Recuerdos de cine, en el cine

Su novia se estremeció tiernamente entre sus brazos al sentir el tacto de la mano de Daniel sobre su ropa interior, y él pudo notar claramente que la fina tela de las braguitas empezaba a mojarse apenas rozó el bultito que hacía su monte de Venus....

-Bueno, ¿cuál vamos a ver? – Daniel estaba exultante de felicidad, y la verdad que tenía motivos para estarlo. Era una espléndida tarde de primavera, casi de inicio de verano, la temperatura era estupenda, ni él ni Mati llevaban ya el yeso de los brazos rotos, que habían curado más rápido de lo esperado, sólo seis semanas… en la empresa se estaba hablando de un ascenso a jefe de contabilidad, y tenía muchas posibilidades de ser "el elegido", en definitiva, que había motivos para estar contento y celebrar, y él y Mati habían decidido salir al cine esa tarde. Su novia se había puesto las lentillas, y aunque las gafas redondas que usaba le quedaban muy bien, con la cara totalmente despejada, estaba para marear a cualquiera, en opinión de Daniel, con esos enormes ojazos azules…. La blusita blanca que llevaba, reflejaba el sol de la tarde y parecía iluminarla, y la faldita de tela arrugada revoloteaba juguetonamente en torno a sus rodillas, y además olía tan bien, le brillaba tanto el pelito castaño rojizo, le sonreía con tanta alegría en la carita redonda… quizá fuera el ir ya sin el molesto yeso, o la llegada de la primavera, o quién sabe qué, pero los dos estaban realmente alegres aquélla tarde.

-A mí me llama mucho aquélla – dijo Mati, señalando un cartel con el brazo libre, porque con el otro tenía la mano metida en el bolsillo trasero del pantalón de Daniel. Él habitualmente solía ir con traje, así que había que aprovechar las pocas veces que se ponía un vaquero. Él correspondía sujetándola de la cintura, si bien tenía que recordarse a sí mismo cada poco rato que la cintura, quedaba un poco más arriba, porque su mano bajaba hasta "otros terrenos" sin que el propio Daniel se diera mucha cuenta de ello.

-…Hombre, por mí vale, pero un poco fuerte, ¿no…? – contestó él, mirando el cartelón. La película que había llamado la atención de Mati se llamaba "Condena Mortal", el cartel era enteramente rojo y negro, con letras que chorreaban sangre y la foto mostraba a un actor, caracterizado como recluso, con la cabeza afeitada, que, en expresión de terror loco, alargaba la mano a través de las rejas de su celda hacia el espectador, como si quisiera agarrarlo… el recluso estaba empapado en sangre por las heridas causadas no se sabía por qué, y en un lado de la cabeza, se veía una brecha tan profunda, que se adivinaban las circunvalaciones del cerebro… Lo cierto es que, que él supiera, la peli era de terror y bastante violenta; en una cárcel de máxima seguridad empezaban a producirse muertes extrañas… en principio se decía que si tráfico de órganos, que si peleas entre los presos… Un detective decidía hacerse pasar por delincuente para investigar, y descubría casos de posesión demoníaca, canibalismo… A Daniel le gustaba el cine de miedo, lo que él llamaba "hobby estropeacerebros" que había conservado desde su lejana adolescencia, no le importaba que fuese gore, eso le hacía gracia, y a Mati, ahí donde la veías, le encantaba el cine violento, pero aún así, le preguntó si realmente quería ver aquello.

-Claro que sí, seguro que es muy entretenida… y si te da miedo, puedes abrazarme. – bromeó. Daniel sonrió y se acercó para besarla, cuando una mano le agarró por el hombro y le echó bruscamente hacia atrás, privándole de su beso.

-¡Sabía que erais vosotros! – el recién llegado era Mendieta, encargado de recursos humanos de la empresa donde trabajaban. Iba acompañado de su esposa, y no es que fuese mal tipo… pero la verdad que podía haber sido un poco menos inoportuno. - ¿Así que besándose en mitad de la calle, como dos tórtolos…?

Daniel tenía que levantar la vista para mirarle, porque era sensiblemente más alto que él. No le gustaba que le hubieran frenado a mitad de camino de un beso, no le gustaba que alguien de su empresa le hubiese pescado a punto de besar a Mati en público… pero era el principal de recursos humanos, con el ascenso en el aire, convenía hacerse el simpático.

