y calientes torturaban mis plantas, además del peso del equipaje y el ardor de los aun no sanados azotes con los cuales Ama Xena me obsequió justo antes de emprender el viaje. Deambulamos un buen rato por las calles del Puerto, Ama Xena se detenía unas veces a preguntar por las posadas y otras para tomar fotos costumbristas del paisaje, de la arquitectura  o de la naturaleza. Yo le seguía extasiado por complacerla y en ocasiones muy emocionados por sus breves y ocasionales caricias que acentuaban mi sumisión: unas veces pisaba mis pies descalzos, o me ordenaba atravesar las charcas haciendo que me embarre mientras ella las evitaba al transitar por la calles, colocaba algunas pinzas bajo mis ropa en las tetillas, o me ordenaba esperar arrodillado en la acera mientras entraba a ver alguna tienda o posada. Esos breves castigos y humillaciones me mantenían en completo éxtasis mientras finalmente, al cabo de un par de horas, Ama Xena se decidió por una posada.

Un lugar discreto en una de las laterales del pueblo, atendido por una Señora de mediana edad, caucásica, diría más bien que germánica,  de rostro adusto y cabello rojizo corto. Como siempre yo no hablaba y estaba arrodillado al lado de Ama Xena mientras ultimaba los detalles del registro y pago. La posadera me miró de soslayo y conversaba sonreída con Ama Xena unos pasos delante mientras nos conducía a la habitación. Creí advertir en la Dueña de la posada una leve sonrisa y cierto estupor cuando Ama Xena dijo secamente:

-Esclavo  ordena todo y me alcanzas en el vestíbulo

Me apuré en descargar el equipaje, colocar y acomodar la ropa de Ama Xena en los estantes, de guardar los víveres en la neverita ejecutiva, y  finalmente me dirigí  al vestíbulo. Ama Xena compartía un refresco con la Dueña de la posada, ambas sentadas en unas poltronas altas, Ama Xena extendió un pie hacia adelante… me arrodille frente a ambas apoyando ambas manos en el piso y bese sumisamente los pies de Ama Xena.

-Saluda a la Señora Phedra

Y acto seguido bese los pies,  calzados por  unas hawaianas, de la Dueña de la posada. Eran pies más grandes y gruesos que los finos de mi Ama Xena, quizá porque Phedra era como de 1,80 metros de estatura. No se inmutó la Sra. Phedra y pareció ignorarme, mientras permanecí lamiendo los pies de Ama Xena;  salvo que de vez en vez  acercaba sus pies a mi rostro para que alternara el ejercicio de mi lengua entre sus pies y los de Ama Xena.

Terminó su bebida y fuimos a pasear por el pueblo; Ama Xena adelante a unos diez pasos completamente independiente del sumiso descalzo que le seguía vestido de esclavo.  Solo se sirvió de mí en dos ocasiones del paseo: cuando saboreó un refresco bajo la sombra de un cocotero;  para lo cual tuve la dicha de sentir sus posaderas sobre mi espalda mientras cuadrúpedo le servía de silla; y cuando me ofreció parte del helado de chocolate… se sentó en una banca e hizo que le descalzara, me acosté en el piso bajo sus pies, con los brazos atados al collar del cuello tras la nuca… y mientras Ella deleitaba su helado, de vez en vez dejaba caer de su boca fragmentos de chocolate sobre mi rostro o mi torso desnudo; y luego sus pies descalzos restregaba el chocolate sobre mi cara, y me hacia lamer sus pies junto al chocolate y el polvo del camino.  Xena pisaba el suelo llenando sus plantas de barro y las restregaba sobre mi, pisando piernas, brazos, pecho, abdomen, llenándolos de tierra mezclada con helado, y haciéndome lamer sus plantas para humedecerlas antes de volver a pisar el suelo.  Quede con la cara y el cuerpo completamente embarrado de color marrón, mezcla de tierra y helado, dándome un aspecto deplorable, además de la sensación de pesgoste que debi mantener después, durante horas.

Aquella humillación y el contacto de sus pies con el fondo de mi garganta me producían una especial excitación, refrenada por el cinturón de castidad que apresaba mi sexo a punto de explotar.