-Hola, Mendieta. Señora… - saludó sonriendo, Mati hizo lo mismo.

-¿Qué señora, Daniel? – dijo ella - ¡Mónica, y nada más! – A Mati no le gustaba nada la mujer de Mendieta. Todo el mundo en la empresa tenía en bajo concepto personal a su novio, pero ella se pasaba el tiempo diciendo de él a escondidas que "el iceberg sólo deja ver una puntita y por eso parece pequeño, lo que hay debajo, es ENORME… En el bote pequeño, viene la buena confitura… el cohete más pequeñito, es el que truena más fuerte…". Mati sabía a ciencia cierta que todo aquello era verdad, pero no le parecía plan que una desconocida fuese haciendo insinuaciones por ahí… pero tampoco podía decirle nada. Eran rumores, nadie podía acusar directamente a Mónica de haberlos iniciado, aunque fuera un secreto a voces. Daniel le había contado que tampoco le era simpática a él, que antes de que salieran juntos había intentado ponerle cachondo en muchas ocasiones… no era algo nuevo, lo había hecho ya con otros hombres de la empresa… como era la esposa del responsable de RRHH, sabía que era intocable y no la echarían, su palabra siempre prevalecería ante la de cualquiera. Le gustaba elegir a un tipo y ponerle burro, calentarle y que luego la cosa se quedase en nada… si alguno intentaba ir más allá, lo denunciaba por acoso. Mendieta solía decir que su mujer no tenía la culpa de ser guapa y pizpireta… Mati tenía que reconocer que era mucho más llamativa que ella, rubísima, con pechos bastante grandes (se decía que eran operados, pero el único que podría asegurarlo sería el propio Mendieta, y ése no iba a tirar piedras contra su propio tejado) y muy alta. Sabía maquillarse muy bien y aprovechaba su atractivo… Cuando se agachó para darle dos besos a Daniel, el escotazo dejó ver hasta la fecha de su nacimiento.

-¿Y qué, al cine? ¿Qué teníais pensado ver? – Preguntó Mendieta desde su altura.

-Pues, estábamos pensando en Condena Mortal… - confesó Daniel

-¡Anda ya…! Daniel, ¿no pensarás de verdad llevar a tu chica a ver una película medio gore?

-Pobrecita Mati… - se rió Mónica - ¿No pones tú también opinión…?

-Lo cierto es que ha sido idea mía ver esa… - dijo Mati con su vocecita que apenas se oía.

-Oooh, Mati, eres demasiado buena con los tíos… No se puede ser tan buena como tú, te toman por tonta… Tienes que hacer que te lleve a ver lo que tú quieras.

-¡Claro que sí! – apoyó Mendieta – Pelis de amor, que es lo que os gusta a vosotras, como vengo yo con Mónica… No, Daniel, no le des la tarde a la pobre chica, se va a dormir con ése bodrio sanguinolento, ¡entrad con nosotros a ver "Amor con sirope"!

-¡Ay, sí! – corroboró su mujer – Es una comedia romántica preciosa, os va a encantar, resulta que al final ella tiene cáncer… ¡Ay! ¡Se me ha escapado…!

Daniel y Mati se miraron… no, era la última película que hubieran pagado por ver… de hecho, ni cobrando tendrían ganas de verla… pero la alternativa, era quedar mal con alguien cuya palabra influía demasiado en la posibilidad del ascenso… Mati la disculpó:

-Es igual… no te preocupes, si a fin de cuentas, las pelis de amor son todas iguales…

Mendieta se rió.

-¡Mati, llevas demasiado tiempo viendo cine con éste, te ha contagiado de todo lo masculino…! Esta tarde, vais a desintoxicaros, venga, vamos a sacar las entradas… si ya estabais en plan tórtolo antes de verla, después vais a salir andando entre nubes, ya veréis…

Echaron a andar y Daniel y Mati los siguieron. Daniel resopló. Por quien más lo sentía, era por su novia, Mati era la única chica que había encontrado jamás que detestaba Pretty Woman, que no soportaba a los guapísimos de moda, y que consideraba que el cine de amor era aburridísimo y hasta repulsivo… para él, la película simplemente sería un rollo; para ella, iba a ser una tortura…. Y lo peor, es que el ascenso, de producirse, sería para él, no para ella. La miró de reojo. Mati no sabía fingir… en ocasiones, eso era bueno, nunca había dudas ni necesidad de preguntar si lo había pasado bien, pero en ésta, sus grandes ojos azules reflejaban una tristeza que partía el corazón, y Daniel lo entendía bien… Ellos había venido allí para disfrutar de la tarde y de una peli, para estar juntos y solos, y el plan se les había chafado brutalmente en todos los aspectos… ojalá pudiera arreglarlo de alguna manera.

-¿Butacas separadas…? – la voz de Mendieta sacó a Daniel de sus pensamientos, ¿qué había dicho…?

-Lo siento, señor, pero todo está reservado… juntas, sólo quedan dos delante, y otras dos detrás. Hasta cinco minutos antes de iniciar la sesión, no anulamos las reservas. Si quieren esperar… pero se arriesgan a que las reservas se ocupen y las únicas butacas que hay, también se vendan.

Mónica achuchó a su marido, era mejor comprar lo que había, mala suerte, otro día se vendría antes… Mendieta cortó las entradas y les dio las suyas a Daniel y Mati.

-Pues siento este fastidio… y menos mal que había un par de butacas juntas, en fin… ¿queréis delante o detrás?

-Oh… da igual. – contestó Daniel, y Mendieta le tendió las butacas de detrás.

-A ver lo que hacemos, ¿eh, niños….? No os aprovechéis porque estéis en la fila de los mancos… - A Daniel no le agradaba que le tratase con esa superioridad aún fuera de la empresa, pero sonrió abiertamente. Echaron a andar hacia la sala, porque a la película no le faltaba mucho para empezar.

-¿Fila de los mancos….? – preguntó Mati en voz baja. La verdad que a veces, su novia podía ser más inocente que un flan.

-Se llama así, porque los novios se dedicaban a meterse mano, así que las manos, nunca se veían… estaban ocultas. – le explicó.

A pesar de las reservas, la sala estaba casi vacía, y Mendieta protestó, pero el acomodador se limitó a decirle "sí, señor. Lo siento, señor", sin mirarle siquiera. Era indudable que estaba acostumbrado a protestas… Daniel y Mati se sentaron en sus butacas, junto a otras parejas. Curiosamente, esa fila estaba prácticamente llena… Mendieta y su esposa se marcharon a las suyas, y en pocos segundos Daniel los perdió de vista en la oscuridad. Aprovechó para hablar con su novia.

-Mati, siento mucho que se nos haya fastidiado el plan – dijo, tomándola de la mano – Te prometo que mañana volvemos y vemos la otra peli, y ésta noche, te haré mis mundialmente famosas tortitas.

-Cielo, si no estoy enfadada contigo, ni nada… - contestó ella, con su sonrisa triste.

-Pero yo quiero resarcirte. – Le hubiera gustado besarla. Mucho. Pero estaban rodeados de gente, y le daba un poco de nosequé, así que sólo posó su boca en la suya fugazmente. Mati le miró con ternura, se agarró de su brazo y se acurrucó.

-¿No te importará si me duermo, verdad…? – musitó.

La pantalla se iluminó, pusieron un par de anuncios y enseguida empezó la proyección… y para asombro de Daniel, empezó también la desbandada. Oyó un sonido de roce lejos de él, y no le dio importancia, pero a poco, el sonido se oyó más cerca. Giró la cabeza, y vio a una de las parejas levantarse y alejarse entre la fila de butacas. Los del lado izquierdo hicieron lo mismo, pasándose a la fila de delante, en un extremo. Un par de minutos después, otra pareja se levantó cautamente y también se alejaron hasta el rincón vacío de la fila… apenas habían llegado, y el joven ya tenía las manos metidas en la camiseta de su compañera, afortunadamente, el rincón estaba lo bastante oscuro para que Daniel no viera más… Mati, sin soltarse de su brazo, no dejaba de mirar a derecha e izquierda, tan sorprendida como él… sí, de acuerdo que en un cine pueden pasar esas cosas, pero… ¿cuánta gente estaba allí sólo por la película, y cuantos a por filetes….?