Al regreso del paseo, mientras Ama Xena cenaba su pizza, me dejó  descansando arrodillado y atado con una cadena bajo un árbol en una esquina de la plaza, permanecí echado en cuatro patas procurando no ser visto ni hacer ruido por los eventuales viandantes. Me alegré cuando Ama Xena regresó, y halándome me llevo en cuatro patas hacia un banco donde se sentó, arrojándome en el piso la cena: los bordes y sobras de la pizza, que debí comer como perro mientras Ella chateaba con su teléfono.

Ya en la posada, compartimos una serie de TV, de la forma usual que nos complacía a ambos, Ama Xena acostada en la cama con sus divinos piecitos estirados hacia el borde, restregados sobre mi rostro o jugueteando con mi boca y mi lengua mientras lamo y succiono cada uno de sus deditos o intento tragarme sus pies hasta el fondo de mi garganta echado en el piso, maniatado y desnudo junto a la cama.

Pasadas un par de horas, luego que Ama Xena se cansó de la TV, me arrastró hasta el balconcito de la habitación y me hizo atar una cuerda en la parte alta de la reja; desde donde me suspendió. Mi cuerpo quedo completamente estirado con ambas manos por encima de mi cabeza y apoyado por la punta de mis pies, me sentía muy expuesto no solo por la desnudes salvo por el arné de cuero que aprisionaba mi sexo; sino porque sentía que quedaba visible  desde la calle. Y aunque fuera una calle solitaria y lateral del pueblo, la luz del poste me bañaba por completo. Ama Xena sin embargo no quedaría visible, al colocarse detrás de mí, en la habitación oscura, desde donde me lanzaba los azotes como dardos, precisos , cortantes, que me arrancaban gemidos en medio de mis cada vez mas estertoricos lamentos de la cuenta

-“...veintisiete gracias Ama Xena...veintiocho graaciias Amma Xeena...

Ocheennnta y cuatroooo grraccias AMMMAA XEENNA..”

Gritaba los últimos números mientras sudaba por la adrenalina y los intentos fallidos de mi cuerpo al girar maniatado tratando en vano de evitar los azotes, punzantes y precisos..unas veces dejando estrías en los muslos, ya en el izquierdo, ya en derecho, otras estrellándose sobre la espalda desnuda o mordiendo la piel al trenzar el látigo o la fusta sobre el torso. Por un momento mi imaginación pareció advertir  a la Sra Phedra en la acera bajo el balcón observado el castigo que sufría de manos de Ama Xena, no lo percibí bien ya que en ese momento mis ojos se llenaron de lagrimas por los azotes recibidos.

Ama Xena se detuvo a acariciar con sus dientes la piel marcada de su esclavo; una veces en la espalda otras en el cuello y los brazos otras en el vientre…cada mordisco parecía que sacaría un tajo de músculos, al tiempo que arrancaba alaridos de mi garganta…colocó decenas de pinzas prensando mi escroto hinchado, me amordazó y vendo mis ojos. Fui colocado en cuatro patas sobre una mesita baja al lado de la cama, cuando sentí que sus dedos enguantados me untaban lubricante en el ano, introduciéndose rudamente un consolador… sentí como aquel plástico intentaba llegar hasta el fondo, violándome, dando vueltas o embistiéndome a cada golpe de la cintura de Ama Xena, de donde se sujetaba como pene artificial. Solo los azotes de la vara de Ama Xena lograban hace que me moviera al compas de la violación facilitando el movimiento de vaivén de aquella violación que me desesperaba y rompía mis entrañas.

Luego fui atado de rodillas en el piso con las manos tras la espalda y Ama Xena halo la cadena de mi cuello de modo que cabeza quedo entre sus dos hermosas piernas frente a su sexo húmedo…comencé entonces a lamer con cuidado con esmero y con lentitud su sonrisa vertical, jugando con mi lengua como explorando cada rincón de su cavidad, mientras mi rostro quedaba empapado de sus jugos y mi piel se erizaba al compás de los azotes con los cuales Ama Xena, vez en vez, intentaba apurar la faena. Finalmente sentí los temblores de sus piernas y sus manos apoyarse sobre mi frente separando mi cabeza de su centro de placer.