La pareja que había al lado derecho, separados sólo por una butaca, se besaban como si quisieran absorberse. No parecían darse mucha cuenta que Daniel y Mati estaban allí, pero no era un espectáculo agradable, sino un poco embarazoso más bien… Cuando Daniel creyó ver un pecho y oyó sonido de lametones, tosió, intentando mantener los ojos fijos en la pantalla, y la pareja le miró fastidiada… pero echaron un vistazo a la sala, se levantaron y se marcharon un poco más lejos. Sin mover la cabeza, Daniel miró a su alrededor. Los que se habían ido a la esquina no se les veía, pero con el rabillo del ojo, se distinguía una sombra con un movimiento rítmico regular muy sospechoso… los de la fila de delante, sólo se veía a la chica, el chico era mejor no preguntar dónde estaba. Los del otro rincón, variaban: sólo se veía la figura del chico, y así se podía entrever a unas cuantas parejas más dándose el lote… bueno, "darse el lote", era un eufemismo: estaban haciéndolo. Como buenamente podían, sí, pero haciéndolo. Si intentar prestar atención a la película ya era difícil con lo aburrida que era, con toda aquélla distracción ambiente, era poco menos que imposible…

-Si esto es lo que sucede en todas las proyecciones de comedias románticas, ahora me explico que tengan tirón… - susurró Mati. Daniel la miró. Incluso con la oscuridad de la sala, podía ver brillar sus ojos. Estuvo a punto de preguntarle algo como "¿nos unimos a la fiesta…?", pero no hizo falta. Nunca supo cómo, pero de pronto se encontró besándola, con el reposabrazos subido para que no se interpusiera entre los dos, rodeándola con un brazo los hombros, y con el otro desabrochando el segundo botón de su blusa. – Somos unos locos, Daniel… ¿Qué diría Mendieta si le da por acercarse? ¿O su mujer?

-Dirían que no somos nada románticos.

-Pues no sabes lo que me alegro… - Daniel se rió, y pudo notar la risa de ella, muy cerca de su oreja, que le hizo mariposas en el estómago, mientras su mano derecha se había perdido en las profundidades de una blusa entreabierta, rozando el pecho, sólo mediano, pero muy bien puesto, de Mati… su novia, sin dejar de besarle, le presionó la mano sobre ese mismo pecho, para que lo apretara, lo que él hizo gustosamente, sintiendo cómo el pezón se endurecía entre sus dedos. No era lo único que se estaba endureciendo, y Daniel ardía en deseos de desabrocharse el vaquero, pero se aguantó… ¿no quería antes de entrar, compensar a Mati por haberla metido a ver aquél petardo de peli? Qué mejor medio de compensarla, que cediéndole un turno… Sin más preámbulos, bajó decididamente la mano hacia la cinturilla de su falda, una prenda muy práctica, que no tenía cierres, se sujetaba sólo con gomas, de modo que pudo meter la mano sin dificultad, y mientras Mati le acariciaba la nuca y le sacaba la camisa del pantalón para acariciarle la piel, Daniel apretó los muslos de su novia, intentando que ella subiese una de las piernas a las suyas, para tener más sitio para atacar… Mati bajó la mano peligrosamente hacia el bulto que en la entrepierna le hacía el vaquero, y Daniel sacó la que tenía bajo su falda para frenarla - ¿…Qué pasa? ¿No vamos a…..?– susurró ella.

-Claro que sí… pero primero, vas tú – Mati sonrió con dulzura e intentó objetar algo, pero Daniel prosiguió; directamente le cogió la pierna y le hizo ponerla sobre las suyas, y de nuevo metió la mano por la cinturilla de la falda. Su novia se estremeció tiernamente entre sus brazos al sentir el tacto de la mano de Daniel sobre su ropa interior, y él pudo notar claramente que la fina tela de las braguitas empezaba a mojarse apenas rozó el bultito que hacía su monte de Venus. Mati reprimió un suspiro y le acarició el pecho con el dorso de la mano, mientras él cosquilleaba de arriba abajo, deteniéndose sobre el clítoris tembloroso, provocando que el cuerpo de su novia respingase a cada vez.

En la pantalla, se oía una música empalagosa y Daniel medio vio que "el chico" compraba rosas amarillas y las escondía para que no las vieran un montón de antropoides que debían ser amigos suyos, y luego quedaba en casa con "la chica"… aquello le recordó algo.

-¿Sabes de qué me estoy acordando…? – susurró al oído de Mati – de la primera vez que estuvimos en mi casa… Cuando cenamos juntos, que hice spaghetti con tomate y albahaca, porque sabía que era de las cosas que mejor me salían y no quería pifiarla… - Mati le miró con unos ojos tan tiernos, que Daniel pensó que se estaba poniendo más tontón con algo tan inocente, de lo que se pondría con una porno… sin poder evitarlo, metió la mano dentro de las bragas de su novia y acarició la piel, lampiña y suave, húmeda… Mati sonrió y se pegó más a él, y Daniel, mientras bajaba sus dedos lentamente para tocar el clítoris, siguió hablando al oído de su novia – Y cuando acabamos de cenar y recogimos un poco, nos quedamos mirándonos como dos bobos… ninguno de los dos sabía qué decir, y se me ocurrió la idea más floja… decirte que tenía discos en mi dormitorio que quizá te interesaran, y tú te pusiste como un tomate… pero aceptaste.

Mati no dejaba de dar saltitos de gusto en su butaca, mientras Daniel le frotaba la perlita en círculos, no muy deprisa… pero aún así, cuando veía que ella se emocionaba demasiado, paraba y bajaba hacia su agujero lentamente, para dejarla respirar y que no se corriese demasiado rápido… ahora mismo le estaba metiendo un dedo muy ligeramente, apenas entre los labios, y Mati suspiraba de tal modo que hubiera partido el alma a las piedras.

-Sigue, Daniel… - suplicó – Sigue hablandooo…. – Daniel sonrió, y se acercó aún más a la oreja de su novia para susurrar.

-Entré en la alcoba, y tú dudaste… pero me seguiste, y cuando me senté en la cama, te sentaste junto a mí. Los vinilos estaban bajo la mesilla, pero nos miramos… y todavía sigo sin explicarme cómo, pero lo siguiente que recuerdo es estar sobre ti… - Mati se estremeció visiblemente al oír aquello y recordar esa primera vez – Yo con los pantalones en los tobillos, tú sin falda… las braguitas fuera, ni sostén… la blusa hecha un gurruño a tu lado, y yo sosteniéndote las piernas con los brazos y empujando… mirando tus pechos botar, como si estuviera hipnotizado por ellos, y… - Mati le agarraba del brazo con el que la masturbaba casi con desesperación, todo su cuerpo temblaba y luchaba para no gritar - …y ahora puedo decírtelo: repitiendo mentalmente la conjugación de verbos irregulares franceses, porque si no, no hubiera aguantado ni cinco segundos…

Mati parecía a punto de llorar de placer, no era la primera vez que le sucedía, le pasaba cuando gozaba de forma muy intensa o estaba muy contenta… como aquélla primera vez. Era indudable que recordarla, y oír la voz de Daniel mientras la acariciaba tan dulcemente, habían detonado en ella placeres realmente atronadores… él no cabía en sí de gozo; es cierto que Mati era una chica de orgasmo muy fácil, es cierto que él mismo la conocía bien y sabía satisfacerla, pero el hacerla disfrutar hasta que llorase de felicidad, era un pico muy intenso, y conseguirlo le daba ganas de grabarla en vídeo, de atesorar cada gemido que ella emitía, cada meneo de caderas, cada gota de sudor que resbalaba por su frente… Los dedos de Daniel resbalaban en jugos cálidos, podía notar que el clítoris de su novia empezaba a temblar, y de pronto, se contrajo. Mati se aferró a él como si le quisiera arrancar el brazo, y enterró la cara en su pecho para ocultar los gemidos que se le escapaban sin que pudiera evitarlo… Daniel bajó el ritmo, pero no dejó de acariciar, notando en la punta de sus dedos cómo el sexo de su novia se contraía una y otra vez, en espasmos deliciosos que le acalambraban todo el cuerpo y a él le hacían gemir, como si el orgasmo estuviera teniéndolo él…

-Haaaaaah… hmmmmmmmmmmmmh… haaaaah… - Mati jadeaba, por fin calmada tras el placer, con la cara anegada en lágrimas de felicidad… Daniel la apretó contra sí, ¿cómo era posible que fuese tan guapa…? Para él ya era bonita, irresistible aún detrás de sus gafas redondas y su aspecto de ratita, pero cuando gozaba… entonces era el ser más hermoso que existiera en la tierra. – Daniel… Daniel, qué bueno ha sido… me ha excitado muchísimo que me digas esas cosas… por favor, sigue…

Mati echó mano a su pantalón, y sin pensarlo dos veces lo desabotonó y bajó la cremallera, metió la mano y le sacó el miembro, terriblemente erecto, y empezó a acariciarlo, mientras movía la mano de su novio, para que la masturbara de nuevo. "Masturbación mutua…" Pensó Daniel "esto es muy travieso…".