Me eche a sus pies, con la cara húmeda de sus jugos, en espera de la respuesta a mi faena. Estaba muy excitado con mi pene a punto de estallar bajo el cinturón de castidad, goteando aprisionado por el arné, lo intenso de la jornada, las caricias de Ama Xena, sus besos de cuero de la víspera, sus besos ortogonales y los juegos previos de la tarde me tenían al borde.

-“mi perrita tiene ganas, se ha ganado un premio pero no será el que quieres…”

Y acto seguido me arrastró al baño, donde me amarró acostado en el piso de la ducha, con las manos tras la espalda. Parándose encima de mi sentí caer sobre mi rostro el elixir caliente de su sexo y como poco a poco se iba desplazando para empapar todo mi cuerpo con su elixir caliente, bañándome con su orine.

-Gracccias Ama Xena … alcance a decir antes de que Ella sellara mi boca con cinta adhesiva, cubrió mi cuerpo húmedo con una manta, apagó la luz y me diera las buenas noches en forma de un fuerte beso de sus plantas sobre mi rostro. La noche se me hizo interminablemente larga, me costó mucho conciliar el sueño, por la enorme excitación no liberada de mi pene erecto y mi escroto hinchado lleno d pinzas, por la humedad del baño recibido de Ama Xena, por los azotes y mordidas y sobre todo por el recuerdo de su sexo en mi boca y el olor a Ella que me impregnaba.

En la mañana, Ama Xena me arrastró hacia el vestíbulo usando la cadena en mi cuello, sentía  mi piel aun empapada en sus jugos y me aterraba ser mostrado asi…AMA XENA no parecía preocupada, cruzamos toda la estancia de la posada desierta, hasta llegar al hall, alli estaba la Señora Phedra con un vestido corto, estampado de flores, mostraba unas piernas de cuarenta y tanto años y un cuerpo bien cuidado, sus senos muy blancos aun se percibían bien formados bajo la tela del vestido, y su cabello corto le daba, junto a lo huesudo de su rostro, un cierto aire andrógino. Estaba recostada en una poltrona con las piernas cruzadas , sus pies gruesos y grandes, medio calzados con una sandalias de cuero, sin tacón, que apenas si sujetaban con dos tiritas su dedo gordo.

Ama Xena se le acercó, colocándome a mi en cuatro patas a la altura de aquellos pies, y pude notar que atestiguaban el andar descalzo de la víspera con talones y empeine sombreados de polvo.

-“esclavito limpia los pies de la Sra. Phedra mientras voy a desayunar”

Dijo Ama Xena mientras le pasaba la cadena con la cual me arrastraba y le entregaba la fusta que no tardó, la Señora Phedra hacer silvar en aire estrellándose sobre mis nalgas… no fue fácil limpiar y lamer aquellos enormes pies de Phedra, estaban muy sudados y llenos de polvo y además la humillante situación de tener que lamerle los pies a una desconocida por orden de mi Ama  sometiéndome a sus azotes…mi cabeza daba vueltas y casi desfallezco de éxtasis por lo bizarro de la escena, cuando Ama Xena dijo

_Vamos perrito queremos ver cómo te tocas…al tiempo que parada tras de mi me liberaba mi sexo del cinturón de castidad y me golpeaba con la fusta las nalgas…yo seguía al borde del sillón lamiendo los pies de Phedra apoyando una mano en el piso e intentando masturbarme con la otra, mientras Xena me azotaba con la fusta y Phedra jugaba a hacerme tragar sus pie izquierdo apoyando su enorme pie derecho contra mi rostro mientras halaba la cadena de mi cuello.

Finalmente estalle copiosamente liberando mi escroto; pero la satisfacción no duro mucho al ser hiper humillado por la orden de Phedra

-“..no dejaras en el piso regada tu porquería…vamos perrita quiero ver como lo lames y te lo tragas tooodo”!