-Recuerdo los grititos que dabas cada vez que te embestía… - continuó él, intentando que la voz no le temblase mientras Mati lo acariciaba arriba y abajo, y él volvía a bajar para mojarse bien los dedos y retomó las cosquillas en su clítoris – me parecían tan musicales… Te llevaste las manos a las tetas, y por un momento pensé que ibas a tapártelas, pero te pellizcaste los pezones y empezaste a meneártelas… y yo, que te tenía sujeta de las corvas y no podía tocarte… mmmh, aquello me encantó, fue un espectáculo tan increíble… lo último que me hubiera imaginado de ti, es que tuvieras un toque de atrevimiento así… ooh… - Mati había empezado a acelerar las caricias, le hacía también cosquillas en las bolitas, era estupendo, se sentía vibrar de pies a cabeza, las sonrisas se le escapaban…

-Sigue, Daniel… dime más… - pidió ella, apretándole la polla mientras le frotaba.

-Cuando… cuando viste que se me desorbitaron los ojos mirando cómo te tocabas, me sonreíste… estabas colorada, pero te llevaste los dedos a la boca, los chupaste… y los pasaste por tus pezones erectos… aaah… cómo me puso aquello… y entonces me pediste "más a fondo… sácala y métela del todo, por favor… por favor…" Tenías una vocecita tan tímida cuando me rogaste, que a pesar de que estaba casi a punto… te hice caso. Me salí del todo, y empujé hasta el fondo… el chillido y el espasmo que tuviste, nunca podré olvidarlos, y repetí… empujando, hasta que noté que te estremecías y di gracias… porque no aguantaba más, y me dejé ir… el culo me dio un calambre por la fuerza con que se me contrajo al correrme dentro de ti… - Mati dejó escapar un gemido sonriente al oír aquello, y centró las caricias en el glande húmedo de Daniel, rápidamente, produciendo un ahogado sonido, a medio camino entre chapoteo y roce... – y luego, me dejé caer sobre ti, y vi las lágrimas,… me llevé un buen susto, porque pensé que te había hecho daño… pero me explicaste que era por lo que habías gozado… como ahora… ahora… Mati, ahora, ¡ahoraaaaaah….! – No lo pudo evitar, las caricias de Mati eran demasiado agradables, la evocación del recuerdo demasiado excitante, la situación demasiado morbosa, y se derramó dulcemente entre espasmos de calor y placer… qué calorcito… de pronto se dio cuenta que Mati no estaba a su lado… estaba inclinada sobre él. Literalmente en el último segundo, pero se agachó a tragarlo para evitar que Daniel se manchara.

Él la acarició. Le hubiera gustado seguir, quería hacerlo, sentarla sobre él y cabalgar a un nuevo orgasmo… pero de momento, su miembro se negaba. Al menos en unos diez minutitos, no podría pedirle más. Acarició la cara de Mati, y sin dejar ni que ella le recolocara el miembro dentro de la ropa, la atrajo hacia sí y la besó. El que acabara de tragarse su semen, le importaba un pito, lo único importante era lo bien que estaban juntos… Mati le devolvió el beso y se abrazó a él, recostándose en su pecho.

-Me gusta cuando acabas en mi boca… me encanta chuparte. – confesó ella – cuando te lo hice la primera vez y me dijiste que nunca te habían hecho sexo oral…

-Y era verdad. Fuiste la primera que se dignó hacérmelo. Hasta entonces, todas las demás decían que eso era una práctica machista, o que les daba mucho asco, y nunca insistí… y sin embargo, a ti no te lo pedí, a la mañana siguiente, después del desayuno, de pronto te encontré entre mis piernas y te pusiste a lamerme, como si chuparas un helado… la de veces que había soñado con que me pasase algo así, y entonces me estaba sucediendo… creí desmayarme del placer que sentí y de lo importante y deseado que me convenciste que era… cuando te la metiste en la boca, el gusto fue tan maravilloso que si me hubieras pedido que me cortase las venas en agradecimiento, lo hubiera hecho, sin vacilar un segundo. – Daniel se maldijo por su falta de tacto, se le había escapado sin intención, pero con esa frase se la acababa de jugar… afortunadamente, Mati no se lo tomó en cuenta.

-Adulador… - musitó ella, pegada a su pecho, haciéndole caricias en el vello. Daniel respiró tranquilo, y continuó, deseoso de dejar atrás esa frase.

-Te lo digo de veras, nunca me había sentido tan bien como aquél día, si se puede tocar el cielo con las manos, yo lo hice. Te reirás, pero entre el placer, y la autoestima, esa mamada… -Daniel saboreó las palabras, notando que esa expresión hacía que Mati temblara. - esa dulce y deliciosa mamada, fue sin duda, el gesto más bello que ha hecho por mí ningún ser humano. Tu boca era tan calentita y acogedora, que cuando empezaste a subir y bajar, me dio la impresión de que me derretía, que me fundía como el queso… Tus labios me abrazaban el miembro y lo apretaban con tanta ternura que pensé que no me importaba si me moría después de aquello… desde luego, si me daban a elegir, prefería no morirme y volver a disfrutarlo muchas más veces, eso sí… - Oyó la dulce risa de Mati – Y tu lengua acariciándome, como un animalito travieso… era increíble, porque nunca sabía por dónde me iba a rozar… ahora estaba lamiendo la punta, y al momento siguiente, salía por entre tus labios y lamía el tronco, o bajaba hasta las pelotas… jugando conmigo y con mi placer, era asombroso… yo lo había pasado estupendamente la noche anterior, había sido desenfrenado, y a la vez, tierno… pero aquello era simplemente increíble, yo no pensaba que se pudiese gozar así, lo que sentía en aquél momento era nuevo para mí, y tú me lo estabas regalando… Antes me tenías colado. A partir de ese momento, quise ser tu esclavo, y pensé que con una vida, no iba a tener suficiente para hacerte todo lo feliz que yo quería… ¿Mati? ¿Estás llorando?

Mati le miró a los ojos, sonriente, pero con los ojos arrasados en lágrimas… Daniel la apretó contra sí, besándole la cara, era una chica tan sensible que se había emocionado con su discursito… "no sé porqué no le gusta el cine de amor, si ella es más tierna que el pan de las doce…"

-Daniel… vámonos a casa. Quiero estar contigo, en nuestra alcoba, quiero hacerte una mamada tan buena como la de aquél día, o más incluso… y luego yo bato la nata de las tortitas.


-Mendieta… hasta luego, que nosotros nos vamos.

-¿Qué os vais? – susurró el encargado de RRHH – Pero si no ha terminado, queda más de la mitad…

-Mati se ha puesto mala, me la llevo a casa.

-No jorobes, ¿estás bien, Matilde?

-Nada serio… creo que me ha bajado el periodo, y me duele…

-Vaya, lo siento… nada, pues hasta luego, y mejórate.

  • Gracias, hasta luego.

-Hasta luego… - Mendieta los vio marchar. Daniel llevaba a Mati casi en brazos, pero eso de que uno de los brazos estuviera tan cerca del trasero de ella, le sonaba más a esquinazo - ¿Tú crees que….? – Pero su mujer no le dejó ni acabar la frase.

-¿Si creo? Estoy segura, mírale los pelos que lleva, estos se han estado poniendo morados, lo raro es que no les hayan pescado medio desnudos… o a lo mejor lo han hecho, quizá alguien les ha llamado la atención y se marchan a casa a acabar la fiesta…

-Qué tíos… hace falta ser guarro para enrrollarse en un sitio público, para que te pesque cualquiera; ya no hay vergüenza, y los calladitos son los peores.

-Y tanto que sí – corroboró Mónica, mientras los veía marchar. Mendieta no pudo ver cómo la mirada de su esposa destilaba envidia… Pero eso les importaba un pimiento a Daniel y Mati, que apenas salieron del cine se regalaron el beso del que les privase Mendieta, para celebrar su libertad. Daniel saboreó el beso con gusto a hierbabuena, notando la lengua de Mati acariciar la suya, hacer cosquillas en su paladar y sus manos acariciándole la nuca y los hombros… era algo que daba motivos ser realmente feliz, sobre todo porque su relación no siempre había sido así…

(continuará)