Y comenzó a azotarme con fuerza mientras su mano empujaba mi cabeza hacia el charco de semen que había dejado en el piso…

Xena se reía y me azotaba las nalgas

-“ esclavo más vale que te acostumbres..je je je”,

No me dejaron limpiarme, tenía la piel marcada por azotes con estrías y mayugaduras rojas; y zonas oscuras de tierra y barro; olía enormemente al sexo de Ama Xena y mi boca aun tenia rastros de mi corrida…

-Te quedaras aquí mientras voy a la playa, esclavo, regreso al final de la tarde

Ordenó Ama Xena, añadiendo:

-“Obedecerás a la Sra Phedra; serás su sirviente en la posada, te he alquilado a cambio del hospedaje, así que Ella puede usarte y castigarte como guste…”

Me acerque gateando y besé sumisamente los pies de ambas en señal de conformidad. El resto del dia lo pase trajinando de aquí para alla, unas veces haciendo las camas, otras trapeando el piso, o limpiando los baños, cada tarea era eventualmente supervisada por la sra Phedra, dándome uno que otro azote de conformidad cuando me acercaba gateando a besar  sus pies. En ocasiones simplemente me llamaba “ven esclavo quiero sentir tu lengua” y me usaba para darle placer o para lamer sus pies descalzos y obviamente nuevamente sucios, luego me azotaba con el látigo y ordenaba seguir con la faena. De no ser por esas pequeñas y continuas interrupciones la faena de sirviente se me hubiera hecho muy pesada, pero el placer de sentirme humillado bajo los pies sucios de Phedra o de ser castigado por Ella para complacer a mi Ama Xena me hacia delirar y olvidar el trato cruel a que era sometido.

No pare las faenas en todo el día, ya estaba agotado cuando llegó Ama Xena…

-“veo que te has portado bien esclavo, saldremos los tres esta noche… tienes dos horas para asearte  y  prepararte algo de comer, Phedra y yo tenemos que hablar,  no molestes”

Dijo Xena mientras ambas se alejaban hacia la habitación tomadas de la mano. Me apuré en  usar el lavabo, ducharme, afeitarme, depilarme por completo excepto las cejas, y tomar una nutritiva comida caliente, justo antes de que salieran de la habitación. Me encontraron en el vestíbulo, aseado, de rodillas y cabizbajo, vestido solo con collar y las manos tras la espalda.

-Jugaremos contigo esclavo… vamos a un bar de ambiente a celebrar el carnaval. “

Dijo Ama Xena, al tiempo que Phedra agrego:

-“es un sitio lésbico, a tu esclavo tendremos que prepararlo para que pueda entrar ..je je”

Me ordenaron ponerme las muñequeras de cuero en pies y manos, el collar de perro y el cinturón de castidad que dejaba libre mis nalgas y ano, pero que tapaba el arné con el cual aprisionaban mi pene y testículos. Permanecí de rodillas con las manos sobre la cabeza  mientras ambas se deleitaban en humillarme y reían al ver mi rostro descompuesto cuando pintaban las uñas de mis manos… también rieron a monto cuando Phedra me azoto fuertemente con una vara la planta de los pies, haciéndome aullar luego de que me ordenaran pintarme de rojo las uñas de los pies.  Maquillaron mi rostro untando parpados y labial y rieron al verme llorar cuando Phedra arrancaba mis cejas.

La final me pusieron un pseudo vestido rojo sin mangas que dejaba libre toda mi espalda y apenas cubría media pierna encima de las rodillas,  sujetado al collar de mi cuello, dejando evidente las marcas de azotes de mis piernas espaldas y brazos. Las pinzas en mis tetillas eran visibles por lo escotado de la parte delantera. En realidad era más un trozo mínimo de tela con aspecto femenino, que mostraba que quien lo portaba no era una mujer ni tampoco un hombre propiamente…más bien una esclava bizarra que una transfor y más un sumiso humillado que una sissy.

Fue súper humillante tener que salir así, descalzo con aspecto de esclavo afeminado o de esclava lésbica, maquillado y arrastrado por una cadena al cuello, por la calles caminando literalmente tras dos hermosas y elegantes chicas.

Llegamos al sitio, en una de las calles laterales del Puerto,  era una casa modesta de una sola planta convertida improvisadamente en night club. Un anuncio en letras azules y verdes “le perroquet bleu” y un pasillo conducían a un amplio estar, semi  iluminado, muy cargado, con sonido elevado de música country, con una barra y varias mesas en torno a una pista de baile redonda…mas al fondo otra salita conducía a una especie de terraza con vista al mar al fondo, allí bastantes mesitas bajas y un área central  con lo que alguna vez fue una fuente de agua que bañaba un enorme estatua de un papagallo o cotorra. El ambiente era muy vario pinto, aquí un par de chicas abrazadas jugando, allá un grupo de roqueras, mas allá unos travestis, al lado un grupo de jóvenes donde confluían andróginos, hemos y tres chicas con aspecto colegial incluido las colitas en el pelo, muy tatuadas y con piercing bajo la nariz. En la pista podían verse varas homosexuales de ambos sexos, chicas solas bailando y una pareja hetero común…todo un zoológico de vestimentas, géneros, atuendos, gustos y edades…de modo que el trío que conformamos: Phedra de aspecto andrógino y vestimenta masculina, Ama Xena  con su silueta femenina discreta y yo  hubiéramos pasado desapercibidos de no ser por el aspecto de esclavo trasvertido que llevaba.

Sentía miradas y burlas al pasar por los grupos,  hasta situarnos cerca del borde de la terraza; donde Ama Xena me arrodilló justo al lado de las sillas donde ambas se sentaron, atando la cadena de mi cuello a la reja de la terraza y  fijando mis manos tras la nuca al collar de cuero. Permanecí allí un tanto aburrido mientras Xena, Phedra y sus amigas compartían , charlaban, bailaban o usaban el karaoke;  solo tome dos tragos uno que me arrojó Ama Xena desde su boca bañándome el rostro…y una cerveza que me vacio Phedra sobre mi cabeza empapándome todo.

Como a media noche, Ama Xena me espetó:

-“bien esclavo vamos a jugar contigo”

Me llevo hasta la fuente en medio de la terraza, Phedra me ató de la columna superior, quedando todo mi cuerpo guindando de lo alto como una piñata, apoyándome apenas de puntillas, y me vendaron los ojos con varias vueltas de una tela oscura que me impedía ver nada y que, puesta alrededor de mi cara tapaba también un poco los oídos.

Un par de buenos azotes de Ama Xena y luego una serie continua de sensaciones hicieron el resto de la noche interminable… sentí como unas manos frías me tocaban, u otra mas grandes o mas calidas me palpaban, como otras manos me arañabam, en ocasiones unos labios, luego otros, unas veces alguien me azotaba o me mordía o me besaba, o me pellizcaba… ya no tenia cuerpo, era solo una piel tocada, besada, arañada, golpeada y usada  por una, por dos por tres o más personas a la vez, si saber quién era, ni quien hacia que…literalmente era el juguete de todos o de algunos de los presentes, no sabía su tipo de piel, ni su género, ni su aspecto, solo sentía sus efectos a través del gusto, del olfato y del tacto. No podía moverme solo gemir, chillar cuando los mordiscos los azotes o la cera me quemaba en demasía…fui violado una y mil veces con manos y objetos por el ano y por la boca, azotado y marcado sin saber quien cuando y como…era una sensación desesperante, me besaban o mordían los labios o los pezones sin saber…solo soportable porque ocasionalmente la voz de Ama Xena me susurraba: “aguanta y te recompenso esclavo… recuerda abrir las manos para el código rojo y una para el amarillo”, es decir me recordaba las palabras de seguridad o me ponía un trozo de hielo en la boca, para aguantar como jugaban con mis pezones, los testículos, el ano o el pene…que ya no me pertenecían sino que eran de uso y abuso de quien sabe quien…

Me sentí agotado, cuando Phedra me liberó del techo y me puso ahora en el piso boca arriba, amarrando a lo alto mis manos y pies  todos juntos, de modo que mi culo y escroto quedaban expuestos, y mi cara también, a la altura del suelo; nuevamente sentí como azotaban mis brazos y piernas, como derramaban esperma sobre mis tetillas sobre mi escroto, como unos dedos se hundían en mi ano, o como otros dedos de pies invadían mi boca o pisaban mi cara…

Finalmente Ama Xena me libero, me vestí y me dejó descansar atado bajo su silla, hasta la hora de partir… estaba muy agotado, adolorido y confundido, hasta que comprendí todo… un brinco fuerte del bus hizo que ambos nos sobresaltáramos, despertando… aun no llegábamos a Puerto Colombia, fue un bache del camino y solo había soñado los recuerdos de un viaje no realizado.